011. Ayax no sabe respirar abajo del agua como yo
Me encantaría contar que tuve una profunda revelación durante mi caída, que acepté mi propia mortalidad, que me reí en la cara de la muerte, etcétera.
Pero mi único pensamiento era: ¡Aaaaaaaaaahhhhhh!
Percy sintió como el viento le arrancaba el aire de los pulmones y lo último que observó antes de sentir una fuerte rafaga de agua chocar contra él, fue cómo Ayax se arrojaba del puente al no poder alcanzarlo.
Espera, ¿qué?
Ayax había dejado su hacha en el borde del puente pero él ya no se estaba sosteniendo de ella, no, estaba dispuesto a literalmente morir con Percy.
¿Será ese su castigo? ¿Está atado a mí? ¿De todos modos si yo muero él también lo hará?
En lo único que Percy puede pensar antes de impactar contra el río es en cómo habría llegado Ayax hasta el puente de Atenea, y la manera en la que se encontraba cuándo llegó: tan pálido, con ojeras cubriendo sus ojos y con una mirada peligrosa en sus iris que Percy sólo había logrado observar los segundos que Ayax se arrodilló para hablarle.
Pero todos sus pensamientos acerca del hijo de Ares se apartaron de él momentáneamente al sentir cómo su espalda chocó contra el agua.
Creyó que la caída lo mataría desde el momento en que no pudo sostenerse más de la barra de metal, pero entonces el agua lo había rodeado en medio del aire y lo había dirigido directamente al océano frente a él.
Y no solo la caída no lo mató, si no que no sintió ningún dolor en absoluto, es más, hasta podía sentir cómo el veneno de la quimera se desvanecía de su cuerpo y cómo las heridas abiertas que tenían comenzaban a curarse con el solo contacto con el río.
Sentía cómo comenzaba a hundirse hacía el fondo del río, como las burbujas comenzaban a hacerle cosquillas mientras observaba todos los desechos que se encontraban dando vueltas por el mar.
Estaba conteniendo la respiración durante todo ese tiempo y finalmente siente cómo sus pies chocan contra el lodo al final de todo.
Rápidamente intentó impulsarse contra esta para volver a subir pero sintió cómo uno de sus pies había sido atrapado entre el lodo, sin posibilidad de dejarlo salir.
Sus ojos se mantenían abiertos, y mientras luchaba por sacar su pie de allí buscó con la mirada en dónde habría caído Ayax, pero sin lograr encontrarlo, hasta que entonces una luz resplandeciente se asomó por en frente suyo, logrando que Percy entrecierre sus ojos.
Aún con ambas manos en su propia pierna, intentando escaparse del fuerte agarre, como si realmente hubiera algo que lo estuviera sosteniendo allí en ese lugar.
—Tienes miedo. Está bien, Percy...
Frente a él, seguía acercándose esa luz brillante que pronto comenzó a cobrar forma, de una mujer del color del agua, un fantasma en la corriente, flotando justo frente a él.
—Tu padre me envió para decirte que todo está bien. Solo respira. —dijo ella, pero Percy se negó hacerlo, intentando una vez más sacar su pie del barro y desviando la mirada de la mujer al agua, en busqueda de Ayax.
—El hijo de Ares está a salvo. Tu padre lo ha salvado. —dijo la mujer y pronto eso logró captar la atención de Percy, quién se detuvo un segundo, sintiendo cómo sus pulmones comenzaban a resentirse por tanto contener la respiración.
En dónde está Ayax.
—Está por allí. —señaló ella—. Solo quiero decirte que tu padre está aquí y siempre lo ha estado. Es muy difícil para él mantenerse alejado pero aún así está muy orgulloso. Debes confiar en él y debes confiar en tí. Y solo... Respira.
Con esa última palabra, Percy finalmente inhala una fuerte bocanada de aire.
Irónicamente creyó que lo primero que sentiría era cómo comenzaba a tragarse todo el agua, cómo comenzaría a ahogarse sin ningún tipo de control, para nada de ello funcionó: él estaba respirando debajo del agua.
Entonces, una vez más las palabras de esa mujer cobran sentido y tal vez y después de todo... Su padre lo estaba ayudando.
Finalmente con un último tirón Percy logró liberar su pie y comenzó a moverse con facilidad por el agua, como si estuviera caminando, sin sentir ningún tipo de presión que lo arroje hacia arriba si él no lo deseaba de ese modo.
Y de aquella forma, comenzó a moverse por el agua, en busqueda de un pelinegro muy molesto y arrogante.
Ayax... No sé si eres un suicida por arrojarte aquí conmigo o si es algo más de lo que aún me ocultas lo que te aseguró que no ibas a morir pero... Sea lo que sea... Eres un idiota.
En el instante en que lo insultó, Percy finalmente encontró a Ayax a la distancia.
Estaba un poco más arriba que él, no había caído hasta lo más profundo y su cuerpo no parecía que vuelva a la superficie como normalmente solía suceder cuando caías al agua.
Percy llegó rápidamente hasta él y no le tomó ni un poco de esfuerzo llevarlos a ambos a la superficie.
Dentro del agua Ayax se encontraba tan liviano como una pluma, pero una vez que salieron a Percy le costó sostener al pelinegro para que no vuelva a hundirse en el río.
—¿Ayax? Hey, un poco de ayuda. —se quejó Percy, pero sin obtener ninguna respuesta del pelinegro.
Con su mayor esfuerzo logró arrojar a Ayax contra el muelle, saliendo él justo unos segundos después y acercándose al pelinegro al ver que no se había puesto de pie.
—¿Ayax? —preguntó Percy con duda, observando cómo el chico se encontraba con los ojos cerrados, pero al menos no lucía tan pálido cómo antes.
¿También te envenenó la Quimera? ¿Por qué te veías así de mal, eh?
—Ayax, hey Ayax despierta. —llamó el rubio, arrodillandose frente al cuerpo inmóvil del pelinegro y comenzando a mover el brazo del chico, en un vano intento para que se recupere.
—¡Percy! —escuchó un grito a la distancia, y pronto se encontró con Grover y Annabeth corriendo hasta ellos.
—¡Grover! ¡No sé que le pasa! —gritó Percy en respuesta, observando cómo el sátiro y la semidiosa se acercaban hasta él y observaban con sorpresa al pelinegro inconsciente.
—¿Se ahogó? —preguntó Annabeth rápidamente, a la par que Percy negaba.
—¿Qué? No- si abajo del río yo pude respirar y- oh. —Percy volvió a mirar el cuerpo de Ayax, esta vez con un pequeño indicio de alarma recorriendo todo su interior—. Espera, ¿cómo que se ahogó? ¿Cómo podemos?
—¡Percy, rápido! ¡Debes darle respiración boca a boca! —chilló Grover, arrodillandose frente al rostro de Ayax y colocando su cabeza hacía atrás, levantando su barbilla al tiempo en que Annabeth se colocaba del otro lado de Ayax.
La chica colocó su cabeza sobre el pecho de Ayax y pronto soltó un pequeño suspiro de alivio antes de anunciar—. Está respirando, pero con mucha dificultad. ¡Vamos, Percy!
Percy seguía inmóvil en su lugar, observando el rostro húmedo de Ayax, cómo sus pestañas estaban suavemente acomodadas contra sus mejillas, como aquella cicatriz aún un poco roja marcaba su pómulo y todo el costado de su rostro.
Por unos segundos, pensó en lo pacífico que el chico se encontraba, y cómo sin tanto ceño fruncido y miradas altaneras en realidad se veía... lindo.
—¡Vamos Percy, apúrate! —gritó Grover frente a él, dándole un pequeño golpe en la cabeza.
Percy finalmente asintió, tomando el rostro de Ayax con ambas manos y acercándose para cerrar la brecha entre ellos, sin saber muy bien que se suponía que debía hacer.
¿Respirar contra sus labios, verdad? Ya había respirado debajo del agua esto debería ser sencillo.
—¡Espera, debes cubrir su nariz! —indicó Annabeth, alejándose de Ayax pero aún arrodillada cerca de él, todos al pendiente del pelinegro.
Percy asintió, con una de sus manos se aseguró de apretar la nariz de Ayax y mientras Grover sostenía la cabeza del pelinegro en la posición correcta, Percy terminó de acortar la distancia, con su mano libre en la barbilla de Ayax para entreabrir sus labios y finalmente chocando ambos labios juntos.
No sabía exactamente como se suponía que debía funcionar, pero Percy simplemente deseó que todo salga bien, sabía que Ayax se había arriesgado demasiado al intentar atraparlo y se sintió un poco responsable de que haya caído con él.
Entonces respiró sobre los de Ayax, sus ojos permanecieron cerrados y de fondo escuchó como Grover le daba instrucciones, después de dos segundos Percy fue indicado que se separe y que vuelva a repetir todo el proceso y así lo hizo.
Sintió cómo sus labios volvieron a chocar contra los de Ayax unas cuatro veces más hasta sentir finalmente una reacción por parte del pelinegro.
—Apártate, apártate. —indicó Grover, empujando lejos a Percy y colocando a Ayax de costado para que el pelinegro escupa el agua que se había tragado al caer, finalmente respirando.
Los tres dieron un fuerte suspiro colectivo al ver como finalmente Ayax había despertado.
Y lo primero en lo que Percy pudo pensar una vez que Ayax se encontró bien era que... Oh por Dios ese fue el beso indirecto más directo que tuve en mi vida.
Ayax se sentó en silencio unos segundos, parpadeando rápidamente para intentar apartar la neblina de sus ojos.
Percy distraídamente pasó una de sus manos por el cabello de Ayax para apartarlo de su rostro y se sorprendió al observar una sonrisa tímida por parte del pelinegro.
—Creí que... —comenzó Ayax con dificultad, observando a Percy como si fuera el único allí—. Te había dicho... que te sostengas un segundo más.
Percy bufó una risa, empujando suavemente el hombro de Ayax, quién le dedicó otra suave sonrisa a Percy que lo dejó por unos momentos sorprendido.
Porque Ayax también tenía una sonrisa bonita, notó Percy tardíamente.
—¡Gracias Grover por salvarme! —dijo Grover sarcásticamente, Percy observó como Ayax volteaba a ver al sátiro y también le sonreía, pero con una emoción distinta que la que le dió a Percy, una más... amigable.
—No suelo agradecer. —dijo Ayax, y Grover se quedó en silencio esperando a que el pelinegro continúe, pero el chico simplemente le dió unas palmadas en el hombro a Grover como si eso fuera suficiente.
—Tómalo o déjalo chico. —comentó Annabeth con un poco de diversión, Ayax volteó a verla sorprendido, como si no hubiera notado que ella se encontraba allí.
Percy observó con curiosidad como Annabeth y Ayax parecían mirarse sin querer agarrarse a los golpes en ese preciso instante.
Recordó la primera vez que Annabeth le habló de Ayax en los baños del campamento, después de que Clarisse haya intentado ahogarlo en uno de los retretes.
Ella le había comentado que solía tener una rivalidad con uno de los hijos de Ares, que irónicamente, era el menos estúpido de entre todos ellos.
Porque Luke podría decir todo lo que quiera, pero si algo había notado Percy en el último tiempo que pasó conciendo a Ayax era que Annabeth había tenido razón en cada descripción.
Es un poco molesto, pero se le nota que tiene buenos sentimientos.
Creo que su padre lo obliga a comportarse de esa forma, a veces tiene esa mirada como si realmente no quisiera competir contra nadie y simplemente... Vivir.
Fue maldecido desde que nació y él cree que de alguna manera se merece todo lo malo que llegue hasta él.
Vamos, el tipo no me da miedo como sugiere Luke, solo me da un poco de lástima que esos sean sus únicos modos para poder vivir con su castigo.
Por lo que se sabe es que está viviendo un infierno en sus sueños, muchos de sus hermanos dicen que lo escuchan gritar justo antes de despertar, como si en realidad nunca hubiera querido despertar en lo absoluto.
Sí, Luke dice que todos menos él son unos egoístas pero si ves a Warlock dos segundos puedes saber cómo él se preocupa y se interesa en las personas aún cuando no quiera demostrarlo.
—Gracias. —susurró suavemente Ayax, mirando primero a Annabeth y después a Grover, los dos asintieron muy conformes por su respuesta.
Percy observó como Ayax volvía su vista una vez más hacía él, sintiéndose demasiado consciente de si mismo y de que sus labios acababan de tocar los de Ayax repetidas veces.
Sintió cómo se sonrojaba un poco al ver la intensa mirada de ojos marrones puesta en él, pero aún así Percy esperó unos segundos más.
—¿A mi no me agradeces? —preguntó el rubio impaciente, sintiendo una de sus manos sobre la pierna de Ayax y apartandola de allí al notarlo.
Logró descubrir que casi sin que él pueda evitarlo se encontraba todo el tiempo tocando a Ayax de la manera más mínima, como si simplemente una parte de si mismo no quisiera estar alejado de él.
Tal vez fue por cómo me sentí la otra noche cuando Ayax me estaba acariciando el rostro.
Percy recordó esa noche y como por unos segundos había logrado olvidarse de cómo todos los Dioses eran egoístas, la injusticia que tenían que vivir los semidioses, todo había quedado atrás porque Ayax lo estaba tocando con tanto cuidado, como si fuese la persona más especial en el mundo.
Mirándome y acariciándome como si fuera lo único que importaba en la vida.
Y también recordó cómo todo se había salido de control este mismo día debido a como Percy se encontraba tan avergonzado por lo que sucedió.
Porque no lo había entendido y para esos instantes aún no entiende porque Ayax actúa de esa manera con él.
Sabe que algo le está ocultando pero hasta qué punto y qué tan importante es esa información, Percy no lo sabe.
—¿Agradecerte a tí? ¿Qué hiciste tú? —preguntó Ayax después de unos segundos, ladeando un poco la cabeza con seguridad.
Percy observó casi en cámara lenta como Ayax se pasó la lengua por sus labios, delineando el punto exacto que Percy había tocado con su propia boca hace pocos segundos.
No sabe si Ayax lo hace a propósito o si puede siquiera comenzar a imaginarse el efecto que solo ese pequeño gesto trajo en Percy, pero aún así, prefiere no preguntar y en cambio se encoge de hombros, sin darle mucha información al pelinegro.
—No hice casi nada. —mintió Percy, poniéndose de pie y observando cómo Annabeth y Grover copiaban su movimiento.
—Te dió respiración boca a boca. —dijo Annabeth con diversión a costa de Percy, el cuál le dió una mirada indignada a la chica—. Vamos Ayax, ponte de pie.
Ayax siseó fuertemente al sentir cómo la chica tomaba su brazo para intentar ponerlo de pie, y pronto Annabeth lo soltó con sorpresa.
Percy volvió a acercarse al pelinegro y antes de que el chico pueda replicar Percy comenzó a quitarle la chaqueta negra, observando cómo una gran herida se dejaba ver en su brazo.
—¿Qué te pasó allí? —preguntó Percy con sorpresa, detrás suyo sintió cómo Grover se acercó a examinar la herida.
—¡Ayax! ¡Dijiste que no era grave! —se quejó Grover, apartando a Percy para mirar mejor al pelinegro.
—No lo es, ya casi está cómo nueva. —dijo Ayax sin darle mucha importancia, haciendo una mueca de dolor al intentar levantarse el jean ajustado y mojado de la pierna—. El mayor problema es...
—¡Oh por Dios! —gritó Percy espantado, observando cómo el pelinegro tenía una gran herida abierta en uno de sus gemelos—. ¿Cómo es que cada vez que respiras tienes una nueva herida?
—Esta me la hiciste tú cuando matamos a Medusa. —dijo Ayax señalando su brazo, Percy recordó la escena, intentando averiguar si había escuchado a Ayax gritar del dolor o algo así pero eso jamás había ocurrido—. Y esa de ahí la hizo Equidna con mi hacha cuando intentaba llegar a tí.
Ayax lo miró con ojos brillantes de lamento, como si se sintiera culpable de no haber podido salvar a Percy antes de que caiga, pero el rubio simplemente negó con la cabeza, restándole importancia y llevando una de sus manos al cabello majado de Ayax, peinandolo hacía atrás en un método para calmarlo.
Su madre siempre jugaba con su cabello cuando él se encontraba triste o asustado y pareció funcionar con Ayax ya que esa mirada lastimosa se apartó de sus ojos.
—¿Tienes algo especial para curarte? ¿Cómo Percy el agua? —preguntó Grover suavemente, toda su preocupación puesta en Ayax.
El pelinegro negó con la cabeza antes de responder—. Solo mi padre puede curarme.
—¿Ares? —preguntó Percy, Ayax solo asintió.
—No importa, creo que puedo caminar. —dijo Ayax, colocando ambas manos en el suelo y apartando a Annabeth y Grover cuando quisieron ayudarlo—. ¡Yo puedo!
Percy volvió a ponerse de pie al igual que Grover y Annabeth, los tres observando cómo Ayax con dificultad lograba impulsarse para ponerse de pie, se encontraba hecho una estrella de cine cuando ya todas las explosiones habían terminado y había logrado rescatar a la chica: es decir, completamente destruido.
Su camisa se encontraba desgarrada en dónde la herida se dejaba ver, ya había comenzado a curarse lentamente y al menos no brotaba sangre por ella, a diferencia de la herida en su pierna, que seguía sangrando mientras Ayax insistía en intentar poner su pie en el suelo.
Cada vez que intentaba pisar su pierna volvía a tensarse en una posición menos dolorosa y después de dos intentos más en los que Percy decidió guardar silencio por el orgullo del pelinegro finalmente se rindió y se acercó hasta él.
—¡Yo puedo! —dijo Ayax al sentir dos manos sostenerlo desde la cintura, al subir la vista contuvo otro grito y miró a Percy en silencio antes de decir con más suavidad—. Yo puedo.
—Ajá, sí. Estoy viendo cómo puedes. Ahora podemos hacer dos cosas, ¿me dejas ayudarte o nos quedamos aquí toda la noche viendo cómo te desangras? —preguntó Percy, y antes de esperar alguna respuesta soltó a Ayax, parándose justo al lado de su pierna mala y pasando el brazo de Ayax por sus hombros para que pueda reafirmarse contra él—. Creo que ya decidió.
—No es cierto. —susurró Ayax, frunciendo el ceño pero aún así tomando con más fuerza la mano de Percy con la mano que rodeaba sus hombros.
Los cuatro finalmente comenzaron a alejarse del muelle, con las advertencias de Grover y Annabeth de que debían tener cuidado con los policías y las patrullas que ya habían comenzado a sospechar de ellos.
Y si Percy notó o no el sonrojo de Ayax cuando rodeó la cintura del pelinegro con su brazo libre, bueno... Percy iba a asegurarse de recordarlo más tarde.
El resto de la tarde se la pasaron caminando por la carretera hasta que en un momento Ayax pidió un descanso.
—Necesito... —dijo el pelinegro, pero no terminó su oración, aún así eso fue suficiente para que el grupo hiciera una parada de descanso.
Percy logró ayudar a Ayax a que se siente sobre un pequeño paredón, aún cuándo el pelinegro insistió en que no necesitaba ayuda y pronto Grover se acercó a ellos con unas plantas en sus manos.
—Mira lo que encontré Yax. —llamó el sátiro, enseñándole unas plantas que al parecer Ayax reconoció ya que no pudo evitar sonreír.
—¿Cómo en los viejos tiempos? —preguntó el pelinegro, Percy observó como Grover asentía y se colocaba frente al pelinegro, tomando su pierna con cuidado para comenzar a cubrirlo con esas plantas que casi parecían enredaderas.
—¿Viejos tiempos? —preguntó Percy con curiosidad, sentándose al lado de Ayax, quién asintió aún un poco divertido, al menos estaba más relajado con la parada.
—En el campamento siempre que yo me lastimaba Grover era el encargado de curarme y esas cosas de ahí siempre ayudaron a mis cicatrices. —señaló Ayax, Grover dijo el nombre técnico de la planta pero el pelinegro se encogió de hombros, restándole importancia—. Sí, lo que sea. El cura heridas tres mil.
Percy bufó una risa, observando el suave pero efectivo trabajo que Grover estaba haciendo vendando a Ayax.
Recordó la vez en el campamento en que Ayax se cambió con ellos detrás, el chico había estado apurado para salir de la misión y Percy no había logrado apartar la vista de inmediato por la sorpresa de que el hijo de Ares realmente haya estado cambiándose frente a él.
Y cuándo Ayax se había quitado la remera del campamento, Percy recordó que había logrado ver distintas clases de cicatrices de distintos largos y grosores a todo lo largo de la espalda de Ayax.
—¿Todas esas heridas en tu espalda te las hiciste también en el campamento? —preguntó Percy con curiosidad.
—¿Cómo sabés que yo- oh... Sí me estabas mirando en el campamento esa vez. —Ayax se burló con diversión, Percy rodó los ojos.
—Sí, sí, lo que sea. ¿Pero son?
—¿Grover? —Ayax miró al sátiro, quién pareció estar pensando en algo.
—Cuando llegaste ya tenías un par pero lograbas conseguir muchas cuando te ibas con Ares. —respondió Grover finalmente, palmeando la parte de la pierna de Ayax que no estaba herida en una indicación de que el pelinegro ya podía bajar la pierna.
—¿Te ibas con Ares? ¿Qué tanta relación tienes con tu padre? —preguntó Percy curioso.
Sí algo sabía de los semidioses era que todos estaban siempre rogando por migajas de atención de sus padres, pero desde que conoció a Ayax descubrió la única excepción que rompía todo el panorama.
Porque al parecer, Ayax no había tenido más familia que Ares, fue criado en el Olimpo el tiempo suficiente para recordar todo allí y no solo eso si no que cuando llegó al campamento, según Annabeth, había tenido la protección de Ares todo el camino desde el Olimpo hasta el campamento.
Entonces sí, Ayax era especial eso Percy no lo podría negar, la pregunta era ¿Por qué?
—Demasiada, más de la que me gustaría. —admitió Ayax, encogiéndose de hombros—. Desde que nací, un Dios me castigó y mi padre todo ese tiempo estuvo aterrado de lo que podría significar para él un castigo a uno de sus hijos entonces me mantuvo cerca y me enseñó todo lo que él sabía con la esperanza de que ese Dios que me dió el castigo bueno ya sabes... ¿Pierda de alguna forma? Ni siquiera yo lo comprendo aún... Tal vez nunca lo haga.
Con el pasar de los segundos, Percy sentía cómo su enojo solo crecía y crecía al escuchar la historia de Ayax, no podía creer que durante toda su vida el chico haya tenido que vivir con una cruz en su espalda.
Sentía que desde que Ayax despertó algo había cambiado en él, se encontraba mucho más dispuesto a hablar que antes, o tal vez solo era Percy que desde esa noche finalmente se encontró más dispuesto a escucharlo y aprender de él.
—¿Como pueden castigarte desde que naciste? No tiene sentido. Los castigos son cuando haces algo mal. —intentó comprender Percy.
—No siempre. —dijo Ayax, y Percy notó el momento exacto en el que el pelinegro subió la vista para ver a Annabeth, pero el reproche en sus ojos no era dirigido a ella... si no más bien a Atenea.
Y entonces Percy recordó a Medusa, y la conversación que había tenido con Ayax.
—Medusa dijo que los dos eran iguales. —recordó Percy, a lo que Ayax asintió—. ¿Por qué los dos fueron castigados por algo que no hicieron?
Ayax volvió a asentir y pronto decidió ponerse de pie, tal vez estaba cansado de tanta conversación.
—Sí, no sé porqué fue pero eso ya no importa. No hay nada que pueda hacer. —dijo Ayax, intentando restarle importancia y comenzando a caminar por su cuenta, rengueando un poco y sin poder apoyar aún su pierna.
Percy se acercó y lo atrapó otra vez en un medio abrazo y pronto el grupo se puso en marcha otra vez.
—Es muy injusto. —dijo Percy aún pensativo.
Ayax pasó uno de sus dedos por el entrecejo de Percy para aliviar el ceño fruncido allí—. Lo es, pero así son los Dioses la mayor parte del tiempo, uno simplemente vive con ello Percy.
A Percy le gustó cómo Ayax intentó relajar su expresión de enfado, pero aún así sentía que era sumamente injusto que un chico como Ayax tenga que vivir con un castigo desde que era tan pequeño, literalmente desde su nacimiento y por alguna razón que por supuesto él no fue culpable.
Y entonces, Percy volvió a pensar de qué se trataría ese castigo de Ayax y a su mente regresó la noche anterior en donde Ayax había admitido que tenía algo que ver con él.
¿De qué podría tratarse y por qué yo estoy relacionado con el castigo?
A lo lejos, el ruido de una motocicleta logra interrumpir la línea de pensamientos de Percy, quien no puede evitar bufar ante el molesto ruido.
A su lado, sintió cómo Ayax se tensaba en su lugar y detenía todos sus pasos y como Percy aún lo sostenía por la cintura también se detuvo.
Rápidamente el pelinegro apartó el agarre de Percy con fuerza, y el rubio no pudo hacer más que mirarlo con sorpresa y un poco ofendido por ser apartado tan rápidamente.
¿Qué le sucede a este tipo?
—¿Necesitan algo de ayuda? —se escuchó una voz desconocida detrás de ellos, Percy, Grover y Annabeth voltearon a ver de quién se trataba pero Ayax seguía inmóvil en su lugar.
—¿Disculpa? —preguntó Grover amablemente.
—Pregunté si les vendría útil un poco de ayuda.
—Nope. No. Estamos bien. Aunque gracias por preguntar. Adiós. —dijo Grover, dispuesto a seguir caminando ahora que la motocicleta estaba estacionada un par de metros detrás de ellos.
—No se ven muy bien. Y están demasiado atrasados.
Percy finalmente comprendió que era alguien de su mundo, un mortal no podría saber que ellos tenían que llegar a ningún lugar en particular, y entonces entendió porqué la incomodidad de Ayax.
—Papá estamos bien, ya déjanos seguir. —se quejó Ayax, con su voz firme y dura sin dejar de mirar al hombre frente a él.
Su posición era firme, aún cuándo Percy había notado cómo le dolía la pierna había logrado que finalmente ambas plantas de sus pies estén con firmeza contra el suelo, sus manos detrás de su espalda y si bien, su especto se encontraba desalineado, la mirada feroz en sus ojos logró mover algo dentro de Percy de una manera inesperada.
Y observó al pelinegro con orgullo, sin poder creer hasta que lo vió la gran fuerza de voluntad que tenía el chico que una vez hace menos de una semana estaba sonriendo divertido y mirando con curiosidad un taxi intentando descubrir los misterios detrás del vehículo.
—El solsticio de verano es en unos pocos días y... Bueno parece que tienen una carga aquí que podría ayudarles a sacarselas de encima. —dijo el padre de Ayax, el gran Dios de la guerra Ares.
Percy se colocó delante de Ayax al sentir la amenaza del Dios, de cómo podría llevarse al pelinegro de ellos.
—Estamos bien. —repitió Percy las palabras de Grover.
Ayax corrió de en medio al rubio y Percy finalmente se apartó hacía un costado, sintiéndose derrotado de que el pelinegro no quiera que lo ayude con su padre.
Percy lo miró con insistencia pero Ayax tenía sus ojos fijos en su padre.
—Mi hijo vendrá conmigo. —declaró Ares, mirando primero a Percy y después a Ayax—. ¿Verdad, Ayax?
—Papá no es necesario, estoy bien. —la voz de Ayax tembló solo unos segundos, pero su mirada seguía igual de firme que antes.
—No interesa. ¿Recuerdas lo que hablamos en el campamento? ¿Creo que ya comenzaste a olvidarte de lo que hablamos verdad...? —dijo Ares.
Percy observó como Ayax palideció ante la mención de esa dicha conversación, deseó que el pelinegro le diera alguna pista o indicio de qué se trataba pero Ayax seguía mirando a su padre, sin prestarle atención a Percy.
—Lo he estado intentando papá. —murmuró Ayax entredientes.
Ares sonrió, una sonrisa burlona y engreída antes de negar con la cabeza—. A mi me parece que no lo has intentado en lo absoluto.
—Lo hice. Lo hago. —se corrigió casi al instante, pero Percy volvió a observar como Ares negaba con la cabeza.
El Dios chasqueó la lengua contra su paladar, cerrando los ojos durante unos segundos antes de volver a abrirlos—. Ya sé, hagamos esto. Sé que la misión es importante para tí entonces si vienes conmigo, ayudaré a tus compañeros.
—No. —dijo Percy rápidamente, pero tanto Ares como Ayax lo ignoraron—. ¡No, él no va a ir contigo!
—Jackson, cállate. —siseó Ayax, en dirección a Percy, quién no pudo hacer más que mirarlo con sorpresa.
¿Jackson? ¿Otra vez volvimos con los apellidos?
—¿Por qué tú nos ayudarías? ¿Cómo es que siquiera sabes lo que estamos haciendo? —preguntó Annabeth, acercándose un poco hasta pararse al costado de Ayax, quién se encontraba tenso mirando a su padre.
—Porque estoy haciendo exactamente lo mismo que ustedes. Zeus también envío a todos sus hijos en busca del rayo maestro. Miren torpes, tengo hambre. Hay un restaurante algo decente en el camino, si quieren mi ayuda los espero allí pero no se tarden, no los esperaré para siempre.
—Papá creo que podría quedarme con ellos. —murmuró Ayax inseguro, observando cómo Ares alzaba las cejas.
—Ayax tengo una lista de todas las decepciones que he tenido de tí últimamente, encabezado por entrar al templo de otro Dios y muchas otras que dudo que quieras que él escuche. —comenzó a decir Ares, mirando durante unos segundos a Percy, el cuál observó cómo Ayax solo seguía moviendo sus manos con ansiedad a sus costados.
Percy tenía el impulso de ir y tomar ambas manos para calmarlo pero sabía que Ayax volvería a apartarlo porque su padre estaba en frente.
—¿En dónde está tu lealtad Ayax? —preguntó Ares, levantando un poco la voz—. ¿¡En tu padre, verdad!?
Ayax asintió levemente y finalmente sus hombros cayeron en una posición de rendición.
Ayax se movió para dar un paso más cerca a su padre pero antes de que pueda lograrlo Percy lo tomó del brazo y se acercó hasta él.
—¿Qué haces? Sé que no quieres ir con él. —susurró Percy, muy consciente de que estaba forzando la cercanía con Ayax y de que sus rostros no necesitaban estar tan cerca para que él susurre.
Ayax ladeó la cabeza para poder mirarlo mejor y una expresión apenada cubrió su rostro una vez que solo Percy pudo observarlo.
—Te lo dije, los Dioses no son justos y además... le debo lealtad a mi padre, tiene razón y rompí demasiadas reglas este tiempo. —le susurró Ayax en respuesta, antes de voltear y caminar con mucha dificultad hasta la motocicleta de su padre, quién estaba observando todo en silencio.
Percy se mantuvo en un silencio enfurecido, observando la sonrisa victoriosa que Ares le dedicó cuando Ayax se acercó hasta él.
—¡Nos vemos en un rato primo! —gritó Ares, encendiendo el motor de la moto y comenzando a conducir a gran velocidad, lo último que vió Percy fue Ayax se alejaba.
—Está bien Percy, es su padre. No le hará daño. —intentó decir Grover después de unos minutos, dándole unas palmadas amistosas a Percy, quién volteó a verlo con inseguridad—. Espero...
—Él no quería ir. Yo sé que no. —repitió Percy, apretando con fuerza sus manos y recordando cada momento que pasó con Ayax hasta ahora, sintiendo lo injusto que era que lo aparten así sin más.
Y al recordar todo lo que habían pasado juntos, Percy no pudo evitar maldecir, buscando en su bolsillo delantero el papel que había estado guardado durante todo el viaje.
—Mierda, mierda. —se quejó Percy, observando cómo el papel se encontraba húmedo y rápidamente se partió a la mitad.
—¿Qué es eso? —preguntó Annabeth, a la par que ella y Grover se acercaban a los costados de Percy—. Oh, el dibujo que Ayax te hizo.
Percy asintió, abriendo con cuidado los dos pedazos de papel pero encontrandolo vacío, el dibujo a lapiz se había borrado por completo al caer del puente.
Percy contuvo la respiración, sintiendo cómo todo su mundo comenzaba a caer lentamente, sabía que había estado todo este tiempo subestimando el efecto que Ayax había tenido en él desde la primera noche en que lo vió, pero esto... Esto solo lo confirmó.
Ahora Percy no puede estar sin Ayax, no quiere saber que está lejos de él, no sabe exactamente por qué, pero desde que conoció al pelinegro sabe que le gusta tener cerca su presencia.
Incluso aunque se traten de gritos y peleas que los mantengan a ambos sin aire y mirándose con odio.
O solo con una conversación por la noche en donde Ayax le explica acerca de armas que Percy no comprende.
O con Ayax acariciando su rostro por las noches creyendo que él estaba dormido y no lo notaría, siendo tan cuidado con cada trazo delicado de sus dedos.
O tal vez solo con Ayax sonriéndole de la manera más hermosa después de que Percy haya logrado despertarlo, y el agua aún esté empapando sus rostros pero sin darle importancia porque Ayax lo estaba mirando sólo a él.
Sea como sea, Percy sabe que quiere a Ayax.
Tal vez desde hace tiempo le gusta Ayax y él simplemente no estaba dispuesto a verlo.
Su madre siempre le decía que el tiempo no mide la intensidad de los sentimientos, que ella había estado muy enamorada de su padre incluso con tan poco tiempo de conocerse.
Antes, Percy no había logrado creerle, al menos hasta ahora.
—Debemos hacer un trato con Ares. —dijo Percy finalmente, guardando ambos papeles con cuidado en sus manos y sabiendo que volvería a conseguir que Ayax vuelva a hacer un dibujo, no hacía falta que sea él, podría ser cualquier cosa mientras que Percy pueda tener algo para recordarlo cada vez que sea de noche y no pare de pensar en Ayax.
Como la noche anterior, después de que Ayax se haya dormido tomándole la mano Percy había estado observando el dibujo que Ayax le hizo, emocionado e intrigado de cómo el chico había logrado sacarlo con tantos detalles y sabiendo que sólo podía significar una cosa, pero aún sin estar dispuesto a ponerlo en palabras.
No lo pensará si Ayax no se lo afirma primero, no tomará conclusiones de los sentimientos del pelinegro pero si de algo está seguro es Percy es de sus propios sentimientos.
Y a Percy le gusta Ayax.
DAMN GURLL
¡BUENASS!
¿QUÉ LES PARECIÓ LA PERSPECTIVA DE PERCY?
Ando súper emocionada gente, no suelo hacer esto de mostrar la perspectiva del otro personaje casi nunca y bueno... Espero que les haya gustado ♡
¿Sugerencias, ideas, comentarios? ¡Los leo!
Si les gustó no se olviden de votar y comentar ♡
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