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005. Una misión a la que no fuí invitado


—Te está manipulando, él siempre lo hace. —susurró el rubio, acariciando suavemente el rostro de Ayax.

—No, no lo entiendes. Yo sé eso. Pero aún así no tengo opción. —intentó explicar Ayax, apretando más fuerte a Percy no a Rubio entre sus brazos.

Ayax había llegado a una conclusión y, si no podía evitar seguir soñando con su chico, se aseguraría de poder diferenciarlos a ambos.

Porque su novio y Percy Jackson no eran la misma persona.

Incluso aunque se vean igual y... Tengan la misma voz... Los mismos poderes... El mismo color de ojos... Pero no importaba, Ayax estaba dispuesto a marcar la diferencia, al menos con los nombres.

—Siempre tenemos una opción. —dijo Rubio, obstinadamente.

Ambos se encontraban acostados una vez más en la misma playa de siempre, de costado en la arena en un medio abrazo, ambos mirándose a los ojos y simplemente disfrutando el momento.

Y desde los labios de su chico, se oía simple, sencillo. Creer que habría alguna otra opción para Ayax.

Pero desobedecer a su padre... Bueno, nunca estaría en sus planes.

—Necesito su aprobación, sabes que si él no está de mi lado perderé todo lo que soy. Él me crío para ser más fuerte que esto y... Si él me da ordenes, las respetaré y me tragaré mi molestia.

—Eso es una mierda.

Ayax soltó una risita al ver el ceño fruncido de Rubio, que lo miraba sin estar nada convencido del discurso de Ayax.

—Por supuesto que tú dirás eso. Porque claramente no conoces a mi padre.

—Pero te conozco a tí y yo sé que no te gusta la idea de odiar a... ¿Cómo es su nombre? Como sea, al tipo ese.

El tipo ese eres tú. Quería decir Ayax, pero prefirió guardar silencio.

—Y no deberías hacer nada que no quieras. —siguió insistiendo el de ojos azules, mirándolo con seriedad.

Ayax no pudo evitar sonreír, apreciando cada segundo que podía estar con él y feliz de tener a alguien que se preocupe por sus emociones.

Solo que no es real... Una voz dijo en el fondo de su mente, esa voz que Ayax tanto odiaba y sonaba muy familiar a la de su padre.

—Está bien, descuida. Encontraré la forma de solucionar todo. —le aseguró Ayax, incluso aunque sabía que estaba mintiendo y sentía un agudo dolor en su pecho por hacerlo.

—Bien... Genial... —Rubio finalmente se calmó un poco, relajando las facciones de su rostro y después de unos segundos en silencio, sonriéndole—. ¿Deberíamos entrenar o estás pasándola bien aquí?

Ayax bufó una risa—. No todo es entrenar para mí.

—Hagamos como que creí eso. —bromeó su chico, logrado que Ayax ruede los ojos—. Entonces... Tal vez podríamos.

El rubio se acercó aún más hasta él, sus rostros a meros centímetros y sus labios tan cerca que si alguno decía una palabra más sus labios lograrían rozarse juntos.

—Despierta. —susurró el de ojos celestes, Ayax no pudo evitar un quejido lastimero y con rapidez tomó al rubio del cuello para unir sus labios antes de que sea tarde.

No lo logró.

Ayax había despertado sin poder besarlo, una vez más.

—Creí haberles dicho que si me despertaban... —comenzó Ayax, aún con sus ojos cerrados y extendiendo su mano para que el hacha llegue hasta él.

—Vamos Ayax, es Quirón. Nos está buscando. —se quejó Clarisse, golpeando la pata de madera de su cama una vez más.

Ayax se sentó en su cama, abriendo los ojos para observar con confusión a su hermana y luego más allá detrás de ella, en la puerta, el centauro Quirón erguido en toda su altura.

—Señorito Warlock, señorita la Rue, requerimos su presencia y es de suma importancia. —dijo Quiron con su voz siempre amable, de un centauro amable.

Ayax se levantó de un salto, comenzando a cambiarse rápidamente mientras observaba como su hermana se acercaba al centauro.

—¿Tenemos alguna clase de castigo por algo...? —preguntó Clarisse con precaución.

Ayax se quitó la suave remera negra de algodón y se colocó la naranja del campamento, echando hacia adelante su collar y metiéndose rápidamente en sus zapatillas mientras esperaba a escuchar él también la respuesta de Quirón.

—No, nada de lo que deban preocuparse. Más bien, emocionarse sería la palabra que estarían buscando.

Ayax tomó el hacha que estaba ahora en su cama y la desvaneció rápidamente, dedicándose con su hermana una mirada de confusión pero aún así ambos finalmente saliendo de la cabaña de Ares para seguir un par de metros lejos del director de actividades.

—¿De qué crees que se trate? —preguntó Clarisse a su lado.

Ayax recordó que aún estaba molesto con su hermana por todas las estupideces -verdades- que le había arrojado ayer por la cara.

Invocó su pequeña daga y comenzó a pasarla por sus dedos a modo de distracción, decidido a ignorar a la morena que por un segundo lo miró confundida y después, como si recordara también el día anterior, su expresión cambió a una de odio reprimido.

—Bien, no me hables. —gruñó Clarisse, Ayax alzó las cejas y soltó un suspiro.

A lo lejos, Ayax observó cómo ya había un grupo formado en el pabellón del comedor.

Las mesas fueron apartadas y todos se encontraban en un semicírculo, esperando a la llegada de Quirón.

Ayax vislumbró rápidamente a Luke Castellan y su mano libre fue a parar inevitablemente en la herida que Luke le había causado con su espada.

La noche anterior después de su discusión con su padre, el sátiro Grover Underwood lo había encontrado aún arrodillado mirando el pequeño charco y con su rostro ensangrentado.

Lo había llevado a la enfermería de la Casa Grande y le había dado Ambrosía mientras limpiaba su herida.

En un espejo Ayax había observado cómo la herida recorría gran parte de su mejilla en horizontal desde su pómulo hasta el lóbulo de su oreja y esperaba que eso no le deje una cicatriz pero sólo podría verse más adelante.

La herida no fue muy profunda, pero la espada de Luke estaba como diseñada para causar un poderoso daño, que Ayax no logró comprender del todo bien.

¿Por qué un hijo de Hermes tendría un arma tan poderosa?

Finalmente llegaron al pabellón del comedor, y Quirón les hizo una seña a ambos hijos de Ares que se coloquen en el semicírculo.

Ayax desvaneció su daga a la par que fulminó a Luke con la mirada y observó como el contrario fingía un puchero afligido al ver la herida en el rostro se Ayax.

Ya había visto por su cuenta cómo se veía, aún cuando la Ambrosía lo ayudó estaba tardando en curarse y seguía roja a los lados, al menos le daba un aspecto más rebelde acompañado de su cabello negro desordenado en todas las direcciones posibles.

Ayax aún no comprendía porque estaban todos allí, pero la última vez fue para alguna clase de misión en donde se necesitaban acompañantes así que creyó que sería la misma ocasión.

Pero, ¿quién tendría una misión?

Pronto, una cabellera dorada llegó para responder su pregunta.

Percy Jackson, mirando confundido a todos a su alrededor llegó con el director D a su lado, mientras Quirón comenzaba a prepararse para dar su discurso.

—El oráculo confirmó lo que sospechábamos, que está misión proseguirá en el Inframundo. —comenzó a decir Quirón—. Donde confrontarán al Dios que se ha rebelado contra sus hermanos. Hades. La entrada al dominio de Hades se encuentra bajo la ciudad de Los ángeles. Allí es donde viajarán y hay poco tiempo.

La voz determinada del centauro marcó por completo en todos sus oyentes, quienes asentían en silencio.

Ayax había colocado ambas manos en su espalda en una firme postura y en ningún momento había logrado apartar la mirada del rostro de Percy, quien por suerte estaba distraído mirando a Quirón como para notarlo a él.

—He seleccionado a nuestros candidatos más convincentes y elegirás a dos de ellos para acompañarte a esta misión y se asegurarán de truinfar. —declaró Quirón, abriendo las manos para señalar a todos los semidioses frente a Percy, que finalmente desvío su vista del centauro al resto de canpistas.

—Annabeth. —dijo Percy sin dudar.

Ayax apretó la mandíbula y observó a la chica parada a su lado.

No le tomó un solo segundo. ¿Debía decidir tan rápido? Se quejó mentalmente Ayax, observando como la hija de Atenea se movía incómoda frente a la atenta mirada de todos.

—Habitualmente... —comenzó Quirón mirando desde Percy a Annabeth—. Uno espera a escuchar uno o dos nombres antes de elegir. ¿Seguro que no quieres oír el resto?

—Esta cosa, el rayo maestro de Zeus, lo tengo que recuperar, ¿cierto?

—Sí.

—Y será complicado hacerlo, ¿no?

—Extraordinariamente.

—Y si la misión requiera a alguien que me empujara por las escaleras para lograrlo... querrá a alguien que no dude cuando deba hacerlo.

Ayax se movió impaciente en su lugar, con una mirada despectiva hacia Annabeth.

¿Cuándo esos dos habían hablado siquiera?

Y entonces Ayax los recordó a ambos juntos saliendo del baño esa noche que él amenazó a Clarisse y más tarde, el día anterior en el captura la bandera como Annabeth se había vuelto visible justo al lado de Percy.

—¡La primera compañera de la misión será Annabeth Chase! —exclamó Quirón finalmente, aceptando las explicaciones de Percy—. Ahora, pasemos a los otros candidatos.

Ayax sintió cómo algo en su interior se removía con incomodidad.

Sabía que Percy no lo elegiría para la misión, pero escuchar que el segundo elegido era Grover Underwood no lo hizo más fácil para Ayax.

—Bueno bueno, al menos todo esto se terminó. —anunció el director, aplaudiendo un par de veces para que los campistas comiencen a retirarse del lugar.

Percy aún se había quedado hablando con Quirón acerca de algo y mientras Ayax veía como todo el resto de semidioses seleccionados comenzaban a irse, él no pudo evitar quedarse en su lugar mirando a Percy.

¿Y qué es Percy Jackson para tí? ¿Tú amorcito o tu enemigo?

Percy... Percy es...

¡Dilo!

Percy Jackson es mi enemigo, padre.

Ayax soltó un fuerte suspiro y finalmente decidió marcharse antes de que Percy voltee a verlo.

¿Qué ibas a hacer? ¿Demostrarle que estabas enojado por que no te eligió? ¡Él ni siquiera te conoce! gritó una voz burlona en el fondo de su mente, esta vez era más parecida a Dioniso.

Ayax invocó su daga una vez más ese día, comenzando a moverla entre sus manos para aliviar su inquietud mientras caminaba directo a la Casa Grande en busca de su próxima dosis Ambrosía y tal vez hasta podría convencerlos de obtener un poco de Néctar.

Al llegar, habló con uno de los sátiros y finalmente consiguió ambos, decidido a quedarse un largo tiempo en la enfermería para no tener que ver como Percy Jackson se iba.

—¡Bien! —gritó Ayax al aire, sabiendo que no habría nadie cerca para oirlo ya que el sátiro se había marchado—. Al menos ahora se irá y no lo tendré que ver nunca más. ¡Perfecto!

Sus palabras se escuchaban casi como lamentos, aún aunque Ayax quería sonar decidido, el odio que le prometió a su padre estaba tomándole tiempo.

Hacía tiempo que había guardado su arma para que el sátiro no se asuste y lo único que tenía para jugar con sus manos era un vaso de cristal en donde una vez hubo Néctar.

—Ni siquiera me importa haberlo encontrado aquí. ¡Nunca quise saber que existía en primer lugar!

Arrojó el vaso vacío contra una de las paredes, observando como se estrellaba y se rompia en pequeños pedazos de cristales.

Iba a seguir gritando, pero entonces logró escuchar pasos apurados por los pasillos, no se dirigían a la enfermería, es más, siguieron de largo hasta la habitación en donde Dioniso y Quirón jugaban a las cartas.

Ayax pretendía ignorarlos, pero de pronto escuchó la reconcible voz de Grover y decidió ir a espiar un poco, tal vez al menos podría escuchar por última vez la voz de Percy.

No es que le interese volver a escucharlo, por supuesto.

Caminó por los pasillos limpiándose la boca con el dorso de la mano solo por si acaso, ya que se había atorado con Ambrosía la última hora y se detuvo frente a la puerta entreabierta, ya que nadie en la habitación estaba prestándole atención.

—¡Es una decisión ya tomada! ¡No me mires así Peter! —Dioniso estaba señalando con su dedo índice a Percy.

¿Quién es Peter? se preguntó Ayax, recostandose en el marco y observando a todos los que se encontraban allí.

Dioniso, Grover, Quirón, Annabeth y Percy.

—Percy, yo creo que el señor D tiene razón, Ayax también debería venir con nosotros a la misión. —explicó Grover con voz suave.

Espera... ¿Qué?

—Por supuesto que tengo razón y niño, no es una negociación. Digo que irá con ustedes y entonces ¡irá con ustedes! —Dioniso levantó las manos arriba como pidiéndole ayuda a algún poder divino.

Ayax guardó silencio, evaluando específicamente la reacción de Percy, pero el rubio solo seguía en silencio.

¿Por qué Dioniso está haciendo esto?

¡Ni siquiera me preguntó si yo quería ir a la misión! Los gritos internos de Ayax no lo ayudaron demasiado, y el silencio de Percy tampoco lo hizo.

—Quirón dijo que yo necesitaba dos acompañantes. Que las misiones se hacen de tres. —replicó Percy, pero Ayax ya conocía ese tono de voz, estaba a punto de rendirse.

Ayax no estaba seguro de si le gustaba que Percy lo acepte o no.

—¡Pues esta se hará de cuatro! ¿Algo más? —Dioniso preguntó, todo despreocupado y aburrido mientras volvía a sentarse en su silla, a su lado, Quirón se encontraba mirando a Ayax en la puerta.

Oh, Quirón me había visto, mierda.

—Vamos Percy, podría ser algo bueno. —comenzó a decir Annabeth encogiéndose de hombros, todos en la sala incluidos Ayax fruncieron el ceño al escucharla decir eso, hasta que ella agregó—. Un hijo de Ares siempre puede ser útil como carnada.

Ayax se tensó y fulminó la espalda de Annabeth, Percy finalmente había soltado un suspiro y asintió.

¡Oh! ¿Ahora si quieres? Maldito.

Ayax se apartó de la puerta, caminando hasta la enfermería con rapidez a la espera de que esos tres salgan de la Casa Grande.

Esperó impaciente, invocando su daga cuando pasaron tres minutos y aún no escuchó movimiento.

Hasta que de pronto, dos pares de pasos y uno de pezuñas se movió por los pasillos.

—Vayan a buscar todo lo que les haga falta, yo iré a buscar a Warlock y nos encontraremos en la cima. —ordenó Annabeth de paso, Grover dijo algo más pero ya se encontraron a la distancia y Ayax no logró escucharlos.

Pero eso no era lo importante, lo importante ahora era...

Ayax salió de la enfermería, caminando una vez más hasta donde Dioniso había quedado, cuando entró se lo encontró sentado en su mismo lugar, hablando sobre algo frente a Quirón.

Clavó la daga sobre la mesa de madera y miró con ojos furiosos al director del campamento.

—¿Ya escuchaste las encantadoras noticias? —preguntó Dioniso a modo de saludo, Ayax rodó los ojos, mientras se decidía en sus próximas palabras.

—No puedo ir a la misión.—dijo Ayax, directo pero no le tomó unos segundos para negar con la cabeza y corregirse—. No voy a ir a la misión.

—Niño, ¿no era que tú también querías tu maldita misión? ¿¡qué esperan todos de mi aquí!? —se quejó Dioniso, Ayax intentó mantener la calma, ya que conocía al Dios lo suficiente como para saber que no debía meterse demasiado con él.

Pero Ayax estaba enojado.

Percy no lo había elegido.

Dioniso había tomado una decisión sin consultarle.

Y el maldito de su novio solo aceptó llevarlo a la misión cuando dijeron que lo usarían de carnada.

No, él no es tu novio aquí. Resonó en su propia mente pero eso no hizo nada por ayudarlo y siguió mirando con insistencia a Dioniso.

—Si sigo soñando con él, no iré. ¿Por qué les pediste que me lleven? ¡No lo entiendo! —volvió a levantar la voz casi si poder evitarlo.

—Adam, escucha. Tú querías una maldita misión, allí la tienes, ¿Librarme de ti de una vez? ¡Por favor y gracias! —Dioniso exclamó, con la sonrisa más encantadora, Ayax solo logró rodar los ojos.

—Oh, entonces ya lo sabes. —la voz de Annabeth se escuchó desde detrás de Ayax pero él no se detuvo a prestarle atención.

—No iré. —declaró Ayax una vez más, con la mirada fija en el director del campamento, ignorando a la hija de Atenea.

—Empaca tus cosas, Adam Wariló. —declaró Dioniso, haciendo un ademán para que Ayax se vaya.

—Eso ni siquiera se acerca. —Ayax se quejó, observando la daga que había clavado sobre la mesa de madera.

Recordó la herida en su rostro.

Y cómo su vida estaría en riesgo desde el momento en que acepte la misión.

Pero... ¿A quién iba a engañar? Desde el momento en que vió a Percy sabía que lo iba a acompañar hasta el maldito Tártaro antes de saber que efectivamente Percy debería ir a un lugar cercano.

Por él, moriría en el inframundo. Admitió Ayax, solo para si mismo.

Tomó la daga de la mesa y finalmente asintió en dirección al director D.

—Está bien, iré a empacar. —decidió Ayax, dándose la vuelta y pasando por al lado de Annabeth, ignorandola por completo y caminando directo a la enfermería.

Una vez estando allí, tomó un pequeño trozo de Ambrosía y lo metió en su bolsillo trasero mientras salía del lugar con un único camino en mente: La cabaña de Hermes.

Bueno, ciertamente Ayax no tenía demasiadas pertenencias que empacar y si ahora debería irse sin poder vengarse en su próximo captura la bandera... Se aseguraría de devolverle el golpe a Luke Castellan aún más fuerte de lo que él mismo recibió.

En su mano derecha, la daga se movía con agilidad pasando el mango por entre sus dedos en un ligero movimiento continúo, invocó una segunda daga para su izquierda mientras se preparaba a sí mismo para lo que estaba a punto de hacer.

No sabía si su padre estaría de acuerdo o no con él pero sinceramente en esos momentos poco le importaba.

En su mente un remolino de pensamientos y emociones, acerca de todo lo que había sucedido en tan poco tiempo.

Todo había cambiado, moviéndose tan rápido y Ayax aún no terminaba de acostumbrarse a todos esos cambios.

Apareció en el campamento su maldito novio de sus sueños, Ayax aún no encontraba la manera de asimilar eso correctamente.

Lo intentaba, a la par que intentaba separar sus sentimientos como si fueran dos personas distintas aún cuando sabía que solo se estaba mintiendo a si mismo, aún cuando estaba seguro de que ese Percy con el que él soñaba era exactamente el mismo al que ahora acompañaría a una misión claramente suicida.

Al llegar a la cabaña de Hermes entró como si fuera su propio espacio y buscó con la mirada a Luke, pero sin lograr encontrarlo por ningún lado.

Algunos hijos de Hermes lo miraron con precaución pero nadie se detuvo a exigirle que salga del lugar, y honestamente, Ayax lo prefería así, el único que debía salir lastimado ese día sería Luke y nadie más.

Tal vez fue porque llevaba dos armas en sus manos, o por su expresión peligrosa de no estoy esperando hacer amigos, pero sea lo que sea, los hijos de Hermes se quedaron en silencio mientras Ayax recorría el lugar.

—¿Estás buscando a alguien? —una voz preguntó detrás suyo, cuando Ayax volteó se encontró al escolta de Luke.

¿Rick? ¿Luis? ¿Chris? ¿Roberto? Ayax no recordaba su nombre, y honestamente no estaba interesado en hacerlo.

—A Castellan. —dijo Ayax, dándole una cuidadosa mirada despectiva al chico frente a él.

—No está aquí. Está con Percy en la cabaña de Poseidón, fue a llevarle un obsequio.

Oh.

¿Con Percy? Con... ¿mi Percy?

Si Ayax no estaba tan seguro de su venganza antes, aquello fue el incentivo que le hacía falta para decidirse.

Se marchó de la cabaña de Hermes, comenzando a caminar hacia la de Poseidón y encontrándose a Luke de camino, que estaba regresando a su propia cabaña.

—¡Oww! Qué bonito te quedó. —comentó Luke, pasando por su lado y tocandose su propia mejilla, Ayax sonrió, alzando las cejas y asintiendo a las palabras.

Segundos después, Ayax sostuvo sus dos dagas con una mano, liberando otra y logrando alcanzar el brazo de Luke.

Lo tomó con fuerza, apretando su agarre y arrastrándolo hasta detrás de una de las cabañas que estaba más cerca de ellos.

—¿Te vas a despedir de mí? —se burló Luke.

Y Ayax realmente no entendía como ese tipo tenía menos sentido de preservación, pero sinceramente, poco le importaba.

—En realidad sí. —admitió Ayax, arrojándolo contra la pared de la cabaña, observando con un poco de diversión como Luke no parecía asustado en lo absoluto.

—No puedes herirme Warlock, te castigarán. —Luke dijo, soltando una carcajada, ignorando que Ayax se había acercado un paso más cerca.

—Oh. ¿No lo sabías? —preguntó Ayax, una vez que estuvo frente a frente con Luke, quién era un par de centímetros más alto, a Ayax no le molestó levantar su cabeza para poder mirarlo a los ojos.

La expresión de Luke había cambiado por un segundo, mientras esperaba a que Ayax siga hablando.

—¿Nunca pudiste adivinar por qué iba siempre con el director del campamento? —siguió preguntando Ayax, moviendo ambas dagas entre sus manos con precisión, Luke ahora lo miraba con seriedad, su diversión abandonada—. Es decir, ¿nunca te hizo ruido que yo siempre fuí aconsejado por un Dios?

—¿Cómo...? —comenzó a preguntar Luke, Ayax sólo logró sonreír con picardía.

—Oh vamos, sabes mi historia. El castigo que me dieron y como Dioniso y Quirón tuvieron que hacerse cargo de mi cuándo mi padre decidió que no quería seguir criandome. —explicó Ayax, encogiéndose de hombros, una de sus manos moviéndose para pinchar suavemente el hombro de Luke con una de las dagas.

—¿Ares te crío desde que naciste...? —Luke sonaba indudablemente confundido, esta vez fue Ayax quién soltó una carcajada.

—Oh, entonces realmente no lo sabías. Pues verás Luke, desde que llegué a este campamento tuve más beneficios de los que jamás podrías haber imaginado. ¿Si ahora te lastimo? Lograré irme tan campante a la misión y Dioniso no podrá decir nada porqué... Él ya vió lo que me hiciste a mi en la cara.

La realización pasó rápidamente por los ojos de Luke Castellan, mientras lo miraba con sorpresa.

¿O tal vez te ablandaste ahora que el chico de tus sueños llegó al campamento?

Oh, ¿qué sucede Warlock? ¿Toqué un nervio?

Esta vez, Ayax no se congeló en su lugar y con un rápido movimiento movió su otra mano hasta el estómago de Luke, clavando con fuerza ambas dagas al mismo tiempo en la piel del castaño, perforandola ante la atenta mirada sorprendida y angustiada que el hijo de Hermes le dió.

Luke contuvo su propio grito y Ayax lo miró expectante, aún con ambas manos sobre el mango de las dagas clavadas en el hombro y el estómago del chico frente a él.

—¿Sabes? Dicen que la venganza suele ser divertida solo por un tiempo. —comentó Ayax, finalmente sacando ambas dagas con un firme movimiento, observando como Luke se deslizaba sobre la pared de la cabaña hasta caer al suelo—. Y tenían razón, ya medio que me aburrí.

Ayax se agachó para limpiar las dagas ensangrentadas sobre la ropa de Luke y cuando se encontraron lo suficientemente limpias, las hizo desaparecer con solo un movimiento.

Movió su mano al bolsillo trasero y le entregó a Luke el trozo de Ambrosía que había guardado en la enfermería. Tomó la muñeca de Luke y volteó su mano para colocar la comida de los Dioses sobre la palma de su mano.

—La próxima vez que pienses que es un buen plan humillarme... Recuerda este día. —Ayax le guiñó un ojo, alborotando el cabello de Luke todo ante su insistente y enojada mirada—. Estarás bien.

Y con eso, Ayax se fue del lugar.

No tenía intenciones de despedirse de ninguno de sus hermanos, mucho menos de Clarisse, pero sí que tenía a alguien a quién debería saludar antes de partir.

Si él no lo hacía, ella lograría encontrar la forma de salir en su busqueda solo para exigirle una merecida despedida.

Ayax se mordió el interior de su mejilla, pensando en lo que le había causado a Luke y si debería o no arrepentirse de ello, pero antes de que pueda comenzar a sentirse mal, sintió un pinchazo en su rostro que le recordó porqué lo hizo en primer lugar.

Caminó con paso relajado hasta la cabaña de Afrodita y al llegar, se encontró a Daisy parada en el marco de la puerta con los brazos cruzados, como si ya lo hubiera estado esperando.

—¡Ya estaba comenzando a molestarme! —dijo Daisy, extendiendo sus brazos esperando a que Ayax llegue hasta ella.

Él sonrió y la envolvió en un suave abrazo con sus manos sujetando con cuidado su cintura y sintiendo como ella lo rodeaba por los hombros.

—Escuché que irás con él... Y solo me gustaría que me prometas una cosa. —Daisy susurró contra su oído, Ayax acarició suavemente el cabello de su mejor amiga y asintió contra su hombro.

—¿Qué es?

—Si tienes la posibilidad de decirle la verdad a Percy y contarle cómo te sientes... Hazlo, ¿de acuerdo? —pidió la hija de Afrodita. Ayax dudó durante unos segundos, sin estar seguro de si podría cumplir eso—. No digo que se lo digas el primer día... Pero no descartes por completo la idea de decirle, no se ve como un mal chico, sé que él al menos intentará comportarse mejor contigo si lo descubre. Solo, piénsalo ¿de acuerdo? y si llega el día en que es necesario que le digas la verdad a Percy, piensa en este momento y en la promesa que me hiciste hoy, y dile la verdad.

—Está bien, lo haré. —prometió Ayax, esperando que ese momento en específico nunca llegue.

Al escuchar su respuesta, Daisy finalmente se separó de él, soltando sus hombros pero tomando en cambio su rostro con ambas manos.

Desde que se conocieron, esa sería la primera vez que ambos se separarían por tiempo indeterminado, y las lágrimas contenidas en el rostro de Daisy le aseguraban a Ayax que ambos iban a extrañarse.

—Te hablaré siempre que pueda, llevaré un par de dracmas y buscaré un arcoiris. —aseguró Ayax, sintiendo como su mejor amiga asentía con una suave sonrisa triste en su rostro.

Daisy delineó la herida en la mejilla de Ayax, y él no pudo hacer más que sonreírle, sus ojos brillando con la emoción y promesa de que la extrañaría, y ella lo aceptó, sabiendo que Ayax jamás había sido la clase de persona que diría palabrerías cursis en una despedida.

Aún así, ella preguntó—. ¿Me extrañarás?

Ayax sonrió, observando la mirada cariñosa de su mejor amiga y deseando que ella en realidad fuera su hermana y no la que a él tuvo que tocarle.

Tal vez, a Ayax también le habría gustado poder estar con ella, en algún universo en dónde él jamás se enamoró de un chico en sus sueños, tal vez en otra vida habían logrado tener una oportunidad juntos.

Un hijo de Ares y una hija de Afrodita, parecían completamente destinados, pero las miradas cariñosas que se dedicaron en su despedida no fue más que de algo mucho más simple, una conexión cálida e inigualable de dos almas gemelas que no estaban destinadas a amarse de manera romántica.

—Sí, te extrañaré. —admitió Ayax, observando como la sonrisa de Daisy se ampliaba aún más, acariciando con suavidad ambas mejillas antes de soltarlo.

—Y yo a tí, Yax. —ella le respondió, mirando algo por sobre el hombro de Ayax y alzando las cejas divertida—. Oh, parece que tenemos una audiencia.

Ayax miró por sobre su hombro, encontrándose a Percy y a Grover que miraron hacía otro lado al instante de que Ayax se volteó.

—Estarás bien con ellos. —aseguró Daisy divertida, Ayax ya había comenzado a arrepentirse nuevamente de haber aceptado lo que Dioniso le ordenó.

—Sí... Lo dudo. —murmuró Ayax, finalmente soltando la cintura de su mejor amiga a la par que ella soltaba su rostro—. Debería...

—Sí, vé. —Daisy asintió, dándolo media vuelta por los hombros y empujándolo hacía Percy y Grover.

Ayax no pudo evitar bufar una risa que se desvaneció tan pronto observó a Percy frente a él.

—¿Qué sucede, Jackson? —no pudo evitar quejarse Ayax, al ver al rubio mirándolo con atención.

—Si terminaste de despedirte de tu novia, ¿podríamos irnos? —se quejó Percy con el mismo tono impertinente que Ayax recordaba del rubio cada vez que se enfadaba.

Se aseguró de no corregir la equivocación de Percy y en cambio asintió levemente, observando como Grover le dedicó una mirada curiosa.

—Sí, ya podemos irnos.

¡MIREN, MIREN!

Llevo todo el día fangirleando con esto, AAAA SON DEMASIADO LINDOS.

Ahora sí, buenas buenasss

¿Les gustó esté capítulo? ¿Qué les pareció la relación de Daisy y Ayax en todo lo largo del fic hasta ahora? Yo personalmente, los amo.

¡Si les gustó el capítulo no se olviden de votar y comentar, LOS AMO! ♡⁠♡⁠

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