003. Cuando yo estoy de mal humor
Ayax vuelve a la cabaña de Ares perdido en sus pensamientos, sin haber llegado a ninguna conclusión importante en todo el camino del bosque hacia la cabaña.
Ayax sabe que debe dejar de preocuparse por Percy Jackson y todo lo que puede llegar a significar que finalmente haya aparecido en su vida después de haberlo estado soñando por años.
Ya tiene demasiado de qué preocuparse y no necesita perder el tiempo agonizando por algo que todavía no sabe si será o no bueno para él.
Su primera interacción no fue de las mejores que Ayax había tenido, pero no pudo preocuparle menos.
Solo necesitaba asegurarse de que todos sus hermanos se encuentren en la cabaña y él finalmente podría irse a dormir y soñar con el Percy Jackson que realmente tenía todas las intenciones de ver.
Desventajas de ser el consejero principal de la cabaña de Ares, debía asegurarse de que todos se encuentren allí por las noches.
Al entrar en la cabaña número cinco, revisó todas las camas para descubrir que justo tres se encontraban vacías.
Clarisse y sus súbditos.
—¡¿Dónde está Clarisse?! —gritó Ayax, sin prestar atención a las quejas y los reproches ya que había levantado a algunos que ya estaban durmiendo.
—Dijo algo de que iría a ver al chico nuevo... —murmuró adormilado una de sus hermanas.
Ayax soltó un bufido y se movió con cansancio por los pasillos de la cabaña, evaluando que debería hacer.
No es que realmente tenga intenciones de ir y proteger a Percy Jackson, sabía que su hermana lo odiaba y Ayax no tenía ninguna intención de ponerse en el medio.
Menos aún, Ayax sentía que si volvía a ver esos ojos azules brillantes como zafiros lo único que vería es al chico de sus sueños, del que Ayax está plenamente enamorado.
Aún así y aún aunque no está seguro de querer ir a ningún sitio, finalmente sale de la cabaña con pasos rápidos, deteniéndose justo en frente de los carteles que guiaban hacía varias direcciones distintas.
Se quedó quieto y en silencio, intentando escuchar si los gritos de su hermana conseguían oírse por algún lado y pronto lo escuchó, una fuerte explosión de agua directamente de los baños.
Entonces Percy tiene los mismos poderes que en mis sueños... ¿Qué más habrá en común? Se preguntó Ayax, comenzando a caminar lentamente hasta el lugar de dónde provino la explosión.
De allí salieron Clarisse y sus dos cachorros guardianes completamente empapados.
Ayax silbó a modo de burla, y los ojos alarmados de Clarisse se dirigieron directamente a él.
—Entonces... ¿Lograste sacarle la verdad a golpes o...? —Ayax se burló, escuchando el bufido que su hermana le dió, ella se acercó hasta él y lo miró con seriedad.
Clarisse era un par de centímetros más alta que Ayax, pero eso a él nunca lo había intimidado, aún aunque su hermana desearía que lo haga.
—¿Por qué parece que tú eres el único hijo de Ares que no odia a ese idiota? —preguntó Clarisse con sospecha, los dos hermanos detrás de ella lo miraron de igual forma.
Ayax no se dejó molestar, y se cruzó de brazos alzando las cejas y mirando de la manera más mordaz a su hermana.
—¿Estás acusandome de algo? —se quejó Ayax con impaciencia, Clarisse solo sonrió conforme.
—Solo digo... Padre te había pedido que mates al minotauro y él logro hacerlo antes que tú. Creería que el primero que estaría más enojado, serías tú. —Clarisse declaró, pinchando el pecho de Ayax con su dedo índice.
Ayax guardó silencio, porque sabía que en otra ocasión y con cualquier otro semidios habría hecho exactamente lo que su hermana estaba declarando, pero era Percy Jackson, era el chico de sus sueños y Ayax no había logrado que le importe en lo absoluto el hecho de la muerte del minotauro.
—Volverá a aparecer. —se quejó Ayax, rodando los ojos e intentando restarle importancia.
—Oh sí, lo hará. Pero si sigues estando del lado de ese idiota de allí. —Clarisse señaló al baño detrás de ella—. Podríamos comenzar a creer que el rubio de tus sueños, ese del que le hablaste a Quirón... Es exactamente el mismo idiota que mató al minotauro.
—No lo es. —la rapidez con la que Ayax respondió no hizo mucho por apaciguar las dudas de su hermana, quién siguió mirándolo con sospecha.
—No lo sé. ¿Estás seguro? Te ví como lo observababas en la herrería, hermanito. —Clarisse soltó una carcajada al ver como Ayax se había quedado congelado en su lugar.
Ante el ruido de la risa de Clarisse, Ayax invocó su hacha rápidamente logrando que su hermana guarde silencio al ver el brillo afilado del arma que Ayax sostenía en su mano derecha.
—Te recomiendo no decirle a nadie esas absurdas teorías, Clarisse. —sugirió Ayax, levantado el hacha sobre ellos y acercándolo al rostro de su hermana, dejando que la morena le de una buena mirada a lo afilada que su hacha se encontraba—. No querría tener que usar mis beneficios y convencer a padre de que te quite tu lanza.
Ante esa amenaza, Clarisse retrocedió un paso, mirándolo con asombro y furia combinada.
—No lo harías. —dijo ella.
—Oh, pero sí lo haría. —le respondió Ayax sonriendo, aún apuntandole con el arma a su hermana mientras ella seguía alejándose—. Pero aún así vamos, te reto a que vuelvas a desafiarme, es más te suplico que vuelvas a intentar culparme de algo.
Clarisse negó con la cabeza, tirando de las remeras de sus dos escoltas para comenzar a apartarse de Ayax, los tres aún con sus ropas completamente empapadas finalmente se fueron de la vista de Ayax.
Si bien su hermana no le había dado una respuesta, Ayax estaba seguro de que ella no volvería a dudar de sus acciones.
Pero Ayax debería tener cuidado, Clarisse tenía razón y Ayax no estaba comportándose como un hijo del Dios de la guerra al burlarse de sus hermanos en defensa de Percy Jackson.
Y aún a pesar de que Ayax le cueste aceptarlo, Clarisse también tenía razón al creer que Ayax estaba teniendo alguna clase de favoritismo con el rubio cuando en cualquier otra ocasión Ayax hubiera sido el primer hijo de Ares en reclamar a Percy Jackson como su enemigo.
—Woah, buena arma. —una voz dijo delante de él, cuando Ayax alzó la vista se encontró a Annabeth y a Percy comenzando a salir del baño.
Annabeth los ignoró por completo y siguió su camino hasta su propia cabaña y Percy comenzó a acercarse hasta Ayax, observando el hacha entre sus manos.
—Creí haberte dicho que te mantengas alejado de mí. —dijo Ayax, sin verdadera resistencia, extendiendo firmemente el hacha frente a él para que Percy pueda observarla.
—Y yo te oí. Pero preferí ignorar la advertencia. —respondió Percy encogiéndose de hombros y acercando una de sus manos hasta el filo del hacha.
—No. —dijo Ayax, al ver que Percy deslizó el dedo índice por el filo del arma. El rubio siseó, observando como su dedo comenzó a sangrar rápidamente—. Te advertí.
—Sí que está filosa. —murmuró Percy, llevándose su dedo a la boca para quitar la sangre.
Ayax frunció el ceño, creyendo que Percy iría a buscar un poco de agua para curarse, aunque tal vez eso podría ser solo una cosa que Ayax había soñado y no funcionaba para el Percy real.
—Está hecha de bronce celestial y acero templado, es capaz de matar tanto a mortales como a mounstros. —explicó Ayax levemente, haciendo un movimiento con su muñeca para hacer que el arma desaparezca en una fina niebla roja—. No como la tuya, que solo puede destruir monstruos.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó Percy, alejando su dedo de la boca y aún observando el lugar en dónde el hacha había estado—. No, espera. ¿Cómo hiciste eso?
Percy señaló al aire, allí en donde su arma había estado, Ayax sonrió al sentir un pequeño deja vu de cuándo él le había contado al chico de sus sueños como lograba hacer aparecer y desaparecer sus armas.
—Telumkinesis, la habilidad de manipular cualquier clase de armas. —dijo Ayax, sin poder evitar chequear a Percy de arriba a abajo, asegurándose de que lo que estaba sucediendo esta vez era verdad y no solo otro de sus sueños.
—Huh... ¿Eso significa que puedes hacerlas aparecer y desaparecer a todas o solo a tu hacha? —preguntó Percy, a modo de respuesta Ayax movió su mano e hizo aparecer la pequeña daga con la que suele jugar—. Oh, eso responde mi pregunta.
—Pero no solo hacerlas aparecer y desaparecer. También saber cómo usarlas aún cuando nunca las había probado antes. —explicó Ayax, suspirando y ocultando su risa divertida antes de entregarle la daga a Percy que seguía mirándola con curiosidad.
—¿Y si quiero yo también puedo hacer eso y que desaparezca? —Percy preguntó, moviendo su muñeca exactamente igual que Ayax y logrando que la daga caiga al suelo—. Uh, supongo que no.
—Aunque el arma haya aparecido gracias a esa habilidad no significa que cualquiera podrá hacerla desaparecer, solo yo y si así lo quiero.
—Para ser un acosador... Eres bastante intrigante. —comentó Percy, agachándose para levantar la daga y entregandosela a Ayax.
—No soy un acosador.
—Me estabas espiando en el bosque.
—No te estaba espiando, idiota.
—¡Y por qué me insultas! Íbamos bien. —se quejó Percy, frunciendo el ceño.
Entonces Ayax finalmente sintió que volvía a la realidad, aquella en donde su hermana acababa de acusarlo de ser demasiado amable con el chico nuevo y ahora Ayax haciendo exactamente eso: ser amable con el chico nuevo y dándole la razón a Clarisse.
Y Axay no se podía permitir darle la razón a Clarisse, no en este universo y no en los siguientes, así que se aseguró de hacer desaparecer el arma y le dió una última mirada a Percy antes de irse sin decir más.
—¡Oye! ¿Ya te vas? —preguntó Percy, aún confundido, Ayax se mordió el labio inferior para contenerse a responder algo y en cambio siguió su camino hasta su cabaña.
Esa noche volvió a soñar con el chico rubio de sonrisa enamorada y ojos adorables, pero por primera vez en su vida, Ayax no pudo disfrutar de su sueño.
No ahora que sabía que su chico rubio era Percy Jackson, el enemigo de su hermana y el que debería ser también su propio enemigo personal por haberle arrebatado aquello que Ayax tanto había estado esperando.
En el sueño, ambos estaban entrenando juntos una vez más mientras Rubio se burlaba de él por estar muy callado, en algún momento Ayax había detenido la pelea solo para acercarse y besar a Rubio.
Para asegurarse de que aún podía hacerlo.
Y así lo hizo, ambos todavía estaban sonrojados y sudorosos por la pelea, pero aún así aquello no pareció importarle a Percy ya que cuando Ayax chocó sus labios juntos, él le devolvió el beso con emoción.
Una mano subió por la espalda de Ayax, hasta que el de ojos celestes encontró agarre en su cabello, acariciando su pelo con suavidad y cariño.
Pero Ayax no sintió el beso real, no lo disfrutó de la manera en que antes solía hacerlo porque ahora el único pensamiento mientras lo besaba era que realmente eso no estaba sucediendo.
Sabía que Rubio no tenía problemas para aguantar la respiración durante los besos y en otra ocasión a Ayax le habría gustado ver cuánto duraban ambos en ello pero cuando Rubio tomó su rostro entre ambas manos Ayax no pudo hacer más que apartarse, soltandolo como si el toque le quemara.
No es real, es solo un sueño.
Y él siempre lo supo, pero por primera vez el saberlo fue una tortura y no un refrescante alivio.
Porque ahora allí afuera en la realidad había un Percy Jackson real al que Ayax necesitaba odiar y no podía porque ya lo amaba en sus sueños.
Ya no era solo Rubio, su chico, el precioso chico de ojos celestes, ahora era mucho más y Ayax no estaba listo para eso.
Se había alejado de Rubio, mientras escuchaba como él lo llamaba, confundido y suplicante, pero Ayax solo pudo gritar y gritar, cubriendo sus oídos y queriendo despertar.
Había cerrado sus ojos porque no podía soportar la imágen de su chico mirándolo de esa forma.
Después de lo que pareció una eternidad, finalmente Ayax logró despertarse.
Y una vez que lo hizo, Ayax estaba de un muy mal humor.
Sus hermanos parecieron notarlo ya que lo esquivaron rápidamente el ver que no tenía ninguna intención de fingir ser amigable ni con sus propios hermanos como Ayax solía hacer de vez en cuando.
No sabía que hora era, lo único que descubrió al salir de la cabaña es que era de día, pero no se encontraba de humor como para comenzar a ver la posición del sol para adivinar la hora, en cambio dirigió sus pasos apurados directamente a la Casa Grande.
Al llegar, no le tomó demasiado tiempo encontrar al director D, sentado en la misma silla de siempre, con la misma camisa hawaiana y sus ojos cubiertos por unos lentes de sol.
Ayax golpeó fuertemente la mesa con ambas manos, logrando sobresaltar al tipo que parecía estaba teniendo una siesta sentado.
—¿Qué carajos, niño? ¡¿No vez que estaba ocupado? —se quejó Dioniso frente a él, quitándose los lentes y arrojandolos sobre la mesa, soltando un fuerte suspiro, indignado por la interrupción—. ¿Qué sucedió?
—Debes llamar a Morfeo. —declaró Ayax, mirando firmemente al director que le devolvió la mirada más aburrida de su repertorio.
—Adam...
—Ayax. —corrigió el menor impaciente.
—Lo que sea. Escucha niño, Morfeo no puede ayudarte, ya lo habíamos hablado. No puede él, no puede Hypnos, nadie puede hacerlo.
—Pues lo hablaremos una vez más, porque ahora ya no es cuestión del misterio sino una necesidad. Yo necesito dejar de soñar con él. —dijo Ayax, golpeando una vez más la mesa con sus manos, en dónde estaba recargado observando a Dioniso, quién no pareció ni mínimamente inmutado por las reacciones del menor.
Estuvieron años teniendo este tipo de conversaciones, en algún punto, Ayax supuso que el Dios había logrado perfeccionar el como ignorar su enojo.
—Morfeo una vez ya fue castigado por Zeus por haber revelado secretos a los mortales, no se arriesgará de nuevo a otro castigo al ayudarte, esos sueños no se irán con la ayuda de Morfeo y punto. —explicó con aburrimiento Dioniso, usando su mejor voz monótona—. Y si tan solo piensas en Hypnos, olvídalo, no hará algo como desafiar a Zeus solo para que un niño semidios pueda vivir su buena vida.
Ayax rodó los ojos con impaciencia pero finalmente asintió, rindiendose ante la idea de conseguir algo de ese cretino.
—¡Bien! —gritó, empujando la mesa contra Dioniso pero este la detuvo antes de que choque contra él—. ¡Gracias por nada!
Y con pasos fuertes y apurados Ayax salió de la Casa Grande.
Completamente enojado con Dioniso.
Pero también, enojado consigo mismo.
Percy Jackson solo había estado en el campamento tres días y Ayax ya se estaba desquiciando.
Pero es el chico de mis sueños, si aparece de la nada un día en mi realidad debería tener todo el derecho a estar furioso. Se quejó para si mismo, chocando con un par de campistas pero restándole importancia a las quejas.
—¡Hey, ten más cuidado Warlock! —esa voz logró llamar la atención de Ayax, quién rápidamente se dió vuelta para enfrentarse a Luke Castellan.
Todo se estaba cayendo a pedazos en su mundo, ¿quién se creía este tipo para decirle que tenga cuidado?
Está bien, tal vez Ayax estaba exagerando. Pero desde antes de despertar nada estaba saliendo cómo él quería ese día.
Luke Castellan solo tuvo la mala suerte de cruzarse a Ayax de mal humor.
—¿Qué tal que no quiero? —gruñó Ayax, acercándose a Luke para empujarlo una vez más, pero esta vez con toda la intención.
—Entonces tendré que ponerte en tu lugar. —le respondió Luke en un tono bajo y amenzante.
Ayax soltó una carcajada, doblando su espalda hacía atrás mientras miraba con diversión al hijo de Hermes.
—¿Tú...? —comenzó a preguntar Ayax, invocando su hacha—. ¿...me pondrás a mí en mi lugar?
—Como lo oíste. —le respondió Luke, uno de sus hermanos de la cabaña de Hermes le entregó una espada rápidamente, y Ayax no pudo hacer más que alzar las cejas, aún divertido.
—Me gustaría creerte. ¿Pero cómo podría hacerlo si son solo palabras de un mentiroso? —comentó Ayax, una sonrisa maliciosa formándose en su rostro—. ¿Seguro ella te creyó cuando le dijiste que ibas a protegerla?
Las palabras se escaparon con falsa inocencia mientras Ayax desviaba su hacha para señalar el árbol a la distancia que todos sabían bien de quién se trataba.
A Luke no le tomó más de un segundo reaccionar, gritando él blandió su espalda contra el rostro de Ayax, pero este rápidamente logró atajarlo con el filo de su propia hacha, manipuló las emociones de Luke para que le tema a su rival y observó como no le tomó un par de segundos para trastabillar y retroceder.
—¿No me ibas a poner en mi lugar? —replicó Ayax, ladeando la cabeza hacía un lado y esquivando con facilidad el próximo ataque de Luke.
Cuando Ayax estuvo a punto de arrojar su hacha contra su rival, escuchó de fondo como las pezuñas de un centauro se acercaba hasta ellos y rápidamente hizo que su arma se desvanezca.
—Quirón. —llamó Ayax, dándose la vuelta para encontrarse con el centauro que recién estaba llegando.
Lo primero que el hombre observó fue como Luke estaba sosteniendo una espada mientras Ayax le sonreía con inocencia.
—Luke quería atacarme. ¿Creo que fue por qué no quería tener su postre? —comentó Ayax, volteando ver al castaño que lo miraba con una furia muy mal contenida.
—Luke... ¿Cómo puedes explicar esto? —pidió saber Quirón, moviéndose hasta donde Luke estaba dejando caer su propia espada al suelo.
—Warlock comenzó. Él tenía un arma también Quirón, lo juro. —lo señaló Luke con el dedo índice.
Quirón volteó a ver al hijo de Ares, quien se estaba observando sus propias manos con una curiosidad inocente, como si estuviera buscando el arma que Luke mencionó.
—Señorito Castellan... Acompañeme. —dijo Quirón con gravedad.
Ayax ocultó lo mejor que pudo su sonrisa hasta que finalmente Quirón disolvió el grupo de campistas que estaban observando los ataques de Luke hacía un indefenso Ayax.
—Eres un imbécil, he visto como lo provocaste. —dijo una voz a su espalda, Ayax volteó a ver para encontrarse con Annabeth, sosteniendo una gorra de béisbol.
—¿Buenos días para tí también? —bromeó Ayax, siguiendo su camino a la cabaña número cinco como había planeado desde el principio.
—¡Oye! —lo llamó la hija de Atenea, pero Ayax no pudo hacer más que ignorarla mientras siguió su camino.
¿Nadie entendía que Ayax no estaba de humor para ser molestado?
Pronto, como si el destino disfrutaba de verlo sufrir y se regocijaba de todo lo que iba en contra de Ayax, Percy Jackson apareció en su camino, como si lo hubiera estado buscando.
—Apartate, Jackson. —demandó Ayax, asegurándose de no mirar el rostro del chico frente a él, quién se cruzó de brazos y parecía no querer apartarse pronto.
—¿Por qué de repente me odias? ¿Por qué peleaste con Luke allí?
—Nunca te dí ningún indicio de que no te odiaba. —puntuó Ayax, sus ojos enfocados en el árbol detrás del hombro de Percy—. Y no es tu problema lo que suceda conmigo y Luke.
—No, no lo es. Pero aún así creí que me lo dirías. —Percy dijo, descruzandose de brazos y acercándose un paso más a Ayax quien no pudo evitar retroceder.
Ese chico, allí frente a él era el chico de sus sueños y Ayax ni siquiera se dignaba a mirarlo, porque no podía, sabía que la poca seguridad que aún tenía en si mismo se desvanecería al mirar esos ojos azules.
—¿Por qué creíste que yo haría algo así? —se quejó Ayax, intentando tener una daga en sus manos para distraer sus pensamientos de la incómoda situación en la que estaba.
Sentía su rostro sonrojarse ante la atenta mirada de Percy, y pronto observó una vez más el dibujo que el día anterior le había dejado a Jackson—. Porqué me dibujaste.
—Yo no lo hice.
—Luke dijo que sí.
Y con esa afirmación, Ayax se congeló en su lugar, mirando lentamente hacía arriba para encontrarse con esos ojos azules que tanto había estado intentando evitar, Percy lo miraba con una combinación entre enojo y curiosidad.
Ayax intentó alcanzar el dibujo, recordando como una vez Luke había querido ver que dibujaba siempre por las mañanas y nunca lo logró.
Hasta ahora.
Pero Percy fue más rápido y alejó el papel, volviendo a guardarlo en el bolsillo de sus pantalones.
—¿Por qué me dibujaste? ¿Ya nos habíamos visto antes? ¿Lo que me dijiste ayer era verdad? ¿Soy una amenaza para el campamento? —preguntó Percy, ladeando la cabeza y acercándose un paso más a Ayax.
—¡No! ¡Deja de molestarme, Jackson! —se quejó Ayax, intentando dar un paso para alejarse pero observando como Percy se ponía delante para cubrir su salida.
—Warlock, responde. Son preguntas fáciles, ¿cierto? —Percy le sonrió y esa pequeña sonrisa traviesa solo logró hacer que Ayax se enoje un poco más.
En serio, otra vez, ¿por qué todos debían molestarlo cuando claramente Ayax estaba de muy mal humor?
Antes de que Percy pueda intentar burlarse de él un segundo más, Ayax colocó ambas manos sobre el pecho del rubio y lo empujó lejos, haciéndolo caer sentado sobre la tierra.
—Te lo dije una vez y lo mantengo. ¡Aléjate de mí! —a la par de su grito, Ayax convocó su hacha y apuntó con ella a Percy—. Ya viste que tan filosa es, no fuerces mi mano Jackson.
Percy se quedó en el suelo sin decir una palabra y mirando todo con ojos grandes y de sorpresa, Ayax bufó, intentando reprimir las ansias que tenía por extender su mano y ayudarlo a ponerse de pie.
En cambio, dió media vuelta y decidió una vez más retomar su camino a la cabaña cinco.
Debía preparar a sus hermanos y juntar a su equipo, pronto comenzaría el juego de captura la bandera.
Si llegaron hasta aquí muchas gracias por leer ♡
¿Tienen ya alguna opinión formada de Ayax, qué les está pareciendo el bonito? ¡Los Leo!
No a los lectores fantasmas.
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Hasta el más mínimo detalle siempre cuenta a la hora de expresar cómo una historia te puede hacer sentir y yo adoro leerlos y saber que lo que escribo realmente les agrada♡
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