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5.1

A según contaban las historias sobre las "áridas" tierras que pisaba Illirya, el suelo Kaori era un miserable remancho de pobreza y crueldad.

Pero..para la sorpresa del joven rey de Illiryan, las vistas eran..poco menos que sorprendentes.

El vasto monte, alto y verde, con líneas de jungla viva y terrazas naturales se extendían aquí y halla. Con pasos cómodos para el y sus tropas.

En lo mas bajo, una tenue cortina neblinosa se evaporaba en el aire, y a lo lejos se escuchaba el ruido de los árboles siendo talados.

Illirya había decidido mostrarle a su gente el poderio militar de su reino, y el como el lograría lo que ningún otro líder había conseguido en incontables guerras por conquistar las tierras más antiguas y austeras del continente Nirrua.

Noticias interesantes sobre el derrocamiento del emperador de Kaori llegaron al joven rey,  y este, intrigado por lo que se cocía en las tierras salvajes de adoradores errantes, reunió toda la información posible.

Un nuevo campeón se había alzado de la nada, y conquisto las yermas tierras de los bandidos y bestias demoníacas para así, poco a poco, hacerse con el control de las masas oprimidas.

Un tal, "Rágan", había conseguido librarse de los ejércitos que se enviaron a por su cabeza, y organizo una guerrilla rapaz apoyada por los sacerdotes de la llama sagrada.

Los consorcios del emperador de Kaori se volvieron locos cuando de un día para otro, todas sus embarcaciones habían estallado en mil pedazos con un rastro vaporoso.

Lo cierto era que, en el estado en el que habían dejado a su pueblo, los altos mandos de Kaori no se esperaban un alzamiento asi.

Muchas veces antes, huestes extranjeras e invasoras habían tratado de abrirse camino por las antiguas tierras. Pues se decía que poderes ancestrales aguardaban aquí junto a riquezas inconmensurables.

Los invasores arrazaban con todo, evadiendo al ejército de Kaori para poco después perecer bajo las garras de las bestias demoníacas invocadas hace mucho por una guerra sin igual contra las fuerzas del mal, o desaparecer ávidos se riqueza hurtadas e inocentes masacrados.

Kaori era una tierra salvaje, con un cabecilla cruel como gobernante. Pero todo esto había cambiado bruscamente cuando el derricadpr llegó a la isla palacio del emperador, y le arrancó la cabeza de cuajo para hacerse con el poder.

Se decía que todo había cambiado desde entonces..que aquel campeón misterioso estaba moldeando los poderes ancestrales, y usaba los tesoros antiguos para su propio beneficio. A la espera de algo mayor.

El imperio de Kaori se veía sumido aun en la guerra interna, pues muchos comandantes lideraban a sus ejércitos en campañas por el poder de sus tierras, en un intento inútil por hacerle frente a aquel asesino.

Poco a poco, la resistencia contra Rágan fue disminuyendo, y todos los adeptos de su nueva orden salieron a relucir las dichas aue les traía. Una nueva Era de prosperidad..caótica, pero hermosa.

Las grandes familias fueron resquebrajadas, los ambiciosos comandantes destrozados, y nuevos regimientos bajo el mando de los oficiales de Rágan fueron lanzados para controlar Kaori.

Ante esta época de cambio y conflicto. Las tierras prometidas eran lo bastante vulnerables como para aumentar el número de codiciosos aventureros que se atrevieran a iniciar brutales incursiones para hacerse con las riquezas de estas desoladas tierras.

La guerra nunca paraba, ni para alguien como Illirya. Un joven rey de un antiguo reino.

El gobernante había sido criado como un guerrero, sin las comodidades de la corona, su padre haci lo habia forjado, y no hubo día en el que no se le hiciera saber que solo los merecedores de la grandeza, dejaban piel y sangre por aquello que querían.

Se tuvo que ganar cada pedazo de pan, cada fibra de harapos, y hasta que no detuvo a los insurrectos y conquisto sus rebeldes tierras. No se alzo como rey.

Ahora. Tras dejar a algunos de sus hombres de mayor confianza a cargo de su capital y sectores conquistados, podía disfrutar de una incursión en esas legendarias tierras.

Confiado en que no necesitaria un gran ejército, el rey Illirya viajaba acompañado por las huestes de mil soldados de Illiryan bien respaldados por las habilidades rápidas y certeras de una compañía de cien guerreros de la orden asesina de Illiryan.

Como grueso de su ejército. Diez almas ascendidas a los estertores gloriosos de los salones de guerra hiban encarnados en sus ultra guerreros nombrados como los guardianes de Illiryan.

El rey, en su joven mandato y esplendor novedoso, no temía a los peligros que se encontrara en estas tierras extrañas.

Su hogar lo aguardaba, y esta excursión serviría para aclararle la mente y que sus oficiales de mayor rango memorizaran los caminos para cuando organizara una invasión de verdaderos números pesados.

De nuevo..El sonido de la tala a lo lejos taladro como un pequeño zumbido los oídos ávidos del rey. Y con un gesto, mando a llamar a uno de los asesinos a su cargo.

Illirya tenía muy bien administrada a la hueste de conquista con la que viajaba. Sus fuerzas podrían no ser tan aterradoras a ojos de un ejército propio de aquellas tierras, sin embargo, el y los suyos representaban todo lo contrario. Su marcha era de temer. Divididos en diez cuadros no tan dispersos en una formación de colmena.

Marchando a ojo avizor. Los cuadros de guerra eran conformados por cien soldados de armadura regia, negra y con el coraje pintado en remanchos de tela roja y una cresta guerrera. Diez miembros de la orden de asesinos estaban bien dispersos dentro de esta formación, y servían como informantes de las órdenes de Illirya, llendo y viniendo para comprobar el estado de cada escuadron.
Vestidos con hábitos negros, ocultaban las corazas ligeras de placas blindadas, y sus rápidos movimientos apenas dejaban una estela rojiza de sus prendas ornamentadas.
Veloces y ágiles como fantasmas, su estilo de combate era un asalto sorpresa y una danza entre las apretadas escaramuzas que se ocasionasen.

Comandando a cada bloque independiente. Estaba un guardian de Illiryan. Guerreros que sobrepasaban los límites de la elite, y que fueron seleccionados por el propio rey al ver sus capacidades en el campo de combate. Cada uno había sido recompensado por sus duros esfuerzos e increíbles hazañas, con aquel ostentoso titulo, tierras y riquezas. Así como una armadura sin igual que realzaba su imponencia y llenaba de miedo a sus enemigos.
Uno solo de estos bastaba para comandar a cien soldados. No conocían el miedo, y eran machacadores de campeones.
Se movían con armaduras pesadas con tanta ligereza, que daba miedo el calcular su fuerza explosiva.

Todos a la orden de su señor. El joven rey Illirya. Cada bloque de guerra estaba lo suficientemente separado de los demás para no destacar mucho. Y su distancia permitía a los guerreros de la orden asesina llevar cada noticia y ordenes a la siguiente sección.

Illirya lo tenía todo bajo control. Confiado en que su pequeña incursión le proporcionase las vistas maravillosas de una tierra antigua..pero que pronto estaría a sus pies.

De momento..marcharian lentamente, escuchando el ruido lejano de los árboles siendo talados.

Poco a poco, el bullicio del trabajo llegó más claramente a sus oídos, y se posicionaron para el asalto.

Illirya quería atrapar a todos los Kaori que pudiese, y así interrogarlos para obtener mejor información sobre aquel imperio.

Tener indicaciones sobre el terreno y la ubicación de cada asentamiento seria muy útil. Reponer sus suministros a base de asaltar alguna aldea o destruir fortificaciones sería exitante y engrosaria su lista de victorias.

Así que, con el espíritu animado, ordenó que se acelerase el paso.

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