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3.2

El masticar de un hocico grotesco terminaba rápidamente con un pedazo de carne humana.

Un grupo de obesos hombres bestia jabalí, devoraban avidamente los restos de unos viajeros que tuvieron la tonta idea de atreverse a pasar por su territorio pensando que por no mostrarse hostiles con la tribu de los colmillos coléricos, podrían salir ilesos.

Tal cual por su mala suerte.
Los guerreros salvajes se encontraban en su mejor momento, y el ansia asesina los impulsaba a cazar con más frecuencia de la necesaria.

Limpiaron las aldeas cercanas a su tribu, arrasando con inocentes para llenar sus barrigas.

Los hombres bestia festejaban bebiendo la sangre de sus víctimas al mezclarla con licor, y se hacían capas con las pieles de los muertos.

El botín se lo repartían generosamente, con la idea de que ya habría tiempo para luchar entre ellos de manera codiciosa cuando toda Doi fuese suya. En esos momentos, la furia que fluía por sus venas era solo para los miembros del imperio humano.

El clan salvaje vitoreo la llegada de su líder.

Albor "Colmillo barbaro", el mayor sanguinario que hubiese podido reunir a la legion de miles y miles de bestialsz jabalíes.
No solo tenia el mayor tamaño para un adulto de su raza, si no, que portaba una gran fuerza voraz al devorar a todos los machos que trataran de retarlo por el poder, también, cargaba sobre su cuerpo una armadura de bronce qdornada con las pieles y huesos de los lideres de otros clanes salvajes, sostenia con orgullo salvaje un arma que el mismo habia hecho con el femur de un bestialsz mamut, los ligamentos fermentados de una colosal troll, y la hoja curva de una antigua arma de bronce proveniente de tiempos antiguos.

El imponente líder avanzaba entre sus tropas, mirando los grandes números que había podido reunir con un solo propósito.

Gran parte de las tribus individuales que alguna vez pertenecieron a ellos, desaparecieron durante las grandes guerras de exterminacion.

Ahora, solo quedaba ese grupo, al mando del más cruel y despiadado líder.

"Albor colmillo bárbaro ★5".

Su tamaño y porte destacaban por sobre los demás, sus hordas salvajes estaban ansiosas por ir hacia la próxima batalla, y, el los lideraria, esta vez, planeaba que las próximas presas que experimentarán la desesperación de ser masacrados por ellos, fueras los imperiales mismos.

¡Oh, cuanto odiaba a Doi!.

Los humanos arrogantes que se habían atrevido a reclamar las extensiones del territorio salvaje para si mismos.

Albor había visto los restos de antiguas tribus portadoras de tecnologías y conocimientos místicos, enterradas en las cuevas olvidadas e infectadas de monstruos.

Había descubierto muchos secretos, y, suya había sido la revelación sobre si destino..o lo que creía que podría ser su destino.

El gobernaria donde otros se habían extinguido.

Su raza se alzaria sobre la pila de cadáveres y conquistarian todo a su paso.

El gran bestialsz resoplo con fuerza, la influencia de la pisca de energía de aquella presencia aún se hallaba presente en su sistema.

Pero..era un fragmento aun muy débil como para poder afectar su mente del todo.

Albor sonrió de manera macabra, su arma hacia vibrar el aire mientras la hoja le susurraba enfundada en su espalda.
Hacia tiempo que esta había estado cambiandolo para que a él le fuese más fácil blandirla.

Mediante susurros, Albor se había estado inclinando poco a poco por los caminos antiguos de la oscuridad..cósmicos o ancestrales, a el guerrero jabalí le era desconocido el origen..solo podía sentir como sus articulaciones se sentían más pesadas, sus huesos chirriaban, y su sangre se hacia cada vez más espesa, con una peste que recordaba al óxido, y un color cada vez más gris.

No es que se estuviese pudriendo..su carne estaba más tonificada que ningún otro guerrero en su horda,
Se movía con ferocidad, los tendones de sus pantorrillas, aunque escocian como el infierno, le conferian una fuerza explosiva de movimiento sin igual.

La influencia del poder de los titanes para sus campeones era aterradora, pues aunque estos guerreros no lo supieran, estaban bajo una prueba, donde cientos como el en diferentes mundos, obtenían alguna pieza imbuida en la magia de esas entidades, y los transformaba poco a poco, moldeandolos hasta obtener el diseño adecuado.

Llegaría un punto en el que el orgulloso y cruel Albor dejaría sus costumbres por luchar con ferocidad con solo la fuerza de su cuerpo y el pelaje expuesto, y se recubriria con una armadura de bronce viviente..pues el, era uno de los escogidos por la escencia del Titan mecánicus.

Su sistema de carne, pronto cambiaría su biología, y poco a poco, con el pasar de los días, con el absorber la vida de sus presas, con el aumentar de su violencia, Albor colmillo bárbaro transmutaria hasta ser uno de los siervos de este titan.

Entonces, sería el líder de una causa mucho mayor a la que el podría comprender..pero.

Aun faltaba mucho para ello, y el salvaje jefe de guerra aún necesitaba pasar por un gran proceso en el que sus costumbres salvajes pasarán al olvido y la sabiduría y astucia se abrieran paso.

Un elegido de su calaña realmente era una ironía, los siervos del Titan mecánicus solían ser más..civilizados e instruidos.

Pero Albor encontró los restos de la civilización que adoraba al antiguo Titan.

Albor estudio toda su historia.

Albor descubrió como se habían extinguido.

Y Albor saqueo sus tesoros.

El jefe de guerra tribal, desconociendo lo grande que era el camino que estaba siguiendo, se contentaba con saber que era un conquistador, que a su mando tenia una fuerza considerable que retaba al imperio Doi, y que cada uno de sus guerreros estaba dispuesto a morir en las peores batallas encarnizadas solo con escuchar sus palabras llenas de orgullo bélico.

"Guerrero pezuña colerica ★2".

Salvajes criaturas con instintos feroces, su crecimiento acelerado les confería una tasa de recuperación ante sus masivas muertes, solo los más aptos llegaban a la adultez, no superaban el metro veinte de altos, pero su fuerza e impacto de carga era brutal, les gustaba hacer ruido, y sus aberrantes chillidos en masa aterraba a los guerreros enemigos más inexpertos.

Albor contaba con cincuenta mil de estos esbirros, jóvenes recién arrancados de las madrigueras y que durante los últimos meses habían estado madurando.

Desde que el derrumbe en la gran madriguera que alguna vez fue su base, el jefe de guerra supo que ya no habría más como ellos.

Se extinguirian en cuestión de años al no contar con las suficientes hembras, pero..planeaba reemplazarlas por esclavas de otras razas para así mantener sus números pronto.

"Panzudos curtidos ★3".

La elite de su horda, para tenerlos contentos, los dejaba devorar los restos de sus enemigos y hasta les asignaba una generosa ración extra.

Estas criaturas pecaban de gula, pero se decantaban también por una ira insana,
Casi ninguno hablaba, deficientes por un retraso cognitivo, no parecían tener un propósito de vida más que el de escarmentar a las tropas rivales.

No había día en el que alguno de estos no cometiera canibalismo,
Por ello, Albor estaba ansioso de chocar fuerzas con el grueso de su horda contra algún ejército de Doi.

Las raciones se estaban agotando..pero nunca faltaba algún poblado escondido por ahí.

Albor y las pezuñas coléricas..arrazarian con todo.

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