11.
Llevaban 6 horas de vuelo y la mitad del viaje había estado lleno de turbulencias. Rex era un excelente piloto, pero eso no impedía que el Quinjet se sacudiera como un perro con frío.
La pelirroja no dejaba de inquietarse por sus compañeros: el Capi parecía seguir molesto por la elección de su viejo amigo, casi como si al hacerlo le hubiera dado la espalda.
«No lo está perdiendo de nuevo, Capitán Rogers, ésta es solo su catarsis», le transmitió en un intento por relajarlo.
El caso de James y el de su hermana era de otra índole. El soldado no había dicho una palabra desde que salieran de Helvete; era claro que intentaba mantener la mente fría y centrarse en la misión, sin embargo, la mirada perdida y que tardara al menos un par de minutos en reaccionar si decías su nombre, no dejaba de ser preocupante.
Y Raven...
—¿Su hermana se encuentra bien? —Sam se sentó junto a Saori. Era el único que no parecía estar enloqueciendo.
Steve se acercó.
—Este viaje me está pareciendo una pésima idea. Debí avisar a Fury y dejar que ellos se encargaran.
—¿No escuchó cuando Revi le dijo que SHIELD también estaba comprometido, Capitán? No creo que eso hubiese sido muy inteligente de su parte.
—Si, ya sé... En cuanto al tema de su hermana...
—No se preocupe, cuando llegue el momento Raven peleará incluso mejor que un ejército. No ha perdido la cabeza... solo está... eufórica.
De la cabina llegaron las carcajadas de la otra chica. Había pasado casi todo el trayecto con el irlandés, riendo como tonta con cada uno de los chistes y referencias que este hacía. Sam señaló en esa dirección con un gesto.
—La Bestia está eufórica —repitió Saori— La cacería inminente tiene ese efecto sobre ellas.
—¿La bestia? ¿Qué...? —los dos Avengers estaban desconcertados.
—El demonio que hay dentro de ella —la voz de Bucky los hizo dar un respingo— La he visto liberarlo un par de veces. No es agradable.
Las luces de aterrizaje se encendieron junto con la señal que indicaba que debían abrocharse los cinturones. Comenzaron a descender. Cuando habían llegado a los 3000 pies de altura se abrió la compuerta y escucharon la voz de Rex.
—¡De acuerdo, Circo del Sol, prepárense para saltar a mi señal! ¡Y por favor, tengan cuidado con los paracaídas, no quiero otra chapuza como la del idiota de Deadpool y su banda de imbéciles!
Cuando todos estuvieron listos, Rogers tomó el mando de la misión.
—Sam, vas primero, quiero saber a qué nos enfrentamos. Intenten no caer demasiado lejos unos de otros y cúbranse las espaldas. ¿Listos? ¡Vamos!
Los demás habían saltado, pero el comentario del irlandés detuvo a Raven un segundo antes.
—Una última cosa, Crow. Tengo cierta información que podría interesarte. Te convendría sobrevivir —ella giró hacia la cabina, extrañada. Iba a preguntar de qué hablaba cuando Rex se adelantó al aclarar— Ya sabes, hablo sobre cierto mercenario tuerto que te debe algo. Una vez que esto acabe, llámame y yo personalmente te llevaré hasta él.
La sonrisa en el rostro de la chica no podría haber sido más feroz que en ese instante, tras la mención de Slade Wilson. Extendió los brazos al borde de la rampa y se dejó caer sin dejar de sonreír.
Falcon sobrevoló el complejo esquivando la andanada de balas que llegaban desde tierra. Desde las alturas vio a los otros aterrizar y comenzar el avance hacia terreno seguro.
—Cap, adiós al factor sorpresa. Hay más de una docena de ellos custodiando el portón de entrada y otros tantos intentando rodear su posición. ¡Salgan de ahí!
—Buck, cúbreme —Steve salió de detrás de las rocas donde se habían ocultado para cargar contra los que se acercaban.
Derribó a varios en la embestida, golpeó a otro en la mandíbula con el escudo, desarmó a un tercero. Disparos a su derecha, cuatro hombres más cayeron. Su compañero no perdía el toque.
Bucky y Saori también iniciaron el avance. Él abatiendo a todo el que se pusiera en su campo de visión, ella cubriéndolo con la barrera de energía.
Sam se lanzó en picada sobre otros que corrían hacia la batalla. Se volvió, vio al hombre en el montículo de nieve apuntando a la cabeza del Cap y acto seguido solo quedaba una mancha inmensa de sangre. Sorprendido, advirtió que Raven y dos monstruos enormes con forma de perro cargaban sobre los que custodiaban las puertas.
«Esa chica está demente.»
Seguían moviéndose, esquivando, golpeando. La pelirroja se colocó entre ambos hombres: el Soldado no erraba ningún disparo, el Capitán Rogers prefería dejarlos inconscientes. Creó una campo de energía y la usó contra los que se acercaban, lanzándoles lo más lejos posible.
Raven se dejaba llevar por la ira, la Bestia estaba desatada: cortaba y desmembraba. En ese momento apenas notaba los proyectiles que la impactaban o los gritos de sus víctimas. Sangre. Sangre era todo lo que veía y en todo lo que pensaba.
Falcon luchaba junto a ella. Intentaba cubrirla, evitar que continuaran hiriéndola, sin embargo, dudaba que la chica hubiera notado su presencia. Ahora entendía a qué se había referido el compañero de Steve cuando dijo que no era agradable ver la transformación.
Los otros se les unieron en el portón. La pelirroja se acercó a uno de los moribundos, acunó la cabeza del hombre entre sus manos mientras susurraba. Rebuscó en su mente hasta dar con la clave de acceso y le cerró los ojos con la yema de los dedos.
—Incluso ellos tienen derecho a descansar en paz —murmuró ante la muda pregunta en los ojos del Capitán. Este asintió.
Saori tecleó los números en la consola, las puertas se abrieron lentamente. Bucky y la mercenaria se pusieron al frente del grupo, cruzaron una mirada y comenzaron el avance.
—Me sorprende que hayan llegado tan lejos, Capitán América, Sargento Barnes —todos se tensaron al escuchar la voz. Levantaron la vista y ahí estaba su interlocutor, sobre una plataforma. Llevaba un dispositivo protésico en el brazo derecho- Fin del camino héroes.
El rayo sónico los tomó por sorpresa, lanzándolos en distintas direcciones, aturdiéndolos. Los soldados los rodearon. Steve intentó ponerse en pie y uno de ellos lo golpeó en la sien con el arma.
—Me gustaría tener el placer de encargarme de ustedes, pero mi socio parece tener planes más importantes. Sobre todo para usted, sargento Barnes.
Bucky se encolerizó e hizo un esfuerzo por incorporarse, la pelirroja lo sujetó del brazo, obligándolo a permanecer en el suelo. Ella y su hermana cruzaron una mirada.
*TAK*
Un murmullo de Raven y los hellhounds salieron de las sombras, atacando a los soldados, despedazándolos. Saori aprovechó la oportunidad para crear una barrera de energía que los protegió del siguiente ataque sónico.
Más comandos. Otra vez la mercenaria y James fueron a por ellos, mientras la psíquica se esforzaba por contener a Klaw.
Bucky lanzó el arma descargada contra uno de los soldados. Golpeó a otro, le hizo una llave arrebatándole la pistola y disparó contra el que apuntaba a Raven.
—Cubre tu espalda.
—¿Dónde está la diversión en llevar una de esas? —señaló la 9mm.
—Quizás en el hecho de que no puedan disparar primero —abatió a otros dos y cambió el arma por una MP7— Quédate...
Ella se movió como en un vals: pasó una mano sobre el cuello del soldado, giró sobre sí misma hasta quedar espalda contra espalda y de un sablazo abrió la garganta a dos atacantes. Se volvió, apartó la máscara, lo besó y siguió adelante. Barnes no pudo evitar sonreír.
«No es la batalla, ella siempre ha estado loca.»
Sam cubría a Saori mientras esta encerraba a Klaw en una esfera de energía. Steve lo derribó, forcejearon hasta que logró romper el dispositivo en su muñeca con un golpe del escudo.
—Un poco tarde, Capitán América —desde un altavoz comenzaron crepitar palabras en ruso.
—Anhelo —Bucky se congeló al escucharla. Parpadeó varias veces intentando alejar la sensación que le embargó— Oxidado —la respiración comenzó a acelerársele.
—El Barón Zemo los está despertando, Capitán y controlando a su amigo. Acepte que... —Rogers golpeó a Klaw antes de que siguiera hablando.
Los cuatro rodearon a Bucky. Él los miraba con desesperación. Cada palabra era como un cuchillo ardiente en su cerebro.
—Diecisiete... Amanecer... —gritaba y perdía el control.
Saori trató de acercársele, la apartó de un manotazo. Falcon y Steve intentaron sujetarle, se los quitó de encima a golpes. Era como un perro rabioso y enloquecido.
—Horno —otra palabra. La visibilidad le fallaba, apretaba los puños tratando de controlarse.
—Capitán, usted y Sam busquen de dónde proviene la voz. ¡Haga lo que sea para pararle antes de que despierte también a los otros! —la pelirroja hizo un esfuerzo por contener al soldado en uno de los campos de energía, pero cada palabra lo enloquecía más, aumentando su fuerza.
Steve dudó unos segundos, el otro tiraba de él, apremiándole. Corrieron en pos de la voz que se escuchaba unos pisos más abajo.
Raven dejó la espada a un lado. Se acercó a Bucky, las manos en alto.
—No me obligues a lastimarte, forastero.
Apenas la reconocía. Su mente ardía, se retorcía con el cúmulo de imágenes que la cruzaban. Saltó sobre la chica tomándola del cuello con el brazo de metal, ella pateaba tratando de zafarse. Murmuró dos palabras. Saori dio un grito de horror. El hellhound lo tiró al suelo, colocándole ambas patas sobre el pecho, los enormes dientes a unos centímetros de su cara y ni así dejaba de luchar.
—¡Ve con ellos! Voy a intentar entrar en su mente para calmarle.
Rogers y Sam encontraron a Zemo en una cámara rodeada por contenedores de criogenización, en cinco de ellos había personas que se retorcían mientras despertaban de un sueño de casi 50 años. El hombre sostenía un cuaderno rojo con una estrella en la cubierta. El Capi le lanzó el escudo, haciendo que soltara el libro en un esfuerzo por esquivarlo.
Steve fue a por Zemo, se escuchó una detonación y el Cap cayó de rodillas, el otro le había disparado en el estómago. Apuntó a Falcon antes que lograra sacar una de sus armas.
—El libro, ¡démelo!
Concentrado en encañonar a los Avengers, Zemo no vio llegar a Raven, que cargó contra él con toda su furia, tirándolo al suelo. Rodaron, el hombre logró zafarse, la apartó, sacó una segunda arma y disparó.
Bucky y Saori llegaron en el momento que una de las balas atravesaba el costado derecho de Rave hasta el pulmón. Vieron cómo uno de los hellhounds detenía el segundo proyectil y el otro saltaba sobre el hombre en el suelo, arrancándole el brazo donde sostenía la pistola.
La imagen de Steve y la chica heridos fue demasiado para el soldado. Se lanzó sobre su enemigo, haciendo llover los golpes. Había sangre por todas partes y no creía poder controlarse.
—¡BUCKY, BASTA! ¡DETENTE, VAS A MATARLE! —escuchaba a su amigo gritar mientras intentaba apartarlo del cuerpo desmadejado, pero la furia era más poderosa.
Rogers tiró con todas sus fuerzas hasta hacerlo a un lado, entonces escucharon la risa de Zemo.
—Eso es, soldado... déjalo salir... —jadeaba. Volteó la cabeza a un lado y escupió sangre— Eso es lo que eres... ¿Sabes por qué todos creyeron que habías atacado esa embajada y asesinado a todas las personas? —hizo un esfuerzo hasta sentarse, cubriendo la carne desgarrada del brazo— Porque... te temen. Porque siempre... siempre serás en lo que te convertimos: un asesino... Una máquina de matar al servicio de HYDRA.
Al decirlo reía. Reía como un desquiciado y el charco de sangre bajo él crecía.
Barnes apretaba los puños en un nuevo esfuerzo desesperado por calmarse. Los deseos de continuar golpeando a aquel hombre le nublaban la mente. Quería machacarle hasta que dejara de hablar, hasta dejar de escucharle reír. Dio un paso al frente y en esta ocasión fue Raven quien se interpuso.
—James. NO —parpadeó confundido, ese nombre. SU NOMBRE— Escúchame, James Barnes, tendrás que vivir con todo lo que ha sucedido porque es parte de tu historia, pero no eres un asesino. No eres lo que ellos te hicieron. Eres un buen hombre —ella sonrió al decirlo, tocando el brazo de metal— Esto no hace quien eres, eso es algo que solo decides tú. No necesitas una muerte más dando vueltas en tu conciencia. Déjalo estar...
Zemo soltó otra carcajada.
—Conmovedor... Tan conmovedor. Vamos, Capitán Rogers, arrésteme. Lléveme a una prisión de SHIELD. No servirá de nada. HYDRA está viva, si corta una cabeza, dos más ocuparán su lugar. Todo en lo que cree ha sido corrompido. Me sacarán y la historia iniciará de nuevo.
Raven se dio vuelta hasta verlo a los ojos, también reía. Sus carcajadas se sumaron a las del hombre en el suelo, haciendo que sus compañeros la contemplaran preocupados. De pronto su expresión cambió, se tornó pura seriedad.
El soldado fue el único que notó el destello de fuego en los ojos de ella cuando habló, comprendiendo lo que se proponía hacer.
—Es curioso, pero yo nunca dije que fuésemos a enviarle a prisión —el hombre paseó la mirada entre los presentes. Ahora parecía asustado.
Saori y Steve descifraron las intenciones de la chica demasiado tarde. La sombra salió de la nada, un pozo de dientes con ojos que reflejaban el infierno. Intentaron pararla y todo acabó en segundos.
*TAK*
Solo un murmullo, como antes. Zemo dio un único alarido al ver cómo el hellhound se le echaba encima.
》》》
Los Quinjets aterrizaron en medio del páramo nevado, ahora cubierto de cuerpos y sangre. Frente al antiguo búnker de HYDRA los esperaban cinco personas: Sam sostenía a Rogers que se presionaba el balazo en el estómago, intentando contener la hemorragia. Saori estaba junto a ellos y James cargaba el cuerpo desmadejado de Raven; se había negado todo el tiempo a que la llevara en brazos hasta que, al llegar al portón principal, las heridas que tenía habían pasado factura, haciendo que se desplomara.
Todos parecían conmocionados.
Nick Fury bajó de una de las naves, dando órdenes a sus soldados. Unos entraron al complejo y comenzaron a colocar las bombas que borrarían la existencia del lugar y la de los otros Winter Soldiers encerrados allí de por vida. Los demás ayudaron al grupo a subir a uno de los jet y prepararse para el viaje de regreso.
Antes del despegue, Bucky dio una última mirada al sitio donde lo habían retenido por tantos años. Donde lo habían torturado e intentado arrebatar su humanidad. Abrazó el cuerpo inconsciente de Rave y cerró los ojos.
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