6. Wings.
Hi~ Okey, este es oficialmente el último capítulo de transición antes de que inicie con los puntos fuertes del drama, es super meh y ligero para entender las relaciones de Eiji (sobre todo Ash y Yue), así que lean bien relax. Pero ya mañana nos ponenos las pilas para una semana bien intensa que está trama oficialmente me tiene hypeada porque me siento en el pick del logro. Mil gracias a todas las personitas que apoyan este perfil y sus historias.
Los amo.
—Ash. —La voz de Eiji escapa en una bruma plateada, se encuentran tirados lado a lado encima bajo el cielo estrellado en el patio de la prisión—. Te mataré si te enfrentas a Yue. —Una sonrisa victoriosa no se hace de esperar entre los mofletes del lince de Nueva York, si bien, está lo bastante lejos como para no rozarse desde aquí puede contar cada racimo de pestaña de nieve contra el beso de la luna.
—No podemos terminar lo que comenzamos en el bar si me matas.
—Entonces te mataré y te volveré a revivir por idiota. —Su cuerpo se hunde entre los tallos verdosos y es reconfortante—. ¿Cómo se te ocurrió desafiar a Yue? Conoces su reputación.
—Él fue quién me desafió. —Intenta defenderse—. En teoría fue Yut-Lung quién deseó venir por mí.
—Y tú fuiste lo suficientemente tonto para seguirle el juego.
—¿Acaso estás preocupado por mí, onii-chan? —Aunque le lanza la pregunta con un tono burlón, el sumiso sabe que una parte de la interrogante es en serio.
—Sí. —Así que lo admite y ya, a pesar de ser un terrible mentiroso por naturaleza dicho defecto luce intensificado un millón de veces más con Aslan—. Estoy preocupado de que algo te pueda pasar.
—Eso es lindo. —Suspira con galantería—. Tú eres lindo. —No va a funcionar, el estado apocalíptico del japonés ha escalado demasiado alto para que consiga pensar con claridad. Todo lo que pasa bajo su mente es muerte, muerte y más tragedias, sabe que Yue es de temer y jamás lo ha subestimado.
—¿Sabes que no es lindo? Enfrentarse a media prisión sin la ventaja adecuada, Yue tiene comiendo de su palma a la mayoría de los dominantes y puede pedirle a cualquiera de ellos que lo represente en el combate, ¿tú a quién se lo pedirás?
—A mí mismo, obviamente.
—¡Ash!
—¿Qué? Es evidente que no dejaré que alguien más me represente.
—Sabía que me darías una respuesta completamente irracional.
—Dijo el que saltó con un tubo oxidado un muro electrificado. —Se desea reír pero termina bufando.
—No es lo mismo.
—Lo sé.
Hay mucha frustración burbujeando en el corazón de Eiji y francamente no sabe cómo lidiar con ese torbellino, apenas se las han arreglado para salir con vida e incluso en un lugar "protegido" como se supone que la cárcel es está hiperalerta ante los constantes peligros sea por su jefe o los demás reos porque teme que un día encuentre a Ash muerto en su celda. De nuevo, ¿qué le importa lo que pase con un total desconocido? Pero esa es la cuestión, Ash no es más un desconocido y Eiji lo quiere aun si sabe un par de cosas del aludido. Es una ambivalencia aterradora esta amistad.
—No quiero que mañana me avisen que has muerto por meterte dónde no debías, he pasado mucho intentando meter a Shorter dentro, ¿no? —Por un lado, aparece la intensa necesidad de reclamar a Aslan frente a los demás para dejar en claro que se halla sobre su protección.
—Tienes razón. —Por otro lado es consciente de que no tiene oportunidad de ganar contra personas nacidas en este mundo de violencia así que no le queda más que confiar en Ash—. ¿Cuándo llegará?
—Si termino de insertar la información hoy, probablemente a final de semana.
—Eres más hábil de lo que pareces. —Sus mejillas se calientan por el elogio, el corazón le salta hacia la boca y sus manos pesan sobre su chaqueta de policía. Nunca me devolvió el gorro, entonces piensa y no se lo quiere pedir, no todavía, necesita creer que habrá una siguiente oportunidad para que se lo regrese—. No pongas esa cara de preocupación, por favor. —Le suplica, dándose vueltas.
—Entonces no hagas que me preocupe. —Eiji corresponde la posición, quedando frente a frente, el pasto se siente gélido, aún está húmedo pero es de los únicos puntos ciegos en la cárcel, el espacio mental que usa este hombre es cada vez más y más grande, ¿cuándo se conformará?
—Eiji. —Pero entonces lo llama con una voz tan dulce y baja que el moreno debe contener el aliento, la palma del más joven se extiende hasta acariciar su mejilla y quema—. Estoy acostumbrado a tener que arreglármelas de esa manera, no conozco nada más.
—Eso no significa que no puedas conocer nada más. —Aslan ríe, probablemente la respuesta resultó ingenuamente encantadora y eso hace que su corazón se apriete—. Creo que puedes conocer más.
—Con mi dueño es difícil. —Su mirada salta hacia el collar de oro negro, si bien sabe que un peligroso jefe de mafia ha reclamado a Ash como su propiedad, Eiji no tiene miedo—. Tengo que matarlo.
—Para poderlo matar tienes que salir vivo de este combate.
—Realmente estás asustado ¿no?
—¡Es que conozco a Yue! —Gimotea—. Y sé de lo que es capaz con tal de mantener el estatus. —La mirada del moreno se entrecierra, está listo para sumergirse en un océano de memorias, pero la luz de luna baña la piel de Aslan para que parezca de porcelana, los focos alrededor titilan, confiriéndole una chispa etérea a esos ojos esmeraldas—. No bajes la guardia con él.
—Te escuchas cercano a él.
—Lo somos.
—Y aun así... —Ash tararea, su mano sigue sobre el moflete de Eiji y aunque deteste verlo atrapado en estas circunstancias el uniforme de reo le sienta de maravilla, pero vamos, no se imagina al lince mirándose desastroso en ningún aspecto, es objetivamente guapo y lo atrae como la polilla volando hacia su propia perdición—. Aun así me estás advirtiendo a mí, no a él. Debes quererme mucho.
—Sí, bueno. —Se ruboriza sutilmente—. Me escapo todas las noches para verte ¿no es así?
—¿Acaso no tiene permiso para estar acá, oficial Okumura? —Se burla socarronamente.
—¿Y tú? ¿Tienes permiso para estar fuera de tu celda? —Sino hubiera contemplado ese ingenio por sí mismo le habría sorprendido que lograra salir en primer lugar.
—Max me debe una. —Resopla—. Él me cubrirá.
—¿Por qué?
—Lo escucho hablar sobre su novio mierdoso y bla, bla, bla. —Una mueca de asco deforma su boca, es un niño y eso le roba una sonrisa, a veces olvida que es dos años más joven.
—Lo he conocido, creo que te podría agradar. —Lo recuerda de los fines de semana de visita, Griffin es un hombre agradable de carácter manso y mirada estrellada, tiene cierto parecido a Ash.
—Nadie que sea tan tonto para elegir a Max por voluntad propia puede agradarme.
—Dices eso pero sé que lo terminarás amando igual que a Max.
—¡No amo a ese vejete! —Gruñe engrifado y Bones tiene razón, es todo un gato—. Nos toleramos.
—Ajá.
—¡Eiji! —Entonces chilla, ama oírlo chillar—. Deberías motivarme antes de luchar, no fastidiarme.
—Puedo hacer ambas.
—Pues no te veo animándome.
—¿Qué? ¿Acaso quieres ser mimado? —Le pregunta en broma.
—Sí. —No espera una respuesta tan seria—. Quiero ser mimado por ti.
Entonces recuerda que Ash sigue siendo un sumiso y que parte fundamental de la naturaleza es esa, aunque suele suceder con el dominante luego de una sesión de castigos placenteros para aplacar el estrés de los sumisos es importante que lo hagan sentir seguro y feliz o se puede entrar en un estado doloroso de trance con el que Eiji se encuentra demasiado familiarizado. Oh, sí, ha sido víctima tanto de la mirada penetrante (cuando el dominante obliga al sumiso a arrodillarse y someterse sin decirle palabra alguna), de los comandos de voz (los más comunes, órdenes que funcionan como hechizos), del castigo y de los malos viajes a causa de la falta de cuidado. Nunca en pareja. Nunca consensuado. Las personas se aprovechan y fetichizan su subgénero e incluso ha intentado tomar supresores entre estados de frenesí y descontrol para resistirse a las órdenes pero no funcionan. Su cuerpo pide más.
Su cuerpo quiere un dominante, lo necesita. Ja.
Al parecer, lo único que podría salvar a Eiji es ser marcado aceptando la gargantilla que el dominante quiera darle. Se cuestiona cómo habrá sido para Ash aceptar el collar de Dino y de repente le entran unas terribles ganas de llorar. No lo hace.
—Ven acá. —En su lugar se sienta para apoyarse contra la roñosa mesa de madera y ofrecerle a Ash su regazo como almohada, sus pupilas verdes brillan con la invitación, más, no duda en aceptarla.
—Odio el aftercare. —Usa el nombre formal de la dinámica mientras los dedos de Eiji se pasean por sus cabellos dorados una y otra vez e intenta disimular sus nervios al sentir el cálido aliento de Aslan contra su vientre, el uniforme es muy grueso, no debería ser tan consciente de un amigo—. Aunque nunca nadie intentó dármelo antes.
—¿Qué? —Palidece—. Pero eso es tan estresante.
—No sé. —Ash empieza a trazar figuras al azar sobre las piernas de Eiji—. Nunca he sentido que esté encajando con los estándares de los sumisos, no me gusta el dolor.
—Ash, a mí tampoco me gusta el dolor. —El moreno frunce el ceño para poner en orden sus palabras y ya tiene suficientes dificultades por la brecha de idioma, no necesita que sus ojos de jade se claven fijamente en su rostro y menos cuando es un desastre—. Se supone que es placentero con tu pareja, además debe ser consensuado por ambas partes, esa es la gracia y así debería ser nada más, aunque existen sumisos que son más receptivos a los comandos incluso si toman supresores y los manipulan contra su voluntad para que obedezcan.
—Dino usaba drogas para aflojarlos.
—Hay algunos que ni eso necesitan. —Eiji odia ser un sumiso tan susceptible a los comandos, aprecia que una pareja lo protegería de esto, que debería conseguir un dominante—. Y puede ser doloroso.
—Eiji. —Pero no puede porque es malditamente romántico y sigue soñando con enamorarse.
—A veces me gustaría ser un dominante. —Entonces permite que salga el pensamiento, Ash se alza de su regazo para mirarlo y le aterra la ferocidad de su propio pulso en esta cercanía, ahora se están tocando hombro con hombro y sus caras están tan cerca que saborean el aliento ajeno.
—¿Lo dices en serio?
—No sé, a veces creo que sería más fácil. —Todo está oscuro además de los postes de luz, nadie los verá ni siquiera por las cámaras, Okumura ha sido meticuloso para encontrar un punto ciego.
—A mí me gustaría ser un dominante también. —Eso lo toma por sorpresa ya que bueno, Ash parece tan cómodo en su propia piel, desprende seguridad de la que el japonés solo puede imaginarse.
—¿Por qué?
—Porque así no necesitaría esto. —Bufa, tirando con rabia de la gargantilla—. Y así podría regalarte una a ti.
—¿Eh? —Las mejillas del moreno son fuego.
—Sí. —No tiene sentido.
—¿Por qué querrías darme un collar?
—Porque sufres mucho sin un dominante ¿cierto? —Y claro que Ash Lynx se dio cuenta, tiene un IQ superior al promedio después de todo y Eiji es más transparente de lo usual ante él, creyó que sería raro volverse a encontrar luego del incidente del bar, estaba preparado para el odio e incluso el asco de esos ojitos verdes y grande fue su sorpresa cuando eso jamás pasó, al contrario se hicieron mucho más cercanos—. Me gustaría poder ser eso para ti, deben faltarte los pretendientes.
—¡Oye! —Y el hijo de puta se ríe—. Para tu información no me faltan los pretendientes. —De pronto su carcajada cesa abruptamente y se mira serio.
—Lo dices por ese otro policía. —Escupe.
—¿Sing?
—Sí, ese que odia vernos juntos. —Y otra vez está frente a la dualidad Lynx: de conversaciones sobre posibles asesinatos han pasado a pucheros berrinchudos, Eiji no termina de acostumbrarse pero hay una fascinación genuina por ambos lados, sus manos se entrelazan por accidente sobre hierba muy suave y húmeda—. ¿Él es tu pareja o algo así? Luce posesivo contigo, casi como si llevaras su collar.
—Sing me ha ofrecido un collar. —Recuerda con melancolía—. Le preocupaba verme mal y ya sabes, los sumisos sufren mucho si sus necesidades no son saciadas. —Es como un celo de masoquismo en pareja y alternado con mimos—. Él se ofreció a cubrir eso.
—Qué generoso. —Bufa.
—Te escuchas celoso. —Eiji bromea.
—¡¿Yo?! —Y Aslan ríe indignado—. Ya quisiera ese mastodonte que estuviera celoso, además el tipo ni siquiera me llega al talón en galantería, él debería estar celoso de mí y mis habilidades de cortejo.
—Eres tan infantil. —Eiji bromea y se acurruca sobre el hombro de Ash, la tensión es agradable, casi eléctrica y a pesar del reflejo ambarino de las luces titilantes, se pueden contar las estrellas de forma perfecta desde esta posición—. Escuché que hay una constelación de lince.
—La hay. —Ash sonríe con melancolía—. Mi hermano mayor solía saber dónde estaba.
—Oh. —Eiji intenta no lucir demasiado emocionado, su amigo no suele hablar por pura voluntad de su familia así que el descubrimiento es grande—. ¿Tienes un hermano mayor? —Parece dudar sobre su respuesta, lo vislumbra por la presión fugaz que ejerce en sus labios y el brillo pétreo de sus jades.
—Sí. —Lo suelta—. Tengo un hermano mayor pero él no sabe que estoy vivo.
—Ash...
¿Por qué?
¿Por qué eres tan cruel contigo mismo?
—Está mejor sin mí. —Musita y el japonés se aparta—. Es una persona con alas como tú y no quiero ser la razón por la que acabe estrellándose.
—No creo que tú puedas ser la razón por la que alguien se estrelle. —Ash se ve bastante dolido por el comentario, los diez centímetros de distancia que los separan se convierten en una tortura puesto que Eiji ansía consolarlo y esconderlo dentro de su pecho para que no le ocurra nada. Gracioso ¿no?, Ash es mucho más inteligente, grande y fuerte que él pero siente que tiene que protegerlo—. Y creo que estás sobreestimándome, tampoco tengo alas para volar.
—Las tienes. —Aslan luce etéreo besado por la luna—. No sabía que los humanos podían volar hasta que te conocí, definitivamente tienes alas.
—O pértigas improvisadas.
—Idiota. —Se levantan, pronto saldrá el sol y harán recuento de los prisioneros—. Eiji... —Pero Aslan no lo deja ir, lo tira de la muñeca como si necesitara confesarle algo, luce completamente vulnerable dentro de su mono anaranjado y le cuesta creer que este mismo chico sea líder pandillero y además un homicida, simplemente no encajan—. No te metas en problemas ingresando a Shorter.
—Es otra cosa lo que me quieres decir. —Sus esmeraldas se abren con sorpresa.
—¿Cómo sabes?
—No eres tan bueno mintiendo. —Trata de quitarle crédito para aligerar la tensión.
—Más adelante. —Entonces lo escucha tragar y el viento revuelve sus mechones dorados sobre sus pestañas níveas para crear todo un espectáculo alrededor de sus jades, es una sensación magnética, como si Eiji estuviera hecho para gravitar alrededor de Aslan—. Te compraré una gargantilla. —Pero es inútil un collar entre dos sumisos y probablemente el lince lo sepa y se lo diga por la preocupación.
—Si haces eso. —La importancia del collar es el simbolismo que tiene en la sociedad, porque si bien, son los dominantes quiénes disfrutan del poder son los sumisos quiénes eligen si aceptar la unión o no y una vez aceptada es una unión prácticamente permanente—. Lo aceptaré.
¿Qué es esta relación?
No sabe, ellos no están realmente juntos y aunque Eiji puede ser ingenuo tampoco es idiota, concibe en que la forma en que se miran, se tocan y se hablan no es la forma en que los amigos (y ni siquiera los platónicos) se suelen llevar. Giran en torno a la ambigüedad gatillado por seducción al conocerse, probablemente para ambos es un poco un juego al saber que es imposible puesto que dominante y sumiso forman parejas destinadas aun sino siempre se conocen. Pero...
Pero a veces Ash pone esas expresiones vulnerables y dice esas cosas tiernas y a veces a Eiji le duele.
—Lindo espectáculo.
—Yue.
—Vaya traidor que resultaste ser, Okumura. —El más joven se abre paso entre las sombras, sus ojos son fuego negro y la cólera ha constreñido su rostro—. Qué lindo espectáculo con el novato, ¿acaso se te ha olvidado lo que puedo hacerte?, ¿lo que puedo mandar a mis dominantes a hacerte?
—No.
—Bien, pues no debería.
—Yue.
—No te he dado permiso para hablar.
Es inútil reclamar, ha aprendido que lo mejor en estas situaciones es dejar que Yut-Lung saque aquel dolor que tiene incrustado en su corazón igual que una espina, independiente de la saña que le lance y por muy desechable que lo haga sentir (como si fuera una presa con que juega pero sino mantiene el juego interesante podría eliminar) no es de esa manera y se lo ha probado en reiterados instantes, Yue lo quiere, le cuesta expresarlo y tiende a explotar con esas amenazas diciéndole que le ordenará a los dominantes que tiene bajo su control darle comandos humillantes, pero es miedo al abandono lo que habla. Después de todo su propio clan lo traicionó luego de marcarlo para tirarlo en la prisión, esperando que se pudriera, debe ser intimidante la llegada de otro sumiso.
—¿No dirás nada para defenderte?
—No pretendo reemplazarte con Ash si eso es lo que temes. —La piel de Yue es blanca como copos de nieve, es más pálida que la del nombrado y por ende, resalta aún más el rubor.
—¡Cómo si él pudiera hacer algo así! —Gruñe—. El remedo de criminal nunca podría reemplazarme, he pasado toda mi estadía poniendo a cada maldito dominante a mis pies y no dejaré que ponga en duda mis habilidades. —Y acá es dónde Eiji comprende lo que pasa.
—Esto es por Garvey. —El dominante alfa suele cortejar a Yue—. Escuché que fue por Ash.
—Un cerdo sin gusto. —Bufa jadeando, se encuentran cerca de los dormitorios pero no lo suficiente para que salgan del patio, aún se pueden apoyar en la reja de metal y lo hacen, a diferencia del lince es bien conocida su relación con el sucesor de los Lee, Evanstine la alienta y por eso teme que anhele usarla como punto de manipulación—. Todos los imbéciles han estado prestándole atención por esa reputación que le dio Dino además de su collar ostentoso, claro.
—Me gusta el tuyo. —Es de escamas de serpiente lo que lo vuelve tornasol según golpee la luz, bajo el cielo estrellado de Nueva York impresiona morado y le encanta—. Ash no es una amenaza, menos para ti Yue.
—Lo dices porque quieres defender a tu noviecito.
—No es mi novio.
—Por favor. —Yut-Lung rueda sus ojos antes de suavizar su gesto—. Eiji, vi la manera en que lo ves.
—No es una manera especial. —El japonés intenta recubrir su corazón, hasta ahora la simetría entre ellos dos era un tanto graciosa al no existir testigo de su relación, así como Eiji no conocía a personas que compusieran la vida de Yue ocurría en viceversa, Ash ha roto ese impasse—. Pero si lo hiciera y lo mirara como si fuera especial... —Su respiración sube y baja erráticamente igual que un pájaro de alas quebradas, presionando los botones de sus prendas como camisa de fuerza—. ¿Sería tan malo?
—No malo. —Yue le toca el hombro—. Pero sí imposible, sabes que el cuerpo de un sumiso necesita del cuerpo de un dominante.
—Nunca he necesitado de uno.
—¿Y cómo acabó eso para ti? —Se calla—. Estuviste hospitalizado varias veces ¿se te olvida?
—Odio que tengas siempre la razón.
—Lo sé. —El agarre de Yut-Lung se vuelve más reconfortante y amigable—. Si fuera de esa manera, tú y yo habríamos tenido un buen revolcón hace rato. —Al menos eso le saca una sonrisa.
—¿Por qué debí esperar esa respuesta de ti?
—Porque soy fabuloso, obviamente. —Yue brama con falsa molestia, recuerda las advertencias que le dio Sing sobre que todo sería horrible si se terminaba involucrando con un Lee.
Sin embargo, no todo es horrible con Yut-Lung, al contrario, le gusta su hablar histriónico y cómo se encuentran para compartir penas a escondidas, le gusta que gimotee hasta que le consiga productos de skincare de contrabando porque eh ahí sus prioridades, ama su carácter inquebrantable y admira que siendo un sumiso haya puesto a la maldita prisión a sus pies. No es un chico malo y seguramente tomó las elecciones equivocadas hasta llegar acá pero lo ha visto crecer y ha visto en primera fila de lo que es capaz, por eso teme tanto por Ash.
—Por favor no le hagas daño. —Entonces suplica, aferrándose a la reja de metal y permitiendo que el frío se cuele a través de sus yemas.
—Eiji...
—Le quiero. —La boca de Yue tiembla por la sorpresa y su mirada brilla—. Le quiero de verdad.
—¿Aun si solo puedes ser su amigo?
—Me basta con estar ahí para él.
—¿Por qué? —No se lo cuestiona con saña, sino con ignorancia genuina—. Ni siquiera lo conoces ni sabes lo que él significa para Dino, ¿por qué meterte en ese problema?
—Tampoco lo sé. —Eiji baja la mirada—. Pero no creo que necesites una razón concreta para querer a alguien.
—Yo no...
—No necesité de una razón concreta para quererte a ti.
Yut-Lung le da la espalda, se abraza a sí mismo dentro de su mono naranja, su cabello ondea a través de la brisa y luce hermoso, su mirada se levanta progresivamente para encontrarse con la de Eiji, ve el anhelo, el sufrimiento y el terror no dicho en sus pupilas y lamenta ponerlo en una posición cruda porque si alguien entiende lo que significa semejante estatus para un sumiso es otro.
—No lo mataré. —Entonces lo promete—. No le haré más daño del necesario.
—Gracias.
Eiji se regresa hacia la zona de los guardias para terminar de ingresar a Shorter, le faltaban recolectar un par de datos que llenó con el chino en la madrugada y si bien, no se le da la computación admite que Ash y Alex fueron especialmente útiles para que comprendiera. Su dedo baila sobre la tecla del ordenador, sabe que apenas la presione no habrá marcha atrás y llevará esa complicidad demasiado lejos porque sí, una cosa es ser amable con los reos e incluso entablar amistades y otra muy distinta es volverse cómplice de una huida. ¿Realmente vale la pena Ash?
Pero Ash estuvo dispuesto a entregarse como si su vida no valiera nada, como si Ash no valiera nada.
«Te envidio. Tú sí sabes cómo volar».
Yo no.
Y Eiji está decidido a demostrarle lo contrario así que presiona la tecla.
Clic.
Y su destino queda sellado.
Mañana siento que se viene potente en cierto sentido, entonces les pediré de ya que lean esas notitas finales, espero tener más tiempo para responder la montonera de pendientes que tengo eso sí, pero 0% de fe uwu, como siempre. Muchas gracias a quienes se toman el cariño para leer.
¡Nos vemos mañanita!
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