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32. Stitches.

Bueno, llegamos a este punto, es mi tercer año consecutivo participando y terminando el fictober y todavía recuerdo lo insegura que me sentí porque el fictober fue la primera dínamica que hice en la vida y no me creía capaz de mantenerme constante por 31 días, pero realmente me encariñe con esa clase de dínamicas y más al ver tan lindo apoyo. Este fic me ha hecho muy feliz, estaba nerviosa por todo el tema de dom/sub y más que al inicio no se entendía tanto entonces lloraba internamente, pero me permitió escribir tantos temas que quería, tantas relaciones que antes no me atrevía a tocar y las sentí más genuinas, no sé, las sentí con amor, y el AshEiji, pucha que soy feliz escribiendolos enamorandose en diferentes fics. De verdad aprecio inmensamente cada voto, comentario, leída y apoyo que le dieron a esta historia chiquita y a mí, para mí escribir es muy especial, se convirtió en algo central en mi vida y poderlo compartir y tener este cariño, pucha, se siente como casita. Así que gracias. De todas maneras tendremos un epilogo para cerrar bien algunos temas, pero desde ya, gracias por acompañarme tanto.

Espero que les guste, esta escrito con mucho amor y dedicación siempre. Feliz Halloween.

Eiji está muriendo.

Duele.

Le duele demasiado. Le duele más que cuando se lesionó en Izumo. Duele más que cualquier tortura a la que Evanstine lo sometió. Duele más que cuando Dino lo quiso violar. Duele más que cuando su amigo...Shorter...intentó matarlo. Duele. Duele más que la puñalada que le llegó a Ash. Que el collar. Las despedidas. Arde. Quema. Rompe. Para.

Va a morirse.

O al menos de esa forma se siente, como si la falta de su dominante estuviera desgarrándole la carne por dentro hacia afuera, incrustándose igual que una estaca afilada, se clava a su corazón en un duro martillazo, enlenteciendo progresivamente su ritmo cardíaco, desgarrando la tela que recubre a sus órganos hasta hacerlos mierda, punzando y punzando hasta llegar al meollo de su alma. Duele. Arde. Alto. Es tanta la intensidad que no puede dejar de temblar en un rincón del cuarto de Yut-Lung, tirita y tirita, está empapado de sudor, de un sudor que arde como ácido corrosivo ante su piel, filtrándose por sus poros. Se siente jodidamente enfermo. Sabe lo que le pasa, lo ha escuchado de otros sumisos con más conocimiento del tema (Yue y Griff para ser exacto), está abstinente de dominante, necesita físicamente recargarse. No sabe si de Sing o de Ash. No ha visto a ninguno en días.

Pero su mente...

Hay una voz en su cabeza que le repite una y otra vez esas mismas palabras y no lo deja en paz: «Ash está en peligro».

Sálvalo. Sálvalo. Sálvalo.

Aunque al inicio creyó que era casi delirante, más tarde le explicaron que forma parte de los instintos de su género, pero Ash no es su dominante (no quién lo marcó al menos), y la abstinencia impresiona calmarse cuando huele cosas de Sing, de hecho, ha tenido que improvisar un nido en la pieza de Yue ante su reticencia a quedarse solo. Se aprecia vulnerable. Pequeño. Asustado. Ash. Ash. Ash. Debería estar de regreso, no se puede haber tardado tanto a menos que haya pasado algo malo y publicaron el artículo hace días, no han dejado de remecer incluso al presidente, así que ¿por qué? Sin embargo, le prometió que lo esperaría y confiaría. Mierda, Eiji le confía su alma, su cuerpo, su corazón y vida.

Nunca te apartes de mi lado.

Lo prometiste.

Prometiste que volverías a mí, te dije que no eras un leopardo, no te atrevas a actuar como tal ahora. Dijiste que iríamos juntos a Japón, qué te gustaría. Dijiste. Dijiste. D-Dijiste. Cuando te fuiste. Dijiste.

Sa-yo-na-ra.

Pero yo nunca te enseñé esa palabra.

—Te ves como la mierda. —La mirada temblona del sumiso se levanta del suelo, ni siquiera consiguió recostarse en la cama, se ha quedado en una esquina del cuarto con la ropa de Sing mezclada encima de la de Ash, eso es un maldito caos—. ¿Ni siquiera tienes energía para responderme con sarcasmo?

—Quiero vomitar. —No es la primera vez que Eiji sufre a causa de su naturaleza, el consumo y abuso de los supresores lo llevó más de una vez a la sala de urgencias, de ahí estaba la insistencia del chino para ponerle un collar, irónico que al final acabara igual de enfermo con uno—. Me siento con fiebre.

—Te ves con fiebre. —La mirada de Yut-Lung se suaviza, su palma es refrescante debajo del flequillo oscuro y esponjado, es una caricia para su frente que impresiona erupcionar, eso lo lleva a soltar un suspiro de alivio—. ¿Esto te gusta?

—Mucho. —Eiji se restriega contra su amigo, se concibe primitivo e instintivo—. Estás heladito.

—Deberías cargar feromonas con Sing.

—Sing probablemente no quiere verme. —Ya que su última conversación fue un reverendo desastre y no le queda cabeza para lidiar con semejante incomodidad (no por ahora al menos)—. Todavía no sabemos nada de los chicos, no puedo irme, no puedo estar tranquilo, tengo el presentimiento de que ocurrió algo terrible, Yue. —El aludido aprieta los labios y es tan violento que además de formar una línea recta e impermeable arroja escamas resecas y se ve como nieve—. También la sentiste.

—No sé de qué estás hablando. —Pero lo ve apretar más y más los labios y Eiji lo conoce, esos gestos son más claros que cualquier cristal.

—Yue. —Lo regaña suavemente—. Ni siquiera te has puesto bálsamo en la boca, debes estar ansioso también, ¿no es así?

—Sí. —Yut-Lung suspira rendido, no es rival para Eiji y qué ironía, lo venció el inocente conejito pero al menos ahora sabe cómo se siente Ash, es un dolor de culo—. También siento que pasó algo.

—¿Por Shorter? —La mención del dominante consigue que se volteé indignado para ocultar el rubor y aun así, es inútil, puesto que la punta de sus orejas se ha teñido de escarlata para delatarlo, ugh.

—Q-Quizás. —Escamotea—. Pero llámalo presentimiento.

—¿Entonces qué hacemos? Tenemos que salvarlos.

—¿Qué hacemos? —Y Yut-Lung no puede creer este nivel de imprudencia, ja—. Nada, eso hacemos.

—¡Yue! —Lo contradice.

—¡No, no y no! Tu mirada de Bambi no te funcionará conmigo. —Y le tapa los párpados para ponerle más énfasis a la seriedad de sus acciones y ser inmune a sus hechizos, si la diferencia de temperatura no se sintiera cuál última gota de agua en el desierto Eiji probablemente se enfadaría pero su cuerpo está quemándose, siente que morirá sino se desclava la piel. Tal vez sea su ciclo. No, desecha la idea.

—Tenemos que ayudarlos. —La voz del japonés se rompe con lástima, Eiji apesta a tristeza y se está volviendo molesto de lidiar—. ¿Quién los salvará si están en problemas?

—¿Entonces qué pretendes hacer? ¿Colarte a la mansión de Dino y salvarlo con el poder del amor?

—Básicamente.

—¡Tú! ¡Estúpido imprudente! —Yut-Lung le estampa una palma en la nuca y duele—. ¿Acaso no has aprendido que cuando te involucras en esas cosas terminas mal?

—No es cierto.

—Ajá. —Yut-Lung alza una ceja y cruza sus brazos—. La última vez acabaste secuestrado junto a Ash.

—Fue una sola vez, Yue. —Al conocerlo en el bar—. Una sola vez.

—¿Cuándo saliste con Shorter y los secuestraron para inyectarles esa droga barata esperando matar el alma de Ash?

—Bien, dos veces. —Rueda los ojos—. Son cosas que pasan en Nueva York, sabelotodo.

—¿Y qué hay de esa vez dónde...?

—¡Ya! ¡Ya entendí! —Gimotea aunque su vista se halla nublosa y sus pensamientos están demasiado borrosos para formar un hilo coherente—. Soy secuestrable, qué lindo.

—Lo peor que puedes hacer siendo tan...Eiji. —¿Perdón? ¿Se supone que es un insulto?—. Es ignorar las órdenes de Ash.

—¡Mi personalidad no tiene nada de malo! No la uses como algo despectivo porque es grosero.

—Ajá. —Lo ignora, enredando sus dedos entre sus largos cabellos, cepillándolos una y otra vez antes de lanzarle una ojeada—. Mira, sé que físicamente debe dolerte cada vez que desafías tu terquedad de mierda, pero haz el esfuerzo y no seas terco por esta vez.

—Solo quiero ayudarlos, no puedes pedirme que me quede de brazos cruzados acá. —Se excusa.

—Eiji. —La voz de Yue se vuelve tan gélida que la fiebre transmuta a escalofrío—. No seas una carga.

Una carga.

Ja.

Esas palabras lo dejan flotando en la oscuridad, su cuerpo se siente entumecido, como si las palabras de Yut-Lung hubieran adquirido forma física y lo estuviera acuchillando con ellas, le afectan y hieren en demasía, se prometió a sí mismo nunca ser un estorbo para Ash, se juró no permitir que su género secundario lo definiera o lo transformara en un debilucho, no necesita de protección constante pero aun así, siente que lleva un letrero incrustado en el tórax que grita: «el talón de Aquiles de Ash Lynx» o tal vez, un Patroclo. De cualquier manera si se arriesga, arriesga a Ash. Y en el fondo, sabe que aún no tiene las herramientas para protegerse, su sentimiento de inferioridad y su desesperada necedad para probarse a sí mismo que valía lo mismo que cualquier otro ser humano no solo lo arrastró hacia la policía y lo apartó de Ibe, sino que lo expuso a la tortura de Evanstine.

Fue imprudente. Fue tonto. Y sí, tal vez fue una carga. ¿Y qué? ¿Qué tiene?

Haber sido carga jamás le impedirá intentar salvar a Ash.

Para Yut-Lung también es malditamente difícil ser duro con Eiji y más si tiene esa mirada de cervatillo deslumbrado por los faros pero ¡esto es desesperante! Debe confesar que odió a Lynx apenas colocó una cochina garra en su territorio para empezarle a robar esclavos (Aka: dominantes) especialmente al papanatas de Garvey, okey, odio es una palabra fuerte, no lo odió, solo le irritó y lo irritó en exceso cómo el idiota asumía que la ternura de Eiji parecía provenir de una buena vida y no de las carencias, Yue sabía que tenía buena intención y lo admitía, sin embargo, se supone que Aslan tenía una mierda de 200 puntos de IQ y no era capaz de leer lo "obvio". Ja. ¡200 puntos de IQ sus polainas! Pero luego.

Realmente vio a Ash o más bien, vio la manera en que Ash pasaba a ser Aslan.

Un niño.

Un niño amado y protegido, sano.

¿Cómo...?

Vio poco a poco cómo salía de su carcasa y de bestia imponente pasaba a ser humano, vio la manera en que veía a Eiji y cómo hablaban de fantasías en Japón, lo vio luchar contra su naturaleza defensiva y tratar de estar mejor. Lo motivó. Nunca, jamás de los jamases se lo admitirá pero esa autoimpuesta rivalidad lo hizo querer mejorar también. Luego llegó Shorter. Shorter y su horrible calva. Y su acento chino demasiado marcado. Y su risa estruendosa. Y sus pucheros infantiles. Y sus lentes tontos. Y su sonrisa amable. Y sus ojos cálidos. Y sus brazos fuertes. Y sus palabras cursis.

—No quiero romperte, quiero cuidarte, ¿me puedes dejar hacerlo?

Estúpidas parejas destinadas.

Estúpido Shorter.

Estúpidos Ash y Eiji que tienen que ser malditamente dramáticos ¿por qué no pueden ser gays y ya? No, tienen que andar estirando sus manos en despedidas exageradamente largas con discursos que son dignos de wattpad.

Ugh, todos excepto Yut-Lung son unos subnormales.

Pero sabe que toda esa rabia e indignación es falsa porque es obvio, Yue también está malditamente preocupado y claro que pensó en la opción de colarse a la mansión y desbaratarla ladrillo por ladrillo hasta encontrarlos, pero si algo agradece que le enseñaron sus hermanos es el arte de ser paciente, este juego es de partida lenta, él y Eiji no sirven muertos o secuestrados y por ende, si van a salvarles el culo deben hacerlo con un plan inteligente y calculado. Preciso. Letal. Sanguinario. Bingo.

—Banana Fish. —Entonces Yut-Lung lo tira en voz alta como una bomba nuclear, la cara de Eiji pierde el color, su boca tiembla y es probable que la mera mención de la droga despertara recuerdos crudos de sobrellevar. A Shorter intentando matarlo. A Ash gritando. A Dino queriendo violarlo—. Podemos usarlo para armarnos y no ir indefensos, ¿dónde escondiste la muestra?

—En mi casa. —Dónde también vive Sing, irónicamente dicho lugar fue el más seguro para proteger la muestra al ser la única residencia que Dino ignoraba, probablemente ya conocía la ubicación tanto del Chang Dai, de la guarida como del apartamento de Max—. Puedo recuperarla.

—Grandioso.

—Estás pensando en algo. —El japonés recupera algo de su optimismo en esa declaración y aun más cuando Yut-Lung asiente, encendiendo la palidez de su corazón—. ¿En qué cosa?

—Se me ocurrió un plan. —Yue se alaba a sí mismo—. Soy brillante.

—¿Entonces iremos por un rescate?

—Sí. —Yut-Lung suspira, siente el temor acumularse en su estómago y es lo suficientemente espeso como para impregnar la niebla que hay en su mente y eso es malo, no tiene tiempo para sufrir algún síntoma traumático así que se obliga a calmarse y a respirar—. Me convenciste, tengo un plan.

—¿Era necesario ser tan cruel si te sentías de la misma manera?

Le dijo que era una carga.

Yut-Lung sabe que Eiji ha sufrido mucho por ser tratado como una carga.

—Me dolió. —No está preparado para la sinceridad que destila su voz—. Me dolió que viniera de ti.

—Yo no... —No puede refutar—. Lo siento. —Yut-Lung agacha la nuca, no se han movido del rincón, la atmósfera aún se siente tensa, las emociones apestan el aire volviéndolo todo demasiado genuino para su gusto—. Actué por instinto.

—¿Por instinto? —El más joven asiente, listo para dejarlo salir.

—Me da miedo perderte. —Confiesa con el corazón en la manga y odia tenerlo en la manga enfrente de otras personas porque nunca se sabe si se lo devolverán de la misma manera—. Sé que te sonará imposible, pero me cuesta hacer amigos ¿entiendes? Y no sé por qué si soy encantador y muy dulce.

—Sí, suena totalmente imposible.

—No interrumpas mi crecimiento de personaje. —Lo regaña y Eiji ríe—. Como te iba diciendo, estoy acostumbrado a ser un poco molesto con los demás, soy duro, cruel y recién conocí algo más cuando tú entraste a mi vida, sé que puede sonar cursi y un poco como una excusa...estoy asustado, eres la única familia que considero como tal, no quiero perderte como perdí a mamá. —No me dejes solito.

—Yue. —Eiji se muerde el interior de la mejilla, nunca sabe cómo reaccionar cuando Yue se permite ser vulnerable y más de lo que creía—. Está bien, tampoco debí ser tan imprudente. —El japonés no duda en extenderle los brazos para acunarlo de manera absoluta e incondicional. Es su mejor amigo y lo adora. En las buenas y en las malas. También en las más malas y en las buenas no tan buenas.

—Eres un idiota terco que me sacará canas antes de tiempo.

—Si eso pasa yo mismo te teñiré el cabello de colores.

—Y se verá genial. —El más joven se acurruca contra su amigo, lanza tenues suspiros de alivio contra una camiseta demasiado fea y grande para pertenecerle a Eiji (sumado a la peste de Lynx) igual que burbujas de oxígeno mientras se ahoga en el mar, reventando en la superficie, deseando que alguien lo rescate—. Somos todo lo que nos queda el uno al otro, Okumura.

—Estamos en esto juntos.

Realmente lo están, Eiji trata de reafirmarlo por su amigo en ese abrazo, sabe que su cuerpo también está sufriendo de abstinencia y una abstinencia crónica ya que Yue está atado a su hermano, prefiere morir antes que físicamente necesitarlo y esconde su adicción con calmantes u otros medicamentos, siempre lo ha tenido demasiado duro y aunque no pueda hacer la gran cosa por ahora, lo abraza ya que siempre se han estado protegiendo de manera mutua. Tienen esa clase de complicidad delicada que hace que Eiji hunda los pulgares bajo las espaldillas del chino y el chino lo sostenga con violencia del cuello, como si Eiji pudiera esfumarse apenas pare de aferrarse. Por favor...no te vayas. Eres todo lo que me queda. ¡Te mataré si dejas que te pase algo, Okumura! Realmente te mataré si te lastimas.

—Estamos en esto juntos. —Entonces le repite, mimando y mimando al más joven.

—Bien, entonces al menos armemos un plan.

Lo arman.

Aun si Eiji lleva ejerciendo como policía lo que impresiona una eternidad nunca se sintió ciertamente real, su trabajo era la contención emocional y sabía que era excelente prestándole un oído a los reos o tendiéndoles una mano gentil, pero esta sensación de idear un plan de equipo y que la vida de sus seres amados pueda depender a cómo lo ejecuten es algo demasiado...¿CSI? Como diría Ibe, mierda, ni siquiera ha podido charlar bien con Ibe y fue él quién los ayudó a publicar el artículo que remeció a la casa blanca. Se la debe. Con esos pensamientos corriendo y corriendo por su mente Eiji se cuela dentro de su casa para recuperar la muestra, prefiere pensar en el adulto a divagar en cómo su pieza huele a Sing o la manera en que su cuerpo se estremece por su roce fantasma y sus piernas tiemblan.

Es tu dominante.

Ve con él.

Lo necesitas. Lo necesitas. Lo necesitas.

De alguna manera cada cosa asociada a Sing se filtra a través de sus grietas como gotas de agua ante el océano. Plic. Plic. Plic. No quiere verlo. No está listo para verlo.

—Eiji. —Pero el destino nunca ha sido amable respetando los deseos del sumiso ¿verdad?

—Sing. —Así que se lo encuentra frente a frente, acaba de guardar la muestra de Banana Fish dentro del bolsillo de sus jeans, quedó estirado ante el closet, el dominante luce de un pálido papel, grandes ojeras amoratan su rostro, sus mejillas impresionan succionadas, se ve enfermo y la imagen le punza demasiado el corazón en una puñalada—. Pensé que estarías trabajando.

—Estoy trabajando desde casa. —¿Por qué? Ansía preguntarle pero no quiere hacerlo, ya conoce la respuesta—. Tenía la esperanza de que volvieras por tus cosas.

—Tú me pediste tiempo.

—Tú me dejaste por alguien más.

—No estábamos en una relación.

—Lo sé. —El ambiente es tan incómodo que podría llorar, Dios—. Lo siento.

Después de que Sing se confesara le juró que nada cambiaría entre ellos, lo juró con tanta pero tanta certeza que Eiji creyó que esas palabras serían suficiente para apartar cualquier tensión que escalara igual que un mantra. Sin embargo, su propio cuerpo se ha convertido en un campo de batalla: quiere correr hacia Sing y abrazarlo, quiere hundirse en su pecho y ser mimado y consolado y someterse al instinto primitivo que surge en relación a su género y más allá del collar, sabe que es porque extraña a su preciado amigo, pero por otra parte... la droga se siente pesada en su bolsillo y si demora mucho eso puede costarle la vida a Ash. Así que trata de ser coherente consigo mismo. Yut-Lung recomendó que cargara feromonas para aplacar la abstinencia, no obstante, no quiere acercarse a Sing.

No quiere acercarse a sus ojos cálidos y preocupados que lo salvaron en la academia y jamás miraron en menos sus méritos por ser un sumiso.

No quiere acercarse a sus seis tallas más grandes para recordar cómo solía llegarle incluso al mentón cuando lo abrazaba.

No quiere acercarse a su dominante y perecer al instinto.

Eiji no es de nadie.

No.

Es libre.

Pero los ojos de Eiji vuelven a vagar hacia la mirada de Sing y le duele mucho el pecho, concibe cómo su corazón se hace añicos dentro, porque quiere acunarlo del rostro y consolarlo y repetirle palabras gentiles y ver películas tontas y ser un poco mierda entre ellos. Lo quiere. Lo ama. Pero no es la clase de amor que Sing quiere de Eiji, no poder ser suficiente es agridulce. ¿Cómo le dijo Shorter? No creo que debas resignarte a estar con alguien porque existe un collar de por medio. Ni tampoco deberías sentirte culpable por no poder corresponderle a Sing. Y añadió: «que alguien te ame no significa que estés obligado a amarlo de regreso por mucho que duela».

—Te ves horrible. —Entonces el dominante comienza.

—¿Gracias?

—No me malinterpretes, pero realmente te ves horrible.

—Pues tú tampoco te ves mucho mejor, ¿eh? —Eiji esboza un puchero ofendido antes de cruzar los brazos sobre su pecho—. Las ojeras no te sientan bien, además, has bajado de peso.

—Quizás no habría bajado de peso si alguien hubiera dejado algo más que natto en el refrigerador. —Una sonrisa socarrona comienza a asomarse entre sus hoyuelos y de repente, el escalofrío encima de su piel cesa por una sensación mucho más agradable y... cálida.

—El natto es saludable.

—No si está podrido. —Sing frunce levemente el entrecejo antes de continuar—. Y es difícil saber si está podrido si normalmente huele así ¿sabes?

—¡Sing! —Gimotea.

—Así que yo tengo mi excusa. —Pero el más joven no cede—. ¿Cuál es la tuya?

—Han pasado muchas cosas.

—¿Cosas que necesitan un abrazo? —No logra evitar sonreír cuando su compañero abre sus brazos.

—Definitivamente.

—Ven acá entonces. —Así que se abrazan y ver qué Sing aún puede ser sarcástico sin forzarlo y que pese a las adversidades siguen preservando esta devoción mutua, es lindo.

—Me siento renovado. —Entonces el sumiso suelta el pensamiento y se siente como si físicamente hubiera recargado energías, sin duda su cuerpo responde por el collar, es agradable poderlo abrazar de esta manera, hundiendo su nariz cerca de su cuello y dejando que el cansancio se desprenda acá.

—¿Dónde has estado? —Los dedos del chino se deslizan por sus cabellos esponjados y es soporífero.

—Es complicado. —Suspira.

—Todo de Ash se escucha complicado. —El dominante repite con tristeza, dejándolo ir, apartándolo lentamente, extendiendo el momento lo que más puede puesto que entiende que no habrán más.

—Lo es un poco. —Ríe—. Estoy metido en algo grande.

—Sí, vi el artículo que publicó Ibe y supuse que tenías algo que ver.

—¿Ops? —El chino tensa el entrecejo y le tira la nariz, lo está regañando como un niño, no le molesta mientras venga de él—. Tengo que regresar con Yue, tenemos un plan.

—Nada bueno puede salir de un plan si Yut-Lung está involucrado. —El más joven suspira y el sonido es de pérdida, hay algo cambiando irremediablemente entre ellos dos en este segundo, no necesitan decirlo en voz alta, basta con extender las miradas y apretarse las manos con susto para que sepan—. Cuídate, todavía no hemos terminado esta charla.

—Lo sé. —Eiji presiona un beso en los nudillos de Sing y Sing parece a punto de quebrarse en el beso con los ojos cristalinos, recuerda el sermón de Max sobre la guerra y las últimas veces, piensa en las dos palabras que siempre han estado ahí con Sing, flotando y bailando alrededor, son las únicas que no debería darle especialmente ahora y debe ser alguien horrible para haberle generado sufrimiento a su preciado amigo, sin embargo, necesita que lo sepa por sino regresa.

—¿Qué pasa?

—Te amo. —Entonces lo dice con toda la sinceridad del mundo en sus ojos—. E incluso sino es de la manera en que te gustaría, quiero que lo sepas, no quiero tener arrepentimientos. —Sing traza una sonrisa sincera, recordándose a sí mismo porqué se enamoró en primer lugar—. Eres tan importante para mí, fuiste mi primer amigo real en América y en general, te amo y me duele lo que está pasando.

Me da impotencia.

Me da rabia.

—No sé si incluso debería estar cerca de ti. —Sing musita, repasa con sus manos los hombros de Eiji, su dominante interior ronronea de felicidad al mirar el collar y finalmente tocarlo, lo quiebra sentirlo tan cerca, supone que no es tan fuerte y menos al repasar la gargantilla, Ash es afortunado de tener el corazón de alguien tan deslumbrante—. Bueno, sé que nunca podría reemplazar a Ash...ni siquiera como tu dominante o tu pareja, yo no puedo reemplazarlo.

—Por supuesto que nunca podrías reemplazar a Ash. —Esos ojos cafés no demoran en atraparlo, es increíble cómo acaba sometido a este adorable conejito incluso siendo un león, al menos eso implica su nombre, supone que tienen más similitudes de las que quiere admitir—. Al igual que nadie podrá reemplazarte a ti, Sing. —El aludido parpadea avergonzado, siente a su cara arder por esa descarada confesión y ni siquiera puede hablar con coherencia. Ríe. Ríe puesto que Eiji es tan... mierda. Lo ama y le duele y le da rabia. Porque debería ser él. Quería ser él. No es justo y sus pupilas queman, llorará.

—Tienes esta increíble habilidad de sentir la última y desesperada señal de auxilio que las personas envían. —Probablemente por eso Ash lo ama tanto.

—Tal vez. —Eiji se planta enfrente, lo toma de los mofletes, duele—. Pero hubo una señal que ignoré y esa fue la tuya, Sing. Pretendí no verla.

—La viste. —El más joven junta sus frentes—. Siempre me viste. —Y por eso me matas.

—Perdón por no verte lo suficiente, tal vez no era la persona correcta.

—Tal vez.

Sing acuna levemente sus mofletes, su corazón duele, la pieza lo asfixia, son innumerables recuerdos los que llegan de golpe con la ternura rota que los ojitos de Eiji le confieren como solo las cosas rotas que no están totalmente rotas saben hacerlo. Lo ama joder, lo ama más de lo que podrá comprender y claro que es doloroso no ser correspondido, pero sabe cuánto Ash significa para Eiji y lo sabe desde hace mucho, no había que ser genio para darse cuenta de a quién esperaba en el trabajo o la manera en que sus pupilas brillaban hablando con el depredador, entonces vio la forma en que Eiji conseguía irritar a Ash como nadie más podía hacerlo y cómo de un lince sereno pasaba a ser un cónyuge entre pucheros y berrinches. Sing lo concibe, Eiji nunca lo verá con el brillo que aparece con Aslan ni nunca moriría, mataría o viviría por Sing. Aun así...la cicatriz de este amor se vuelve a rajar, sangra una poza entera a sus pies, un océano, gotea y gotea, vuelve a gotear cuando alza el mentón del sumiso, toma aire, se inclina y le presiona un último beso en la mejilla.

Lo deja ir.

Es todo.

Lo deja ir aunque Eiji nunca le perteneció.

Adiós y te amo.

La tensión es palpable cuando vuelve con la muestra, la intención de Yut-Lung es usar el Banana Fish tanto para una fuente de chantaje como para realmente inyectárselo a alguien (si es necesario) pero el problema no es ese, el problema es que al volver hay dos siluetas nuevas en el Chang Dai y aunque Blanca sea extraordinariamente imponente con su perfil hercúleo, Griffin da mucho más miedo.

—Tenemos colados. —Yue le explica con simpleza, está visiblemente amurrado por esa intercepción en el plan suicida y eso hace sonreír al japonés, debe admitir que se siente seguro dada la compañía del mismo maestro de Aslan, Griff tampoco está para jugar si sirvió en Irak, por dónde aprecia es el menos capacitado aun con su entrenamiento policial—. Cuando te contraté fue porque quería algún perro fiel que obedeciera en silencio.

—No. —Blanca se alisa un traje que lo hace ver demasiado galante—. Me contrataste ya que querías mi protección, no puedes enfadarte conmigo por dártela y evitar tu muerte.

—Claro que puedo, Eiji y yo podemos sacar esto adelante solos.

—Yue. —El japonés lo reprocha sutilmente—. No seas terco.

—Habla el rey de la terquedad. —Ni cómo refutar.

—No puedo creer que hayan querido ir por Aslan sin mí. —Y hablando de tercos, claro que Griff está acá, no lo detuvo la supuesta muerte de su hermano estando recién lesionado en Cape Cod y mucho menos lo hará ahora—. Mi futuro marido y mi hermanito están atrapados en esa mansión, creo que tengo derecho en esto, ¿no? —Yut-Lung rueda los ojos lentamente con fastidio fingido.

—Eres un sumiso sin collar.

—Pues no veo que sus collares estén haciendo gran cosa.

—Nos protegen de comandos ajenos. —La lengua de Yut-Lung es venenosamente honesta, el humo pende dentro del apartamento, Blanca está fumando mientras ellos arreglan la disputa y es como si hubiera tomado la decisión de ir con ellos, aunque ¿quién en su sano juicio contradeciría al maestro de Ash?—. Tu cuello desnudo solo te hará una carga.

—¡Yue! —Es Eiji quien se reactiva en esto por la palabra—. Griffin sirvió en Irak sin collar, ¿verdad?

—Gracias.

—Veo que has tomado un bando y elegiste el camino de la traición. —Yue apoya un antebrazo con falso dramatismo sobre su frente mientras se deshace en el sillón y sostiene su copa de alcohol (¿de verdad? ¿vino antes de una misión suicida?)—. Veo que me has traicionado por la familia de tu gato mugroso.

—Oye, sé que Aslan no se baña siempre pero tampoco es para llamarlo así. —Eiji ríe, se imagina sus pucheros de desagrado a la perfección, lo extraña—. Además, mientras más refuerzos tengan mejor.

—Blanca puede hacer todo el trabajo. —El aludido alza una ceja, sostiene el cigarro entre sus dedos y separa los labios listo para refutar, sin embargo, una sonrisa coqueta aparece en su lugar.

—De hecho, puedo.

—¿Ves? Deja que el musculoso guapo salve el día.

—No. —Griff se planta con imponencia—. No podré superar esto hasta que vea los ojos del bastardo que lastimó a Aslan.

—¿Entonces vamos a superar traumas grupalmente matando a Golzine? —Yue gimotea en el sillón.

—¡Superar traumas es sano! De verdad deberías considerar la terapia, me hizo bien.

—Yei, terapia con un grupo de traumatizados.

—¿Puedo hablar contigo un segundo antes de partir? —Le sorprende la gentileza que nace en la voz de Blanca, su presencia es intimidante de forma totalmente disímil a un dominante—. Es sobre Ash.

—Sí.

Van hacia el balcón del apartamento para que pueda terminar de fumar, Blanca le ofrece su cigarrillo y Eiji sonríe con melancolía al recordar esa vez que Ash lo fumó, tuvieron un beso indirecto, su primer beso antes de todo el caos y drama. El sumiso se apoya contra la baranda de metal, desde ahí puede escuchar los débiles sonidos de la ciudad, los bocinazos y el viento aullando en las calles, su camiseta huele a Ash, no ha dejado de usar sus ropas y lo extraña. «Ash está en peligro», suena en su cabeza.

Blanca por su parte lo observa sin llegar a una conclusión final, piensa en lo diferente que esa historia podría haber salido si por ejemplo Yut-Lung se hubiera aliado con Golzine, probablemente lo habrían contratado para hacerle daño a Eiji porque es evidente que Ash nunca lo permitiría. Solía verlo como una debilidad, un lince y un conejo no pueden ser amigos y no obstante Aslan parece estar dispuesto a sacrificarlo todo (incluso su misma vida) con tal de mantener a Eiji a salvo, vendiéndole su alma al mismo diablo. No lo culpa. No puede culparlo al pensar en ese niño de 14 con ataques de pánico en un motel de mala muerte con las manos atadas, el cuerpo moreteado y su collar mordido por Marvin luego de violarlo, recuerda a un niño triste y resignado, como si con solo 14 supiera que esto es todo lo que el mundo depara y no merece algo mejor. Durante toda su vida lidió con gente que se acercó por interés, usar y ser usado era su única ley hasta... Eiji, claro. ¿Cómo le dijo en una pelea?

—Ahora soy feliz, porque sé que por lo menos hay una persona que se preocupa por mí y no espera nada a cambio, no puedo creer la suerte que tengo.

Es el sentimiento más feliz del mundo.

¿Qué tanta miseria tuvo que sobrevivir para sentirse finalmente pleno al encontrar algo verdadero?

—Probablemente Ash se haya salido de control. —No sabe, pero sabe que se cansó de seguir con el papel que le dieron, le costó su humanidad una vez, no más—. Es solo una teoría, pero juzgando por su cambio previo asumo que los estresores sacan a la luz su lado dominante.

—No sería la primera vez que se transforma. —Los ojos de Eiji son grandes y no podrían mentir aun si lo quisieran—. No entiendo lo peligroso de esto.

—Es verdad. —Blanca le da una profunda calada a su cigarro—. Pero tengo la sensación de que esta vez es distinto, de que puede pasar algo grave.

—¿Por qué?

—Porque el Ash Lynx que conozco jamás rompería una promesa contigo y se demoraría en volver a tu lado, por eso tengo un mal presentimiento. —El sumiso le sonríe con tristeza, huele a dominante, pero no es el aroma de Ash—. Si ese es el caso tendremos que someterlo incluso si así sale lastimado.

—No quiero lastimarlo.

—No creo que nos dé opción. —Blanca deja caer su cigarro para apagarlo con la suela de sus zapatos.

—Ya veo.

—¿Estarás listo para eso? —¿Estará listo para alguna vez lastimar a Ash?

—Sí. —Miente.

—Eres un terrible mentiroso.

Lo sabe.

Parten antes de que anochezca. Si bien, consiguieron armarse gracias a los contactos que el clan Lee disfruta en el mercado negro, es extraño cargar un revólver, las únicas veces que sostuvo una pistola antes fue durante sus prácticas en la academia y aun así la discriminación a su género no le dio varias oportunidades exactamente. Se siente pesada. No ha matado a nadie pero se siente pesada. La lleva hacia su pecho, preguntándose si así también le pesará a Ash, de pronto, los recuerdos de la mansión quedan tras sus párpados como llamas incontrolables: Aslan tirando la puerta con su ametralladora, enfundado en un traje de James Bond, con la camisa rasgada y su propia sangre goteando entre sus heridas. Eiji le pidió un arma esa noche. Ash se la negó. Le dijo que un asesino era suficiente. Le dijo que nunca dejara su lado. Eiji le prometió un para-siempre. Ash le pidió un solo-por-ahora. El estado de disociación que lo tenía tan relajado y desconectado se rompe de golpe. Porque de repente, esta mierda es real. De verdad está sosteniendo un arma. De verdad Ash no ha regresado en días. Podría estar muerto. Podría morir esta noche. Podría tener que lastimarlo.

No. Alto. No le sirve a nadie siendo una carga.

Debe ser fuerte.

Sopórtalo.

Pero el chirriar de los neumáticos por las solitarias carreteras junto al aroma de Aslan esfumándose de su camiseta hacen estragos en su corazón. Se aprieta el pecho. No siente nada. Debe mantenerse calmado. Le enseñaron ejercicios para estar calmado en terapia. Relajación muscular progresiva. Un poco de meditación. Mindfulness. Mejorar el momento. Alguna habilidad. Úsala. Pero sus ojos arden por las lágrimas contenidas. ¡Calma! Ash sabría mantener la calma. ¿Y si Shorter murió antes de que se pudieran disculpar? Nunca le dijo que lo sentía. Respira. Respira. Su corazón bombea con fuerza. Cuenta. Contar ayuda. Cuenta cuando Ash posee pesadillas y lo trae de regreso. Un. Dos. Tres. Nunca pudo hablarlo con claridad. Nunca tuvo las pelotas para visitar como corresponde a Shorter inclusive en rehabilitación, sabe que le ha roto el corazón, lo notaba por la mirada que le daba a la distancia, pero era difícil verlo y más que a la mayoría. Cuatro. Cinco. Seis. Nunca pudo decirle que no le teme. Que se siente a salvo a su lado. Si muere...Si Ash muere. Siete. Ocho. Nueve.

¡Shorter, soy yo! ¿No lo ves?

Yo...ya no puedo más...me duele.

Duele demasiado.

Libérame.

Tienes que dejarme ir, Eiji.

¡Nueve! ¡Nueve! Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve.

Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro.

¡Nueve! ¡Nueve! Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve. Nueve.

¡Ash está en peligro! Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro.

Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro...

Ash está en...

Ash está.

Ash.

Aslan.

Tienes que dejarme ir.

Pero te amo tanto.

No tiene que ser para siempre, aunque solo sea por ahora. «Para siempre, lo prometiste». Lo juraste.

—Eiji. —Hay ruido zumbando a su alrededor—. Cariño, tienes que mirarme y concentrarte en mí. —El japonés no procesa las palabras, son demasiado suaves para llegar a sus oídos como si estuvieran amortiguadas por una espesa capa de líquido, está atrapado en su cabeza, siente una conexión muy angustiosa por doquier como si algo dentro suyo hubiera hecho clic. En otra circunstancia se pondría romántico y diría que esta es su conexión de pareja destinada con Ash.

Pero eso implicaría que Ash siente esta angustia.

No quiere eso.

¡Ash está en peligro! Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro. Ash está en peligro.

Alto.

—Eiji, no te duermas. —¿Por qué está tan cansado? ¿Está en un ataque de pánico? ¿Realmente todo esto lo superó al punto de romper la disociación? Bueno, está traumatizado como el infierno y sabe, pero es mal momento para que eso aflore—. Estúpido, ¡te dije que saldrías lastimado! ¡¿Por qué no me escuchas jamás?! Me tienes desesperado, no, no, no cierres los ojos, no te vayas, mantente aquí.

—Lo siento, creo que me angustié un poco. —Eiji conoce esa voz, es Yue, Yue es seguro incluso si le da leves bofetadas—. Debió ser por el viaje, pero ya estoy bien.

—¿Bien? —Su mejor amigo se oída al borde de la histeria—. ¿A eso le llamas "estar bien", Okumura?

—¿Fue un flashback? —Griffin, aprecia su palma suave deslizarse bajo su frente, se siente calmante, es agradable—. Llevarlo a la mansión de Dino debió reactivarle algo doloroso.

—Pues perdón si a veces olvido que las personas normales no están acostumbradas a las violaciones.

—Si sabes que eso está mal, ¿verdad? —La ternura en la voz de Griffin hace vacilar a Yut-Lung y Eiji lo sabe porque recupera progresivamente los sentidos para apreciarlo en vivo y en directo.

—No es como si pudiera hacer algo.

—Dijiste algo sobre querer matar a tus hermanos.

—Así es.

—Entonces... —Griff carga el revólver, han llegado a su destino—. Matémoslos, yo ya soy un asesino.

Sálvalo. Sálvalo. Sálvalo.

Es tu dominante.

Entran a la mansión de Dino Golzine.

El olor a muerte lo hace contener una arcada, los pasillos están rodeados de cadáveres y la peste de la sangre coagulada resulta grotesca, todos sus sentidos se ponen en hiperalerta, elevan sus pistolas, la suya se siente pesada, tan pesada en su mano, la siente gotear. Plic. Plic. Plic. Pero no gotea sangre si ni siquiera ha disparado. Es una masacre. Ni en las películas de horror Eiji vio algo similar, no existe sonido alguno, Blanca toma la delantera para cubrirlos. Suenan disparos. Hombres de Dino. Todavía. Todavía hay algunos vivos. Blanca dispara. Yut-Lung le grita. Un escalofrío recorre su columna. Siente pesado el aire. Se siente mal. Se escuchan alaridos. Eiji corre. Solo sabe que corre. Corre. Corre entre los pasillos. Esto también debe ser arriesgado para Blanca, se supone que tenía una relación fiel con Dino.

Tragan duro mientras se adentran en la mansión, hay sangre seca en las alfombras, se topan delante de cadáveres cercenados, Yut-Lung le dice que no mire. Griffin va al final. Dice que deben formar un fuerte en esto. No sabe cuánto corren por la mansión, parece separada, parece desabastecida igual, como si esos sobrevivientes estuvieran atrapados y fueran como ratones colándose entre las grietas de la casa antes de que Blanca los matara.

Ash.

Ash.

Ash.

¿Dónde diablos estás?

Pasan por el cuarto donde una vez lo encerraron con Yut-Lung, traga duro, obligándose a no recaer en alguna reexperimentación. El laboratorio debe ser lo único que alcanzó a quemarse. El lugar luce bien, demasiado bien. Yut-Lung frena de golpe. Alza la nariz. Sus pupilas se dilatan. Tira la mandíbula. Dice un nombre. Shorter. Corre y Eiji corre detrás de él por inercia. Blanca y Griffin quedan atrás. No los siguen, no les alcanzan el ritmo, van demasiado erráticos como para poder memorizar el camino. Está en un laberinto. Atrapado. Ash. ¿Dónde diablos estás? Huele a sangre. Muerte. Dime que no encontraré tu cadáver en una de las habitaciones, por favor. Prometiste un...

—¡Shorter!

Yut-Lung salta hacia los brazos del dominante y caen al suelo por el peso, apenas su mirada tropieza con los rostros de la pandilla algo en Eiji vuelve a funcionar, aprecia que el aire lo revitaliza, desborda sus pulmones, fortalece su corazón. Están vivos. Sanos y salvos. No está Ash. Algo está muy mal.

—¡Eiji! —Bones y Kong no tardan en saltarle encima para restregarse y chillar—. Estábamos tan pero tan preocupados.

—¡Estúpido cabeza de piña! —Hay lágrimas acumuladas en los ojos de Yut-Lung, sus puños golpean una y otra vez el pecho del dominante, está temblando y parece haber alcanzado el límite—. ¿Tienes idea de lo preocupado que estaba? ¿Tienes idea de las botellas de vino que me hiciste beber? ¿Sabes cuántos pastelillos me tragué para lidiar con el estrés que me generaste? Tuve que mentirle a Nadia, ni siquiera tuve ganas de seguir mi bella rutina de skincare, juro que te castraré si me brotan arrugas.

—Lo siento. —Shorter lo acuna, presionándole un beso encima de la frente—. Lo siento por hacerte pasar un mal rato.

—¿Por qué carajos están aquí y no han salido? ¿Acaso son estúpidos? ¿No se dan cuenta de que los estábamos esperando en casa o querían unas malditas vacaciones?

—No podemos salir. —Es Max quien da un paso adelante—. Literalmente, estamos imposibilitados.

—¿Qué? —Yut-Lung luce a lo menos molesto—. ¿A qué te refieres vejete? —Si Max no se apreciara tan drenado habría tenido energía para refutar.

—Ash nos encerró.

—¿Y qué?

—Con un comando.

—Oh. —Yut-Lung y Eiji intercambian una mirada preocupada—. Oh no.

—El jefe está fuera de control.

Mierda.

Entonces les cuentan con cuidado lo que pasó, la manera en que Aslan fue consumido por su instinto de dominante luego de hacer un switch, cómo ha matado a todos los que lo hirieron tras torturarlos según los pecados, cómo los encerró ya que incluso estando fuera de sí mismo los puso a salvo antes de descontrolarse. Les hablan de los gritos. De como Ash no luce él mismo. De cómo están atrapados por una bestia salvaje hasta que asesine a todos los miembros de Corsa y probablemente más. Y Eiji se quiebra al escuchar eso. Porque su Aslan no es un asesino. Su Aslan sobrevivió. Su Aslan es dulce. Su Aslan hace pucheros cuando lee libros y tiene una risa adorable y hay pecas en su nariz. Su Aslan da los mejores abrazos del mundo aun si son escasos y es protector y gracioso e inteligente y bonito, pero no en el sentido que Golzine lo considera "bonito" sino bonito de... girasoles, campos de trigos, joyas verdes, libros aburridos, ensaladas saladas, camisas blancas, zapatillas rojas, carácter de gato, apodos tontos, onii-chan y Gizmo, nunca I-zu-mo.

Su Aslan.

Tienes que dejarme ir.

—Nosotros no podemos salir hasta que rompa el comando.

Max les pide que se queden en la habitación hasta idear un mejor plan, Yut-Lung le discute de vuelta, los miembros de la pandilla permanecen en silencio igual de despistados y Eiji preserva la esperanza, porque incluso si ha "perdido el control" y se ha dejado consumir por el instinto si puso a la pandilla a salvo antes de ceder, en algún lugar debe seguir siendo él mismo.

—Supongo que fallé de nuevo en protegerlos. —Es Shorter quien suelta esa confesión, aunque están lejos no es la suficiente distancia para que el reproche pase desapercibido por Eiji, mira sus nudillos moreteados, debió luchar para salir del cuarto hasta no poder más—. Lo siento. —Quiere consolarlo, quiere decirle algo ya que reconoce su valentía y lealtad.

—Shorter. —Pero la expresión de vacío regresa a sus ojos para reemplazar su calidez y los recuerdos de esa noche llegan de golpe, ni siquiera pudo sostener una navaja ¿verdad? Aslan estaba gritándole muchas cosas, Evanstine estaba ahí también. Había sangre, mucha sangre en su camisa, una camisa sucia que Golzine le regaló, una camisa con la que intentó... y ni siquiera pudo contárselo a Ash. Pero los ojos del dominante se han enfocado en Eiji, leyendo su horror y sabe que le está rompiendo todo el corazón por esto.

Lo siento por lastimarte.

No me tengas miedo.

Perdón.

—Lo recuperaremos. —Entonces le promete, plantándose firme frente al chino—. Lo traeremos otra vez de vuelta.

—¿Cómo?

—Yue te pudo recuperar incluso cuando estabas drogado ¿verdad?

—Sí pero...

—Confío en que Ash es mi pareja destinada. —Brama—. Haremos lo mismo. —Shorter ríe incrédulo, extendiendo una mano para revolverle el desastre esponjado que tiene de cabello, aun si sobresalta sus sentidos al inicio, permite que lo toque con gentileza.

—Vaya que tienes pelotas, a veces olvido lo terco que eres. —Bufa—. Entonces lo dejo a tu cuidado.

Corren de regreso con Yut-Lung, Max les indicó (de mala gana y a tirabuzón) el lugar dónde Aslan se encerró, es un carnaval de crueldad, Yue le pide que no mire, que será demasiado fuerte para tolerar y que apriete su mano para continuar a ciegas pero la masacre es grotesca, algunos de esos hombres aun siguen agonizando y arrastrándose como zombis por los pasillos, la sangre se ha pegoteado bajo sus zapatillas volviéndole difícil seguir, el revólver le pesa en la cintura, ese olor a muerte...maldición.

Tú y yo vivimos en mundos diferentes.

Pero se permitió revolcar en puras fantasías y ahora debe aceptar lo mierdosa que es la realidad, no se admite procesarlo o acercarse demasiado y cuando efectivamente llegan al lugar no solo se hallan con una masacre aún peor sino que Griffin se encuentra congelado bajo el poder de algún comando que además le impide ver lo que ocurre completamente en la habitación, está de rodillas y es como si se las hubieran fijado en clavos al piso mientras trata de vociferar pero es vano. Posiblemente Ash reconoció su voz y le ordenó mantener silencio.

Griffin siempre ha sido una debilidad para Aslan. Pero Aslan está muerto. No. No puede pensar esto.

—No te defiendes nada mal.

Blanca.

Blanca está peleando con Ash.

Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash. Ash.

Pero Ash...

Su mirada impresiona totalmente vacía, enrabiada, sus ojos verdes se encuentran empañados sobre una capa de rencor e impotencia que Eiji jamás ha vislumbrado, ve a un asesino, tiene las ropas rojas a causa de la sangre, pero también piensa en un niño de ocho años con una pistola todavía y gimotea por dentro. Porque esto es injusto. Esto es malditamente sádico. ¿Qué clase de Dios permitiría esto? Pero para Aslan Dios ha muerto desde que su entrenador lo violó y Eiji lo siente ante su propia carne. Para. Esto te duele. Esto te está lastimando. Estás haciéndote mierda el corazón. Alto. ¡Ya basta!

—¡Ash!

El nombrado no responde, está demasiado enfocado en la pelea.

—No interfieran todavía. —Blanca les ordena.

Obedecen, quedándose al margen.

Ash está lastimado, está muy lastimado.

Eiji quiere curarlo.

No es más su-Ash. Este es un desconocido. No lo reconoce. Ojos. Ojos fríos. Ojos como los de Shorter cuando intentó matarlo. Ojos como los de Evanstine al torturarlo. Ojos huecos. Ojos muertos como...

—¡Joder!

El sonido de los golpes fractura su tren de pensamientos cuando Ash se abalanza hacia Blanca igual que un depredador hambriento, hay sangre goteando en el suelo, teme que sea de Aslan, Griff chilla, tiene la boca cerrada y no se le comprende nada, apunta con los ojos a otra dirección, el cadáver de Dino Golzine pende junto al de Evanstine y la imagen es tan sangrienta que incluso Yut-Lung necesita sujetar las arcadas. No lo logra. Vomita. Es abominable. Cruel. Sádico. Su Aslan jamás. Pero su Aslan ya no está más. Lo perdió. Lo perdió para siempre. Griff sigue apuntando aún más. Concéntrate, Eiji.

—Esos parecen ser mis hermanos. —Musita finalmente en shock. La pelea continúa, escuchan todos los golpes de fondo. Le duele el corazón. Le duele mucho el corazón. Y le duele aun más cuando Yue lo mira con seriedad para decirle:—. No creo que haya un punto de retorno para Ash.

—¡No digas eso! —Ve que Griffin quiere gritarle lo mismo incluso si su boca impresiona zurcida por un hilo invisible—. Debe seguir ahí dentro, lo sé.

—No seas ingenuo.

—¡No soy ingenuo!

Puede que te termine gustando demasiado ejercerle dolor a los demás y sino aprendes a controlarlo podrías terminar lastimando a Eiji de verdad.

Se lo advirtió del inicio.

—¿Qué tan seguro estás de eso?

—¿Qué?

—¿Estás dispuesto a arriesgar tu misma vida por Lynx?

—Sí. —No duda un segundo—. Le confío mi alma, mi cuerpo, mi corazón y mi propia vida sin chistar.

—Bien. —Yut-Lung lo mira repleto de preocupación—. Necesito que lo distraigas si Blanca fracasa.

Blanca.

¡La pelea!

—Lo tengo bajo control, no se preocupen. —Y tal como si hubiera leído sus pensamientos les sonríe.

Blanca le estampa un puñetazo en la mejilla que logra que Ash retroceda, aprieta la mandíbula antes de lanzarle una mirada de odio absoluto con un gruñido gutural. Escupe sangre. Tengo miedo de mí mismo, no sé cuánta sangre hay entre mis manos. Ash corre cegado por el instinto, eleva una de sus piernas, impresiona adolorido y muy lastimado, va a pegarle a Blanca justo en el oído para noquearlo pero fracasa y es Blanca quién con un simple codazo le quita todo el aire de los pulmones, dejándolo en el piso, jadeando, agonizando. Así que esta es la verdadera diferencia con un profesional, los tres sumisos suspiran aliviados al haberse preocupado en vano, nunca debieron subestimar a Blanca, no por nada fue el maestro de Ash. Están a salvo. Finalmente puede reducir a Ash para que deshaga los comandos y ver cómo recuperarlo. Debe haber una manera.

—Si hubiera ido por tu corazón ya estarías muerto. —Blanca se le acerca para terminarlo de someter y quizás llevarlo al laboratorio o ir por ayuda médica, está a punto de inmovilizarlo cuando...

—Abajo. —Blanca se congela—. Ya me aburrí de tus malditos juegos, anciano.

Ash usa su voz de dominante. Es violenta. Imponente. Cruel. Te obliga a obedecer independiente de la presencia de género secundario o no. Están jodidos.

Nadie respira.

Nadie se mueve.

Ash ríe.

JA. JA. JA.

Se levanta, reacomodándose los huesos de un tirón, sus ojos, esos ojitos verdes, del verde más verde del mundo, un verde jade, un verde Aslan. Ya no están. En su lugar, ve una mirada repleta de codicia, rabia y sed de poder. Es similar a Golzine. Ese dominante es peligroso, le advierte la voz en su cabeza. Corre. Corre. ¡Corre! Pero es Blanca quién se encuentra clavado al piso a punto de recibir la descarga rabiosa de Aslan. Va a matarlo. Basta con que Blanca quede congelado un par de segundos para que observen su verdadera naturaleza, ni siquiera necesita un arma sino que estampa un puñetazo luego de otro y otro y otro contra el rostro de Blanca. Hay sangre. Hay gritos. Hay moretones. Hay heridas. Hay huesos quebrados. Es una tortura y lo peor, es que hay una sonrisa en el rostro de Ash mientras la ejerce. La saborea. ¿Quién diablos es ese desconocido?

No sé cuánta sangre hay en mis manos, no siento nada, nada de nada.

—¡Ash! —Un disparo resuena en el aire, Eiji baja el revólver, es una bala de advertencia pero resulta lo suficientemente llamativa como para captar la atención del dominante, logra que suelte a Blanca antes de que lo mate, lo deja tirado y mal herido. Mierda. Esto es peligroso. Es real—. ¡Sí! ¡Te estoy hablando a ti, cabeza de Holden!

Corre. Corre. Corre.

Él es peligroso.

Ve con tu dominante. Sing es seguro. Sing es bueno. Sing te protegerá. Él es peligroso. Sálvate. Huye.

Entonces su cuerpo parece llamar aún más a Sing y eso a su vez, hace que Aslan gruña por el olor de otro dominante encima, debe recordar en algún punto que eligió a Eiji como suyo y debe enfermarle que apeste al policía.

—¡Sino te gusta ven por mí y quítame el collar!

Ni siquiera alcanza a correr.

Lo siguiente pasa en cámara lenta. Ash se le tira arriba. Duele. Algo punza en su hombro. Lo muerde. Lo está mordiendo en el cuello para arrancarle el collar. Falla. Eiji grita. Ha caído completamente en el suelo. Ash está encima. Su camisa está pegada y hecha jirones. Grita. Grita. Grita para detenerlo. Pero Ash no para. Se parece a Evanstine cuando lo torturaba. A todos esos hombres malos. Lo ve tal como un objeto. Ash no es diferente. Tiene miedo. Su mano tiembla. Su cuerpo está lacerado. Duele. Le tiran el collar. Pierde sangre. Un zumbido comienza en sus orejas. Está entumecido. El dolor pega en ciclos. Igual que con las torturas de su jefe. Ja. Al final todos los dominantes son iguales. Aslan no fue la excepción. Le arranca el collar. Le muerde la nuca. Duele. Sangra. Su sangre cae en chorros en su cabeza. Está tibia. Pegajosa. Arde. Para. Para. ¡Ya! ¡No quiero más! ¡AAAAAH! Me vas a destrozar.

—¡Ash! —Grita desesperado—. ¡Me duele! ¡Basta! —Pero la mirada ida de esos ojos lo paraliza, casi puede escucharlo marcándolo como suyo, viéndolo como un objeto.

Grita.

Grita. Grita. Grita.

Duele.

Le quema, es un dolor insoportable, como si sus dientes se incrustaran y quisieran sacarle un pedazo de carne, dijo que confiaba en Ash con su vida. Lo hace. Lo hace. Aprieta los puños. Se retuerce. Pide ayuda. Llora. Las lágrimas caen y lo empapan todo. Se siente mal. Esto se siente jodidamente terrible pero no puede escapar. Es un conejo siendo masacrado por las fauces de un lince. Griff observa todo horrorizado. Yue. ¿Dónde está Yue? Su arma, ni siquiera puede defenderse, la perdió. Blanca podría. Pero Blanca está malherido y es aun peor. Va a matarlo. Va a matarlo y le arrancará el cuello con un solo tirón. ¿Sing habrá sentido algo de esto? Acababan de arreglarse y...Pero Sing puede conseguirse a otro sumiso así que supone que está bien.

—¡Ash! ¡Por favor!

Muerde más hondo.

—¡Basta! —Ni siquiera tiene voz para luchar, se limita a hacerse un ovillo tembloroso y a sollozar.

El dominante es peligroso. Es peligroso. Es peligroso. Es peligroso. Es peligroso. Duele. Arde. ¡Ayuda!

—Ya basta. —Solloza con la voz rota, sin poder luchar más—. Me duele mucho, me estás lastimando.

Está muerto de miedo, las lágrimas no dejan de correr, siente la pérdida de sangre adormecerlo y ni siquiera pudo arreglárselas con Ibe, va a morir bajo las garras de este depredador, no queda más de su dulce Aslan ahí dentro, probablemente Ash nunca lo amó si lo veía como un grotesco objeto ¿qué clase de enfermizo amor sería si lo lastima? Ja. Ash nunca lo amó o lo vio como ser humano sino que todo esto fue una mierda idealizada. Ash nunca lo amó. Nunca. Nunca. Nunca.

¿Nunca?

Voy a entregarme y te dejarán ir, los convenceré.

No sabía que los seres humanos podían volar.

Salvaste mi vida, esa fue la primera vez que alguien me ayudó sin pedir nada a cambio.

Quédate a mi lado, no tiene que ser para siempre, aunque sea solo por ahora.

Nunca te apartes de mi lado.

Te amo.

—Aslan. —Algo se estremece en el nombrado cuando Eiji logra recobrar la calma—. Aslan. —Repite.

El nombrado le clava una mirada fría y tajante, Eiji lo arrulla de los mofletes, cuesta respirar, su nuca sangra, el collar está lejos, nada lo protege, pero no es como si lo necesitara más.

Todo está bien.

Ash sigue ahí.

A salvo.

Vivo.

—Te lo dije, te prometí que iría directo a la mansión de Dino sino volvías. —Eiji extiende sus manos, está temblando por el miedo, no es voluntario ni deseable, pero apesta a terror, algo se rompe entre los ojos de Ash cuando le dice:—. Porque no volviste y necesito que vuelvas, siempre regresamos el uno al otro sin importar las circunstancias y necesito que regreses a mí ahora, por favor no me dejes.

—E-Eiji. —Una lágrima solitaria rueda por la mejilla del lince y está ahí. Sigue ahí. Su americano tonto que lee las peores novelas del mundo, da los mejores abrazos y es el alma más hermosa que podría haber conocido en su vida sigue ahí dentro y pidiéndole a grito ser encontrada, Eiji debe encontrarlo, siempre lo encuentra y no será la maldita excepción.

—Eso es, buen chico. —Sus frentes se juntan progresivamente y deja ir sus pensamientos intrusivos, no se martiriza, no hay tiempo para eso, Aslan está acá y necesita ayuda—. Vuelve a mí, cariño. Acá estoy, te amo y acá seguiré pase lo que pase, te lo prometí. No tengas miedo.

—N-No llores. —¿Cuándo empezó a llorar? Ríe, incluso en este estado te preocupas por mí, perdón, no debí haber dudado, me asusté, me asusté mucho pero ya volví—. E-Eiji...

—Así es, soy yo, cariño.

—¿E-Eiji...?

—Eiji, soy tu Eiji y estoy aquí. —Lo abraza y Ash se estremece porque odia que lo toquen y ese toque es agradable, es como si su cuerpo flotara y hormigueara por la electricidad, el roce resulta cálido, tranquilo y devoto—. Estoy aquí, estás a salvo. —El sumiso enreda sus dedos bajo sus cabellos rubios y lo arrulla tal como si tarareara una canción de cuna.

Ash casi no procesa las palabras o lo qué ocurre, está demasiado lejos, demasiado perdido para que lleguen a sus oídos. Pero hay cabello oscuro. Y ojos aún más oscuros. La oscuridad solía darle miedo. Su papá le hizo una calabaza de Jack y alguien se burló cuando le contó esa historia. Son ojos cálidos. Dulces. Están llorando. Ash los conoce. Ash mataría por ellos. Ash moriría por ellos. Peor. Ash viviría por ellos. Debe volver. Debe controlarse. Debe protegerlo. ¿A quién debe proteger? Ah, claro.

Eiji.

Eiji es seguro.

Eiji es bueno. Eiji lo ama.

Y Ash lo ama tanto.

—No estás solo, Ash. —Entonces le dice—. Estoy a tu lado.

No de nuevo.

No lo hagas.

No lo digas.

—Mi alma siempre estará contigo.

Y Aslan llora y llora, no puede dejar de llorar.

Llora sintiéndose vulnerable como un niño, sale de esa maldita carcasa congelada, no es un leopardo en sus brazos gentiles, de repente, tiene que pasarlo todo de golpe sin anestesia para poder regresar a su lado. Eiji. Tiene que volver con Eiji. Así que se la aguanta y lo pasa todo otra vez. Tiene seis años, Griff, la única persona que lo ha protegido en su vida, se enlista en Irak. Tiene siete años, Barba Azul, su persona de confianza, lo acaba de violar, Dios sabe que no será la primera vez, Jim lo culpa y dice que es una putita que se lo buscó, la policía se burla, Aslan muere en la cabaña del entrenador. Tiene ocho años y Ash nace al matar a su entrenador, deja Cape Cod, no regresa jamás. Diez y lo atan a un collar. Once y lo venden en burdeles. Griffin. Griff está vivo. No lo reconoce. Su cerebro está podrido por una droga de Irak. Banana Fish. Banana Fish. Necesita dinero para el tratamiento. Así que vende su cuerpo aún más.

Duele.

Hay muchos hombres malos que lo lastiman.

Catorce, conoce a Blanca y lo hace un asesino, pero lo protege de Marvin, Marvin lo solía violar tanto y es un alivio quitárselo de encima. Va a la correccional, Shorter, Shorter es su primer amigo genuino al que más tarde casi intenta matar. Le gusta por primera vez una chica. Una bala atraviesa su frente. Duele. Su vida duele demasiado. Dieciocho y Dino lo trata como esposa. Diecinueve, vive por rencor, porque quiere venganza, nada tiene sentido, todo está podrido. Veintiuno y va a sabotear a Dino en sus burdeles de sumisos. Va a salvar a los otros sumisos de Dino. Veintiuno. «Aslan Jade Callenreese, perdido». Plic. Plic. Plic. Griff lo busca. Está muerto. Está en una misión con la pandilla. Shorter está a su lado. Es un sumiso todavía. Ve a su objetivo en la barra del bar. Sonríe. Será pan comido. Camina y se vende. Toma dos vasos de alcohol. Se le acerca y...

Es precioso.

Es tal como Shorter se lo describió, sin duda es bajo y extranjero, japonés sería su apuesta, posee el cabello negro y jodidamente esponjado, pero no la clase de esponjado desordenado con friz, sino la clase de esponjado que lo hace querer pasear los dedos por ahí, su piel se encuentra empapada bajo las luces de neón y aun así, luce atractivamente bronceada, hay un rubor adorable entre sus mejillas, Ash apuesta que es el alcohol y eso lo deja suspirando. Es precioso sin duda, no le es raro que Golzine haya querido reclutarlo para sus burdeles con engaños. Pero hay algo más además del aura angelical y etérea que emana, hay una sensación visceral reventándose en su pecho e hirviendo en su cabeza, son sus ojos. Sí, son grandes y oscuros y lucen tan amables que podría llorar. Es el chico más precioso que debe existir en la faz de la tierra.

Eiji.

El maldito Eiji Okumura.

Su chico valiente.

Y luego de Eiji vino Max, y luego de Max vino Griffin otra vez y Yut-Lung, y confió en la pandilla como iguales y conoció su verdadera naturaleza, amó, sonrió, y vivió por primera vez luego de Barba Azul, fue a Cape Cod, habló con Aslan, perdonó a Ash. Mató a Dino. Es un asesino. Casi hiere a sus amigos. Pero los alcanzó a salvar. Griffin. Mierda. Que Griffin no haya visto...lastimó a muchas personas. Esta mansión es un cementerio sangriento. Ash está herido. Está llorando. Hirió a Eiji también.

—Todo está bien, amor. Estás conmigo, estás conmigo otra vez.

—Lo siento, lo siento tanto, no quería... —Ash toca horrorizado la nuca sangrante de Eiji, el collar se hizo añicos de tanto tirarlo—. Eiji. —El horror por haberlo lastimado es tan grande, se siente a morir.

—Estás a salvo. —La sinceridad en sus palabras es abrumadora—. Qué alivio, eso es todo lo que me importa.

¿Por qué?

Están llorando. Es un asesino. Mató a Dino Golzine. Evanstine. Al clan Lee. Hay sangre en sus manos. No sabe cuánta sangre hay en sus manos. Se tiene miedo a sí mismo. No siente nada. Nada de nada. Su instinto se descontroló. Ash está más que destrozado.

—Te amo. —Pero Eiji le musita palabras de amor con una voz suave y amable, mirándolo como sino fuera un monstruo, sino como si realmente viera lo herido que está—. Te amo, esto no cambia nada.

—Lo siento. —Eiji ríe.

—Yo igual.

Pero a pesar de todo...Eiji está bien.

Porque Eiji, Dios, Eiji todavía conserva amabilidad en sus ojitos de gacela y hay ternura en sus manos, a pesar de llorar le sonríe y su sonrisa es brillante, mierda, sus hoyuelos son preciosos en sus mejillas, Ash iría de ida y regreso al infierno por Eiji, haría lo que fuera con tal de mantenerlo a salvo, no tiene que ser suyo, puede odiarlo luego de esto, ni siquiera tiene que quedarse a su lado, no le debe nada después de todo, Ash nunca le pediría nada, no tiene que ser un «para siempre» puede ser un «solo por ahora». Simplemente aceptará agradecido lo que Eiji le anhele dar.

—Aslan, cariño. —Eiji lo llama en un suspiro, su voz es calma y gentil y eso lo mata—. Vamos a casa.

—No. —Le suplica en un gruñido, como si Eiji acabara de dispararle en el corazón con esas palabras, la ironía le da risa, porque si alguien está sangrando encima del suelo herido, sintiéndose frágil como un palillo es Eiji. Perdóname. No quería lastimarte. Yo no quería...

—Te amo. —Yo no quería hacerte daño—. Mi alma siempre estará contigo, Aslan. Te lo dije ¿verdad?

—Lo siento. —Entonces Ash rompe en llanto y cae sobre su pecho como un animalito herido—. Eiji. Eiji. Eiji. Eiji. Eiji.

Pero no puede continuar lamentándose.

Yut-Lung pincha en el cuello a Ash y cae inmovilizado.

—¿Qué...? —Eiji parpadea confundido, mirando una brillante aguja en la mano del sumiso.

—Lo paralicé a nivel muscular mientras vemos cómo ayudarlo a controlarse, pero tenía que bajar la guardia para que me pudiera acercar y clavársela.

—¡Yue! Estábamos teniendo progreso.

—¿Qué? —El chino resopla indignado—. ¿Realmente creíste que podría salvarlos el poder del amor? Esto no es crepúsculo y necesitamos soluciones reales. —El japonés jadea completamente ofendido, acunando a su amante contra el pecho—. ¿Griffin? ¿Puedes moverte?

—Ahora sí. —La mirada azulada del soldado se halla vidriosa, no tarda en correr para acunar al lince entre sus brazos también—. Oh, Aslan. Me paralizaste porque no querías que viera eso ¿verdad?

No responde.

Está bajo el efecto de la parálisis muscular y aun así, debe decírselo.

No le permitirá escapar otra vez.

—No te amo menos por eso, quiero que lo entiendas. —Griffin toma a su hermano contra su pecho como una mamá gallina lo haría con su polluelo—. Eres mi hermanito, te adoro, finalmente estamos a salvo gracias a ti, sobreviviste, hiciste un buen trabajo.

Griffin.

Lo siento por mostrarte eso.

No quería que supieras lo que era.

—Finalmente podemos empezar a construir una vida, gracias por ponernos a todos a salvo. Gracias por volver a nosotros, estoy muy orgulloso de ti. —Griffin está llorando, si Aslan pudiera moverse lo abrazaría con fuerza, porque debe aceptarlo, su hermano no se irá de su lado, es amado pese a todo lo ocurrido, es muy amado. ¿Cómo le dijo Eiji una vez?

No tengo intenciones de irme a ningún lado, así que acostúmbrate y lidia con eso.

Sí, básicamente le dicen: te amamos, mámatelo.

—Limpiemos este desastre. —Yut-Lung ordena—. Esto tomará tiempo.

Todo gracias a una aguja.

Es mucho para procesar.

Pero ciertamente Yut-Lung tiene razón, con Ash inconsciente no solo logran deshacer sus comandos sino que además le dan un merecido descanso que lo ayuda a recomponerse y recargarse de energía y tal como ocurrió con Shorter, toma tiempo ayudarlo a encontrar algo que inhiba el descontrol y le dé a fin de cuentas el poder de cambiar switch a voluntad, como siempre la trama depende del gran Yut-Lung y sus conocimientos sobre funciones prefrontales, química (entre otros) para al menos ser capaces de estabilizar a Ash. Por supuesto, necesitará toneladas de terapia (ojalá cognitiva) centrada en conductas de cambio y ni hablar de su PTSD, pero el tipejo está vivo y ni Eiji ni Grif parecen tener muchas ganas de dejarlo desistir.

Despertar impresiona ser lo más difícil, especialmente cuando Ash tiene que enfrentar cara a cara a su hermano mayor.

Pero si de algo sirvió lo ocurrido es que le da el coraje para confrontarlo en el hospital y contarle lo que ocurrió luego de que se marchara, le habla de la soledad, de la desesperanza, de Dino, las mafias y de cómo fue usado, pero también... le cuenta lo bueno, lo agradecido que está por la presencia de tantos seres amados, de cómo la existencia de Eiji le permitió abrirse a ser cuidado y querido, de sus planes de ir a Japón algún día y de tener un departamento cerca, le habla de sus anhelos para poseer una vida "normal", de cómo quiere ser el niño de las flores en su boda y llevarlo al altar, le habla de Max y de cómo Max incluso en prisión cuidó de él. De Shorter. De los chicos. Agradece que Ash Lynx esté muerto, Blanca lo ayuda a que lo dejen de buscar bajo una nueva identidad. Lo malo. Lo bueno. Lo feo. Todo.

Se lo cuenta absolutamente todo.

Griffin lo escucha con paciencia y aunque a veces la crudeza del relato lo descompone porque es su hermanito quién lo vivió, no lo interrumpe, no hace preguntas, no cuestiona, ni siquiera disimula lo mucho que le afecta puesto que también es vulnerable y es importante que Aslan lo sepa.

Al acabar, ambos se miran, Ash luce malditamente asustado y Griff casi puede ver el hilo catastrófico en su cabeza, pero no lo deja escalar, lo abraza, lo abraza como deseó hacerlo, lo abraza como si no se hubiera ido jamás de Cape Cod a Irak, lo abraza como lo abrazaba cuando ganaba un partido dado que era la estrella del equipo y ambos lloran.

—Te amo, Aslan. —Son las únicas tres palabras que necesita—. Y me siento orgulloso de lo valiente que eres para estar acá. —Pero como Griff es bueno... Griff, le da más.

Max también se une al abrazo.

Y también se une Shorter.

Y los chicos.

E incluso Yut-Lung.

Mierda, Ash es querido.

Realmente es muy querido.

—¿Puedo tener un momento a solas con él? —Entonces Eiji irrumpe como un ángel en la habitación mientras se recupera, hay felicidad entumecida en su interior mezclada con ansiedad, su nuca está vendada y eso lo hace tragar duro. Culpa. Se siente culpable por morderlo.

—Lo siento. —Dice por inercia, los han dejado a solas y hay un dolor ardiente en su corazón, nunca quiso lastimar a Eiji, le es imperdonable.

—Me hiciste libre. —Pero Eiji entonces dice—. Desde que me mordiste...no soy susceptible a ningún comando, creo que rompiste mi vínculo con Sing al imponerte.

—Perdón.

—No, cariño. —Eiji es gentil y se sienta enfrente de la cama, lo toca con amor y con tanto amor que apenas puede mantenerse firme sin quebrarse—. Es lo que quería.

—Pero... —Ash aprieta los puños entre las sábanas—. ¿Qué tal si te até a mí? ¿Qué tal si yo...?

—Tú nunca cortarías mi libertad. —Proclama—. Sé que fueron momentos espantosos pero creo que aun cegado por el instinto querías liberarme y si se llega a dar el caso de que eres mi dominante. —El moreno le acaricia un mechón detrás de la oreja y el toque es lindo, es curioso, Ash siempre creyó que el tacto estaba jodido para él, tuvo que entrenarse para desconectarse y así ser tocado sin sentir aversión, convirtió su cuerpo en un arma—. Sé que tampoco me atarías a ti.

—Nunca. —¿Entonces por qué se siente tan bien que Eiji lo toque? Si está efectivamente arruinado no debería gustarle tanto, pero le encanta y es casi como si flotara en su calidez, como si se ahogara en los dulces toques de su amante—. Puedes dejarme si tú, ¡auch! —El hijo de puta le pega—. ¡Estoy en recuperación! No me pegues.

—Pues entonces no digas tonterías. —Rebate—. Al diablo esto de ser de mundos diferentes, no me importa, todo lo que me importa es que estás acá, vivo, a mi lado, punto. —Esa determinación que arde en sus pupilas lo remonta a la vez que lo vio saltar.

—No te puedo hacer cambiar de parecer, ¿no es así? —Ash ríe suavemente, permitiendo que Eiji lo mime y se siente como si hubiera dejado su vieja piel para estar finalmente limpio, no, mejor dicho, para ser finalmente suyo otra vez, su corazón palpita con ferocidad cuando Eiji junta sus frentes y lo sostiene con gentileza.

—Dije para siempre. —Musita, Ash lo acuna entre sus brazos de vuelta, sus palmas al inicio tantean con inseguridad, pero poco a poco se acomodan alrededor de la cintura de Eiji y quema, está cálido, realmente calentito y eso lo hace sonreír, apoya su mentón en el hueco entre su hombro y su cuello, en su hogar, se hunde acá, ama acá, está a salvo acá.

—Para siempre. —Repite sintiendo a Eiji en cada fibra de su ser, su cabello de pluma de pájaro bebé le hace cosquillas contra la nariz.

—Te amo. —El japonés se lo susurra y su voz es tan abierta, tan sincera que no le cabe ninguna duda más—. Te amo y me quedaré a tu lado.

Gracias.

Te amo tanto.

Cuando queda a solas otra vez en el hospital agarra un trozo de papel y uno de los bolígrafos de Max que tienen el logo del New York Times, presiona la punta contra la hoja manchada, toma una calada de aire y empieza.

[Querido Aslan Jade:

Esté último tiempo ha sido realmente jodido y creo que estoy jodido también, pero... creo que estoy menos jodido que antes y que podría cuidar de ti, que finalmente puedo cuidarte.

A veces me sentía como si yo también te hubiera dejado en el sótano del entrenador ¿sabes? Porque era duro hacerse cargo de ti, lo siento por olvidarte, lo siento por enterrarte, lo siento si te hice creer que eras poco querido. Eres querido. Muy querido. Eres amado, me cuesta amarte y siendo realistas creo que me costará mucho tiempo más, pero hey acá estoy, escribiendo esto luego de matar a Dino en una pérdida de control. Sobreviviendo. No más. No quiero seguir sobreviviendo, aun no merezco tener una vida normal, lo sé, pero espero algún día merecerla y... con esta carta regreso a Cape Cod, al sótano de Barba Azul, estoy regresando por ti para salvarte y abrazarte.

Eres querido.

Eres muy querido.

Y espero, Aslan, que a pesar de todo, tú también me puedas querer a mí.

Tal como Max dijo, esto ya no nos controla más, estoy orgulloso de ti, gracias por cuidarme, gracias por mantenerme a salvo, pero ahora, me toca cuidar de ti.

Hoy comienza nuestra vida.

Con cariño, tu yo un poco más jodido, pero que te recibe con los brazos abiertos].

Como saben, quedan temitas pendientes en la agenda sobretodo con Eiji y de eso pretendo que se trate el epilogo que posiblemente subiré el fin de semana y no será tan largo como esto, Dios, nunca escribí algo tan largo hasta este capítulo, estuve muchas noches sacandolo pero estoy contenta, así que eso, espero que esta historia les haya gustado. ¡Los quiero! Ahora, a escribir love struck porque necesito confort.

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