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28. Mechanism.

Hi~ Oficialmente siento que estoy haciendole luto a esta dinamica al editarle los toquecitos finales, todavía me queda y probablemente será así hasta el 31 pero se me hizo nada, realmente estoy muy agradecida por las personas que le dieron su apoyo y más considerando lo dificil que puede ser mantenerse al día con un fic, los amo mucho. Espero que les guste y recuerden las advertencias que puso mil veces y no las pondré de nuevo ya.

Ash es un experto en sus mecanismos defensivos y los ha normalizado desde que le despojaron toda inocencia en Cape Cod volviéndolos incluso sus mejores amigos durante su infancia. La mente puede ser compleja en ciertas maneras y muy simple en otras, por ejemplo: el abuso sexual infantil disfruta de ambas perspectivas. Como el cerebro no se encuentra listo para procesar tan garrafal trauma esa mente se fragmenta hasta separar la experiencia, es inconcebible que el mismo sujeto que me ama me lastime y por ende aparecen como entes diferentes en el relato. A eso se le llama "parcialización" y tiende a manifestarse en algo totalmente bueno (idealización) o malo (devaluación), la falta de esa integración sumado a la disociación es un combo para el politraumatismo, un clásico.

Pero a Aslan esas defensas no le sirvieron de nada, jamás logró parcializar bien porque aun si en casi todas las dinámicas de abuso existe un juego de seducción dónde el pedófilo hace que su víctima se sienta amada en cierta medida (para que tema irse y perder susodicho "cariño") Ash nunca se sintió de esa manera luego de las reacciones de Jim y los policías. La próxima vez que te quiera tocar déjalo, pero cóbrale al menos. ¿Qué me miras así? Tú lo sedujiste, putita. Desde ahí no se permitió concebir el pensamiento de que alguien podría quererlo aun si fuera un pederasta, ni su entrenador, ni Dino, ni Froggy, ni Marvin ni ningún otro sujeto que lo arrendara y cuyo nombre ha olvidado, esto lo incitó a buscar otras defensas: el humor y las barreras fueron las principales. No es que Ash adore burlarse de sus propias violaciones o matanzas, pero así se sabe defender, lo mismo ocurre al ponerse muros, muros y muros alrededor.

Por eso le puso muros a Max. A Griffin. A Shorter. A la pandilla. Y a...

—Tus barreras no son tan altas como crees y tus espinas no son tan eficientes.

Eiji.

Su valiente Eiji.

El chico no-me-importa-que-tengas-muros-gigantes-usaré-mi-tubería-oxidada-para-volarlos-todos.

Eiji, Dios.

Inclusive lo hizo llorar y pensó que estaba bien, que sus defensas lo tenían preparado para cualquier cosa que viniera pero ni el humor, ni ninguna de sus cuatro espinas lo preparó para esto: finalmente, luego de unas semanas caóticas se encuentra frente a frente con Shorter Wong. No sabe qué decirle. Tiene mucho que decirle pero las palabras no brotan. Es un espiral de catástrofe con la voz que yace atrapada en su corazón. Hay tanto. Hay tanto que aclarar.

Lamento haberte arriesgado a esto.

Realmente no quería, no lo merecías.

Eres mi mejor amigo... eres mi...Lo siento mucho.

Shorter, mierda, si te hubiera perdido...

¿Seguimos siendo amigos?

—Ash. —El dominante sigue recostado ante la camilla, Aslan ha tenido la fortuna (sea buena o mala) de venir a ayudar y a vigilar sus avances justo mientras dormía y agradecía de sobremanera dichosa coincidencia, es demasiado fuerte tenerlo lúcido enfrente—. Hola.

—Shorter. —Mira hacia sus converse e intenta mitigar el escozor en sus propios ojos, arde—. Hola.

Ash mira a Shorter.

Shorter mira a Ash.

Duele.

Duele demasiado.

—Debería irme. —Entonces el lince entra en pánico ya que su cerebro escala involuntariamente así, Shorter debe odiarlo, ¿qué carajos hace aquí? Su mera presencia es un insulto.

—No. —Pero Shorter le extiende una mano—. Quédate.

Se sienta a su lado en la camilla, es la primera vez que se encuentra tan incómodo con su compañero, Shorter suele llenar los vacíos con chistes flojos u optimistas, sí...Shorter es optimista y aunque Aslan solía decir que era tonto esperar ciegamente que el resto fuera amigable Shorter animaba la tensión para sus amigos sin importar lo duro que era. Shorter nunca se rendía a pesar de su vida cruel ni por las adversidades se dejó menospreciar, sabía lo que valía y nunca creyó que el crimen fuera su única salida (de ahí su reticencia en cuidar a los niños de Chinatown), también era leal y la palabra "familia" realmente cobraba un peso disímil en su lengua, Ash estaba tan feliz de ser considerado parte aun si era una mera expresión llamarlo «bro». Shorter tiene una voluntad fuerte, no se rinde pase lo que pase y probablemente eso lo hace la persona apropiada para Yut-Lung Lee y para ser su mejor amigo al ser jodidamente catete.

Shorter es protector. Y amable. Y fiel. Y gracioso. Y usa la ropa más fea que jamás ha visto. Es valiente y fue el primero de la pandilla en ponerse perforaciones. Es de mente libre, jamás lo criticó a raíz de su sexualidad aunque las personas suelen tirar mierda sobre el abuso sexual y la libido. Es el segundo mejor tirador que existe en Nueva York. Es un experto en abrazos. Es fiel. Tan fiel que daría hasta su vida por sus amigos. Esa es la cuestión, ¿cierto? Si hubiera tenido que disparar Shorter no lo culparía.

Pero Ash se culpa. Ni siquiera disparó pero se culpa por arrastrarlo en esto. Se culpa por protegerlo mal, Shorter siempre lo protege tanto y él...dejó que lo inyectaran con Banana Fish y que Dino llevara su cuerpo herido a una mazmorra.

Perdón.

No merezco tu amistad.

Ay.

—Protegí a Eiji. —Es lo primero que dice Wong—. Lo protegí porque lo amas.

—Shorter. —El nombrado frunce el entrecejo con tanta violencia que los piercings de sus cejas caen hacia sus pestañas y se pierden en sus párpados.

—Lo formulé mal. —Empieza—. Protegí a Eiji porque es mi amigo y adoro al chico, además Yut-Lung me habría castrado si algo le pasaba. —Su mirada se suaviza, es extraño verlos sin esos lentes de sol viejos, sin embargo, le alegra hacerlo—. Siento responsabilidad de hermano mayor por Eiji, no cabe duda de eso, además es un sumiso y genera ese instinto en mí, pero más allá de protegerlo a raíz de la amistad que tenemos lo protegí porque sé lo mucho que lo amas, y me alegro por ti, Ash. Era hora de que amaras a alguien así de fuerte, ya estaba preocupado por tus pelotas poniéndose azules.

—Shorter. —El humor no aligera la tensión en el cuarto, al contrario, la empeora.

—Ash, yo... —Lo escucha tragar duro, el sonido del electrocardiograma inunda el cuarto junto al olor del antiséptico—. Veo lo mucho que lo amas y lo duro que habría sido perderlo, es algo así como un alma gemela ¿cierto? —Sí, pero también habría sido duro perderte a ti.

—Lo siento. —Es lo único que puede musitar.

—No es tu culpa.

—Yo te arrastré, Dino jamás habría intentado manipularte si no fuera por mí.

—Tal vez Dino no. —Shorter le da la razón y su voz suena como eco contra metal—. Pero me habría visto involucrado en un lío tarde o temprano, sabes que soy problemático y no me veo obedeciendo precisamente a los hermanos de Yue incluso si le debo lealtad a su clan.

—No es lo mismo. —Sube la voz—. No me quieras hacer sentir mejor.

—No te quiero hacer sentir mejor. —Shorter lo imita e impresiona cabreado—. Pero me desagrada que minimicen mi propia capacidad para meterme en problemas, no te des tanto crédito a ti mismo.

—Tú no te sobreestimes tanto. —Lo corrige—. No habrías terminado en un rollo de la mafia sin mí.

—Podría.

—No, no podrías.

—Claro que sí, soy genial, ¡mira mi calva!

—¡Shorter! —Gimotea hastiado, odiándose mentalmente por llenarse de personas tercas que no lo dejan morirse en paz y lo obligan a mejorar, hijos de puta todos.

—Y probablemente sino te hubiera tenido hubiera muerto de verdad.

—Podría haberte disparado.

—Te pedí que me dispararas.

Silencio otra vez.

Todavía recuerda con demasiada vividez el trauma. A Shorter saltándole encima a Eiji. Apretando su cuello con un collar. Un collar de otro dominante. Un collar de Sing. A Eiji temblando contra el suelo. La risa de Evanstine. Él gritando desesperado atado a las cadenas. Paren. Por favor, basta. Los ojos de Shorter completamente vacíos. No lo reconoció más. Igual que a Griffin. No vio al chico de cabello genial, al terrible cocinero, su segundo al mando, a quién le confió su vida y le confió su misma alma al dejarle a Eiji a cargo, quién lo defendió a los 14 al ni siquiera verse como humano. Shorter. Shorter. Shorter. Ash...No puedo más. Libérame. Duele demasiado...Gritó. Eiji lloró. Estuvo a punto de apretar el gatillo sino hubiera funcionado el comando.

Bang.

Se lo imagina perfectamente. Con Shorter quietecito. Con los ojos abiertos. Su boca goteando sangre todavía hacia la camisa de Eiji, con sus pupilas vacías mirándolo una última vez, desangrándose hacia el rostro estupefacto del sumiso. Con el corazón apagándose. Con una lágrima solitaria rodando por su mejilla. Porque Shorter está enamorado de la vida y Ash le habría quitado eso. Y eso lo come vivo.

—Ambos hicimos o habríamos hecho lo necesario. —Shorter le dice como si le estuviera leyendo la mente, como si todo su rostro tuviera escrito la angustia desbordante que le genera lo ocurrido bajo el techo de Dino—. Ya pasó, Ash. Salimos todos vivos y con las pruebas que necesitábamos.

—Lo sé. —Baja la cabeza pero no es suficiente porque aún sino apretó el gatillo siente que posee la sangre de su mejor amigo empapando sus manos, ja, ahora entiende a Griffin en ese sentido y toda la responsabilidad que se atribuye por lo sucedido en Cape Cod—. Pero no está bien.

—Ash.

—¿Cómo puedes mirarme la cara con tanta facilidad? Te habría matado. —Entonces Ash se hace un ovillo contra sus propios brazos, se protege la cara igual que hacía de niño y Papa lo castigaba si era una puta mala—. Dino los buscó porque quería una forma de hacerme daño y sabe que ustedes son importantes para mí y por eso deberías alejarte, no quiero que vuelvas a correr ese riesgo. —Un eco de animal herido escapa entre esas palabras, Wong se congela contra la camilla, puede ver el horror arremolinado en las pupilas pétreas de su amigo y no sabe qué hacer.

—Ash, de verdad está bien.

—Deberías odiarme.

—Ash. —Advierte.

—Yo me odio por lo que casi hago.

—¡Aslan! —Es la primera vez que lo llama por su nombre real, Shorter lo sostiene de los hombros al lidiar con un ataque de pánico, ve las lágrimas escurrir de los ojos verdes de su amigo, le duele, trata de calmarlo como recuerda que Eiji lo hace, manteniéndose firme en el abrazo aunque esto también lo mate, por poco mata a Eiji, ¡claro que quedó traumatizado! Y Ash... mierda, Ash hubiera quedado destrozado luego de eso, independiente de la decisión sigue siendo una pérdida—. Está bien.

—N-No lo está. —Su mirada se aprecia empañada por el pasado, como si siguiera atrapada en aquel bucle en dónde le pide que lo mate, no debió ser fácil, Wong no sabe si en papeles opuestos hubiera podido matar a Ash y seguir viviendo con la culpa—. Lo siento, lo siento mucho.

—Hey. —El chino lo sostiene de las mejillas—. Sé que odias que te toque pero si no te doy un abrazo ahora haré combustión espontánea.

—Así no funciona la combustión espontánea, idiota. —Al menos lo hizo reír, eso es bueno.

—Pues estoy calvo y mi cerebro está en recuperación así que perdona si mi IQ no está a la altura. —El lince resopla cual mocoso y es la primera vez en siglos que sus ojos realmente demuestran la edad que tienen y no décadas de muerte y experiencia—. ¿Puedo?

—Mientras no lo hagas raro. —Ash se trata de limpiar el llanto con las mangas de su camisa, es duro para él todavía mostrarse vulnerable y aprecia estos momentos. La atmósfera se siente más afable.

—No homo, bro.

—Tonto.

Entonces deja que lo abrace, Shorter lo sostiene con fuerza, siempre es peculiar mecer a Ash por la dualidad característica que tiene, se hace vulnerable entre sus brazos como si realmente el roce los hubiera transportado al pasado y estuviera protegiendo a un niño muy pequeño. Para nadie fue fácil esto, Shorter casi mata a Eiji y traiciona a Aslan, se siente de la misma forma ¡por supuesto! Aun así, sabe que esto no ha terminado y no se permite bajar la guardia, no se permite procesarlo porque si lo procesa en estos momentos se va a desarmar y así no salvará a nadie. Ni a Yue. Ni a Eiji. Ni a Aslan. Ni a los chicos de Chinatown. Nadia. Se hará cargo después.

—Lo siento mucho, lo siento, lo siento. —Ash se deshace en esta caricia y llora como un bebé, Wong no recuerda haberlo visto así de vulnerable jamás y de verdad debió estar horrorizado ante la simple idea de perderlo—. No quería, cuando todo esto empezó yo no quería...no debiste salir lastimado y nadie, no quería, perdón por ser un problema, yo...

—Ya, ya. —Shorter le golpea la espalda antes de que la catástrofe escale y funciona—. Estamos bien ahora, estamos a salvo. —El chino le mima los cabellos más cortos de la nuca, lo siente tiritar, tiritar y tiritar, huele como un dominante y supone que el switch le salvó el trasero a fin de cuentas—. Soy yo quien lamenta no haberlos protegido, debieron pasar cosas muy duras cuando los dejé.

—¡Estúpido cabeza de mármol! —Ash chilla—. Estaba asustado de perderlos.

—Ash...

—Eres mi mejor amigo y eres un dolor de culo la mayoría del tiempo pero me importas tanto. —Ash se encoge como un pequeño gato contra el pecho de su compañero y se permite sollozar, hunde su rostro contra esa fea bata de hospital y sonríe ante la peste del desodorante que jura puede seducir a Yut-Lung aunque probablemente le dé arcadas—. Te quiero.

—Ah, hiciste que mi corazón saltara. —Aslan se aparta con una sonrisa juguetona.

—Pensé que dijiste no homo.

—Tienes razón. —Se miran y ríen más relajados luego de la conversación—. Debió ser difícil para ti verme considerando lo ocurrido con Griffin.

—Lo fue. —Ash baja el mentón, constreñido—. Fue una pesadilla.

—Lo siento, si hubiera peleado un poco más. —Shorter tensa sus puños encima de la camilla—. Debí haber cuidado mejor a Eiji, ni siquiera he podido hablar bien con ustedes, soy el más experimentado, debería haberlos podido cuidar, son mi familia todos ustedes.

—Shorter. —Esta vez es Ash quien lo detiene—. Con mayor razón también te debemos cuidar.

—Yo... —El moreno baja la mirada, todavía hay una espina envenenada en su corazón que necesita arrancarse para poder avanzar—. Estoy avergonzado de mí mismo. —Y al final de esto se trata: todo gira en torno a la lealtad, Ash incluso siendo menor lo ha salvado no solo a él, sino a todos los chicos de la pandilla en innumerables ocasiones, eso lo convierte en un grandioso líder que aman seguir, a la vez, eso intensifica la sensación de impotencia por no haber hecho más—. Lo siento.

—Okey, este juego de disculpas no nos está llevando a ninguna parte. —Es una sensación semejante a cuando se conocieron y Wong prácticamente le dijo que debía dejarse violar, nunca se lo perdonó y más conociendo el trasfondo eventual de Ash—. Estamos bien. —Le promete, ambos son víctimas a su manera y aunque la culpa sigue enraizada ahí, no sacan nada acrecentándola—. Bro.

Bro. —Shorter ríe—. Ahora quédate un rato a mi lado, tenemos que ponernos al día.

Ash lo hace.

Es reconfortante poderse recostar al lado de Shorter aunque sea una mera fantasía de tranquilidad, le recuerda a sus raíces como pandilleros, cuando Dino trataba de mantenerle la correa corta y Aslan con mayor razón se rebelaba, Shorter siempre lo ayudó con esa tenue sensación de libertad, al igual que ocurre con Eiji, Ash sabe que es tonto e incluso ingenuo aferrarse porque la gente se muere con este estilo de vida, se le han muerto innumerables amigos y subordinados. Por ende debería ya estar predispuesto y preparado a perderlos, pero supone que para él era más lógico morirse primero. Una realidad donde se muere está bien, pero una realidad dónde Griff, Shorter o Eiji mueran...¿qué clase de Dios psicópata querría eso?

Personas buenas como Griff, Shorter y Eiji merecen vivir.

Y tal vez, Ash también merezca vivir más adelante.

Solo tal vez.

—¿Cómo está Eiji? —Shorter pronuncia el nombre con dificultad y reticencia, por supuesto se hace valiente y maduro pero en el fondo, está tan asustado como Aslan—. No lo he podido ver.

—Está bien. —El lince frunce el ceño inconscientemente, su espalda se relaja contra la camilla, existe algo reconfortante en tumbarse así junto al dominante, algo extraordinariamente familiar a sus días de "estudiantes" (o al menos, la edad dónde deberían estar estudiando)—. Está más apegado a Sing.

—Te molesta ese dominante.

—No. —Miente.

—Puff. —Es un terrible mentiroso cuando se trata del sumiso—. Por favor, se te nota en toda la cara el desagrado, amigo, también estás hablando con un dominante, sé lo posesivos que podemos ser.

—No me gusta eso. —Gimotea, llevándose el antebrazo derecho hacia la cara, presionándolo contra sus párpados y hundiéndose en el momento—. No quiero ser eso con Eiji.

—¿Qué tendría de malo?

—¿Eso no me haría igual a...? —No puede terminar la pregunta al recordar la conversación con Max.

—No lo haría. —Pero tampoco hace falta para que el chino la comprenda—. ¿Quieres el consejo de alguien que tiene más experiencia?

—No creo que puedas tener más experiencia que yo. —Ríe y se arrepiente al instante de esos putos mecanismos defensivos apenas se encuentra con la mirada lastimada de Shorter, a diferencia de Eiji y su lengua suelta, su mejor amigo impresiona caminar sobre un campo minado cuando hablan esto, le duele—. Lo siento.

—No. —Shorter enfoca su atención hacia el electrocardiograma—. Yo no quise insinuar eso.

—No lo hiciste. —¿Por qué te estás disculpando? Yo te tiré mis traumas a la cara—. ¿Y bien?

—¿Y bien qué? —Shorter se siente rígido debajo de las sábanas.

—Todavía quiero el consejo. —Pero su rostro no demora en iluminarse al pedirle ese reparo porque en el fondo, es todo un hermano protector.

—Pongan una palabra de seguridad, es básico en las dinámicas entre dominantes y sumisos. —¿Lo es? Ash nunca tuvo una palabra de seguridad, seguían y seguían sin importar cuánto suplicara, pero al menos tiene el tino suficiente para no lanzar una broma de eso—. Tú instintivamente responderás y así no te dará miedo perder el control. —Entorna las pupilas en blanco y se fuerza a enderezarse.

—¿Cómo sabes que me da miedo perder el control?

—Eres un dominante neófito y Eiji es un sumiso marcado, no tengo que ser un genio para sumar dos más dos, Ash. —El aludido gira los ojos con pereza solo para desacreditarlo.

—Sí, pues eso no te quita lo calvo. —Exclama con sus 200 puntos de IQ—. Cabeza de melón.

—Ash. —Advierte.

—Y eres un pajero, te irás al infierno sino te alejas de las tarjetas de navidad ¿sabes?

—¡¿Qué diablos tiene que ver eso?!

—Nada, solo quería hacerte enfadar. —Shorter refunfuña y cruza los brazos amurrado contra la bata de papel, a pesar de ser un dominante empapado en desodorante barato y apestoso (y del tipo que tiene los peores comerciales con hombres moviendo pectorales y gritándose frente al espejo) existe un olor mucho peor cosquilleando bajo la nariz del lince—. Apestas a Yut-Lung.

—Ah, sí. —Sus mejillas de repente se ponen rojas y eso es algo serio, Shorter nunca se toma en serio ninguno de sus ligues, la gente se muere en este mundo y es mejor no estar apegado a nadie—. Yue ha pasado mucho tiempo conmigo, es mi pareja destinada. —Aun le da arcadas oírlo y sin embargo, intentará ser amable, es más benevolente que esa víbora y lo demostrará—. Me gusta tanto.

—¿Con qué diablos te envenenó?, ¿estás seguro de que te dio el antídoto y no otra cosa?

—¡Ash!

—¿Qué? Solo me debía asegurar. —Shorter lo golpea en el hombro genuinamente ofendido.

—Yue es grandioso aunque no lo creas.

—Pues no lo creeré. —Espeta—. Además, siendo franco, ¿qué le viste?

—La flor más hermosa es la que crece en la adversidad. —Entonces dice como si fuera un poeta.

—Ajá.

—¿Qué? ¿Nunca viste Mulán? —Y claro que le robó la cita a una película infantil—. Además ¿no has visto lo despampanante que es ese hombre? Mierda, le llevo tirando indirectas desde prisión.

—Eres un calenturiento.

—Soy un fuckstay igual que tú. —Ahora es Ash quién le golpea el hombro, divertido—. Nos queda.

—No nos queda para nada.

—Te extrañé, amigo. —Y aunque no ha pasado mucho tiempo desde lo sucedido en la mansión.

—Yo también. —No se siente de esa manera.

Te extrañé y me alegra que estés vivo, idiota.

Se siente más ligero cuando regresa a su guarida, a juzgar por las luces prendidas y el humeante olor a café recién hecho puede apostar que Eiji llegó hace poco, la charla con Wong resuena en su cabeza apenas percibe el dulce resqueme del sumiso siendo opacado por la pesada esencia de Sing y eso le aprieta demasiado el corazón, sí, claro, Aslan comprende que un vínculo funciona con un mecanismo similar a las drogas en cuestión de tolerancia y abstinencia, Eiji necesita de Sing y viceversa pero eso no lo hace menos doloroso ¿verdad?

—¿Ash? —Aunque el enojo se derrite en su estómago apenas escucha la voz del japonés, hoy suelta su nombre con una vocal un poco más saltada que de costumbre haciéndolo sonar como estornudo de verdad «Ashuu», es tan lindo—. ¿Eres tú? —El policía se incorpora a la sala y es un problema.

—Sí. —El moreno tiene dos tazas de café entre las manos pero ese no es el problema—. Eiji... —Ash traga duro, retrocediendo hacia la puerta, el shock de mirarlo ha sido demasiado y no cree ser capaz de disimularlo con su instinto a flor de piel, mierda—. ¿Por qué estás vistiendo eso? —Es tu sumiso, es tu sumiso, es tu sumiso, suena la voz en su cabeza.

—¿Qué cosa? —El japonés mira hacia abajo con el ceño tenso y confundido—. Es solo mi uniforme.

—¿Por qué lo vistes?

—Tuve que ir a hacer trámites a la estación antes de oficializar mi renuncia y esperaba que me dieras una camiseta para no tener que andar cargando un bolso.

—Sí. —Balbucea, recibiendo el café—. Puedo hacer eso.

—Te ves raro.

—No, estoy bien.

—¿Acaso es peligroso que lo use? —Ash niega—. ¿Entonces cuál es el problema?

El problema es que Eiji luce malditamente sexy en su uniforme, Ash trató de apartar el pensamiento durante su estadía en la cárcel al estar en modo supervivencia y tener los sentimientos superpuestos pero ahora las cosas son diferentes, ahora sabe que se corresponden y se permite aceptar la química que hay entre ellos dos. Y diablos, la chaqueta azulada enmarca con una pecaminosa exactitud cada una de sus curvas volviendo especialmente tentadora su cintura y el pantalón, Dios, resalta tanto su trasero como sus piernas de atleta, sumándole sus ojos de cervatillo perdido en el bosque no puede ser posible resistir a semejante obscenidad dulce.

—Siempre te has visto tan sexy en ese uniforme. —Y ni siquiera logra disimular lo mucho que babea.

—¿Si? —Aunque Eiji se sonroja levemente le sigue el juego—. Pues a ti no te quedaba mal ese mono naranja.

—Todavía lo conservo. —Suelta el pensamiento y ve a dónde va—. Podríamos... —Francamente Ash no sabe de dónde apareció semejante audacia: por el olor de Sing encima o la charla con Shorter.

—¿Podríamos? —Eiji inclina la cabeza y es tan lindo que quiere llorar.

—Podríamos intentar algo así como un juego de roles.

—Oh. —El sonrojo que enciende sus regordetas mejillas es precioso, Aslan se le acerca, deja de lado las tazas para tomarlo del mentón—. ¿Quieres volverlo a intentar? Ya sabes, sexo.

—Dijiste que te gustó la primera vez.

—Es verdad. —No es vacilación lo que chispea en los ojos del sumiso, es otra cosa—. Sería agradable poder recibir los cuidados apropiados luego de hacerlo y no que salgas disparado de la cama.

—Lo sé. —Suspira recordando con melancolía esa noche en el club—. Podríamos poner una palabra de seguridad.

—¡Ah! He escuchado de eso. —Okey, Eiji se mira mucho más emocionado e incluso travieso con esa idea—. Es algo para mantenernos comunicados en relación a los límites.

—Exacto. —Y Eiji se restriega en su palma satisfecho por el halago, Ash tiene ganas de halagarlo aun más—. Iremos lento, no haré nada muy doloroso, todavía nos estamos conociendo y tu cuerpo debe estar sintiendo la necesidad considerando tu abandono de supresores.

Tch. —El hijo de puta le entorna los ojos, molesto—. Quiero que Holden sea nuestra palabra.

—De ninguna manera.

—Entonces quiero que natto sea nuestra palabra.

—Siguiente.

—¡Ash! —Eiji gimotea—. Estoy intentando poner de mi parte acá, ¡ah! —De pronto sonríe casi como si estuviera teniendo una epifanía—. Nori Nori será nuestra palabra de seguridad. —Aslan siente la vena de su frente ensancharse ante tan abominable idea, sin embargo, se contiene porque sin duda escuchar dicha ave deforme le matará la calentura y los instintos.

—Tú ganas. —Brama—. ¿Alguna otra condición?

—Tu traje de reo. —Lo alienta—. Quiero verte usándolo.

—A tus órdenes. —Ash sonríe con coquetería—. Onii-chan.

Sexo.

Realmente tendrán sexo otra vez, mierda.

Le sorprende lo poco nervioso que se encuentra mientras se cambia, no sabe si atribuírselo a su piel de dominante neófito o a la cercanía que tuvieron con la muerte, pero...piensa en cómo sus defensas lo protegieron y privaron al mismo tiempo, claro que lo mantuvieron vivo y a salvo dentro de lo que se podía y aún así, forjaron una especie de jaula y si se permite encapsular sus instintos dominantes a fin de cuentas repetirá lo mismo. Max y Shorter tienen razón, haga lo que haga ama a Eiji y no será como Dino ni ninguno de los demás. Esto es diferente. Ash es diferente o al menos eso se repite una y otra vez mientras se cambia y regresa a la sala dónde un nervioso Eiji lo espera sentado en la mesa de madera, su corazón da un vuelco al ver su mirada ansiosa, debe ser duro para Eiji y no solo por la existencia de un collar, sino que hasta hace poco físicamente lo rechazaba. Wow.

—Imagínate, estaría luchando todos los días contra el destino solo para mantenerme a su lado.

Griff tenía razón.

Eiji debe amarlo demasiado para estar dispuesto a superar sus propios límites, sin duda Ash es todo un bastardo afortunado. Así que deja de temerle a sus instintos y a lo qué es, no puede pedirle a Eiji que no le tema si Ash se teme a sí mismo.

Nunca hará nada para lastimar a Eiji.

—Hola, bombón. —Le arroja un piropo coqueto para que se relaje y funciona, lo percibe tanto a raíz de su aroma como por la rigidez corporal que vislumbra bajo su chaqueta—. ¿Qué hace una belleza como tú en un basurero como este?

—No lo sé. —Eiji pasea sus dedos alrededor de su cuello, lo siente rozar los bordes del traje naranja mientras sus piernas encajan contra la mesa, las caricias del sumiso son casi imperceptibles, gráciles, dulces pero precisas, igual que una aguja venenosa—. Busco arrestar chicos malos. —El lince esboza una sonrisa coqueta, ha logrado encerrar a su presa contra su pecho y el mueble, es excitante.

—¿Chicos malos? —Repite deslizando sus manos por su cintura, apretando su silueta por encima de la tela azulada, deteniéndose en sus curvas peligrosas y tentadoras, atrayéndolo hacia su pecho y ni siquiera puede disimular lo mucho que se relame por devorarlo—. Entonces estás de suerte, oficial.

—¿La estoy? —La voz de Eiji se derrite como caramelo, Aslan se pregunta si sus labios rosados serán aún más dulces y muere por comprobarlo—. ¿Has visto chicos malos por acá? —Es tu sumiso, tuyo, es tuyo, es tuyo.

No de Sing.

—Yo he sido un chico muy malo, oficial. —Aslan se inclina para murmurarle esas palabras en el oído, Eiji se estremece apenas siente su húmedo y cálido aliento golpearlo—. Muy malo. —Hace calor.

—¿Qué tan malo? —Sus manos continúan con su trayecto hasta llegar a esas estrechas caderas, ni siquiera duda antes de apretarle el trasero y joder, se siente bien, Eiji suelta un jadeo en respuesta antes de mirarlo malditamente necesitado, incluso se muerde el labio, deseoso.

—¿Quieres averiguarlo? —Le ronronea, presionando sus labios contra el cuello de Eiji, mordiéndole y tirándole del collar—. Porque te puedo mostrar.

—A-Aslan... —Sus piernas ya tiemblan a causa de la excitación.

—Pídemelo. —Ash comienza a esparcir una serie de besos sobre el cuello de su pareja, consiguiendo que arroje la nuca hacia atrás, sin perder el tiempo usa los dientes para desabotonar los broches del cerviz en la camisa—. Pídeme que te folle.

—Aslan. —El nombrado muerde al japonés y lo lame, consiguiendo una reacción linda, se está poniendo duro.

—Pídeme que te domine y te haré mío. —Ash mira cómo la manzana de Adán del moreno se desliza, aflojando aún más su corbata, impresiona seguir tímido y francamente es adorable, por eso, lo incita un poco más, apretando nuevamente sus nalgas sin dejar de saborear su cuello—. Suplícame.

—Te deseo. —Entonces admite con la cara roja y una mirada ardiente de pura pasión—. Quiero que me folles, Aslan.

Llega a su límite.

Ash lo besa sin contenerse más, la sensación es húmeda, caliente y eufórica, entierra su palma en el cabello esponjado de su amante y lo tira con fuerza, provocando que jadee y eso a su vez, le permita introducir su lengua, Eiji tiembla ante la intromisión pero no le desagrada, al contrario pega su pecho aun más cerca de Aslan y clava sus uñas en su espalda correspondiendo obediente, acoplándose en este intercambio salvaje de pasión. Hay bocas, dientes, lenguas y gemidos en el beso. Mientras más se besan, más profundo caen en este abismo tan salvaje e incontrolable, es como si ya no se pudiera reprimir a sí mismo. Quiere dominarlo, quiere hacerlo suplicar, quiere verlo retorciéndose por placer y gimiendo su nombre como si fuera una oración y él fuera su salvador.

Lo besa aún más intenso, sus manos se han colado dentro de la camisa del policía haciendo todo un desastre con su uniforme y aunque Eiji impresiona impaciente por arrebatarle la ropa, Ash no dejará que lo haga, debe conocer su lugar. El sumiso sucumbe en ese beso, ambos se derriten y aun si Aslan ha tenido el privilegio de disfrutar de los vinos más costosos y lujosos existentes, nada se asemeja a la sensación de borrachera que la esencia del japonés despierta en él. Quiere marcarlo. Le pertenece. Eiji es su sumiso.

—Contra la mesa. —Entonces le da un comando y Eiji no lucha, se separa a regañadientes del beso, ambos están calientes y sus excitaciones se hacen presentes en la parte baja.

—¿Así?

—Con las piernas separadas y el trasero alzado.

Eiji obedece con un erotismo misterioso, se ha reclinado contra la mesa pegando el pecho contra la superficie de madera, su trasero ha quedado alzado y totalmente vulnerable ante Ash, el lince no es capaz de resistirse y metiéndose en el personaje agarra las esposas en el cinturón de cuero para que Eiji quede inmóvil y totalmente expuesto en esta posición, ambas manos quedan esposadas al poste justo frente a la mesa.

—Te ves delicioso.

Musita antes de relamerse, Eiji tironea levemente de las esposas en vano, resignándose a que Aslan haga lo que quiera, oh, y lo hace. El lince no duda en deslizarse encima de su presa de tal forma que sus caderas queden contra el trasero del policía, haciendo obvia su erección aun a través de su ropa mientras sus manos se cuelan dentro de la camisa azulada, llegando directamente a sus pezones tan erectos y necesitados. Pobrecito. El sumiso tirita cuando el rostro del dominante finalmente se halla a la altura de su nuca, un apetitoso sonrojo colorea hasta sus oídos y eso lo incita a molestarlo, Aslan se humedece los labios antes de tirar levemente del lóbulo de su oreja y jugar con esa zona erógena, la lame, la besa, la muerde, la tira y todo esto mientras sus dedos juguetean retorciendo, acariciando y tirando de sus pezones, todo esto sin quitarse de encima.

—A-Aslan. —La mirada del sumiso se encuentra llorosa, debe estar al borde de la excitación y debe ser una tortura aún más grande ni siquiera poderse mover, no, no, no—. Quiero tocarte.

—Pero yo no me he divertido lo suficiente. —Debe permanecer con ambas muñecas inmóviles lejos de su cuerpo mientras su trasero sigue alzado y su pecho queda vulnerable a sus hambrientos roces.

—Aslan.

—Sumiso. —Le gruñe, tirando de su oreja y ganándose un jadeo—. Recién estamos empezando este juego, no te vayas a correr todavía. —Las piernas del aludido tiemblan ante el comando, parten por algo suave, por algo que sabe que a Eiji le gustará y mierda, lo hace, lo sabe por la mirada tan erótica que le devuelve, joder.

—Bésame entonces, dominante.

Obedece.

Se inclina para que Eiji pueda besarlo sin voltear demasiado el cuello y todo su interior arde, el deseo se expande por cada fibra de su ser como lava burbujeante, siente su pene endurecer en sus propios pantalones contra las nalgas del moreno, es mucha estimulación: poder saborearlo, poder oler a Eiji (y solo a Eiji) mientras su calidez destructiva se cuela debajo de su piel. Arde y a juzgar por la manera tan descarada en que el sumiso abre sus piernas y alza aún más las caderas, restregándose sobre su miembro necesitado y erecto no es el único al que esto lo está matando.

Su pene se siente apretado, duro, palpitante y adolorido dentro de su mono naranja, quiere follarlo.

Aslan ni siquiera se da cuenta de cómo pero en medio de la calentura y la lujuria la bestia dentro de él termina rompiendo los pantalones del japonés con un solo tirón, tenerlo en una posición tan sucia y con sus ropas hechas jirones entre sus firmes muslos bronceados es toda una fantasía erótica, Ash rompe el beso para contemplar su trabajo, tira la ropa interior del japonés hacia abajo, lo mira tiritar por la repentina exposición, maldición, luce tan apetitoso. Probando un poco más de dolor le da una nalgada en su trasero desnudo, en lugar de desagrado su respuesta es un delicioso jadeo, incluso su erección se hace aún más grande.

Le da una nalgada al verlo tan entusiasta.

Y otra.

Y otra.

Mierda, es tan erótico que podría correrse solo por azotar, apretar, amasar y manosear aquel firme y apetitoso culo.

—A-Aslan. —Le ruega impaciente, no puede hacer más que mover las esposas insatisfecho o elevar con torpeza las caderas, esperando que le dé la atención necesaria.

—Ya estás todo mojado. —Ash se burla, viendo cómo su pene gotea necesitado luego de tan intensa sesión de caricias—. No te he dado permiso todavía. —Como castigo le da otra nalgada.

—¡A-Ah! —Y esta vez es tan fuerte que su palma queda marcada en su trasero y algo hace clic dentro de él cuando Eiji voltea su rostro y le dice:—. Eso se sintió muy bien.

Joder. Joder. Joder.

—Hazlo más duro, no te contengas.

—Eiji...

Ash muerde sus caderas y el interior de sus muslos, provocando que su erección crezca aún más, su propia intimidad duele insoportablemente dentro del mono naranja aunque la ignora al encontrarse totalmente deleitado saboreando la parte inferior de su amante. La atmósfera se ha plagado de olor a sexo y feromonas, el aire está caliente y apenas pueden respirar. Domínalo. Somételo. Haz que se retuerza más. Haz que enloquezca por tus toques.

—Mírate, estás ansioso por tener mi pene dentro de ti ¿no es así? —Ve cómo las mejillas de su novio vuelven a enrojecer y le frunce sutilmente el entrecejo por la vergüenza de la charla—. Estás mojado.

—Ash.

—Estás tan mojado como una puta. —Ash se inclina para rozar el palpitante y rosado ano del sumiso, se ha lubricado a sí mismo y eso le encanta—. ¿Quieres mi pene dentro?

—Estoy impaciente por tenerte. —Le sigue el juego—. Deja de jugar conmigo y métela.

—Yo soy el que da las órdenes acá. —Le recuerda, bajando aún más, lamiendo su muslo y pasando peligrosamente cerca de su pene pero sin llegarlo a tocar, provocando una molestia evidente en su joven amante—. ¿Quieres que te toque?

—Por favor. —Le ruega—. Necesito que me toques.

¿Y cuándo le ha negado algo a Eiji? Así que separa sus nalgas y le da un beso negro, hunde su rostro, saborea su lubricante natural, se deja llevar por la embriaguez que le produce, Eiji gime sobresaltado por tan repentina intromisión, su respiración se ralentiza de golpe y es aun peor cuando Ash le toma la polla para masturbarla sin detener la estimulación oral.

—¡A-As-Aslan! —Lo está dejando sin aliento y eso solo lo incita a continuar aún más, viendo a dónde la cordura de su amante llegará antes de romperse.

Aslan lo masturba con ferocidad y dado al comando todavía no puede correrse, no hasta que lo folle, su lengua le provoca un placer caliente y chispeante al sumiso, lo sabe por la manera en que aprieta, lucha y tiembla con cada estocada oral que le da. Es lascivo. Sucio. Agradable. Sí, es un maldito alivio dejarse llevar por el instinto de a poco y ver que ambos pueden disfrutarlo. Pero no se deja distraer por este pensamiento porque cuando su propia erección se vuelve insoportable, se aparta solo para encontrarse con la imagen más erótica del universo: Eiji rendido contra la mesa, con sus piernas aun separadas y embarradas de su propia lubricación, con su trasero marcado por las nalgadas, su pene erecto y una mirada perdida en el placer.

—Por favor. —Le ruega—. Jódeme, dominante.

Ash lo arremete de golpe.

Eiji jadea cuando finalmente lo llena y el lince no duda en volverse a acomodar encima, tira la camisa hasta que los botones se rompen y finalmente tiene acceso a su pecho, vuelve a besar su piel, lame su espalda, primero le da estocadas lentas y cuidadosas, pero poco a poco Eiji lo aprieta y lo devora con impaciencia, incitándolo a aumentar aún más el vaivén y carajo, nunca habría creído que el sexo y menos el sexo con pintas de dolor podría sentirse así de bien con alguien que ama.

—Tú agujero está tan apretado.

—¡Ahí! —Eiji grita cuando encuentra su punto de placer—. Ahí me gusta. —Y claro que Ash arremete su dura y palpitante erección en aquel lugar de sus entrañas.

El sumiso tironea de las esposas, pidiéndole tomar su mano y Aslan le da en el gusto, su boca caliente presiona sobre cada retazo de piel disponible mientras lo penetra una y otra vez, muerde, succiona, dejando marcas de posesión por doquier y odia lo satisfecho que se siente al verlas, sus dientes tiran del collar sin poderlo arrancar y muerden su nuca para mitigar la frustración, Eiji aun nublado por el placer lee su estado de ánimo y esta vez es quien inicia el beso. Es deliciosamente dulce. Es tuyo. Es tuyo. Es tuyo. Es tu pareja destinada.

Pronto, se encuentra a sí mismo en una posición más vulnerable en dónde es el sumiso quien musita palabras reconfortantes mientras se devoran con pasión, está impaciente por recibirlo y Ash se halla impaciente por darle lo que quiere. El japonés arquea la espalda con cada intromisión, carga su peso sobre la mesa pero en algún punto sus pies dejan de tocar el suelo y se deja sostener por Aslan, cada parte de sí mismo hace cosquillas, su corazón late demasiado violento y el aire se siente como fuego vivo en sus entrañas.

—¡Y-Ya no puedo! ¡A-Ah!

—También voy a correrme. —Ash gruñe, presionando otro chupón contra su cuello desnudo.

—Aslan, por favor.

—¡Joder! Eiji, no te contengas.

Ambos tiemblan empapados de sudor por este choque salvaje de carne contra carne, la penetración se vuelve mucho más intensa, su propia erección duele, se hace más grande al interior de las paredes tibias y estrechas del sumiso, se siente duro y palpitante, jodidamente delicioso, mierda. De repente, Ash no puede pensar, sentir o siquiera respirar, un placer desconocido lo inunda de golpe, se siente como un rayo de éxtasis y no puede hacer otra cosa más que aferrarse a las caderas de Eiji y correrse dentro de él. Ambos jadean. El ambiente es insoportable. Saca su pene del interior de Eiji, su semen escurre por sus muslos y sus nalgas. Se miran. Ambos son un desastre.

Mañana es el último capítulo de transición por así decirlo y luego se vienen dos días potentes, así que aprovechen para descansar pero igual el capítulo de mañana da un poco de penita, asjas las ambivalencias, perdón.

See ya.

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