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25. Creep.

Hola mis bonitos lectores, ayer fue un día super intenso en relación a la historia, por eso les deje tantas advertencias, hoy igual se viene potente pero les puedo prometer que de todas maneras es más reconfortante y con esto ya pasamos lo peor hasta el final. No nos queda nada así que de verdad agradecer infinitamente el apoyo y el cariño, porque sinceramente sino tuviera este recibimiento tan lindo no estaría tan motivada o con hype para ponerle tanto amor y dedicación. Gracias.

—Absolutamente no, Aslan.

—Griffin.

—No.

—Para.

—No puedo dejar que te vayas, entiendes, ¿verdad? —El nombrado comprende que le está pidiendo algo jodidamente duro y retorcido a quién acaba de recuperar a su hermanito tras más de doce años buscándolo, cargando con su fotografía en su billetera para mostrársela a cada persona que conocía.

—Lo entiendo. —Sin embargo, es Eiji el motivo de su tormento y ¿cómo le dijo Max para molestarlo?

«Tienes un cerebro que funciona como un computador pero no puedes pensar con claridad cuando se trata de él, ¿no es así?».

Y aunque al inicio lo dijo meramente para avergonzarlo por el rubor que se espolvoreaba encima de sus mejillas o la manera en que sus ojos brillaban con la mención del sumiso, ahora aprecia la verdad de dichosa afirmación porque efectivamente...Ash es lo suficientemente tonto e imprudente no solo para correr directo a una obvia trampa, sino que se dispararía en la cabeza sin pensarlo si garantizara la seguridad de Eiji. Mierda. No debió dejarlo. Nunca debió confiarse tanto. Si Dino llega a lastimarlo, si nunca más escucha la manera en que dice Ashu y nunca Ash, si ese para-siempre no llega o si llega a ponerle una mugrienta mano encima y a convertirlo en lo que...te haré una buena esposa, una vez le dijo ¡carajo! Debe calmarse o no logrará nada.

—Entiendo que esto debe ser duro para ti, Griff. —Entonces empatiza con su hermano, están dentro del estacionamiento de un hotel en plena carretera, pararon cuando Eiji no contestó la llamada, aun si Max comenzó burlándose la cosa se volvió seria luego de que ni Shorter, ni la pandilla y ni siquiera Yut-Lung atendieran, eso claramente encendió su hiperalerta—. Pero iré de todas maneras.

—¡No! —Griffin lo sostiene de los hombros como si el alma se le fuera—. Si vas a ir, al menos déjame ir contigo.

—De ninguna forma. —Decreta—. Eres un sumiso, no tienes un collar, ni siquiera quiero imaginarme lo que Dino haría contigo si te encuentra.

—¡Aslan!

—No queda a discusión mi decisión, no puedes acompañarme.

—¡¿Entonces esperas que me quede sentado en mi cuarto sin hacer nada?! —La voz del Callenreese mayor se rompe y aunque no se ha atrevido a derramar una sola lágrima, Ash logra vislumbrar toda la culpa, impotencia y rabia que escuece en sus ojos azules, Griff siempre ha sido transparente y por eso es tan peligroso que vaya—. No soportaría perderte otra vez. —Te amo y por favor, no me dejes.

—Lo siento. —Así que solo puede bajar la cabeza—. Pero Eiji... Eiji no tiene la culpa de esto y si Dino llega a tocarlo no podría perdonármelo, no podría vivir con eso. —El corazón le arde como si durante la noche le hubieran arrancado la mitad y ahora sobreviviera con un torniquete complementándolo.

—Puedo ser de ayuda, serví en Irak junto a Max.

—Griff. —La voz del lince se torna grave y difunta—. He visto lo que los comandos pueden hacerles.

—¡Pero...!

—He sentido lo que los comandos pueden hacerles. —El cuello de Ash está desnudo y aun así aprecia que está bajo las garras de Dino nuevamente—. No te haré pasar por eso, por favor.

—¿Me estás pidiendo que me resigne y que mande a mi único hermanito a la muerte? ¡No eres más un dominante y te acaban de apuñalar! Estás débil, ir será un suicidio.

—Lo siento. —Repite esas palabras vacías—. Pero por favor, entiéndeme.

—Aslan.

—Lo amo y tengo que protegerlo.

Griffin se queda en silencio mirando las lágrimas retenidas dentro de esos ojitos, son verdes, el verde más verde que existe en el mundo, un verde jade, un verde Aslan. Mierda, claro que lo entiende, no es un bruto, él mismo estuvo tanto en el rol de héroe como de damisela en apuros en Irak pero cree que eso justamente le hace tan difícil ser permisivo con Ash: el haber vivenciado en el alma el estado de locura y urgencia que se encarna cuando el amor de tu vida peligra. Sí, sabe que Ash salvará a Eiji y nunca ha dudado de sus capacidades ¿pero el precio? Eh ahí su inquietud (puesto que Ash es fiero e imprudente por naturaleza y esas cualidades se ven mil veces exacerbadas por el japonés). Además entiéndanlo, Griffin ya perdió a Aslan una vez y le costó más de trece años recuperarlo e incluso tras haberlo conseguido de regreso no es el Aslan que perdió en Cape Cod.

No, este Aslan es un Aslan que sobrevivió a un infierno y el infierno quedó dentro de Aslan, este Ash grita cada noche atrapado entre pesadillas y repite su nombre una y otra vez, sollozando, temblando y sudando, este Aslan de repente tiene una mirada perdida y nublada ante la mención de Dino, este Aslan se toca el cuello recordando su falta de collar. No todo es malo, por supuesto, hay buenos días en dónde ha podido ver otra vez a su hermanito, cuando Max lo hace reír con una broma tonta, con los chicos en el apartamento, cuando lo pilla mirando a Eiji o charlan sin prisa. Pero en los momentos malos es esto: una resignación triste y apagada, eso le da miedo. Ya que incluso viviendo en el mismo piso tiene la sensación de que apenas le quite la mirada de encima se esfumará. Aquí están teniendo finalmente esa charla.

Griffin no quiere que se esfume.

No quiere perderlo.

No puede perderlo.

No quiere pasar otros trece años buscándolo.

—Ya registré esa habitación. —Gracias a Dios Max aparece para romper la tensión—. ¿Qué les pasó?

—Aslan quiere irse a una misión suicida solo.

—Griff. —Su nombre es un mordisco venenoso en su corazón y supone que es un poco hipócrita de su parte, supone que exactamente así se sintió su hermanito cuando lo vio irse a Irak—. Ya tomé mi decisión y no daré marcha atrás.

—¡Te matarán si vas solo! ¡Déjame ir contigo! —Sus puños chirrían y todo su cuerpo tirita por la ira.

—No. —Se mantiene duro—. No puedes acompañarme esta vez, Griff.

—¡Pero...!

—Cariño. —Max le pone una mano encima del hombro para calmarlo—. Tiene razón, no puedes ir.

—¡Max!

—Eres un sumiso sin marcar, eres demasiado susceptible a los comandos, probablemente utilizarían tu relación con Ash para hacerle daño. —Sus palabras son crudas y duelen por muy ciertas que sean.

—¿Entonces debo dejarlo ir solo? —¿Debo resignarme a perderlo?

—Nunca dije que iría solo. —Max le da una sonrisa trémula y débil y Griffin no sabe si esa posibilidad es mejor o es un millón de veces más horrorosa: perderlos a los dos—. Acompañaré al mocoso.

—No, viejo.

—No te estoy preguntando, jovencito. —Lo regaña y Dios, Griffin podría besarlo solo por la suavidad en sus palabras—. Yo no tengo género secundario y te harán falta refuerzos, incluso tú necesitas un compañero de vez en cuando ¿verdad?

Tch. —Ash chasquea la lengua amurrado—. Más vale que no me estorbes.

—Prometo no hacerlo. —Max le revuelve los cabellos a su hermano y el corazón le arde demasiado, le están pidiendo que se quede en este hotel en una carretera de mala muerte mientras las personas más importantes de su vida actúan como kamikazes, ja, se pregunta si el psicólogo le dará una sesión de emergencia si le marca ahora y quiere vomitar—. Cariño... —Pero conoce lo suficientemente bien esa mirada en el rostro de Max para saber que ha perdido la batalla incluso antes de darla—. Perdón.

—Tienes que volver. —Entonces lo amenaza, sostiene ambas mejillas de su pareja con firmeza antes de apoyar su frente, se profesa tibia, firme y reconfortante—. Tienes que volver, Max Glenreed. No puedes dejarme viudo antes de la boda.

—Lo sé. —El aludido le sonríe con tanto pero tanto cariño que Griffin sabe que si lo pierde no amará jamás a nadie, no así, no sino es Max—. Todavía tenemos muchas cosas que planificar. —Sus pupilas azuladas punzan advirtiendo el llanto, pero se niega a que esta sea la última imagen que vislumbren.

—Más te vale.

—Eres increíble ¿te lo he dicho? —El poeta se encoge con timidez hacia su pareja y sabe que solo el amor puede doler así de fatal—. Volveremos, bebé.

—Te amo. —El periodista le regresa una sonrisa tímida antes de acomodar ambas manos encima de la cintura de su amante y presionarle un beso fugaz, no puede creer que el mocoso grosero se halla vuelto tan importante como para separarlo de su adorable Griff—. Te llevas contigo todo mi corazón y quiero que lo traigas intacto de regreso, Max.

—También te amo. —Entonces le responde—. Prometo compensarte y regresar tu corazón intacto.

—Más te vale.

Se besan en una despedida.

Los labios de Max saben a café, es un sabor fuerte, amargo y con un resqueme de azúcar escondido, es tal como le gusta y de repente, esa misma desesperación que sentían en Irak antes de cada misión acerca de que efectivamente ese podría ser el último beso compartido regresa, Max estrecha a Griff con fuerza e intenta no transmitirle lo aterrorizado y angustiado que está, pero por supuesto resulta imposible esconderle algo a esos ojos de cielo y Griffin lo abraza de vuelta, ofreciéndole un consuelo silencioso porque es así de dulce. Max se muere por pasar el resto de su vida a su lado, eso lo motiva lo bastante para que él y Aslan sobrevivan. Pero por ahora...lo besa. Joder. Lo besa. Lo besa. Lo besa.

Lo besa como si fuera la última vez.

Deseando que sea la primera.

—Váyanse antes de que me arrepienta. —Entonces le suplica pero se niega a soltar el agarre de sus manos—. No me rompan otra vez el corazón, por favor.

—Griffin.

—Aslan. —El mayor corre a abrazarlo, lo aprieta contra su pecho con la misma intensidad que punza su corazón, se obliga a sonreír porque sino sonríe llorará—. No te perderé otra vez, te juro que si no regresan en dos días por mí, yo mismo iré a matar a Dino Golzine, ¿entendido?

—Entendido. —El más joven le regresa el abrazo, carajo, Griff lo está sujetando con tanta pero tanta desesperación que le duele mucho, lo extrañó tanto, extrañaba que su hermano lo sostuviera suave y tiernamente de la nuca como hace ahora y paseara una mano por su espalda y trazara círculos ahí, sabe que eso lo tranquiliza y pese a su propia angustia lo antepone—. Charlie y Jenkins vendrán para mantenerte a salvo por si acaso.

—¿Crees que ellos me detendrán a dejar el mismo infierno si les pasa algo? —Bufa, se ha arrodillado ante Ash y eso lo hace sentir como si tuviera seis años otra vez y lo estuviera dejando para esfumarse en Irak.

—No. —La mirada de Griffin transmite un millón de cosas en este último adiós—. Sé que no podrían.

—Te amo, Aslan. —Pero solo consigue decirle esto—. Te amo más que a mi propia vida, siempre ha sido de esa manera, siempre lo será. —El aludido traga con la lengua seca y se aparta ante el escozor que siente en sus ojos.

—Sí. —Ríe—. Lo mismo para ti, viejo.

—¿Viejo? —Alza una ceja y se obliga a separarse—. Todavía no puedes llamarme viejo, tú, yo y Max tenemos que pasar muchas décadas juntos antes de que puedas llamarnos así.

—Vale.

Los ve subirse a la camioneta y queda descorazonado en el hotel, puesto que así como Aslan se lleva la mitad de su corazón, Max se lleva la otra y él queda vacío.

Vuelvan, por favor.

Sobrevivan.

—Entonces. —Una vez quedan a solas dentro de la camioneta Max se aventura a preguntar—. ¿Cuál es el verdadero plan suicida?

—Ir directamente con Dino, no puedo darme el lujo de verificar si los chicos se están escondiendo y por eso no me responden, no queda tiempo.

—¿Crees que lo más inteligente es arrojarte así a una trampa? —Lobo se escucha nervioso, además de su voz lo nota por la tensión con que sostiene el manubrio—. Eres un sumiso y Griffin tiene razón, acabas de salir del hospital, estás muy lastimado.

—¡¿Qué otra opción tengo?! —Entonces le grita—. ¡Eiji tiene un collar! Eso lo pone más a salvo pero Dino es...si llega a hacerlo pasar por lo que yo he pasado, no podría... no podría seguir viviendo luego de eso, Max. No me perdonaría el haberlo arriesgado así.

Pero debió saberlo.

Se lo dijeron.

—¡Él no existe para tu salvación!

Blanca tenía razón y debió verlo del principio, no ha hecho más que lastimarlo desde que lo conoce, intentando apartarlo con su lengua afilada y con sus garras, de mandarlo de regreso con Sing aunque en el fondo le suplicaba para que se quedara a su lado para siempre y Aslan ansiaba un para siempre.

Jamás se atrevería a creer que la existencia de Eiji está para salvarlo, pero al mismo tiempo cree que lo ha salvado de infinitas maneras al acunar ese trozo tan lastimado de su inocencia, ese que dio por muerto aunque veía los anuncios de Griffin, ese que se ponía reactivo con Max, este que era agresivo con Shorter o los chicos porque necesitaba ser olvidado, era demasiado duro confrontarlo al haberlo perdido con solo ocho años. Ese pedazo que se hizo hueso, carne y espinas, ese mismo, Eiji lo rescató desde el instante en que colisionaron en el bar, escuchando su última y desesperada señal de auxilio, claro que oyó, eso es tan Eiji de su parte. Y he acá el resultado de ignorar la podredumbre que crecía en su interior y de fingir ignorancia, a fin de cuentas, este mundo de violencia y sangre del que tanto anhelaba escapar se convirtió en una cadena que no solo lo ató a él, sino a Eiji.

Eiji.

Eiji. Eiji. Eiji.

Cálmate y sálvalo.

—No tienes que venir conmigo, puedes regresar con Griff todavía. —Puedes vivir, mereces una vida.

—Ni hablar. —Max ni siquiera debe apartar la mirada de la autopista para aclararle que no considera dejarlo solo en esto ni se apartará de su lado, es terco y eso sigue siendo extraño, sin embargo, poco a poco se acostumbra y se permite amar—. Nos hacen falta pasatiempos padre e hijo además, viene siendo momento de esto y es más divertido que pescar ¿no?

—No sé. —Ash se encoge dentro de su camiseta—. Nunca tuve uno antes. —Jim no quería ser papá.

—Entonces me aseguraré de que tengamos muchos. —Y hay algo reconfortante en la seguridad que Max proyecta sobre su supervivencia en la misión que lo calma—. Podemos tener un club de lectura.

—Ni de joda. —Bufa—. Tus gustos de lectura apestan.

—¿Ah? —El periodista se mira genuinamente ofendido—. Pues perdóname si no tengo tu elegancia para leer a Hemingway o a Salinger, supongo que no todos podemos ser tan pretenciosos como tú.

—¿Seguro puedes leer todavía con tu edad?

—¡¿Perdón?!

—Sí, debes estar más ciego que un topo.

—Cuidado, es el topo quién va conduciendo. —Lo amenaza—. Y si quieres llegar rápido, sé amable.

—Vejete rencoroso. —Gimotea.

—De todas maneras, serás el niño de las flores en mi boda con Griff.

—Diablos, no.

Pero Ash sonríe, imaginándose lo bueno que sería asistir a esa boda y tirarles flores con su expresión de asco absoluto mientras Griffin lo regaña y Max saca a relucir su inmadurez.

Concéntrate.

Piensa en Dino y en su plan para alcanzar la libertad. Si bien, lograron reunir prueba suficiente acerca del Banana Fish y su uso en Irak hay un resqueme metálico en su lengua todavía, sí, a Ash le es obvio que no usaron a Griff al azar y seguramente eligieron a un sumiso sin collar para inyectarlo buscando corroborar la hipótesis ¿qué es más fuerte?, ¿la naturaleza o la hipnosis por droga? Eiji es un sumiso, podrían probar también. No. Basta. Eiji tiene un collar. Está a salvo. No va a desesperarse. No puede.

No caerá en su juego.

Apenas ponen un pie en la mansión los amenazan con armas, a pesar de la reticencia de Lobo logran separarlos en habitaciones diferentes, le pasan un traje y le agujerean la oreja con un jade, necesitan que "esté presentable para la cena". Mientras lo preparan no puede evitar sonreír ante la melancolía de esta sensación, estar con Dino siempre fue jugar a una ruleta rusa trucada: sin importar lo que él tirara Dino tarde o temprano lo hacía pagar por su altanería e incluso esas veces en que lograba salir victorioso (como saboteando su reclutamiento de sumisos), era exclusivamente dado el buen humor de Papa o su curiosidad por ver hasta dónde llegaría. Nunca tuvo libertad con Golzine y eso le queda más que claro cuando una gargantilla se vuelve a posar contra su cuello.

Es un sumiso.

El sumiso de Dino otra vez.

Papa está esperándote para la cena.

Lo empujan al salón, Max también está enfundado en un traje, Evanstine está acá, Yut-Lung está acá y eso le da un terrible presentimiento. ¿Por qué? ¿Tus hermanos finalmente te atacaron?

—Qué hermoso. —Había olvidado lo mucho que aborrecía la voz de Dino hasta que la volvió a sentir bajo su propia piel—. Eres una preciosidad, como un aristócrata nato. —Se sienta frente a Dino ante la cabecera y mira de reojo a Yut-Lung, está pálido y esta actuación impresiona mucho menos pulcra.

Hay algo mal acá, algo está jodidamente mal, lo presiente.

Concéntrate.

Le dan de beber vino. Ríen. Hablan. Charlan. Dino lo pone a prueba. Pasa la prueba. Lobo lo mira de reojo. Yut-Lung tiene gacha la cabeza. Dino suelta sandeces y sandeces sobre que esto fue un simple acto de rebeldía adolescente de parte de su sumiso pero que le pertenece y bla, bla, bla. Y no puede importarle menos el cotilleo que se arma con Evanstine. Eiji. No ve ni huele a Eiji. Tampoco a Shorter.

Eiji. Eiji. Eiji.

Hay algo fuera de lugar, Dino está demasiado tranquilo.

—¿Dónde están Eiji y Shorter? —Yut-Lung se pone tenso ante la mención, es sutil la microexpresión, no obstante para Ash ha sido una bofetada ver sus hombros más rígidos debajo de su vestido y verlo tragar vino con menos gracia de la usual.

—Ellos no han sido invitados. —La sonrisa de Dino le da un escalofrío, posee un mal presentimiento y por mucho que aborrezca ser tan pesimista son pocas las veces que su instinto se equivoca—. Pero ya tendrás tiempo para verlos, no te preocupes.

—Ash. —Yut-Lung lo llama despacio—. No los he visto durante horas, tengo un mal presentimiento.

—¿Te trajeron con ellos?

—Me encerraron con Eiji. —Susurra contra la copa mientras Dino y Evanstine charlan—. No he visto a Shorter, pero lo trajeron junto a Eiji por lo que me contó.

—Ya veo.

—Ash... —Algo en la mirada de Yut-Lung—. Tienes que salvarlos. —El chino extiende su cuello y mira a Dino, dándole a entender que se encuentra interferido por un comando que le impide decir, actuar o hacer ambas a su favor—. Por favor.

—Ah. —Ash prueba el vino para distraerse—. Ni lo dudes.

—Bien. —Varios guardias de Golzine inundan la habitación, les apuntan con armas—. La cena acabó.

Los sacan del comedor.

La habitación de tortura es la elección poco elegante donde Dino pretende castigarlo por ser rebelde y atreverse a desobedecer a su amo, le da una serie de comandos que lo mantienen paralizado entre dos cadenas y aún así tiene la osadía de amarrarlo, a Max también lo inmovilizan a su lado, Yut-Lung desaparece de su vista porque "tiene asuntos que atender con su hermano" y siente asco. Pero...hay algo más en esto, porque si Dino quisiera castigarlo e infringirle dolor fácilmente podría recurrir otra vez a la violencia sexual o torturarlo en intimidad, no es necesario montar un show, menos ante una serie de rostros tan importantes. Ash los conoce. Los clientes del Club Cod. Clientes cuyas fotografías tiene en su poder aunque no sepan. Políticos. Senadores. Presidentes. Monstruos.

—Ya no eres tan duro ¿verdad? —Evanstine es quien le habla—. Me has dado muchos problemas al quitarme a Eiji de esa manera, era fácil de manipular y muy conveniente. —Una fibra sensible quema ante la mera mención del nombre, su cuerpo se halla clavado al poste al no poder desacatar a Dino.

—Hijo de puta. —Gruñe.

—Es curioso, nunca me agradó la tortura pero Eiji era tan fácil de torturar que lo hacía divertido, era toda una puta, ¿no crees? Arrastrándose de regreso en busca de más y más dolor y era casi delicioso.

—¡Bastardo! —Grita, ha conseguido su objetivo de alterarlo—. Juro que te mataré apenas me libere.

—¿Qué? —Evanstine pasea una cuchilla cerca de su cuello—. ¿Qué puedes hacer ahora? Dino colocó tu correa dónde debe estar. —El collar le muerde la piel por lo apretado que está.

—Silencio. —Algunos científicos con bata entran, Ash conoce muy bien a uno de ellos, Griff no vaciló en apuntar su fotografía en Cape Cod—. Es momento de dar inicio al espectáculo.

—Abraham Dawson. —Sonríe con ironía, el nombrado palidece, impresiona estar a punto de decirle algo, no obstante...

Shorter entra.

Shorter. Shorter. Shorter.

Está bien.

—Me alegra que estés a salvo. —Se para enfrente de Ash, aunque tiene el torso desnudo y luce algo cansado está bien, está sano, está salvo. Qué alivió.

—Lo siento... —Pero entonces.

—Tranquilo, no es tu culpa.

—No, no es eso. —Las palabras del chino se arrastran en su tráquea—. Ya no puedo...No puedo más.

La puerta se vuelve a abrir.

Eiji.

Está bien.

Lo están arrastrando hacia el calabozo y aunque se mira exhausto sigue teniendo la gargantilla, luce intacto, Ash está a punto de arrojar un suspiro de alivio, sin embargo, nota algo raro en Wong apenas sus pupilas se enfocan en el sumiso, las ve cristalizarse lentamente, arrastrándolo lejos en un rincón recluido de su cabeza, un lugar con el que Ash está demasiado familiarizado gracias a Grif-fin...quedó en un estado vegetal siendo un cascarón en vez de persona, no se movía, no hablaba, era mantener un cadáver conectado con esos ojos, sus ojos vidriosos que...entonces Shorter retrocede totalmente horrorizado, sube sus dos manos a la cabeza para arañársela y empieza a gritar. No. No. No. Shorter. Shorter es su mejor amigo. Es la persona que le dio cobijo. Es su bro. Su familia. Su cómplice. Es con quien roba gallinas. Es quien le cocina comida horrible. Es quien lo hace reír. Es con quien no necesita decir nada para que lo acoja. Shorter es...y ya pasó esto una vez con Griffin.

—Exacto. Esto es Banana Fish.

Shorter se hace un ovillo contra el suelo, apoya ambas manos contra su cabeza, tirita y tirita, no deja de tiritar. Toman a Eiji de la camiseta y lo arrojan enfrente del dominante. Eiji. Su dulce Eiji. Entonces Shorter alza la vista y sus pupilas quedan completamente vacías. Se tropieza cuando retrocede hacia la pared. Grita. Grita. Grita. A Ash se le aprieta el corazón. Va a vomitar. Toman a Eiji del flequillo, lo ponen enfrente de Shorter y le dicen una serie de palabras que Ash no alcanza a escuchar. Esto...esto no es divertido, no puede ser verdad. Sí, seguramente está teniendo una pesadilla ¡sí!, no es primera vez que las tiene, probablemente todo esto es una horrible pesadilla y sigue en Cape Cod acurrucado junto a Griffin y Max y cuando despierte llamará a Eiji y todo estará bien.

—Este es tu enemigo. —Pero tiran a Eiji con más fuerza del cabello—. ¡Mátalo!

Algo dentro de Shorter...se rompe.

De repente, esa expresión aterrorizada se pierde en una de odio absoluto, es una que jamás ha visto en su mejor amigo a pesar de todas las injusticias sufridas, porque Shorter es noble y fiel y fue quien le dijo que no se rebajara al nivel de sus agresores o no sería mejor que ellos. Basta. Esto duele. Alto.

Quiere despertar pronto de esta pesadilla.

Paren.

—¡Shorter, soy yo! ¿Acaso no lo ves? —El nombrado no responde—. ¡Shorter!

Eiji ni siquiera puede sostener la navaja, va a matarlo, Ash está gritando, no sabe qué, pero sabe que está gritando porque la garganta le quema como ácido contra carne viva y reconoce el arrastre sobre su patética voz. Alto. Alto. Sus cadenas crujen. No puede liberarse. El collar lo tiene paralizado. Debe hacer algo. Debe salvarlos.

—¡Apártate Eiji!

Pero Shorter apuñala a Eiji y la sangre gotea a través de su camiseta, está jodidamente aterrorizado, apesta a miedo, ni siquiera puede sostener con firmeza el cuchillo, Eiji no mata, jamás mataría a una persona y menos a quien ama. Así que Ash lucha. Grita. Araña con impotencia mientras lo obligan a presenciar cómo las dos personas que más ama se matan la una a la otra. Alto. Le ruega a Dino para que lo mate. Le dice que no sería divertido acabar tan pronto. Shorter arremete contra Eiji de nuevo. Eiji sangra. Ash grita histérico. Le dice que no puede desobedecer. Sería un sufrimiento insoportable. Que no volverá en sí a menos que cumpla su cometido. Y que aunque lo cumpla empezará a hacerse daño él mismo. Y tendrá pesadillas el resto de su vida. Como Griffin.

—¡AAAAAAH! —La expresión de vacío en sus ojos.

—Shorter, ¡soy Eiji! ¿No puedes verme? —El sumiso alza la navaja contra su pecho, la sangre escurre de su camisa negra hacia las mugrientas baldosas del calabozo. Plic. Plic. Plic—. ¡Por favor! ¡Shorter!

Duele.

Duele demasiado.

Paren.

Entonces Shorter alza su cuchillo una última vez listo para matarlo. Protégelo. Protégelo. Protégelo.

—¡Shorter! —Y Aslan grita con todas sus fuerzas, su mejor amigo se detiene de golpe, mira la estatua de ángel que se encuentra debajo del balcón, se asemeja al estúpido ángel de tarjeta navideña, ese que les dio una excusa para volverse amigos y...los ojos de Shorter se abren en una neblina de tenue lucidez, arrastra su cuerpo enfrente de la torre con cadenas, lo mira, lo mira destrozado y vacío, tal como Griffin solía mirarlo en el hospital—. ¡Shorter!

—Ash...No puedo más. —Sube una mano hacia su pecho y se araña con tanta fuerza que deja heridas frescas sobre su piel—. Libérame. Duele demasiado...

No.

Por favor, no me pidas eso.

Shorter.

Ash está llorando.

Eiji grita.

Duele.

—¡Shorter! —Evanstine lo llama mientras sostiene a Eiji del cuello de la camiseta, lo arroja enfrente para que lo vea—. ¡Tu enemigo está justo acá! ¡Vamos! —La humanidad en sus ojos, esa humanidad con la que lo salvó en el reformatorio infantil, esa humanidad con que lo acogía en su hogar después de ser abusado por sus clientes, esa humanidad que lo hizo su mejor amigo.

Se va.

—¡No!

—Tienes solo una bala.

Ponen un arma frente a Ash. Shorter se abalanza contra Eiji, lo tira contra el piso, Eiji está temblando, hay lágrimas atiborradas en sus ojitos cafés, Shorter va a matarlo, Eiji lo sabe, Ash mira la resignación que yace en sus pupilas y la disculpa que pronuncia: «lo siento por no poder quedarme a tu lado, te prometí un para siempre y no pasará». No. No. No. Ya...por favor ya.

—¡Basta! —Entonces algo se rompe al interior de Ash—. ¡Ya basta! —Algo salvaje y casi animal que deja la atmósfera tensa, no es necesario que tome el arma aunque bajan la palanca para que lo haga porque absolutamente todos...quedan paralizados. Ha hecho switch. Pero no cualquier switch. Sino que ha hecho uno lo bastante potente para que Shorter se quede congelado.

—¿Qué diablos? —Dawson luce a lo menos molesto—. ¡Oye! ¿Qué no escuchaste? Obedece. —Pero por más que Shorter grite no puede moverse, está bajo el comando de Ash, el resto no lo comprende todavía, hay tiempo. Todavía puede.

¡Bang!

Retumba una explosión a las afueras.

—Mierda, tendremos que posponerlo.

Evacúan el calabozo, Dino se confía de que se quedará quietecito puesto que tiene el comando, cree que lo que pasó se debe a un fallo de la droga. Yut-Lung entra cuando no hay nadie. Lo libera a Max y a él de las cadenas. Le habla acerca de que tuvo la oportunidad de robarse una muestra prototipo de Banana Fish, esa misma cepa que usaron en Griffin y que si bien, la puso en el laboratorio en una tenue esperanza de que si los inyectaran tendrían la cura, no sabe con cuál inyectaron a Wong ni lo sabrán hasta llegar a un laboratorio en casa.

—Yo iré por Shorter. —Yut-Lung no se lo está preguntando, vaya que tiene bolas para ordenarle—. Eiji debe estar atrapado en una de las habitaciones de arriba.

—Iré por él y me llevaré al vejete.

Así que se ponen en marcha.

Dino tiene una armería en el sótano y si bien, el acceso es totalmente restringido al parecer su dueño es lo bastantemente tonto para no cambiar la clave o tal vez, subestimó a Ash. Hay armas suficientes para abastecer a la milicia, Max silva.

—Es mercancía de contrabando. —Le explica—. Puedes coger una, ¿no?

—Hablas con un veterano de Irak. —Y claro que recuerda los halagos que su hermano escribía sobre la precisión de Lobo al disparar, Ash sonríe, sintiéndose más relajado y apoyado, tal vez no sea malo tener a un papá real después de todo, piensa.

Toman armas, cartuchos y dejan una bomba como distracción en el sótano. Se separan. Aslan carece de piedad al abrirse paso en el primer piso, deja un baño de sangre a sus pies, mata a sangre fría sin darles oportunidad de defenderse. No siente nada. Nada de nada. Eiji. Eiji. Eiji. No siente ni su cuerpo ni su respiración. No hay nada tras los gritos. Las balas. El horror. La sangre. Plic. Plic. Pisa cadáveres. Deja una montaña de cadáveres a sus pies. Se desconoce a sí mismo. Es un asesino. Es un dominante que disfruta torturando a los demás. Es monstruoso. Como Dino. Como Evanstine. Como Barba Azul.

Ja, ja, ja.

¡Qué broma más grotesca!

—¡Eiji! —Y aún así, no lo deja de llamar.

—¡Ash! —Su sangre se congela apenas escucha esa voz, de pronto, puede olerlo a pesar de la sangre y el terror, no duda en correr hacia la habitación pero mientras más corre hacia Eiji más al borde de la cornisa se profesa—. ¡Ash!

—¡Eiji! —Escucha golpes del otro lado—. ¿Estás acá dentro? —Tiene una ametralladora en la mano, su camisa está totalmente desgarrada y está jodidamente herido, pero nada de eso importa.

—¡Sí! ¡Estoy aquí!

—¡Escóndete debajo de la cama, voy a disparar!

La puerta explota en pedazos con las balas. Ash no escucha el portón caerse. No siente el polvo ante sus ojos. No siente el peso de la sangre perdida. Lo único que puede hacer es repasar con una mirada desesperada la habitación vacía hasta que...

—¡Ash!

Eiji.

Mierda, Eiji.

—¡Estás a salvo! Pero estás malherido.

Ash tirita cuando las gentiles manos del sumiso recorren su espalda para pasar rápidamente bajo su pecho al notar las heridas abiertas, Ash no quiere que se aleje, no deja de temblar como si fuera una hoja de papel, no puede evitar quererlo apretar con suavidad y hundir su nariz en sus cabellos negros que a pesar de la pólvora siguen oliendo a Eiji y solo cuando nota lo feroz que late su corazón contra su tórax se permite bajar la guardia y comprender que Eiji está acá. Sano. Salvo. En sus brazos. Aquí. Ahora. Vivo. Está vivo. Y la ola de emociones es tan alta que lo deja volcado, el espanto, rabia, pena, impotencia, cólera, terror, alegría, desolación y la esperanza (que es una hija de puta) lo voltean una y otra vez, rompiendo en su cara. Ash se permite saborear este momento y es curioso porque si bien fue Eiji quién le dijo «mi alma siempre estará contigo» es Ash quien jura que su alma está de regreso acá.

Mi chico valiente.

Mi Eiji.

Mi vida. Mi corazón. Mi alma.

—Dame un arma, así podré defenderme.

—No hace falta. —Ash lo aparta, su corazón sigue acelerado y siendo franco no quiere que Eiji pase por la masacre de cadáveres que dejó aunque sea inevitable—. Con un asesino es suficiente. —Aslan lo mira a los ojos, mierda, no puede creer que los ojos de Eiji relumbren luego de todo esto—. Yo te protegeré, nunca dejes mi lado.

Para siempre.

Se mueven alrededor de la mansión que parece un laberinto, Ash todavía puede sentir el abrazo del sumiso alrededor aunque llevan varios minutos a rastras. Cree que Eiji quiere decir algo, sin embargo antes de poderse relajar Ash capta el eco de unos pasos, lo presiona contra la pared y dispara rápido, lo suficientemente veloz para que apenas alcance a ver el brillo de las balas.

—¿Te doy miedo? —Entonces le pregunta con una sonrisa triste.

—Nunca. —¿Lo terrible de esa respuesta?

Es que sabe que es sincera.

Los responsables de la explosión al parecer fueron sus chicos, se los encuentran en medio del pasillo junto a la imponente presencia de Blanca quién usa como excusa que Yut-Lung es su cliente, por eso no podía dejarlo morir en manos de sus hermanos pese a sus órdenes, siendo honesto agradece que su maestro tenga estos momentos de ambigüedad y lucidez, de pronto, tiene sentido cómo mataron a tantos si tienen a Blanca de su lado. Dino lo castigará si se entera. No se puede enterar.

Van al subterráneo para escapar.

Manda a Blanca por el culo de Max en caso de que esté en problemas.

Destruyen los autos de Dino.

Shorter no ha regresado todavía, Yut-Lung tampoco.

Debe ir...

—No me dejarás ir contigo ¿verdad? —Y claro que Eiji lee sus pensamientos con suma claridad.

—Por fin estás siendo razonable.

—Porque me siento igual que tú al respecto. —Suspira y algo cambia en el aura de Eiji cuando dice:—. Pero, ten cuidado, si te pierdo a ti me volveré loco.

Mierda.

Eiji siempre...

Y Ash nunca...

—Alex, cuida bien de él. —No va a volver a arriesgarlo—. No lo dejes solo ni un segundo hasta que yo regrese.

Se da la vuelta. Debe localizar a Shorter. Debe destruir todavía el lugar. Debe hacer que Dino pague.

—¡Ash! —Cada fibra de su cuerpo tiembla cuando Eiji lo llama una última vez—. ¡Vuelve a salvo! ¡Te estaré esperando, siempre!

Se va.

El laboratorio está en llamas cuando entra, Yut-Lung tiene a Shorter sostenido por los hombros y se ve...calmo a su lado, no con esa expresión vacía y horrorizada de hace un par de horas, no, sino que acá parece incluso en paz mientras se restriega como un cachorrito contra el sumiso quién gimotea sobre que no lo deja avanzar y morirán calcinados sino se van.

—¿Qué está haciendo? —Ash lo ayuda a sostener a Shorter del otro lado aunque impresiona mucho más defensivo ante sus toques—. ¿Cómo...?

—Porque el imbécil me reconoce. —Aslan frunce el entrecejo ligeramente ofendido, han empacado una serie de muestras de Banana Fish y Dino les hará pagar por sabotear su negocio, lo comprende.

—¿Por qué no me reconoce a mí? —Chilla.

—Porque no eres su pareja destinada. —Yut-Lung rueda los ojos con falsa molestia—. Me reconoce por lo mismo.

Oh.

Shorter y Yut-Lung son una pareja destinada, vaya.

Pero no charlarán de esto ahora. Se suben al auto que Dino le regaló cuando cumplió 16, la mansión arde en llamas, Blanca ya debe haber sacado a Max, los chicos deben estar camino al refugio, Golzine lo mira con una mueca inescrutable desde una de las ventanas.

—Ya volverás arrastrándote a mí. —Le dice—. Ya lo verás.

Se vienen dos capítulos de relajo, relax, de hecho, están enfocado no tantooo en el AshEiji y un poco más en las otras parejas para darles el desarrollo que merecen al igual que la profundidad en las otras relaciones, así que aprovechen estos dos días de vacaciones antes de irnos con todo al final.

See ya.

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