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23. Sacrifice.

¡Hola mis bonitos lectores! Para no perderle tanto el hilo a lo que está pasando Eiji por este periodo nos vamos a enfocar en él, recuerden que la premisa de este au es que igual que el omegaverse hay una necesidad fisica y biologica a la pareja elegida, por ende, no todo es 100% voluntario. Pero eso~

El capítulo de hoy va dedicado a la cumpleañera CarnadaDeErwin, muchas felicidades mi vida, ha sido completamente de un agrado haberte conocido en este fandom tanto como lectora y escritora, te tengo demasiado aprecio y te advertí que no sería besto capítulo pero esta hecho con mucho amor para ti, love you.

—¿Té de match está bien? —La voz de Eiji resuena alrededor del comedor en un resqueme vaporoso e intangible que lo deja clavado al sillón, pensando si efectivamente la ha escuchado o si el cansancio le está dando malas pasadas—. ¿Sing?

—Sí, está bien. —Está levemente afiebrado, dicho escozor no ha hecho más que incrementar a causa de la presencia del sumiso, hay una bruma jodidamente dulce en el aire que viene de Eiji y ese aroma lo tiene hipnotizado, sin embargo, se obliga a retomar la calma—. ¿Puedes preparar palomitas?

—¡Solo si sacas la basura mañana! —Le grita de la cocina y eso lo hace sonreír.

—Es un trato. —Responde—. ¿Te da lo mismo la película que veamos?

—¡La última vez elegí yo la película! —La tetera grazna en un soplo, Sing escucha el chirrido metálico que probablemente le indica que el sumiso está sirviendo el té mientras prepara las botanas dulces, se intenta acomodar encima del sillón, moviendo cojines y pilas de camisetas—. Además, te quejaste toda la película sobre lo aburrida que estaba la trama, te toca elegir.

—Bien, entonces buscaré alguna al azar.

—Perfecto.

Pero Sing no puede concentrarse en buscar una película decente por más que quiera, el perfume de Eiji lo distrae de sobremanera, no quiere esto y aun así, su dominante interior lo reconoce de sumiso.

Su sumiso.

Es tuyo, es tuyo, es tuyo.

Niega, sabe que son buenos amigos (mejores amigos inclusive se atreve a decir), se han cuidado la espalda desde que se conocen en la academia, viven juntos, han logrado moldear la rutina alrededor del otro como si fueran engranajes pertenecientes a la misma maquinaria, es una existencia cómoda (claro, sin contar las veces en que la terquedad de Eiji le saca canas). Le encanta esta dinámica, adora que Eiji lo espere en casa con la cena o lo despierte con horribles platillos de desayunos o que tengan que coordinar las duchas para no agotar el agua caliente, adora comprar chucherías para comérselas en secreto y que Eiji conozca mejor que el propio Sing sus escondites, adora la complicidad que tiene su dinámica y es algo que se vienen dando y construyendo progresivamente desde hace años porque en el fondo, esperó que las cosas se quedaran así para siempre.

Eiji y él. Amigos. Los mejores amigos. Juntos.

Y sí, tal vez esperaba que Eiji aceptara eventualmente ser su sumiso dado el abuso de sus supresores, o tal vez, solo quería un seguro de que Eiji se quedaría a su lado con esta comodidad. Una comodidad conveniente puesto que incluso siendo mejores amigos hay temas de los que no hablan. Hay tabúes:

Sing nunca habla de cómo pasa sus ciclos. Eiji nunca menciona los frascos de supresores apareciendo en la alacena. Sing nunca refiere lo mucho que calma a su dominante interno su presencia. Eiji nunca dice nada aunque lo deja acercarse más que otros dominantes y ser su excepción. No mencionan su constante abuso sufrido por Evanstine o cómo los demás asumen que son pareja dadas sus miradas, o cómo Sing tiene asumido que Eiji nunca querrá irse de su lado y las cosas eventualmente fluirán o eso espera. Nunca hablan de esto, Sing entiende lo mal que Eiji la ha pasado por la brecha de géneros y no ansía lastimarlo. Solo quiere protegerlo. Estar ahí. Cuidarlo. Apoyarlo. Amarlo. Es un gran amigo o más bien, su mejor amigo. Es la persona que Sing ama y...

Mierda.

Ya no se trata de una cuestión de instinto, ¿verdad?

No puede mentirse más.

—¿No has elegido la película todavía? —Entonces Eiji se incorpora al comedor con tazas humeantes de cerámicas mientras las palomitas terminan de reventar. La mirada del dominante enseguida yace atrapada por aquel reluciente collar y odia que le dé calma verlo en su cuello.

«Es tuyo» dice el dominante en su cabeza por más que trate de ignorarlo, ignorarlo no hace que por fin desaparezca. Es tuyo. Es tuyo. Es tuyo. Estás a salvo.

Y añade: «tiene tu collar».

No el de Ash.

—Sí lo hiciste. —Eiji se acurruca a su lado impulsado por esa parte instintiva y primitiva que lo incita físicamente a saciar esa hambre de dominante y Sing lo comprende, no va a victimizarse, él le insistió durante años que lo dejara marcarlo y finalmente lo tiene atado con el collar, está a salvo su preciosa rutina de comodidad con la excusa de salvarlo de otros comandos, Eiji es suyo y su cuerpo lo necesita ¿pero su corazón? Esa historia es diferente—. ¿Por qué pusiste una película tan triste? No me esperé pasar mi noche de viernes llorando por Titanic.

—No me fijé. —El pánico se apodera del dominante y más al sentir la cabeza del japonés encima de su hombro, siempre se han acurrucado de esa forma y no es nada nuevo, incluso lo hacían desde la academia, por ende no debería afectarle tanto—. ¿Quieres que la cambie? Podemos elegir algo más.

—No. —El problema es que los sentimientos de Eiji por Sing no han cambiado.

—¿Seguro?

—Estoy bien con esa, me gusta.

—Genial. —Y los sentimientos de Sing por Eiji sí cambiaron, y eh ahí el problema—. Hace mucho no veíamos Titanic a solas.

—¿La última vez fue con Yue? —Ese fue otro tema aparte en la amistad—. Cuando armamos un cine improvisado en la prisión, ¿te acuerdas de lo difícil que fue colar una televisión en el patio?

—Claro que sí. —Sing rueda los ojos con una sonrisa—. El histérico se quejó de que no nos habíamos esforzado lo suficiente para cumplir con sus estándares de lujo.

—¡Y eso que yo iba al gimnasio en ese entonces! Era fuerte.

—Fuerte para ser un enano.

—¡Sing! —Eiji lo golpea en el hombro con un puchero indignado—. Tú creciste mucho.

—Se llama pubertad. —El japonés bufa indignado antes de esbozar una expresión triste, muy triste.

—Ese día Evanstine también me castigó. —El sumiso se encoge contra sí mismo—. Pero valió la pena si pudimos hacer que los presos olvidaran por un rato que estaban atrapados.

—Son criminales, Eiji.

—No todos los que están en prisión son criminales así como no todos los criminales están en prisión.

—No cabe duda de porqué tú hacías contención emocional. —Dice para aligerar la nostalgia, la sala está oscura, la única luz existente es la televisión y aunque es de día, las pesadas cortinas plomas no dejan que se cuele un solo rayo del sol, es como su propia torre en el castillo—. ¿Por qué no pensaste en renunciar antes?

—Claro que lo pensé. —El japonés bufa—. Pero sentía que renunciar sería como darle la razón a ese tipejo y aceptar que soy débil y merezco aquel lugar en la cadena alimenticia. —De pronto, el fuego que arde en sus ojos se extingue apenas toca la gargantilla—. Aunque supongo que tenía razón si al final necesitaba de un dominante para mantenerme a salvo.

—Eiji.

—Lo siento, Sing.

—No. —No lo digas.

—Lo siento por involucrarte en esto. —Basta—. No quería ponerte en medio.

—Yo lo propuse años antes, no dejaba de insistirte, ¿lo recuerdas? Incluso en tus controles médicos salía el tema. —Y francamente le gustaría que Eiji dejara de disculparse, así podría concebirse menos culpable por disfrutarlo, es una basura, Dios—. Fue algo que acordamos los dos.

—Supongo. —Sing se inclina, atrapa un mechón entintado para acomodarlo detrás de su oreja y Eiji jadea por la sorpresa, entonces sus dedos juguetean, de su oído pasan hacia su cuello, y de su cuello a su collar y odia que le guste tanto ese collar, pero no puede evitarlo—. ¿Qué pasa?

—Eiji. —Se inclina más cerca y su corazón muere al notar al invasor en el ambiente—. Hueles a Ash.

—Ah, sí. —Un adorable rubor enciende sus mofletes—. No logré verlo desde que salió del hospital, pero al menos me ha llamado a diario, ya van a volver, creen que tienen pruebas suficientes.

—Pero es algo más, es un aroma más intenso. —Insiste porque su lengua es floja—. Huele a un ciclo.

—Sí. —Y acá lo entiende.

—Oh.

—Antes de que pasara lo de la puñalada dimos el gran paso.

—Te acostaste con él. —Con otro dominante.

—Sí.

Sing se queda mirando la película en silencio, resiste el impulso de apartar a Eiji, le duele la confesión aun sino tiene derecho (ya que las cosas han sido claras del inicio en relación a Aslan), le es inevitable sentir lo que siente y lamentarse por lo que no-tuvo pero de todas formas perdió. ¿A quién engaña?

Está enamorado de Eiji.

Está malditamente enamorado y no lo vio hasta que fue muy tarde.

Carajo, lo ama.

Ama el espacio de Eiji y cómo lo comparten, le gusta ver los ojos de Eiji iluminarse cuando abren las cortinas y saludan Nueva York, le gusta que tararee mientras cocinan, le gusta que sea gentil con los reos de la cárcel, ama que se esfuerce por probarse a sí mismo que puede dar más y se logre superar, ama que haga pucheros ante sus molestias, ama ser cercano a Eiji de una forma en que aprendieron a ser con mera naturalidad, ama llegar a casa y que lo reciba con un "Okaeri". Aunque nunca ha sido posesivo al entender que las personas no son propiedad, quiere gritar al imaginarse a Ash tocándolo, besándolo y tomándolo. Odia esto. Odia amar a Eiji. Odia que Eiji ame a Ash. Y odia no poder ponerse contento, carajo, se prometió que estaría feliz porque la felicidad de Eiji es suya.

No puede.

Simplemente no puede alegrarse al recién descubrir que lo ama porque le rompió el corazón. Si Sing fuera un dominante como los demás podría usar un comando para mantenerlo a su lado a la fuerza, claro que él nunca hará eso. Pero una parte de sí mismo se reprocha, ¿cómo lo llamaron sus amigos?

Blando.

Sí, Sing es blando.

—Pensé que lo habíamos aclarado antes. —Por supuesto que Eiji nota el cambio de ambiente y tiene las pelotas suficientes para confrontar el tema aun si es duro—. Sing, ¿qué está pasando acá?

—Es mi lado dominante que le molesta, nada más.

—Fui claro sobre Ash todo el tiempo. —No es duro con sus palabras aun así, siente como si Okumura estuviera rajándole el pecho con una navaja—. Tú me dijiste que estarías bien con esto, no te limito, tú puedes conseguir otros sumisos, yo nunca pensé que podría...

—Eiji. —Lo calma porque ese es el primer instinto de Sing—. Sé que amas a Ash, estoy bien con eso.

—Creo que deberíamos hablar de cómo llevaremos nuestra relación cuando esto se acabe.

—¿A qué te refieres?

—Tú y yo estamos vinculados. —El japonés le da una sonrisa gentil pero firme, ama esa dualidad, es acá cuando cae en la cuenta de que probablemente sus sentimientos por Eiji jamás cambiaron, sino que siempre lo amó pero era demasiado cobarde para admitírselo, solo esperó cómodamente a que las cosas fluyeran asumiendo que Eiji lo amaría. No pasó—. Pero cuando las cosas con Dino Golzine, el clan Lee y todo esto de la droga acaben me gustaría estar con Ash.

—Quieres dejarme. —Lo dice como si fuera una ruptura—. Es entendible, es tu pareja—. ¿Y qué? Él es tú sumiso, dice la voz intrusiva de su cabeza y Sing quiere taparse los oídos para no escuchar más.

—Sing, sabes que te quiero y que tenemos una conexión muy especial pero...

—No soy Ash. —Asiente—. Lo sé, de verdad lo sé.

—Usamos el collar como una medida de prevención, no porque fuéramos una pareja o algo así, creo que me lo dejaste claro desde la primera vez que me lo ofreciste. —Pero quería que me amaras más adelante, quería tener la oportunidad de que el vínculo al menos...no sé lo que quería. Ya no sé nada.

—Lo hice ¿verdad? Yo te dije que si te ponía un collar era un mero trámite.

—Así es. —El japonés frunce la boca, están frente a frente en el sillón, se ahogan en lo duro de dicha conversación y a diferencia de la película acá no hay una puerta sobre la cual flotar y aun si la hubiera no sería lo suficientemente grande para que ambos cupieran—. Estás raro, explícame, Sing.

—No es nada.

—No puedo leer tu mente. —Pero el sumiso es persistente—. No puedo adivinar lo qué sientes o te duele o no quieres a menos que me lo digas. —El dominante se restriega contra la palma del moreno apenas le toca el rostro y el toque es reconfortante, ni siquiera él mismo se había dado cuenta de lo profundo que era este cariño y fue probablemente al darlo por sentado.

—Siempre pensé que seríamos tú y yo. —Entonces empieza abriendo la herida porque no va a evitar más sus sentimientos, claro que es aterrador perder a Eiji pero ¿acaso no lo ha perdido? Aun con su collar en su cuello y siendo su sumiso, necesitándolo físicamente no pudo competir—. Es raro saber que no será así, tienes a alguien más.

—No me estás perdiendo para siempre, no lo digas así. —¿Por qué se siente como si ya te perdí sino es así? ¿Por qué siento que él te arrebató de mí pero ni siquiera tuve oportunidad?

—¿Qué pasará con nosotros? Tu cuerpo físicamente depende de mí.

—Yo no... —De repente su sonrisa se hace trizas—. No lo he pensado todavía, podría seguir tomando supresores por el momento.

—No.

—O tal vez mi cuerpo sea compatible con Ash. —Y Sing debería estar feliz con esto—. Fue agradable la vez que lo hicimos, me gustó sentir dolor, me sentí cómodo y a salvo. —Pero quiere vomitar, claro que es su culpa, es él quien no clarifica sus sentimientos y no puede ser doble vinculante, Eiji confía en él, por ende, si le dice que no tiene interés romántico no desconfiará y se aprovechó de su misma ingenuidad. Es cierto, no puede adivinar lo que siente y por eso le pide que le cuente.

—Ya veo.

—Odias la idea.

—No yo, mi dominante interno. —Se excusa—. Es posesivo.

—¿No es un poco injusto que los dominantes puedan tener un harem de sumisos, ser posesivos con todos ellos pero en el caso contrario se indignan? —Ríe, le gusta su lengua mordaz para exponer sus verdades—. Creo que es hipócrita de la sociedad, si vas a exigir monogamia, también dala.

—Lo dices como si asumieras que yo buscaré a otro sumiso.

—¿No lo harás? —Eiji ladea la cabeza con curiosidad y es adorable—. ¿Y tu pareja destinada?

—¿Pareja destinada? —El ambiente se relaja progresivamente pero no la presión en su corazón, no cree que eso pueda sanar nunca—. ¿Acaso crees que Ash es la tuya? Es un switch, ¿acaso tiene una?

—No me importa. —Gruñe—. Lo amaría independiente de lo que fuera, amo a Ash porque es Ash y ya. —Qué hijo de puta más afortunado es el lince de Nueva York—. Yo aspiro a lo mismo en el amor.

—¿En qué sentido?

—En que me amen por ser Eiji y ya, no por ser un sumiso.

Oh.

Sing no está seguro de haberle podido dar eso, su dominante interno es codicioso y lo ve de sumiso, como su sumiso. Ni siquiera tuvo oportunidad para defenderse, Eiji se acercó sigilosamente con paso lento e inexorable a plantar raíces de pura ternura, confort y terquedad en su corazón, antes de que pudiera defenderse o arrancarlas ya estaban ahí, siendo un prado inmovible de rosas. Rosas azules. Te-amo-pero-no-me-perteneces, es lo que significan. Un amor imposible.

—Eiji... —Antes de que pueda seguir articulando este tren de catástrofe la puerta suena.

—Debe ser Shorter. —Cierto, dijo que vendría—. Ash no quiere que ande por ahí solo en Downtown y me puso una niñera diferente todos los días. —Ayer vinieron Bones y Kong y aun limpian ese caos.

—¿Te vas?

—Sí. —El sumiso se levanta—. Pero cuando regrese tenemos que terminar esta conversación, yo no quiero perderte, Sing. Eres mi amigo y te quiero, pero no te puedo querer como mi pareja.

—Lo sé. —Sonríe—. Nunca te habría pedido nada más, es tu imaginación. —Y esconde el rabo entre las piernas, tiene muchas cosas que ordenar y no quiere enfrentarlo cuando el japonés está saliendo.

—Entonces lamento el malentendido.

—No pasa nada.

Pero Eiji no se fía de esto.

Resultó extraño que todo se mantuviera confluyendo con normalidad a pesar del elefante en medio de la habitación, por muy íntima que sea su relación con Sing comprende que la gargantilla los coloca en una dinámica y jerarquía distinta y que eventualmente tendrán que ponerse de acuerdo sobre la convivencia, ciclos y comandos. Lo tomó desprevenido la reacción del dominante puesto que tiende a incitarlo para que se enamore, más, mira la complejidad de la situación. ¿Es a raíz del vínculo?

—Ash ya viene de regreso hacia Nueva York, debes extrañarlo mucho. —Y por mucho que lo anhele no puede enfocarse en la resonante voz de Shorter a través de Downtown, ha metido ambas palmas dentro de sus bolsillos preguntándose una y otra vez cómo tendrá esa conversación—. ¿Eiji?

—Ah, sí. —Responde por inercia con el entrecejo tenso y la mandíbula rígida—. Me alegra, hallaron cosas importantes en la habitación de Griffin ¿no es así?

—Lo hicieron. —Shorter se escucha a lo menos extraño—. ¿Pasó algo? —El sumiso maldice su propia transparencia, recuerda las palabras de Ash:

«Tú y yo vivimos en mundos diferentes».

¿Qué hay de Sing?

Siempre creyó estar en una sintonía especial con ese joven dominante pero parece... parece que no.

—¿Eiji? —Shorter finalmente lo detiene y se mira seriamente preocupado.

—¿Ah?

—¿Estás bien? Luces distraído.

—Sí, lo siento. —Miente y es terrible haciéndolo—. Realmente estoy contento de que Ash vuelva ya que me sentía muy preocupado con el tema de la puñalada, ¿sabes? Siento que Dino está demasiado tranquilo, mi jefe igual, ni siquiera protestó por la extensión de mi licencia.

—No me refiero a eso. —Lo regaña con gentileza, Shorter tiende a ser esa clase de persona muy leal y preocupada, actuando más como un hermano mayor genial que al mismo nivel—. ¿Qué es?

—Sing.

—¿Sing? —Es suficiente que apunte a su gargantilla para que entienda.

—Sí, es complicado.

—Vamos a hablar a un lugar más calmo.

Se permite guiar por Shorter hacia un local que frecuenta con Bones y Kong, aman los pastelillos por el dulzor no hostigoso que desprenden, suele llevarle uno a Ash a escondidas porque a pesar de que el señor soy-muy-rudo-para-comer-cosas-dulces y me-gusta-el-café-negro-como-mi-alma arme esta puesta en escena de su fachada, se los come a escondidas de todas maneras. Piensa en Ash, en toda la intensidad con la que se enamoraron, piensa cómo Ash lo sacó de su zona de confort, cómo sintió que eso lo hizo más valiente y más sumiso a la vez. Piensa en Sing y le duele siquiera imaginarse que los sentimientos de su amigo no son de amistad porque...Eiji no eligió enamorarse de Ash, de hecho, si hubiera podido elegir de quién enamorarse habría sido Sing. Pero no.

El corazón no escucha razones ni tampoco las necesita para saber lo que quiere, es duro de afrontar.

—Antes de que llegaras estábamos teniendo una conversación intensa con Sing. —Entonces es débil ante Shorter, siempre le preocupó no mostrarse fuerte o genial con el pandillero, no quería que sus tratos equipararan a menosprecio como los otros dominantes, sin embargo, hay algo en Shorter que te incita a confiar—. Creo que se molestó por mi relación con Ash.

—¿Se molestó?

—Eso o estaba herido. —El japonés centra su atención en la taza de café que le sirvieron de cortesía, mira los restos de crema hacer olas hacia la orilla y suspira—. Antes de que me pusiera la gargantilla habíamos hablado de eso ¿sabes? Nunca manifestó tener ningún sentimiento romántico y yo le creí, es mi amigo, ¿por qué habría de desconfiar de él? Además, Sing nunca me ha mentido.

—La naturaleza de los dominantes es muy posesiva. —Shorter le explica con palabras bajas y calmas.

—Eso es una injusticia. —Bufa—. Además, Ash no es un dominante, es un switch. —El chino se quita los lentes ante la mención del tema, algunos cabellos han nacido en su cabeza volviéndole a dar esa aura de rebeldía jodidamente genial.

—¿No te molesta? —Lo pregunta casi en un susurro.

—¿Qué cosa?

—¿No te molesta que no sea un dominante? Debe ser un dolor de culo eso de los comandos y de tu collar, creo que sería más fácil si fuera un dominante, puedes ser honesto conmigo, Eiji. —Y aunque el aludido se ofendería sin duda si otra persona lo preguntara porque... ¿cómo se atreve a cuestionar así su amor por Ash? Este hombre es su mejor amigo.

—Nunca podría molestarme. —Es deber de Eiji darle seguridad—. Aunque en un principio le dio un toque de Romeo y Julieta a nuestra relación por el amor entre los sumisos. —Recuerda con nostalgia su primer encuentro y lo etéreo que Ash lucía—. Estando a su lado aprendí que no es relevante, que lo más importante para mí es estar con la persona que amo y ya.

—Siento que tu collar fue más que nada una medida desesperada.

—Lo fue. —La bilis le quema la garganta al recordar a Evanstine—. Acababa de sufrir un castigo muy duro de mi jefe y aun teniéndolo normalizado no podía tolerar la idea de pasar por otro más, sé que ahora suena exagerado y podría haberlo enfrentado en ese momento distinto. —Suspira—. Pero en ese entonces verdaderamente sentí que tenía dos opciones: o me ponía un collar contra sus órdenes o me moría por las torturas de mi jefe.

—Eiji. —Los ojos de Shorter son intensos y tristes, estira su mano por encima de la mesa hasta llegar a su taza y consolarlo—. No es exagerado, si llegaste al punto de haber resistido años sin un collar a ponerte uno por miedo creo que debió ser algo fuerte.

—Lo fue. —Se encoge dentro de su chaqueta—. Y ahora estoy físicamente atado a Sing y no es como que quiera necesitarlo fisiológicamente, no busco su aroma solo porqué sí o su calidez, es instinto y no puedo luchar contra eso. —Y hay cosas que son imposibles de cambiar, no es injusto ni pesimista, simplemente el mundo es así—. Pero me niego a resignarme e ignorar mi amor por Ash.

—Él tiene razón. —Shorter tararea, acomodando su mentón encima de su palma—. Eres terco.

—¡Yo no...!

—Por eso creo que eres perfecto para él.

—Oh. —Eiji se sonroja con violencia—. Gracias.

—Y no creo que debas resignarte a estar con alguien solo porque existe un collar de por medio.

—Lo sé.

—Ni tampoco deberías sentirte culpable por no poder corresponderle a Sing, que alguien te ame no significa que estés obligado a amarlo de regreso por mucho que duela. —Hay algo más en su voz.

—Tú... —Eiji juguetea con los bordes de la taza antes de mirarlo—. Pareces hablar de la experiencia.

—Sí. —Shorter sonríe—. Lo hago.

—¿Ash?

—Ash.

—Ya veo.

—Pero siendo justos. —El chino tararea—. Es difícil no enamorarse de Ash ¿no es así?

Ríen.

En lugar de sentir celos o cualquier otro sentimiento que hubiera escaldado a flor de la inseguridad, Eiji se siente comprendido sabiendo que Wong alguna vez estuvo en ese mismo vorágine, qué alivio.

—¿Cómo pasó eso? —La curiosidad es un niño travieso que roba frascos de galletas—. Lo siento, no quise ser atrevido, cuéntame solo si quieres.

—No es necesario que estés tan tenso ¿sabes?

—Perdón. —Se encoge dentro de su camiseta, pero Shorter impresiona querer hablar y así lo hace:

—Recién nos acabábamos de conocer, él tendría unos catorce años y mierda su presencia me atrapó igual que atrapa a la mayoría supongo. Y tomó tiempo, pero Ash aprendió a confiar en mí, su fachada de depredador invencible poco a poco empezó a caerse, a veces iba a mi casa, en especial si quedaba muy herido luego de sus...clientes. —La boca le tiembla con esa última palabra—. Nunca dijo la gran cosa, pero ambos sabíamos que yo sabía y creo que solo necesitaba recordarse a sí mismo que pese a los tratos seguía siendo humano y teniendo cierto grado de libertad.

Eiji no sabe qué responder a eso.

No puede.

Hay una rabia destructiva escaldando dentro de su vientre al imaginarse eso y un alivio dulce debido a la presencia de Shorter en el cuadro. Y le es raro, debería estar celoso de que se conozcan tanto y más considerando el nivel de confianza pero de nuevo, está malditamente aliviado de que Aslan no estuviera solo y ya. Shorter es un chico malditamente genial, sin duda era el adecuado para apoyarlo en esos momentos, son mejores amigos o incluso hermanos a estas alturas, se protegen como dicen que la familia debe hacerlo, Shorter siempre ha salvado a Ash sin importar qué, una vez hasta le dijo que robaron gallinas juntos y Eiji ama eso, Eiji ama que Ash sea amado, punto.

—No te preocupes, fue hace tiempo.

—No me preocupo. —Eiji tararea y de repente, hay menos peso presionando sus hombros.

—¿Tan poca fe me tienes? —El chino se burla y ambos lo saben—. ¿Crees que no tenía oportunidad?

—¡No es eso! —El japonés entra en pánico porque no quiso sonar altivo o algo así—. Estoy aliviado.

—¿Aliviado? —Shorter crispa una ceja, congela ambas palmas contra su taza caliente.

—Es importante que Ash haya tenido a alguien ahí, sé que no me corresponde pero estoy agradecido y feliz de que tengan una relación tan estrecha.

—Yo no...

—Además, Shorter. —Eiji sonríe con sinceridad—. También me gustaría tenerte de amigo, en Japón no entablé esa clase de relaciones íntimas porque las personas no suelen ser tan ¿personales? —La brecha de idiomas lo hace dudar sobre la última palabra—. Y eres un tipo muy genial.

—¿Eh? —El chino se relaja completamente absorto por el brillo del sumiso—. Por fin alguien dice lo que es obvio. —Sus perforaciones relumbran contra los focos del local dándole un aura más relajada.

—Claro que es obvio.

—Pero te equivocas en una cosa.

—¿En qué?

—Nosotros ya somos amigos. —Lo explicita—. ¿No me digas que no me consideras de esa manera? Me sentiré muy triste sino lo haces. —Le toma el pelo sabiendo que Eiji es del tipo que reconforta.

—¡No! ¡No es eso! —Bingo—. Lo siento, no quería escucharme atrevido, todavía soy torpe con esto de los límites estadounidenses.

—¿Cómo te las arreglaste para sobrevivir tanto tiempo? —El más alto se burla.

—Gracias a Yue. —Y su semblante se quiebra apenas percibe ese nombre—. Yue me ayudó bastante.

—Yut-Lung. —Repite igual que un amante lo haría—. Sí que es un caso.

—También estoy contento de que seas tú ¿sabes?

—¿A qué te refieres? —Entonces Eiji bufa ofendido, como si fuera un conejito meneando la nariz en la meta de intimidar—. No entiendo.

—Se gustan. —Dice lo evidente por primera vez—. He notado la atmósfera que hay cuando charlan.

—No. —Escamotea—. No sé de qué hablas.

—No te vas a vivir con alguien que no te gusta por mero compañerismo.

—Se llama código de prisionero. —Eiji crispa una ceja, revolviendo su café con una cuchara de metal.

—Shorter. —Advierte—. Soy ingenuo, no estúpido. —Y que lo diga con tanta seriedad consigue que el célebre estalle en una grosera carcajada, por poco olvida con quién habla, el chico del jefe ¿cierto?

—Cielos, parece que te subestimé. —Alza ambas palmas en el aire—. Lo siento, no debí. —Y mucho menos considerando que esta es la persona que Ash eligió amar, pero su cara de bebé es engañosa.

—¿Entonces...?

—Puede que tengas algo de razón. —Finalmente admite con las mejillas rojas—. Tal vez me gusta.

—Lo sé. —Eiji sonríe con picardía—. Lo suponía.

Ciertamente para el propio Shorter fue una sorpresa acabar enganchado de alguien como Yut-Lung, el chico es sin duda arisco y venenoso, tóxico incluso llegó a pensar, no fue hasta que una noche Yue trajo a uno de los reos al cuarto con la excusa de manipularlo que vio esa misma expresión quebrada, vacía y sin vida que tanto caracterizó a Aslan. Ahí entendió que el drama era mera fachada e intentó abrirse a conocerlo sin prejuicios, no tardó mucho en descubrir cosas realmente lindas de Yue como por ejemplo: que duerme siempre abrazando algo, babea entre sueños, o que en secreto disfruta lo más simple al lujo que aparenta o que tiene una voz más suave cuando es genuino o que cuando ríe demasiado suelta ruidos de cerditos. Fue duro en un inicio, no mentirá, escucharlo decir que quería muerta a toda su familia fue fuerte hasta que supo lo del collar. Abominable, pensó.

¿Ser el sumiso de su propio hermano?

Joder.

En algún punto se encontró a sí mismo siendo protector con Yut-Lung, queriendo probarle que podía haberse topado con dominantes de mierda pero no todos los dominantes eran una mierda. En algún punto empezó a gustarle su rutina nocturna y verlo hacer skincare o intentar cocinar con Nadia. Aún peor, en algún punto se descubrió a sí mismo mirándole demasiado los labios y perdiéndose a través de sus ojos que si bien, en un inicio le parecieron afilados, ahora solo mira cielos estrellados.

Sí, tal vez le guste un poquito demasiado.

Y es gracioso considerando que desde su crush con Ash evitó el amor.

—Yue nunca... —Las manos de Eiji tamborilean alrededor de su taza, impresiona no saber qué decir, eso le da una misma idea y lo hace reír—. No lo lastimes, por favor. Sé que no lo harías, tuvimos una charla acerca de lo genial que eres, pero él puede ser tan duro de roer a veces y se requiere de tanta paciencia para lidiar con él, pero te prometo que vale la pena.

—Eiji.

—De verdad, es un histriónico que no hace más que meterme en problemas, quejarse, ahogar todas sus penas en vino en vez de ir a terapia y tiene un complejo familiar, pero eso lo hace especial y Yue merece que lo amen con la misma intensidad que da, no tolerará menos, ni él ni yo.

—Eso pretendo. —Lo calma—. Aunque últimamente está raro.

—¿Raro? —No, esa no es la palabra.

—Paranoico. —Sí, especialmente en sus últimos días yendo al Chang Dai—. Sus hermanos al parecer están haciendo tratos con Dino y Yue teme que vayan por él para ofrecerlo de moneda de cambio.

—El collar se lo puso su hermano mayor. —Recuerda con amargura—. Por ende, si le da el comando de obedecer a Dino no tendrá más opción. —Shorter siente un asco visceral derritiéndose entre sus tripas pero se niega a quedarse pegado acá.

—Lo liberaré apenas Ash regrese.

—Sí. —Brindan con café—. Lo haremos.

Matará al clan Lee para salvarlo.

Lo protegerá.

—Ahora vámonos, los chicos me van a regañar por robarte tanto tiempo.

—¿Me están esperando en la universidad? —Wong asiente—. ¡Me tratan como un bebé!

—No, te tratan como algo peor. —La ceja alzada del japonés le da la señal para terminar—. El novio de Ash.

—¡Pero...!

—Y si realmente quieres ver a ese tal Ibe, deberías apresurarte.

Cierto.

Por eso no pudo terminar la conversación con Sing, ver a Ash tan cerca de la muerte lo incitó a poner sus fichas en la mesa y darse coraje para confrontar a Ibe, se equivocó en estudiar para policía, debió seguir con la fotografía y ahora lo sabe. Pero al menos quiere verlo. Necesita verlo.

Así que compran algunos panecillos de esos que "no le gustan" a Ash porque es muy macho y ponen su marcha en acción.

—Eiji. —Pero sabe que algo anda mal cuando Shorter lo abraza por la espalda, le lanza una expresión protectora, casi de hermano mayor y eso le pone los pelos de punta—. Apurémonos.

—¿Por qué?

—No te voltees, pero nos están siguiendo.

Sin embargo, no poseen tiempo para reaccionar. Los rodean en cuestión de segundos. Los amenazan con sus armas. Lo inmovilizan. Los arrastran hacia un vehículo. Lo obligan a tomar una droga. Eiji no quiere tomarla. Le pegan. Regañan al guardia que lo golpea.

—¿Acaso eres estúpido? —Dicen, Eiji se siente muy cansado—. Este es el sacrificio para el monsieur.

Okey, no les mentire, se vienen capítulos intensos emocionalmente porque ya estamos cerrando, les recuerdo que las advertencias están del inicio y yo tengo a nadie leyendo obligado así que les quería pedir especialmente por mi autocuidado que eviten comentarios como: quiero matarme. Me hacen muy mal y recibir varios de esa indole me quema, me drena, me agota y estoy muy cansada. Así que por favor, sean especialmente conscientes con ese tipo de expresiones para los capítulos siguientes porque tienden a darle en esta clase de situaciones. Pero eso. Mañana se nos viene potente si me tienen fe.

¡See ya!

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