22. Cursed.
Hi~ Quedé demacradisima, agotadisima y chupadisima luego de la clase de hoy, pero no completamente destruida porque este capítulo como les comenté es de mis favoritos en relación al desarrollo personal de Aslan, toca temas muy importantes y marca en paralelo el inicio del gran conflicto final (que mañana van a cachar mejor con Eiji). Mil gracias por leer.
¡Espero que les guste!
Aslan nunca se consideró a sí mismo dentro de los parámetros esperables, poseer una vida "normal" fue algo que se alejó de su cabeza cuando entendió que mientras los demás niños estaban yendo al colegio o juntándose con sus amigos después de clases, él filmaba películas pornográficas y satisfacía a sus clientes con sus encantos. Desear una vida cotidiana se esfumó progresivamente junto al tenue recuerdo de Griff en Cape Cod, metió en una caja fuerte todo lo que implicaba ser «Aslan» y la arrojó dentro del océano salvaje que era el inconsciente, esperando disociarse de su identidad al punto de olvidarse de quién fue alguna vez. No pasó. Hiciera lo que hiciera o incluso si atestaba su caja fuerte con memorias tan pesadas como cemento la marejada siempre la traía de regreso a la orilla, siempre venía medio abierta y aun así, siempre parecía más pesada que la vez anterior.
Supone que sí pudo ser normal en ese sentido a pesar de su extenso repertorio de traumas.
—No quiero salvarme a costa tuya.
«Tu vida es importante, Aslan».
Aun así, admite que hay algo en que no es normal: Ash no le teme a la muerte. Cree que los humanos son raros, no comprenden la muerte pero le temen por instinto. En muchas ocasiones él pensó que la muerte sería la mejor opción, la idea de morir le parecía tentadora y apacible. De hecho, Aslan se solía comparar mucho a sí mismo con el cadáver de leopardo que aparece en un libro de Hemingway porque tendía a equipararlos y por ende, cuando pensaba en su muerte recordaba a aquel leopardo.
¿Por qué escaló tanto la montaña? ¿Se perdió cazando a una presa hasta que llegó un punto en que no podía volver? ¿O subió y subió, poseído por algún instinto y se desplomó intentándolo? Él piensa en qué dirección estaba su cadáver.
¿Estaba intentando bajar?
¿O subir más alto?
De cualquier manera, ese leopardo sabía que nunca volvería y Aslan pensaba que tampoco volvería al momento de morir, menos considerando que murió protegiendo a Eiji, misión cumplida. Aun así...
—Por favor, no me dejes. —Aun así recuerda los ojos angelicales de Eiji repletos de lágrimas cayendo y cayendo encima del rostro de Ash mientras lo sostenía contra su pecho e intentaba detener gracias a un torniquete improvisado el desangramiento y lloraba llamando a urgencias—. ¡Ayuda, por favor!
Eiji.
Lo siento por no poder quedarme a tu lado.
—Todo estará bien, solo mantente despierto. —La boca de Eiji temblaba mientras sus suaves palmas acunaban sus mejillas para que lo mirara, Aslan quería reconfortarlo y limpiarle la pena porque sabía que no valía el dolor, pero su cuerpo no respondía y estaba agotado—. Te prometí que me quedaría para siempre a tu lado.
—Eiji.
—Para siempre, dijimos para siempre. —Eiji lloraba y lloraba y no podía dejar de llorar, el pavimento se teñía de rojo, el chirrido de las sirenas retumbaba hueco, el mundo se sintió lejano y no obstante, Aslan no podría haberse sentido más conectado a su terco, terco amante—. No puedes dejarme así.
—Lo siento.
—Te lo prohíbo. —Estarás bien con Sing, estarás bien sin mí y te dolerá ahora, pero me vas a superar.
—Déjame ir. —Fue lo que le pidió entonces, igual que lo hizo con Griffin hace un tiempo y el corazón se le hizo un nudo cuando lo vio negar totalmente desesperado, como si con cada gota carmesí una parte del sumiso también muriera—. Tienes que dejarme ir.
—Pero te amo tanto. —Eiji le sonríe destrozado, es evidente el esfuerzo que está haciendo para que no se sienta culpable y resista. Gracioso ¿verdad? Aun en las situaciones más inconcebibles siempre lo protegió, siempre lo hizo sin esperar nada a cambio y aunque el sumiso pasó por torturas que Ash desconoce nunca lo miró quebrarse o llorar, no hasta ahora. Ahora se aferra como un bebé al cuerpo del dominante que se coloca helado y pierde progresivamente color y lozanía, es inútil, está muerto.
—Tienes que dejarme ir. —Entonces le suplica con su último aliento, sintiendo al hielo recubrirlo en su propia carcasa y entendiendo que ha llegado demasiado alto para volver de su Kilimanjaro.
—No estás solo, Ash. —Pero él le dice eso, apretando sus nudillos contra sus labios con los párpados tan tensos que se cuestiona severamente si no estará haciendo un trato con Dios para intercambiar de lugares y que sea Eiji quién se desangre—. Estoy a tu lado.
No lo hagas.
No sigas o no me podré ir.
—Mi alma siempre estará contigo.
Mierda, ¿cómo morirse luego de eso? Debe confesar que la mayoría de los días la muerte se aprecia como una salida fácil a la que se encuentra resignado porque afrontémoslo, es mucho más tolerable morirse a tener que trabajar alrededor del inmenso historial de traumas y sanarlo y a fin de cuentas, si sus traumas están ahí es porque le sirven de centro identitario sea bueno o malo. Pero...Eiji lo ama y le ha confesado eso, y Ash realmente ansía vivir para averiguar qué sería de su vida libre tanto del pedófilo de Golzine como de sus propios traumas. Así que se aferra a su vida por muy miserable, fea y poco deseable que se vea en este instante, sigue siendo suya y si es suya puede cambiarla y escapar de su maldita carcasa. No es un puto leopardo. La puñalada no resultó ser grave (o al menos no para lo poco que se estuvo desangrando) lo malo es que trajo tres consecuencias:
· Activó el switch y volvió a ser un sumiso.
· Aceleró el proceso de búsqueda y lo arrastró hasta Cape Cod.
· Y sobre todo, lo alejó de Eiji (quien se quedó en Nueva York).
Aunque Ash literalmente acaba de sobrevivir esa herida de navaja y enfrentó a la muerte cara a cara cree que no existe un castigo más grande que...
—Oh my darling, oh my darling. —...Que ir a Cape Cod con una pareja de ancianos tan molestamente enamorados—. Oh my darling, Clementine.
—Cállate, ¿por qué siempre cantas las mismas líneas? —Aslan gimotea, apenas le dieron el alta tuvo que subirse a esa apestosa camioneta con solo los lentes de Shorter como compañía y un beso fugaz de su dulce Eiji. Lo extraña.
—Perdona, es qué no me sé más.
—Tch. —Ash chasquea la lengua enfocando su atención hacia la ventana, no hay nada más que maíz, tierra y mugre en Cape Cod, aunque va en el asiento trasero siente la desafinada voz de Max taladrar su cerebro como si estuviera perforándole el cráneo y revolviéndole los sesos, es tan molesto.
—Estás de mal humor. —Max se mantiene conduciendo entretenido—. No sé por qué, tengo buena voz ¿no es así, cariño? —Y claro que el aludido va sentado al lado del anciano.
—La tienes. —Griff suspira risueño y es la primera vez que lo aprecia de este modo—. Haces de esta mi canción favorita. —Max desliza una mano de la palanca de cambios hacia el muslo de su hermano mayor y Ash considera seriamente en que van a terminar estrellándose gracias a las hormonas pero esa sería la manera más patética de morir y se rehúsa, ya arrastraron su trasero hasta ese pueblucho sacado de una novela de Stephen King y sobrevivió una puñalada, mantendrá la calma.
—No me dejan concentrarme en el paisaje. —Por supuesto, el viejo está sordo, senil y no lo escucha.
—Oh my darling, oh my Darling. —Dios, ten piedad—. Oh my darling, Clementine.
—¡Cállense! —Chilla—. No puede ser esa tu canción favorita, Griff.
—¿Por qué no? —Max mete la nariz dónde nadie lo llama—. ¿Por qué te gusta esa canción, cariño?
—Es tan romántica. —¡¿Romántica?! No puede estar hablando en serio, pensó que Griff tendría un nivel más decente que el inglés de plaza sésamo de Eiji (y más considerando que Griffin literalmente tiene el inglés de lenguaje nativo y lo habla 24/7). Al carajo, ¿qué le importa?—. La letra es pegajosa.
—Lo es ¿verdad? —Ni siquiera protestará. Nop. No va a dar su opinión. No valen la pena—. You are lost and gone forever. Dreadful sorrow, Clementine.
—¡¿Cómo diablos es eso romántico?! —Entonces gimotea—. Está hablando de la muerte de la pobre Clementine, esa no es una balada romántica.
—Es obvio que no sabes nada de romance. —Max bufa—. ¿Verdad, cariño?
—Amo que me cantes y me llames cariño.
—Uy, eso que no has escuchado los nuevos apodos que te pensé en prisión, bebé.
—Eso que tú no has escuchado los nuevos apodos que yo te pensé en la universidad, bombón.
—Ugh, creo que voy a vomitar.
—No seas un bebé y aguanta, ya casi llegamos.
Sí, definitivamente este viaje será una maldita tortura.
Pero por muy insoportables que puedan ser en cierta parte lo alivia ver a Griff sonriendo y tonteando en la apestosa camioneta mientras aprieta la mano de su novio y modela su cuello desnudo aun con su género secundario a flor de piel. Hay algo en poder aterrizar a quién realmente fue (y es) su héroe a un plano mucho más serio que le permite sacarlo de la caja fuerte y comprender que no lo idealizó, que efectivamente era así y existió en algún punto una parte...linda de su infancia. Y en retrospectiva era obvio que estos dos terminarían juntos con anillos de compromisos, si bien era un bebé con solo seis años cuando lo perdió en las fauces de la guerra, ahora piensa que los indicios eran claros como el agua en la prosa de sus cartas, había un tono sin duda afectuoso y excepcionalmente manso sobre los párrafos que hablaban de Max. ¿Cómo lo llamó en ese entonces? Ah, sí.
Su único amigo de verdad.
Pues perdónenlo, parecen puras patrañas eso de ser amigos viéndolos actuar en modo luna de miel, pero Max acaba de salir de prisión y es justificable por un lado y por el otro ¿acaso él no actúa de la misma manera con Eiji? Sin tener las pelotas todavía para ponerle el nombre real al vínculo. Se palpa inconscientemente su cuello carente de collar, se pregunta si su conexión con Dino lo encadenará y le da rabia, porque le gustó ser un dominante y tener a Eiji de sumiso y volver a lo de antes...le duele.
—Ya llegamos, Aslan.
—Hogar, dulce hogar. —Han venido acá para buscar prueba del supuesto Banana Fish y para sacarlo del radar de Dino, ha vuelto a ser un sumiso, está recién salido del hospital, si lo atacan en ese estado es poco probable que sobreviva y lo comprende—. ¿Qué hacemos ahora?
—Aslan y yo vivíamos en una cabaña, tenemos que pedir las llaves. —A duras penas logra salir de la catástrofe en su cabeza para notar que algo inusual se encuentra resonando en la voz de su hermano y aunque al inicio cree que es mera paranoia—. No quiero quedarme mucho tiempo. —El azul entre sus ojos es ridículamente transparente.
—¿Quieres que vaya yo a pedirlas?
—¿Qué?
—¿Quieres que vaya yo a pedir las llaves? —Griffin se mira mortificado por el comentario, casi como si Ash acabara de sacar una navaja de su bolsillo para rajar una herida fresca en su corazón.
—No. —El sumiso baja la mirada, lastimado—. Yo puedo ir.
—No te ves convencido.
—Estoy convencido. —Miente.
Pero es que Griffin no puede evitar sentirse mordido por la culpa por traer de regreso a su hermanito a Cape Cod, el mismo pueblo de mierda dónde no solo lo violaron, sino que lo hicieron culpable ante su propia violación diciendo que él lo sedujo y ¡una mierda! Y de repente, todos estos pensamientos, sentimientos y heridas más oscuras que alguna vez lo llevaron a intentar colgarse para zafarse como el cobarde que es reaparecen con más violencia, son hienas al acecho y Griffin está herido, no puede correr más. Así que las voces mentales vuelven. Son duras. Crueles. Y lo peor, es que dicen la verdad:
Era tu hermano menor, tú debías protegerlo. Fue tu culpa. Tu culpa. Tu culpa. Tu culpa. Aslan era un niño, tú eras el adulto, tú debías protegerlo y fallaste y tienes el descaro de traerlo de regreso, ¿sabes lo retraumatizante que es? ¡Te odia tanto que prefirió fingir su muerte a verte la cara!, eres cómplice.
—¿Griff? —Aslan luce terriblemente asustado cuando lo sostiene de los hombros—. ¿Estás bien? Te pusiste pálido de pronto. —Tu culpa. Tu culpa. Tu culpa. Tu culpa. Tu culpa. Tu culpa. Tu culpa. Culpa.
«No busques más a esa putita» dijo Jim.
¿Putita?
No hables así de Aslan, es solo un niño, no fue su culpa, él nunca podría, ¿cómo pudiste permitirle...? Mierda, era tu trabajo, era mi trabajo, ¡era nuestro trabajo protegerlo! Él no se podía defender. Para de mirarme así, ¿por qué me dices que no lo busque más? Necesito pedirle perdón, voy a protegerlo.
«Aslan murió».
—Estoy...
—¿Griffin? —Gracias a Dios no es necesario seguir con la conversación ante la irrupción de Jennifer, hay una atmósfera incómoda en el aire, ella luce cansada o más bien, drenada de vida y Griffin nunca entenderá porqué se queda con un hombre tan violento como su padre—. Hola.
—Hola. —La chica no puede sostener el contacto visual.
—Han venido de visita. —Todavía no ha mirado a Aslan, de hecho, no ha mirado a nadie, comprende la clase de pensamientos tortuosos que deben estar hirviendo en un caldo de intrusión bajo su moño desarreglado: ¿me odias por no protegerlo?, ¿me odias por no buscarlo más?, ¿me odias por no ser una mamá para Aslan?—. Jim se pondrá feliz de verte. —Miente y ambos lo saben, pero Aslan no lo sabe todavía y eso es lo importante. Si al menos puede mantener esta fachada...
—¿Me acompañas a pedirle las llaves de la cabaña? —Piensa que no habrá fracasado tanto o quizás esto no es más que un patético placebo para aplacar la culpa de seguir vivo. Mierda, tendrá muchas cosas de qué hablar en terapia el fin de semana—. No quiero tomarlo desprevenido, ya conoces su carácter.
—Claro. —Jennifer resulta confundida y tensa, más, no se niega—. Te acompaño.
—Quédense acá. —Les advierte—. No se peleen mientras no estoy.
—Sí, mamá. —Ash rueda los ojos y se apoya contra la camioneta.
«Mamá» Griff sonríe, no se aprecia digno de usar aquella etiqueta, ni siquiera se siente digno de ser llamado «hermano».
Porque se imagina a su bebé con solo siete años entrando a la cabaña. Sus ropas están desarregladas y es obvio lo que ha pasado. Sus jeans (esos mismos jeans para los que Griffin ahorró durante meses para sacarle una sonrisa) están hechos girones. El uniforme está desgarrado. No trae su ropa interior y hay sangre en sus muslos. Hay marcas en su cuerpo. Está en shock. Le dice que lo llamó. Le susurra y le cuestiona por qué no fue a salvarlo. Le dice que intentó ponerlo en cartas. Le dice que mientras su entrenador lo violaba lo llamó pero no llegó. Casi puede escucharlo. ¡Griff! ¡Ayúdame! ¡Estoy tan asustado, por favor! Dejó que Jim permitiera que el abuso perpetuara y peor, intentó matarse para escapar por la salida fácil porque apenas puede con la culpa. Incluso hoy. Con Aslan enfrente. Aslan vivo. Aslan diciéndole que lo ama y no lo culpa. Fue su idea meterlo a la liga de béisbol, aquel año apenas toleraba el cansancio y no le daba el pellejo para estar siempre con Aslan, entonces recurrió a la salida más fácil y eh acá las consecuencias.
Griffin se siente como el asesino de Aslan.
Griffin se odia.
No se puede perdonar.
Pero Ash ignora todo eso, por supuesto, no es adivino y no ha visto esos mecanismos defensivos por más de diez años, así que se queda al lado de Max mirando en un silencio mortífero esa destartalada cabaña.
—Griff se veía extraño. —Y pone en manifiesto su pensamiento, permite que se derrita en su lengua para poderlo saborear y metabolizar con lentitud—. Me frustra que no hable conmigo.
—Él es esa clase de persona. —Max sonríe con melancolía—. Incluso cuando nos conocimos dentro del pelotón tendía a aislarse y a perderse en su propio mundo, a veces me daba la impresión de que se encerraba en un lugar que solo él veía y conocía. —Y en esas ocasiones era Lobo quién lo buscaba, siempre lo encontró y siempre encontró la manera de traerlo de regreso y de permitirse compartirle algo de aquel lugar tan especial—. Así que entiendo bien a lo que te refieres.
—¿Cómo lo sacabas de ahí? —Ash se lo pregunta con ojos brillantes e ingenuos y es acá cuando Max realmente cae en la cuenta de lo frágil que es este chico. Es un niño, joder. Un niño al que arrestaron por un crimen que no cometió, fue violado, fue usado, fue atado sin su consentimiento y alcanzó un punto de tan poca humanidad que creyó que estaría mejor muerto que volviendo a los brazos de su hermano mayor. De pronto, quiere vomitar—. ¿Viejo?
—Esperaba que él saliera solo.
—Esa es una solución de mierda. —Bufa y eso lo hace reír, es bueno que Ash esté sonriendo en estas circunstancias, debe estar asustado por el cambio de género secundario y más considerando que se acababa de librar del collar—. Dejar sola a una persona inmersa en sus problemas es de cobardes.
—¡No he terminado! —Max se queja, despegando su espalda sudada de la camioneta—. Nunca dije que lo dejaba solo o que huía de eso.
—¿Entonces?
—No lo presionaba, esperaba que él saliera solo pero me quedaba a su lado.
—Oh. —Y algo en esas palabras le recuerda demasiado a...—. Igual que Eiji.
Eiji Okumura.
El único capaz de saltar sus barreras.
—Sí. —Max sonríe, deslizándose un poco más cerca de Aslan—. Igual que Eiji. —No es extraño tener esta predisposición a sentirse paternal, estuvo casado e incluso tiene un adorable hijo que ama con su alma entera y por quién sin duda daría su vida, pero es extraño con este mocoso que no ha hecho más que insultarlo desde que se conocen y discutir, llamándolo "anciano" y sacándole canas a los 35.
—Lo extraño. —No cabe duda de que es arisco a primera instancia y esto lo hizo cuestionarse acerca de si verdaderamente era el hermano de su amante—. Extraño mucho a Eiji.
—Ash.
—Tengo miedo, Max. —Pero cuando dejó de ser tan duro con él y comprendió que bajo sus palabras afiladas no hay más que temor, no hay más que un niño sobreviviendo...algo cambió en su relación—. No puedo controlar mis switchs y tengo miedo, sé que Eiji tiene un collar y ni siquiera sé si existen las parejas destinadas para mi especie, pero amo a Eiji y me lastima no ser lo que necesita, no parece justo, quiero ser lo que él necesita.
—Hey, chico. —El adulto se da vueltas para mirarlo, Ash no se separa un centímetro de la camioneta y tal como Griff en Irak tiene esa misma expresión extraviada, debe traerlo de vuelta o va a perderlo.
—Es gracioso que ni siquiera pueda ser eso para él.
—Chico.
—Ni siquiera pudimos hablar luego de la puñalada, debe estar enojado conmigo, debe odiarme por haberlo metido en tantos problemas, tiendo a hacer eso ¿sabes? Y es para lo único que sirvo, bueno, eso y chupar penes, empecé en este mismo pueblo, un par de casas más allá.
—¡Ash!
—¿Qué? ¿No te hizo gracia? —Odio que seas tan cruel contigo mismo, lo entiendo pero lo odio, me duele que hayas tenido que pasar por tanto que ni siquiera te puedas permitir un segundo de calma.
—Escúchame bien. —En un gesto audaz Max se atreve a tomarlo de los mofletes igual que hace con Michael al despertar de una pesadilla, lo obliga a sostener el contacto visual—. No tienes que ser lo que Eiji "necesita" para que te ame, Eiji ya te ama y por eso te necesita. —Sus ojos brillan tal como dos jades y ahora comprende la razón de su nombre.
—¿No es problemático ir amando a las personas sin necesidad de por medio? —Suelta la pregunta, a Max le toma lapso desglosarla—. ¿No es problemático para ustedes quedarse? No puedo pagarles.
—No. —Max se arrodilla aunque la diferencia de altura no es tanta—. Estamos felices de estar aquí para ti, Aslan.
—¿Por qué?
—¿Por qué te cuesta a ti tanto entenderlo?
—Jim siempre me dijo que era un niño bastante problemático y no sé. —Ash baja su mano hasta su herida de puñalada—. Nunca me importó porque yo era quién pagaba directamente la consecuencia pero tener a alguien que te defienda y pueda salir lastimado por tu insolencia es duro ¿sabes? Estoy acostumbrado a rebelarme y a pagar caro por mi rebeldía, me asusta tener a personas buenas...que me aman, que me defienden y que ellas terminen pagando.
—Aslan.
—No quiero que ninguno de ustedes salgan heridos. —Porque los amo—. Estoy maldito.
—Aslan. —Lo vuelve a llamar despacio, es calmo, es dulce—. ¿Podrías dejar de actuar como el adulto de nuestro grupo por un instante y dejarte cuidar? —Pero debe ser duro dejarse cuidar si la vez que lo hizo terminó siendo arrojado a un pedófilo por su propio padre.
—Es difícil. —Musita.
—Lo sé. —Los dedos de Max presionan sus hombros—. ¿Puedo abrazarte?
—No necesito un abrazo, no me trates como un mocoso. —Claro que es defensivo aun si impresiona al borde del colapso, volver a Cape Cod luego de una situación tan cercana a la muerte y perdiendo esa leve pizca de poder que creía ganada siendo un dominante debe ser malditamente duro.
—Yo necesito un abrazo. —Entonces le dice—. Soy un viejo sentimental, necesito abrazar a mi niño.
«Mi niño».
Ay.
—Está bien. —El apodo lo rompe—. Supongo que puedo abrazarte si tanto lo necesitas. —Max estira sus brazos tal como lo hacía cuando Griff estaba en medio de un ataque de pánico en un lugar lejano.
—Ven acá. —Y tal como lo hacía con el Callenreese mayor va a buscarlo a dichoso lugar, lo encuentra y le transmite que no debe estar solo nunca más—. Ha sido mucho ¿no es así? Pero lo hiciste bien y estás acá, estás vivo, estás seguro entre mis brazos.
—M-Max. —Ash está llorando contra su hombro.
—Estás a salvo, finalmente estás a salvo en casa.
Ash llora hasta que no puede más.
Max lo sostiene, no lo deja solo, no cometerá el mismo error que Jim.
Max piensa en las figuras paternales que ha tenido Ash y fuera de Griffin todos son una mierda, Jim es una escoria quien no solo fue negligente con su hijo sino que además lo degradó, empatiza sobre que un padre jamás sabrá qué hacer ante un abuso sexual pero jamás podrá justificar una respuesta tan mierdosa, debió ser fácil lavarse las manos por la ausencia de Griff y plantarle más culpa después de que sobreviviera la droga experimental en la guerra. Lo odia. Dino es un psicópata aún peor que le puso un collar para marcarlo de su propiedad y aunque Blanca se mire como figura medio decente también considera que es un asesino. ¿Para qué da tantas vueltas? Ama a Ash y quiere ser una figura de confianza, no tiene que considerarlo un padre, ni siquiera tiene que caerle bien, puede molestarlo todavía llamándolo "viejo" o "anciano", pero Max quiere cuidarlo.
Solo quiere que Ash encuentre la felicidad.
¿Pero dónde está la felicidad de Ash?
Eiji.
Claro.
—Eiji no sabe del cambio, ¿no es así?
—No lo sabe. —Ash tirita en ese abrazo, más, no lo rechaza—. Y él necesita a un dominante.
—No, Aslan. —Se apartan—. Te necesitamos a ti nada más. —Es terrible que le diga esto, es terrible ser amado y tener que desaprender esos mecanismos de supervivencia para confiar en los demás.
—Chicos. —Pero no hay tiempo para profundizar en su relación, porque cuando Griffin regresa...
—Te pegó. —Hay un moretón en su ojo y tiene el labio partido—. Papá te pegó.
—Me caí. —Y le miente igual que cuando era un niño solo que ahora sabe que Griffin no es torpe ni se anda cayendo tras cada conversación con Jim—. Me caí, Aslan. —Voy a matarlo.
—Voy a matarlo. —Max se le adelanta, su expresión ha cambiado totalmente y no es menor, existe algo precioso en la forma en que el amor del periodista persiguió a Griff por más de una puta década que lo deja sin palabras y luego acá, amándolo a él como si fuera un hijo—. Le advertí que no volviera a colocarte una mano encima o lo mataría.
—Max, no importa.
—¡Claro que importa!
—No es para tanto, de verdad.
—¡No! —Los ojos azules de Max son marejadas tormentosas—. ¡No está bien que sigas minimizando esto! No está bien, Griff.
—Cariño. —El sumiso envuelve a su pareja contra su pecho—. Vamos a casa, estoy cansado.
—No está bien, no es...
—Por favor. —Le suplica—. Estoy cansado. —Griffin no tiene coraje suficiente para sostener su vista en alto con Ash.
Así que se van.
Es acá cuando realmente le toma el peso a lo importante que es Max para Griffin. Sí claro, Ash huyó porque creía que lo mejor sería estar muerto, pero Max tuvo que quedarse a su lado en los instantes más duros, ayudándolo tanto en su rehabilitación física y emocional como en la adicción a las drogas y además teniendo que lidiar con Jim lo que francamente debió ser un infierno. E inclusive antes de saber que Ash era Aslan, nunca lo trató mal en prisión, al contrario, quiso cuidarlo. Max es paternal. Max es un buen sujeto. Max no merece nada de lo que está pasando.
Y Griffin.
Dios, Griffin.
Su hermano está tan lastimado.
No puede dejarlo así ni se permitirá hacerlo, así que se arma de valor y marcha con paso firme hacia el comedor, Jim lo asusta, creció con los malos tratos de Jim hacia su hermano por ser un sumiso y ahora Aslan regresa siendo uno, convirtiéndose literalmente en la putita que decía que era. Si fuera por él no le daría esta satisfacción y de hecho, ni siquiera se habría asomado hacia el comedor, ¿pero dejar que golpeen a Griffin sin consecuencias? No. Griffin y Max son su familia ahora.
Y Ash va a defenderlos.
Entra al Green Hill Diner.
Jim despega su mirada de la jarra de cerveza que está bebiendo, es la única alma dentro del comedor pero probablemente Jennifer esté haciendo la cena en la cocina. Sostienen la mirada una eternidad. Jim no parece saber qué decirle. Debe sorprenderlo verlo con vida. O quizás crea que es su fantasma.
—Aslan.
Pero no es más Aslan, Aslan murió e incluso hubo un funeral.
—Es Ash ahora.
—Ya.
Mira a su padre y piensa en cómo solía culparlo por su negligencia, piensa en la rabia, la impotencia, la tristeza y soledad sufrida de niño en el sótano de Barba Azul y más tarde en los burdeles de Golzine y aunque pensó en miles de palabras sañosas e hirientes para decirle, todo luce en vano al momento de la verdad. Nada de lo que le diga a Jim cambiará lo que le hizo. Sin importar cuánto odie o incluso quiera hacerlo pagar nada jamás será suficiente para compensar los daños. Su corazón duele cuando lo mira y se pregunta si alguna vez fue un buen padre, si tal vez lo habrá amado o se asustó, pero no importa, Ash ya no siente nada por este hombre.
No hay resentimiento.
Ni ira.
Ni odio.
Nada.
Jim dejó de ser su padre el instante en que Aslan dejó de ser Aslan. Y Ash no quiere tenerlo de papá.
Así que está bien, está bien no sentir nada.
—No le vuelvas a poner una mano encima a Griffin o te mataré. —Entonces habla con tanta frialdad que Jim tiembla en su butaca de madera y debe soltar la cerveza para reaccionar.
—Yo no fui el que te dejó con un pedófilo y se fue a seducir hombres en Irak. —De repente la mirada de su padre se entrecierra y se enfoca en su cuello como si adivinara que falta un collar—. También eres un sumiso. —Concluye—. Ja.
—No lo vuelvas a tocar. —Repite sin reaccionar a estos comentarios, hay una sensación de vacío en su estómago que hierve y aunque no siente nada hacia el hombre, tampoco se cree poder controlar frente a tanta estupidez—. No lo vuelvas a mirar con menosprecio, no lo vuelvas a hacer sentir mal.
—Él vino acá buscando pelea.
—Y tú se la diste.
—No fue mi culpa nada de lo que pasó ¿sabes? —Entonces Jim se para frenético y de repente no le da más miedo, sino que le parece un viejo patético cualquiera, igual a los clientes—. Yo no hice nada.
Exacto.
No hiciste nada.
Y debías hacer algo, yo era un niño.
Tú eras mi papá.
—No te estoy culpando. —Dice en su lugar—. Ni te culparé. —Estamos muertos el uno para el otro.
—¡Me culpas! —Lo contradice y Ash le toma el peso a lo mucho que debe haberlo alterado la visita de un fantasma.
—Jim.
—Me culpan y me odian y creen que soy el peor papá del mundo ¡al menos yo llamé a la policía! Los otros papás no hicieron nada, no soy tan malo como ellos, yo no...
—Jim. —Ash se da vueltas—. No te culpo ni te resiento, no me pasa nada contigo. —Mete las manos dentro de los bolsillos de sus jeans—. Y no me haré cargo de la culpa que tú mismo llevas, no te diré nada para aplacarla ni para empeorarla, solo deja a Griffin en paz.
—Son unos hijos de mierda.
—Los hijos que merece un papá de mierda entonces, llámalo karma.
—¡Aslan!
Se va.
Nunca pensó en confrontar a Jim ni sabía lo mucho que lo necesitaba hasta tenerlo cara a cara, cree que si pasó tantos años resintiéndolo era porqué necesitaba odiar para sobrevivir. Ya no. Así que va hacia su tumba para despedirse de Aslan.
Lee una última vez cada palabra, número y dibujo grabado en la lápida de cemento.
«Aslan Jade Callenreese, amado hermano» y es todo.
Se deja ir.
Lo deja ir todo.
Deja ir a Jim. Deja ir a Cape Cod. Deja ir a Barba Azul. Deja ir la caja de recuerdos. Y deja que esa caja de recuerdos flote de regreso hacia la orilla.
—Esto ya no me controla más.
Deja ir a Aslan.
Pero también, se permite ser Aslan en cierta medida, un Aslan diferente, un Aslan que no se asemeja en nada a ese niño pero a la vez, tiene cabello de dorado trigo y ojos verdes, el verde más verde que ha visto en su vida, es un verde que creyó perder en un sótano repleto de cadáveres de niños, es un verde que Griffin estuvo buscando durante más de una década y Eiji encontró sin buscar, es el verde que aparece cuando se relaja con Shorter y los chicos, un verde que Max ha aprendido a desglosar, un verde que Jim nunca más verá, un verde único e inconfundible.
Un verde jade.
Un verde Aslan.
—Así que sabías de la existencia de este lugar. —Griffin llega a su lado, sostiene algunas flores contra su pecho, son girasoles y le da risa la elección, sin duda es la misma elección que habría hecho Eiji y eso le encanta.
—Lo sabía. —Max lo abraza por el otro lado frente a la tumba, ambos parecen tan tristes que teme decir algo más, quiere fingir que son parte del paisaje y no acaba de pasar algo transcendental entre ellos—. Vine a mi propio funeral. —Griff deja los girasoles frente a la lápida pero no siente pena, ni rabia ni impotencia como antes. No se queda atrapado en lo que podría haber sido.
—Eres un mocoso astuto. —No se pregunta qué habría pasado si hubiera tenido un papá amoroso.
—Claro que lo es. —Ni se pregunta qué habría pasado si Griffin no se hubiera ido a la guerra—. Aslan es mi hermano, heredó su ingenio de mí.
Porque tiene un papá amoroso y Griffin volvió de la guerra.
Ambos están acá.
A su lado.
Gracias.
—Idiota presumido. —Max presiona un beso contra la mejilla de cada uno—. Mis idiotas presumidos con un apellido imposible de pronunciar.
Mira la tumba y deja de hacerse preguntas sin respuestas. Porque estando en Cape Cod, parado con Max de un lado y Griffin del otro, sabiendo que independiente de lo que sea Eiji lo recibirá en Nueva York con los brazos abiertos y que tiene amigos que lo adoran de verdad acepta la vida tal como fue y deja de meterla en cajas. Pasó. Dolió. Sufrió. Y murió. Pero nunca del todo e irónicamente, estando ante su tumba se siente más vivo y más Aslan que nunca.
Finalmente, volví a casa.
Bienvenido, Aslan.
¿Me da demasiado confort este capítulo? Definitivamente. ¿El confort nos dura? No, se nos acabo.
Nos vemos mañanita~
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