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19. Run.

Hola mis bonitos lectores, estoy muy nerviosa porque se viene mi primer examen de diplomado este viernes o fin de semana, todavía no sé, así lloro internamente, pero acá seguimos arrastrando el mes, octubre nunca es facil por estas dinamicas pero es demasiado entretenido para dejarlas pasar. Nada más que pedirles recuerden todas las advertencias previas y ya nos queda 1/3 del mes, se nos ha ido en nada. Mil gracias por leer.

¡Espero que les guste!

—Oye, Eiji. —El aludido se restriega perezosamente en el pecho de Sing, no quiere separarse puesto que disfruta en exceso los mimos relajantes que esparce en su cabello, pero parece estar esperando una confirmación, así que se ve obligado a salir de su estado de ensueño para sostenerle una mirada.

—Mhm. —Es lo que logra articular en un aftercare.

—¿Recuerdas cuando nos conocimos en la academia? —Una sonrisa inconsciente tensa sus mejillas.

—Sí.

¿Cómo olvidarlo?

Eiji por sí mismo llamaba la atención al ser un sumiso (y más no lucir una gargantilla) que insistía con su sueño de formar parte de la ley debido a su historia personal y de paso ganarse su visa o aprender algo de medicina o psicología si la especialidad lo dejaba ya que no quería estar en el frente de lucha dada su personalidad pacífica, mientras que Sing era el dominante más joven y físicamente pequeño que fue subestimado una y otra vez, llegando a ganarse el desprecio del propio Evanstine al carecer de filtro y criticar abiertamente la injusticia. No tardaron en hacerse amigos, y más tarde en buscarse para ser equipo en esa prisión. Sing se encargaba de proteger a Eiji y Eiji disfrutaba de dar contención emocional y a pesar de las obvias transgresiones, fue bien recibido.

—Ninguna de las clases nos preparó para lidiar con alguien como Yut-Lung. —Cuando el sumiso llegó odió a Eiji y se lo hizo saber, eran celos a fin de cuentas e intentó en reiteradas ocasiones sabotearlo, hacer que renunciara o llevarlo al límite, lo que hizo que Eiji tomara la pelea como personal y a pesar de los ofrecimientos de Sing para encuadrarlo, se defendiera—. Es complicado.

—Nunca supe cómo lo volviste a tu bando. —Eiji crispa una ceja, visiblemente entretenido por esto.

—¿Desde cuándo tengo un bando? —Sing resopla, cepillando una y otra vez los cabellos del moreno, nunca antes habían tenido esta clase de intimidad y aunque tiene claro que se debe al vínculo gracias al collar...es agradable tenerlo tan cerca.

—Desde siempre. —Están dentro de un tipo de nido inexperto, el dominante escuchó en reiteradas oportunidades que a veces los sumisos apilan ropa, mantas o cualquier cosa que los haga concebirse seguros y les dé comodidad—. La prisión cae en decadencia cuando tú no estás.

—¿Es así?

—Sí, esa semana que te tomaste licencia se intentaron apuñalar con tenedores en el comedor. —El japonés resopla con una sonrisa tímida.

—Un típico día laboral, deberíamos pedir un aumento de sueldo.

—Sí. —Los dedos de Sing se enroscan alrededor de sus ondas—. Y no has respondido a mi pregunta.

—No hice nada en especial, solo hable con él.

—Yut-Lung estaba con las ropas hechas un desastre y el cabello tironeado y tú llegaste con la mejilla moreteada. —Lo confronta—. Eso no es "hablar con él". —Y arroja las palabras con comillas al aire.

—Hablamos civilizadamente luego de pelear. —Se encoge encima de su pecho—. Yue es buen chico, te lo prometo, solo le hacía falta alguien que entendiera su situación.

—Yut-Lung tiene un collar.

—Que no es consensuado. —«Como yo» es lo no-dicho en la conversación, Sing sabe lo que es esto.

—Pero en ese entonces tú no... —Lo saca a colación apuntando a la gargantilla, eligió un modelo tan simple y elegante puesto que Eiji es precioso por sí mismo y no necesita de joyas que adornen en su falsa belleza—. Y él sí tenía.

—¡Oh, no! Sing, yo te lo pedí. —Aclara—. No quise insinuar eso.

—Lo sé. —Pero te ves tan triste con el collar—. Tampoco quise hacerlo. —Te ves miserable, lo odias.

—Pero somos pocos los sumisos.

—Ya veo.

La conversación muere, Sing no es su pareja y no se engaña a sí mismo creyendo que lo es, Eiji habló con firmeza y seriedad sobre su relación con Aslan y sus deseos de mantenerla, lo entiende y respeta y más que nada le alegra verlo perdidamente enamorado, de verdad, si alguien merece las estrellas, el cielo y el mundo entero ese es Eiji Okumura. Pero a veces usa la chaqueta de Sing para mantenerse seguro con su aroma porque físicamente lo necesita y algo se retuerce en su estómago. Y han pasado por mucho juntos, incluso los han llegado a confundir con una pareja, Eiji sabe que Sing llegará para cenar y Sing sabe que hay un lugar en la mesa esperando por él cuando se afloja la corbata, eso hace que tenga preguntas, han tenido esa dinámica desde siempre, ambos son extranjeros en Nueva York y empezaron a arrendar piso juntos cuando eran estudiantes.

Y aun así...

El corazón le duele cuando lo ve con Ash.

Lo lastima verlo con otro dominante.

—Eiji. —Debe ser su dominante interior, se dice—. ¿Alguna vez nos has imaginado con una dinámica de parejas?

—¿Te refieres a los ciclos o algo así? —Tanto dominantes como sumisos ostentan períodos acotados en dónde necesitan ejercer y ser receptores de violencia, el dolor es placentero y se practica dentro del vínculo con seguridad—. Nunca he tenido uno de esos ciclos o no todavía al menos. —Es acá en dónde entran todas las dinámicas sado/masoquistas de juego, comandos y aftercare.

—Puede ser dado la falta de pareja. —Eiji tararea con pereza, sin querer levantarse del pecho de su dominante—. Pero ahora que tenemos un collar de por medio y estamos unidos... ¿te gusta la idea?

—No sé.

—Eiji. —Le advierte por el escamoteo.

—Puedo seguir tomando supresores por mientras, no tiene nada de malo. —Solo que sí hay mucho de malo en esa idea, las consecuencias son aversivas.

—No puedes tomar supresores por siempre, ni siquiera te funcionan completamente.

—Claro que puedo.

—Es peligroso. —Eiji lo fulmina con la mirada porque entiende que tiene razón y lo odia por tenerla.

Dado que los impulsos tanto de dominantes como de sumisos son instintivos, sino se satisfacen por cierto periodo de tiempo su condición física y mental puede llegar a deteriorarse. Y aunque también existen los supresores (que de hecho ambos toman) o mejor conocidos como medicamentos con el objetivo de controlar sus impulsos para llevar una vida cotidiana, los supresores refrenan de manera parcial los deseos, nunca los erradican por completo. Y además, un abuso de supresores es peligroso como en el caso de Eiji, cuando lo acompañó a su última cita médica le advirtieron que lo enfermaría seguir tomando los mismos supresores fuertes que en el equipo de pértiga, aunque le dijo al médico que comprendía y mejoraría, no lo hizo.

Sing siempre ha sido sobreprotector con Eiji, incluso al inicio en la academia, por eso ambos eligieron arrendar esta casa rojiza en dónde puede asegurarse de que coma aun si está cansado, duerma bien y tenga un apoyo emocional, pero los supresores lo han hecho bajar de peso, Sing odia que los tome y al mismo tiempo él también toma así que ¿con qué cara va a juzgarlo?

—Solo quiero que tu salud se recupere un poco. —Entonces le dice y se permite ser vulnerable ante el tema porque quiere ver a Eiji con más apetito y más ganas de hacer cosas—. Por eso te insisto.

—Lo sé. —Sing se regaña a sí mismo, puede ser su dominante y amigo pero no es su pareja ni nunca lo será, así que debe pararse—. Pero es duro imaginarlo.

—¿Qué es duro de imaginar?

—El ciclo. —Finalmente el japonés se aleja—. Nunca me lo he imaginado y no puedo imaginarme al dolor como algo placentero incluso si estoy programado para sentirlo.

—¿Y qué haremos si de repente entramos en uno de esos periodos? —Eiji se apoya ante el respaldo de la cama sin desarmar aquel nido improvisado y ahora que lo repasa mejor hay una chaqueta que no conoce pero conoce al mismo tiempo, sí, es demasiado pequeña para ser suya y muy grande para pertenecerle al sumiso, es de mezclilla y tiene algunas rasgaduras con botones dorados. Sin duda es de Ash Lynx y eso le duele—. ¿No deberíamos ver a un especialista?

—No sé. —El moreno suspira, se nota que le desagrada el tema y al ver la cicatriz en su palma no lo culpa, debió ser un infierno con Evanstine—. Tarde o temprano tendremos que pasar por eso, creo.

—Sí, pero... —Pero quiero que lo quieras—. ¿No te será incómodo? —Sing se recuesta a su lado ante el respaldo, se debe encoger el doble que su compañero para no destruir el nido, llevando las rodillas hasta su propio estómago y apoyando su mentón ahí—. ¿Nos imaginas pasando por algo tan íntimo?

—Nunca me he imaginado perdiendo el control por el instinto o algo así. —Porque Eiji además evita ceder a su naturaleza dado lo reactivante de sus traumas—. Pero creo que si tuviera que ser alguien estaría contento de que fueras tú, confío en ti, Sing.

Confío en ti lo suficiente para que me pongas un collar.

—¿Más que en Ash? —Intenta convencerse de que pregunta por curiosidad—. Me refiero a mirarlo como un dominante.

—Me cuesta ver a Ash como dominante todavía ¿sabes?

—¿Por qué? —No cuestiona con malicia.

—Porque... —Eiji se muerde el labio antes de convertirse en un ovillo, su aroma delata su estado de ánimo y el dominante tiene muchas ganas de consolarlo, así que lo hace, envolviéndolo con un brazo y se dice a sí mismo que es una cuestión involuntaria (¿realmente lo es?)—. A Ash lo conocí cuando era un sumiso y sentía que había una complicidad que nos unía, ciertamente era diferente a esa que me une con Yut-Lung por compartir género secundario, pero aun así sentía que Ash conocía la parte que tanto me cuesta hablar de mi mundo y que eso nos unía a un nivel especial.

—Eiji...

—Ash sigue siendo el mismo idiota con pucheros que conocí en el bar, lo comprendo a nivel racional e incluso de corazón y lo amo, Sing. Lo amo tanto.

—¿Pero?

—Pero mi cuerpo se desconecta y le toma trabajo recordarse a sí mismo que es Ash, cuesta asociarlo con este nuevo aroma y presencia y aunque no quiera me da miedo, me frustra tenerlo pero se sale de mi control, yo no elijo tener miedo, Sing.

—No creo que nadie elija tener miedo a propósito. —Entonces el policía se lo reafirma—. Y creo que debe ser muy intimidante para ti sentir tan cerca la presencia de un dominante nuevo considerando lo mal que la has pasado con otros dominantes, debe recordarte cosas desagradables, debe ser muy agotador estar luchando constantemente contra ti mismo para mantenerlo cerca.

—Lo es. —El japonés suspira, acurrucándose contra Sing—. Todavía me cuesta integrar ambos lados.

—Lo comprendo. —Cree que Ash por un lado es afortunado puesto que al ser dominante cambió la regla que lo regía contra Dino Golzine y puede liberarse, al mismo tiempo debe ser duro observar a la persona que más ama luchar constantemente en cada interacción para no evitarlo—. ¿Te gustaría que Ash fuera tu dominante?

—Me gustaría ser libre, Sing. —Hay un leve reproche en su voz—. Me gustaría vivir en una sociedad que no sea una completa mierda y me obligue a buscar pareja para no peligrar.

—Oh vaya, maldijiste.

—Claro que maldije. —Resopla—. Puedo maldecir.

—Es malo con tu cara de niño. —Bromea pellizcándole la mejilla e intentando aligerar la tensión que pende en la atmósfera, funciona, puesto que el entrecejo rugoso del japonés rápidamente se suaviza para convertirse en una sonrisa tímida—. ¿Qué te dijo tu novio? ¿Qué te metieras al elenco de plaza sésamo para aprender inglés?

—¡Sing! —Gimotea—. No es mi novio. —Mentiroso.

—Ajá.

—¡No lo es! —Se defiende.

—¿Entonces qué son? Porque los amigos definitivamente no se miran de esa manera y vi la nalgada que él te dio esa vez en el baño. —El recuerdo lo hace enrojecer con ferocidad y es realmente lindo.

—Somos... —Eiji luce genuinamente liado por su cuestionamiento—. Nosotros no tenemos etiqueta por lo particular de la situación pero sé que estoy dispuesto a matar y a morir por Ash.

—Eiji.

—Y que probablemente Ash se sienta de la misma manera.

Wow.

Y esto es todo cree, Sing sabe que nunca podría sentir esa clase de devoción por alguien más y vacila en que alguien pueda amarlo hasta ese punto. Entonces están atrapados en este vínculo, por mucho que haya una gargantilla de por medio sabe que no es el alma gemela de Eiji ni que Eiji llegaría a los extremos de querer matar o morir por Sing, sabe que Eiji lo respeta y que Sing lo ve como alguien a quien cuidar y tal vez incluso amar porque sí, Sing lo ama, es su amigo a fin de cuentas... pero a pesar de su unión o incluso del rechazo físico temporal, Eiji es de Ash y Sing lo sabe.

Es cuestión de almas gemelas.

De nuevo, no cree que sea un amor unidireccional ya que nunca ha desglosado romance entre ellos dos y cree que si alguien está realmente jodido con su vínculo es Eiji ante su imposibilidad de aceptar a Ash incluso siendo dominante completo dado el collar (porque Sing puede tener a varios sumisos), y aun así sus emociones impresionan inquebrantables.

—Si Ash te diera un collar ¿lo aceptarías?

—¿Puedo aceptarlo? —Hace obvia la alusión hacia la gargantilla—. ¿No debe morir uno de nosotros para poder romper la unión? —Y hay casos en que ni siquiera la muerte libra del vínculo.

—Ya pero, ¿qué pasa si te atas a un dominante que no es tu pareja destinada? Si ustedes son pareja destinada podrían romper el vínculo entre tú y yo y sellarlo con su propia gargantilla.

—No entiendo nada de ese tema. —Gracias a la bendita y negligente educación sexual—. No quiero ilusionarme tampoco y siendo franco...no sé si me gustaría portar alguna gargantilla, es verdad que la vida se me ha hecho más fácil desde que te pertenezco y ya no me molestan, pero el precio sigue pareciéndome demasiado alto. —No existe nada más valioso para Eiji que la libertad.

—Lo siento.

—Yo te lo pedí. —Repite, aplacando su culpa—. Y no debería ser tan malagradecido o grosero con el tema, lo siento. —Y es adorable que Eiji se disculpe con sus ojos de gacela y las palabras apretadas a causa de los nervios.

—No es problema. —Sing vuelve a mirar la chaqueta de mezclilla en el nido improvisado, le surge la duda de quién será el verdadero invasor acá.

—¿Nunca quisiste tomar un sumiso antes?

—No. —Sing sí intentó pasar sus ciclos acompañados por algunas compañeras—. No funcionó. —A pesar de haberlo logrado no resultó tan placentero como esperaba, cree que es cuestión del vínculo.

—¿Por qué no?

—Porque... —Faltaba algo, algo que podría haber entre tú y yo pero no lo permitiré—. Supongo que no eran las personas indicadas.

—¿Eh? —Eiji crispa la ceja, entretenido—. Estás hablando en plural, ¿eso quiere decir que tuviste a más de una pretendiente?

—Te cueste creerlo o no era bastante popular en mi universidad. —Eiji resopla, acercándose a causa del sueño hacia el cuello del chino, necesita del aroma a nivel instintivo pero que todo sea instintivo lo hace todo mucho más confuso y un poco falso—. Tuve un fantástico glow up.

—No sé. —El japonés bosteza—. Me parecías adorable cuando medías un metro y medio.

—Solo porque eras más alto que yo.

—Probablemente.

Eiji se duerme antes de poder finalizar la conversación y Sing muere en estos instantes, se pregunta qué es esto y prefiere no saberlo, prefiere convencerse a sí mismo de que está haciendo de un papel de protector temporal con Eiji y nada más, después de todo una de las virtudes más importantes del chino es su fidelidad, Sing le es fiel a Eiji como amigo y jamás traicionaría esa confianza y además de que ponerse en una posición victimizada (como si Eiji lo hubiera apuntado con un arma para ponerle un collar) es lavarse la responsabilidad. Esto fue conjunto, deben enfrentarlo como tal.

Así que deja que Eiji reponga energías encima de su pecho y deja que haga un lío en su corazón, Sing mira la gargantilla toda la noche e intenta aferrarse a sus piezas en vano porque los bordes son muy filosos y lo lastiman con el mero toque, así que solo puede quedarse ahí, estático, sabiendo que fue él mismo quién se puso la pistola en la cabeza y se condenó. Bang.

—Tengo que ir a ver a los chicos. —Es lo primero que Eiji le dice cuando se despierta, está lloviendo a cántaros afuera y Sing no ama la idea de que vaya solo aunque entiende que la pandilla desconfíe de él por razones obvias—. Bones dijo algo sobre una señora llamada Blanca o algo así, no entendí.

—Ve con cuidado. —Y Sing quiere detenerlo, es un luchador y aun si puede admitir sus derrotas hay una terquedad palpable a hacerlo—. Eiji...

—Sí. —Lo mira tomar una chaqueta que no es impermeable y apuesta que se enfermará.

—Lleva un paraguas.

—Por supuesto. —Y ahora se fija que ya lo tenía en mano.

—Cuando vuelvas. —Debe decírselo, debe decírselo, debe decírselo—. Deberíamos buscar un trabajo diferente porque no confío en Evanstine aun si tienes un collar.

—Lo comprendo. —No hay reticencia en sus ojos—. Hablémoslo con más calma cuando regrese.

—Está bien. —Sing se queda congelado en la cama—. Que te vaya bien.

—No te desveles mucho trabajando.

Sing es un punto suspensivo cuando Eiji se va mientras que Eiji pone signos de preguntas encima de sus propios puntos suspensivos.

Es complicada la situación sin duda pero Eiji aprendió a tomársela con calma ¿saben? Tener un collar si una ventaja le dio fue tranquilidad para pensar en todo, además tener un dominante da beneficios y al diablo lo que digan en la policía, inició algunas sesiones de terapia. Pudo mirar algo que de forma previa no miraba y es que antes, incluso acogiendo la ambivalencia de ser dominado por quién fuera, Eiji esperaba un cambio trascendental para su vida, algo así como una epifanía tal como ocurrió ante su estadía en América, esperaba un antes y un después, un cierre de capítulo que le haga decir: «por fin pasó». Pero no.

Con collar y todo, enamorado y todo, con dominante y todo, no hubo una catarsis maravillosa sobre que un ser superior le dijera que hacer, solo incertidumbre, la cuestión es que Eiji se cabreó de yacer paralizado en esa incertidumbre, nunca habrá un día lo bastante significativo para cerrar un capítulo e iniciar otro, eso solo lo sabrá más adelante porque los cambios no tocan puertas y por muy mierda que sea aceptarlo hay cosas que no puede cambiar, no es un switch como Ash, no será un dominante y el collar ya está en su cuello, al igual que el rechazo físico que siente por Aslan hay cosas que huyen de su control y aun así, existe cierto margen de libertad sobre cómo puede reaccionar. Sí, no escoge cuando la ola revienta pero sí elige si hundirse o surfearla. Por eso empezó a hacer cambios y aunque son pequeños como iniciar el proceso terapéutico, permitirse amar a Ash y al mismo tiempo temerle dado su cambio y enfrentar a Dino Golzine aun si es de la orilla son algunos.

Ibe.

Ese es un cambio que también le gustaría retomar ¿quién sabe? Tal vez realmente su vocación es la fotografía más que la policía.

—¡Eiji! —De cualquier manera se encuentra con los chicos y apenas puede escucharlos por la lluvia golpeando su paraguas—. Tenemos que irnos.

—¿Qué? —Shorter y Ash intercambian una mirada constipada—. ¿Qué pasó?

—N-nada. —Bones es terrible mintiendo.

—Los conozco. —Aslan suspira, frotándose el entrecejo, las gotas escurren por su frente a su cuello.

—Creemos que nos están siguiendo.

—¿Los hombres de Dino?

—No estamos seguros. —Eiji traga duro, ha estado en persecuciones pero su presencia es fantasma en la policía dada su especialidad, debe confesar que omitía deliberadamente su trabajo real contra las rejas de prisión ya que se escuchaba genial que su familia lo imaginara como en CSI pero la verdad no tiene experiencia con armas o tiroteos, no fuera de las de práctica—. Pero tenemos que irnos.

—Ash. —El nombrado lo abraza por los hombros, ninguno de ellos lleva paraguas, Aslan le hace una señal para que suelte el suyo al probablemente retrasarlos.

—Nos separaremos en grupos.

—¡Eso es una pésima idea! —Bones gimotea listo para reclamar y sin embargo, antes de que pueda...

—Dejemos que Ash lleve a Eiji a un lugar a salvo. —Shorter interrumpe—. Nosotros vayamos a darles una paliza a esos sujetos.

—No tienen que tomarse esas molestias por mí, probablemente no me conozcan, puedo regresar a mi hogar o tomar el metro o... —Ash lo calla.

—Déjame ponerte a salvo. —Y casi se lo ruega—. Por favor.

—Está bien. —Eiji no discute con eso—. Vamos.

No puede.

Así que corren.

Corren, corren, corren bajo la lluvia, el agua cala hasta los huesos del sumiso mientras procura seguir el ritmo de la pandilla, a Eiji no le lleva mucho tiempo percatarse de que Aslan impresiona realmente herido manteniéndose enfrente, su cuerpo parece doler demasiado y ahora que lo ve mejor parecen haber restos de sangre que la lluvia no terminó de lavar en su camiseta. Es lo esperable, Eiji presiente que esto era lo que debía esperar, así que se concentra en seguir corriendo, en el eco de las plantillas contra los charcos de fango, en las sirenas de policía a la distancia y en las bifurcaciones de cemento.

—Nosotros iremos por la calle principal. —Shorter anuncia—. Nos veremos en un par de horas.

—Nos veremos en un par de horas. —Ash se para con frialdad frente a sus hombres—. Vayan.

Yes, boss! —Declaran al unísono antes de seguir por un camino diferente.

—Eiji. —El lince no tarda en suavizar su mirada y si no hubiera visto la transición diría que es alguien completamente distinto—. ¿Crees que puedas tomar mi mano?

—¿Por qué lo preguntas? Claro que puedo.

—Estás temblando. —No otra vez.

—Es por el frío.

—Sí. —Ash sonríe con tristeza—. Sino puedes solo...no te quedes atrás, por favor.

—Claro.

Corren juntos por los pasajes más escurridizos que tiene Nueva York, el temporal cae violentamente, haciendo un eco de granizo sobre los parabrisas de los autos cercanos y las ventanas de los edificios destartalados, Eiji se esfuerza a sí mismo a sostener el ritmo de Ash, al principio cree que se contiene pero no le toma ni un minuto notar que esos labios pálidos dejan escapar jadeos imperceptibles con los movimientos más bruscos y que sus piernas no se agitan como normalmente lo harían y es como si sus movimientos tartamudearan. Hay un arma escondida entre el elástico de sus jeans que no logró notar antes hasta que la lluvia empapó completamente su polera blanca y la transparentó.

Casi puede escuchar los pensamientos de Ash:

Estoy cansado, no quiero más.

—Alto. —Entonces Eiji es quién toma la iniciativa y acorrala al lince contra un callejón, es casi como la tarde en dónde Evanstine lo disciplinó por descubrirlo—. Paremos un poco.

—¿Por qué? Mientras antes lleguemos, mejor.

—Estás herido. —No vacila, aunque está frente a frente ante el lince y toda su mente se ha sometido a un estado de emergencia e hiperalerta por el peligro inminente, no se mueve a sí mismo, se fuerza a permanecer acá ya que sabe que si se va o lo rechaza le transmitirá a Aslan el mensaje de que está solo y no lo está—. Descansemos un par de minutos para que repongas energías.

—Puedo seguir corriendo.

—Estás sangrando, necesitamos vendarte.

—No.

—Hay una farmacia cerca.

—¿Tienes que ser tan irracional todo el tiempo? —Ash gimotea y de repente, se siente más relajado.

—¿Tienes que ser tan Ash Lynx todo el tiempo? —Eiji se burla de vuelta—. Holden estaría orgulloso.

—Terco.

—Imprudente.

—Lindo.

—Adorable.

Por supuesto, Eiji termina ganando aquella disputa, va a la farmacia a comprar algunos suplementos, ya no trae su paraguas y llueve a cántaros alrededor, pero da igual, el estridente eco de la tempestad contra la acera le ayuda a mantener la cabeza fría porque definitivamente ver a Ash y al resto de los chicos ensangrentados y lastimados rompió un estado de disociación en dónde era feliz y pretendían que pertenecían al mismo mundo, incluso siendo un policía Eiji no le llega ni a los talones en relación a los conflictos. ¿Mafia? ¿Dino Golzine? Jamás en la vida esperó acabar involucrado, sin embargo no es el único, Griffin y Max igual metieron sus narices acá y eso lo hace sonreír.

Ash está hecho un ovillo justo dónde lo dejó cuando regresa, tiene su mentón apoyado en las rodillas y sus brazos lo rodean a sí mismo, le recuerda a un gatito empapado y ese pensamiento hace blando su corazón.

—Súbete la camiseta. —Entonces le ordena, sentándose al lado.

—¿Tanto quieres verme encuerado? —Eiji no está de ánimo para lidiar con el temperamento de un Holden y lo golpea—. ¡Auch!

—Sino te vendarás tú mismo. —Le advierte.

—No eres para nada divertido.

—No tengo que ser divertido, tengo que ser un policía. —Entonces le recuerda limpiando sus heridas con una mota de algodón bañada de alcohol, no son tan grandes, sin duda Ash sobrevivirá, aun así...

—¿Eiji? —Ash es perceptivo con su estado de ánimo—. ¿Qué pasa? —Es suave y no teme serlo ante el moreno.

—Me duele verte herido, eso es todo. —La lluvia cae por doquier, dando una sensación de parálisis.

—Lo siento. —Pero Eiji siente que todavía corre y es gracioso—. No quería preocuparte.

—Vivo preocupado por ti. —Sonríe, envolviendo su torso con las primeras vendas, quitando el resto de sangre ennegrecida y coagulada—. Es inevitable.

—Podrías evitarlo.

—No creo que el corazón funcione de esa manera. —Entonces sonríe, los postes de luz tintinean de manera intermitente en las proximidades, siguen en la parte más decadente de Downtown y siendo franco, sino fuera por Aslan se sentiría como en un escenario de soy leyenda o algo así—. ¿Siempre quieres vivir de esta manera? Ya sabes, me refiero a las pandillas.

—N-Nunca tuve otra oportunidad. —Ash se mira triste al musitar eso—. Pero ahora está Griffin otra vez en el panorama y no sé, creo que no puedo vivir así por siempre ni tampoco quiero, espero que Dino sea mi punto final para este capítulo. —Recuerda sus propias metáforas de libros y una sonrisa tiembla entre sus mejillas pensando que tal vez sí hay excepciones y algunas epifanías.

—Me alegra.

—Además... —Aslan detiene sus movimientos—. Hay una persona por la que realmente me gustaría cambiar. —Las manos del lince son frías, grandes y ásperas, Eiji acuna el rostro de su amante dentro de sus palmas, ambos están empapados bajo la lluvia y hace un frío glacial.

—Esa persona debe ser realmente afortunada. —Entonces dice y Ash jadea, inclinándose un poquito más, va con cuidado de no transgredir su espacio personal y se siente bien tenerlo cerca, tan natural.

—Al contrario. —Suelta en una bruma fantasma—. Yo soy el afortunado por tenerlo.

—¿Ah sí? —Asiente—. ¿Cómo es esa persona?

—Maravillosa. —El rubor sobre la piel pálida es adorable—. Es la persona más maravillosa que existe en la faz de la tierra.

—¿Qué lo hace tan maravilloso?

—A ver... —Ash arruga el ceño con exageración—. Le encanta la comida apestosa, cree en dioses en el baño y usa ropa de abuelo que no es para nada sexy con estampados de pájaros feos.

—¡Ash! —Gimotea.

—También carece de gusto literario, es un ignorante en relación a los clásicos y honestamente estoy considerando que durante toda su vida universitaria lo máximo que leyó fue a Elmo, es un terco sin remedio, me estresa, me preocupa constantemente, creo que me sacará canas porque ese irracional no solo coquetea con desconocidos en el bar sino que va rompiendo cañerías oxidadas para usarlas de pértigas y creo que está un poco loco.

—Eso no se escucha como algo maravilloso. —Su puchero hace que Ash le arroje esa mirada, esa de ojos suaves y malditamente verdes con las cejas gachas, esa mirada que lo hace sentir como si fuera el mundo entero del lince o un tesoro aún sin descubrir.

—Es la persona con el corazón más grande que conozco, es simplemente hermoso.

—Ash...

—Es alguien tan maravilloso que contagia a los demás de su bondad inclusive sino valen la pena, me dio el coraje para hablar con mi hermano luego de más de una década, me hizo valorarme aun si me cuesta todavía, se quedó a mi lado sin esperar nada a cambio, fue el primero en... y aun conociendo lo peor de mí me ama, ¿puedes creerlo? Debe ser un total desquiciado para amarme.

—Oh, cariño.

—Y más considerando que me convertí en un dominante y a él los dominantes lo asustan mucho, él es alguien a quién no merezco pero soy incapaz de dejarlo ir y lo sigo metiendo en problemas.

—Me mereces, Ash. —Entonces le asegura, dejando que su frente repose contra la del lince—. Y yo también espero merecerte a ti.

—Tengo miedo de que salgas herido en esto. —El lince le confiesa con la voz baja y tiritona, recuerda su conversación previa con Sing y lo comprende finalmente.

—A veces el miedo es algo bueno. —Entonces suelta—. Porque aunque el miedo a veces nos protege también nos dice que tenemos algo muy valioso que proteger.

Y yo también quiero protegerte, Ash.

Ya no voy a correr más.

CHAN, mañana se viene potente, get ready.

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