15. Bones.
Hi~ Como el capítulo de ayer anduvo tan intenso hoy tenemos más que nada algo bonito de transición antes de hacernos los muertos y escapar de prisión, da pie a un nuevo conflicto y ya es el último capítulo oficialmente antes dek escape, así que~ ¡Espero que les guste!
—Eiji. —El nombrado detiene sus mimos en el cabello de Ash, se encuentran por el patio de la prisión porque al temible lince de Nueva York lo castigaron para que limpiara los implementos luego de una riña con Yut-Lung, apenas Eiji lo vio chillando por ordenar le ofreció auxilio y una cosa llevó a la otra.
—¿Qué ocurre? —Ash se restriega en el regazo del policía, tiene su cabeza sobre sus muslos, le gusta en demasía esta posición, sabe que debe parecer un gato mimado a ojos ajenos pero los demás reos deben estar en la hora de almuerzo (que es una mierda de todas maneras) y aquel es su punto ciego.
—Me gusta cuando me tocas ahí.
—¿Aquí? —Entonces Eiji intensifica las caricias justo detrás de su oreja y joder, es delicioso.
—Ahí mismo. —Ronronea, restregándose aún más contra el vientre del japonés—. Me gusta cuando pasamos tiempo de esta forma.
—A mi jefe no.
—Tú jefe es una mierda.
—¡Ash!
—¿Qué? —Pregunta con falsa inocencia—. Es la verdad, a tu jefe no le gusta nada porque es uno de los cerdos de Dino ¿o me equivocó?
—No. —Los dedos del moreno cepillan con ternura sus mechones dorados, aunque está lo bastante relajado como para cerrar los ojos y ahogarse en esta sensación no existe nada más especial que ver a Eiji así que lucha contra la pereza y lo inmortaliza—. Ibe-san era un jefe más agradable.
—El fotógrafo, el amigo de Max que iba a entrevistar a una pandilla.
—Exacto. —Al lince de Nueva York le sorprende cómo básicamente todo el mundo es amigo de Max, sus mejillas arden apenas piensa en el viejo y en el momento tan especial que compartieron, estaba en lo correcto con todo lo que le dijo aunque nunca lo admitirá—. Lo extraño de vez en cuando más de lo que debería, sigue en América aunque ya no tengamos contacto, creo que le va bien.
—¿Por qué cortaron el contacto?
—Él no estaba contento con mis elecciones vocacionales. —Sus pupilas pétreas quedan asidas sobre la gargantilla del sumiso y piensa que ese tal Ibe tenía razón—. Me encontraba más futuro en el área de la fotografía y a veces me arrepiento de mi elección sobre todo con Evanstine.
—Eiji...
—Pero no te habría podido conocer de otra manera, así que no me arrepiento del todo. —Claro que se mantiene terco y reticente, si bien, es Ash quién perjura que jamás se ha arrepentido, ni una sola vez, es este sujeto quién vive al margen de dichosa ley con sus postes de pértigas y armas de ternura.
—Eres un irracional. —Se queja Aslan.
—Y tú eres adorable.
—¿Eh? —Parpadea anonadado puesto que seguramente escuchó mal. ¿Adorable? Nadie que posea una pizca de respeto por su propia seguridad lo llamaría así—. ¿Acaso me llamaste adorable?
—Sí. —Pero Eiji ni siquiera le presta atención cuando dice eso, como si fuera natural mimarlo y darle esta clase de gentileza desinteresada con sus dedos cepillando sus mechones una y otra vez—. Aslan Jade Callenreese, eres absolutamente adorable.
«Adorable».
Ja.
Sin duda han usado muchos adjetivos empalagosos para describir su belleza magnánima: una bestia, sumiso y feroz, son algunos de los predilectos de Dino. Pero nadie jamás ha usado adorable como si fuera un cumplido, es abrumador que Eiji sea tan...Eiji, no lo ha tratado como si estuviera acechando una presa o su trofeo, al contrario sus elogios siempre son sinceros y directos haciéndolo saltar hacia un comentario crudo y sin tacto sobre pornografía infantil o cualquier otro trauma del pasado ¿hola? todavía no sabe aceptar esta amabilidad desinteresada y lo asusta. Mierda. Lo asusta tanto la última conversación que tuvieron además. Ash iba decidido a dejarlo ir, pero Eiji lo quiere. Es que no puede creerlo ¡Eiji Okumura! El chico más asombroso sobre la faz de la tierra lo quiere a él: Ash Lynx y joder no termina de tragárselo todavía. Eiji lo quiere. Lo quiere. Lo quiere. Lo quiere de verdad.
Y Ash lo ama tanto.
A pesar de todo Eiji lo quiere cerca, sigue acariciando sus cabellos y mirándolo con sus ojos de gacela desprendiendo un brillo tan malditamente cariñoso, repasando sus pecas opacas como si supiera el lugar que alguna vez ocuparon como estrellas en la galaxia, empapando su piel con mimos como si fuera digno y haciéndole la vida más tolerable en una prisión. Le da risa. Pese al contexto sombrío y las dificultades que han lidiado Ash cree que nunca tuvo una adolescencia tan normal como adentro.
—Tus barreras no son tan altas como crees y tus espinas no son tan eficientes.
No para quiénes te aman.
Joder, Eiji.
Siempre es Eiji.
En el fondo, Aslan sabe que debería sentir algo de culpa al permitirle involucrarse tanto y arrastrarlo a este pozo de muerte, violencia y sexo que llama hogar.
«Para siempre».
Aunque el mundo entero esté en su contra, Eiji siempre estará a su lado.
¿Y para qué lo niega? El amor lo hizo egoísta y carece de pelotas para dejar ir lo mejor que ha pasado en su asquerosa vida, puesto que Eiji se preocupa por él a un nivel humano, le pregunta por su sueño y le consigue colchas extras si duerme mal, lo acaricia y lo protege aun siendo un sumiso, lo defendió frente a Evanstine a pesar de pagar las consecuencias y ahora codicia salvarlo de Dino. No lo merece, se dice a sí mismo. Y otra vez, si fuera lo bastante hombrecito lo dejaría ir, tiene un collar y por ende, tiene a un dominante que lo proteja, Ash no tiene nada qué pintar acá.
Eiji tiene una gargantilla alrededor del cuello.
Eiji ha aceptado un dominante.
Eiji le pertenece a Sing.
Aun así...
—¿Puedo confesarte algo aun si es imprudente y no debería decírtelo en voz alta? —Pese a saberlo.
—Puedes hacerlo.
—Te quiero. —Es egoísta—. Te quiero más de lo que podría querer a nadie jamás, estoy enamorado.
—¿Qué tanto? —El japonés le sigue el juego con una sonrisa risueña y para el lince esto es surreal.
—Mucho.
—¿Qué es mucho?
—Lo suficiente para hacer muchas cosas. —Ash se permite ser vulnerable, no confía en las personas, sin embargo, Eiji siempre ha sido su única excepción. Lo tiene hasta los huesos.
—Muchas cosas. —El japonés repite y se inclina para presionarle un beso en la nariz—. ¿Cómo qué?
—Las cosas suficientes para salir de acá y querer mejorar, lo suficiente para llevar una vida decente y normal aun si es aburrida, lo suficiente para considerar tal vez entrar a terapia y a la universidad, para hablar con Griffin más adelante y no dejar que me importe un collar.
—Ash.
—Lo suficiente para... —Las manos del lince caen en su propia gargantilla—. Para ser más que todo lo que me han dicho que soy o debo ser. —Las mejillas de Eiji se han puesto rojas—. Para darte todo lo que tengo aun sino es mucho, es tuyo, todo lo que quieras de mí no te lo negaré, sé que tú podrías tener algo mejor porque mírate... —Traga duro—. Pero mi alma entera y demás, te pertenecen a ti.
—Aslan. —Tiene los ojos grandes y brillantes mirándolo directamente mientras sus mechones bailan al son de la brisa y sus pestañas lo enmarcan.
Es hermoso.
Como solo Eiji Okumura sabe serlo.
—Sé que no es lo ideal, nadie quiere ser un torcido, pero una vez me dijiste que me habrías querido sin importar lo que fuera y es lo mismo para mí. —Sus palmas se entrelazan y su corazón se ralentiza progresivamente, se pregunta cómo podría haber sido el leopardo en las nieves del Kilimanjaro bajo la mirada tan malditamente cálida del sumiso, habría sido imposible congelarse—. No es importante que ambos tengamos collares y estemos atados a otras personas para mí. —Traga duro porque sabe que debe decirlo—. Me importa si quieres a Sing como una pareja.
—No de esa forma. —No hay chispa de vacilación en su voz—. No como a ti. No puedo enamorarme de esa forma de nadie que no seas tú, Aslan.
—Eiji...
—Te lo dije. —Sus miradas se encuentran y Ash siente que el mundo deja de girar, no quiere romper el contacto visual por muy intenso que sea—. Nadie es como tú.
—Lo sé.
—Y gracias a los dioses de Izumo.
—Pequeña mierda. —Musita divertido—. Eso no se le dice a tu amorcito.
—¿Eres mi amorcito? —Se lo pregunta con una ceja alzada y una sonrisa coqueta que le da ansiedad.
—¿Lo dudas?
—No. —Aslan sonríe con picardía, estira sus manos hacia la nuca del japonés para atraerlo, Eiji suelta el aliento apenas lo hace, más, no se resiste, se deja llevar—. Nunca lo dudé.
—Odio que estés usando el collar de alguien más. —Entonces lo suelta, está celoso de Sing por miles de razones aunque reconoce que es un buen sujeto, es fácil visualizarlo comparando los tratos.
—Sing sabe que es una medida de protección y nada más, no hay nada romántico en medio. —Aslan quiere creerle, confía en Eiji, le confía su vida, su cuerpo y su mismo corazón sin embargo, el instinto es un hijo de puta casi tan descorazonado como la esperanza y eso le pone los pelos de punta.
—¿Y acá? —Pero prefiere no ahogarse en eso—. ¿Está pasando algo romántico por acá?
—No sé. —Eiji se inclina aún más y el tiro le sale por la culata cuando son sus propios latidos los que se descompasan ante la sonrisa jodidamente descarada del policía, apenas puede levantar la cabeza de sus muslos para acercarse a sus labios—. ¿Por qué no me dices tú, amorcito? —Nunca lo admitirá en voz alta pero le fascina que tengan esta clase de momentos íntimos y empalagosos.
—Acércate un poco más para comprobarlo, onii-chan.
—¿Acaso este es otro saludo normal en América como la nalgada? —Debió saber que no lo olvidaría.
—Conejo rencoroso.
—Gato mañoso.
Por fin se besan.
Se siente como finalmente entrar al cielo, como si Eiji fuera una capilla y Aslan estuviera tocando las puertas como un adorador, es un toque dulce de sobremanera, los dedos del lince siguen enterrados en la nuca para mantener la cercanía mientras que Eiji lo sostiene con gentileza de los hombros para acortar la distancia, sus cuerpos se estrechan por inercia, el sabor es intenso y chispeante, Ash siente cada fibra de su cuerpo sucumbir en este beso, se siente como si de sus labios naciera una llamarada incontrolablemente feroz. Es precioso y no sabía lo bien que podía ser besar a alguien hasta acariciar los suaves labios de Eiji y mierda se aprecia como todo un primer beso, así le gustaría que fuera. Sus latidos golpetean en sus orejas, el corazón le arremete con tanta fuerza que cree que explotará pero no le importa lo suficiente para apartarse, quiere más. Así que lo besa profundo.
Lo besa, lo besa y lo besa hasta quedarse sin aire.
Y Eiji le sonríe con chispas en los ojos cuando se apartan y Aslan se hace cenizas en su amor, no cae, vuelve a pensar, porque nunca podrá levantarse de esto, solo lo sabe. Qué suerte tiene.
Es el sentimiento más feliz del mundo.
—En un par de días me sacarán. —Sus frentes se juntan como si fueran una pareja de pingüinos y la sensación es reconfortante, le gusta Eiji, le gusta la manera en que su cabello esponjoso cae encima de sus pestañas rubias y hace cosquillas, le gusta la forma en que eligen desobedecer aunque ambos tengan collares—. Y tendremos que pasar al siguiente paso en el plan contra Dino.
—Tú y Shorter saldrán juntos.
—¿No será peligroso para ti? —Es imposible ocultar la preocupación en su voz y menos tras recordar lo que Evanstine le hizo en la oficina. Quiere matarlo. Va a matarlo—. No quiero que te arriesgues.
—Será fácil. —Pero el rey de los tercos no cede—. No será difícil sacarlo del sistema, tengo práctica.
—Qué sexy eres cuando te pones en modo intelectual, bebé. —Bromea siendo un tonto enamorado.
—Y eso que no me has visto con mis diccionarios de plaza sésamo.
—Joder, eso es tan caliente.
—Ya cállate. —Eiji le aprieta la nariz y Ash es feliz, realmente feliz a pesar de todo y es sorprendente.
—El viejo saldrá bajo fianza en un par de días. —Entonces recuerda los balbuceos de aquel abogado.
—Y Yue... —La angustia en los ojos de Eiji lo hace débil.
—Prometo encargarme de eso. —Aslan se inclina para volverlo a besar porque quiere verlo sonreír.
—Gracias. —Lo logra, es que la sonrisa de Eiji es simplemente maravillosa, está seguro de que podría curar todos los males de la humanidad con un par de dientes asomándose por sus labios sonrosados.
—Saldré en un ataúd. —Literalmente, decidió hacerle caso a Griffin y fingir su muerte.
—Lo sé. —A Eiji no le encanta el plan y se lo ha dejado más que claro—. Jenkins y Charlie se ocuparán de los detalles con la condición de que cooperes contra el caso de Corsa. —Y omitiendo que matará a Dino apenas salga (aunque supone que en el fondo lo sospechan y por eso también lo ayudan).
—Nos dará tiempo para organizarnos afuera.
—¿Vas a quedarte con Griff? —Eiji retoma los mimos, parece haberse vuelto demasiado consciente de la calidez que desprende el lince contra sus muslos aunque no luce desagradado, al contrario.
—No sé. —Están cerca, más cerca de lo que jamás creerían que estarían de otra persona—. Todavía no estoy seguro si contarle la verdad, no me siento listo y no lo he procesado bien.
—Date tiempo. —Entonces le pide—. Date tiempo para ver cómo te sientes con eso.
—Eres tan blando. —Ash bufa con falsa molestia—. No debería esperar otra cosa de un anciano.
—Dos años mayor, Ash. —Lo regaña—. Solo dos años.
—Dos años, dos décadas. —Se encoge de hombros con una sonrisa de Cheshire coqueta—. El punto es que eres más viejo, onii-chan. —Aunque usualmente eso lo sacaría de sus cabales y de hecho Ash puede ver el atisbo de un puchero con la trompita estirada y las mejillas infladas asomarse.
—Sí, sí. —Recibe otra cosa—. Y como soy el mayor deberías escucharme, eso me hace más sabio.
—Estás preocupado otra vez. —Concluye—. Por mí.
—Claro que sí. —La voz de Eiji hace chispas—. Me importas, vivo preocupado de ti.
—Oh.
—Aslan. —Entonces para que no quepa duda el japonés sostiene ambas mejillas entre sus palmas y lo obliga a mirarlo—. No te perdonaré si te pasa algo y te haces daño.
¿Por qué?
Mira con quién estás tratando.
—Porque te amo. —Lo dice igual que lo hizo cuando lo llamó adorable, directo, firme y con la frente en alto como si amarlo fuera un motivo de orgullo más que de lamento—. Tu vida es muy importante ¿entendido?
«Tu vida importa tanto como la mía».
Siempre ha sido así ¿verdad?
—Entendido. —Ríe sabiendo que tiene la batalla más que perdida—. Yo te prometo que me cuidaré.
—Más te vale. —Es un hijo de puta con las pelotas bien puestas para amenazarlo—. Ahora bésame.
Eiji Okumura, damas y caballeros.
Wow.
Aslan se devuelve más que recargado hacia los dormitorios mientras piensa en Eiji, en lo mucho que le encanta y en lo obscenamente inalcanzable que es ese romance. Piensa en Aquiles devastado por la pérdida de Patroclo, piensa en Romeo llorando sobre el cadáver de Julieta, en Rose acunando aún congelada la palma de Jack y luego piensa en Ash y Eiji. En ellos. Posiblemente acaben en tragedia y lo sabe, lo suyo no está predestinado y no es por pesimismo, simplemente es realismo. Y aun así, su cabeza se siente llena de algodón de azúcar y estrellas y mariposas y tirita recordando sus besos, en las ganas que tiene de volver a besarlo y salir de acá y quedar libre, y tal vez...huir juntos con libertad.
Al menos si algo está claro pase lo que pase durante su salida es que protegerá a Eiji a diferencia de lo ocurrido con Evanstine, no sabe cómo, pero aunque cueste su vida cumplirá. Y es que tener a Eiji es volar demasiado cerca del sol, la metáfora le sienta a la perfección ya que el sumiso es cálido cual hogar, es fuego, no como fuego de sol destructivo sino más como fuego fatuo ingenuo e imprudente, extraordinariamente encantador.
—Lynx. —Y sabe que debe salir de su ensoñamiento apenas pone un pie en la celda de Shorter y de su nuevo compañero pero es difícil salir del efecto Okumura, es casi de ebriedad—. Tenemos todavía que discutir acerca de los detalles de tu escape y cómo regresarás por mí.
—¿Por qué asumes que regresaré por ti? —Ash levanta una ceja y mira a Shorter directo en su cama.
—Porque si no te delataré con Dino, que no se te olvide que tengo informantes acá.
—Todavía no me aclaras lo que quieres de regreso por tu ayuda.
—¿Qué te hace pensar que quiero algo a cambio además de tu amistad?
—Por favor. —Bufa—. Solo escúpelo. —Entonces Yut-Lung esboza una sonrisa venenosa que le pone la piel de gallina.
—Es simple. —El más joven sonríe—. Quiero a todos los Lee muertos.
—¿Qué? —Shorter es quién deja escapar la pregunta anonadado, baja la revista que estaba leyendo para unirse a la conversación, no lo culpa, para él es imprescindible la familia—. ¿Quieres matarlos?
—Claro que sí. —Yut-Lung finge quitarle importancia—. Los quiero a todos muertos apenas disfrutes el placer de matar a Dino. —Sus dedos van por inercia a su gargantilla de escamas, para Ash es obvio que fue un vínculo con uno de sus predecesores (y sin su consentimiento), pero probablemente para Shorter no lo sea—. Especialmente a los mayores, los quiero a todos decapitados.
—Eso es un poco frío.
—Fácil decirlo si eres un dominante. —Gruñe con saña—. ¡Los de tu casta lo toman todo cuando así lo quieren sin importarle a quién le hagan daño! —Algo en la manera en que sus ojos enrojecen bajo la pena, algo en sus puños apretados y su impotencia temblorosa impresionan despertar a Shorter.
—Lo siento. —Ash nunca lo había visto disculparse pese a su carácter más amigable—. No te quería lastimar.
—No podrías lastimarme aunque quisieras.
—Aun así.
Piensa en su contraste con Yut-Lung Lee, si bien, en un inicio lo consideró tan opuesto como un ying para el yang en cierta medida cree que son iguales en relación a su desesperada necesidad sea tanto por venganza como por libertad. Toda la vida los han pisoteado personas en quienes debían confiar, los ataron a una correa apenas se sintieron intimidados por su poder, los redujeron a mascotas. Ash no es quién para juzgar a Yut-Lung por querer matar a todo el clan así como Yut-Lung carece derecho de juzgarlo por querer matar a Dino y a pesar de los roces pasados, lo más inteligente es que se alíen para volverse una fuerza imparable, son más fuertes como amigos que enemigos. Ayudará aun si en el fondo le sigue desagradando por lo ocurrido con Eiji. No romperá su palabra.
Matarán a Dino Golzine.
Matarán al clan Lee.
Serán libres.
—Ten cuidado, las cosas están demasiado tranquilas y tengo un mal presentimiento. —Entonces el sumiso le advierte con preocupación genuina—. No me gusta cómo se siente la atmósfera.
—Lo sé. —Pero le prometió a Eiji que las cosas andarían bien—. Tendré cuidado.
Y está dispuesto a cumplir esa promesa.
«Para siempre».
Ash se dedica a pasearse de manera aleatoria por la prisión mientras piensa en todo lo que ha estado pasando estos últimos días y en lo demente que debe estar para haber aceptado la propuesta de su hermano mayor sobre fingir su muerte, odia admitirlo pero el plan debería habérsele ocurrido dados los antecedentes de Dino. Si quiere aunque sea un par de segundos de libertad allí afuera debe tener una ventaja temporal, efectivamente vivir con Griff y Max le dará cierto anonimato igual que hacerse pasar por su hijo, conseguir que Eiji renuncie a este empleo para garantizar su seguridad será lo más complejo, lo jura, conoce la terquedad del sumiso y no es fácil sacarle algo de la cabeza. Por eso aun si son ambos sumisos Eiji lo quiere y lo besa ¿verdad? Terco y tonto japonés.
Terco, terco y tontito japonés.
Mierda, Max tiene razón.
Sin duda Eiji lo altera de sobremanera.
Sin embargo, mientras divaga acerca de lo que hará en su siguiente faceta un olor llena la atmósfera, es sutil, apenas perceptible y nadie más impresiona darse cuenta de este, de hecho Shorter dijo que se lo estaba imaginando y podría ser verdad. Pero conoce ese olor. Eiji. Es el aroma de Eiji. Pero algo huele...mal. Huele a miedo. Horror. Angustia. Ayuda.
Eiji. Eiji. Eiji.
Está en peligro.
Solo lo sabe, así que no duda en sucumbir a su instinto y correr frenético, la biblioteca, están dentro, sus zapatillas rechinan contra las baldosas metálicas mientras la boca se le llena de un sabor espeso, desagradable y caliente, el sudor le cae por todas partes, no es a causa de lo sofocante de ese mono naranja o el clima. Es Eiji. Eiji. El miedo cala en los propios huesos de Ash mientras más se aproxima, la peste se ha vuelto insoportable para cuando abre la puerta y se encuentra con el sumiso reducido a un ovillo tembloroso con varios reos en la habitación.
—¿No dijiste que el otro policía te había puesto el collar? —Uno de los prisioneros tensa su agarre en los mechones del moreno con tanta violencia que le enrojecen los ojos. Mío. Mío. Él es mío.
—¡No lo toques!
—¿Cómo carajo has llamado a Ash?
—Yo no lo llamé. —Eiji no tiene un arma, está claro que Evanstine no se preocupa por sus empleados al ni siquiera darles una cachiporra aunque tal vez, esto sea parte del castigo de Eiji.
—Vete de acá, Lynx. —Le advierte uno de ellos—. Estamos tratando de tenderle una trampa al oficial chino, no a ti. —Entonces uno de esos sujetos huele la gargantilla del sumiso, Ash quiere matarlos.
—Huele a Sing. —Declara uno—. ¿Cómo llamaste a Ash Lynx? ¿Realmente pensaste que te ayudaría en estas circunstancias? —Pero Eiji se limita a darle una mirada de pura saña sin dejarse de abrazar.
—Vete, Ash. —Le está pidiendo que no se meta en problemas—. Estoy bien.
Mientes.
Mientes.
Mientes.
—¿Eh? Vaya que es lindo. —El agarre se intensifica en el cabello de Eiji—. Tal vez deberíamos jugar un rato para provocar a su dominante, por su culpa atraparon a nuestro jefe, deberíamos darle una lección que jamás olvidará. —Al verlo relamerse para pasar su lengua por el collar de Eiji. Verlo tiritar con una cara de vergüenza que Ash conoce demasiado bien. Al verlo...no mires.
Lo están lastimando.
Lo están tratando de violentar.
Lo hicieron llorar, nadie hace llorar a Eiji y sale con vida.
Va a matarlos.
Algo cambia en los huesos de Ash en ese momento, su respiración se vuelve más pesada, la sed por sangre le hierve en el estómago mientras no duda en acercársele, no va a perdonarlos, no perdonará a nadie que lo lastime jamás. Un gruñido animal empieza a retumbar a través de sus cuerdas vocales, esto es una ira calma que congela el ambiente hasta hacerlo esquirlas. Esta es la ira calma que usará para matar a Dino. Esta es la ira fría con que le disparó a su violador siendo todavía un niño. Una ira que no ha hecho más que reprimir y reprimir como si fuera bestial. No la reprimirá más. Se destapa.
«Debes protegerlo».
Retumba constantemente por su cabeza.
Eiji te pertenece.
Es tu sumiso.
—De rodillas. —Da un comando con una voz desconocida, aunque al principio los tipejos lo ven con ojos extraños y casi entretenidos, no dudan en obedecer.
—¿Qué carajos? —No son sumisos, ninguno de ellos lo es—. ¿Qué diablos haces? Estamos al mismo lado en este agujero, Lynx.
—¿Lo estamos? —Ash les lanza una sonrisa torcida—. ¿Por qué no le envío un mensaje a su jefe? Sí, debería divertirme con ustedes.
Todo se va a negro otra vez.
Al recobrar la consciencia no queda nadie más en la biblioteca. Se terminó. Sus manos se encuentran magulladas por los presuntos golpes. Se intenta levantar. Las personas afuera de la biblioteca lucen absolutamente horrorizadas. Monstruo. Lo escucha con claridad. Se vuelve a encerrar ¡Ja! Son todos repugnantes. A fin de cuentas son iguales a la mierda que ha lidiado toda su vida. Se derrumba sobre la alfombra de la biblioteca. Se encierra con llave. No quiere ver a nadie. No quiere que nadie lo vea. Sus huesos siguen sintiéndose extraños. Supone que es un switch. Supone que volvió a cambiar para ser un dominante. Supone que ha reprimido esa parte de sí mismo porque entiende lo que es capaz de hacer. Su corazón late fuerte. El palpitar retumba en su oído. Todo es ruidoso y caótico. Se siente como una mezcla de muchas cosas. Quiere más. Más poder. Más sangre. Más venganza. Lastimarlos. Quiere herirlos a todos. No puede. No debe. Joder. No. No. ¡No!
Sangre.
Hay demasiada sangre manchando sus manos. Dino estaría orgulloso. Finalmente se convirtió en lo que siempre estuvo destinado ¿cierto? Finalmente sucumbió a la verdadera naturaleza monstruosa.
—Ash. —Y lo que ve a continuación no es lo que esperaba.
—Eiji. —No esperaba encontrar los ojos más oscuros y adorables mirándolo fijamente luego de todo lo que pasó, finalmente Eiji sabe lo que es, sino quedó claro con Garvey...—. Lo siento.
Lo está ahora.
—Estás sangrando. —Ash retrocede horrorizado en la biblioteca, sabe que será imposible esconder su peste de Eiji, sabe que él sabe, es un dominante al menos en esos momentos y Eiji aborrece a los dominantes luego de lo que pasó con Evanstine, es igual a ellos, es igual que Golzine—. ¿Por qué...?
—No te acerques. —El japonés se congela, mierda, no, no quería darle un comando a Eiji ¿le acaba de dar un comando o solo lo está obedeciendo? No entiende nada. Pero sus manos sangran, sangran y el sabor de la sangre pende entre sus dientes. ¿Qué carajos hizo? ¿Qué masacre le mostró?—. Por favor, vete. —Le suplica despacio, no da más, sus piernas se rinden y cae contra el suelo, no es justo, ya era suficiente con que supiera lo de Dino y estuviera ahí en su pelea con Garvey. No es justo, pero la vida jamás ha sido justa con Aslan ¿verdad? Qué risa.
—Ash.
—Por favor. —Tiembla y no se siente como un dominante, sino como un niño. Porque está lleno de sudor, sangre y mugre, aunque usualmente no es lo ideal lucir como un asesino es menos ideal verse como un demonio encarnado, una máquina de matanza. Eiji está en peligro a su lado—. Déjame, no digas nada. Solo vete.
No me veas. No me toques. No me ames. Por favor. No puedes amarme.
Mírame.
Estoy tan roto.
Perdón.
—Ash. —Pero Eiji es tan terco y...—. Debes estar asustado. —Y lo abraza a pesar de estar manchado, sucio, Aslan está tan sucio y Eiji debe aborrecerlo, debe odiar que sea un dominante y no haya dicho nada antes de que se vinculara con Sing, debe creer que es un cobarde.
—Yo no... —Las palabras se atascan en su garganta, quiere retroceder, necesita huir de los roces tan dulces del sumiso o se acabará quemando—. ¡Nunca quise que me vieras así! —Entonces grita pero su voz se asemeja más al alarido de un animal moribundo.
—Lo sé. —Aunque Eiji impresiona no saber qué hacer más que mirarlo con ojos tristes, tan pero tan tristes que le han roto de nuevo el corazón—. Lo siento.
No deja de abrazarlo.
Y eso lo mata.
Es mío. Es mío. Es mío.
«Este sumiso me pertenece».
Sigue retumbando por su cabeza.
Okey, entre spoileo un poco pero es necesario que entiendan algo, un sintoma asociado al trauma es la evitación, las personas tendemos a evitar cosas traumaticas o cosas que nos lleven a pensar en ese trauma, por ejemplo, una persona que fue abusada por un hombre perfectamente puede desarrollar miedo a los hombres o puede no pasar, depende de la persona cada caso siempre. Pero, Eiji tuvo un conflicto muy fuerte con Evanstine, tan fuerte que lo llevo a pedirle a Sing usar un collar luego de haber resistido toda su vida y ahora Ash es un dominante y no su dominante, so, pueden imaginarse a dónde voy. La cosa es que si Eiji llega a rechazar a Ash no es voluntario, es algo que pasa a nivel de cerebro y cuerpo, y no se arregla con el poder del amor. Esto va cambiando, obviamente, pero tenganlo en mente. Eso.
¡Nos vemos mañanita!
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