12. Hell.
Hi~ Okey volvemos a estar al día con la dínamica, subo tempranito porque me van a quemar con laser las cicatrices y sé que llego muerta, como les comenté este capítulo es uno de los más fuertes de la trama y siendo honesta para mis lectores frecuentes es mucho más suave a lo que acostumbran, aún así, me angustió y me dejo una sensación rara en la guata, so:
✩ Advertencias: En este capítulo aparecen eventos de violencia física y psicologica de manera explicita y grafica, abuso de poder y tambien tiene una leve disociación y por lo mismo, se pide discreción con la lectura y respecto.
Este es el costo de bajar la guardia y creerse un dominante.
Este es el costo de una falsa libertad.
Eiji.
—Parece que has olvidado tu lugar. —Evanstine mira al sumiso con su sonrisa satisfecha, aunque ha logrado meterlo dentro de su oficina Ash lo ha seguido pese a las amenazas e inclusive la policía luce horrorizada por la fuerza sobrehumana del lince, algo poco usual para los de su género—. Ahora me encargaré de que lo pagues.
—¿Por qué? No estábamos haciendo nada malo, mi turno ya se había acabado y...
—Silencio. —El japonés no puede desobedecer el comando—. Hablarás solo cuando yo te lo ordene.
—Sí.
—Y la pagarás caro por tu insolencia ¿entendido?
—Sí.
—¿Sí, qué?
—Sí, amo.
—¡Eiji! ¡Eiji! —Los ojos verdes de Ash se encuentran llenos de pánico, han necesitado de seis sujetos para inmovilizarlo y arrancarlo del cuerpo del moreno—. ¡No te atrevas a tocarlo o te mataré! —Sus pupilas se encuentran desenfocadas e iracundas, hay odio en la mirada de Ash y Evanstine no puede estar más que satisfecho con aquella deliciosa expresión, nada como jugar con la mascota de Golzine aplastando la poca esperanza que le queda, vaya, con razón es tan popular.
—Me encargaré de informarle tu falta al monsieur.
—Jódete. —Ash escupe en el suelo—. Te cortaré las pelotas apenas tenga oportunidad.
—Oh, no seré yo a quién jodan. —Las hediondas palmas del policía se posan en el rostro del japonés, Ash siente que muere en ese toque, Eiji no tiene un collar, está en peligro.
«Eiji es tu sumiso» entonces suena la voz de su cabeza.
Protégelo. Protégelo. Protégelo.
Matará a cualquiera que lo toque.
Pero Ash no puede hacer un switch como pasó en la pelea con Garvey, los ojos le arden porque sabe que Eiji será quién pague y ni siquiera porque hayan hecho algo malo, sino por el placer de Evanstine de aplastar. Los débiles encuentran a alguien incluso más débil que ellos, y lo lastiman. Y eso significa que ellos están al final de la cadena alimenticia, especialmente Eiji que ni los supresores le resultan.
—Por favor, no le hagas daño. —Entonces Ash finalmente suplica—. Si buscas hacerle daño a alguien házmelo a mí.
—Sé que puedes suplicar mejor, Dino te ha hecho una buena reputación.
—Por favor.
—Además, ¿de qué tanto te preocupas? —Evanstine le arroja una sonrisa entretenida mientras mira como Aslan lucha y araña en vano para liberarse—. A los sumisos les encanta el dolor ¿verdad, Eiji?
—Cierto.
Pero igual que ese día en la arena con Garvey la mirada de Eiji se encuentra ida y transparentada en una delgada capa blanca que le quita el brillo, está en un trance inducido por los comandos con toda una apariencia de muñeca rota y le recuerda demasiado a cosas que no le gustaría. A Griffin drogado en el hospital de veterano. A las prostitutas inyectadas en los burdeles de Dino. A Jim borrado gracias al alcohol. A sus clientes que no lo veían como humano. A sí mismo. A sí mismo antes de ser violado.
Por favor, no me lo quites.
Por favor, Dios. Llévame a mí en su lugar.
Pero Dios no escucha.
—¡Eiji! ¡Eiji! —Grita a todo pulmón aun sino hace la diferencia y lo arrastran por la puerta, tiene que salvarlo, necesita encontrar una salida, no quiere permitir que le hagan daño. Eiji. Eiji. Eiji—. ¡Volveré por ti! ¡Lo prometo! —Aunque sabe que son palabras vanas, aunque el japonés se encuentra encima del trance del comando, permite que una lágrima silenciosa ruede por su mejilla.
—No deberías hacer promesas que no puedes cumplir. —Las manos de Evanstine se colocan encima de los hombros del sumiso—. Regresa con el resto de los prisioneros y piensa en lo que hiciste.
Ash grita desesperado.
Cierran la puerta.
Evanstine queda a solas con Eiji en el cuarto, el dominante no duda en tirarlo hacia el suelo, su rostro golpea la alfombra carmesí de la oficina y huele intenso, si bien Eiji agradece no ser susceptible a los aromas del género contrario Evanstine apesta vulgar como el hedor que desprende la cebada barata entremezclada a los cigarros que venden en las botillerías. No es como Ash. Ni siquiera los cigarrillos huelen mal en Ash y en estos momentos, el japonés tiene muchas ganas de que Ash fuera una pareja destinada en lugar de un sumiso también y quiere llorar por tan horribles pensamientos. Pero...Aslan nunca lo maltrataría de esta manera.
Ni aunque fuera un dominante.
—Cuándo yo te llamo tú vienes ¿entendido? —Evanstine tira de su cabello, duele como si se lo fuera a arrancar pero no puede gritar, estar con un comando es como estar bajo un hechizo que te despoja de la voluntad y te deja servido en bandeja de plata sin importar cuanto lo odies. Es instintivo.
—Sí. —Su agarre se torna más y más rígido—. Amo. —Añade, sabe que Evanstine no ejercerá ningún tipo de violencia sexual porque eso no lo excita, pero bien es capaz de romperle cada hueso del cuerpo o peor, hacer que Eiji se los rompa a sí mismo si con eso satisface su sed de dominio.
—Eso está mucho mejor. —Ríe, Eiji se mantiene en el suelo y Evanstine esboza una sonrisa de triunfo ante su falta de collar—. Ahora quiero que me beses el pie para disculparte por faltarme el respeto.
—Pero...
—De rodillas. —Su cuerpo se mueve solo—. Bésame el pie.
Pero Eiji no quiere esto, no es la primera vez que Evanstine lo humilla, sabe que tiene suerte, escucha las historias que giran alrededor del cuartel sobre sumisos sin reclamar, es esperable que sino tienen una pareja sean deshumanizados, pero eso no lo hace mejor.
—Quítate la ropa, tendrás algunos castigos físicos y me los agradecerás.
—Sí, amo.
—Serás mi perra esta tarde.
Eiji cierra los ojos con fuerza y obedece. Se quita el pantalón. Se desabrocha la camisa. Se arranca la corbata del cuello, aunque su cuerpo obedece los comandos del dominante eso no evita que tiemble muerto de miedo. No quiere ver eso. No quiere ver la mirada asquerosamente excitada de Evanstine por darle su satisfacción así que clava su mirada en el suelo y llora. Queda completamente expuesto. Reza para que Ash vuelva a entrar por la puerta. Reza para tener un dominante que entre con alguna gargantilla y eso lo proteja. Reza para que su destinado lo salve. Pero no pasa. Que no pase mientras se ve forzado a besarle los pies a su jefe hace que le duela demasiado el corazón. Necesita sobrevivir, necesita ser lo suficientemente inteligente para mantenerse vivo y volver a ver a Aslan, para apreciar sus ojitos verdes, el verde más verde del mundo, un verde jade.
—Concéntrate.
Las siguientes horas no lucha. Intenta no llorar. Ni gritar. Quiere ser fuerte como Ash. Pero las manos sucias de Evanstine están sobre su cuerpo para lastimarlo. Pero su boca le da comandos sucios y tan dolorosos que apenas puede mantenerse de pie y cada orden se siente como si pasaran una lija bajo su propia piel para rasparle los órganos. Debe resistir. Le duele. Mierda. Duele como si fuera tortura. Pero no es un dolor bueno y le da rabia. A los sumisos les gusta el dolor y la humillación, ¡les encanta!
Entonces ¿por qué...?
¿Por qué está muerto de miedo mientras Evanstine lo maltrata?
—A-Ash. —El nombre escapa inconsciente de su boca y eso hace enfadar notoriamente a Evanstine.
—¿Estás pensando en alguien más? —No puede mentir ante un comando.
—Sí. —Evanstine deja de lado el cinturón, recuerda que cuando conoció a Ash lo azotaron pero Ash actuó genial sin importar qué tanto le doliera para protegerlo. Ojalá también pudiera actuar genial.
—Eso me molesta. —Entonces Evanstine muerde su clavícula con fuerza y son pocas veces que toca del sumiso porque más que desearlo, quiere verlo sufrir y ya, esto es marcar la propiedad, es análogo a un collar prácticamente—. ¿Quieres que lo traiga para que mire? —La idea lo hace querer vomitar.
—No. —Le suplica, no quiere dejar que Ash lo vea, no quiere que nadie lo vea—. Por favor.
—Así me gusta más, esa actitud es adorable. —Eiji siente que las lágrimas se acumulan en sus pupilas mientras ve a Evanstine caminar hacia el escritorio y sacar una pequeña navaja—. Necesito la prueba de tu lealtad, no puedo perderte por otro sumiso ¿lo entiendes? Eres mi peón favorito.
—Sí, amo. —Se atraganta y la navaja queda enfrente. Es raro que Evanstine use más que el cinturón para ejercer dolor, usualmente le gusta ensuciarse las manos y para ese momento está suplicándole a su cerebro disociarse, a veces pasa, cuando un comando ocurre sin consentimiento se desconecta, pero es obvio que su relación con Evanstine es completamente diferente.
Evanstine lo daña y Eiji es el dañado.
—No necesito de un sumiso torcido que desee a otro sumiso, te recordaré lo que es desear a alguien de la casta superior, te haré un sumiso otra vez y te encantará.
Ja.
Es una simetría un tanto graciosa, lo destroza con la excusa de que lo hará más fuerte cuando anhela probar sus límites solamente y aun así, es quién une los escombros. La relación es enfermiza, aunque Eiji ha querido pedir ayuda o hablarlo con diferentes personas, no es infrecuente el abuso a sumisos carentes de pareja y Eiji se siente demasiado avergonzado para contarle a alguien. Vergüenza. Es de doble cara además: por un lado, comprende que Evanstine solo está usando de excusa su naturaleza de dominante para escudar su crueldad igual que Dino. Por otro, siente que está defectuoso porque se supone que al sumiso le gusta el dolor y lo busca, pero no hay nada placentero en tomar el cuchillo como se lo ordena y ponerlo contra su palma, no hay nada placentero en sentir que pierde el control de su propio cuerpo y absolutamente no hay nada placentero en hundir el filo contra su propia piel.
Duele. Duele demasiado.
Eiji carcajea con el llanto escurriendo por sus mejillas y cada fibra de su cuerpo golpeada por esa ola de dolor tortuoso que no tiene nada de placentero, sus ojos están vidriosos e idos, tan vacíos, sangre escurre de la herida y punza pero es solo el principio. Pronto todo arde. Todo duele. Ansía que pare.
—Esto no hubiera pasado si hubieras tenido un dominante que te cuidara. —Entonces le dice—. Eso fue tu culpa por no tener collar.
Se culpa, es su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa, su culpa.
Si hubieras tenido un dominante.
Si te hubieras cuidado mejor.
Sino lo hubieras disfrutado tanto.
—¿Eiji? —Sing contiene el horror cuando lo encuentra curando sus propias heridas en el lavabo para el personal, un brillante hilo carmesí no deja de escurrir de su mano mientras las rodillas del sumiso hacen todo lo posible para resistir y no desmoronarse ahí—. Mierda.
—Sing. —Eiji apenas se puede reconocer a sí mismo luego del castigo, dicen que si a los sumisos no se les da aftercare luego de la disciplina/castigo o son forzados demasiado experimentan el mal viaje pero Eiji siente que este mal viaje no tiene final, quiere que se detenga y quiere que alguien detenga esto. Tiene miedo. Tiene tanto miedo. Está cansado de resistir ¿por qué tiene que resistir?—. S-Sing.
—Voy a matarlo.
—Solo será peor. —El dominante ha corrido a su lado porque Sing siempre ha sido protector, puede ver la cólera ardiendo en sus pupilas y en las muchas ganas que tiene de asesinar a Evanstine puesto que en el fondo, todos son como Dino en cierta medida—. Por favor. —Intenta relajar la frente, sabe que esto debe ser duro para Eiji e intenta mantener la compostura para ayudarlo a curarse, mierda, odia que estas situaciones pasen y no poder hacer nada, se siente tan impotente. Quiere matar con sus propias manos a su jefe por tocarlo, no lo soportará más. Va a matarlo. Lo hará pagar—. Ya para.
—No lo protejas.
—No lo protejo. —El sumiso le explica con un hilo de voz débil y Eiji se ve tan roto, quiere estrecharlo y esconderlo de todo mal, está cansado que Eiji sufra tanto por algo que no eligió y ni siquiera es así la sociedad con todos los de su género, sino los sin-propiedad—. No es eso.
—¿Entonces, por qué? —Los puños de Sing crujen—. ¿Por qué él te hizo esto?
Porque ando sin collar.
Porque no tengo un dominante.
Porque deseé a otro sumiso.
—¿Necesita una razón para hacerme daño? Es un dominante después de todo, eso le gusta, el dolor.
—Eiji.
—Lo siento. —Muy tarde cae en la cuenta de que indirectamente ha lastimado a su amigo al hallarse carcomido por su propio odio—. No quise lastimarte, no quería generalizarlo hacia todos pero solo...
—Lo sé. —Sing no le pide más explicación y esa comprensión lo destruye.
—Porque me vio con Ash. —Y ese es un problema, porque el japonés se ve realmente feliz con Aslan, lo que hace imposible de disimular sus sentimientos inmorales.
—Carajo.
—Dijo que me estaba castigando por ser un sumiso torcido, un sumiso no debe desear a otro sumiso y yo degradé a todos los dominantes al hacerlo, así que me recordó porqué debían...me hizo sumiso otra vez, algo así dijo, no quiero recordar mucho. —Sing se ha quitado su chaqueta azul marino para cubrir al moreno con esta, es galante y agradable, es seguro, Sing es bueno, no le hará daño, es casa.
—Vamos a casa. —Lo atrae protectoramente y se lo pide, Sing no hace daño aun siendo dominante.
—Sing. —Eiji no puede dejar de llorar y no sabe cuándo empezó a llorar—. ¿Puedo pedirte un favor?
—Lo que sea. —La mirada rasgada de su amigo se suaviza y eso debería tranquilizarlo. No lo hace.
—P-Puedes... —Su cuerpo tiembla ante la presencia de un dominante, quiere salir corriendo pero el japonés se obliga a sí mismo a recordarse que es Sing.
—Puedes pedirme lo que sea. —Entonces le dice tomándolo de los hombros, parece decirlo sincero.
Sing es bueno. Sing es seguro. Sing lo protege.
Sing es un dominante.
Eiji es un sumiso.
Si Eiji tuviera que elegir a un dominante le gustaría que fuera alguien que lo cuidara como Sing hace.
—Un collar.
—¿Qué?
—¿Puedes regalarme un collar?
—¿Quieres un collar? —El chico abre los ojos de golpe, anonadado—. ¿Sabes lo que eso significaría?
—Sí. —Lo ve tragar duro—. Sé lo que eso nos convertiría.
—No puedo.
—Por favor. —Le ruega, está agotado y ya no quiere tener que soportar más los maltratos de su jefe de esta manera—. Por favor, hazme tu sumiso. N-No...ya no soporto esto. —El terror con que trepida debajo de la chaqueta de su amigo le rompe el corazón, Sing aprieta los párpados impotente porque si fuera por él agarraría el arma y le dispararía a Evanstine en el cerebro, pero si lo hace va a provocar a hombres aún peores. Piensa en el clan Lee. En Dino Golzine. Ve el cuello desnudo de Eiji. Piensa lo mal que la ha pasado. Piensa en los otros sumisos sin dominantes. Piensa en los comandos y el dolor.
Eiji.
No es justo para Eiji.
—Sí. —Así que si puede ayudarlo al menos de esta manera—. Puedes ser mi sumiso. —Lo hará.
—Gracias.
Mierda.
Esto es el infierno.
Pero de todas maneras acceden y sellan el compromiso con un collar, Sing siempre ha sido protector con Eiji, desde que lo conoció en la academia y vio que pese al constante amedrentamiento su alma salvaje no se extinguía. Quiso facilitarle las cosas y por eso viven juntos, Sing pensó que esto calmaría a los oportunistas que parecían tener una opinión escandalizada sobre que Eiji no tuviera dominante y le es retrógrada sin duda. Él tampoco ha querido un sumiso hasta ahora y nadie critica, sin embargo apenas los papeles se invierten y es el japonés quién anhela esa presunta libertad es humillado. Sing no es tonto y no tiene prejuicios sobre si Eiji jamás se siente atraído por la otra casta, si le atrae otro sumiso no cree que sea torcido, ¿por qué debería importar? Pero de nuevo, Sing es simple y lo único que quiere es quedarse a su lado para cuidarlo, más si se lo pide.
Sing no es un dominante cruel ni cree que la crueldad sea parte de su casta, cree que es una excusa que varios dominantes usan para lastimar deliberadamente y si puede proteger a Eiji de esto aunque tengan un vínculo de pareja a través de un collar sin amor de por medio. Está bien.
Sing siempre lo elegirá por encima.
Lo quiere.
—¿Eiji? —Y aunque no debería sorprenderle que el nombrado no quiera salir de casa la semana tras el incidente tampoco puede evitar preocuparse de verlo deprimido en la cama.
No es la primera depresión que el japonés pasa, pero nunca son fáciles de sobrellevar o de testificar.
Menos si son tras incidentes con Evanstine.
—¿Eiji? —Entonces vuelve a llamar aunque su tono se escucha más angustiado de lo que pretendía.
—Sing. —Lo encuentra hecho un bulto en silencio, le da una mirada triste, no hay ni un movimiento, ni un sonido, solo vacío. Y no es la primera vez que Sing lo acompaña durante sus bajones depresivos, de hecho, cuando perdió contacto con Ibe (quién obviamente despreció este trabajo) tuvo la recaída más fuerte que ha visto...hasta ahora—. Hola.
—Hola. —Una gargantilla relumbra alrededor de su cuello, sabe que aunque los moretones ya estén sanando a nivel emocional será otra historia. Es demasiado maltrato acumulado en alguien que odia recibir ayuda porque siempre antepone a los demás—. ¿Puedo entrar a tu nido? —Eiji le sonríe débil ante el apodo que le da al desastre que tiene en su cama, hay muchas prendas de Sing, es acá cuando cae en la cuenta de que el collar realmente los unió y Eiji físicamente lo necesita.
Pero al menos Eiji no puede obedecer a otro dominante.
Solo a Sing.
—Recuéstate conmigo. —Le pide mimoso, no se mueve de la orilla, hay espacio más que suficiente para Sing en esa cama de una plaza así que tampoco necesita que lo haga.
—¿Es una orden? —Intenta bromear con humor.
—¿No debería ser al revés? —Y el japonés se lo devuelve con la misma disposición débil.
—Nunca las usaría en tu contra.
—Lo sé. —Se ve sincero—. Por eso te lo pedí a ti. —Y a fin de cuentas es cierto, a Eiji jamás le faltaron pretendientes ni propuestas de collares, por ende, podría haber elegido a cualquier dominante que quisiera e incluso darse el derecho a tener más de uno o ser regodeón. Pero lo eligió a él entre todos.
—Voy a entrar entonces. —Le advierte, dándole la oportunidad de retractarse.
—Por favor.
Pero Eiji no lo hace y Sing cumple su deseo, se quita las pantuflas para acomodarse junto al sumiso, quedan frente a frente, se pregunta si esta será alguna necesidad de aftercare y le duele el alma tras caer en la cuenta de que posiblemente Eiji jamás recibió aftercare, las únicas veces que interaccionó con la otra casta fue por Evanstine y su jefe es un maldito cerdo sádico. Sing lleva un tiempo tratando de tumbarlo de su cargo pero está asociado con Dino Golzine y los Lee y todos saben que si se acaba metiendo en ese rollo lo encontrarán mutilado bajo un puente o esparcido a lo largo de Nueva York.
No puede proteger a Eiji si está muerto, no puede ayudar a nadie en realidad.
—¿Crees que alguien note mi ausencia estas semanas?
—Creo que la prisión debe estarse cayendo a pedazos. —Eso le saca una sonrisa, es bueno, es bueno que Eiji sonría—. Eres literalmente lo único decente que hay ahí.
—¿Decente? —El sumiso crispa una ceja—. ¿Ni siquiera bonito? ¿No es un poco duro llamarme así?
—¿Quieres que te halague?
—No. —Pero su puchero lo contradice, Sing realmente siente ganas de mimarlo. Es instinto, se dice.
—Bien, eres lo único decente y bonito que hay en ese lugar. —Y Eiji luce tan sorprendido por aquella satisfacción a sus caprichos, quiere mimarlo mucho más como si con eso pudiera compensar lo duro que la ha pasado gracias a su casta. No es equivalente, lo entiende.
—Es raro.
—¿Qué es raro de todo esto? —Además de todo, se niega a añadir.
—Yue siempre me habló sobre cómo era estar con dominantes. —Y por eso se hicieron amigos, más tarde Sing entendió de que si Eiji se andaba involucrando con personalidades problemáticas es dado a su gigantesco corazón y esa susceptibilidad que tiene de escuchar las señales de ayuda de los otros pero nunca las suyas. Sing escucha las suyas. Las aprendió a escuchar—. Y no se parece a esto.
—¿Qué esperabas?
—No sé. —La respiración del japonés es lenta aunque errática—. Algo más...abusivo.
—Eiji.
—Más doloroso, supongo que si el instinto te pide ser sádico con la pareja debe ser duro contenerse.
—No debe ser así una relación entre dominantes y sumisos.
—¿Entonces cómo debería ser? ¿No es ejercer y sentir dolor la necesidad que nos mantiene unidos?
—¿Sabes por qué se siente bien el dolor en una relación dominante/sumiso? —Niega—. Porque Eiji, debe ser algo consensuado entre las dos partes para que lo disfruten, el dolor no es intrínsecamente malo cuando se hace con cuidado y responsabilidad en una pareja, si llegas a disfrutarlo no te sientas culpable por eso, son contextos diferentes. Lo malo es cuando alguien usa de excusa dichos géneros para ser cruel sin razón alguna como Evanstine, no dejes que él te quite eso. —Sus ojos cafés se ven repletos de incertidumbre.
—No me imagino que me guste el dolor con alguien.
—Todavía. —Añade—. No te imaginas que te guste el dolor con alguien todavía, pero si llega a pasar no tienes nada de qué avergonzarte.
—¿Y si no pasa jamás?
—Eso también está bien. —Le asegura y eso lo relaja visiblemente—. No estás obligado a cumplirlo.
—¿No me haría un sumiso torcido? —Es Sing quién tuerce el ceño al escuchar una expresión arcaica.
—¿Para los estándares de quién? —Brama—. ¿De Evanstine?
—Tienes un punto.
—Claro que lo tengo, no salí como el más inteligente en la academia por nada.
—Después de mí. —Se lo recuerda—. Yo saqué el primer lugar.
—Claro que lo hiciste, eres el mayor. —Entonces Eiji esboza una sonrisa triste, es la clase de sonrisas que no debería tener que esbozar jamás, la clase de sonrisas que te pueden romper el corazón miles de veces en miles de pedazos, una clase de sonrisa que Eiji...es injusto.
—Sí. —Su mirada se cristaliza y eso enciende todas sus alarmas—. Como un hermano mayor ¿cierto?
—¿Qué pasa? —Le pregunta bajito, anhela consolarlo y no obstante, no se atreve a tocarlo todavía.
—No es nada. —Miente y es terrible haciéndolo—. Solo recordé que Ash suele llamarme onii-chan.
—¿Eh? —El apodo es curioso—. ¿Eso te gusta?
—Lo hace para molestar, ni creas que es por cariñoso. —Acá cae la bomba que ha estado esperando:
Ash Lynx.
El lince de Nueva York.
¿Es el amante de Eiji? ¿Llegaron a ser eso? Ciertamente no sabe, pero cree que son más que eso, lo cual no quiere decir que su relación sea sexual porque no lo es (ni tendría nada de malo que lo fuera) pero ellos se aman el uno al otro, quizás de la manera en que los amantes lo hacen. Están conectados entre sí. Alma con Alma. De nuevo, Sing no es tonto y aunque al inicio sin duda le desagradó el lince por los posibles problemas que podía conllevar para Eiji y más considerando de que todo el romance era demasiado rosa y ajeno para un contexto tan sombrío de prisión...Eiji se veía feliz a su lado. No. Feliz se queda corto. Eiji se veía radiante a su lado.
«Radiante» sí. Mejor.
Eiji es radiante.
—¿Crees que Ash me odie? —Debe ser duro para ellos de pronto piensa, lo reafirma aún más cuando el cuerpo del sumiso se hace un bulto tembloroso entre las sábanas.
—Debes amarlo mucho. —Entonces suelta y no hay amargura en su voz, Sing ama a Eiji y comprende que sería más fácil si ellos "terminaran juntos" por una cuestión de géneros, pero Sing es el primero en alentar a Eiji si se enamora independiente de quién sea y cree que esto es una medida temporal.
—No sé. —El japonés no está listo para admitir sus sentimientos en voz alta luego de lo sucedido.
—Está bien no saberlo. —Nota que el moreno se acerca un poco, lo suficiente para que lo acurruque y aun así, lo siente distante. Su corazón late con fuerza en su pecho pero el dominante no interpreta si es a causa del collar en el cuello de su amigo o la preocupación, sin embargo hay un deseo de pura protección hacia el más pequeño—. Creo que Ash lo entenderá.
—No tenemos nada aclarado, puedo estar sacando conclusiones solo.
—Me parece que eso es mentira. —Eiji se encoge aún más hacia Sing—. Y me parece que tú también sabes que eso es mentira, hay que estar ciego para no darse cuenta de la conexión que comparten.
—Es un sumiso.
—Al diablo que sea un sumiso.
—Y yo ya estoy emparejado. —Lo suelta en voz alta, alzando sus brillantes ojos de gacela para poner énfasis en el collar, es un modelo simple y para nada ostentoso.
—Podemos encontrar una manera de romper el vínculo más adelante. —Dice y Eiji luce confundido.
—¿Por qué harías eso? —Y Sing entiende que esa pregunta no va dirigida específicamente hacia él, sino a toda una casta que lo ha maltratado y abusado de su poder, así que...¿por qué Sing renunciaría con tanta facilidad a dicho poder?, ¿por qué Sing no abusaría de esa confianza para castigar?, ¿para disciplinar y satisfacer sus necesidades instintivas?
—Porque me importas. —Porque eres mi amigo y te quiero y es una mierda lo que has pasado, ojalá nunca te hubiera tocado, no debería, yo no...lo siento—. Me importas, Eiji.
—Lo sé. —El japonés sonríe más tranquilo y genuino—. ¿Sabes? No creo que sea tan malo tener una pareja dominante si eres tú. —Porque Sing es la clase de persona que se preocupa por su salud, que le cocina cuando Eiji está muy cansado para hacerlo y lo defiende en prisión aun si le trae problemas, nunca lo menospreció por lo que era, al contrario, fue el primero en alentarlo y estar ahí.
—Eso espero. —Sing siempre estaría para regañarlo igual que una mamá gallina, se convertirá en lo que sea que Eiji necesite que sea—. Solo quiero que esto no sea un infierno para ti.
—No lo es. —Porque Sing le quiere—. No más.
Y eso...
Puede ser un infierno también.
Como se imaginarán el tema del collar da para el resto de la trama, quiero aclarar de una que esto funciona un poco como el omegaverse en el sentido de las marcas, es decir, Eiji necesita ya a un nivel físico e instintivo a Sing, Sing puede tener a varios sumisos a su servicio pero Eiji no puede tener a más de un dominante y Eiji no debería poder obedecer comandos, ordenes o ser suceptible a otros dominantes ahora que está enlazado. Si Ash no funcionaba tanto de esa manera es porque bueno, es un switch a fin de cuenta y hay que considerar las particularidades del caso. Pero eso, lo aclaro varias veces, aparecen muchas ambivalencias de Eiji especialmente en torno a esta desición y lo que conlleva tanto bueno como malo, para que si quieren seguir leyendo vayan con la mente abierta y no tan rigido, saben que me gusta joder y joder explorando lo más feo. Mañana sabremos cómo Ash reacciona a esto.
¡See ya!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro