11. The woods.
Hi~ Lo prometido es deuda, he acá el último capítulo antes de meternos en un nuevo arco, así que disfruten los momentos de fluff y ternura y sobre las personas que querían saber qué onda con Ash si es dominante o fue un experimento u otras teorías, ahorita Yue se los aclara. Eso, habrán notitas finales.
¡Espero que les guste!
—¿Qué fue lo que dijiste? —Yut-Lung rueda los ojos con sumo cuajo, deja que sus dedos se deslicen entre su larga cabellera negra mientras descruza una de sus piernas en su propia litera, es obvio que esta reunión no le ha hecho gracia y sin embargo, a Aslan le desagrada mucho más. Lo odia. Y aunque comprende que su manera de actuar se encontró impulsada para proteger a Eiji, no lo va a justificar.
—Ahora no solo eres tonto, sino sordo. —Bufa.
—Yut-Lung. —Shorter lo regaña, a juzgar por la parsimonia en su rostro no podría importarle menos.
—Me escuchó. —Entonces resopla—. Eres la pareja destinada de Eiji.
Es la pareja destinada de Eiji.
Pero Ash es un sumiso.
Eiji es un sumiso.
Sumiso + sumiso = No destinados.
Sumiso + dominante = Destinados.
Por ende, no puede ser verdad y esta debe ser otra estrategia retorcida de Yut-Lung para molestarlo.
—No te creo. —Entonces decreta cruzando sus brazos contra su pecho, no se ha atrevido a entrar a su celda, apesta a otros dominantes dada la popularidad del joven heredero, francamente le asquea.
—¿Perdón? —El tic nervioso en su ojo le saca una sonrisa de victoria—. No te escuché.
—No te creo.
—Entonces eres idiota.
—O tú un mentiroso, es imposible que yo y Eiji seamos una pareja destinada si pertenecemos dentro de la misma casta. —¿Verdad?
—¡Por favor! Se supone que eres el predilecto de Dino Golzine, ¿acaso no tienes una inteligencia de 200 puntos de IQ o algo así? Es obvio que eres un switch, joder. —Shorter y Ash intercambian mirada de suspicacia ante lo dicho, aunque esa es la celda del dominante se niega a entrar gracias a la peste.
—¿Un switch? —Si bien Ash está familiarizado levemente con el término no acaba de comprenderlo.
—Sí. —Yut-Lung repite con fastidio—. Un switch.
—¿Qué es eso? —Shorter es quién pregunta y eso irrita notoriamente al sumiso, los zapatos del más joven se deslizan por las mugrientas baldosas de tierra de la celda, sus puños se constriñen alrededor de sus muslos, sí, puede que Lee tenga cierta fama y reputación entre los reos pero no lo exenta del mono naranja y las precarias condiciones de vida—. Nunca antes lo he oído.
—Claro que nunca antes lo has oído, tienes la cabeza llena de aire y de chicas.
—¡Oye! También pienso en chicos a veces. —Yut-Lung suspira antes de enfocar sus pupilas en Aslan.
—Los switch son un subgénero poco conocido que puede cambiar a su antojo, es una condición muy extraña en frecuencia pero he visto casos y es real, puedes saltar de un género a otro.
—¿Qué? —Okey definitivamente le está tomando el pelo (no a Shorter obviamente, se quedó calvo).
—Lo repetiré la última vez. —Entonces les advierte con lentitud, sus palabras son toscas y arenosas, les está hablando como si fueran un par de retrasados y sino hubiera visto tanta preocupación sobre el rostro de Eiji jamás habría caído tan bajo—. Un switch es un tercer subgénero casi inexistente por la poca cantidad de personas que pertenecen. Los switch tienen características tanto de dominantes como de sumisos y pueden acoplarse según la pareja que elijan o la situación lo amerite.
—Me parece que sabría si soy un switch.
—Me parece que no. —El hijo de puta lo contradice claramente incómodo por el mono naranja, Ash se pregunta qué clase de prendas ostentosas vestirá afuera y le da un maldito escalofrío. ¿Y qué hay de Eiji? ¿qué cosas vestirá Eiji además de ese uniforme de policía?—. Ahí tienes, estás poniendo una cara de baboso asquerosa, es obvio que te mueres por mi chico.
—¿Perdón? —Ash frunce el ceño, molesto—. ¿Tu chico?
—Conozco a Eiji desde hace mucho más tiempo que tú, tengo derechos en nuestra relación.
—No. —Gruñe y de pronto, no comprende por qué su sangre escalda tanto—. No los tienes.
—¿Qué? —Yut-Lung se para de la litera—. ¿Te molestó lo que te dije? —Su sonrisa es torcida, helada y sarcástica, alza el mentón y no baja la mirada, haciéndole saber a Ash que es su igual e incluso que es superior—. ¿Tienes ganas de alejarlo de mí?
—Sí
—¿De cuidarlo? ¿De protegerlo? ¿De esconderlo de Dino, de cualquier otra persona que le pretenda hacer daño? —Sí. Sí. Mierda, daría lo que fuera por eso—. ¿Odias la idea de que use el collar de otro dominante? —Le enferma en una pelota de celos—. Y dime, Ash Lynx... —Esa sonrisa es una esquirla de hielo bien afilada—. ¿Tienes deseos de monopolizarlo y hacerlo tuyo?
—¡Sí!
Mierda.
Tiene ganas de monopolizar a Eiji.
De dominarlo.
—Ja. —Yut-Lung arroja su larga cabellera hacia atrás en una bofetada, sus ojos son oscuros y aunque en un inicio Shorter le dijo que se parecían a los de Eiji no cree que lo hagan—. Lo suponía, ni siquiera te debes haber dado cuenta pero has dejado tu aroma impregnado en Eiji, eres predecible, patético.
—Yo no... —Piensa en la vez que mordió a Eiji para dejarle un chupón, piensa en sus recientes deseos por comprarle un collar aunque Ash odie el suyo, piensa en la pelea de la arena—. Carajo. —Estrella su mirada con la del sumiso y vuelve a considerar las palabras de Shorter, la oscuridad dentro de sus ojos sin duda es familiarmente extraña, no es como la del japonés que desprende brasas de confort que lo invitan a quedarse para siempre. No. Esta es diferente. Pero no desconocida.
—Exacto. —Esta le recuerda a sí mismo—. Carajo.
—¿Por qué me estás contando esto? —Esto es verse reflejado justo en el momento en que Dino no solo lo encontró sino que lo ató a un collar.
—Porque yo lo obligué con mi comando de macho alfa. —Shorter proclama con orgullo con la mano en el pecho y su sonrisa brillante consiguiendo que el sumiso se atragante y escupa su propia saliva.
—¿Qué diablos dijiste, cabeza de melón? —El apodo nunca pasa de moda.
—¿No fue así? Te pedí que lo hicieras y acataste, eres mi sumiso.
—Ja. —La risa de Yut-Lung es una tos de perro—. Ya quisieras.
—¿Eh? —Shorter luce desconcertado—. ¿No fue por eso?
—¡Claro que no! —La humillación colorea el rostro del sumiso de un brillante carmesí, Yut-Lung deja la contienda con Ash de lado para encarar a Wong—. Tengo a toda la maldita prisión a mis pies ¿por qué crees que obedecería a un remedo de dominante con un micropene colgando?
—¡¿Cómo puedes saber eso?! —La histeria en la voz de Shorter retumba por la prisión entera.
—¿Entonces admites que tienes un micropene? —Yut-Lung sonríe satisfecho.
—¿Entonces admites que te has fijado? —El tiro le sale por la culata.
—E-Eso no. —Y para la sorpresa de todos, Shorter es quién gana—. ¡¿Qué diablos te importa lo que veo?! La pocilga es libre, puedo mirar tanto como quiera aunque no miré mucho si es tan corto, con razón tu apodo, te sienta a la perfección.
—Aww, no tienes nada de qué avergonzarte. —Ash se queda en un rincón de la celda sin saber bien cómo proceder mientras contempla esta mezcla de cortejo asesino—. Compartimos celda y aunque usualmente no coqueteo con mis compañeros. —Cof, cof, mentira, cof, cof—. Puedes transformarte en mi excepción y ver qué tan largo puedo ser.
—Estoy seguro de que Yut-Lung no quiere ver cómo te pajeas con una tarjeta de navidad.
—¡Ash! —La mueca de asco del sumiso lo deja más que satisfecho, ahora se considera pagado frente a toda la humillación a la que lo han sometido gracias a Eiji—. ¡No es lo que parece!
—No quiero saber más de tus fetiches raros, degenerado. —Lo calla—. Ahora. —Los ojos del sumiso son fuego que se posa sobre Aslan—. Te ayudaré a matar a Dino Golzine.
—No confío en ti.
—¿Quién habló de confianza? ¿Crees que lo hago de buen samaritano? Ja, no me hagas reír, te estoy usando.
Claro que lo está haciendo, de otra manera sería imposible siquiera considerar entregarle confianza.
Sin duda Yut-Lung resulta controversial, pretende tener un carácter sumiso y obediente y más frente a sus hermanos mayores, esa es la clave para que las cosas salgan como desea, su fachada es distinta (por no decir contraria) a la de Aslan y su constante rebeldía. Gracias a la pandilla consiguió averiguar que Yut-Lung desea venganza por lo que ha pasado. La muerte de su madre bajo las garras del propio clan es lo que lo impulsa a vengarse, aunque para Lee la venganza impresiona ser un plato que posee mejor sabor frío y esa es la única explicación coherente que encuentra para que siga acá en lugar de fugarse, aunque tal vez existe algo genuino en su relación con Eiji, tal vez realmente intenta cuidarlo.
Recuerda una de las primeras conversaciones que tuvo con Eiji en prisión.
«Me recordaste a alguien que quiero y por eso me gusta pensar que no eres malo y que el chico que hizo pucheros en el bar está dentro de ese traje naranja».
Hablaba de Yut-Lung.
Ahora lo sabe.
Claramente Yut-Lung es un contraste, aun si sus edades son similares y ambos fueron tratados como sumisos están atrapados en el sistema que crearon sus traumas y enjaulados (lo que además, resulta paradójico porque la muerte se aprecia como única salida mientras tratan de sobrevivir). Es evidente que ambos han tomado caminos muy diferentes, Yut-Lung es un cazador paciente y espera saborear la venganza cuando está en su punto a diferencia del impulso de Ash, porque sí, no ha cambiado de parecer, saldrá y se le abalanzará a Dino Golzine, casi puede imaginarse su cara de desagrado cuando sepa que su lindo y adorable sumiso se está convirtiendo en un dominante, es eso ¿no?
—¿Qué quieres a cambio?
—Qué dejes de ser tan tonto. —Intenta no tomárselo personal pero es absurdo si esboza una sonrisa con muchos dientes y altividad—. Hazle caso a Eiji y en lugar de un estúpido motín sale bajo la fianza.
—No.
—Ya empecé a mover a mis abogados, puedo sacarte pronto si así lo quieres.
—No.
—Sé que tienes contactos con Blanca, cuando salgamos de acá podemos pedirle ayuda y...
—No. —Finalmente decreta y su voz retumba por toda la celda, haciendo que inclusive Shorter tirite.
—¿Entonces cuál es tu brillante plan? —Pero no Yut-Lung, podría convertirse en todo un dominante, podría acceder a las habilidades de uno como los comandos o las órdenes y ese petulante no bajaría la cabeza ante Aslan ni nadie, el collar de serpiente es prueba del infierno que pasó y viste como esa segunda piel—. Por favor, ilumíname. —Hay saña escurriendo en su mirada y su voz.
—Dino se reúne cada cierto tiempo en un club, planeó interrumpir su visita subiéndome a un camión y disparándole justo en la cabeza. —Pero el hijo de puta se aprieta el estómago, relaja el pecho para atrás y arroja una carcajada que no puede ser definida como más que histérica y Ash ansía golpearlo en la mandíbula para volarle todos sus malditos dientes.
—¡Es el plan más estúpido que he escuchado en la vida! —Su cara hierve de rabia y vergüenza—. Yo nunca habría imaginado algo tan infantil, te felicito por la idiotez, bravo. —Hijo de puta, hijo de puta.
—Shorter. —Le pide que le dé la razón.
—Lo siento, bro. —Pero el desgraciado lo traiciona por un culo y se pone del lado de Yut-Lung, le da igual, no es su problema que no sepan apreciar su desmesurada genialidad, son unos trogloditas, no sabrían de un buen plan aunque les abofeteara la cara—. Subirte a un camión y disparar sí suena tonto.
—Pues Eiji pensaría que es genial. —Bufa en un puchero arrugado—. Diría que es genial y luego que soy todo un James Dean. —Y es imposible no sonreír como idiota al imaginárselo aunque siendo más realista probablemente lo molestaría sobre Holden o algo así.
—¿Le dirás? —La atmósfera cambia y la magia cae—. ¿Le dirás que eres un switch?
—¿Cómo puedes estar seguro de que lo soy? No hemos tenido ninguna prueba concreta, más si ser un switch es una condición tan poco frecuente como mencionas ¿no me estás tratando de ilusionar?
—¿No recuerdas cómo mataste a Garvey? —Niega—. Saqué a Eiji antes de que lo viera, pero... creo que te transformaste en un dominante en ese momento, no solo desobedeciste sus comandos sino que lo obligaste a obedecer los tuyos, lo dejaste indefenso. Y tampoco me siento cómodo acerca de que seas un switch, porque creo que si efectivamente te conviertes en un dominante serás de temer.
—¿Eso qué significa?
—Qué puede que te termine gustando demasiado ejercerle dolor a los demás.
—Yo no...
—Y sino aprendes a controlarlo podrías terminar lastimando a Eiji de verdad.
Silencio.
Piensa en la increíble conexión que sintió cuando conoció a Eiji en el bar, sin duda supo que el policía cambiaría su vida aun sino entendía la razón, piensa en lo duro que fue levantar sus defensas aunque disfrutaba de toda la fuerza de voluntad para hacerlo, piensa en la química, en la necesidad, instinto, en lo mucho que le gusta ser mimado y mimarlo, en las ganas que tiene de ponerle un maldito collar, de acapararlo y de ¿dañarlo? Es obvio que Eiji tiene tema con el otro género, se pregunta si lo odiaría al efectivamente convertirse en un dominante y se acobarda.
Eiji no quiere collar. Eiji no quiere pertenecerle a nadie. Eiji no quiere dolor. Eiji no quiere obedecer. Eiji no quiere ser un sumiso. Pero Ash lo desea.
—Ash. —Y tal vez está un poco más ansioso de lo que debería al encontrárselo en el patio, el sumiso se encuentra sentado encima de una mesa de madera, sus piernas se están balanceando encima de flores marchitas, sus hombros resbalan bajo su camisa azulada, Ash tiene muchas ganas de poseerlo.
—Eiji. —No debería, dejó que Yut-Lung se metiera en su cabeza y ahora paga las consecuencias.
—¿Cómo te fue con Yue? —Pero el cabello de tinta derramada de Eiji huele demasiado bien contra su nariz, hay un cigarro entre los dedos del moreno y el resqueme es añejo, es de alguien más, duele, duele darse cuenta de sus verdaderos sentimientos y no poderlo tener más cerca.
—Bien. —Su atención se enfoca en la colilla y se alegra de que el humo empape su sonrojo, no ansía que vea su desesperación, se siente perdido en el bosque de sus deseos—. No sabía que fumaras.
—Ni lo hago. —Ash se ríe, es instintivo el encerrarlo acomodando ambas palmas en la mesa, dejando frente a frente sus cuerpos, sus pies no llegan al piso y es adorable. Eiji es pequeño.
—¿Qué es eso entonces?
—Se lo guardaba a Sing.
Sing.
Otro dominante.
—¿Ash?
—¿Sí?
—¿Estás bien? —Eiji no se lo pregunta en serio.
—Sí. —Y Aslan tampoco le responde de verdad—. Es solo que me preocupo, son malos para tu salud.
—No lo estaba fumando en serio. —Ash presiona los párpados antes de desmoronarse en el hombro del japonés, puede sentir la niebla de la nicotina quemarle los labios mientras enfoca su mirada bajo las cenizas que penden hacia el suelo como copos grisáceos—. Estamos haciendo guardia juntos acá y Sing fuma, entonces se puso a fumar con otros reos y me llamaron gallina por no hacerlo y aunque no suelo hacer las cosas por los demás desbordaron mi paciencia así que lo intenté, pero no te tienes que preocupar, bastó una calada para saber que odié esta cosa.
—Entonces tírala. —Dice con simpleza, permitiendo que la calidez de Eiji se filtre por doquier.
—Me da pena tirarla, no me gusta desperdiciar cosas. —Se pregunta si es un hábito de japoneses o de policías o de sumisos pero sabe que es mentira. Sabe que es cuestión de Eijis. Eiji, mierda, es Eiji.
—Son caras. —Infiere.
—Por eso. —La sorpresa en la voz de Eiji sin duda es adorable, la boca de Ash roza su cuello delgado y desnudo, lo toca por encima de la corbata, se vuelve consciente de lo malditamente delicioso que huele, quiere quedarse acá para siempre—. Se la estoy guardando a quien la quiera.
—Yo la quiero. —Su voz escapa sin su consentimiento.
—¿Fumas?
—Fumaba. —Ash se aparta, tomando el papelillo entre sus dedos—. Hace mucho Marvin dejaba sus cigarros tirados por todas partes y yo tenía curiosidad, no sé, creo que fue mi acto de rebeldía.
—Eh. —Sus ojos de gacela relumbran—. Eres todo un James Dean. —Lo sabía, sabía que me lo dirías.
—¿Sabías que planeaba dispararle a Dino desde un camión en movimiento?
—Mentira. —Sus pupilas relumbran como si fuera lo más impresionante en la faz de la tierra y Aslan de pronto se siente de esa manera, sus dedos repasan el papelillo con maestría, sabe que luce guapo mientras fuma, fue un truco que aprendió en el Times Square—. ¿Puedes disparar en movimiento?
—Oh sí. —Ash presiona el cigarro ante sus labios—. Soy el mejor tirador de todo Nueva York, incluso tengo un fanático.
—¿Hablas en serio?
—Skip. —Lo recuerda en su sonrisa nostálgica—. Lo amarías, es apenas un niño pero sé que amarías conocerlo porque Skipper tiene una energía contagiosa, el chico se apegó a mí y nunca se fue.
—Se escucha terco para quedarse a tu lado.
—Quizás atraigo a las personas tercas. —Finalmente Ash le da la calada al papelillo—. Debe ser eso si también te atraje a ti. —Y el sabor es...
—Lo tomaré como un halago. —Eiji bufa y de repente se congela, analizando su expresión y aunque es consciente de lo transparente que es ante esos ojos, no deja de sorprenderle lo fácil que es capaz de leerlo—. ¿Qué pasa? —La voz del moreno se suaviza varios tonos y eso lo mata.
—El cigarro. —Eiji nota su mirada blanca.
—¿Sabe mal?
—Sabe a azúcar, no a nicotina. —Musita.
—Ah, eso es porque comí un caramelo antes de fumar. —El cigarro cae al piso y es acá cuando Aslan comprende lo que acaba de hacer. Un beso indirecto. Fue un beso indirecto. Un beso indirecto y eso fue suficiente para que quedara hecho un desastre y el mundo se detuviera justo debajo de sus pies.
—Tu boca sabe a azúcar. —Entonces balbucea y ambos se ponen rojos hasta las orejas, joder, todos sus dedos se crispan contra la mesa de madera y de pronto puede saborear el azúcar que desprende la boca de Eiji en su propia lengua, es delicioso, lo siente derretirse, es adictivo y más que nada ansía comprobarlo—. Eres un bebé. —Es lo que dice en su lugar.
—S-Supongo. —Pero Eiji no deja de mirar la boca de Ash, está casi expectante—. ¿Entonces las cosas salieron bien con Yue?
—Sí. —Ninguno puede concentrarse—. Eiji... —Aslan presiona los labios del japonés con su pulgar y lo mira soltar el aliento en un apenas perceptible jadeo, quiere tocarlo más, quiere cuidarlo más que a su propia vida y protegerlo, ¿cómo podría hacerle daño?
—Ash. —Ama que estornude su nombre, no le importa ser un dominante, un sumiso, poder cambiar en ambos géneros o no tener ninguno, solo le importa que Eiji lo esté mirando así—. Estás cerca.
—¿Te molesta? —El lince acomoda un mechón detrás de la oreja y se encuentra a sí mismo reflejado en sus ojos cafés, ve la clase de expresión que pone y se le hace obvio por qué a pesar de sus barreras todos saben que Eiji es su Patroclo, ¿cómo es posible que lo haya cambiado tanto? Tal vez no cambió lo que Ash es, tal vez lo ayudó a encontrar lo que siempre fue.
—No. —La sonrisa tímida del sumiso le roba el corazón—. Aunque debería esperarlo de un Holden.
—¡Hijo de puta! —Se ríe, apretándole la nariz para que esboce el mohín más adorable del universo.
—¡Ash! —Y el nombrado quiere molestarlo aún más como lo haría un simple adolescente tonteando y es preciosa esa sensación—. ¡No seas así! ¡Ya basta!
—¡Okumura!
—Maldición, mi jefe me encontró. —La tensión se aligera.
—¿Te estabas escondiendo?
—Mi turno ya se acabó y quieren tirarme más trabajo así que sí, me estaba escondiendo.
—Entonces. —Ash le extiende una mano—. Escóndete conmigo. —Claro, solo si confías en mí.
—Encantado. —Pero Eiji no duda un segundo en dársela y huir.
Huyen juntos.
Ash piensa en la metáfora del laberinto y en cómo creía que sin importar qué tanto corriera de todas maneras acabaría atrapado en el inicio. Cree que es diferente, más que un laberinto siente que corre a través de un bosque con la mano de Eiji entre la suya y casi puede verlo, Evanstine es ese monstruo del que tratan de huir mientras se pierden entre los árboles y las sombras, dando vuelta a través de las bifurcaciones que encuentran en el patio, mira las flores imaginarias que hay en su bosque, Aslan se sorprende a sí mismo, siempre creyó que aquel lugar mental estaría desierto, sino lo está se debe a que Eiji trajo consigo una infinidad de flores: de camelias porque se enorgullece de que Eiji lo elija aun si es para huir, de clematis al amar su forma de pensar, crisantemo de ningún-amor-será-como-el-nuestro, madreselvas si son destinados y están hechos el uno para el otro. Rosas, rosas espinosas que apenas tienen cuatro espinas para defenderse. Y girasoles, mierda, ¿cómo olvidarlos?
Así que corren a través de las flores en su bosque, corren y corren por los geranios de soy-feliz-a-tu-lado y los gladiolos de has-llegado-a-mi-corazón.
Porque te quiero.
Porque me encantas.
Porque me gustas.
Y te seguiría hasta el fin del mundo y más allá si así me lo pidieras.
Pero no necesitan llegar al fin del mundo, se esconden cerca de los contenedores con herramientas para limpiar, se apoyan en las paredes de metal y Eiji probablemente se sienta como el protagonista de una película de espías aun si es policía, Ash francamente duda que alguna vez estuviera en algún combate. Su mirada baja hacia el cuello del sumiso. No consciente al menos.
—Me voy a meter en tantos problemas por eso. —Pero no existe ni una pizca de reproche en su voz al decir eso y es curioso porque si bien, Aslan es quién suele decir que no se ha arrepentido de nada (ni una sola vez en su vida) Eiji es quien vive bajo dicha filosofía—. Pero estoy cansado de tener que quedarme todo el tiempo sin paga extra ¿sabes? Mi única razón para hacerlo eres tú.
—¿Yo? —El japonés impresiona estar aún emborrachado por la adrenalina y no medir sus palabras.
—Sí. —Están uno frente al otro, Ash ha protegido a su compañero con su propio cuerpo cual escudo humano—. Eres la única razón por la que no he renunciado todavía, estaba en un estado bastante deplorable antes de conocerte pero me prometí resistir hasta que Yue saliera.
—¿Y ahora?
—No me preocupo, sé que saldrás y luego podremos estar juntos en un contexto más normal. —La mirada de Eiji se encuentra clavada a la espalda de Ash en busca de su jefe.
—¿Has pensado en nosotros afuera?
—Claro que sí. —Aunque no enfoca sus ojos de ciervo en el verde pétreo frunce el ceño—. No puedo dejar de pensar en todas las cosas que me gustaría hacer contigo como visitar esa biblioteca pública de la que no dejas de hablar o llevarte a comer perritos calientes o prepararte natto solo para ver la cara de desagrado que pondrás o obligarte a ver plaza sésamo si tanto me molestas con eso.
—Eiji.
—También me gustaría poder despertarte, debe ser divertido, Bones me contó relatos hilarantes de tu mal carácter y necesito comprobarlo, además no sé qué clase de ropa vistes usualmente o lo que eliges hacer cuando eres libre o lo que tienes que hacer, sería divertido. —Y Aslan se rinde ante este terco e irracional sumiso, porque mientras piensa en un plan desde la «a» a la «z» para mantenerlos a salvo de Dino, Eiji ya les está construyendo una vida posterior, como si diera por hecho que saldrán con vida porque la vida de Aslan es...es importante.
Mierda.
Podría llorar de felicidad.
Es el sentimiento más feliz del mundo.
—¡Okumura! —La voz de Evanstine vuelve a retumbar y el nombrado solo puede atinar a entrelazar sus manos otra vez y huir hacia un contenedor cercano.
—Esperemos a que se vaya. —Susurra—. Estoy cansado de que me dé comandos, es mi fase rebelde.
Pero a él no puede importarle menos la persecución con Evanstine o estar atrapados en el cobertizo de las herramientas de limpieza, está demasiado ocupado mirando encantado la adrenalina chispear en sus ojos de ciervo y sentir su latido de corazón arremetiendo su pecho, sus manos se han apoyado contra la pared y obviamente está acorralando a Eiji puesto que se le volvió costumbre, el cobertizo es pequeño, tan pequeño que apenas caben ambos pegados, de pie. Entonces, Ash mira a través de la diminuta apertura entre las tablas de latón y se lo pregunta:
¿Ya estamos fuera del bosque? ¿Ya estamos fuera del bosque? ¿Ya estamos fuera del bosque?
¿Ya estamos a salvo? ¿Ya estamos a salvo? ¿Ya estamos a salvo?
A salvo todavía, bien.
—Eso estuvo cerca. —Solo cuando Eiji suelta el aire al ver a Evanstine pasar con su mala cara detrás de la bodega se percata de lo realmente cerca que están y su expresión cambia como si hormigueara cada parte que está en contacto con Aslan, de hecho, intenta alejarlo acomodando sus palmas sobre el pecho del más joven pero termina enredándolas alrededor de su cuello y quema—. Lo siento.
—N-No. —Ash está nervioso y ya no lo disimula más.
—No quería transgredir tu espacio personal, esto debe ser muy incómodo para ti.
—No lo es.
—¿Eh?
—No es incómodo para mí. —Entonces se atreve a decir, posando sus manos en la cintura de Eiji y provocando que este suelte todo el aire, sus labios lucen como si tuvieran una capa de caramelo tan delicioso y dulce que sino lo prueba, morirá—. Eiji. —Debe hacerle la pregunta y confrontarlo, y más considerando que el japonés ya tiene una vida planificada alrededor de ellos cuando salgan.
—¿Sí? —Ash desliza sus dedos debajo del mentón de Eiji, es lento, cuidadoso y temeroso.
—¿Me querrías si fuera un dominante? —Sin duda la pregunta descompone su rostro.
—¿Qué?
—Si fuera un dominante... —Entonces tiene que repetir—. ¿Me querrías?
—Oh Ash. —El aliento de Eiji se derrite en la boca de Aslan—. Te querría sin importar lo que fueras.
—¿De verdad? —Eiji se alza en la punta de sus pies, sus caderas están cerca, las piernas del japonés tiritan entre las del lince mientras lo escucha soltar un jadeo. Quiere besarlo. Quiere besarlo más de lo que jamás ha deseado a nadie en su vida. Va a besarlo. Se atreverá.
—De verdad.
¡Bang!
Pero un disparo resuena por los aires y...¿Ya estamos fuera del bosque? ¿Estamos fuera del bosque? ¿Estamos fuera del bosque?
¿Ya estamos a salvo?
Al mirar a Evanstine sosteniendo un arma contra ellos sabe que no.
Dos puntos importantes: estaba spoileado del capítulo cero que Ash era un switch, si se fijan en la imagen ahí está, solo que lo hice pasar muy piola. Pero basicamente Ash puede adaptarse a su pareja o situación, el problema es que no es a voluntad todavía porque recién acaba de descubrir esto. Y con respecto a Evanstine bueno, llegó un punto dónde se colmo su paciencia viendo a Eiji tan rebelde y considerando que siempre lo tuvo "bajo control" así que el capítulo de mañana viene con advertencia. Eso, iniciamos un nuevo arco.
¡See ya!
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