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Día 7 - Pasión

Día 7 - Pasión

Los niños a veces se emocionan demasiado ;);)

Pero ustedes no jojo

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Everyday is... everyday?

Wei Wuxian y Lan Wangji no solían discutir con frecuencia, de hecho, es tan raro que lo hagan, prefiriendo su burbuja de amor dónde Lan Wangji le concede todos y cada uno de sus caprichos, con Wei Wuxian siempre tratando de no cruzar la línea de lo impensable, que llegaban a ser melosamente repulsivos para el resto del mundo de la cultivación, palabras de Jiang Wanyin. Por supuesto, sus respectivos hermanos habían tenido la desgracia de presenciar una de sus poquísimas discusiones por lo que, por mucho que Jiang Wanyin se quejara al respecto, agradece en secreto que no ocurran con frecuencia.

Así como sus discusiones los temas que pudieran provocarlas son realmente escasos, pero muy espinosos. Esa vez, desgraciadamente, la causa de la pelea fue el más delicado de todos: Wen Ning.

Un clan cercano había solicitado ayuda a Gusu Lan con unos cadáveres feroces que se estaban saliendo de las capacidades de los miembros del clan, por lo que Lan Xichen había enviado a su hermano y a Wei Wuxian a encargarse del asunto; por supuesto Wei Wuxian no tardó en invitar a Wen Ning a unirse a la Cacería Nocturna, no sólo por que les sería de mucha ayuda sino también para tranquilizar a Lan Qiren que no era muy fan de que el General Fantasma rondara los alrededores del Receso de las Nubes, no que le importara mucho su salud en verdad sólo solía comportarse por el bien de Lan Wangji. Generalmente a Lan Wangji le era indiferente que Wen Ning lo acompañara en sus viajes, mientras se mantuviera a una distancia prudente de Wei Wuxian por supuesto y el cadáver era perfectamente feliz de cumplir con eso mientras no interfiriera con su trabajo de proteger a su maestro.

Otras veces, cuándo Wei Wuxian se ponía especialmente terco con mantenerlo a su alrededor... bueno, las cosas se calentaban rápidamente.

—¡Lan Zhan! —grita Wei Wuxian señalándolo con un dedo, sus labios fruncidos en molestia y sus ojos brillando con indignación—, no puedes pretender que Wen Ning duerma allá fuera, ¡podrían lastimarlo!

—Wen Qionglin es perfectamente capaz de protegerse —responde Lan Wangji sin mirarlo directamente tomando del té de cortesía que dejaron en la habitación que le ofrecieron en el pabellón de invitados de la secta a la que iban a ayudar.

—Podrían lastimarlo por querer lastimarme a mí, ellos saben perfectamente que se trata del General Fantasma y no voy a permitir que le hagan daño.

—Wei Ying —Lan Zhan deja la taza en la mesa, tal vez con un poco más de fuerza de lo que pretende lo que hace evidente su molestia—, si gustas, podemos pedir otra habitación para él.

—¡Es lo mismo! —Wei Wuxian lo mira cada vez más molesto, sus ojos cambiando del gris al rojo mientras energía resentida se desliza alrededor de sus piernas envolviéndose en estas como un gato tratando de buscar la atención de su amo—. Ni siquiera te darás cuenta de que está aquí, además puede protegernos y...

—No —le interrumpe con un tono que no deja cabida a más discusiones.

Wei Wuxian se queda en silencio por un segundo, su expresión indescifrable incluso para Lan Wangji que se ha vuelto un experto en interpretar las emociones que su esposo trata de ocultar. Finalmente, Wei Wuxian asiente y se sienta para terminar su cena, abandonada en el calor de su discusión, sin volver a dirigirle la palabra. Esa noche Wei Wuxian se acostó mirando hacia la pared negándose a acurrucarse contra el calor del cuerpo de su esposo y mucho menos a dejarlo tocarlo.

Los siguientes días lo pasaron en un silencio incómodo, hablando entre ellos sólo lo necesario. Wei Wuxian pasaba el día junto a Wen Ning obteniendo información en el pueblo, seguidos por un silencioso Lan Wangji; en las noches tras infructuosos esfuerzos de poner fin a la amenaza que atormentaba al clan cada uno tomaba una esquina de la cama, dándose la espalda.

Por días no compartieron ni un beso, ni un abrazo, ni mucho menos intimaron y podían sentir la falta del calor del otro pasarle factura. Wei Wuxian era incapaz de dormir correctamente sin el calor de su esposo envolviéndolo, y Lan Wangji se encontraba cada vez más y más irritable hasta el punto de usar el hechizo silenciador en un cultivador particularmente molesto cuando la poca paciencia que había tenido esos días desapareció. Por fortuna para todos los que tuvieron la mala suerte de quedar en el fuego cruzado de la silenciosa batalla de los esposos, lograron dar fin al origen de los cadáveres feroces.

Una vez puesto a descansar todas las almas Wen Ning le informó a su maestro que se adelantaría y ambos esposos procedieron a ir a la habitación dónde estaban para recoger sus cosas y partir al siguiente día temprano.

Nada más atravesar la puerta de la habitación Lan Wangji toma la mano de Wei Wuxian girándolo para luego presionarlo contra las puertas al cerrarla y atacar sus labios ferozmente. Por un segundo Wei Wuxian se resiste tratando de empujarlo, consiguiendo solo que Lan Wangji sostenga sus manos por encima de su cabeza con una mano y con la otra se quite la cinta de su frente para luego amarrarla en sus muñecas; tal acción arranca un gemido ahogado del otro que echa su cabeza hacia atrás dejando que Lan Wangji bese y muerda con fuerza su cuello, renovando las marcas que se estaban empezando a desvanecer.

—Hanguang-Jun, Lan Wangji, Lan-er-gege, Lan Zhan, esposo —lloriquea alzando sus caderas—. Oh, Lan Zhan te extrañe tanto. Por favor, por favor te necesito, por favor...

Wei Ying —dice Lan Wangji alzándolo para que envuelva sus piernas en sus caderas, ocupándose de remover las capas de ropa que lo separan de la piel de su esposo.

No les toma mucho tiempo perderse en la pasión y la desesperación, con un Lan Wangji más que entusiasta de trazar un mapa de marcas por el cuerpo de su esposo y un Wei Wuxian instándolo a continuar a volúmenes que avergonzarían hasta al más atrevido de los cultivadores. Sobra decir que, al día siguiente, a su partida, las personas que tenían la desgracia de tener su habitación cercana a la de los esposos fueron incapaces de verlos al rostro.

No que alguno de los dos le importara en lo absoluto.

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