Ten: correct
Capitulo diez: Correcto.
Las risotadas masculinas se oían por toda la amplitud de la playa, la cuál era acompañada por el cálido sol que poco a poco se escondía entre las sombras del agua salada lo que provocaba un cálido y vibrante atardecer. La pareja de amigos estaba cada uno frente al otro, junto con sus atriles de madera que cargaba encima con un lienzo blanco que de vez en cuando recibía trazos coloridos.
Intentaban retratarse el uno al otro con un fondo playero y de forma en que el uno al otro se veían. Odelya estaba pintando a su compañero pelinegro justo en medio de lo que se imagina que es arena —No se sabe con claridad debido a que no es una experta en el arte—, el pobre de Jason era representado por un dibujo monigote de color negro y encima de este llevaba una playera roja y unos shorts playeros negros. Hay dos manchas en sus pies, lo que se supone que son zapatos y justo en su cabeza había un jockey rojo donde sobresalía un cabello extraño.
—Quédate quieto, Jason
—Tu también Odelya
Las risitas seguían a pesar de intentar ponerse serios pero estaban fallando en el proceso. Tardaron cerca de veinte minutos más y se detuvieron justo cuando el cronometro que había puesto tiempo atrás en el celular del hombre sonaba de forma estruendosa sacándolos de la concentración que habían adquirido.
—¿Terminaste?
—Estoy lista
—A la cuenta de tres nos entregaremos nuestros cuadros
—Okey —asintió aniñada.
—Mi obra vale millones, debes atesorarla
—¡Patrañas!
—Entonces no te lo entregaré
—¡Jason! —comenzó a perseguirlo pero se detuvo al verse agitada. —Voy a tirar al mar mi obra
—Tírala y atente a las consecuencias
—Tu dijiste tírala y yo obedezco —la chica estaba por soltar el cuadro cuando Jason la jaloneo de la cintura corriéndola del agua.
—No lo tires idiota, me costó trabajo dibujarte y quiero ver tu trabajo —la chica sintió como el nerviosismo invadía su sistema ante la cercanía con su amigo.
—Bu-bueno, perdón
—Volvimos al inicio
—¿Ah?
—No te disculpe Odelya, solo estamos jugando. No has hecho nada malo
—Esta bien —se apartó totalmente sonrojada. —Entreguemos nuestros retratos
—A la cuenta de tres ¿Bien?
—Okey
—Uno —la chiquilla trago saliva nerviosa. —Dos
—No esperes mucho
—Tres
Cuando se entregaron mutuamente sus trabajos pintorescos ambos rieron. Jason se vio invadido de ternura cuando se diviso al puro estilo monigote con un fondo playero; sintió como una sonrisita tiraba involuntariamente de sus labios al ver la gigantesca mueca de felicidad a una pequeña carcajada salir de los labios de la muchacha frente a él.
—¿Te gustó?
—¡Si! Lo conservaré como recuerdo para toda la vida
—¿Toda la vida?
—Si —asintió con su cabeza. —Soy alguien que atesora y cuida mucho los objetos, me encargaré de que esta obra maestra pase de generación en generación —esto último lo dijo entre risas y Jason negó al oírla.
—Vamos a guardar las cosas para que vayamos a cenar
—¿Puedo mojarme los pies antes de irme?
—Ve, yo guardo las cosas
—¡Gracias! —Y salio disparada hacía el imponente oceano.
Con cuidado el hombre de mechón azúl cargó los cuadros junto a los atriles y material de pintura en el maletero de su jeep. Cerro la puerta trasera dispuesto a gritarle a Odelya para que se viniera al vehículo, sin embargo, desde aquél sitio pudo divisar como la chiquilla reía y jugueteaba con el agua que chocaba en la orilla de la playa, justo donde pequeñas y calmadas olitas reventaban.
Jason no sabe en que instante el cielo se pinto de colores tan bonitos producto del atardecer ni como la luz se reflejaba en el agua, pero lo que menos sabía y lo que más lo sorprendió fue Odelya.
La brisa marina provocaba que las hebras castañas de la mujer se movieran de forma rebelde a favor del viento, el cardigan que llevaba encima para protegerse del frío caía de uno de sus hombros y aquel vestidito rojo floreado de tirantes que la muchacha se habia comprado días atras en una de sus recorridos la envolvía con tanta gracia que provocaba que todo en ella se viera tan puro.
Tan angelical.
El antihéroe dejo escapar un jadeo al admirar tal escena.
Odelya, la chiquilla poco agraciada y que se esforzaba por complacer a los demás reía con tanta naturaleza y Jason Todd se sentía tremendamente afortunado de oír aquel cantico glorioso y por supuesto, ser un pilar fundamental en el proceso de aquella mujer herida por su propia familia para encontrar sus colores. Valoraba como poco a poco comenzaba a soltarse con él y era más juguetona.
Y el azabache de hebra blanquecina se dió cuenta de la molesta sensación que comenzaba a crecer en su pecho.
Odelya no era su tipo, definitivamente no.
Era poco agraciada en lo fisico: no tenía un culo grande ni tetas sobresalientes.
No era pelirroja ni tampoco poseía una gran personalidad.
Pero aún así el sentimiento comenzaba a florecer.
Se sentía tan correcto estar ahí, lejos de Gotham y de todo lo que tuviera que ver con los demonios que lo atormentaban incluso cuando estaba sumergido en los brazos de morfeo. Sentía que Odelya y él encajaban como dos rompecabezas que durante mucho tiempo habían estado vagando para pode reunirse.
Ella era tan correcta, tan inocente y llena de vida mientras que él era un bastardo con muchas heridas y traumas. Era un desgraciado que cargaba con demasiada oscura que para todo aquel que se atreviera a acercarse terminaria ahogado en esa laguna negra.
Pero aún así y a pesar de ser totalmente opuestos se sentía correcto y adecuado.
Se deleitó por unos minutos más hasta que por fin, cuando la noche había entrado completamente, se atrevió a interrumpir a la criatura angelical que le provocaba nuevas sensaciones.
—¡Odelya hora de irnos!
Entre en un bloqueo de escritor con Wandering souls pero estamos retomando 🫂
Pasense por You and me que por fin se publicó luego de estar dos años pegado en borradores.
Cuídense mucho, nos leemos pronto 🤎
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