One: my history
Capitulo uno: Mi historia.
El cuerpo femenino de Odelya temblaba de la rabia al oír como su gente, aquellas personas con las que compartía lazo sanguíneo, se expresaba de ella aún sabiendo que podía oír todo desde la habitación de invitados en la se hospedaba desde el día en que tuvo que iniciar la universidad a kilómetros de distancia de su hogar donde yacían sus padres y hermana menor. El nudo en su garganta le era molesto al tragarse los sollozos que acompañaban sus lágrimas silenciosas, las rodillas las tenía apegada a su pecho y su espalda se encontraba contra la fría pared que se encontraba justo al lado de la puerta de su habitación.
-Odelya no sirve para nada -la voz de su tía se oyó. -Mira la hora que es, es una floja. Por eso no fue capaz de entrar a una buena universidad en su ciudad
La castaña enterró aún más su cabeza entre sus brazos al sentir como su pecho dolía cada vez más.
El reloj de su muñeca marcaba las seis de la mañana y sabía que su tía junto a su primas se estaban alistando para iniciar su día; la primera para acudir a su trabajo como enfermera y la segunda para ir a cursar la carrera a la cual ella no pudo entrar.
Medicina.
En realidad Odelya no quería entrar a estudiarla pero la presión de su familia la obligó a escoger dicha carrera como primera opción siendo que su verdadera pasión eran la medicina veterinaria. Trabajó duro para poder ingresar pero gracias al cielo no pudo, sin embargo, ante los ojos de su gente era una fracasada al no lograr tomar un cupo entre miles de solicitantes. Sus padres creían que ese era su sueño y la apoyaron, pero en la instancia en que la castaña colapsó se enteraron de la verdad.
Ella no amaba la medicina humana, si no que la veterinaria.
Sus padres sabían que pudo entrar completamente becada a una universidad que estaba a kilómetros de distancia de su hogar natal así que la instaron a tomar la oferta mientras ellos trabajaban para cubrir los gastos de la vida diaria.
Originalmente iba a arrendar algún lugar junto a algún roomie, pero su adorada tía intervino ofreciéndole su hogar para que ella viviera los seis años de estudio que tenía la carrera. Odelya estaba en total negativa ante la oferta aunque al ver la diferencia de gastos entre vivir con ellas y con un roomie eran demasiado notorias, así que optó por la opción de aligerar la carga económica de sus padres.
Creyó ilusamente que no escucharía comentarios de índole venenoso pero estaba demasiado equivocada porque desde el primer día en que llegó a aquel hogar los comentarios despreciando su carrera no se tardaron en llegar.
Lo que Odelya Padilla estudiaba no era algo prestigioso o por el cual estar orgulloso.
La muchacha sonrió desganada.
Sorbió la nariz mientras se colocaba de pies al oír como las dos mujeres salían del lugar. Salió de su habitación topándose con la penumbra de entre el día y la noche que se asomaba por la ventana, arrastró los pies hacía la cocina y prendió la luz para poder acercarse a la cocina y verificar si había quedado algo de comida topándose con una minúscula porción de arroz de hace tres días que llevaba comiendo y ninguna proteína provocando un bufido de molestia.
¿Por qué su propia familia era así? ¿No se supone que tienen que ser unidos y apoyarse unos con otros?
Abrió la puerta del frigorífico para poder buscar que cocinarse y solo se topó con verduras.
Sus ojos se llenaron nuevamente de lagrimas ante la impotencia que todo su sistema sentía. Sus padres le daban una buena cantidad de dinero a su tía para que no faltara nada y ella terminaba comiendo las sobras de las comidas ricas que madre e hija comían.
Soltó un gritó de rabia mientras se hincaba en el suelo. No debió aceptar nunca la oferta de la universidad en la que actualmente estaba. Odelya no debió haber seguido sus sueño. No. Ella debió trabajar más duro para poder complacer a todos.
Pero ¿Dónde quedaban sus deseos?
Quería huir lejos y dejar de ser una una niñas buena y complaciente con todos.
Ella quería ser libre, actuar sin miedo a ser juzgada.
Ella simplemente quería ser ella.
Las lagrimas descendían con furia por sus mejillas y los sollozos lastimeros detonaban lo agotada que se sentía. Quería escapar de todos y poder olvidar las palabras de las personas que durante toda su corta vida la lastimaron.
Una ampolleta se encendió en su cabeza.
Recordó que su padre le transfirió el dinero que mensualmente le daba su tía a su cuenta bancaria.
Trago saliva para ponerse de pies y se limpiarse las lagrimas con la palma de sus manos, caminó hacia el baño de su habitación donde se dio una ducha rápida. Luego de terminar de alistarse tomó su mochila que estaba colgada detrás de su puerta dejándolo encima de la cama. Seleccionó con cuidado prendas de vestir que necesitaría; dos jeans de diferentes tonalidades, dos poleras, dos polerones, ropa interior, una chamarra, un vestido de mezclilla largo y un par de sandalias. Posteriormente se dirigió hacía el baño y tomó una toalla grande junto a un estuche donde hecho toallas higiénicas, su cepillo de dientes, pasta dental, desodorante, su cepillo para el cabello, shampoo y coletas para sujetar su cabello rebelde. Acomodó todo cuidadosamente para luego tomar su documentación y guardarlo en el bolsillo exterior.
Se encaminó hacía su escritorio tomando el cargador de su teléfono y los audífonos con cable que llevaba guardando hace meses para guardarlo en el mismo lugar que su documentación. Colgó el bolso en su hombro para marchar hacia el exterior pero al pasar por la habitación de su prima divisó el ukelele que alguna vez fue suya.
Se detuvo teniendo una batalla mental.
Si la tomaba la iban a tratar de ladrona.
Odelya paso saliva por su sedienta garganta y dejó el bolso en el suelo para poder entrar a la habitación. Agarró entre sus dedos el instrumento entre sus dedos y sonrió.
Ella nunca tuvo mucha destreza con los dedos.
Arrugó el entrecejo al sentir nuevamente la angustia en su organismo. Tomo con firmeza el Ukelele y antes de salir de la zona de confort de su prima menor, tomó un cuaderno de mándalas nuevo que tenía guardado y una caja de lápices de colores, los cuales guardó en su mochila.
Acomodó todo en su espalda y antes de salir sonrió porque por fin se había atrevido a hacer algo que fuera en contra de las opiniones de su familia.
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