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Fourteen: santa monica

Capitulo catorce: Santa Monica


El día estaba soleado y caluroso en la ciudad de Santa Mónica, California. Odelya miraba fascinada la gran rueda de la fortuna que había aparecido en múltiples películas y videojuegos; la feria del lugar estaba abierta y había una cantidad diversa de personas involucradas en diferentes actividades, las cuales, ante los ojos chocolates de la joven, se veían entretenidas. Estaba sentada en la banca que le daba una vista preciosa al mar, mientras esperaba a que Jason terminara de estacionar el jeep.

Entre sus manitos tenía un helado artesanal de frutos rojos, el cuál disgustaba mientras miraba a su alrededor. Las personas vestían de diferentes formas: algunas mujeres estaban en bikini, otras en vestidos y también habían algunos hombres vistiendo trajes de surf.

Se removió incómoda en su asiento.

Ella solo estaba vistiendo un vestido de tirantes blanco y veraniego junto a unas sandalias sencillas. Su cabello estaba atado en una trenza baja y se protegía su carita del sol con un jockey del mismo color que su vestido.

Se comparó por un momento con las bellezas andantes frente a ella.

Habían rubias bonitas y morenas sexys. Poseían diversos atributos, pero todas tenían una belleza de ensueño que hizo que se sintiera arrepentida de estar ahí, ya que Jason miraría descaradamente a pesar de haberla besado con tanta sensualidad hace días atras.

Porque ellos no eran nada.

Pero si no eran nada ¿Por qué cada vez que podía hacia comentarios que la descolocaban?

"No te muerdas el labio Odelya porque voy a besarte" "Me encanta tu sonrisa" "Hueles delicioso"

Se mordió la mejilla por dentro mientras agitaba la cabeza de un lado a otro intentando disipar sus molestos pensamientos intrusivos, suspiró y siguió lamiendo su helado frutal a la par que la brisa maritima le movía ligeramente el vestido.

—Hola —el saludo provocó que la cabeza femenina girara hacia la voz. —¿Eres de por aquí?

—Ah, yo... —respondió.

—¿Puedes ayudarme con una dirección?

—Uh, yo... No soy de por aquí —respondió avergonzada.

—No pasa nada —el muchacho de piel oscura y corte militar le sonrió mostrando unos hoyuelos —¿Puedo sentarme?

—A-ah, claro —se movió para hacerle espacio.

—¿Eres de alguna parte California?

—Es la primera vez que estoy aquí —respondió tímida. —Estoy de pasada

—¡Vaya! ¿En serio?

—Si

—¿Estas de vacaciones?

—Algo así... Si, lo estoy

—¿Te esta gustando?

—Si —asintió con su cabecita. —Siempre quise conocer Santa Mónica

—¿Alguna razón en especial?

—He visto esta ciudad en muchas películas pero cuando apareció en "Big mama" hizo que quisiera conocerla

—¿¡Big mama!? —el chico le pregunto con emoción. —Es la primera vez que conozco a una chica con tan buen gusto en películas

—¿En serio?

—¡Por supuesto! Big mama es mi película favorita, aunque Scary movie también se esta ganando su puesto —odelya rió cubriéndose la boca con timidez.

—Scary movie es una excelente película para querer reír y pasar el rato —el chico rió.

—Dónde esta el fantasma también

—Cielos, esa también, pero la había olvidado como para mencionarla

—¿Cómo te llamas?

—Odelya

—Un gusto Odelya, soy Mike —le extendió la mano y la chiquilla respondió con cortesía.

—¿Por qué estas en Santa Mónica? Si se puede saber

—Me asignaron un puesto en el ejército en esta zona

—Oh ¿Felicidades?

—Muchas gracias —rió frotando sus manos nervioso, sin saber que decir. —La vista es preciosa ¿No lo crees?

—Tiene razón, es... sin duda hermosa —la sonrisita tímida se mantiene ahí.

—Dime Odelya ¿Viniste con alguien a la feria?

Desde la distancia, el hombre musculoso y anatomía marcada de cicatrices veía a la pareja con una incomodidad ardiente en su pecho. Es complejo, le incomoda algo en su vientre y todo su cuerpo se ve lleno de una furia característica de su alter ego. El tipo moreno parecía ser jodidamente insoportable desde su punto de vista. Reconocía el encanto de su pequeña azabache cuando tomaba la confianza suficiente como para hacer pequeñas bromas, tan adorable cuando aprieta su boquita en una tierna sonrisa sin mostrar sus dientes, incluso los incontrolables sonrojos por algo que le hace sentir bien.

Odelya era lo suficientemente dulce para ser considerada como una pequeña belleza entre la naturaleza.

Jason había quedado cegado y tragado sus propias palabras por ser tan estúpido creyendo no caer por su linda existencia. Puede retorcerse en ese instante de saber que estaba tan equivocado hasta el punto en que la deseaba a tal magnitud que deseaba apretarla entre sus grandes y callosas manos para refugiarse en su cálida presencia.

La sensación es incómoda para él, estaba tan bien instalada en su pecho y creando un sabor amargo en su boca, incluyendo la dureza en su expresión, es el borde que lo obliga a actuar impulsivamente. Le era imposible mantenerse quieto y no hacer nada para hacer saber que la chica que estaba ahí era suya. Respiró hondo al ver la dulce risita saliendo ella mientras poco a poco comenzaba a tomar una postura corporal que denotaba confianza.

Y aquello hizo arder en celos a Jason Todd.

—¿Interrumpo? —la voz masculina de Jason, quien estaba oyendo, hizo voltear a ambos hacía atrás.

—Jason —lo llamó en un susurro.

—¿Lo conoces?

—Ah... Si —se puso de pies. —Jason, él es Mike un ¿Turista? —el moreno asintió con una pequeña sonrisa al ver a la castaña sumamente nerviosa. —Mike él es Jason, mi...eh, amigo

—No soy solo su amigo —pasó su brazo por sobre los hombros de la chiquilla. —Soy más que eso, mucho más —le brindó una mirada altanera al ver como su compañera de aventura se encogía avergonzada y totalmente colorada a la par que el militar fruncia el ceño entendiendo a lo que se refería. 

El moreno suspiró derrotado y se puso de pies al ver que no tenía ninguna posibilidad con la tierna mujer que estaba frente a él.

—Fue un gusto conocerte Odelya —le extendió una de sus manos en signos de paz. 

—Igualmente —le correspondió y finalizó la platica con un apretón de manos.

El uniformado se retiro desanimado no sin antes brindarle una mirada retadora al de mechón blanco que le sacaba cerca de una cabeza. Ocultó sus manos en los bolsillos y se retiró dejando a la pareja atrás.

La castaña observaba como la anatomía del hombre amable se alejaba de ellos y esperó a que estuviera a una distancia prudente para separarse con fuerzas del hombre que la tenía completamente confundida.

—¿Qué fue eso?

—¿Qué cosa?

—Lo que acabas de hacer, Jason —arrugo su entrecejo molesta. —¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué fuiste maleducado con él? Si solamente estábamos hablando 

—Claro, hablando —apartó la mirada de la chiquilla frente a él mientras negaba con la cabeza.

—Eres un tonto, Jason

—¿Lo estas defendiendo?

—Si 

—El idiota con el que hablabas estaba interesado en ti 

—Eso es imposible 

—¿Por qué demonios te aseguras tanto sobre algo?

—¡Porque es cierto! —movió los brazos exasperada.

—El tipo se acercó a ti por una razón —alzó el dedo índice de una de sus manos masculinas. —Y era para coquetearte y salir contigo ¿Y adivina qué? ¡Tu no te negaste! Estabas muy cómoda con él

La castaña movió la cabeza negando la estupidez que su amigo estaba diciendo.

—Te estas comportando como un idiota 

—¿Yo? —rió de forma sarcástica. —Claro, yo soy el idiota por cuidar lo que es mío

—No soy un objeto 

—¡Eso lo sé Odelya! Sé que no eres un jodido objeto, pero eres tan... tan

—¿Tan qué? —apretó los puños mientras bajaba su rostro al suelo en un intento de contener las lagrimas esperando las palabras hirientes.

Porque siempre era así.

Todo el mundo recalcaba sus cualidades negativas.

Y Jason no iba a ser la excepción.

—Eres tan preciosa y dulce, Odelya, que para los hombres es inevitable no mirarte —habló con rabia. La nombrada alzó la mirada sorprendida. —En Santa Monica hay un sin fin de mujeres bellas, pero tu Odelya. Tú dulzura y delicadeza las supera

La mujer originaria de la capital se quedó sin aliento al oír al hombre frente a ella. Alzó su mirada topándose con una oceánica cargada de rabia que se mezclaba con una ternura inexplicable. Trago saliva al sentir como sus piernas temblaban y su estomago cosquillaban ante las emociones que Jason le provocaba.

—Jason...

—No digas nada

—Jason

—Te dije que...

—Me gustas —sus miradas chocaron: océano y chocolate se miraban con sentimientos. —Me gusta mucho y es la primera vez que me confieso a un hombre —tomó aire buscando coraje. —Me gustas Jason, me gustas más de lo...

Odelya no pudo terminar porque el hombre frente a ella se abalanzó a sus labios y la saboreó con tanto desespero y anhelo, como si las palabras que salieron de la boca de la castaña fueran a desaparecer mediante el arrepentimiento  


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