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Eleven: in that river

Capítulo once: En aquel río.

El sonido de la pequeña cascada que desembocaba en la pequeña laguna era lo único que se escuchaba en medio de la nada misma; los imponentes árboles verdes rodeaban todo a su paso provocando que la voz cantarina proveniente de los parlantes del movil de Jason se escuchara con eco. La muchacha de hebras castañas se sentía fresca y relajada ante el clima caluroso que contrastaba con la brisa que emitía el agua salpicante.

Estaba fundida en un vestido verde palo que resaltaba con su piel blanquecina, tenia puestas sus únicas par de zapatillas con las que había salido de casa hace dos meses atras. A su lado tenía una bolsita tote bag donde descansaba los sandwiches junto a las latas de sodas que había comprado en un mini market ubicado en una gasolinera justo en medio de la nada.

Suspiro acomodando sus rodillas justo en su pecho.

La maletera del jeep de su amigo de aventuras se estaba llenando poco a poco con lienzos de pinturas que había dibujado en el transcurso del viaje, también yacían objetos que ha ido recaudando como una especie de colección en cada pueblo al que paraban. En su mochila ya no caían los vestidos veraniegos que se había comprado —los cuales en un principio no quería pero Jason la descubrió mirando uno a través de la vitrina y la instó a que se lo comprara—.

Y a su cabeza nuevamente vino el hombre de mechon blanco.

Había transcurrido un par de días desde que Jason se había dado el tiempo de hacerle un tan bello detalle al cumplir uno de sus nuevos propósitos que era intentar incursionar en el mundo del arte; aquello fue tan dulce, amoroso y tierno de su parte que no pudo evitar sentir calor en su pecho. Desde aquel día Odelya estuvo demasiado pensativa sobre las nuevas emociones que comenzaban a surgir en ella cada vez que el hombre la miraba, hablaba o tocaba.

Para ella eran emociones desconocidas pero que lograba identificarlas debido a las múltiples series de tv románticas que ha visto.

Suspiro una segunda vez apoyando su menton sobre sus brazos, los cuales descansaban sobre sus rodillas retraídas.

—Tus suspiros me irritan —la gran mano masculina despeinó la melena de la mujer. —Te doy 30 dólares por tus pensamientos

—Veo que la suma aumentó desde la última vez —alzo su mirada topandose con los oceanos masculinos.

—Aprendí que eres una buena negociadora —le sonrió sin mostrar los dientes.

—Lo aprendí de ti

—¿En qué piensas?

—En nada —jason alzó una de sus cejas no muy convencido. —Aunque podría decirte alguna mentira para ganar esos treinta dólares

—Si quieres que funcione no tienes que decírselo a la otra persona — la miró divertido mientras se quitaba sus sandalias junto a la camiseta. —Nadaré un rato, si quieres meterte puedes utilizar mi camiseta para cubrirte y...

—Puedo cambiarme aquí porque no soy tu tipo. Lo sé —su compañero frunció el ceño al oírla.

—¿Genial?

—Esperaré un rato antes de meterme. Quiero que el helado me baje

—Tu te lo pierdes —se terminó de quitar el short quedando solo en calzoncillos.

Odelya tuvo que apartar la mirada al sentir el caluroso sonrojo abrazarla. Comenzar a sentir cosas por Jason no era correcto, ya que él era un buen amigo y compañero de aventuras, así también debía añadir que no era algo recíproco.

Cuando vió como el hombre se alejaba de ella dándole la espalda se atrevió a mirarlo. Todo su cuerpo estaba cubierto de firmes músculos bien trabajados y definidos; su espalda era ancha al igual que sus hombros, sus pectorales eran corpulentos y justo debajo de este descansaban seis cuadros bien marcados. Sus piernas eran firmes y gruesos al igual que sus brazos, lo que hacía pensar que aquel hombre podía llegar a tener una fuerza capaz de acabar con personas.

Odelya se deleitó unos segundos más hasta que, justo cuando Jason se volteó a mirarla, apartó la mirada con rapidez para no ser pillada en el acto.

Volvió a su posición inicial mientras mordía su labio inferior en un intento de calmar las emociones que la invaden. Se sentía acalorada y sabía que la forma en que miró a su amigo no había sido la correcta.

Lo miró deleitándose en la masculinidad que desprendían de él y saboreando el buen físico que se cargaba, pero no podía negarlo.

Jason era un hombre sexy.

Y que seguramente en la ciudad tuvo muchas mujeres.

Muchas aventuras.

Así también noches de pasión.

La pobre muchacha se sintió avergonzada ante sus pensamientos.

¿Qué le ocurría?

Ella no era así y se sentía culpable por ello.

Odelya Zaharie no era ninguna mojigata porque entendía perfectamente lo que era el sexo y el sentir cuando alguien te gusta. Sin embargo, sus pensamientos eran demasiado negativos ante la idea de tener una relación amorosa o simplemente relacionarse físicamente con alguien.

Ella creía firmemente que se requiere de algún sentimiento fuerte, establecido y que uniera a dos personas para tener sexo o siquiera sentir algún tipo de deseo.

Creyó durante mucho tiempo que esos eran sus ideales.

Hasta que conoció a Jason.

[...]

Jason observaba preocupado desde el vehículo a su pequeña y tierna acompañante de aventuras. Hoy no la sentía como de costumbre si no que más alejada y perdida en su mundo de pensamientos. Al oír el primer suspiro arrugo el entrecejo y se apuró en cambiarse el pantalón deportivo que traía puesto por el short que utilizaría para bañarse.

A diferencia de las anteriores ocasiones, esta vez utilizaría un short para bañarse y no entraría al agua vistiendo solo un boxer por, primeramente, respeto a Odelya y también por el miedo a sufrir algún tipo de problema al ver a la muchacha cambiarse de ropa o vistiendo su camiseta.

Y es que Jason había comenzado a sentir que la mujer que tenía por acompañante le estaba gustando.

Pero ¿Cómo eso era posible si ella no es su tipo?

Ni siquiera él tiene respuesta para esa pregunta.

Y tampoco logra entender cuando fue que inicio, simplemente ocurrió.

De un momento a otro comenzó a fijarse en los pequeños detalles que la pequeña tenía. La forma en que apartaba los pimentones de la comida porque no le gustaba, el cómo disfrutaba del viento chocando contra ella logrando que su melena de alocara. Era increíble la manera en que le ocasionaba ternura cuando Odelya dormía con su boquita semi abierta incitando inocentemente a que la besara o cuando se paseaba por en medio de la playa con sus vestiditos veraniegos que se movían con la brisa generando unas intensas ganas de tomarla por la cintura y besarla baño la luz del atardecer

Si, Jason Todd comenzaba a apreciar e imaginar todo eso.

En silencio se acercó hasta la castaña y ante su segundo suspiro decidió intervenir aún más preocupado.

—Tus suspiros me irritan —le dijo con un tono bromista ocasionando que su mirada chocolate chocara con la de él. —Te doy 30 dólares por tus pensamientos

—Veo que la suma aumentó desde la última vez

—Aprendí que eres una buena negociadora —le sonrió sin mostrar los dientes.

—Lo aprendí de ti

—¿En qué piensas?

—En nada —jason no estaba convencido de aquella respuesta. Él quería que Odelya le dijera la verdad, que tuviera la confianza de exponerle sus preocupaciones. —Aunque podría decirte alguna mentira para ganar esos treinta dólares

—Si quieres que funcione no tienes que decírselo a la otra persona — la miró divertido intentando aligerar el ambiente mientras se quitaba sus sandalias junto a la camiseta. —Nadaré un rato, si quieres meterte puedes utilizar mi camiseta para cubrirte y...

—Puedo cambiarme aquí porque no soy tu tipo. Lo sé —y Jason arrugó aún más su entrecejo.

¿Por qué sacaba eso tan de repente?

—¿Genial? —por primera vez se quedo sin palabras.

—Esperaré un rato antes de meterme. Quiero que el helado me baje

—Tu te lo pierdes —se terminó de quitar el short quedando solo en calzoncillos y camino hacia el agua dándole la espalda a su amiga.

Su rostro estaba contraído en una mueca de desagrado y su entrecejo aún no se había relajado. Habían pasado semanas desde que había dejado de decir aquella frase que utilizaba como mantra, pero la mujer de mirada tierna no lo había olvidado.

Apretó los dientes con fuerza.

Jason Todd, a pesar de verse obligado a dejar su alter ego, seguía siendo un imbécil.

Inhaló aire para luego voltear a mirar a Odelya pero la chiquilla aún estaba sumergida en sus pensamientos mirando a la nada misma.

En un intento de refrescar la mente decidió zambullirse de un piquero en el agua helada de aquella laguna. Se mantuvo sumergido unos segundos bajo en agua y luego salió peinando hacia atras su cabello mojado con una de sus manos.

Se volteó buscando a la chica esperando toparsela aún sentada en aquella roca, pero su mirada se deleitó con la belleza despojándose de su ropa quedando solo en ropa interior. A la distancia pudo ver que el abdomen de ella no era totalmente plano ni tampoco estaba bien trabajado (A diferencia de Artemisa o Kory), que sus pechos no eran voluptuosos ni mucho menos su trasero.

Pero sabía que encajarían perfectamente entre sus manos.

Ella no era su tipo ideal de mujer pero aún así su corazón latió con fuerza y su entrepierna vibró ante la preciosa imagen. La piel blanquecina contrastaba tan dulcemente con el paisaje, había un lunar llamativo descansando justo debajo del omoplato derecho que provoco que Jason sintiera unas inmensas ganas de besarlo. Sus piernas cortas y delgadas gritaban por ser sujetadas y...

Jason detuvo sus pensamientos al ver el camino que comenzaban a tomar.

La mujer frente a él era demasiado buena y inocente como para verse involucrada y manchada por Jason Todd.

Tragó saliva y le dió una ultima mirada antes de sumergirse bajo el agua.

Por un momento en su vida deseo haber sido un hombre de bien para estar a la altura de Odelya.

Entre menos tiempo tenga para escribir más imaginativa me pongo.

Publiqué un nuevo fic de Damian, vayan a echarle un ojo.

¿Cómo estan? Espero hayan tenido un buen inicio de semana^^

Nos leemos pronto

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