Eight: with other eyes
Capitulo ocho: Con otros ojos.
En el silencio de aquella habitación solo eran audibles la respiración de la pareja de compañeros aventureros. La inhalación y exhalación femenina era demasiado tranquila lo que demostraba con total certeza que la muchacha estaba en un profundo sueño, mientras que por otra parte se hallaba un Jason despierto en medio de la madrugada. Su brazo izquierdo lo tenía justo debajo de su cabeza, remarcando aún más los gruesos músculos que había adquirido a lo largo de los años debido al entrenamiento al que se ha sometido. Su respiración era tranquila pero su mente estaba hecha un caos y todo se debía a una persona.
Odelya.
La chiquilla que descansaba a solo unos metros dormía tan plácidamente que el de mechón blanco no pudo evitar envidiar la tranquilidad de sus sueños, mientras que él estaba ahí tan lleno de dudas, pesadillas y angustia que lo privaba de dormir en los brazos de morfeo. La castaña había sido tan dulce y comprensiva que el antihéroe se quedo en blanco al ser consolado, porque si bien su mejor amigo y ex novia sabian de toda su desastrosa vida y las razones del por qué había terminado siendo Red Hood, nunca pudo sentir esa calidez que proviene de la contención y consuelo como se lo había brindado Odelya.
Odelya.
Las comisuras de sus labios se elevaron ligeramente al pensar en ella. Su nombre era de tan época antigua que era raro toparse con personas con dicha denominación, sin embargo, él tuvo la suerte de toparse con una.
Una muchacha de corazón demasiado bondadoso y comprensiva que lucha día a día por encontrar sus colores y la libertad que su jodida familia le ha privado.
Inevitablemente el recuerdo de la cena en la playa llegó a su memoria. Lo atenta que la mujer lo había escuchado, la dulce sonrisa que le había brindado y por primera vez pudo saborear en sus memorias con tranquilidad la calidez de su toque. Los pequeños deditos femeninos le brindaron caricias inocentes que de forma inapelable lo reconfortaron e hicieron sentir bien.
Y se dió cuenta que aquella mocosa irritante y mojigata ya no le parecía tan molesta.
Se sentó en el sillón permitiendo que la manta cayera a un lado, sus músculos rígidos comenzaron a relajarse y movió el cuello tronandolo para que disminuyera la tensión. Chocó su espalda con el respaldo y unió sus manos sobre su regazo mientras miraba el bulto cubierto en la cama donde descansaba Odelya.
Odelya.
A su memoria llegó la conversación que tuvieron en el auto dos días después de ser consolado.
"-Jay ¿Alguna vez has navegado?
-Mhm, puede
-¿Te gustaría navegar? -la emoción en sus ojitos tiernos descolocaron ligeramente al conductor. -Me gustaría subirme a un bote y lanzarme al agua justo en medio del mar -sonrió para sí misma. -Hubo una vez que fuimos de vacaciones con mis papás y hermana a la playa y mi mami se lanzó al agua -jugueteó con sus dedos en su regazo. -Yo no los acompañe porque nunca me ha gustado el mar pero ahora... Ahora lo veo y me parece tan precioso
-Podriamos intentarlo
-¿De verdad? -la emoción de la chica no tardó en contagiar al antihéroe.
-De verdad"
Todd se preguntó en que momento se había vuelto tan complaciente y una especie de mago de la lámpara que le cumple todos los caprichos a su compañera.
Se puso de pie y caminó por la habitación para poder llegar al lado de Odelya y en el camino no pudo evitar temblar ante la brisa fresca que lo golpeo. Pensó en colocarse la camiseta pero sabía que al final de cuentas se la iba a terminar sacando porque siempre tenía calor.
Se arrodilló justo frente y al lado de la cama donde la castaña descansaba con tanta tranquilidad, Jason sintió la necesidad de correr el revoltoso mechón que cubría gran parte de su cara para poder observarla mejor y lo hizo. Con cuidado lo apartó dándose cuenta que su mano masculina era casi del mismo porte de la cara de la chiquilla y sonrió al darse cuenta lo frágil y pequeña que era a su lado sabiendo que fácilmente rebasaba el metro sesenta.
Odelya dormía tan profundamente en aquella cama de sábanas blancas que contrastaban con su oscura melena. Su rostro reflejaba una paz casi angelical, con los labios ligeramente entreabiertos dejando entrever una pequeña parte de sus dientes blancos y regulares. Sus ojos estaban cerrados en un sueño profundo y su respiración tenía un ritmo constante y calmado que llenaba la habitación de una serena armonía.
Jason no pudo evitar sonreír. Había algo irremediablemente tierno en la imagen de Odelya dormida. Sus ojos recorrieron su rostro y se detuvieron en un pequeño rastro de baba que se había formado en la comisura de sus labios, extendiéndose hasta la almohada. Esta visión, lejos de ser algo que pudiera resultar desagradable, le pareció extremadamente tierna porque ella se veía tan vulnerable y despreocupada ante su presencia que le daba la impresión que confiaba en él y aquello le arrancó una risa suave y cariñosa, un sonido que quedó atrapado en la quietud de la habitación.
El hombre acercó lentamente su dedo para perfilar las facciones de Odelya, tratando de no hacer ruido para no interrumpir su descanso. Cada detalle, desde la suavidad de su respiración hasta la baba en la almohada, le recordaba cuán humana y real era aquella muchacha y no pudo evitar preguntarse cómo es que alguien como ella haya terminado en una familia tan jodida.
La ira no tardo en llegar al recordar la primera vez en que ella le contó sobre su vida en la ciudad.
"-¿Qué hay de ti?
-¿De mi? -colocó su espalda en el asiento, ya que durante toda la conversación iba mirando al hombre bonito. -Mhm, bueno ¿Por dónde debería iniciar?
-Por el inicio, por supuesto
-Gracioso -puso los ojos en blanco. -Toda la vida he tenido el síndrome de la niña buena. Ya sabes, he sido complaciente con las peticiones que hace mi familia, me he esforzado por cumplir sus expectativas y siempre he callado antes sus humillaciones. Siempre he tenido excelencia académica pero no pude entrar a la carrera que ellos querían que entraran, tampoco pude sacar mi licencia de conducir y eso.
-Mhm
-¡Dijimos que no vamos a juzgar!
-¡No he dicho nada!
-Dijiste "mhm" -lo imitó. -Si sé, piensas que soy una tonta y esas cosas
-Si y también que tienes cara de niña buena ¿Alguna vez si quiera has insultado?
-No digo groserías
-¿No? -Jason explotó en carcajadas.
-¡No te burles!"
Sonrió al recordarla toda colorada y su pecho se llenó de calor.
Se preguntó durante cuanto tiempo la pobre muchacha ha tenido que luchar contra las opiniones venenosas de su gente, todas la humillaciones y aparentar perfección siendo que detrás de toda esa fallada existía una mujer llena de vida y calidez.
Apartó su mano y se puso de pies para volver a su cama improvisada, la cuál turnaba día por medio con la chica para que fuera más justa la comodidad a la hora de dormir.
Se sentó en el sillón y soltó el aire que había estado conteniendo para encorvarse, colocar sus codos sobre sus rodillas y juntar su grandes manos. Tragó saliva y le dió una última mirada al bulto de la cama.
El calor en su pecho se hizo notar con mayor intensidad.
Él iba a cuidar a Odelya.
Le daría la seguridad para que ella pudiera cumplir sus pequeños caprichos.
Y obtuviera aquella libertad que tanto ha anhelado.
Si.
Él lo haría.
Espero les haya gustado
Tengan una linda semana.
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