31
Cuando la mujer entró a su consultorio se asustó al ver a Jimin ahí viéndola de manera serena.
—Doctora Min Hee Jin. —le sonrió.
—Jimin hoy no tienes consulta creí habértelo dicho. —dijo nerviosa.
—Lo sé. —miro un cuadro y lo tomó. —¿Por qué dice mi expediente que soy peligroso e inestable?
La doctora Min Hee Jin sintió un escalofrío al escuchar esa pregunta. Sus ojos se centraron en Jimin, quien, a pesar de su tono tranquilo, parecía estar tomando control de la situación con una calma inquietante. Unos segundos de silencio se alargaron entre ellos, mientras la doctora pensaba cuidadosamente qué decir.
—Jimin… no es lo que piensas. —comenzó con cautela. —Es solo que en tu expediente había información que indicaba algunos comportamientos… complicados en el pasado, pero eso no te define.
—Entonces, ¿Por qué está en mi expediente? —Jimin dejó el cuadro sobre la mesa y la miró fijamente. —¿Quién lo escribió?
La doctora sintió un nudo en el estómago. Sabía que hablar de eso sería delicado, pero no podía evitarlo. Respiró profundamente antes de responder.
—Es parte de tu historial médico, Jimin. —Sonrió. —Algo que se evaluó en tu última consulta… y que aún está en proceso de revisión, pero lo importante es que ahora estás aquí, buscando ayuda, y eso significa que estamos dando un paso adelante.
El ambiente se tensó. Jimin no apartó la mirada, y su expresión parecía más profunda, casi como si estuviera buscando algo más que una simple respuesta.
—Eso no parece de una última consulta. —miro un trofeo.
—Jimin. —lo llamó. —Sé que es difícil, pero tienes mal la cabeza.
Jimin la vio y tomó el trofeo y se acercó a la mujer la cual cayó al suelo por el fuerte golpe que le dio Jimin en repetidas ocasiones, el piso se manchó de sangre.
El aire en la habitación se volvió denso, como si el tiempo se hubiera detenido. Min Hee Jin, aún atónita por la repentina agresión, apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Jimin le asestó otro golpe, el impacto resonó en las paredes del consultorio. La mujer cayó al suelo, su cuerpo inerte y ensangrentado, el terror reflejado en sus ojos.
Jimin, con una expresión fría, observó el daño que había causado. Su respiración era calma, casi tranquila, como si estuviera distanciado de la violencia que acababa de desatar. La habitación se llenó de un silencio aterrador, el único sonido era el goteo de la sangre que se deslizaba lentamente hacia el borde del suelo.
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