29
Jimin salió de ahí despacio sin decir nada, caminó por toda la calle y se dirigió a su casa, al llegar recibió un mensaje de su padre que no llegaría hasta el siguiente día. Él vio cómo venían los gemelos caminando y al verlo le sonrieron, Jimin hizo lo mismo.
—¿A dónde fuiste? —le preguntó Yoongi.
—Salí a hacer unas cosas personales. —sonrió. —no deben de preocuparse.
—Entiendo. —dijo Yoongi.
—¿Quieren pasar a mi casa? —los vio. —mi padre no vendrá hasta mañana y la verdad me siento un poco solo.
—Claro Jimin. —lo tomó de la mano Agust. —te haremos compañía.
Jimin sintió una cálida sensación al saber que no estaría solo esa noche. Los gemelos, Yoongi y Agust, se habían vuelto cercanos a él, y su presencia lo reconfortaba.
Al entrar a su casa, Jimin encendió las luces suaves del salón y los tres se acomodaron en el sofá. El ambiente era tranquilo, casi familiar. Jimin sirvió algunas bebidas, y mientras lo hacía, Yoongi lo observaba en silencio, notando su semblante algo tenso, aunque intentara disimularlo.
—¿Seguro que estás bien? —preguntó Yoongi de nuevo, esta vez con más preocupación en su voz.
Jimin soltó un suspiro largo y se dejó caer junto a ellos, dejando su cabeza recostada sobre el respaldo del sofá.
—Es solo que... han sido días complicados. —admitió al fin, dejando de lado su sonrisa fingida. —Pero no quiero abrumarlos con mis problemas.
—No nos abrumas. —dijo Agust, apretando ligeramente la mano de Jimin, transmitiendo apoyo. —Sabes que puedes contar con nosotros.
Jimin los miró a ambos, agradecido por el apoyo que siempre le brindaban.
—Gracias, de verdad. —murmuró Jimin. —Tenerlos aquí significa más de lo que imaginan.
Jimin se levantó y fue hasta la cocina.
—Voy a preparar algo para cenar. —anunció. —Así todos nos relajamos un poco.
Mientras Jimin se movía con soltura en la cocina, Agust y Yoongi se quedaron en el sofá, sumidos en un cómodo silencio.
—Oye, sé que no quieres contarnos todo ahora, y está bien. —comenzó Agust, mirándolo con seriedad. —pero cuando estés listo, aquí estaremos, ¿vale? No tienes que cargar todo solo.
Jimin asintió, sintiendo una pequeña presión en el pecho. Sabía que Agust tenía razón, pero también estaba acostumbrado a lidiar con sus problemas por su cuenta. Aun así, la calidez de sus palabras hizo que una parte de él quisiera abrirse más, pero eso arruinaría todo lo que había trabajado por lo cual se regaba a hacerlo.
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