Miércoles, 2 de junio de 2021, 20:56

La cena llegó, y con eso un nuevo e incómodo momento al lado de sus padres.

La charla fue corta y fría. Cada quien habló sobre su día y ninguno dijo nada fuera del otro mundo. El clímax llegó cuando la señora Kim sacó de un cajón la bolsita de galletas de chocolate. Sunwoo se quedó serio, mientras que su padre se confundía y enojaba al mismo tiempo.

-En esta casa no se comen esas cosas.

-Bueno, hoy sí -respondió la madre. Estaba nerviosa, pero no iba a tenerle miedo a su marido.

El señor Kim le vio como si le hubiese crecido una segunda cabeza.

-¿Qué?

-Sunwoo merece un premio por todo el trabajo duro -dijo con una sonrisa dirigida a su hijo, y Sunwoo no pudo estar más confundido-. Ten -y le extendió dos galletas.

El azabache las miró. Aunque era su madre quien se las daba, estaba con muchísimas dudas de si tomarlas.

-Ni te atrevas a tocarlas -y qué bueno que no lo hizo-. Sunwoo no merece ningún premio. Es su obligación estudiar duro. Además, ¿merece un premio por andar escapándose en la noche?

Sunwoo sintió el ambiente ponerse tenso, lo que era peor que la incomodidad.

-Debemos entender que Riki es su amigo, y nosotros no lo dejamos salir. Es comprensible que saliera sin permiso y a la hora más conveniente.

El padre frunció el ceño. Era la quinta vez que escuchaba ese discurso, su esposa se lo recordaba cada que iban a ir a dormir.

-No comiences...

-Sí comienzo -retó-. Sunwoo, toma las galletas.

-¡Que no!

-¡Que sí!

-¡O-Oigan! -el grito del menor fue el que más resaltó, pues el chico jamás había hecho cosa semejante-. No griten -sus manos taparon sus ojos que, por la presión, comenzaban a cristalizarse-. Estoy cansado, no griten.

La señora Kim dejó las galletas en la bolsa. No era la mejor manera de poner el tema sobre la mesa, pero por lo menos funcionó. Así su marido no podría escapar con un "tengo sueño".

-Ni nos vuelvas a gritar.

La amenaza fue la causa de la risa de Sunwoo.

-Claro -carraspeó-. No gritaré. Ahora, ¿puedo pedirle algo también? -en el momento en que el hijo vio a los ojos a su padre, el señor se congeló. No había visto a Sunwoo llorar desde los seis años-. ¿Podría, por favor, dejarme ver a Riki?

-¿Qué?

-He hecho todo lo que me dicen. Estudio gran parte del día, tomo mis clases extras, saco excelentes calificaciones y participo en lo que puedo en la escuela. ¿Podría... darme el permiso de ver al único amigo que tengo? Perdón por escaparme de noche, n-no lo volveré a hacer pero necesito ver a Riki.

-Él es una distracción-

-No lo es -le interrumpió-. ¿Cuándo me va a respetar? -antes de que su padre respondiera, él siguió-: Soy una persona, no soy un juguete ni una máquina. Yo siento, pienso y actúo. ¿Cuándo se dará cuenta de ello? Sé que quiere que estudie para tener una buena carrera, pero no soy feliz así. Quiero tener amigos, quiero salir y poder leerme un libro... Tener una vida normal. ¿Es mucho pedir que deje de controlarme de esa forma?

El señor se le quedó viendo por unos cuantos segundos que a Sunwoo se le hicieron eternos. Estaba horriblemente nervioso, sentía que pronto se le escaparía el corazón de la garganta.

-Tienes las mejores calificaciones de la generación, estudias realmente duro y te esfuerzas, ¿no estás feliz?

-No, pero ustedes sí, ¿verdad?

El azabache sorbió su nariz.

El padre se quedó callado, las lágrimas de Sunwoo y sus palabras le habían dejado sin nada por decir.

-Ya que no dirá nada, lo haré yo -se levantó de la silla-. Seguiré tomando las clases extras, ya que me gustan. Sin embargo, veré a Riki y saldré una que otra vez con él. Podré comer galletas de chocolate -dijo tomando la bolsa que tenía su madre de la forma más tranquila que pudo, incluso si sus manos le temblaban-, aplicar para la carrera que yo quiera y ahorrar para comprarme un libro. ¿Y-Y sabes qué? -sus orejas se tiñeron de carmín, dejando atónitos a los progenitores. Su respiración se aceleró y antes de correr hacia su cuarto gritó-: ¡P-Pues sí, Riki es mi noviecito! 

;;♬;;

⠀⠀⠀

ya mero se termina esto...

⠀⠀⠀

♡