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Capítulo III

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Martes, 4 de mayo de 2021, 19:30

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Ya que tenían un compromiso en la noche, Sunghoon no fue a darle clases. Era lo único bueno de que su madre haya invitado a los vecinos a cenar.

Lo malo estaba por venir.

Se puso un suéter rosa viejo, un jean mezclilla claro y un par de zapatillas blancas.

Suspiró cuando terminó de amarrar el segundo cordón y se levantó. Dio un par de pasos hasta su espejo.

Sunwoo no puede decir que es bonito. O sea, le gustaban sus ojos y sus labios que eran naturalmente rosados, sin embargo le causaban conflicto sus mejillas algo regordetas.

Pero bueno, él tampoco tenía tiempo para el ejercicio. Él encontrará a alguien que le quiera con todo y cachetes.

¿En serio... lo haré?

Su cuerpo se tensó cuando el timbre sonó, avisando que alguien estaba esperando en la puerta.

Sus padres le regañarían si no les daba la bienvenida de forma correcta, por lo que casi corrió escaleras abajo, justo a tiempo para que su madre abriera la puerta.

-¡Hola, mucho gusto! Somos la familia Nishimura -espetó con alegría un hombre joven mientras alzaba una bolsa de tela morada.

Le correspondieron el saludo con un par de reverencias y la familia entró.

Se supone que el chico era menor que él, ¿por qué era más alto que él?

Tranquilo, eso puede pasar.

Bien, que no pase.

-Él es Riki -dijo la mujer, pues vio que Sunwoo veía a su hijo con atención-. Es algo juguetón, espero que se lleven bien.

El rubio volteó a verle y sonrió. Sunwoo no le daría vergüenza admitir que tenía una linda sonrisa y un rostro atractivo.

-Él es Sunwoo -su madre tomó su hombro levemente-. Sunwoo es algo... serio y tímido, pero es un buen chico.

Sunwoo sonrió sin mostrar los dientes, un poco agobiado por la atención. Riki frunció el ceño sólo un poco, fue tan sutil que el único en notarlo fue Sunwoo.

-Sentémonos para cenar -dijo su padre para cambiar de tema.

La cena fue... algo rara. Durante la plática, se dio a conocer que la madre de Riki trabajaba diseñando ropa bajo su propia marca, y que al padre le iba muy bien en el departamento de Recursos Humanos en una tienda bastante grande. Por otro lado, Riki estudiaba en primer año de secundaria (como ya sabían) y que su pasatiempo era bailar y jugar videojuegos.

Sunwoo conocía a su padre, por lo que sabía que no estaba tan contento de saber que Riki "malgastaba" su tiempo en esas cosas.

Los rostros de la familia Nishimura no pudieron ocultar el asombro cuando su padre dijo que Sunwoo, además de ir en tercer año y tener en mente el CSAT, tomaba clases extras y estudiaba cuantas horas al día pudiese.

En ese momento Riki volteó a verle, curioso por su reacción. El pelinegro sonrió a sus padres pero cuando se llevó la comida a la boca, su rostro no pudo ocultar la incomodidad y... ¿tristeza?

-Bueno, como no podíamos venir con las manos vacías -habló la señora Nishimura-, traemos un pequeño postre como muestra de gratitud por la invitación a cenar.

Sobre la mesa dejaron una pequeña caja que al abrirla reveló una buena cantidad de Mochis.

-No se hubieran molestado...

-Claro que sí, los hice yo misma -contó con alegría.

Los padres tomaron uno cada quien, y cuando Riki iba a agarrar uno también, se extrañó al ver que Sunwoo no parecía inmutarse para comerse el suyo.

-¿No quieres uno? -le preguntó Riki. Por primera vez en la noche se dirigían la palabra.

-Oh, Sunwoo no come azúcar.

El mencionado volteó a ver sus manos, escondiéndose de las miradas confusas de los japoneses.

-¿Por qué no?

-No lo dejamos -respondió el padre.

Riki iba a soltar un cuestionamiento otra vez sobre el por qué se lo prohibían, sin embargo la mirada del hombre no era amistosa.

Sunwoo no levantaba su cabeza, y eso a Riki lo hizo sentir terriblemente incómodo.

El señor Kim comió, la señora Kim comió, sus padres comieron y hasta él comió, el único que se quedaba con las ganas de probarlo era Sunwoo, quien veía al postre cada tanto.

Aunque la conversación siguió, el menor sólo pensaba una forma para que Sunwoo pudiera comer un Mochi.

-Sunwoo, ¿por qué no le muestras tu cuarto a Riki? Para que hablen de lo que gusten.

La señora Kim dijo aquello porque Sunwoo y Riki no se habían dirigido la palabra de forma correcta, pero sin querer abrió la oportunidad.

-Ahm, de acuerdo... -Sunwoo se levantó de la mesa, mirando a Riki-. Vamos.

-Voy -Riki se puso de pie también, no obstante no siguió al mayor sino después de que haya tomado un Mochi, le dio una pequeña mordida y salió del comedor.

El par de adolescentes subieron las escaleras. Sunwoo un poco preocupado porque jamás había llevado a nadie a su cuarto, y era extraño.

Cuando llegaron, el azabache abrió la puerta.

-No hay mucho que ver aquí, pero es más cómodo -se atrevió a decir luego de cerrar la puerta.

En el momento en que se dio la vuelta, lo único que pudo ver delante de sus ojos era un Mochi.

-Perdona que esté mordido, tenía que hacerlo convincente -Sunwoo frunció un poco el ceño-. Anda, no te quedes con las ganas de probar. Es la especialidad de mamá.

El mayor miró el postre con algo de desconfianza. Si su padre se llegara a enterar de que había desobedecido una de sus reglas... Las consecuencias...

No pudo seguir pensando porque cierto rubio ahora estaba aplastando el Mochi sobre sus labios.

Ah, está bien, no quiero pensar tampoco.

Abrió su boca un poco y mordió, el sabor dulce llenó enseguida su paladar y se regocijo en él. Casi nunca comía ese tipo de cosas, era una total ganancia el poder darle una mordida.

-¿Está rico?

Sunwoo asintió mientras seguía masticando. El rubio rascó un poco su cuello y sus orejas rojas llamaron la atención de Sunwoo.

-¿Tienes calor? -preguntó después de tragar.

-N-No. Ten -Riki se apresuró en tomar la mano de Sunwoo, dejando el Mochi en su palma-. No sabemos cuándo volverás a comer un postre, así que aprovecha y cómetelo todo.

Y el contrario eso hizo, metiéndose todo el Mochi de una a la boca. Si alguien entraba en ese momento y le veía con él en la mano, se crearían problemas. La prevención es buena.

Riki, por otro lado, comenzó a mirar a su alrededor. Las paredes eran grises, el techo blanco y las cortinas de la ventana también. Sobre el escritorio había una laptop y muchos libros.

-¿Son los libros de la escuela?

-Sólo algunos, tengo otros para mis clases extras.

Riki hizo una mueca de disgusto. Él no era perezoso, pero tampoco era admirador del estudio y apenas y lo hacía.

En una pared del cuarto había un estante de libros, aproximadamente veinte reposaban en él.

-Debe gustarte mucho estudiar...

Se sentó en la cama individual que estaba en el centro y, al no recibir respuesta, le volteó a ver.

No esperaba encontrarse con un par de ojos tristes que veían al suelo aunque no hubiera nada en él. De la nada todo lo que había visto en Sunwoo se había apagado.

Algo pasaba.

-Sí... M-Me gusta.

Aunque lo que dijo debía ser suficiente para que Riki dejara de preguntar, la verdad es que lo único que provocó esa respuesta fue desconfianza.

Sunwoo apretó un poco su suéter con sus puños, y el menor no pudo dejar pasar eso.

-¿Estás seguro?

Y la pregunta fue como un tanque de oxígeno, uno que le permitía poder respirar por primera vez. Por primera vez alguien entendía que no, no estaba para nada seguro.

Las personas a su alrededor lo saben. Sunghoon lo sabe y la familia de parte de ambos padres lo saben, así que no era un secreto que:

-No es que me guste, la verdad... -susurró-. Mis padres esperan mucho de mí, y yo tengo la obligación de cumplir con sus estándares.

-¿Obligación? -Riki chasqueó la lengua-. ¿Haces todas esas horas de estudio por tus padres y no por ti?

Sunwoo guardó silencio. Era la primera vez que decía tan directamente lo que pasaba. Era un sentimiento nuevo.

Por primera vez tuvo la necesidad de quejarse a sus anchas.

-E-Ellos saben que no me gusta estudiar tanto, pero me dicen que debo amar el estudio -algo quemó en su pecho-. ¡N-No me de-dejan salir, no tengo amigos, no p-puedo escuchar música mientras hago mi tarea y tampoco me dejan leer! -espetó lo menos alto que podía, pero es que la desesperación comenzó a mostrarse en las lágrimas que iban acumulándose en sus ojos. Sus manos fueron a ese lugar rápidamente, limpiando todo rastro de debilidad incluso si sus hombros aún temblaban-. P-Perdón, no te traje para esto.

Sin embargo Riki tomó el brazo de Sunwoo y lentamente lo dirigió a la cama, haciendo que se sentara a su lado.

-Está bien, puedes desahogarte -murmuró con un tono tan amable que Sunwoo tuvo más ganas de llorar. No recuerda la última vez que alguien le habló de forma tan gentil.

-¡E-Es que-! -sollozó-. Estoy t-tan cansado.

Riki acariciaba su espalda sólo un poco, nada que hiciera sentir incómodo al mayor.

-Debes estar pasando por mucho estrés -el rubio conocía eso. Viene de Japón, un lugar donde el sistema educativo era demasiado estricto. Veía a sus compañeros matándose por las buenas notas y estudiando sin parar. Era un nivel alto de perseverancia, pero no podía admirarlo. No cuando la mayoría de esos alumnos lo hacían por mera presión, como era el caso de Sunwoo.

El azabache siguió así, siendo consolado por el rubio hasta que sus lágrimas cesaron. Sentía sus ojos levemente hinchados, y sabía que eso luego iba a causarle cansancio y dolor.

-En serio perdón -Sunwoo no pudo evitar bostezar.

-No te preocupes -y Riki sonrió, totalmente indiferente a la incomodidad que algunos sentirían en esa posición-. Oh, por cierto, es una coincidencia que nuestras ventanas estén casi enfrente de la otra -dijo cuando notó su ventana desde ahí.

Sunwoo asintió. No podía decirle que ya lo sabía porque se le había quedado mirando el otro día.

-Entonces... -murmuró el mayor-, ¿acabas de entrar a la secundaria? ¿Aun si ya vamos a terminar el año?

Riki asintió con una sonrisa de boca sellada.

-Mi mamá consiguió la forma de que no perdiera el año, y yo fui el encargado de ponerme al corriente con las actividades. Fue un poco cansado, pero unos compañeros me ayudaron.

-Oh, ya tienes amigos.

El rubio hizo una mueca no muy convencido.

-No como tal. No quisiera considerar a cualquier persona como un amigo. Todos los que tengo están en Japón y los conozco hace muchos años.

Sunwoo formó una "o" con su boca. Iba a seguir hablando con el fin de que su visita no se aburriera, sin embargo los pesados pasos de su padre se dejaron escuchar por las escaleras.

-¿S-Se nota en mis ojos? -preguntó, apenas siendo escuchado por Riki quien le vio por unos segundos.

-U-Un poco.

-Rayos -carraspeó.

Riki se sintió peor cuando vio al mayor todo estresado por esconder el hecho de que antes había llorado. ¿Tampoco le permitirán expresar sus sentimientos?

Se levantó rápidamente, cerrando las cortinas y así quitando la mayoría de la luz que estaba en la habitación. Lo único que iluminaba era la lámpara en el escritorio de Sunwoo.

Entonces se sentó en la silla y la puerta se abrió.

-¿Y con quién debo de hablar para poder estudiar en la biblioteca?

Sunwoo se quedó unos segundos confundido, hasta que se dio cuenta de lo que el otro quería hacer.

-Puedes ir sin tener que consultar con nadie, pero si ocupas algún libro o usar las computadoras, debes sacar un permiso.

Ambos voltearon a ver al señor Kim. Él veía la escena con una ceja alzada.

-¿Por qué está tan oscuro aquí?

-No soy muy fan de la luz intensa -fue lo único que se le ocurrió a Riki, apenas pudiendo evitar la carcajada que se quiso escapar de su garganta.

El señor no se vio muy convencido, e igual lo dejó pasar diciendo:

-Riki, tus padres ya se irán. Los esperamos abajo.

La puerta se cerró y los jóvenes pudieron respirar con normalidad.

-¿Eso fue verdad? -Sunwoo dejó ver una sonrisita divertida-. Fue una pésima excusa...

-Es verdad en cierto sentido. Cuando ando de mal humor, por ejemplo.

El azabache negó aún manteniendo su rostro sonriente, y Riki se le quedó viendo. Era la primera vez que le veía mostrar una sonrisa relajada, sincera y... cómoda.

Era bonita.



















;;;;

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