ELLA ES BRENDA ROSS
Como era costumbre de los miércoles en la mañana, me dirigía al restaurante por mi taza de café y dos rosquillas glaseadas atendido por la hermosa señorita Brenda Ross, camarera que desde el primer día me servía el café y me acompañaba en mi estadía, lo único que me separaba de ese bello momento era una calle con semáforo en verde, no llevaba prisa y aún eran las nueve con treinta de la mañana y ella terminaba su turno a las doce en punto. En cuanto se hizo el cambio de luces, cruce con tranquilidad entre el público hasta encontrarme frente a la puerta del restaurante, la forma en que abrí la puerta, hizo que sonara un ligero rechinido haciendo que voltearan a ver a la entrada las personas que se encontraban en ese momento, di los buenos días con una sonrisa y me dirigí a la mesa que se encontraba más cerca de la ventana. No tomo ni dos minutos cuando de la cocina salía una mujer con estatura de 1.67, pelo negro y lacio que le llegaba debajo de los hombros, usaba una blusa rosa y un mandil blanco que le marcaba su esbelta figura y le hacía resaltar su busto, debajo llevaba una falda negra que le llegaba hasta las rodillas haciendo resaltar sus caderas, era Brenda que salía a recibirme con esa hermosa sonrisa con los labios ligeramente pintados de un rojo pasión que según sus amigas solo lo usaba cuando yo me aparecía en el restaurante.
Se acercó hasta mi lugar y reclinando su cabeza para ver mis ojos me volvió a sonreír, metió su libreta a la bolsa del mandil y me dijo.
- Te conozco ya tan bien que sé que pedirás una taza de café con tres cucharadas de azúcar y un toque de leche en polvo y también lo querrás acompañar con dos rosquillas glaseadas.
Con una leve sonrisa en mi rostro le conteste.
-tan predecible ya soy.
Ella mientras se retiraba me decía.
-las rosquillas no son muy buenas pero tú siempre me pides dos, a ver que día me pides otra cosa.
No tardó mucho en regresar con la taza, la cafetera y el plato con rosquillas, después de llenar la taza con café se dispuso a sentarse enfrente de mí.
- últimamente me haces insinuaciones más indiscretas Brenda, pero sabes que nuestros horarios no concuerdan mucho.- lo decía mientras sostenía la taza para darle el primer sorbo.
- eso dices tú pero también sé cómo me miras, Tonny... no somos niños de primaria pero sigues igual de tímido que uno, vamos ahora seré yo quien lo diga primero, salgamos una noche.
Mientras me decía eso, sus dedos acariciaban mi mano provocando un rubor en mi cuerpo y sus ojos color cafés claros me miraban desde una posición que pareciera que me suplicaba pero aun así mostraba su total confianza en mi respuesta.
inmediatamente para disimular mi exaltación a su propuesta le di otro sorbo al café, lo baje con cuidado y la mire de nuevo con una calma como si solo nos estuviéramos viendo a los ojos, aparte todo pensamiento ajeno a ese momento y a esas palabras de mi por un momento, puse los codos en la mesa y me lleve las manos juntas hasta tenerlas frente a mi boca, aun sin quitarle la mirada, ella anticipando mi respuesta con solo ver mi gesto se acostaba en el respaldo del sillón mientras cerraba los ojos y bajaba la mirada aceptando la derrota, tal como si hubiera luchado la batalla más larga de su vida y la diosa de la victoria le hubiera favorecido al enemigo, cruzo sus manos y cambio a un gesto como el de una niña pequeña suplicando a su padre que la llevara en su espalda por el parque, lo que provoco una leve risa mía y las palabras que le acompañaron después mientras mantenía la sonrisa en mi rostro, hizo que Brenda saliera corriendo hacia la parte interna del restaurante, termine mi café tranquilamente y me dispuse a irme del restaurante.
Ya eran las siete y media de la tarde, para ser el mes de noviembre esa noche no era muy fría, yo conducía un auto Lexus ES300 del 97 por la avenida Lexington llevaba puesto una camisa de botones color negro marca Gussini y un pantalón blanco con zapatos negros.
Llegue a la dirección, me baje del auto dejándolo encendido enfrente de la casa y me dirigí a tocar el timbre, lo soné varias veces haciendo notar mi nerviosismo pues llevaba tiempo que no salía con nadie. De pronto se abre la puerta y sale Brenda, llevaba un vestido rojo escotado que le llegaba una cuarta arriba de las rodillas, zapatillas negras de tacón no más de 10 centímetros, un maquillaje ligero que le hacían resaltar aun así el brillo de sus ojos, sus labios pintados de un rosa brillante con gloss, en su mano derecha una pulsera delgada de tela tejida y un pequeño bolso de mano de color blanco. Me quede tan impresionado admirando su belleza que ella me repitió varias veces que si nos podíamos ir, estaba tan maravillado que de mi boca solo salió un alago y una pregunta que después de escucharla me hizo sentir como un idiota.
-que preciosa estas... ¿si eres Brenda verdad?
A lo que ella me respondió con una sonrisa.
- si dudas te repito de lo que hablamos en el café esta mañana.
Roso mi cara con su mano mientras bajaba los escalones dirigiéndose al auto, ya cercas de él voltio a verme, yo aún me encontraba en las escaleras esperando a que se me quitara la impresión y me dijo con una sonrisa.
- me llevaras o prefieres seguir viéndome en la puerta.
Sus palabras provocaron que mi cara se tornara roja por la pena entonces baje los escalones y me dispuse a abrirle la puerta, ella se subió mientras le sostenía la mano, cerré la puerta y puse el auto en movimiento hacia lo que sería nuestra primera cita y una noche inolvidable.
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