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━twenty two: flames of an angry dragon

══❅•°•CAPÍTULO XXII•°•❅══
LLAMAS DE UN DRAGÓN ENOJADO.

❝Prendele fuego, hazlo enojar, pero no te asustes por haber despertado al dragón❞

Los recuerdos de dos niñas, una pelirroja y otra rubia, se colaron en sus mentes, en como se habían prometido estar siempre unidas, en como se apoyaban incluso si ambas no tenían las mismas costumbres o mentalidad. Tal vez Dhalia era diferente por culpa de los Kerr, estos le habían enseñado que los dragones eran leales y maravillosas criaturas, tal vez por más que se esforzaba en ser el orgullo de su padre y una buena futura jefa, en intentar matar un dragón, seguía sintiéndose incómoda cuando trataba de encajar.

Dhalia Gorm tenía un corazón demasiado noble para tales acciones, el único entre miles de sangres duras y para los Kerr, ella siempre fue un dragón, al igual que ellos.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó la rubia con voz difusa y débil por culpa del llanto, aún sin soltar a la fairiana.

— ¿Cómo que, qué hago aquí? Vine por ti, idiota —respondió rodando los ojos aunque la contraria no lo vio, Dhalia entonces se separó del hombro de la pelirroja para mirarla, dejando sus manos en donde su cabeza había estado.

— ¿Viniste por mi? —preguntó como si hubiera sido difícil de creerlo, Idunn frunció el ceño al ver que esos ojos tan alegres que alguna vez conoció estaban totalmente dañados como la misma Dhalia.

— Te lo prometí, ¿no? —le regaló una sonrisa de lado y ahí fue cuando Dhalia Gorm terminó por romperse definitivamente, la pelirroja la abrazó de vuelta palmeando su espalda soltando esas lágrimas rebeldes que había evitado derramar—. Ya estoy aquí, ya estoy aquí... ¿cómo supiste que era yo?

Dhalia soltó una pequeña risa antes de separar su cabeza del hombro ajeno, aunque igualmente la tenía agarrada del brazo, pensaba que si se alejara ella desaparecería de su vista como muchas veces había pasado en sus sueños.

— ¿Cómo olvidaría un cabello tan rojo como el de Idunn Kerr? —la mencionada no pudo evitar sonreír ligeramente y los ojos de la vrediana bajaron por el hilo de sangre que salía de la esquina de la comisura de los labios de la contraria, el labio roto y la mejilla derecha roja por el golpe que le había dado, sintiéndose culpable al instante, olvidándose completamente de las cortadas en su brazo—. Lo siento, yo... —llevó su pulgar tembloroso para limpiar el sangrado a la vez que Idunn comenzó a negar, abrió su boca para decir que no era su culpa y que había sobrevivido a peores cosas, más un ruido de pisadas sobre las hojas secas causó que ambas giraran su cabeza para ver como Chimuelo había iniciado a jugar con las hojas que adornaban el suelo, Idunn sonrió y Dhalia abrió sus ojos al notar a los recién llegados—. ¿Hipo?

— Hola, Dhalia —saludó regalándole una de sus tiernas sonrisas, la rubia sonrió mirando a Idunn y luego al castaño antes de soltar a la chica para lanzarse, literalmente, sobre Hipo, si Chimuelo no hubiera estado detrás de él se hubieran llevado una gran caída.

— Oh, por Thor, ¡Hipo, eres tú! —exclamó la vrediana, se separó para observar lo diferente que el castaño se veía y luego frunció el ceño cuando notó algo—: Eres más alto que yo, ¿cuando pasó eso? Ay, no me importa, te extrañé mucho —lo volvió a abrazar mientras Idunn los veía con una pequeña sonrisa, Trueno se puso a su lado observando la escena un tanto confundido y girando para fijarse en la pelirroja ronroneó preguntando "¿qué está pasando?"

— Estás sangrando —mencionó Hipo cuando alzó la mirada hasta Idunn y vio su labio roto sangrante, la aludida alzó las cejas apuntando con su cabeza a la rubia en sus brazos. Entonces hizo que se separara de él para buscar alguna herida en la rubia, encontrando los dos cortes en su brazo para luego mirarlas con reproche.

— En mi defensa, cariño, apareció vestida de forma extraña, con un casco misterioso y parecía amenazante —la rubia la miró con una sonrisa de lado—. Golpeas fuerte, me lo merecía.

— Esperen —detuvo el intercambio de miradas del par, separándose ligeramente del jinete—. ¿Se conocen? —ambos asintieron divertidos al ver su reacción, fue realmente muy tierno ver como ella se emocionaba porque sus dos mejores amigos se conocían, tal vez iba a ser peor si supiera que eran pareja. El ronroneo de Chimuelo fue lo que la hizo parar su frenesí, girando y saliendo de los brazos de Hipo, se fijó en el dragón que ella había ayudado a entrenar—. Hola, ¿te acuerdas de mi?

No pasó ni medio segundo cuando el Furia se lanzó sobre ella lamiendo su rostro bajo sus quejas y risas tanto las ella como el del par, Chimuelo no tenía ninguna sola intención de separarse de la rubia. Estaba muy feliz de verla y eso se podía notar con facilidad. Cuando finalmente el dragón dio por sentado por completo el saludo, dejó que se parara para limpiarse la baba que le había dejado.

— También te extrañé, eh.

— Dhalia —la llamó Idunn con delicadeza, la aludida respondió con un "mhm" aún intentando limpiarse—. ¿Te acuerdas de Trueno?

Entonces volteó dejando lo que hacía para mirar a la fairiana con el gran dragón púrpura a su lado, el mismo que la había amenazado minutos atrás. Abrió sus ojos señalando al híbrido antes de formar con sus manos el tamaño que tenía antes, la última vez que lo vio, cuando aún era un bebé antes de volver a observar cuanto había crecido. Admitiría que estaba un poco intimidada ya que el dragón era grande y se encontraba mirándola fijamente, además de que su rugido seguía haciendo eco en sus oídos ya que hace tiempo no escuchaba uno tan cerca. Idunn le ofreció su mano invitandola a que la tomase, lo cual hizo, acercándola al híbrido lentamente diciéndole que realmente no había nada a que temerle.

— Trueno, es una amiga, sé bueno —pidió la pelirroja, el dragón bajó su cabeza hasta la altura de Dhalia para inspeccionarla mejor y olfatearla de paso, se alejó unos centímetros cuando ella alzó su mano con intenciones de tocarlo.

— Yo te cargué de bebé, tú no lo recordarás pero estás tan hermoso como la última vez que te vi —sonrió y Trueno volvió a bajar la cabeza esta vez con sus pupilas dilatadas, luego de algunos segundos más analizando se acercó hasta la pequeña mano de la rubia quien extendió su sonrisa.

Luego de que pudiera acariciarlo más, Gorm los invitó a que la siguieran no sin antes agarrar los casco y las armas de ambas quienes habían peleado con anterioridad, sin embargo y para sorpresa de los extranjeros, Dhalia no caminó hasta la colinda del bosque si no que se adentró a este. La pareja se miró estando al tanto de que Dhalia no se llevaba bien con este terreno, se solía perder y le tenía miedo a causa de su nula orientación, así que verla bajear entre los altos árboles fue bastante extraño más la siguieron junto a los dragones. En el camino Hipo le informó lo que había encontrado dentro de la cueva y confirmaron su teoría cuando llegaron al arco de roca, donde Dhalia había entrado invitandolos nuevamente a que la siguieran.

Entraron, Idunn más confundida, encontrándose con lo mismo que Hipo hace solo unos momentos. Volteó para ver al castaño quien tenía su ceño fruncido con preocupación, antes de fijarse en Dhalia quien intentaba ordenar el lugar con un poco de desespero.

— ¿Vives aquí? —preguntó con lentitud, al tener una respuesta afirmativa su ceño se frunció más, si eso era posible—. ¿Por qué?

— Bueno... —soltó una risa nerviosa sin dejar de moverse bajo los pares de ojos preocupados—. Me mudé aquí al darme cuenta que no era lo que mi padre quería, así que encontré esta cueva un día cuando estaba explorando —explicó con simpleza pero algo no cuadraba, Idunn entrecerró los ojos viéndola con incredulidad.

— ¿Estás queriendo decirnos que tú, quien le temía al bosque porque siempre se perdía, decidió venir a vivir aquí, en una zona jamás pisada por ti porque un día decidiste explorarlo? ¿Así y ya? —preguntó Hipo con sarcasmo, Idunn asintió dándole la razón porque fue lo mismo que se le cruzó por la cabeza.

— Así y ya —se limitó a decir encogiéndose de hombros, pero se veía nerviosa, tal vez demasiado.

Idunn suspiró y buscando por las cosas que había en la sala de roca encontró un pedazo de tela, se aproximó hasta ella —no sin antes pasarle su arco a Hipo, era la primera vez que lo tocaba ya que ella nunca se lo dejaba— tomándolo con una de sus manos y sin decir una sola palabra se acercó hasta Dhalia haciéndola parar lo que hacía y alzó la manga de su ropa donde ella le había herido, dejándolo mejor para su vista. Se dio la vuelta para ver si el jarrón que se encontraba sobre una roca tenía agua, al notar que sí la agarró volviendo a la rubia donde derramó el contenido sobre el antebrazo haciendo chillar a la chica, más se quedó en su lugar hasta que le vendó con la tela que había cogido. Luego de hacer todo eso en silencio, se cruzó de brazos y la miró.

— Eres una pésima mentirosa.

— No lo soy, encontré a Alysanne en el bosque y decidí venir aquí para recordarla, así y ya —espetó antes de darse la vuelta queriendo alejarse de Idunn.

— Entré a tú casa —eso la hizo frenar casi al instante—. Borraron todo rastro de ti y yo siendo madre estaría bastante segura que no dejaría venir sola a mi hija a un lugar que no conoce y al que podría no sobrevivir —silencio, se extendió por unos minutos antes de que comenzara a preocuparla mucho mas—. ¿Te encuentras bien?

— Estoy muy bien, no podría estar mejor, los tengo a ustedes aquí, este es uno de los mejores días desde hace mucho —se aclaró la garganta antes de mirar a Hipo tratando de desviar el tema—. ¿Cómo está Berk, los dragones y los demás? ¿Cómo conviven? Seguramente estará hermoso, ¿y tú padre? ¡Oh! ¡Y Fair! Deben contarme como se conocieron.

Hipo puso una mueca mientras Idunn se acercaba al mural donde estaban las hojas pegadas, reconociendo sus viejos dibujos en él. De repente se sintió una muy mala amiga por dejarla aquí, aunque sin poder volar o al menos salir de su isla por los ataques, le era casi imposible, de todos modos no sabía tampoco como ella estaba viviendo.

— Berk está bien, tenemos más dragones y la gente los adora, te sorprendería si los vieras ahora —sonrió sin mostrar dientes, luego fue decayendo un poco, suspiró—. Papá... Papá murió hace cinco meses, me ascendieron a jefe por esa razón.

— Oh, Hipo, lo siento mucho, no era mi intención... —él negó para tranquilizarla, no fue culpa suya, tampoco tenía idea de lo haya pasado fuera de su isla. Dhalia suspiró con las cejas bajas sintiéndose mal, no había hablado mucho con Estoico pero con las pocas palabras que intercambiaron siempre le dio un muy buen trato, era un buen hombre. Tragó saliva al ver el semblante triste de Hipo, así que intentó desviar a otra pregunta—. ¿Y cómo te va la vida de jefe?

— Es estresante, pocas son las veces que puedo salir de la isla ahora, esta fue una excepción y bueno, no me puedo quejar mucho, Idunn me ayuda bastante.

Ajá, que harías sin tu general —canturreó la pelirroja aún de espaldas a ellos.

— ¿Qué? ¿Te mudaste a Berk? —Idunn asintió—. ¿Cómo lograste que tu padre te dejara hacerlo? ¡Oh! Y... ¿cómo se encuentra Alistair? ¿Ya monta a Rhaegal? —preguntó lo último con más lentitud mientras jugaba con el anillo en su dedo anular, joya que el pelirrojo le había regalado cuando eran niños.

Hipo miró rápidamente a Idunn porque él sabía cada una de las respuestas de esas preguntas y ninguna era una muy bonita de responder. Ella se tomó su tiempo, suspiró antes de darse la vuelta.

— Al quedó a cargo de Fair, soy la mayor así que no pudo discutirme tanto cuando tomé esa decisión —comenzó a contar, Dhalia frunció el ceño sin entender de por qué Alistair había quedado a cargo siendo el menor de todos, pero antes de preguntar Idunn volvió a hablar resolviendo todas sus dudas—. Papá murió hace cinco años, al igual que Rhaegal, ascendí a jefa a los quince años y hace cinco meses me quedé en Berk.

— Siento que solo pregunto cosas malas, lo siento mucho... pobre Al, ver morir a su dragón —Idunn se limitó a negar diciéndole que eran cosas que no sabía, Dhalia entonces para romper la incomodidad de las respuestas malas que obtuvo se acercó a serviles un poco de agua a ambos y mientras lo hacía fue preguntando más cosas—. ¿Y por qué te quedaste en Berk?

Idunn miró de reojo a Hipo mientras daba un sorbo a su vaso, se relamió los labios antes de responder.

— Me enamoré —soltó, simple y precisa, el castaño la miró curioso de que diría. Dhalia, en cambio, alzó una ceja.

— ¿Quién fue el suertudo?

Mhm —calculó cómo decirlo de una forma indirecta—. De un bonito chico castaño con ojos verdes, que tiene una manía en lanzarse al peligro igual que yo, demasiado perfecto para ser real a mi parecer.

Miró al joven jefe y sonrió de lado al notar que había logrado sonrojarlo, igualmente se quedaron mirándose como dos pares de idiotas enamorados uno del otro. Dhalia pasó sus ojos a cada uno repetidas veces conectando todos los puntos en su cabeza, realmente no fue muy difícil de descifrarlo, y cuando lo hizo formó una "o" con su boca.

— ¡Oh, por los dioses! ¡Están juntos! —saltó—. ¡Mis mejores amigos están saliendo! ¡Pido ser la madrina de bodas! Ahora tiene sentido como se conocen, estoy muy feliz por ustedes de verdad —sonrió con sinceridad antes de volver a su frenesí, que fue calmado por Idunn luego.

La fairiana la agarró de los hombros y la hizo sentarse, viéndola divertida por su emoción, sabía que se iba a volver loca cuando supiese que Hipo y ella estaban juntos. Pero al estar cerca, la luz de la fogata que ella había prendido cuando entraron, le iluminó el rostro de lado derecho revelando una cicatriz en su mejilla. Cicatriz que ella reconoció porque tenía uno igual, Idunn la tenía desde esa vez que el hombre enojado de Fair alojado en Berk le había propinado una cachetada y la cicatriz se le quedó por culpa del anillo que este poseía, la misma cicatriz que Dhalia también tenía. Alguien la había golpeado.

Al notar esto, Idunn agarró su rostro y le dio la vuelta para observarlo mejor más la rubia se giró parándose para así querer alejarse.

— Quién te golpeó —exigió saber llamado la atención de Hipo

— Nadie, solo me caí, ¿bien? No te preocupes.

— Mirame, ¿ves esto? —le señaló su misma cicatriz pero en su mejilla izquierda, la rubia tragó saliva al ver que se estaba quedando sin salidas—. A mi no me quieras mentir.

Dhalia, sin más, se dio la vuelta dirigiéndose hasta el pasillo que llevaba hasta la salida de la cueva. Hipo entonces dejó su vaso y corrió tras ella para intentar detenerla, queriendo saber lo mismo ya que lo que Idunn notó no hizo más que preocuparlo, más de lo que ya estaba, solo que la conversación anterior lo distrajo.

— ¿A quien le temes?

Dhalia no respondió.

Entonces Idunn comenzó a pensar rápidamente algo que pudiera hacerla hablar y recordó la letra de una canción, una canción que Morag le había dicho lo aprendió de su madre y que solo le había cantado a Alistair los meses en que la muerte de Rhaegal aún era muy reciente, era de su hermano pero estaba segura que a Al no le molestaría que lo use en Dhalia. Así que comenzó a cantar esperando que funcione.

Estás sola, estás por tu cuenta, ¿y qué? ¿Acaso te volviste ciega? ¿Acaso olvidaste lo que tienes y lo que es tuyo? —al parecer si estaba funcionando, Dhalia dejó de pelear con Hipo para dejarla ir y volvió a quedarse en silencio, y según el castaño tal vez helada de la impresión. Miró a la pelirroja y le indicó que siguiera—. No entiendes de que trata todo esto, permites que te envuelva la inseguridad. Tienes esa sangre joven, déjalo ser libre, cuenta tus cualidades y no tus errores.

La rubia entonces se dio la vuelta con lentitud para ver con un poco de miedo a Idunn parada a lo lejos, ella al ver esto dio un paso enfrente mientras volvía a cantar la última estrofa.

Lo tienes todo, perdiste tu mente en el sonido. Aquí, hay mucho mas. ¡Puedes reclamar tu corona! Tienes el control, acaba con los monstruos que están dentro de tu cabeza, pon a tus problemas a descansar... puedes ser la reina otra vez.

Por cada palabras se había acercado más hasta quedar frente a ella y limpiar las lágrimas que se le habían derramado.

— No tengas miedo, estamos aquí para ayudarte.

Dhalia entonces decidió contar lo que ocurría, desde la vez que salió de Berk hace cinco años, recibiendo burlas y maltratos porque había decidido ayudar a un dragón y no matarlo como todo buen vrediano, que ella intentó razonar que los dragones no eran malas criaturas y en un momento de rabia Ibernòn la había golpeado dejándole esa cicatriz en su mejilla. Que fue acusada de traición y que por misericordia la habían desterrado al bosque, ya que la sentencia de traición en Vrede es la muerte. La sangre de Idunn hirvió a un punto máximo y más ganas de ir a hacerle frente a Ibernòn le entraron.

— Iré a asesinarlo —sentenció más Hipo la agarró de la muñeca volviéndola a su lugar cuando intentó irse, recibió un bufido por parte de la pelirroja. Idunn era bastante capaz de ir a hacerlo sin ninguno problema y aunque sabía de primera mano que ella ya había arrebatado unas cuantas vidas, no quería que siguiera por el mismo camino, no quería que se convierta en una asesina.

— ¿Por qué no te fuiste? —preguntó Hipo, la vio suspirar.

— No tengo cómo o seguro termino pérdida, sigo teniendo una muy mala orientación, además, ¿dónde iría?

— Berk —respondió el castaño, luego miró a Idunn un segundo—. Fair, incluso Kain* pudo haberte dado asilo —la pelirroja asintió, más Dhalia puso una mueca. Siendo honesta, salir de su propio hogar no era lo que realmente quería, pero con la situación en la que estaba no creía poder volver al pueblo como una persona normal para ver como mataban dragones, no iba a soportarlo. De todos modos se creó una reputación, era conocida como la loca de los dragones y apostaba lo poco que tenía a que seguirían burlándose de ella—. ¿En serio no puedes hablar con él? Si no puedes, yo lo haré, esto no es justo.

— No, ya lo intenté, incluso mi madre quiso ayudarme pero no se puede, uno no puede cambiar la mentalidad de hombres que ya están acostumbrados a esto.

— Yo lo pude hacer con mi padre y todo un pueblo, déjame intentarlo.

— Esto no es Berk, Hipo.

Hipo suspiró aún teniendo esa manía de querer conversar antes de actuar, pero al menos ya sabía que algunos hombres no estaban dispuestos al cambio y Drago, para su desgracia, le había enseñado eso de una muy mala manera. Idunn puso una mano en su hombro momentos despues para llamar su atención y hacerlo entrar en razón, de que esta vez no se iba a solucionar con palabras nada más.

— Ella tiene razón, Vrede no aceptará el cambio como todos nosotros, solo nos queda apoyarnos y proteger a los dragones —miró a Dhalia—. Ve a Fair o a Berk, donde quieras, en cualquiera de los dos eres bienvenida pero dejarás de vivir aquí, esto no es un hogar.

— ¿Me aceptarían en cualquiera? —el par asintió, la rubia tragó saliva antes de hablar lentamente—.  Siempre quise vivir en Fair, ¿puedo?

— Claro que sí, no tenemos más dragones pero puedes hacerle compañía a Alistair, ya sabes —le guiñó el ojo causando un leve sonrojo por parte de la vrediana, con una sonrisa sin mostrar dientes Idunn añadió—: ve a arreglar tus cosas, te llevaremos a Fair —señaló, mientras una sonrisa se extendía por los finos labios de la rubia antes de ir a hacer lo que la pelirroja había dicho. Hipo miró a su novia con una sonrisa antes de dejarle un beso en su cabeza, Idunn giró alzando una ceja antes de negar—. Tengo una idea.

— ¿Del uno al diez que tan arriesgado es?

— Veinte, tal vez.

Hipo entrecerró los ojos analizando que cosas estúpidas se podía hacer en Vrede y encontró varias, sin embargo, quería oírlo.

— Me agrada, te escucho, general.

• • •

El trío comenzó a moverse a través del bosque hasta donde finalizaba, el plan de Idunn era simple: liberar a los dragones antes de irse. Hipo estuvo de acuerdo, de todos modos antes de tener el título de jefe había liberado a cientos de estas criaturas con ayuda del equipo, volver al negocio sonaba tentador. El plan podía ser un poco vago pero podría funcionar, solo debían desviar la atención de los guardias que custodian las jaulas y de los jóvenes vikingos que iban a entrenar, eran más personas de lo que cabía para ser sinceros.

— ¿Hace cuanto no reciben un ataque humano? —preguntó Hipo dirigiéndose a Dhalia, los tres estaban de cuclillas observando el sitio en cuestión. El castaño era el único que gozaba de un catalejo ya que ambas mujeres negaron cuando les pasó, Dhalia conocía bien el lugar e Idunn no lo requería gracias a su vista de halcón.

Mhm, hace mucho tiempo, los que atacaban más eran los dragones pero los hombres no llegaban a rozar nuestras aguas —explicó en voz baja estando en medio de ambos.

Que suerte, pensó Idunn aunque era bastante obvio, los hombres atacaban las tribus extranjeras por tres simples razones: robar, que era lo más común hasta ahora, conquistar, estaba segura que nadie atacaría Vrede por miedo y finalmente cazar, mayormente dragones y claramente los cazadores no invadirían una isla aliada cuando era uno de los pocos que seguía en el negocio. Sin duda alguna Vrede había logrado sembrar el miedo y el respeto hacia las otras tribus, por eso nadie los invadía y se erguía imponente, seguramente estaba lleno de cazadores ansiosos por un nuevo ataque de dragones para cumplir su tarea, que personalmente le daba asco.

Esa autosuficiencia era lo que Idunn siempre quiso para Fair, en algún punto luego de ataques, saqueos y asesinatos uno tras otro, quería arruinar la reputación tan pacifista que tenía la isla de los dragones y que les tengan miedo, ella quería trasmitir terror para que así lleguen a tenerles respeto. Poner a Fair de vuelta en la cima de la cadena y demostrar que no eran lo cobardes que demás tribus y/o cazadores decían. Sabía que con ese miedo debía cometer actos de los cuales se arrepentiría luego, pero las ganas de querer quemar a cualquiera que entrara a su isla estuvo latente cada día por estos cinco años hasta que se calmó.

Pero esas ganas de quemar volvieron cuando confirmó que sí había cazadores y que los dragones corrían peligro.

Estos cazadores ansiaban un ataque, se notaba, aunque de todos modos los dragones ya no atacaban más, el nido cayó hace mucho tiempo y la única Muerte Roja conocida junto a ella, los dragones tenían un nuevo alfa y tenían islas seguras a donde podían ir a quedarse o alimentarse. Sí, no negaba el hecho de que existían dragones imposibles de entrenar y que se encontraban en su estado más salvaje, pero incluso así, estos dragones ya sabían que debían alejarse de los humanos lo más que podían.

— Entonces no se esperarán esto, usemos el elemento sorpresa a nuestro favor —comentó Hipo de vuelta mirando a sus compañeras, las cuales asintieron—. Yo los distraeré, ustedes vayan a liberarlos.

— Puedo ir yo... —habló la pelirroja pero el berkiano no le dejó seguir.

— No, iré yo, la próxima lo harás tú, mi lady —le sonrió de lado antes de proporcionarle un beso en la mejilla para luego levantarse con Chimuelo tras suyo.

Idunn suspiró antes de fijarse en Dhalia, quien por cierto la miraba divertida, rodó los ojos antes de levantarse igualmente junto a la rubia cuando vio que los guardias se alejaban de sus lugares. Se aproximaron lentamente hasta las jaulas donde los dragones asustados y agitados las miraron a través del bozal que tenían, Idunn se acercó hacia uno donde tenían a un Nadder de color rojo fijándose en las heridas que se encontraban a lo largo de su cuerpo y lo derrotado que se encontraba debido a esto. El enojo se acrecentaba más y más al tener que observar esto.

Entonces abrió la jaula  y extendió su mano hasta el hocico del animal, le dolió ver como el dragón no estaba acostumbrado a que sean gentil con él cuando intentó atacarla, pensó que tan dañado debería estar y hace cuanto que estaba en esta isla. De alguna u otra forma logró sacarle el bozal y al tirarlo lejos, el Nadder se quedó quieto.

— Tranquilo, no quiero hacerte daño, vengo a darte tu libertad —susurró con su mano nuevamente alzada, esta vez el dragón si dejó que lo tocara al ver que no tenía malas intenciones y disfrutó las caricias que la extraña le daba—. Eso es, vamos, pronto dejarás esta fea isla —al finalizar comenzó a quitar las cadenas que lo ataban hasta dejarlo completamente libre.

Dhalia, mientras eso, se aproximó hasta un dragón de clase piedra que no lograba reconocer. Era un dragón robusto de cuatro patas, las delanteras eran mucho más pequeñas que las traseras, de un color entre marrón y purpura en la parte de su estómago y con diferentes colores —amarillo y azul— en parte de su rostro, lomo, alas y cola en forma de manchas, poseía una cresta con pequeñas espinas detrás de su cabeza y una enorme espina cónica en su barbilla, finalizando en una hilera de pequeños picos que recorren desde su nuca hasta su cola, que terminaba en forma de abanico.

Abrió la jaula bajo la atenta mirada del dragón y levantó las manos para demostrar que venía en son de paz, venía desarmada, su lanza estaba atada por su espalda y no mostraba algún movimiento amenazante. Así que el dragón no se movió cuando ella se aproximó para quitarle el bozal y el resto de las cadenas que lo aprisionaban. Algunos dragones eran más fácil que los otros, Dhalia cubría a los del lado izquierdo e Idunn la derecha, ocultandose como podían cuando algunos guardias pasaban al grito de "se llevan a los dragones del lado sur" sabiendo que se referían a la zona donde Hipo y Chimuelo se encontraban.

Había una jaula que daba vista al pasillo, era arriesgado pero no podían dejar a nadie atrás, así que fue Dhalia quien se acercó notando a la enojada Pesadilla Monstruosa que le gruñó y en una forma de amenaza para que no se acerque comenzó a sacar humo del orificio de su nariz, la amenaza de que se cubriría de fuego o que se lo lanzaría estaba vigente. Estaba al tanto de que esta clase de dragón era un poco agresivo en batalla o si algo no les gustaba, claramente estar enjaulado y ser usado como sujeto de pruebas era algo que le iba a disgustar.

— No te quiero hacer daño, voy a liberarte —alzó una mano mientras que con la otra abría la jaula, la criatura nunca dejó de mostrarse amenazante, le gruñía haciendo que sus colmillos sobresalieran como podían del bozal. No confiaba en ella, su olor era igual al de los demás y por más que pareciera inofensiva, el dragón no pensaba bajar la guardia.

Dhalia notó eso aunque igualmente intentó acercarse, debía sacarle las cadenas y alejarlo de aquí pero no se lo ponía fácil. Los dragones ya liberados seguro llamarían la atención de los guardias dentro de segundos, no podía perder más tiempo y tampoco quería llamar a Idunn mientras esta trataba de tranquilizar a los ya sueltos. Así que estiró su mano con la intención de tocar el hocico del animal y mostrarle que podía confiar en ella, más el dragón se abalanzó hacia enfrente causando que la rubia cayera al suelo, vio desde su posición como la Pesadilla intentaba sacarse las cadenas que lo retenían para seguramente atacarla mejor más al no lograrlo se prendió fuego.

Idunn corrió hasta llegar a ella y ponerse enfrente, debía calmar al dragón tanto por la vida de su amiga como para no alertar a los isleños más de lo que ya estaban haciendo. El terco y malhumorado dragón la miró aún en estado de alerta y pasó algo increíble. Al olfatearla, sus pupilas —que estaban en una fina línea segundos atrás— se dilataron y las llamas de su cuerpo se apagaron, ambas mujeres juraron que el dragón estaba algo sorprendido y tal vez en la conmoción que llevaba, Idunn aprovechó para acercarse y sacarle las cadenas junto al bozal. Tampoco se esperó que la criatura pasara de un animal salvaje con intenciones de devorar a cualquiera a verse como un gato abandonado en busca de cariño, en su interior posiblemente estaba ronroneando cuando la pelirroja acarició su hocico.

— Esto no es normal —rió con nerviosismo al no entender el comportamiento que el enorme dragón mostraba.

— ¿Lo conoces? —preguntó Dhalia igualmente confundida, la fairiana frunció el ceño pensando en alguna posibilidad de que fuera él pero la desechó al minuto cuando comenzó a negar—. Tal vez vivía en Fair o era de tu...

— ¡Se llevan a los dragones! —escucharon un grito de alerta, giraron dándose cuenta que los vredianos ya las notaron por estar en el pasillo. Eran cuatro y tres de ellos lanzaron sus hachas hacia ellas pero que no llegó ya que el ala de la Pesadilla Monstruosa se interpuso, salvandolas de una muerte segura.

Idunn lo observó bien pero no se detuvo a pensar más ya que el ataque era inminente y ellos estaban en medio, así que con un grito llamó a Trueno quien salió del bosque. El híbrido rugió antes de agarrar con sus garras una de las jaulas vacías y lanzarla en medio del camino para detener a los vikingos que iban a detener a las intrusas. Segundos despues llegó Hipo para que Chimuelo ponga orden entre los dragones asustados, intentaba no causar una pelea y llevarse a los dragones a Berk para que estuvieran a salvo, sin embargo, cuando abrió la boca para avisar esto los vikingos de Vrede aparecieron con armas en mano sin tener ninguna intención de charlar.

Ambas mujeres bajaron sus cascos y empuñaron sus propias armas, arco y lanza en mano, espalda contra espalda. Dhalia no quería pelear contra su gente pero ellos no le dejaban de otra, debía defenderse, tanto a los dragones, sus amigos y ella misma. Los gritos de los Duros de Sangre y los rugidos de los dragones se mezclaron cuando las flechas de la fairiana cortaron el aire incrustrandose en los cuerpos del enemigo. La Pesadilla seguía protegiendola, no se apartaba mucho de su lado e incluso —algo que Dhalia notó y no Idunn— miró emocionado cuando Trueno aterrizó empujando las jaulas vacías.

Los superaban en número y estaban al tanto de eso, así que debían salir de ahí antes de que la situación empeorara porque estaba al borde cuando escucharon como preparaban sus armas con las que derribaban dragones para usarlos contra ellos, simples humanos. Pero el trío tenían a los dragones, que aunque asustados por toda la situación y por el estilo de vida que llevaban, sabían de que lado de la lucha estar. Hipo entonces le pidió a Chimuelo que les ordenara tomar vuelo, ya que el único en el aire que andaba impidiendo que las catapultas y arpones sean disparados era Trueno, utilizando su mando de alfa el Furia soltó un rugido y los demás dragones lo escucharon.

El sitio estaba bajo llamas, era un completo desastre y si no se iban saldrían perdiendo, así que sin perder tiempo ambas amigas de infancia cruzaron una columna de madera caída y desviaron algunos sitios donde el fuego residía, Hipo y Chimuelo se acercaron a ellas aprovechando que los vredianos se habían atrasado debido a las llamas pero cuando no pensaron que podía empeorar más, un grito lleno de furia los hizo detenerse.

— ¡Dhalia!

El trío volteó, con la rubia con temor al reconocer la voz de su progenitor, Ibernòn pasó enfrente caminando en zancadas con el hacha sangrienta en su mano y su gente detrás, Gorm notó a quien fue su amigo alguna vez, Björn, entre la multitud y tragó saliva con dificultad por el nudo que se le había formado en la garganta. Hipo la agarró de la muñeca y la hizo retroceder para que quedara detrás de Idunn y él, ya no la dejaría a merced de ese hombre lo que incluía protegerla de cualquiera que intente dañarla de vuelta, sabía que Kerr estaría de acuerdo. La pelirroja apretó su mandíbula al igual que el arco que sujetaba en su mano izquierda cuando notó al jefe de la isla aproximarse y quedarse a un par de metros de los tres, sus ojos solo estaban sobre Dhalia quien aunque tenía su casco puesto podía reconocerla fácilmente, era su hija despues de todo.

— Que decepción —suspiró el azabache, su voz realmente expresaba la decepción que tenía contra su hija en estos momentos—. Te dejé vivir en la isla y haces esto, eres una vergüenza para los Gorm... tú... tú no eres mi hija.

Sí, ya sabía que su padre, a quien seguía amando, estaba decepcionado de ella, se lo había dicho hace cinco años pero escuchar que sentía vergüenza de que fuera su propia sangre era nuevo y no pudo evitar sentirse mal. Sin decir nada estiró la muñeca de Hipo intentando decir que lo mejor era irse mientras podían, el castaño notando su estado volteó a ver de nuevo al hombre con el ceño fruncido.

— Debería a ti darte vergüenza —respondió el jefe de Berk—. Y deberías estar orgulloso por tener una hija como Dhalia, ella es todo lo excepcional que tú no tendrás.

— ¿Quién eres para hablarme así? —alzó la cabeza de forma autoritaria, sus ojos volvieron hacia la rubia—. ¿Y ahora te aferras a un desconocido a su brazo? Yo no te crié así.

Cuando Hipo iba a abrir su boca nuevamente confirmando en su cabeza que no lo había reconocido, Idunn puso su arco frenando cualquier acción que el castaño haría. Intentó controlarse cuando comenzó a decir cosas de su amiga, pero llegó a su límite cuando pudo notar que más allá del grupo de vredianos se encontraba un dragón muerto y que eso explicaba el hacha con sangre.

— ¿Acaso importa quien es uno para poder decir sus verdades al otro? —escupió con veneno en su voz—. Exiliaste a tu propia hija, tu propia sangre a un lugar donde sabías bien no conocía, la dejas tirada como si fuera peso muerto a una corta edad y te excusas con que te traicionó —dio unos pasos adelante y cualquiera que la vea podía jurar que había fuego en sus ojos—. Asesinas, ¿y te crees mejor por eso? ¿eso te hace hombre, verdad? Porque eso está en la tradición y muchas, muchas excusas más mientras matas personas y dragones inocentes, he conocido asesinos con más dignidad y convicción que tú porque eres un hombre sin honor —Ibernòn la observó con enojo, apretó el mango de su hacha con fuerza causando una sonrisa divertida en el rostro de Idunn—. Oh, ¿el pobre jefe de Vrede se ofendió?

— Tú no sabes con quien te estás metiendo, niña, te advierto que tengas cuidado en las palabras que dirás.

— Claro que sé quien es, he estado cinco años en guerra, me he enfrentado a muchas tribus y matado a muchas personas iguales a usted, créame, no tengo miedo —alzó su casco para mirarlo mejor—. Soy Idunn Kerr, la primera en su nombre, hija de Morag El Grande, el hombre que intentó quemar su isla cuando usted intentó matarlo y entre nos, yo no lo intentaría, yo lo haría. Así que es mejor que usted cuide sus palabras, no yo.

Ibernòn al reconocer el nombre del hombre que alguna vez fue su amigo y que lo "traicionó" cuando le comentó sobre tener paz con los dragones, su enojó aumentó y fue peor ver el rostro de su primogénita, se estaba burlando de él. Así que no esperó ni un segundo en querer callar todas las palabras que sí, le estaban ofendiendo, y también quitar esa estúpida sonrisa egocéntrica que la pelirroja estaba teniendo. Alzó su hacha para arremeter contra ella y aunque sus acompañantes se alertaron, ella ni se inmutó, esa táctica ya la conocía, por lo que al momento que el hombre bajó el arma una rafaja de fuego azul se interpuso en medio de ambos logrando que el azabache retrocediera.

Trueno rodeó al grupo con el fuego con tal de alejarlos, Idunn le dio una última mirada —una bastante retadora— al hombre pelinegro antes de darse la vuelta. Se acercó hasta sus acompañantes al mismo tiempo que el híbrido tocaba el suelo, este bajo la cabeza diciéndole que se suba sobre su lomo.

— Llevaré a los dragones a Berk —avisó Hipo montando al Furia, Idunn suspiró y se acercó a él en zancandas, agarró el cinturón de su pecho que unía sus hombreras para que esté a su altura y así besarlo con bastante intensidad, causando que el castaño en su sorpresa se le bajara el alma al suelo. Estaba marcando territorio, lo sabía por la mordida que le dio antes de separarse y la mirada que le lanzó antes de alejarse de él—. B-bien.

— Iremos a Fair, te veo a la noche —se limitó a decir la pelirroja estando consciente en que estado dejó al castaño.

El aludido asintió mientras se aclaraba la garganta sonrojado cuando notó la mirada entre divertida e incómoda de Dhalia, así que sin esperar más tomó vuelo con un rugido de parte de Chimuelo para que los dragones lo siguieran, lo cual hicieron. Mientras esto pasaba, los vredianos que no habían quedado en medio de las llamas comenzaban a acercarse a ellas desde una esquina por lo que rápidamente Idunn montó a Trueno y extendió una mano a la rubia.

— ¿Has montado un dragón alguna vez? —preguntó, la vio suspirar un poco pensativa.

— Fue hace mucho tiempo —susurró antes de que con una pequeña sonrisa agarrara la mano enguantada de la contraria para luego ponerse sobre el lomo del híbrido.

Trueno alzó su cabeza parándose con sus dos patas traseras a la vez que abría sus alas, por el ancho de estas comenzaron a formarse pequeñas líneas desiguales de electricidad que se hicieron mayores a los segundos. Cuando los vikingos estaban a pasos de ellos, el híbrido chocó sus alas con fuerza contra el suelo generando una explosión de energía que lanzó a todos en un rango de cuatro metros, aprovechando eso tomó vuelo dirigiéndose del lado contrario donde Hipo y los dragones se habían alejado.

Dhalia miró desde el aire como, lo que fue su hogar por veinte años, se alejaba en la distancia volviéndose cada vez menos visible hasta que finalmente desapareció de su vista. Suspiró pensando en todo lo que dejó atrás, si antes su padre estaba enojado con ella ahora si pisaba de vuelta la isla seguramente la matarían sin dudarlo, realmente lo único bueno que había dejado y al que hubiera querido darle una buena despedida era su madre, esperaba que la entendiera. Así que sus pensamientos fueron a lo bueno, estaba con su mejor amiga e iría a un lugar donde podría ser ella misma sin temor de que la juzgaran o se burlaran, ¿qué sería mejor que sentirse libre?

Suspiró abrazando a Idunn por detrás sintiendo luego de mucho tiempo paz, cerró sus ojos dejando que el viento frío chocara por su rostro y una sonrisa se extendió por sus agrietados labios. Observó entonces a la jinete frente a ella, el casco tapando su rostro y el cabello rojo suelto sobresaliendo de esta, con sus ojos fijos en el horizonte concentrada en su camino y sonrió de lado.

— Gracias —susurró, la aludida la miró sobre su hombro—. Por todo, por regresar, por ayudarme, darme cuenta que no era mi culpa, darme un lugar donde pueda ir, liberar a los dragones y enfrentar a mi padre, no he visto a nadie desde tu padre y Estoico que se atreva a hacerlo, solo... gracias.

— No tienes por qué hacerlo, eres mi amiga, eres como mi hermana y una promesa es una promesa.

Dhalia le regaló una sonrisa antes de volverse a perder en el paisaje que el cielo amistosamente le ofrecía, nunca había pensado lo mucho que había extrañado volar y estaba disfrutando cada segundo en este momento. En el camino, porque era uno un poco largo, se quedó dormida en la espalda de Idunn una media hora de la cual despertó cuando se movió hacia la derecha y casi se cayó del dragón púrpura, trató de quedarse despierta luego de eso.

Idunn entonces le contó lo que se había perdido en estos años, desde lo más interesante como la primera vez que Alistair montó a Rhaegal hasta lo más trágico como la muerte de este y su padre. No dio muchos detalles en esta y prefirió que fuera así, seguro aún era difícil para ella. También le comentó como había llegado a Berk y las aventuras que había vivido en el Santuario, como el camino para darse cuenta que estaba enamorada de Hipo fue un suplicio y finalmente la batalla final contra Drago donde ambos se dieron cuenta que sentían lo mismo. Dhalia se había reído diciendo lo ciegos que ambos habían sido e Idunn no quiso darle la razón, aunque la tuviera.

Lo último que le comentó antes de llegar a la isla de los Drakenhart fue que Alistair tenía un nuevo dragón, o dragona en este caso, pero que no sabía mucho que había pasado entre esos dos para que se volvieran tan unidos y en un tono que la rubia no supo identificar añadió que ella le podía preguntar personalmente cuando lleguen. Siendo sincera, Dhalia estaba un poco nerviosa de ver a su primer amor platónico en persona luego de muchos años y los comentarios de Idunn tampoco la ayudaban, sin evitarlo observó el anillo que el pelirrojo le había dado cuando eran niños.

— Llegamos —murmuró la fairiana sacándola de sus pensamientos, su corazón comenzó a latir rápidamente cuando se fijó en la isla alzarse frente a ellas tan majestuosa como lo recordaba, en su cabeza se dijo que parecía que nunca había estado en guerra por lo bonito que se encontraba.

Trueno batió sus alas antes de aterrizar un poco cansado, lo entendía, con la lucha y el viaje el pobre estaría muerto de cansancio. Estaba maravillada por él, la última vez que lo vio hacía días que salió de su cascarón y ahora estaba enorme. Mientras la rubia seguía admirando al híbrido, Idunn se bajó de está siendo saludada por los pueblerinos que la vieron lo cual ella respondía gustosa, siempre se sentía bien regresar a casa.

— ¿Ya recordaste que tienes un hermano o te perdiste? Apuesto más a lo segundo —canturreó una voz masculina saliendo de una de las casas del lugar, Dhalia no reconoció su voz porque estaba muy cambiada pero al alzar la vista pudo reconocer al niño con el que siempre jugaba en el hombre pelirrojo que se acercaba a Idunn, esta última rodó los ojos por su comentario—. Ey, no me pongas esa cara, si yo no aparezco en Berk tú no te acordarías de mi, desgraciada, me dejas tirado como un gato desamparado.

— No seas melodramatico, tengo asustos que atender y tú lo sabes.

— Sí, como Hipo Abadejo, por ejemplo.

Lo siguiente que escuchó Dhalia mientras se bajaba con cuidado de Trueno fue un golpe y una queja por parte del menor, él aún no notaba su presencia y aprovechó eso para dedicarse a detallarlo. El niño que había conocido ya no se encontraba ahí, ahora estaba un hombre hecho y derecho, de pronto se sintió cohibida e intentó ocultarse tras el ala del híbrido pero que no resultó ya que este se alejó para saludarle a otro dragón de colores claros quien supuso era Arwen, como Idunn le había comentado que se llamaba.

— Ya entendí —volvió a hablar un divertido Alistair por la reacción que tuvo su hermana, se agarraba el brazo donde esta le había propinado un golpe pero aún así su sonrisa no se alejaba de su rostro—. Pero ya, ¿que te trae tan al norte, hermanita? Quiero suponer que es por mi.

— Para tu desgracia no —el pelirrojo puso un puchero como bien niño de cinco años que era en el cuerpo de veinte—. Pero igualmente te va a gustar, hoy desperté con ganas suicidas, ya sabes lo normal y entonces arrastré a Hipo a Vrede —el menor se puso recto y su semblante se puso serio al oír el nombre de la isla, iba a replicar más la otra no se lo dejó—. Casi muero pero al final sí pude encontrarla, que era lo importante —se puso de un lado mirando en la dirección donde la rubia estaba parada con el traje extraño y el cabello platinado en una trenza larga sobre su hombro, fue muy fácil saber quien era cuando le sonrió con timidez.

— ¿Dhalia? —susurró como si estuviera viendo un fantasma, miró a su hermana quien asintió antes de volver su vista azulada a la chica.

— Hola, Al —saludó ella moviendo su mano.

Los ojos del actual jefe de Fair se cristalizaron con emoción y antes de que la extranjera lo previera, él ya se había acercado y la había rodeado con sus brazos alzandola por los aires antes de dejarla en el suelo, sin embargo, no la dejó de abrazar. Dhalia igualmente de emocionada soltó algunas lágrimas ocultandose en el cuello del muchacho mientras él se aseguraba de apretarla contra su cuerpo, no quería que se desvaneciera y se vaya de su vida de nuevo.

— Por todos los dioses, ¡eres tú! —exclamó aún envueltos en el abrazo, Idunn los miraba con una sonrisa emotiva, el pelirrojo menor separó su rostro para observarla—. Mírate, estás hecha una mujer, una mujer muy hermosa si me lo preguntas.

Dhalia no pudo evitar sonrojarse por su comentario, que le había salido lo más natural.

— Tú también te ves bien, Al, te extrañé mucho —lo volvió a abrazar ocultandose esta vez en su pecho, se dio cuenta que el fairiano estaba bastante alto. Este la volvió a separar cuando escuchó un sollozo de su parte.

— Yo también, princesa —le limpió las lágrimas con sus pulgares con suavidad—. Quiero que me perdones por no ir a buscarte todos estos años, pero han sido tiempos oscuros, apenas nos estamos poniendo de pie de vuelta —la chica negó.

— No te preocupes, Idunn me contó todo, lo siento mucho —el pelirrojo puso una sonrisa de lado en forma de agradecimiento al entender a lo que se refería.

— Dime que te vas a quedar —miró a su hermana segundos luego—. ¡Dime que se va a quedar!

— ¿Por qué crees que la traje, cabeza hueca? —preguntó esta sin mirarlo ya que ahora se encontraba ocupada dándole mimos a Arwen, Alistair bufó por el apodo causando una pequeña risa en Dhalia.

— Algunas cosas no cambian —murmuró la rubia refiriéndose a las pequeñas e insignificantes peleas que los hermanos tenían cuando eran niños y que seguían teniéndolo, al parecer.

Alistair sonrió de oreja a oreja antes de abrazarla nuevamente y retroceder hasta su hermana donde la juntó en el abrazo, las mujeres rieron por la emoción del jefe actual pero no podían negar que se encontraban de la misma forma cuando se hallaban los tres juntos luego de casi doce años. Y esta vez juraron que nada ni nadie los iba a volver a separar.

Jeje, hola, cuanto tiempo eh. Bueno, dije que iba a actualizar en la semana del último cap y me demoré un mes, lo siento mucho no tengo excusas, me distraje un día y terminé distraída un mes. Mejor peguenme :(

Ahora, tengo puntos que aclarar así que atentos.

1. Kain es una isla monarca perteneciente a newtmas- de su fic de Hipo "Crown", que por cierto está super recomendada, vayan a leerlo 7u7

2. El dragón que Dhalia libera primero es un Albañilero, este bebito:

3. Tengo dos AU's en borradores a lo que yo llamo au bueno y au cruel ahre, les digo esto porque seguro el año que viene salen a la luz. El au bueno es un "¿y si Rhaegal no hubiera muerto?" y el au cruel es un "¿y si Idunn nunca hubiera regresado a Berk?", este segundo está inspirado en games of thrones, por eso es cruel ah. También este segundo se hace una referencia en este capítulo, donde Idunn siente las ganas de quemar todo cof síndrome daenerys cof.

4. Se acerca el cumpleaños de los hermanos así que estaré haciendo una dinámica en mi instagram (_odinsdottir), por si quieran unirse uwu.

Bueno, ¿qué les pareció el capítulo? ¿que creen que le pasa a la pesadilla monstruosa por eso reaccionó así con Idunn? ¿Triunfará el Astrair ahora que Dhalia volvió? ¿Será Vrede un problema para Fair luego de esto?

Eso es todo, si hay errores los corrijo luego, espero actualizar antes de que acabe el año ahr, ¡nos leemos!

Mag.

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