━sixteen: someone to you
╭══❅•°•CAPÍTULO XVI•°•❅══╮
ALGUIEN PARA TI.
❝No importa si el sol se molesta y el cielo se enfríe, si las nubes son pesadas y quieren caer, solo quiero ser alguien para ti❞
El viento era bastante fuerte y en lo único que en Alistair se fijaba, desde la isla de los Gamberros Peludos, era en como los jinetes se estaban retrasando. Frunció el ceño mientras acomodaba sus muñequeras sin dejar de ver el horizonte, estaba atardeciendo y la cantidad de nubes que se había juntado tampoco creía que les ayudaría mucho.
Se puso un tanto ansioso jugando con sus manos antes de retroceder para caminar hasta Arwen, no debería de preocuparse pero lo hacía, además estaba en deuda por salvar Fair y ayudarlo con la búsqueda de su hermana, les debía. La dragona se acercó a él hablando en gruñidos y sonidos característicos de ella, se mostraba preocupada por los sentimientos encontrados en su jinete que podía sentirlo con facilidad.
Alistair se podría mostrar despreocupado, incluso bromista con cualquier tipo de situación que ocurriera en la isla, pero estaba totalmente aterrado en pensar dirigir Fair él solo, sin su hermana, culpándose de lo que le haya pasado, sumándole otra cosa que hizo mal a su lista. Pero ya estaba cansado, que otras personas se entromentan con su familia y que se las arrebaten como si fueran ovejas de un rebaño.
No, los Kerr no eran ovejas, ellos eran dragones. Idunn le tenía miedo al fuego pero era capaz de caminar a través de las llamas si era necesario, Morag protegió Fair durante veinticinco años y tampoco dudó en enfrentar a reinos y tribus, queriendo llegar a una paz fallida, Ishbal fue la Madre de los Dragones y quien descubrió que eran criaturas maravillosas. Al final estaba él, el Último Dragón, perdiendo a todas las personas mencionadas en un abrir y cerrar de ojos.
Ya no más.
— ¿Tú estás conmigo, princesa? —preguntó acariciando la cabeza de la dragona, sus amigables ojos púrpura lo miraron directamente y con una sonrisa, a su manera, hizo un sonido afirmando que estaría con él hasta que lo desee, como lo estuvo con su otro jinete antes de morir.
Alistair sonrió antes de subirse en su lomo, Arwen tomó vuelo segundos después intentando buscar el aroma de Astrid. Ella no era un dragón rastreador, pero la rubia había estado cerca durante este tiempo por lo que se acostumbró a su olor, por lo que fue fácil encontrarla. El pelirrojo suspiró aliviado al ver a los jóvenes jinetes encima de un iceberg junto a sus dragones, pero solo estaban ellos, ni Estoico, Bocón y mucho menos Hipo se encontraba nen el lugar.
La primera en verlo fue claramente Astrid, ya que andaba viendo el cielo en señal de su jefe o el hijo de este, levantó su mano y él extrañado, por la ausencia de algunos, bajó hasta el hielo con cuidado de no resbalar.
— Ay, no, lo que faltaba —bufó Patán al verlo descender, el pelirrojo simplemente rodó los ojos sin hacerle mucho caso.
— ¿Qué pasó? —preguntó mirando a la rubia, ella se vio exasperada.
— Hipo se fue a Odín sabrá donde, Estoico junto a Bocón fueron a buscarlo y no han regresado, ugh —gruñó—. Ya fue hace mucho tiempo y ni una señal de que regresarán.
Alistair la miró un segundo antes de ver a su alrededor, solo había iceberg y pequeñas islas de hielo, las nubes se habían disuelto pero no se veía nada alentador igual. Entendía su preocupación, Estoico era su jefe, Hipo su mejor amigo y ambos no estaban regresando de algo que debieron hacerlo hace ya horas, suspirando volteó hacia ella quien también veía el horizonte con esperanza de que alguno apareciera.
— Hay que revisar el perímetro, seguro ya están cerca —mencionó él llamando la atención de la rubia, hizo un ademán para que tomara vuelo primero a lo cual ella sonrió de lado, agradeciendo su ayuda.
— No se muevan de aquí, ya regresaremos —avisó al grupo que giraron para verlos con aburrimiento, a excepción de Brutilda que seguía sufriendo por el atrapador de dragones.
Tormenta tomó vuelo seguida de Arwen, no se iban a alejar mucho y la verdad, Alistair solo quería tranquilizarla. Se mantuvieron en silencio primeramente, revisando el lugar ya sea tierra o cielo por algún rastro de los berkianos. Astrid se encontraba alerta a cualquier cosa más se comenzaba a desanimar al no ver absolutamente nada más que hielo y nubes, por lo que decidieron regresar al iceberg con los demás.
— Oye, ¿estás bien? —preguntó el pelirrojo, ella lo miró un rato antes de suspirar.
— Estoy empezando a sentir lo que tú, ya comprendo mejor aunque te controlas mucho —sacudió la cabeza para luego gruñir—. Ugh, sí tan solo escucharan a Hipo...
— Quería negociar con Drago —la interrumpió con el ceño fruncido.
— Él puede ser muy convincente.
— No con ese tipo de hombre, Astrid, Drago no escucha a nadie y solo hace lo que él quiere, las palabras de un chico de veinte años no lo harán cambiar de parecer —explicó, ella suspiró y se limitó a hablar hasta llegar junto a los demás, no quería darle la razón.
— Esto no me gusta —mencionó al tocar de vuelta el gran hielo flotando en el océano—. Ya debieron de haber vuelto con Hipo.
— A mi tampoco me gusta —habló Brutilda empujando la pata de pollo que Patán se lo había ofrecido—. Eret, hijo de Eret, es el hombre de mi sueños, ¡es mi mundo!
Alistair los miró con un mohín, aún no estaba acostumbrado a la forma especial de ser de los jinetes por lo que giró sus ojos hasta Astrid quien solo se encogió de hombros. La rubia volvió a observar el horizonte mucho más preocupada sin darse cuenta que Alistair no había dejado de verla, preguntándose porque se mostraba tan alterada por el chico que su hermana quería.
— Tal vez Drago los derribó, ¡tal vez necesitan ayuda! ¿Y sí ellos derribaron también a Idunn? Hay que encontrarlos rápido.
— Astrid, no te precipites, no sabes sí eso es verdad —dijo Al intentando detenerla, sabía que las ideas o planes precipitados no salían para nada bien. Ella giró para verlo con mala expresión, pero antes de que le diga algo Patapez la interrumpió.
— Espera, ¿qué? Pero Estoico dijo que...
— ¡No importa lo que haya dicho si los capturaron! Al, ellos pueden tener a Idunn —lo miró para que la apoyara, el pelirrojo suspiró pensándolo por un segundo viendo el océano antes de volver a mirarla.
— Tú mandas, Hofferson.
• • •
El resto del día fue bastante interesante, empezando por como Idunn ignoraba a Hipo o al menos lo intentaba. Se sentía demasiado nerviosa que él esté cerca de ella y no era principalmente porque estén peleados, sí ya se habían arreglado, ¡estuvo a punto de besarlo! De nuevo, pero algo que la descolocó de todo esto es que él parecía querer hacerlo, ¿había una mínima posibilidad de eso al menos?
Pero lo más importante, ¿por qué, por Hela, era tan malditamente insegura? Tal vez porque Hipo fue el primer chico a quien le dio un beso o porque la hacía sentir de todo con el simple hecho de mirarla, ah, estaba realmente jodida.
Ambos jinetes volaban tras Valka, Idunn se encontraba un poco apartada de madre e hijo pero lo suficientemente cerca para oírlos hablar, el nerviosismo no se iba pero el viento frío que había ahí arriba la pudo tranquilizar un rato. Trueno se encontraba feliz, quería suponer que por el almuerzo pero sabía que se debía a la presencia de Hipo y Chimuelo, si hasta incluso la había mirado con los ojos entrecerrados regañandola de alguna manera del porqué se alejó del castaño.
Era impresionante que un dragón le estaba haciendo esto, aunque hablaría seriamente con él luego para que no se ilusione ya que no tenía pensado volver a Berk luego de esto. Por más nerviosa que estaba no podía evitar sentir añoranza, nunca tuvo la suerte de volar junto a Hipo, con él si, pero no pudo hacerlo a su lado montando a Trueno y él a Chimuelo. No hubo tiempo, todo se fue a la basura luego. Recuerdos suficientes que la desanimaron en cuestión de segundos, ¿por qué era así? ¿por qué creía que si actuaba de otra manera las cosas pudieron haber ido mejor?
Salió de sus pensamientos cuando Valka, quien los guiaba, se detuvo dándose la vuelta, también se dio cuenta que había estado hablando pero que estaba tan metida en su cabeza que no la había escuchado. La mayor miró abajo haciendo que su hijo y dragón hicieran lo mismo, Idunn se limitó a esperar ya que estaba consciente de lo que pasaría a continuación más igual miró abajo, era algo que estaba segura no se cansaría de ver. Lo primero que vio fueron los colmillos del salvajibestia saliendo desde debajo del agua antes de sacar toda su cabeza, sus ojos azules como el cielo los miraron fijamente antes de abrir su gran boca y escupir cientos de pescados que comenzaron a caer desde el cielo, los dragones que venían detrás de ellos comenzaron a atravesarse para agarrar tantos como podían.
Valka comenzó a reír al ver el rostro sorprendido de su hijo, mientras que él volteó a ver a Idunn con la boca abierta a lo cual ella no pudo evitar sonreír, parecía un niño. Negó manteniendo la sonrisa y agarrando con fuerza la manija de su montura Trueno descendió para agarrar todos los pescados que le entraban a la boca, luego volvió a ascender sobrepasando a madre e hijo y siendo seguida por los demás dragones quedando tan arriba como era posible.
Hipo miró la dirección en donde se había ido escuchando su risa a lo lejos, los dragones la seguían como unos hijos a su madre. La danza de los dragones se comenzó a formar encima de ellos, siguiendo los movimientos que hacía Trueno, no eran dragones entrenados a seguir a cualquier persona y eso fue lo que más lo emocionó, simplemente seguían a Idunn y eso lo hizo sonreír. Valka al notar eso sonrió de lado volviendo a volar.
Pronto ambos terminaron encima de un pequeño iceberg donde el castaño le mostró el mapa que estaba haciendo, aunque igual no duraron mucho tiempo en tierra cuando Valka de vuelta lo llevó al cielo hasta una corriente de aire que salía de lado de un barranco, donde pudieron quedar flotando gracias al aire que no pudo identificar de donde venía, pero no importaba, la estaba pasando de maravilla que hasta incluso se olvidó la razón por la que había salido de Berk. Idunn junto a los dragones se les unieron luego e Hipo se dio cuenta de algo, la pelirroja finalmente había roto las cadenas y se notaba la libertad en ella.
No pudo estar más feliz.
El viento hacía que su cabello rojo se levantara, al igual que su cuerpo, se atajaba por su manija mientras Trueno le sonreía tanto a ella como a Chimuelo. Pronto Valka comenzó a caminar encima de los otros dragones, pasó encima de la pelirroja hasta llegar a él y terminar de vuelta en Brincanubes, Idunn dejó que se alejaran mientras ella se quedaba en la corriente de aire con los demás dragones que se divertían a su alrededor. Aunque su vista nunca abandonó la dirección en donde se fue y la mancha negra volando en el cielo, ¿alguna vez han sentido como todo lo que quieres está justo frente a ti, pero que parece imposible atraparlo? ¿alguna vez conocieron a alguien imposible de dejarlo ir?
¿Alguna vez se enamoraron pérdida e irrevocablemente de alguien?
Negó para si misma, irse del santuario sin pensar de vuelta en Berk o algo que le recordara a él era mucho más sencillo hasta que apareció, ahora que estaba a solo unos pocos kilómetros de vuelo de ella, ¿qué se supone debía hacer? ¿huir? Tenía la oportunidad perfecta para irse sin dejar rastro y para siempre si así lo quería, pero ya no quería huir, sabía que debía afrontar sus acciones alguna vez en su vida. Por lo que tomando riendas en el asunto abandonó la corriente de aire para volar donde madre e hijo habían aterrizado.
Vio que estaban hablando así que esperó para no interrumpir su momento, cuando vio a Valka alejarse como para volver fue cuando Trueno aterrizó. Rápidamente Chimuelo apareció frente a él de una manera cómica que hizo a Idunn reír, se encorbó para mostrar su espalda y las espinas que tenía por ellas, indicando como podía abrirlas y cerrarlas a gusto, Trueno ladeó su cabeza mirando curioso el nuevo descubrimiento.
— Idunn, hay que regresarlos, ¿te quedarás aún? —preguntó la mayor al verla aterrizar, la pelirroja se limitó a asentir a lo que Valka le sonrió de forma sellada y le guiñó el ojo. Idunn entrecerró sus ojos viéndola caminar hasta su dragón y posiblemente se hubiera quedado ahí juzgandola con la mirada si Hipo no se hubiera acercado.
— Hola, amigo —le saludó al híbrido, la pelirroja lo miró casi al instante viendo como acariciaba la cabeza de su dragón causando que una pequeña sonrisa se formara en sus labios, apretó la manija cuando el castaño alzó la mirada y sus ojos conectaron—. Idunn, ¿puedes ayudarme? —la aludida parpadeó y frunció el ceño confundida, por lo que Hipo decidió continuar—. ¿Puedes ayudarme a ir a hablar con Drago y convencerlo de alguna manera?
Idunn puso una sonrisa irónica antes de negar lentamente, el berkiano suspiró bajando sus hombres al notar que tampoco ella lo iba a apoyar.
— No, Hipo —apretó sus labios y al ver como parecía decepcionado añadió—. Confío en tu potencial, créeme que sí, sé que puedes cambiar de parecer a muchas personas pero Drago no es una de ellas. Es un cazador, un conquistador, a estado haciendo esto por años y no va detenerse, tampoco hay una manera de hacerlo cambiar de parecer —él suspiró bajando la mirada y pasando la mano por la montura del cuello de Trueno.
— ¿Tú como jefa que harías? —preguntó volviendo a mirarla.
— No entrometerme, sé que quieres salvar a los dragones, yo también, pero debes pensar en tu gente —tragó saliva—. Cuando sus cazadores invadieron Fair supe que nadie estaría seguro e hice lo que tenía que hacer para proteger a mi pueblo, dejé libre a los dragones y no quiero que llegues a ese punto porque duele mucho —él la miró porque era la primera vez que le hablaba sobre eso—. Un jefe protege a los suyos, si vas a ir hablar con él expondrás a Berk, a tu gente y a tus dragones, piensa en eso.
— ¿Y se supone que deba quedarme aquí sin hacer nada?
— Ugh, Hipo —bufó—. No te dije todas esas malas palabras para que vayas a lanzarte a la boca del lobo, no dejes que Berk se convierta en Fair... protege a tu familia, nunca sabes cuando será la última vez que los veas.
— Exacto, quiero proteger mi hogar y parar una guerra —suspiró—. Ya eres la tercera persona que me dice eso, tú no, por favor.
— ¿Y no crees ya que es por algo? —alzó las cejas mientras el castaño ponía una mueca, retiró sus manos de la montura de Trueno para caminar hasta el Furia. Idunn rodó los ojos, sabía que la idea no se iba a ir de su cabeza y pararía solo cuando logre su cometido, así de cabeza dura era él, por lo que aspirando todo el aire del lugar decidió distraerlo de una gran manera, tal vez mala para ella—. ¿Recuerdas el día que me herí? —él volteo sin entender pero igualmente asintió, ya que lo recordaba a la perfección—. Estaba muy mal, lo admito, pero no tanto como lo suponías.
— No entiendo —frunció el ceño confundido, Idunn se mordió el labio por lo que diría, acción que desvió la vista de Hipo.
— Uh, al otro día te dije que no recordaba lo que había pasado —él asintió mientras la pelirroja suspiraba—. Te mentí.
— ¿Qué? —parpadeó repetidas veces, recordando que había pasado en ese lapso de tiempo en el que ella se supone no tenía recuerdos. Idunn puso una sonrisa casi derrotada antes de decirle a Trueno para regresar, el híbrido abrió sus grandes alas antes de salir volando de ahí—. ¡No, Idunn, espera!
Se subió a Chimuelo tan rápido como era posible, necesitaba respuestas y hace un mes no las pudo conseguir por la supuesta amnesia de la pelirroja, ahora tenía una oportunidad y esta vez no quería dejarla ir. Llegaron al santuario, ella no estaba huyendo, si lo quería hacer no hubiera disminuido su velocidad para aterrizar sobre los helechos del bonito lugar, Idunn bajó del híbrido acariciando su cabeza al pasar y comenzó a caminar con intenciones de entrar en una de las cuevas donde pensaba se encontraba Valka, pero Hipo llegó primero.
— Idunn —la llamó bajando de su dragón y deteniéndose a una distancia prudente de ella, la aludida paró su caminata y con el corazón latiendo con rapidez, golpeando su pecho por sus latidos, volteó—. ¿P-por qué?
— Estaba muriendo, no quería irme sin haberlo intentado al menos —desvió su vista hasta los helechos de la pared más cercana, no podía verlo directo a los ojos, eran su máxima debilidad—. No podía con mi alma, el veneno me estaba matando... y yo solo te veía a ti, si estaba consciente de lo que hacía.
— ¿Y solo lo hiciste por eso? ¿Porqué pensabas que ibas a morir? ¿Por eso me mentiste? —dio unos pasos acercándose más a ella, quien con tantas ganas de salir despavorida de ahí, se quedó quieta en su lugar. Hipo ya sabía, pero necesitaba que ella lo dijera y no terceros—. ¿Puedes decirme la verdad alguna vez?
— ¿Quieres la verdad? —lo miró finalmente y el castaño pudo ver como sus ojos estaban cristalizados, tragó saliva antes de asentir—. Lo hice porque te amo, porque estaba muriendo y tenía miedo de no volverte a ver. Fuiste el primero en confiar en mi, en apoyarme, en ayudarme, en todo, sin ti no hubiera logrado hacer nada en mi estúpida vida —se llevó su mano a su cabello para revolverlo, las lágrimas ya habían bajado por sus mejillas mientras que Hipo se encontraba a dos metros de ella, observandola con el corazón golpeando su pecho como un tambor—. Te mentí porque no morí, porque te vi sentado a lado mío ese día y no encontré razones para que alguien como tú se fijara en alguien como yo.
El castaño acortó la distancia que los separaba para finalmente quedar frente a ella, la pelirroja bajó su cabeza ya que no era capaz de verlo luego de su declaración, pero Hipo alzó sus manos hasta su mejilla para primeramente limpiar sus lágrimas a lo cual ella cerró sus ojos por el toque, para luego hacer que lo mire. Había una diferencia de altura no tan relevante, él la pasaba por quince centímetros más Idunn se sentía muy pequeña y expuesta frente a él.
— ¿Por qué piensas eso? Yo estaría feliz de que estuvieras a mi lado, mi lady.
Juró que su corazón se había olvidado de latir por unos momentos, se quedó sin habla y sentía que si él no la estuviera sujetando ya hubiera caído. Hipo le sonrió con el corazón también a punto de salirse de su pecho, ¿la quería? Claro que sí, ¿quería estar con ella? Por supuesto. Las manos temblorosas de Idunn subieron hasta su cuello mientras los ojos verdes de Hipo no abandonaban los azules de ella, viéndola con todo el cariño y el amor del mundo. Luego de eso no hizo falta hablar más, las miradas hablaban por si solas, ahí había amor y del más puro, por lo que bajo los ojos en lágrimas de Idunn y la mirada de sus dragones, se puso de puntas y lo besó.
Ahora si, finalmente y bien consciente, los labios de ambos comenzaron una danza un poco torpe uno con el otro, tenían una limitada experiencia en estas cosas pero era lo que menos importaba. Hipo bajó sus manos hasta su cintura para abrazarla y acercarla más a él mientras que Idunn aún tenía sus manos sobre su cuello, estaba muy segura que el palpitar de su corazón se podía oír a kilometros y que la sensación de ansiedad que sentía se debía a las abejas asesinas revoloteando en su estómago.
Tanto Trueno como Chimuelo se encontraban acostados uno a lado del otro observando con grandes ojos la escena, cuidando esta vez que ningún dragón bebé intente interrumpir el momento.
Las sensaciones que ambos sentían era lo mejor, el castaño apretó su cintura cuando ella finalmente se separó para respirar. Sus respiraciones agitadas se mezclaron por la casi nula distancia entre ellos, Hipo fue el primero en abrir sus ojos para ver como ella —aún con ojos cerrados— intentaba recuperar el aliento que él le había quitado y sonrió por ello. Cuando ella abrió los ojos no lo miró, notó por sus manos que seguían en su cuello y en la cintura que se encontraba sujetando que estaba temblando, mucho mas fuerte que hacía minutos.
— Idunn —susurró con tal de que lo mirara, lograndolo. Verde y azul se conectaron para que minutos después la pelirroja sonriera con las mejillas rojas casi igual al de su cabello y se veía hermosa así.
Él la quería, ¡él la quería también! Quiso llorar de emoción por eso, saber que la persona que amaba le correspondía era lo mejor que en cinco años pudo sentir. Hipo la miraba como si fuera lo único que necesitara, el mundo desapareció y los sonidos de los dragones se hicieron lejanos con la simpleza de sus miradas, ya que las palabras no eran necesarias cuando los corazones hablaban por si solos.
Hay lugares en el mundo en los que todo está bien, que nos hacen sentir que nada nos puede doler, lugares a los que volver, que son personas también y este caso, Hipo se sentía como el hogar que Idunn siempre quiso tener.
The bitch is here o sea yo, siento mucho la tardanza but me quedé seca y decidí pausar un ratito para tocar mis otros fics, que eran más de diez xd
Este cap está dedicado a IWhiteMoonI bc milady regresó! Además es la madrina del Hiccunn, debía darle algo ah.
Finalmente, después de 16 capítulos, los pendejos al fin se dieron cuenta alv, y luego de tanto les digo que falta uno o dos capítulos más para terminar el acto uno, así que tengo una pregunta para ustedes, ¿qué tal les está pareciendo la novela? Esto es muy importante para mi y espero la respondan :c
Siento si hay un error o algo por el estilo, son casi 4k de palabras y se me pasa todo así, también que aunque no me convence mucho ya no tengo neuronas para pensar más así que se queda como está, para mi desgracia xd espero haber descrito bien ya que fue un poco difícil.
Me guíe de esta canción para hacer el cap, digo que es una música que a Idunn le identificaría:
https://youtu.be/Dof1Ap9L-Zk
¡Gracias por seguir aquí y apoyar la historia!
¡Nos leemos!
Mag.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro