━six: research about thunder
╭══❅•°•CAPÍTULO VI•°•❅══╮
INVESTIGACIÓN SOBRE TRUENO.
❝Quedaron para el día siguiente, y también al otro, y pronto se hicieron inseparables❞
Dos días después.
El sol estaba naciendo recién por el horizonte cuando Idunn ya se encontraba sentada en el suelo frente al inicio del bosque, era una pequeña colina por lo que estaba perfectamente angulada para observar parte de Berk desde ahí. Le estaba dando unos pequeños retoques más al dibujo que hizo de la ciudad ya que como siempre no pudo dormir.
Trueno había estado con ella en todo momento, sentándose detrás suyo mientras la pelirroja se recostaba por él, lo oía respirar suavemente mientras dibujaba, sonreía cada vez que el híbrido hacía un sonido cuando ella le hablaba en modo de respuesta o cuando abrió una de sus alas, que estaba de su lado, poniéndola encima de sus piernas para que sirva de mesa para lo que su compañera andaba haciendo. Básicamente Trueno la abrazó, pero esa acción era tan normal en él que Idunn no lo notó.
La pelirroja entrecerró sus ojos y con una mueca dejó de mover el lápiz por el dibujo de Berk, pasó de página para comenzar a trazar esta vez los que sus ojos captaban más cerca que eran sus piernas bajo el ala morada de Trueno, era un trabajo más sencillo por lo que con rapidez pudo terminar poniéndole los detalles necesarios para dejarlo bonito. Al terminar, el sol estaba lo suficientemente alto pero tapado a su vez por las grandes y blancas nubes esparcidas en el cielo, se recostó más por su dragón teniendo un poquito de paz.
Alzó su cabeza mirando el cielo estando, por primera vez en mucho tiempo, relajada, sus músculos no estaban tensos y aunque seguía alerta porque se había acostumbrado a ataques seguidos por cinco largos años, tenía una quietud bastante grande estando ahí acostada por su dragón. Una figura negra apareció en su visión sobrevolando la isla y al concentrarse mejor pudo ver la cola roja, podía diferenciar un Furia Nocturna a kilómetros por lo que no fue difícil saber que se trataba de Chimuelo. Vio a su dueño montarlo, aunque solo lo supo porque ya sabía quien era su jinete, ya que parecía llevar una especie de casco que cubría su rostro y en un abrir y cerrar de ojos el dragón tomó impulso alejándose con rapidez de Berk.
Siempre admiró la velociodad de esos dragones, era el más rápido conocido por todos los vikingos. Lo sabía, cuantas veces Alistair presumía aquello o cuando, igual que Hipo, se escapaba para explorar tierras alrededor de Fair, tomaba vuelo con una velocidad impresionante para cualquiera. Porque sí, Alistair si lo montaba y también recorría por gusto todo en donde pudiera llegar, creía que ambos se llevarían bien por eso, amantes de Furias Nocturas y con una excesiva curiosidad por saber que había más allá.
Pensó igualmente si ella alguna vez va a poder llegar hasta donde Hipo, Alistair, Astrid y los demás jinetes han llegado, ¿alguna vez dejaría su miedo y atravezaría las nubes como Alistair? ¿alguna vez iría a hacer acrobacias o explorar junto a Trueno como Hipo? ¿alguna vez iría solamente a volar y defender personas y dragones indefensos como Astrid? ¿alguna vez iba a volar sin miedo? Si no se atrevía nunca lo sabría, pero el miedo era más fuerte, la fobia y el vértigo se apoderaban de ella haciéndola débil e imaginandose cada segundo que iba a caer y morir.
Su mente era su más grande enemigo, no Grimmel, no las demás tribus, su mente tenía todas las arsenales para ganar porque sabía que no podía defenderse de ella misma. Y se odiaba por ello, se había perdido de muchas cosas debido a eso, por no ser fuerte, por no luchar por si misma. Idunn era egoísta por sí misma y nunca se interesó, especialmente luego del día del desastre, en cuidarse, porque tenía todo un pueblo que defender, que alimentar e incluso acunar, mientras ella no podía defenderse de sus demonios, no podía alimentarse bien y dormir de seguido porque su mente ya le hacía pasar un mal rato.
Era débil, podría enfrentarse a una armada, pero no podría o se atrevería a luchar contra sus pesadillas y dolorosos recuerdos. No podía por ella misma.
Se levantó cuando el hambre la atacó y sin fuerzas caminó hasta el gran comedor con el híbrido siguiendola de cerca, aunque este se quedó afuera junto a Tormenta y otros dragones para comer igualmente. Idunn buscó con la mirada a su compañera rubia hallándola sentada en una mesa alargada junto a los demás jinetes, al parecer ya había comido y solo se encontraba oyendo las ocurrencias de sus amigos. Idunn dudó en ir para no ser una molestia pero no quería estar sola, ya no más, así que con pasos lentos se acercó a la mesa.
— ¡Pero si es el amor de mi vida! —exclamó Patán con una pata de pollo en su mano, que la había levantado al verla, la pelirroja solo negó mientras se sentaba a lado de Astrid.
— ¡Oye! No la mires o le hables, siquiera respires cerca de nuestra nueva adquisición —señaló Brutacio en forma de amenaza, el vikingo pelinegro lo miró con el ceño fruncido.
— Como que adquisición, ¡es una persona, bruto! —abrió sus brazos, Brutilda rodó los ojos antes de hablar.
— Discúlpenlo, cuando lo cargaron de bebé se cayó de cabeza y quedó idiota.
— Si, igual que tú —se defendió su hermano dándole un golpe en su brazo—. Caímos juntos, genia.
Idunn rió dejando su cuaderno un lado y alargó su cuello para ver que había en la mesa llena de comidas que podría devorar. Era tanta comida que no supo que elegir con exactitud hasta que Astrid le recomendó uno, hacía tiempo no tenía esta clase de privilegios. Comió con lentitud mientras escuchaba lo que decían.
— Idunn —la llamó Patán, ella hizo un sonido con su garganta ya que tenía la boca llena—. ¿A quién de la isla elegirías?
— ¿En serio se siguen discutiendo por eso? Ella no es un premio, ¿lo saben, verdad? —ambos asintieron pero con la mirada aún en la pelirroja, la rubia bufó sabiendo que no se calmarían hasta tener una respuesta. Idunn tragó y les dejó con la duda unos cuantos segundos más.
— Mhm, ¿de la isla? —asintieron sin saber con exactitud porqué ella sonrió al final—. A Hipo.
— Ugh, ya otra vez —se quejó Patán moviendo sus brazos.
— ¡Eso solo lo dices porque él no está aquí! —le señaló el rubio—. Elige quien tenga los pies en la tierra, seamos justos.
— Astrid —respondió rápidamente con una sonrisa de lado, la aludida levantó los brazos y se movió en su lugar con una sonrisa antes de abrazarla mientras los demás se quejaban y Brutilda se burlaba—. ¿Qué acaso no era un premio? —preguntó divertida a lo cual la rubia solo siseó para que se callara, haciéndola reír—. Oye, Astrid, necesito respirar.
— Oh, lo siento —se alejó con una sonrisa sellada mientras se acomodaba el pelo, gesto que notó lo hacía cuando estaba nerviosa, al igual que ella solo que Idunn movía la pierna o las manos. Igualmente le agradaba muchísimo estar en compañía de la rubia, nunca supo que necesitaba tanto una amiga hasta ahora.
— As, ¿por si acaso no tienen algún libro que hable de dragones? —preguntó mientras comía su último bocado—. Me volvió a agarrar la curiosidad de investigar de nuevo a Trueno, porque es un híbrido y quisiera saber quien lo hizo con tanto amor.
— ¿Es un híbrido? —preguntó algo sorprendida, la pelirroja asintió—. Eso explicaría porque es tan diferente a un Skrill normal, Hipo no me lo dijo.
— ¿Hipo y tú son pareja? —preguntó sin pelos en la lengua, era mera curiosidad porque Astrid siempre hablaba muy bien de él y sabía cuando el castaño hacía algo, Astrid hizo un mohín y negó.
— Es mi mejor amigo, sé las cosas porque le quito mi información pero no serías la primera que piensa eso —rió con lo último mientras miraba el pelo suelto de la chica y llevó sus manos hasta él para comenzar a hacer una trenza, Idunn no se quejó sino que se quedó en su lugar analizando su respuesta.
— Se ven bien juntos —admitió, miró a la rubia que hizo un mohín de desaprobación, la pelirroja rió—. Bien, ya entendí, nada de Hipo y Astrid.
— Siento decepcionarte —puso un puchero antes de sonreír—. Eso deja la vía libre para ti.
— Gracias, pero eso no va a pasar —la señaló aún divertida estando bastante segura de sus palabras, pero solo recibió la cálida risa de la rubia, Idunn negó rodando los ojos antes de reír igualmente.
• • •
Sus ojos en serio le pesaban demasiado, seguro que si dejaba de esforzarse tanto caería dormida ahí mismo, los dioses sabrán cuanto quería hacerlo pero eso significaría recordar algo que ella quería olvidar. Al final ahí estaba, sola en medio del gran salón mientras tenía el libro de dragones frente a ella, se encontraba sentada en una de las tantas mesas vacías del lugar mientras Trueno estaba acostado del otro lado, solía hablarle citándole todas las clases de dragones a lo que el otro ronroneaba cuando le gustaba o gruñía cuando no.
— ¿No quisieras ser pariente de una Muerte Susurrante? —bromeó ella a lo que su dragón, si eso era posible, fruncia el ceño estando en total negación—. ¿Es mucho ya para ti su encantadora sonrisa llena de dientes? —rió al escuchar su gruñido, pasó de página encontrándose con otro dibujo de dragón, una sonrisa traviesa se atravesó en sus labios que cuando Trueno levantó la mirada para verla rodó los ojos—. ¿Qué tal un Mandibuléctrico? Produce bioelectricidad con sus colmillos —leyó haciendo un mohín impresionada, el híbrido negó antes de volver su cabeza al suelo—. Grito Mortal, que miedo, definitivamente no.
Suspiró cuando vio que le faltaba muchísimas páginas más que leer, puso sus codos sobre la mesa para tapar su rostro y masajear sus ojos para que de alguna forma el cansancio no la venza. Usó sus manos como apoyo, las puso bajo su mentón mirando a su dragón analizando lo especial que era por la simple cruza de especies que había en su sangre y en lo afortunada que era por tenerlo.
Pronto Trueno volvió a alzar su cabeza y la giró como un búho gracias a las articulaciones de su cuello, comenzó a oler el ambiente hasta que se levantó y casi saltando llegó hasta la puerta, Idunn lo miró divertida por sus reacciones repentinas, la abrió gracias a la garra de su ala viendo del otro lado como Chimuelo se acercaba, este cuando lo vio se alegró moviéndose en su lugar antes de acercarse completamente. Idunn volvió su vista al libro frunciendo el ceño, ¿y sí Alistair tenía razón y de verdad descendía de un Furia Nocturna? Se llevaba muy bien con Chimuelo a los pocos días de conocerse para que actuara de esa forma, ya que sabía que su dragón no era para nada tonto como para confundirlo con Rhaegal.
— Creí que estarías con Astrid —escuchó la voz de Hipo aproximarse sacándola de sus pensamientos, ella lo miró antes de encogerse de hombros.
— Quería hacer tarea —señaló el libro con su cabeza antes de girarse nuevamente a ver las páginas que hablaban de un Canto Mortal—. Buenas tardes para ti también, Hipo, me alegra verte —Hipo sonrió antes de sentarse a su lado, usando la mesa como respaldo.
— Buenas tardes, querida Idunn —miró el libro y de vuelta a ella—. ¿Estás investigando sobre Trueno? —se puso recto para poder ver mejor lo que ella leía, la pelirroja asintió—. ¿Encontraste algo?
— Aún no, he avanzado súper poco por estar bromeando con él respecto a su descendencia —miró a su dragón jugar con el de Hipo—. Pero tengo sospechas —el castaño siguió su mirada y abrió sus ojos y su boca al darse cuenta de lo que ella pensaba.
— ¿Crees que...? —la miró expectante pero ella solo hizo un mohín—. Puede ser, ¿cuántos años tiene? —preguntó dándose la vuelta para sentarse como corresponde, atrajo el libro hacía él para así comenzar a hojear con rapidez.
— Tiene quince, creo que hace quince años había más Furias así que no puede ser tan descabellado que provenga de uno —el muchacho siguió buscando la página bajo la mirada de la jefa de Fair, nunca había creído en la palabra de su hermano y eso porque con Rhaegal se conocían desde que básicamente salió de su huevo, ¿eso como explicaría la conexión que tiene con Chimuelo después de cuatro días de conocerse?
— Eso no hace un Furia —murmuró el castaño viendo al dragón de la chica, la pelirroja desvió su vista del ojiverde hasta Trueno para ver el familia giro de cabeza como de un búho que solía hacer—. Tampoco un Skrill.
— ¿Pero es normal que se lleven tan bien? —se acercó más a él, ya que estaba alejada por estar mirando al híbrido.
— Mhm, creo que sí, Trueno sigue teniendo parte Skrill que es la misma especie que Chimuelo y también que mi dragón es bastante sociable —ella puso una mueca viendo las páginas que hablaban de otro dragón, si solo supiera de quienes provenía su mejor amigo así tal vez le enseñe más en saber sobre estas criaturas, además es su mejor amigo y por él necesitaba saber que había pasado para que terminara en la playa de Fair—. ¿Idunn?
— ¿Mhm? Perdón, ¿qué dijiste? —parpadeó mandando sus ojos azules hacia los verdes de él, andaba más distraída de lo normal así que, también, fácilmente comenzó a analizar las rayas de los ojos de Hipo y como el verde iba aclarándose más hacia la pupila.
— ¿Me estás escuchando?
— La verdad no —admitió ella apretando sus labios—. Tienes lindos ojos, ¿quieres que vaya como si nada a mirarte y no comenzar a analizarlos? —mordió su lengua por no aguantarse a decir lo que pensaba, cuando lo vio abrir la boca y volver a cerrarlo decidió añadir—: También soy distraída, deberías saberlo, ¿pero puedes repetirlo, por favor?
— Dije... —tragó saliva, ¿Idunn era tan sincera o solo lo decía porque sí? Y si era la primera opción, ¿acaso dijo que sus ojos eran bonitos de verdad?—... Que sí quieres te puedo ayudar a buscar quien fue uno de sus padres, es un dragón excepcional y me encantaría saber más de él.
¿Eso sería compartir mucho tiempo juntos, no?
— Creo que me vendría bien la ayuda del amo de dragones —dijo divertida viéndolo de la misma forma, él sonrió de lado bajando su cabeza por un título de ese calibre, seguía sin creer hasta que punto llegó él solo—. Además, estaré un tiempo aquí, necesitaré distraerme y pasar tiempo con mi nuevo amigo.
— Me agrada la idea —asintió entrecerrando sus ojos, Idunn lo imitó antes de comenzar a reír levemente.
Pronto ambos comenzaron a investigar más, hojear todas las páginas del libro, ver las anotaciones de Hipo e incluso hacer dibujos, y de nuevo el guante de Idunn que se notaba que le molestaba pero que no se lo quitó pudo ser apreciado mucho mejor por el castaño por estar más cerca de ella esta vez. Así estuvieron todo el día hasta que Bocón interrumpió por estar buscándolo, ya que se había ausentado en el trabajo por estar ahí con ella pero rápidamente cuando el vikingo rubio notó eso dijo que podía quedarse por más que Hipo ya estaba caminando para ir a la herrería. Ninguno de los dos entendió ese cambio repentino pero no dijeron nada en contra.
Finalmente llegando la noche y luego de mil investigaciones más mientras los dos dragones jugaron hasta que se cansaron, Hipo acompañó a Idunn hasta el hogar de los Hofferson donde la dejó en la puerta prometiendose volverse a encontrar mañana para seguir buscando más información y con una última sonrisa esplendorosa por parte de la pelirroja se dirigió hasta su hogar a lado de Chimuelo.
Esa noche de insomnio, ella no dibujó un dragón como siempre solía hacer, esa noche estrellada donde los ronquidos tanto de humanos y animales fueron su música de fondo, Idunn Kerr dibujó los ojos verdes del futuro jefe de Berk.
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