━nineteen: chief and general
╭══❅•°•CAPÍTULO XIX•°•❅══╮
JEFE Y GENERAL.
❝Sé tan fuerte como los océanos tormentosos y orgullosa como el grito de las águilas❞
━UN MES DESPUES.
Muy temprano esa mañana, los berkianos comenzaron a movilizarse rápidamente por tres motivos; la primera era porque seguían reparando las casas dañadas por el hielo del Salvajibestia, la segunda porque solo faltaba unos pequeños detalles más para terminar la colosal estatua de Estoico que habían comenzado a hacer a lado del gran salón y por último, pero no menos importante, mañana era la carrera de dragones y eso era una tradición que no podía pasarse, no importara que hicieran todas esas cosas a la vez. Idunn había reconocido que los berkianos eran multitareas, incluso así parecía que les salía mejor las cosas.
La pelirroja se había despertado unos minutos antes que Astrid, pero a cambio de la rubia, ella no se movió hasta que el primer martillazo le llegó a sus oídos y le fue insoportable estar tan cerca de tal ruido, por lo que no tuvo otro remedio que bajar. Claro que también ayudaba en lo que podía, aunque Trueno principalmente era el más requerido y eso a él le encantaba, más cuando ella recorría la ciudad para saber si alguien necesitaba una mano extra, el híbrido iba a su lado ya que incluso despues de ayudar siempre en todo y ser básicamente algo del jefe actual, aún existían personas —especialmente los fairianos refugiados— que la miraban con desprecio y Trueno temía que le volvieran a alzar la mano, así que solía actuar de guardaespaldas.
Había pasado un mes, un mes en el que Idunn no sabía que demonios eran Hipo y ella, no había nada oficial y eso lo sabía muy bien, pero también estaba segura de que quería quedarse porque los amigos no se besan como ellos lo hacían. Ellos eran algo, sin nombre, pero algo al final y siendo sincera no le importaba no tener un nombre oficial a lo que eran, así estaba feliz, lo que le preocupaba era el pueblo y que tal vez ellos necesitaban más que un algo. Su subconsciente le daba golpes cada vez que pensaba en eso, ya que de vuelta ponía a otros delante de su felicidad, pero se calmaba con sus nervios diciéndose que era necesario, él era jefe ahora, claro que necesitaban confirmar si Idunn Kerr sería o no la futura jefa de Berk.
Pero por más preocupada que se encontraba, Hipo le dijo ayer que no lo hiciera —lo que la alteró más, cabe destacar—, pero al final si lo hizo, por su salud mental, cuando decidió quedarse ya que hoy sería el día que Alistair regrese a Fair y ella necesitaba estar segura, por lo que si este era su decisión final debía darle el mando completo de la isla de los Drakenhart a su hermano. Por más que le dolía partirse de esta forma, sabía que el Kerr menor la iba a entender, ya habían pasado demasiadas cosas juntos como para no hacerlo y estaba claro que Alistair iba a preferir verla feliz con alguien que la quería de verdad que observarla deprimida en su isla.
Idunn se puso en marcha entonces hasta la pequeña casa de Abadejo para informarle de su decisión, sabía que él no se encontraría ahí pero necesitaba un pequeño momento de paz antes de decirle a su hermano que ella no iba a estar más a su lado. Oh, por Odín, ¿por qué sonaba tan horrible cuando lo mencionaba de esta forma? ¿era egoísta de su parte quedarse con Hipo y dejar a su propio gemelo? Ella simplemente no podía dejar de pensar nunca en como sus acciones afectarían a los demás, también parte de ella no quería separarse de Al como tampoco quería perder su esencia como una hija de dragón.
Cuando Hipo la vio, la encontró sentada frente a su casa en el último escalón más alto viendo el mar con mirada pérdida, estaba totalmente metida en sus pensamientos que no lo notó hasta que habló.
— Hey —murmuró haciéndola reaccionar, la pelirroja lo miró y sonrió sin mostrar dientes—, ¿te encuentras bien?
— Sí —asintió a lo que Hipo, sin creerle, lo miró con los ojos entrecerrados—. Es en serio, solo estaba pensando.
— ¿En qué? —se sentó a su lado sin dejar de verla, ella puso un mohín sin saber por donde empezar y buscando donde comenzar el hilo de preocupación que le embargaba, encontró uno.
— Había una canción que papá solía cantarme cuando no podía dormir o tenía una pesadilla, era mi favorita, con Al solíamos cantarla a veces, a él le enseñó su padre y a él su padre y así sucesivamente —comenzó a decir con su vista fija en el punto en donde cielo y mar se tocaban, Hipo la miraba atentamente—. A veces solía pensar que era tan vieja por el toque mágico que expresa, que quien la hizo, en su tiempo había cosas más extraordinarias que solo humanos y dragones.
— Suena realmente muy mágico, ¿quieres cantarmela? —la fairiana soltó una risa nerviosa iniciando a negar, su pelo rojo brillante se movió con su movimientos con delicadeza.
— No canto bien, no quisieras escucharlo en serio —negó pero si conocía bien al castaño ya no la iba a dejar en paz hasta que lo haga, y estaba en lo cierto, ya que se recostó por su hombro y la miró con ojos de cachorrito—. Ugh, te odio.
— Te quiero —murmuró dejándole un beso en la mejilla causando que se sonrojara, Hipo volvió a recostarse por su hombro para su suerte así que no vio su cara colorada, tragó saliva recordando la letra de la canción a la perfección. Este no era el objetivo de su plan.
— No juzgues, ¿bien? —advirtió antes, él asintió, suspirando mientras veía el océano abrió la boca con una melodía saliendo de su garganta—. Recuesta, tu dulce y cansada cabeza, la noche está cayendo, has llegado al fin el viaje. Duerme ahora y sueña con aquellos que vinieron antes. Ellos están llamando a través de la orilla distante —el castaño se separó lentamente para mirarla, soprendido y encantado por la dulce voz de Idunn, ella continuó—: ¿Por qué lloras? ¿Qué son éstas lágrimas sobre tu rostro? Pronto verás, que todos tus miedos pasarán, estás a salvo en mis brazos, solamente estás durmiendo.
» ¿Qué puedes ver... en el horizonte? ¿Por qué las gaviotas blancas llaman? A través del mar, una luna pálida se levanta, los barcos han venido para llevarte a casa —estaba seguro que ese era el coro por el tono que había usado, que fue un poco más alto, pero eso era lo de menos porque su voz era lo más dulce que había escuchado y le daba sentimiento a la canción que estaba cantando—. Y todo se volverá, en cristal de plata, una luz en el agua, los barcos grises pasan, hacia el oeste.
— Wow —fue lo único que pudo Hipo decir ya que lo había dejado sin habla, ella lo miró mordiendose el labio inferior con nerviosismo ya que los únicos que alguna vez la escucharon cantar fueron su padre y hermano—. Idunn, cantas hermoso, la música es hermosa también pero tu voz le da un toque... mágico.
— Gracias —murmuró con una pequeña sonrisa cohibida, era bastante raro verla nerviosa y a Hipo le parecía muy tierno—. Me hace recordar a papá y no solo porque él me la cantaba, si no por la letra, el barco gris pasando hacia el horizonte hasta casa. Y de alguna u otra forma me pone feliz que esté con mamá, él la lloraba todas las noches, podía oírlo —parpadeaba constantemente para evitar que las lágrimas acumuladas se deslizen por sus mejillas—. Y tal vez, con sus frases de vivir mi vida al máximo, me apoyaría en la decisión que estoy tomando —finalmente lo miró con ojos aguados.
— Si te vas a quedar —afirmó, ella asintió dándole la razón—. ¿Pero...?
— Pero siento que voy a perder mi esencia de Fair, no quiero dejar solo a Al aunque sé que solo no va a estar y quiero quedarme, ya no quiero separarme de ti, ya no más, ¿es egoísta eso?
— Idunn —suspiró poniéndose mejor frente a ella y la agarró de las manos—. No, no lo es, te has preocupado por las demás personas por mucho tiempo, lo cual no es tan malo si no te descuidas a ti misma, pero eso es lo que haces. Y lo de tu esencia, eso siempre va a estar en ti, no importa en donde vivas ni con quien te reunas, nadie puede quitarte lo que eres y siempre serás una fairiana. No puedo decidir por ti, porque si fuera por mi te diría que te quedaras y eso sí es egoista, sé que amas a tu hermano y sé que te preocupas por él, y sí él te necesita... ve con él.
— Tú también necesitas apoyo —el castaño se encogió de hombros—. Y te prometí que me iba a quedar hasta donde tú quisieras.
— No decidiré por ti, Idunn, no quiero que porque yo te diga lo hagas.
La pelirroja suspiró bajando su mirada hasta sus manos unidas antes de voltear para mirar al pueblo que estaba trabajando. Y mentalmente se dijo: ya, Idunn Kerr, te preocupas mucho por todo, Alistair va a estar bien, ya es lo suficientemente mayor y de todos modos en su mando la guerra con Fair terminó, él es un buen jefe, él es un buen líder, ¿le afectaría que siguiera mi corazón alguna vez?
Volvió a mirar a Hipo esta vez decidida, dejó su miedo a volar, dejó su miedo a las marcas en su piel, dejó el pasado donde estaba, en el pasado, era hora de dejar todo atrás y convertirse en una nueva Idunn, salir finalmente de la crisálida y extender sus alas. Hacer lo que su corazón manda, seguir lo que realmente quería, ser ella y no lo que debía ser.
— Al va a estar bien, estuvo bien sin mi dos meses. Voy a quedarme, es lo que realmente quiero, ¿dejaría que una extranjera se quedara en su hogar sin tiempo establecido, jefe? —él sonrió de lado.
— Para mi sería todo un honor, mi lady —acarició sus manos regalandole una sonrisa de lado—. Vas a estar bien, sobreviviste a cazadores y un mes rodeada de solo dragones junto a mi madre, Berk no es un reto tan grande comparado —ella rió levemente y se la quedó un segundo mirándola antes de continuar—. Pero Idunn, en serio, gracias... por todo, no tienes por qué quedarte pero igual lo harás y mi lady, no puedo estar más feliz por ello —la pelirroja sonrió e intentó decir algo, más él habló primero—. Y te lo quería agradecer pero no sabía como, Bocón me dio la idea cabe destacar, así que Idunn Kerr esta es mi propuesta: siendo jefe voy a necesitar un poco de ayuda, por ejemplo, nombrar a Astrid Estratega y a ti General.
La fairiana se enderezó en su lugar y abrió los ojos levemente a la vez que alzaba sus cejas rojizas.
— ¿Qué? —soltó en un susurro, el castaño se encogió de hombros.
— Lo he estado pensando, necesito una General que sepa a lo que me estoy enfrentando, me advertiste sobre Drago y no te hice caso pero al final tenías razón, sabes como atacar y eres una guerrera con mucha más experiencia en una guerra real que todos aquí.
— Yo no pude ganar una guerra, Hipo.
— Tal vez no, pero por eso Astrid es Estratega —ella rió porque tenía razón al pensar que con Astrid dándoles consejos cualquier cosa que caiga en Berk iban a poder ganar, sabía que la rubia era muy buena en estas cosas—. Así que, ¿qué dices? ¿Quieres ser mi General?
Idunn se lo pensó unos segundos, no tan largos, porque era una buena oferta. Estar en su consejo de guerra era por lejos bastante interesante y eso también significaría planificar cosas junto a él, estar a su lado como General de Berk sonaba delicioso para sus oídos.
— Claro que sí, Jefe.
• • •
Hipo e Idunn se dirigieron hasta la casa de Astrid donde la banda se había reunido frente a esta, solo faltaban ellos. Iban a informar todo lo que se habían dicho antes, al pueblo también pero eso sería recién mañana, los chicos —junto a Bocón, Valka y Eret— serían los primero en saber la nueva orden del jefe y la futura jefa.
El primero en verlos llegar de los nueve fue Patán, que rodeó los ojos antes de sonreír de lado por ver que venían con las manos entrelazadas.
— Mmmm, ya vienen con las manos unidas ahora, Idunn sueltalo o te pasará algo —dijo medio bromeando y medio asqueado.
— Claro que vendrán de la mano si son pareja, genio, no discuto que la roja tiene gustos raros pero esos son detalles —expuso Brutilda moviendo sus brazos, Patán la miró con los ojos abiertos como platos por lo que dijo.
— ¿Qué? ¿Ya son pareja? ¿Eso cuando pasó?
— ¡Que lento!
Algunos se rieron, otros abuchearon al pelinegro porque no se había dado cuenta de lo obvio hasta que finalmente ambos llegaron donde los demás estaban. Idunn quedó a lado de su hermano y este le lanzó una mirada divertida a lo que ella alzó una ceja queriendo averiguar, ya que esa mirada no expresaba más que broma.
— Oigan —habló el pelirrojo llamando la atención de los tres principales que comenzaron a pelearse, que era Patán y los gemelos—. Patán no es el lento si lo comparamos con dos personas, que no diré quienes son, pero que están a mi lado.
Todos miraron a los recién llegados de forma cómica riendo con burla, dándole la razón al extranjero. Idunn entrecerró los ojos juzgadolos con la mirada, fingiendo estar ofendida, pero al final sonrió mirando a Hipo quien se había sonrojado levemente y su sonrisa de elevó. Sí, ambos fueron bastante lentos en darse cuenta, tal vez demasiado, pero al final lo único que importaba era que ahora se tenían el uno a lado del otro, con las manos unidas y con el mismo sentimiento latiendo en sus corazones.
— Bien, ya, tenemos algo que decir —Hipo interrumpió las risas moviendo la mano que tenía libre, la derecha, ya que con la izquierda agarraba a Idunn. La banda los miró atentamente, aunque Alistair ya tenía una idea de lo que pasaría a continuación. Hipo miró a la pelirroja a su lado dándole la voz de que hable primero.
— Voy a quedarme —se limitó a decir con una sonrisa de lado, todos se alegraron ya que ella les caía muy bien y entre los gritos de felicidad que expresaban sus amigos, la vista azulada se fijó en su hermano y en como tenía la cabeza gacha y una mueca, él sabía que diría eso a lo que su gemela añadió encima de las voces volviendo a hacerlos callar—. Y quiero nombrar a Alistair Kerr Thorburn, Jefe principal de Fair, darle el mando completo de la isla que sé que estará segura en sus manos.
En las primeras palabras, Alistair había girado su cabeza rápidamente hasta ella, que seguía mirándolo, sorprendido. Tenía conocimiento que se quedaría, pero nunca se pasó por su cabeza que le daría todo el mando de Fair. Infló su pecho con todo el aire que pudo mirando con emoción a su gemela, por confíar en él de esta forma.
— Eres un líder, mucho más de lo que yo fui o seré —añadió ella soltando a Hipo para agarrar las manos a de su hermano—. Eres un dragón, el más fuerte que conocí despues de papá y sé que lo harás de maravilla.
— No te defraudaré, hermana.
Sonrió e Idunn lo imitó, y desde la otra fila, a dos personas de Hipo, Astrid también lo hizo estando de acuerdo con lo que la pelirroja había dicho. La Kerr mayor entonces volteó para mirar a Hipo para que esta vez continuara él, era bonito saber que se entendían sin ninguna palabra de por medio. Abadejo se aclaró la garganta antes de hablar.
— La otra cosa que quería decirles antes de anunciar mañana, Astrid, te nombro Estratega del Jefe e Idunn, General de Guerra, creo que ustedes trabajarían bien juntas —anunció a lo que la rubia saltó en medio de ambos, empujando al castaño para ponerse a lado de la pelirroja—. Eso creo que es un sí.
— ¿Y yo? —preguntó Patán—. ¿Sigo siendo segundo en la línea si no haces un buen trabajo?
— Sí, Patán, sí —respondió Hipo bufando por el apoyo del pelinegro. El aludido festejo para si mismo y alzó su mano esperando que alguien la chocara pero nadie le hizo caso pero incluso eso no le desganó.
Fueron repartiéndose por la isla luego, Alistair informó que se quedaría un día más para ver quien ganaba en la carrera de mañana antes de ir a ver en que podían ayudar en el pueblo.
Al otro día, Idunn participó de la carrera estando en el equipo de Astrid y hubieran ganado si no fuera que en el último momento, cuando apareció la querida oveja negra, también Hipo hizo acto de presencia para robar al animal peludo de las próximas garras de Tormenta y Trueno. Quedando en primer lugar bajando por la madera donde estaban acomodados por orden de importancia, claramente Idunn estaba en segundo lugar y nunca olvidaría los gritos del pueblo cuando Hipo anunció su título ahí arriba de la gran construcción, frente a la silla de Jefe de Estoico.
Había personas que sí, no la querían, pero la exclamación que llegó a sus oídos fue lo suficientemente para saber que también la mayor parte del pueblo estaba feliz por tenerla. Así que entré tantos gritos miró a Hipo cuando unió sus manos, quedando ellos dos enfrente como Jefe y General de Berk.
FIN DEL ACTO UNO.
*suena where no one goes de fondo*
I'm crying, ¡por fin terminamos el acto uno despues de siete meses! No lo puedo creer, estoy dejando una parte de mi con este acto, créanme.
La canción que Idunn canta no es de mi pertenecía, ojalá lo sea. Se llama Into the West de Annie Lennox y es el soundtrack oficial de El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey. Les dejo abajo el vídeo para que escuchen la melodía, que es sumamente hermosa, échenle un vistazo xfis.
Muchas gracias por continuar conmigo hasta aquí, pero aún no termina 7u7, ¿están listos para más drama y más hiccunn?
¡Nos leemos!
Mag.
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