━fifteen: of reunions and apologies
╭══❅•°•CAPÍTULO XV•°•❅══╮
DE REENCUENTROS Y DISCULPAS.
❝No puedo concretar la hora, ni la mirada, ni las palabras que pusieron los cimientos de mi amor❞
Carreras de dragones, ¿cómo no se le ocurrió antes? Alistair estaba en Berk, en el lugar donde los jinetes debían partir dentro de algunos minutos, veía sentado en el suelo como todos se andaban preparando para competir, todos excepto Hipo que desapareció hacía algunas horas. Se había quedado en Berk por la simple razón de que ahí tenía más dragones y jinetes que podían buscar a su hermana, mientras dejaba a Bård Landvik, su hombre de confianza y segundo al mando, a disposición de Fair.
Arwen se le acercó y puso su cabeza sobre sus piernas que estaban extendidas, el pelirrojo sonrió sin mostrar dientes a la vez que acariciaba su cabeza, la dragona cerró sus ojos disfrutando el tacto que él le estaba ofreciendo. Pronto alzó la mirada cuando vio un par de botas acercándose a él encontrándose con Astrid.
— Vuelvo a disculparme por pausar la búsqueda, esto de las carreras los vuelve a todos muy locos y...
— Lo sé, descuida, Ast, sé que no puedo parar a una tribu completa por mucho tiempo buscando a alguien ajeno a ellos —asintió para luego sonreír levemente—. De todos modos me ofrecieron más de lo que creía y estoy eternamente agradecido por ello.
Astrid lo vio bajar de vuelta la mirada un tanto afligido, no saber nada de su hermana lo estaba consternando mucho. La rubia no le había hablado mucho la vez que fue a Fair, pero estaba relacionada de una u otra manera ya que Idunn solía hablarle de él en ciertas ocasiones, podría decirse que lo conocía ya a este punto por esa razón como también porque los hermanos eran parecidos. Exceptuando la forma de reaccionar, claro está. Entonces suspiró antes de hablar de nuevo.
— Ella estará bien, ha resistido mucho y unos cazadores no vendrán a quitarle esa racha así como así —puso una mueca cuando él volvió a alzar la cabeza para verla, achicando sus ojos porque la luz del sol reflejaba justo donde estaba.
— Hablas muy de ella —la vikinga se achicó de hombres haciendo un mohín.
— Es mi amiga, viví con ella por semanas, dormía conmigo en la misma habitación, no podría hablar mal de ella porque sé quien y como es Idunn Kerr —finalizó viendo como él asentía—. También sé que, aunque sea bastante suicida, es muy cabeza dura como para dejarte solo, la vamos a encontrar.
— ¿Quieres casarte conmigo? —preguntó con seriedad luego de analizar sus palabras, Astrid rió mientras negaba al recordar que ya había escuchado eso.
— Vaya que son iguales, ella me preguntó lo mismo el día que llegó aquí —lo miró con una ceja alzada y una sonrisa sellada, Alistair puso sus manos juntas, dejando de acariciar a Arwen, para contestar.
— Es que los Kerr tenemos buenos gustos.
— Ajá, si, claro —asintió con un mohín que le pareció simpático al pelirrojo, el cual rió levemente. Pronto se escuchó el sonido del gran cuerno que había en la isla, que avisaba a los jinetes para ponerse en posición—. Ya debo irme, ¿de verdad no quieres competir? Aún tienes tiempo.
— No, tal vez en otra ocasión, tengo la mente ocupada como para concentrarme en eso —negó haciendo levantar a Arwen de sus piernas para así ponerse de pie—. Ve y gana, rubia.
— Siempre lo hago.
Él entonces alzó las manos en señal de que no dijo nada, sonrió de lado creando un pequeño hoyuelo en su mejilla antes de guiñarle el ojo y retirarse de ahí junto a Arwen. Astrid se limitó a poner sus ojos en blanco mientras negaba, ¿acaso todos los Kerr eran así? Se subió sobre Tormenta en la línea de meta junto a los demás hasta que dieron la orden para poder partir a competir. Carrera que ella ganó, claramente.
• • •
Trueno revoloteaba por el bosque con una rama en su boca dejando que su curiosidad lo guiara, sus ambares ojos brillaban viendo a los pajaros del lugar como también a los fornidos y altos árboles que se alzaban frente a ellos, Idunn iba tras él mientras desviaba las rocas y árboles caídos. Habían salido a la mañana junto a Valka y el Salvajibestia, pero ella junto al híbrido se habían desviado minutos después para buscar más aventuras y en este caso fue una gran isla que estaba repleto de naturaleza. Parecía no estar habitada y creyó que así era mejor, los humanos solían arruinar cosas muy bellas.
Estaba segura que se encontraban muy lejos del santuario y todo lugar conocido para la joven jefa, había probado la velocidad de Trueno sin detenerse hasta este momento y al encontrar una isla tan remotamente ubicada decidió darle un descanso para poder regresar luego, claro que el híbrido no se quedó quieto ni un segundo cuando tocó tierra. Cruzaron un pequeño arroyo, él más fácilmente que ella, no sabía donde la estaba llevando pero intentaba no perder el mapa mental que había hecho para volver por el mismo camino. Se resbaló en varias ocasiones bajo risas por su propia torpeza mientras comenzaba a hacer cada vez más frío, pronto su respiración junto a su aliento también se lo demostraron ya que fueron visibles para sus ojos.
Trueno finalmente llegó al final de la isla, ya que la hizo recorrer de una punta a otra. Idunn atravesó unas ramas para llegar a lado de su dragón parándose al borde de un acantilado, más lo que la sorprendió fue la masa de tierra gigante que se extendía frente a ellos. Había una separación oceánica de unos pocos kilómetros entre la isla donde estaba y la que ella estaba viendo, miró de izquierda a derecha fijándose en como esta no parecía tener un fin y una exclamación salió de sus labios sin poder evitarlo.
La isla —según ella— estaba formada por rocas, se podía ver algún que otro color verde pero este se extinguía cuando llegaban al punto de los picos, tenía muchas montañas de las cuales en la cima estaba cubierto de nieve. Tenía una elevación demasiado alta que hasta ahora se venía dando cuenta, por eso estaba más cansada de lo habitual luego de volar, cosa que no le pasaba, el punto de elevación era mucho más de lo que ella estaba acostumbrada.
Aunque tenía sentido ya que parecían tierras sin explorar, estaba muy —demasiado— alejada de su hogar como para no estar consciente de que el mundo era bastante grande. Pero la curiosidad la llamaba, por más peligrosa que se veían las montañas desde aquí, por lo que montando a Trueno alzaron vuelo para observar mejor desde arriba que tan grande era y hasta ahora nunca vio algo igual. La masa y picos de tierra se extendía a kilómetros y parecía no acabar nunca, más allá estaba cubierta de nieve. Estaba sorprendida, era muy grande para ser una simple isla pero como nunca vio una masa de tierra tan grande no pudo imaginar otra cosa, apretó sus labios unos contra otros cuando sintió la brisa congelada que emanaba del lugar teniendo muchas ganas de ir a explorar. Miró hacia atrás donde el mar la llamaba de vuelta a su hogar y luego la tierra/isla, lo que sea, tentandole igualmente.
Suspiró alzando su vista al cielo tapado por nubes grises y negando para si misma, con la vista en la espesa nieve que tapaba la tierra, giró para volver al santuario. Jurando ver dragones blancos decidió visitarlo en otra ocasión. Estaba lejos, iba a tardarse un poco en regresar a tiempo para el medio día ya que le había promedio a Valka estar a esa hora. Hoy era el día en que debía irse, a Fair, posiblemente, no lo sabía, pero de lo que sí estaba segura de que debía decirle a su hermano que se encontraba bien.
Lo que Idunn no sabía es que no había descubierto una isla, sino el continente europeo, en donde Espectros de Nieve y Fantasmas de Snoggletog se escondían bajo las frías temperaturas de la futura nación de Rusia.
Tardó casi una hora en regresar, a vuelo relativamente lento para no cansar a su dragón, igualmente fue rápido ya que se habían alejado bastante, incluso supuso que había estado sobrevolando océanos ajenos por tal distancia. Cuando vio los picos de hielo que protegían al santuario sonrió y de alguna manera se sintió bien, aspiró todo el aire que pudo antes de que Trueno entrara por el pequeño espacio que había para eso y pisar el suelo nuevamente. Idunn se bajó estirando sus brazos mientras caminaba en medio del hielo y rocas para buscar sus pocas pertenencias, que de verdad se podía contar con los dedos de una mano.
— Adelantate y descansa un poco más antes de irnos —habló hacia Trueno quien bostezó un tanto cansado y aburrido, la pelirroja rió cuando vio su rostro de "me quiero morir" y en venganza el híbrido, quien la miró con ojos entrecerrados, hizo uso de su electricidad estática comenzando a levantar los cabellos rojos de su jinete. Idunn ahogó un pequeño grito llevando sus manos a su cabeza para que de alguna manera su cabello vuelva hacia abajo, cosa que fue imposible—. ¡Trueno!
El dragón hizo un sonido en señal de que se estaba burlando de ella, tanto por la estática que tenía como por su rostro poco amigable. Poco duró ya que al ofaltear el ambiente encontró un olor que le pareció bastante familiar, dejando a Idunn en paz comenzó a seguir el rastro con lentitud desviando las entradas dónde no podía entrar por su tamaño. Cuando finalmente llegó a la claridad no se detuvo, siguió moviéndose, sin parar de aspirar lo que olía hasta que pudo encontrar al dueño de tan familiar aroma. El híbrido se movió en su lugar primeramente antes de echarse a andar hasta el otro dragón, que al verlo también se puso feliz.
— ¿Trueno? —preguntó el chico castaño, que estaba unos pasos atrás de Valka, viendo a su dragón congeniar tan rápido con otro, aunque con facilidad pudo saber de quien se trataba, Trueno no era alguien a quien podías confundir u olvidar. El híbrido lo miró con ojos amigables, hasta creyó ver que sus pupilas se dilataron más, e igualmente se le acercó con alegría dejándose con gusto acariciar—. Si eres tú, ¡hey! ¿Por dónde andabas, amigo?
El dragón ronroneó intentando explicar, en su felicidad, como había terminado aquí, pero una voz como un hueco dentro de las cuevas resonó haciendo que mirara en la dirección que Idunn salió, la pelirroja no lo notó al segundo ya que no estaba viendo enfrente.
— True... —dejó las palabras a medias y se congeló completamente cuando lo vio ahí parado junto a Trueno, parecía haber visto un fantasma y supo que no estaba preparado para verlo de nuevo.
Hipo abrió los ojos al reconocerla casi al instante, igual que su boca queriendo decir algo por verla en una sola pieza pero no pudo, simplemente no podía hablar. Se quedaron unos segundos más mirándose uno al otro, uno con terror y otro con felicidad.
— Pensé que te fuiste sin despedirte —habló Valka aún no siendo consciente de las mirada de ambos jovenes, pasó a lado del castaño para acercarse a la chica—. Ven, te quiero presentar a alguien antes de que te vayas —comenzó a decir con una sonrisa genuina con una mano extendida hasta ella para guiarla, tenía unas increíbles ganas de correr de ahí pero una parte de ella se aferraba a la oportunidad que estaba teniendo. Arrastró sus pies mientras tragaba saliva y miraba el suelo, no sabía que sería de ella si miraba sus ojos—. Hijo, ella es...
— Idunn —interrumpió haciendo que haga lo que no quería, mirarlo. Escuchar su nombre salir de su boca después de tanto tiempo le causó un escalofrío. Él la miraba con cariño, no estaba enojado, para nada, solo se había preocupado por ella. Valka parpadeó antes de mirar esta vez a la pelirroja, ninguno de los dos le estaba prestando atención por lo que ladeó la cabeza.
— Hola, Hipo —apretó sus labios en un intento de sonrisa que no le salió, tensa apretó sus manos convirtiéndolos en puños. Valka comenzó a retroceder con lentitud mientras ambos no dejaban de mirarse, Idunn le había contado sobre un chico y suponiendo por la forma en que lo miraba se trataba de su propio hijo—. Yo...
Iba a disculparse pero no pudo continuar ya que Hipo la atrajo a sus brazos, se había preocupado por su bienestar y al no tener un rastro de ella en estos últimos días lo hacía pensar en que clase de jefe sería en algún futuro. No le importaba lo que había dicho, ya Alistair le confirmó algunas cosas, de lo que supuso soltó porque realmente pensaba que su hermana no iba a aparecer más. La rodeó con sus brazos con miedo de que tal vez se fuera enseguida, ya había sido muchas sorpresas para un día pero eran sorpresas de las cuales podía acostumbrarse, no lo iba a negar. Tenía a su madre y ahora a Idunn de vuelta.
Idunn se tensó mientras escuchaba el alocado palpitar de su corazón sin entender muy bien lo que pasaba, pero igualmente alzó sus brazos con la gracia de un caracol para devolverle el abrazo. Había extrañado con cada fibra de su ser lo que sentía cuando estaba cerca de él y se aferró a su cintura mientras sus corazones danzaban la misma melodía. Había extrañado su aroma, había extrañado como debía ponerse de puntas para que su rostro se escondiera en su cuello, había extrañado como él apretaba su espalda al abrazarla, había extrañado como se sentía su respiración en su cuello, había extrañado como su corazón se ponía como loco a su lado. Lo había extrañado a él.
Cerró sus ojos al sentir las dos primeras lágrimas salir inconscientemente, pegó su frente por la armadura que tenía por su hombro para lentamente separarse. Bajó su cabeza sorbiendo de su nariz queriendo limpiarse pero nuevamente él no se lo dejó, Hipo puso sus manos en las mejillas de la contraria inspeccionando si se encontraba bien.
— Estás bien —susurró algo que parecía más si mismo para luego fruncir el ceño—. ¿Sabes cuanto me preocupé por ti? Junto a Alistair no te paramos de buscar y estuviste todo el tiempo aquí con mi madre.
— ¿Qué? Espera, para un rato —sacudió su cabeza agarrando las manos de Hipo para bajarlas de su rostro, sin soltarlas luego. Frunció el ceño y parpadeó repetidas veces, las lágrimas hacían que sus ojos se vean más claros de lo que ya eran—. ¿Alistair? ¿Tú madre? ¿Pero acaso tú madre no estaba...? —dejó las palabras al aire cuando ladeó la cabeza y miró la dirección por donde se fue Valka—. Oh...
— Sí, yo también me acabo de enterar —meneó la cabeza para luego suspirar—. Alistair fue a Berk para hablar contigo porque según él regresaste, ¿qué pasó? ¿te derribaron, no? Encontramos rastros de sangre —ella asintió.
— Abrieron más mi herida y durmieron a Trueno, Valka nos salvó a ambos, les debemos la vida —Hipo asintió entendiendo, Idunn bajó la mirada a sus manos unidas y suspiró antes de ver cualquier cosa menos a él—. Lo siento, por básicamente todo, por decirte todas esas cosas hirientes, solo no quería que te involucraras ya que así perdí a mi padre y no quería que te pasara lo mismo, no me lo iba a perdonar. Luego me sentí horriblemente mal e iba a regresar, lo juro, pero me derribaron, me hirieron y Valka no quería dejarme salir así por miedo de que se abriera de vuelta —comenzó a hablar bastante rápido en este punto, pero no quería detenerse ya que si lo hacía sabía que no podría hacerle frente de nuevo—. Siento haberlos preocupado, créeme, no era mi intención, solo quería un espacio para mi, para sanar y ser buena persona...
— Tú eres una buena persona, Idunn, hazme un favor y deja de menospreciarte —la cortó, ella lo miró con un puchero mientras que él sonrió de lado—. Relájate, no hay nada que perdonar, te entiendo —porque tu hermano me lo confirmó, quiso añadir pero no se atrevió a hacerlo—. Pero si te hará sentir mejor, estás perdonada... solo intenta calmarte si no quieres que vaya a algún lugar la próxima vez —Idunn rió con suavidad antes de volver a abrazarlo, pasó sus brazos alrededor de su cuello mientras él rodeaba su cintura—. Te extrañé, Kerr.
— Yo a ti, Abadejo.
Se fundieron en un abrazo mientras Hipo movía sus manos en su espalda, dándole una sensación de estar en casa justo ahí en sus brazos. Idunn se escondió en su cuello escuchando nada más que el gruñido de los cientos de dragones que vivían en el lugar para luego querer separarse de él, más algo la detuvo. Hipo había girado su cabeza para verla y ella al separarse causaron que quedaran solo a centímetros, el castaño miró sus ojos primeramente antes de desviarse hasta sus labios que estaban tan rosados como la última vez, ella en cambió recordó la vez que lo había besado y las mismas ganas volvieron.
Sus respiraciones se mezclaron, ninguno se veía a los ojos, ella movió una de sus manos hasta ponerlo sobre su cuello igual de deseosa como él de probar —de nuevo— los labios del otro. Sus corazones palpitaban como tambores, a punto de salirse de sus pechos y así se fueron acercando lentamente para un beso que ambos querían.
Beso que no pudo llegar porque los dragones bebés llegaron a chocar con ellos interrumpiendo su momento, sacándolos de su mundo y haciendo reaccionar a Idunn quien se alejó lentamente como si no hubiera sentido mil abejas asesinas en su estómago hace solo segundos. Trueno y Chimuelo, que estaban viendo la escena, se lamentaron en su lugar mientras que el híbrido lanzó un rugido para que los pequeños dragones se alejaran, pero ya fue tarde, Idunn ya se había separado.
— Es bueno verte, Hipo —murmuró apretando sus labios y moviendo sus manos, señal de que estaba nerviosa.
— Si, eh, digo lo mismo —carraspeó rascándose la nuca asintiendo.
Ambos se encontraban nerviosos, pero de alguna manera Hipo se sintió mal por su alejamiento, ¿hizo algo malo? Pero nada más Idunn pensaba que no iba a ser correspondido y seguía pensando eso cuando estuvo a punto de besarla hace solo segundos. Pero una pequeña esperanza surgió de vuelta cuando segundos después de que se volvieron a mirar, ella dio un paso adelante pero nada más eso, ya que luego de negar retrocedió y caminó hasta Valka, quien negando por ser tan ingenua le informó que iban a ir a alimentar a los dragones un rato.
Hipo la miró pensando lo cerca que estuvo y dándose cuenta de todos los comentarios que sus amigos, hasta incluso Alistair, le habían lanzado en este último mes y días. Se había enamorado de la jefa de Fair.
•••
En mi mente salió mejor este capítulo.
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