Caminamos durante mucho tiempo, no sabía muy bien a donde estábamos yendo, pero si seguíamos a Alex, probablemente nos llevase al lugar correcto, quiero decir; es el único que ha sabido liderar bien con nosotros.

— Esta es mi calle— soltó Gabriel de la nada mirando con algo de pena el lugar.

— ¡Perfecto!— ahora habló Dariush— Podemos ir a tu casa, ahí estaremos a salvo hasta por la mañana.

— Es mi casa— comenzó Gabriel— Pero no es mi hogar— me miró como si estuviese arrepentido de algo— no os he contado toda la verdad, no estaba en la montaña porque sea un montañero— hizo una pausa y suspiró— me había escapado de la comisaría, por eso no quise entrar, por eso sabía que había una.

Le miré con pena, no sabía lo que había hecho, pero seguro que no había sido su culpa, me obligué a pensar que él no era capaz de hacer nada malo por voluntad propia.

— Gabriel, no importa lo que hiciste antes de todo esto— traté de tranquilizarle, le di un abrazo y luego se unieron todos.

— Os guiaré a mi casa, mi madre no está, supongo que la habrán evacuado— dijo mirando hacia una dirección concreta— seguidme.

Hicimos lo que nos había pedido, íbamos en silencio, nadie sabía qué tema sacar o de qué hablar.

Gabriel se paró frente a una casa grande, la puerta no estaba cerrada así que pudimos entrar sin problema.

— Vamos— Nos invitó a pasar— esta es mi casa— ahora se le notaba más tranquilo, supongo que lo que dicen de "A veces hablar de lo que te pasa es mejor que callárselo, porque todo lo que callamos se convierten en monstruos de los que es muy difícil escapar".