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II. 5 días desde el ataque.

«—¡Más alto, papá! ¡Más alto! —chilló la niña rubia entre risas.

—¿No crees que es lo bastante alto, cariño? —preguntó Denki. Viendo como Katsuki empujaba con fuerza el columpio donde se encontraba su hija.

Esa cosa era el columpio de niños grandes que se elevaba hasta los dos metros y medio en su punto más alto, lo cual no era peligroso para lo niños grandes como de diez años. No lucía muy seguro para una niña de cinco.

—¡No! ¡Más alto! ¿O acaso eres un miedoso, papá? —Hibana se burló, sus coletas se mecían con el viento y sus manitas sujetaban con fuerza las cadenas de columpio. Era un reto directamente dirigido a su padre, Denki supo que las cosas no iban a acabar muy bien.

—¡¿A quién le dices miedoso, niña malcriada?! —gritó Katsuki, ganándose una carcajada de su hija que empezó a cantar “¡Miedoso, miedoso, miedoso!" —¡Pues a ver quién es la miedosa ahora!

Cuando el columpio fue hacía atrás, Katsuki lo sujetó entre sus manos empujando con toda su fuerza y en el último segundo antes de soltarlo, liberó una explosión pequeña que impulso muy alto el columpio. La niña gritó, sobretodo porque sus manos no pudieron sostenerse por la fuerza del impulso, así que ella salió volando muy alto.

—¡Hibana! —gritó Denki aterrorizado, apretando con más fuerza al pequeño bebé rubio que cargaba en brazos al ver a su niña salir volando. Aunque no hubo mucho que preocuparse, Katsuki se impulsó con velocidad y un par de explosiones, atrapandola en sus brazos y aterrizando con un par de giros sobre el césped y la tierra. —¡¿Estás loco, Katsuki?! ¡Pudiste mandar a nuestra hija directamente al espacio!

Katsuki tenía tierra en el cabello y en su ropa, sujetaba con fuerza a la niña entre sus brazos, apartando ligeramente la vista, se sentía apenado porque aunque no lo hacía con mala intención aún habían veces en las que se excedía, poniendo en riesgo a la menor. Escuchó unos ruiditos de parte de la pequeña, sus hombros se elevaban antes de bajar, y le dió miedo pensar que la hizo llorar.

—¿Oye reina, estás bien? —preguntó con la voz algo ronca intentando verla a la cara, aunque ella se mantenía presionada contra él.

Hibana, cariño. ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? —Denki se acercó con velocidad, meciendo en sus brazos a King para calmarlo luego de que se quejó al ser presionado con tanta fuerza hace unos segundos.

—Eso... ¡Fue increíble! —Hibana se separó de golpe de los brazos de su padre, empezando a saltar por ahí. Los dos rubios mayores soltaron un suspiro de alivio al notar que se encontraba perfectamente. —¡Hazlo de nuevo! ¡Hazlo de nuevo!

—¡No! Yo quiero, yo quiero. ¡Yo quiero subir al columpioooo! —chilló King, él apenas tenía dos años pero su pronunciación era clara y entendible. Siempre daba los mensajes muy claros a pesar de su corta edad.

—¡No, bebé llorón! ¡Eres muy pequeño para los columpios!

—¡No cierto!

—¡Sí es cierto!

—¡No cierto!

—¡Sí es cierto!

Los dos niños empezaron a discutir, y ambos adultos se miraron antes de suspirar, les esperaba un largo rato de berrinches.»

—No tengo hambre. —King empujó el plato junto a un suspiro. Estaba pálido y debajo de sus ojos habían grandes ojeras oscuras, desvió la vista volviendo la atención a su celular.

—Pero King tienes que comer algo. No puedes seguir así.

—Por supuesto que puedo, el ser humano es capaz de sobrevivir sin ningún tipo de alimentación hasta diez días, siempre y cuando se mantenga lo suficientemente hidratado. —respondió el pre-adolescente de ojos rojos, tomando todo el contenido del vaso frente a él para reafirmar su punto.

—El hecho de que puedas estar tanto tiempo sin comer, no significa que sea bueno, ni tampoco que deberías hacerlo. —reprochó su padre de ojos dorados, quién no se encontraba mucho mejor, se sentía agotado física y mentalmente. Intentando sobrellevar el hecho de que Hibana, la niña de sus ojos, había desaparecido y ninguno pudo hacer nada para evitarlo.

Ella era fuerte, lo sabía, ¡Claro que lo sabía! Por favor, ella era una de las heroínas más prometedoras del momento a pesar de ser aún una estudiante. Hibana se había hecho de un nombre, poco a poco las personas dejaban de pensar en ella como la hija de Dynamight o la niña modelo. Cada vez más personas la reconocían como Ampere, la heroína del choque eléctrico.

Pero a fin de cuentas, no importa cuanto talento, entrenamiento, ni reconocimiento tengan, Hibana y sus amigos siguen siendo niños lanzados de lleno para luchar contra la peor parte de la humanidad. Y a veces los villanos ganan algunas batallas.

Denki se rehusaba a pensar que los villanos habían ganado la guerra.

—Tengo que volver al laboratorio. Yoshimi me necesita. —King se levantó de su asiento sin siquiera haber mirado el plato lleno de comida por más de dos segundos.

—Yoshimi te obligó a descansar, King. Llevas cuatro días sin dormír, ni comer correctamente.

—Estoy bien, pá. Ya déjame, tengo que seguir investigando.

—No ayudarás en nada si sufres un colapso de nuevo.

—Solo fue una vez, un arrebato de furia, nada grave. —masculló el menor entre dientes.

Estaba cansado, y molesto, la personalidad de Katsuki marcada en sus gestos, y sí, era cierto que King era el más calmado, luciendo ajeno a las actitudes de su familia la mayor parte del tiempo, una manera auto-consciente de actuar que le permitía recibir los mejores resultados según su propio análisis, pero en momentos como este, cuando su mente está tan enfocada en una idea diferente como para preocuparse por su forma de actuar, eliminaba las barreras que se impone a sí mismo, actuando con su verdadera forma de ser. Un chico volátil, de carácter fuerte, mordaz y sin paciencia que podía descontrolarse si no prestaba atención a lo que hacía.

Lo cuál lo vuelve peligroso, tan peligroso para la gente a su alrededor que teme de sí mismo, y Denki se arrepiente de no ser suficiente para apoyarlo porque aunque sabe lo que debe hacer o decir, justo ahora su hijo se hace de oídos sordos, sin prestarle atención porque aunque lo que le decía era lo que necesitaba escuchar, las palabras no provenían de la persona que quería escuchar.

Aunque quiera hacerse el fuerte, Denki sabe que King está sufriendo, es un genio, claro, su cabeza se rige por la lógica, el procesamiento veloz y la forma de pensar, pensar, pensar y no dejar de hacerlo, siempre buscando soluciones a los problemas. Eso es justo lo que está haciendo ahora, quiere resolver la enorme incógnita que existe en la desaparición de su hermana y sus amigos, porque si su cabeza se llena de pensamientos, de información, de resoluciones y posibles respuestas, King podrá callar la parte humana de su ser, el corazón que sufre y el niño pequeño que aún habita en su interior que quiere actuar como lo que es...

Un chico de trece años que perdió a una de las personas más importantes de su vida.

Y aunque la palabra “perder” suena demasiado fuerte, después de cinco días es difícil pensar en una palabra diferente.

—Explotaste el generador de energía del laboratorio, King. Fundiste los circuitos hasta dejarlos obsoletos, tendrán que renovar todo el cableado eléctrico. —Denki habló con algo de firmeza y sí, aunque Katsuki era el serio de los dos, quién se encargaba de dar los sermones la mayor parte del tiempo, él no dejaba de tener cierta autoridad, recordándole a sus hijos que no siempre sería el papá buena onda.

—Ya hice la transacción bancaria para pagar los daños, no te preocupes. —respondió serio con el ceño fruncido y resaltando más los marcados rasgos que compartía con Katsuki.

—No es el dinero lo que me preocupa.

—¿Entonces qué? ¿Qué mierda te preocupa? —preguntó hosco.

—Me preocupas tú, King. —contestó intentando acercarse, siendo rechazado por su hijo quien se apartó, chasqueando la lengua. Su cabello podía verse ligeramente levantado con pequeños rayos eléctricos recorriendo su cuerpo, estaba perdiendo el control.

—Pues deberías preocuparte por tu hija que sigue desaparecida.

—Estoy preocupado por ella pero...

—¡¿Entonces qué haces aquí jodiendome?! ¡¿Ah?! ¡Deberías dejar de arrástrarme hasta aquí cuando debo estar en el laboratorio siendo útil! ¡Debería estar allá intentando localizar a Hibana, no aquí hablando estupideces contigo! —King explotó, gritándole mientras lo señalaba, sintieron el sonido de la estática a su alrededor y las bombillas del comedor estallaron, dejando caer los residuos de vidrio por todo el lugar.

—King, respira, por favor. Debes calmar...

—¡NO ME DIGAS QUE ME CALME! —La cosa que King más odiaba en el mundo, era sin dudas la palabra “Calma” y todas sus derivadas, ya sabía que debía hacerlo, que debía respirar, pero algunas veces desearía poder desbordar sus sentimientos, explotar, sin terminar explotando alguna otra cosa literalmente.

—Bien, lo siento King. Entiendo que quieres ayudarnos a salvarla, pero ¿Qué pensaría Hibana al verte? Si no quieres pensar en ti, piensa en ella, ¿Crees que le gustaría verte tan demacrado por la falta de sueño y sin comer? ¿Qué crees que diría ella justo ahora?

«—¿Qué haces, enano? —La rubia ceniza se sentó sobre el escritorio, cruzando sus piernas, mientras intentaba mirar en dirección a la pantalla de la laptop.

—Tengo que terminar la primera fase de mi proyecto para la próxima semana si quiero presentarlo antes. —respondió King, sin dejar de teclear.

—¿Y eso para qué?

—Para poder graduarme antes.

—¿Para qué?

—Para tener mi título de ingeniería eléctrica.

—¿Y eso por qué? Ni siquiera vas a poder trabajar con eso, tienes once años.

—Puedo trabajar, he recibido algunas ofertas de...

Reformularé mi pregunta, ¿Para qué quieres graduarte antes si ni siquiera te gusta esa carrera?

—No es que no me guste, es solo...

—Sí, sí, la vieja bruja quería alardear de que su nieto es un universitario. Pff, ¿No tiene suficiente con tener un nieto genio? Es ridículo.

—Sí, pero me gradué de todos los niveles básicos de educación con años de anterioridad, lo que le enseñan a niños de mi edad ya lo sé desde hace mucho.

—¿Y? Hay cosas que se aprenden en la escuela que no necesariamente te enseñan en las aulas de clases.

—¿Cómo qué?

—Socializar, tener amigos de tu edad, convivir con gente de tu edad, conocer chicos, chicas, chiques... ¿Sabes lo que te atrae?

—¡Solo tengo once años! —chilló escandalizado el menor, no le gustaba hablar de eso.

—¿Y? Mi primer beso fue a esa edad, ya sabía que me gustaban todos sin importar género, y está bien que no lo sepas King pero, sin ofender hermanito. No creo que los chicos universitarios sean muy abiertos contigo respecto a estos temas. ¡Todos son mucho más grandes!

—No me interesan esos temas.

—Está bien, solo decía... A veces es más divertido preocuparse por estas cosas que por ser el niño genio más exitoso del mundo, digo... A esta edad, ya lograste mucho más de lo que muchos han logrado al incluso doblarte el tamaño... Sé y entiendo que son proyectos importantes, pero no deberías desperdiciar el tiempo en cosas aburridas que haces para satisfacer a alguien más. Las 3D para ser feliz ¡Divertirse, descansar y un abrazo de Denki! ¡No lo olvides!

—... Oye, chispitas...

—¿Hmm?

—¿Po...? ¿Podríamos jugar ping-pong? —susurró algo apenado. A fin de cuentas, seguía siendo un niño por más que quisiera mentirse a sí mismo.

Una sonrisa se ensanchó en los labios de la rubia, sus ojos dorados chispearon de la emoción, levantándose para tomar la mano de su hermanito.

—Siempre que quieras, Astro.»

—Ella... Ella me diría que no lo olvide. —contestó, recordando esa rima estúpida que su papá había inventado cuando ellos tenían como seis y tres años. Ella siempre se la repetía cuando se obsesionaba demasiado con alguna cosa como para preocuparse de lo demás, era como una palabra mágica, si Hibana lo decía entonces significaba que debía parar.

—¿Qué no debes olvidar, King? —preguntó el mayor, acercándose despacio al ver a su hijo mirando un punto fijo con las manos algo temblorosas, la estática del lugar bajando gradualmente.

—Divertirse, descansar... —comenzó a recitar de memoria el de ojos rojos, Kaminari no lo dudó antes de atraparlo entre sus brazos, acariciando su cabeza y dejando un par de besos sobre su cabello.

—Y un abrazo de Denki. Las 3D para ser feliz... —completó. Y es que, apenas podía creer que una rima tonta que inventó hace mucho tiempo se había convertido en algo así como un mantra para sus hijos, pero no importaba, porque era algo bueno, algo que le hacía feliz.

—La extraño, pá... —Su voz sonó quebrada, el mayor pudo sentir humedad en su cuello, y escuchó pequeños sollozos. —La extraño demasiado...

—Lo sé, bebé. Lo sé... —Denki apenas podía soportar que su niño estuviera llorando. Sintió su corazón rompiéndose mientras lo abrazaba con más fuerza porque era lo que su hijo necesitaba, alguien en quien apoyarse, alguien que le recordara que ni debía ser fuerte todo el tiempo. Alguien que le recuerde que está bien sentirse triste, porque cuando todo pasó, King no lloró, ni se lamentó, solo empezó a trabajar. Ya era momento de liberar todo ese dolor.—Yo también la extraño.

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