10. Dad?
—¿A dónde vas?
Hitoshi se sobresaltó, casi le da un infarto, porque definitivamente no esperaba que una voz le hablara en la oscuridad, miró a los lados intentando localizar al dueño.
—Aquí arriba, Dad.
Shinso miró hacía arriba, Teru estaba sentado en el techado de la entrada, sus pies colgando sobre el vacío, su cuerpo apenas era visible por su hodie azul oscuro y sus pantalones de chándal gris.
—¿Cómo subiste allá arriba? —preguntó dudoso, Hitoshi ya no sabía qué esperar de sus hijos.
—Es mi habilidad especial, ser un mono araña. —Su respuesta vino acompañado de una risa divertida. Teru se sujetó del borde del tejado con los dedos antes de dejarse caer. Hitoshi sintió el corazón en la garganta y apenas pudo moverse para luego suspirar aliviado de verlo colgar, Teru se meció un poco en su lugar antes de saltar, aterrizando sobre sus pies y poniendo una mano en el suelo para estabilizarse.
Su padre estaba sorprendido porque ese había sido un salto de mínimo tres metros.
—Práctico escalada desde los ocho años, eso es literalmente la mitad de mi vida. Y empecé a practicar parkour a los once. Sé cómo moverme, sobretodo en las alturas.
Su hijo respiró profundamente el aire frío de la noche, estirando mucho los brazos a los lados antes de liberar todo en una exhalación y luego mirarlo con una expresión pacífica.
—Amo las alturas, heredé eso de tí, creo. Aunque más probablemente sea por Zephyr. —comentó, empezando a caminar pasando por un lado de Hitoshi quien lo observaba confundido.
—Espera ¿Quién es Zephyr? ¿Y por qué estás aquí? —El de ojos morados lo vió con una ceja alzada, y es que pareció llevarse bien con su hijo en el entrenamiento pero no creía que tanto. Después de la cena –hecha por Hibana que cocinaba delicioso– los del futuro se habían ido a los pisos superiores a contestar una llamada, y no volvieron a bajar, la mayoría de la clase B se fue, y pues él también tenía esa intención.
—Zephyr es tu sobrino. —respondió con las manos en los bolsillos y caminando de espaldas para verlo a los ojos, adelantándose a la siguiente pregunta tonta. —Por parte de papá obvio, tú no tienes hermanos. Zephyr tiene alas, y todo eso, una vez me lanzó de un edificio.
Teru se encogió de hombros restándole importancia. Hitoshi lo miraba con los ojos bien abiertos y algo asustado.
—Relájate, sigo vivo ¿No? —El de ojos turquesa le golpeó el hombro con su puño, acompañado de una sonrisa divertida. —Es un héroe profesional bastante lunático pero confío en él.
—De acuerdo... —respondió dudoso el chico del pasado.
—¿Alguna vez te imaginaste teniendo una gran familia? Digo, tienes tre-two, sí, dos cuñados, cuatro sobrinos, dos hijos, un esposo...
—Nunca me imaginé casado. Mucho menos con hijos. Y jamás habría pensado en la posibilidad de tener a Todoroki como esposo. —Shinso suspiró, y es que, mierda, mucha información para un día. —Ni siquiera le había dirigido la palabra hasta hoy, no tenía la intención de hacer amigos.
—Olvida eso, los amigos son la mejor parte de toda esta locura. —comentó Teru, empujándolo con el hombro. —Tú mismo me lo dijiste.
—Supongo que debo seguir mi propio consejo.
—Hazlo, yo sigo tus consejos... La mayor parte del tiempo. —Teru se rió. —Nabi y yo tenemos fama de ser problemáticos, pero respondiendo a una de tus preguntas anteriores pues, vine a conversar contigo, prometí que te explicaría aquello que no te dije sobre mi quirk.
—¿Por qué te pusiste todo misterioso y aterrado de decírmelo? —Shinso tenía esa duda rondando la cabeza pero no había hallado la oportunidad de preguntar.
—A tí no, al resto sí. —respondió, el del pasado lo miró con la ceja alzada. —¿Recuerdas todas esas veces que te dijeron que tienes un quirk de villano?
Teru detuvo su caminata, su mirada en dirección al suelo, hombros caídos y una mano tras su nuca, se nota apenado y triste al hablar. Al otro Shinso se le hizo un nudo en la garganta.
—Te hicieron lo mismo ¿Cierto? —La voz de Hitoshi era sombría, casi dolorosa. Suponía que lo peor que podía pasarle a un padre es que sus hijos sufran, sobretodo cuando sabes exactamente como es ese dolor. Sobretodo cuando sabes que ese dolor, fue tu culpa.
—Parecido, la parte mala, siempre me decían que solo servía para ser un villano, mientras mi hermana tenía el quirk perfecto para ser una heroína. Que ella merecía llegar lejos, y yo no...
—Toma esos comentarios y úsalos para seguir adelante. —contestó Hitoshi, así como lo hizo él, así es como lo haría, y al parecer así es como lo lograría. —Demuéstrales que se equivocaron contigo.
—La parte buena, es que siempre te tuve a tí, a Nabi, y a papá. —Continuó el de mechas blancas con su respuesta y una sonrisita por las palabras de su padre. —Es imposible creer en unos imbéciles cuando los tengo a ustedes a mi lado, pero aún así, a veces me lo creo, a veces me asusto a mí mismo. Tengo miedo de mí, y de lo que puedo hacer.
—Hay algo que no me estás diciendo. —Supuso el de la clase C.
—Mi don, yo puedo controlar a las personas sin necesidad de que respondan una pregunta. —Soltó como una bomba y sin dudar, apretando ligeramente los puños.
—¿Qué? Pero eso es ge...
—No lo digas, no es genial, hay una muy buena razón por la cuál no lo hago nunca. —cortó lo que su padre diría. —De esa forma, es una orden innegable. No existe forma de retractarse, ni tampoco forma de detenerlo.
—Pero tu dijiste que necesitabas un golpe más fuerte para liberar...
—Una vez dí una orden innegable, a esa persona la arrolló un auto. —Hitoshi se calló, viendo a su hijo temblar ligeramente en su lugar, y es que, no se esperaba lo que estaba escuchando. —Estaba en muy mal estado, tenía fracturas en diversos huesos, sangraba ¿Y sabes qué hizo?
Shinso no sabía qué decir, sentía los ojos turquesas de Teru taladrandole el alma, sentía su dolor, su rabia y sobretodo sentía su miedo.
—Siguió arrastrándose con la poca consciencia que le quedaba... —Teru lo dijo y su voz tembló, sonaba tan arrepentido. —Tuvieron que sedarlo y cuando volvió a estar consciente aún seguía intentando cumplir la orden. Simplemente no puedes parar, nadie puede hacer nada, yo no puedo hacer nada para detener eso. La única forma de detenerlo es...
—¿Matar? —preguntó Shinso, ni siquiera sabía en qué momento una lágrima escapó de su ojo. —Tiene que haber una...
—No la hay. —respondió seco, empezando a caminar una vez más. El de ojos púrpuras fingió no ver cuándo el niño se secó la cara con las mangas. —Aunque claro, tuvieron que contarme todo eso, yo estuve inconsciente como por doce horas. Supongo que es una forma que tiene mi cuerpo para decirme que no debo usarlo.
Siguieron caminando un poco más en silencio, Teru podía sentir los ojos de su padre sobre él, pero no hablaría, esperaría que tuviera el valor de hablar. Lo escuchó reunir aire y dudar un poco antes de hablar.
—¿Qué le pasó? ¿Esa persona acaso está...?
—¿Preguntas si sigue con vida? —Atajó el de mechas blancas, Hitoshi se atragantó con la pregunta. —Sí, sigue con vida. Y yo estuve a punto de ser la persona más joven en recibir una orden de restricción, pero ustedes les prometieron a sus padres que nunca volveríamos a acercarnos a él, y de esa forma, actúa como alguien "normal" sin la orden haciendo efectos raros en su cabeza.
—Creí que dijiste que no podían...
—Cuando la persona cumple la orden innegable es libre, y puede seguir viviendo con normalidad, mientras no lo cumpla, seguirá actuando como un zombie. —explicó simple y sin complicaciones. —La orden que le dí, es eterna. Él nunca será libre mientras yo esté cerca.
—¿Qué le ordenaste?
Cuando alguien pensaba en la idea de tener un hijo, seguramente, no debía preocuparse porque este tuviera la habilidad de matar a alguien. “O tal vez sí” pensó, Shoto podría matar a alguien con su don de fuego y hielo, Hanabi también por la misma razón, incluso él mismo podría ordenarselo a una persona, pero maldita sea su curiosidad por saber qué fue lo que desencadenó todo esto.
—Le ordené que se mantuviera lejos de Hanabi y de mí. —contestó volteando a verlo, sus ojos turquesa con un brillo de arrepentimiento en ellos. —Y al parecer no puede estar en paz hasta no estar a un kilómetro de Nabi o de mí. Si está a menos distancia, su cerebro vuelve a activar la orden y empieza a alejarse sin medir las consecuencias.
—¿Tenemos gatos?
¿Hitoshi era un idiota? Probablemente sí.
Pudo ver claramente como los ojos de su hijo pasaron del dolor al desconcierto, y luego una chispa divertida apareció en ellos acompañado de una sonrisa ladeada.
—Tenemos cuatro, son Júpiter, Venus, Marte y Soba. —respondió sin dudar, el de ojos púrpuras frunció ligeramente el ceño al escuchar el último nombre. —Soba es la gata de papá.
—Que nombre original. —bufó con una sonrisa ladeada. —¿Y dónde...?
—Llegamos.
—¿Eh?
Teru señaló detrás de él, ahí estaba el edificio de la clase C, se podía ver por los ventanales algunos de sus compañeros caminando por ahí razón por la cuál el chico del futuro había detenido su andar antes de quedar a la vista de alguno.
—Supongo que hasta aquí llega nuestra conversación. —comentó Hitoshi, viendo como su hijo asentía con la cabeza. —¿Hasta mañana?
—See you later. —contestó Teru. —Te veré luego ¿Recuerdas? Me pediste que entrenemos juntos, pues eso haremos. Te espero mañana a las 6 am frente al edificio de la clase A.
—Pero ¿Por qué...?
Ni siquiera pudo quejarse por la hora tan temprana porque Teru ya se estaba alejando con pasos relajados.
—Good nigth, Dad. —dijo mirándolo apenas de reojo, Hitoshi levantó su mano, despidiéndose.
—Buenas noches, Teru.
[✨]
—¿Quieres? —Hanabi estaba sentada sobre la mesada de la cocina con un vaso entre sus manos y un sorbete espiral en sus labios. Ella estaba señalando en dirección a la jarra de la licuadora con una mezcla blanca y puntos de colores. —Es malteada de vainilla con chispas arcoíris.
Shoto miró la jarra con una ceja alzada, dudoso.
—Te gustará. Estoy segura de eso. —comentó ella, meciendo sus pies y tomando otro sorbo. —Dad siempre nos prepara de estás malteadas para levantarnos el ánimo.
Hanabi le extendió un vaso vacío y aunque dudoso, el heterocromático lo acepto sirviéndose solo un poco, tomó un sorbo, el sabor era bastante dulce aunque no abrumador, junto a unos topes crujientes de las chispas y...
—¿Tiene galletas? —preguntó confundido, la pelimorada asintió feliz.
—Sato me regaló algunas cuando Yaoyorozu me prestó la ropa y tú estabas con Teru en tu habitación. —Hanabi le mostró la pequeña bolsita. Cierto, él había estado en su piso con los gemelos, prestándole algo de ropa a Teru, mientras la gemela estaba con YaoMomo. —Le pedí prestadas las chispas para hacer la malteada. Quería hablar contigo, no se me ocurrió otra forma, aunque casualmente viniste por tí mismo.
Una sonrisa suave se plantó en los labios de la chica de ojos púrpuras, lo animó a servirse más en su vaso a sabiendas que realmente le había gustado la malteada, así que Shoto aceptó, sirviéndose más de la mitad del vaso y agradeciendo por lo bajo el sorbete que le obsequió.
—¿Qué querías hablar conmigo, Shinso? —preguntó Shoto, manteniendo su actitud reservada.
—Entiendo que no te sientas cómodo conmigo, soy una desconocida para tí, eso lo respeto pero si no es mucho pedir, preferiría que me llames por mi nombre. —contestó ella, jugando con las mangas de su suéter de lana con cuello de tortuga. —Y no quería hablar contigo de nada en especial. ¿Tienes una pregunta sobre el futuro? Teru se fue a hablar con Dad sobre algunas cosas, así que me pareció justo hablar contigo.
Shoto la observó, tomando un sorbo de su malteada, y es que su cerebro había quedado en blanco. ¿Qué clase de preguntas puedes hacerle a alguien del futuro? Sobretodo si es su hija, así que no es como si pudiera preguntarle cualquier cosa fuera de lugar.
—¿Cómo está mamá? —Fue lo primero que se le ocurrió, y le gustaba su pregunta, quería saber cómo estaría ella dentro de algunos años.
—Está muy bien, hace años que abandonó la clínica, vive en una casa separada del abuelo Enji bastante cerca de la tía Fuyumi. —respondió ella, sonriendo ligeramente. —Tiene un jardín enorme con muchas flores, vamos a visitarla seguido, a veces nos quedamos a dormir. Todos sus nietos son mayores, así que...
—Espera, ¿Todos sus nietos? —preguntó el bicolor.
—No eres el único con hijos, papá. La tía Fuyu tiene a Zephyr de 23, y a Nori de 21, el tío Natsu tiene a Ikki e Issey de 19, y nosostros de 16. —respondió contándolos con sus dedos. —Y no, los hijos del tío Natsu no son gemelos, solo que tienen nueve meses de diferencia de edad.
—Oh, cuatro nietos y dos nietas. —comentó Shoto contando e intentando no reírse de Natsuo.
—Error, yo soy la única chica de la familia. —contestó, haciendo el símbolo de la paz con sus dedos. —Así como Teru es el único que no tiene un quirk que tenga algo que ver con el hielo o el fuego además de ser el menor de los Todoroki.
—¿El viejo...?
—Sigue con vida si eso preguntas. —Por alguna razón Hanabi sintió un dejavú al decir esas palabras pero lo ignoró, fijando la vista en el bicolor. —Tiene mucho dinero, siempre nos compra cosas, sobretodo a mí porque...
—Eres la siguiente con el quirk perfecto... —dijo Shoto con un reproche en su voz, claro, eso era lo que él siempre oyó.
—Tal vez, aunque siempre me ha dicho que es porque soy su única nieta. De cualquier forma, tú nunca habrías permitido que él nos hiciera algo. —contestó Hanabi tomando más de su batido, bajando la cara y mirando fijamente el vaso. —Sabemos todo lo malo que hizo el abuelo. Nos lo contaste poco después de cumplir quince años. Teru no se lo tomó muy bien.
Hanabi jugó con sus manos, colocando el vaso sobre la mesada, miró de reojo a Shoto y le sujetó la mano con rapidez. El heterocromático se tensó, e iba a quejarse pero la pelimorada habló primero.
—Gracias, papá. —La de ojos púrpuras miró directamente a los ojos dispares de su padre, que justo ahora era un adolescente, aún le faltaban un montón de cosas por vivir, y ella sabía que una de las pruebas más grandes para él (o para todos) apenas se acercaba. —Sé que todo lo que viviste no fue fácil, sé que lo que tendrás que vivir tampoco lo será, y a pesar de eso, te atreviste a amar libremente, a tener hijos, te atreviste a seguir adelante marcando tu camino como tú querías vivirlo. Eres muy valiente, papá. Por aprender a dar segundas oportunidades, por levantarte tras cada golpe, y por perdonar. Estoy orgullosa de tí, aunque nada de lo que digo tenga sentido justo ahora.
Todoroki se quedó viéndola con los ojos muy abiertos, las palabras se le atenazaron en la garganta, y su cerebro iba a mil por hora. Así que se quedó quieto, intentando procesarlo todo.
—No estoy segura si ya perdonaste completamente al abuelo, tampoco te estoy pidiendo que lo hagas, aún así, te agradezco el esfuerzo que pusiste en actuar como si nada cuando estábamos todos juntos, por darle la oportunidad de convivir con nosotros como una familia "normal" aunque nos ha quedado más que claro que los Todoroki jamás lo seremos. Papá, gracias por todo. —Hanabi soltó su mano, para luego cubrirse la cara con esta misma, desviando la vista a cualquier otra dirección que los ojos heterocromáticos que la observaban con fijeza. —I'm so sorry, i'm a dumb. Seguramente nada de lo que dije tiene sentido, e implica muchas cosas que no entiendes. Lo siento, yo me dejé llevar y...
—No te disculpes. Está bien. No hay problema. —respondió el bicolor, y es que... No lo sabe, solo sintió que debía evitar que ella se sintiera culpable, aunque no sabía la razón, estaba bien, porque en lo que dijo habían respuestas que a medida que pase el tiempo irían cobrando sentido. Lo que le dijo, eran palabras que solo su futuro yo entendería.
—¿Te gustó el batido? —preguntó ella con una voz finita, sintiendo un nudo en su garganta. Sabía que Teru estaba contando algo bastante fuerte, así que no se sorprendía de estar un poco más sensible de lo común. Estaba sintiendo lo que él sentía, sumado a lo que sentía en su propio interior.
—Me gustó mucho. —respondió Shoto, honestamente estaba delicioso. —¿Cómo lo haces?
—Pregúntale a Dad. —contestó la pelimorada con una sonrisa ladeada.
—¿Pretendes que me enamore de él? —preguntó con una ceja alzada.
—No lo hagas si no quieres. —comentó ella, encogiéndose de hombros. —Aunque yo creo que eres muy feliz con Dad.
—Él no me gusta, ni siquiera lo conozco lo suficiente.
—Es válido. Y lo respeto, no sientas una presión tipo "Debo enamorarme de Hitoshi para que nazcan los gemelos". Nah, no pienses en nosotros, piensa en tí. —Hanabi le tocó el pecho con su dedo. Shoto estaba apoyando el peso de su cuerpo en sus codos sobre la mesada, mientras ella aún se mantenía sentada sobre la misma, la diferencia de altura era muy grande de esa manera. —Ya lo dijo King, cambiamos la línea de tiempo o tal vez en esta línea de tiempo tu destino era enamorarte de alguien más. Y eso está bien, solo deseo una cosa, papá. Deseo que seas feliz. O mínimamente, deseo que vivas como quieras vivir.
Hanabi sonrió, subiendo su mano hasta el cabello bicolor, mezclando los mechones blancos con los rojos, a Shoto se le hacía raro que su hija hablara de forma tan madura y cercana con él, pero bueno, toda la situación era rara de por sí, nada se podía hacer ya.
—Hablas como alguien mayor. Como si hubieras vivido un montón de cosas. —Soltó Shoto casi sin pensar, la de cabello de tres colores se rió, un sonido dulce y adorable, apenas audible.
—Me lo han dicho mucho. He vivido varias cosas, también tú, y papá, mis tíos. Dicen que soy muy empática, no sé. Supongo que compartir mis sentimientos y emociones con otra persona desde que nací me hizo capaz de leer muy bien entre líneas, o simplemente soy así y ya. No ha de tener mucha ciencia. —Hanabi se encogió de hombros restándole importancia. —Se supone que me parezco mucho a tí en personalidad. Aunque tú eres más... No sé cómo explicarlo.
—¿Debería tomarlo como algo malo? —preguntó Shoto confundido aunque Hanabi sonreía ligeramente.
—No es algo malo, creo que somos igual de complicados. Aunque a tí te cuesta mucho más empatizar con las personas. —La pelimorada le agarró la mano, y a Shoto se le hacía extraño la forma de ser de su hija. —Eres un gran padre, un buen hombre y eres muy cool ¿Sabes? Incluso tenemos cat-coffes in USA and Japan.
Hanabi se quedó en silencio un momento, jugando con la mano igual de blanca que la suya. Shoto no estaba acostumbrado a eso.
—¿Te incómoda? —preguntó la chica de las mechas rojas y blancas. —I'm sorry, but you- digo, ustedes nos criaron american style. Ya sabes, conocemos todas las costumbres japonesas, y a comparación no somos tanto como los estadounidenses, pero sí somos bastante más cercanos en el afecto físico que la mayoría de las familias japonesas tradicionales.
Hanabi lo soltó, y empezó a jugar con sus propias manos que se llenaban de escarcha y luego un poco de fuego, así cambiando cada pocos segundos.
—Esto es muy raro. —Shoto dijo justo lo que pensaba, Hanabi lo vió directamente a los ojos, morado chocando con el turquesa y el gris.
—Lo sé.
—No sé qué pensar, tampoco qué debería decir.
—Lo estás tomando bastante bien.
—¿Y ahora qué?
—No lo sé. —Hanabi se encogió de hombros, mirándolo con una expresión totalmente neutra. —¿Quieres ir a dormir?
—Sí. —Nada mejor que una consulta con la almohada. Aunque una nueva duda surgió en su cabeza. —¿Tú dónde dormirás? ¿Necesitas mi habitación?
—¿Y dónde dormirías tú? —preguntó ella, enternecida por su preocupación. Al menos sabía que el Shoto adolescente no la odiaba por su exceso de confianza. —No te preocupes, el director Nedzu habilitó las habitaciones vacías que hay en el edificio para que podamos dormir mientras estemos aquí. Me asignaron la habitación que está justo frente a la tuya.
—De acuerdo. —contestó. Shoto se quedó mirando a la chica sin saber qué decirle.
—Good nigth, papá. Dream of a beatiful future. —Hanabi saltó de la mesada, caminando en dirección a la puerta de la cocina y ahí se quedó quieta, esperando. Y cuando el bicolor estaba a punto de preguntar, Teru llegó casi cayendo sobre los brazos de la chica. —You spoke with him?
—Yes. Me fue mejor de lo que creí. —respondió el de mechas blancas, mirando de reojo al heterocromático. —And you?
Hanabi miró directamente a los ojos de Shoto y le sonrió, despidiéndose con un asentimiento de cabeza.
—Yes, it went very well. Eso creo. —respondió ella. —Vamos. Parece como si fueras a desmayarte si no duermes pronto.
—Seguramente sí, me muero de sueño. Y tú no tienes sueño. Voy a sufrir. —Se lamentó el menor, apoyándose del hombro de su hermana que lo sostenía para mantenerlo estable. —Good nigth, papá.
Shoto reaccionó algo tarde, apenas notando que la despedida estaba dirigida a él, respondiendo en apenas un murmullo al vacío, un silencioso "buenas noches a ambos".
Definitivamente Shoto siempre recordaría este día como el más raro de su vida, pero algo le decía que ese momento y esas palabras de su hija, no sería fácil de olvidar
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