5 horas antes.

Siento que vivo mi peor pesadilla, la cual se hace más grande cada momento, ya no encuentro una posición en la que sienta el dolor disminuir y eso me asusta. Mis ojos están llenos de lágrimas en su totalidad y me digo a mi misma que debo ser fuerte, pero fallo en la tarea.

La habitación se ha convertido en algo sofocante en todo sentido e incluso puedo sentir el vello de mi cuello apegarse molestamente a mi nuca. Todo a mi alrededor da vueltas constantemente y no puedo evitarlo, siento ganas de vomitar y mi garganta seca no es de gran ayuda.

Sentía como si tuviera que lidiar con todo el peso del mundo sobre mi vientre. Todo a mi alrededor se había vuelto tan inconsistente que me asustaba la simple idea de no poder traer a mi pequeños bebé al mundo en un buen estado de salud.

Respiré profundamente durante algunos segundos y nuevamente comencé a levantarme de la cama con la poca energía que me quedaba. Era doloroso, ¡joder! Vaya que lo era, mi cuerpo estaba a punto de explotar, pero no tenía más opción que continuar moviéndome en el interior del departamento intentando localizar mi teléfono.

Era una de estás situaciones en la cual me sentía tan sola. Era difícil para mi si quiera pensar en que Justin hubiera podido estar aquí ayudándome con esto, pero no lo está y cada día me repito a mi misma que fue suficiente; ya no debo depender de él nunca más.

Visualicé el teléfono y rápidamente traté de alcanzarlo, pero mis manos temblaban tanto que me era casi imposible hacerlo. Las lágrimas se habían vuelto un torrente incontenible y siento que en cualquier momento podría desmayarme.

El dolor es demasiado intenso.

Entonces sucede.

Una vez el aparato se enreda entre mis dedos, y mi piel hace contacto con el frío metal. Mi vista se nubla por un instante; entonces caigo al piso. Un grito agonizante se escapa de mis labios al momento en que puedo sentir un líquido esparcirse entre mis muslos, el charco de sangre que se desprende de mis partes íntimas es conmocionante, unos segundos después sentí como el aire abandonó mis pulmones haciendo que por una fracción de segundos sintiera como si me estuviera ahogando.

—No, no, no, no, no—sollozo acariciando mi vientre mientras llamo al primer número en mi lista de llamadas recientes.

—¿Stella?—la voz adormilada de Shawn penetra mis oídos e incluso es doloroso.

—Shawn ayúdame, tienes que venir... y-yo—dije y otra contracción me golpeo con brutalidad provocando que un gemido ahogado abandonara mis labios.

—¡Stella! ¿Qué sucede?—dijo rápidamente—¡Respira y dime que sucede, Stella!

—El bebé...—dije ahogando un sollozo—Creo que lo perdí—lloré—Creo que perdí a Ian, Shawn.