Sí pudiese elegir donde morir, sería así mientras me estrechas entre tus brazos; me hiciste tocar el cielo. Me mostraste nuevas emociones, provocaste en mí una agitación diferente, no imaginé que mi corazón se sucumbiera con más fuerza por ti. 

No sabes la tranquilidad que me da estar acostada en tu pecho escuchando tu suave palpitar mientras me acaricias espalda.

Jadeo otra vez tratando de calmar mi respiración agitada aferrándome a tu cuerpo mientras tú me envuelves entre tus fuertes brazos de grato aroma como el café de las mañanas que siempre preparas.

—Espero no te hayas agitado mucho— te escuché murmurar mientras besabas mi coronilla.

—Tranquilo— últimamente, debido a mi condición, hay veces en que el aire me falta, sin embargo, tú me robas el aliento entre mis pensamientos.

¿Qué hice para merecerte?, sabes que en algún día indefinido podría abandonar este mundo y tú lo haces menos doloroso. Nunca faltaron tu abrazos o caricias, tus besos sorpresivos o tus poemas al oído. 

Solo me acorruque más en ti buscando consuelo mientras me sumerjo en un sueño.

—Te amo, Elizabeth— te escuche murmurar.

—Y yo a ti, Meliodas— sin duda, por ti reencarnaría para volverte a buscar, pero es algo difícil de lograr, como prolongar líneas paralelas.

Diosas, ahora se me pegó tu forma de expresar, con rimas, versos y demás.