Hay algo que confesar, tantas cosas que contar y poco tiempo que solo me persigue a paso firme.

Meliodas, estas en el pico de la felicidad, a una altura increíble que te permite ver nuevos horizontes, pero lamento ser el viento que te tenga que empujar.

Estas tan sonriente, pero ¿Cuánto durará?

Me voy por unos momentos dejándote temblando, aferrado a esa cuerda floja a punto de caer. Solo necesitaba soplar otra vez.

Me da miedo ese par de hojas, aquellas que confirman la decadencia de mi existencia.

Los segundos eran largos, el tiempo de destrucción corto.

Bajo los escalones a paso pesado, mi corazón quiso morir en el instante al ver tu gesto deprimente cuando esos verdes leyeron mi padecimiento.

No aguante las lágrimas, no soportaba verte así, pero al fin habías caído.