[Greng-jai]

El tic tac del reloj es lo único que se entromete en este silencio sepulcral, se ve algo nerviosa por la manera tan brusca en la que sonríe y yo solo gruño el entrecejo como gato arisco al que abandonaron bajo la lluvia.

—Eh...— jugueteó un poco con la taza antes de darle un pequeño sorbo —Veo que vive solo.

—¿A qué viene eso?— se vio sorprendida por mi forma brusca de responder, lo siento, pero el humor también tomó su maleta y se marchó, al igual que mi alegría, mi paciencia y mis ganas de vivir —Señorita Liz, no sé a qué ha venido aquí, ¿por qué me busca?

Jamás olvidare la sorpresa en su mirada, como si no hubiese sido la respuesta que esperaba.

—¿No fue usted el que envió estos telegramas?— esas hojas fueron lo suficiente para romperme más de lo que ya estaba, esos pedazos de vidrio se hicieron polvo y yo no lo pude soportar más, pero no podía mostrar esa tristeza que me arrasaba en luto.

—¡¿De dónde sacó esto?!— golpee la mesa sin cuidado y realmente no me importo verla tan asustada y confusa; tímidamente comenzó a titubear.

—En la llamada, la chica me dijo que le interesaba publicarlo— ¿chica?, no... Elizabeth, ¿acaso...?

Cobraba sentido, las veces en que todas las noches me pedía los escritos, lo misteriosa que era encerrada en el cuarto de su abuela donde el telégrafo yacía, las insistencias en llamar a ese número desconocido, pero siempre era rechazada... 

—Meliodas, cuando se te dé la oportunidad de salir de aquí, vete y vive por mi...—

Elizabeth, ¿por qué me haces esto?...