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Capítulo 34

Mirai depositó su maletín sobre la mesa. Alzó la vista con una gran sonrisa. Se acomodó el uniforme y el cabello orgullosa de haber sido capaz de llegar temprano otro día más. La campana de la primera clase ni siquiera sonaba.

—Entonces, ¿qué me dices? —inquirió Hina, esbozando la misma sonrisa de su compañera. Ella, a diferencia de Mirai, no se acomodó, pues no se trataba de su salón—. Se le ocurrió a Sky-san.

—Si, Cele sonaba muy emocionada con el tema de más chicas rodeándola —recordó la castaña, forzando una sonrisa cuando, a su mente, llegaron todas las imágenes de Celeste la noche pasada como histérica planeando millones de cosas.

—Será una buena forma de pasar el tiempo. A veces es bueno separarnos de nuestros novios y pasar tiempo con nuestras amigas —dijo Hina, emocionada también con la idea.

—Por supuesto que iré, Cele me ma-

Mirai detuvo sus palabras en seco cuando vio entrar por la puerta del salón a Alexia. La chica era la imagen de la rebeldía pura, no usaba medias a pesar de que era otoño, la chaqueta del uniforme la tenía amarrada en la cintura, escuchaba sus audífonos sin importarle los regaños por parte de los profesores. Con una mano sujetaba su mochila y con la otra inspeccionaba en su mp3 decidiendo cuál sería su próxima canción.

La protagonista la miró mientras la pelirroja caminaba hasta llegar a su asiento. Ni siquiera recordó que Hina estaba allí esperando su respuesta, tampoco notó como la Tachibana la observaba cuidadosamente a ella y lo que estaba mirando.

Mirai había pasado todo el día anterior con los ojos sobre Alexia. Se había percatado de que se trataba de una persona muy solitaria y distante. Nadie se acercaba a ella, y la joven, en respuesta, ignoraba el mundo a su alrededor, siempre con sus audífonos puestos, inclusive en clases cuando se escondía detrás de su cuaderno parado. Lo curioso fue que, cuando el profesor de matemáticas —encolerizado por el comportamiento de su alumna— la había enviado al pizarrón a resolver un problema, la chica lo había hecho con agilidad, destreza y sobre todo: velocidad.

—Está por sonar la campana —susurró Hina para sí misma—. Estoy segura de que a Sky-san no le molestará que lleves a otra amiga.

Escuchar aquellas palabras sacó del trance en el que se encontraba a Mirai, quien ahora tenía su mirada sobre Hina.

—Nos vemos después de clases —concluyó la pelisalmón, dándose media vuelta para abandonar el lugar.

Mirai tragó en seco. Observó el reloj de pared que se encontraba frente a ella, quedaban alrededor de dos minutos para que comenzara la clase y el salón empezaba a llenarse ya. Se armó de valor y decidió aprovechar esos minutos al máximo, así que, completamente enfocada caminó hasta el lugar de Alexia, se colocó frente a ella y la miró directamente, tanto que incomodó a la pelirroja.

Alexia, que estaba concentrada leyendo su libro y escuchando su canción, porque tenía capacidad para hacer ambas cosas, se vio en la obligación de levantar sus orbes para describir de qué se trataba. Encontró a Mirai allí, en la misma posición, como queriendo decir algo pero sin poder hacerlo, con una expresión tierna de intensidad. Cerró su libro, se quitó los cascos, colocó un codo sobre la mesa y depositó su barbilla sobre su mano. Ella también guardó silencio.

Estuvieron así alrededor de un minuto.

—Oye, ¿vamos a estar calladas toda la mañana? —preguntó la Shinomiya, cruzándose de brazos un poco cansada ya—. Tengo una novela de misterio que terminar.

—¡Esta tarde! —exclamó Mirai, llamando la atención de todo el salón. Acto seguido se percató de lo que había provocado su acción y se encogió de hombros sonrojada. Prosiguió, pero esta vez con tono más bajo—. Esta tarde mis amigas y yo vamos a ir juntas a un café.

—Interesante.

—Te estoy invitando.

—Es una forma muy curiosa.

—Cielos —Infló un cachete, fingiendo enfado—. Ven con nosotras.

—Amo el café —comentó Alexia, abriendo su libro. Dibujó una pequeña sonrisa cuando por el rabillo del ojo vio a Mirai poner una expresión de felicidad parecida a la de un niño—. Pero odio la compañía.

La sonrisa de Mirai se rompió como un cristal, en su lugar quedó un semblante oscuro.

—Pero...

—Buenos días, alumnos —saludó el profesor entrando en el aula y cerrando la puerta a sus espaldas. En ese momento la campana sonó.

—Anda, mira, pero si es el maestro —soltó de repente Alexia, sonriéndole a Mirai. Se colocó los audífonos sin cambiar la expresión.

—¡Oye! —farfulló la joven.

—Mirai Hoshisora, a tu puesto —dijo el profesor, apuntando a la única alumna que se encontraba fuera de su asiento.

Bye Bye —soltó Alexia, haciendo un gesto con su mano.

—No creas que esto ha terminado —añadió la Hoshisora, decidida.

—¡A tu puesto he dicho! —recalcó el mayor, ya había comenzado su clase.

—No me voy a rendir —susurró Mirai, caminando rumbo a su mesa. Se lanzó sobre el asiento de brazos cruzados y miró a la pelirroja sin descanso.

—Alexia Shinomiya, ¿cuántas veces tengo que decirte que no puedes usar los cascos en clase? —cuestionó hastiado ya el maestro de tanto relajo en la mañana.

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La última clase había terminado gracias a dios. Mirai estaba agotada, eso de atender y no quedarse dormida era horrible. Se lanzó contra el espaldar de su silla y dejó que su alma regresara a su cuerpo, si no recuperaba energías se iba a morir allí mismo.

Pero su momento de relajación se vio interferido. Por la puerta ya estaba saliendo Alexia, completamente lista para abandonar el instituto.

La castaña se apresuró a guardar sus cosas en su maleta lo más rápido que pudo, tanto que simplemente las tiró de cualquier modo. Se puso en pie y trató de ir tan veloz que su falda se quedó trabada con la mesa, no tenía tiempo que perder, mas tampoco podía desgarrar la tela, así que intentó ponerle fin al problema sin que hubieran bajas de por medio. Lamentablemente estamos hablando de Mirai, y si bien logró salvar su uniforme, en el proceso, de alguna forma inexplicable, terminó por rasguñarse el muslo con la esquina de la mesa.

Por el momento no le prestó mucha atención y simplemente salió corriendo. Llegó al pasillo y no le costó decidir cuál camino tomar porque solo había uno que llevaba a la salida, así que a través de él trotó mirando en todas direcciones para no pasarle por al lado a su objetivo. Encontró a Alexia por puro milagro, puesto que la chica se encontraba en su casillero cambiándose los zapatos para irse.

—¡A-chan! —gritó mientras se acercaba con una sonrisa. Alzó su mano para saludarla despreocupada—. ¡A-chan!

La fuerte voz llamó la atención de la mencionada que no tenía ni idea de que se referían a ella hasta que vislumbró a Mirai colocarse nuevamente en frente. Arqueó una ceja mientras cerraba su casillero y se apuntó a sí misma incrédula.

—Sí, a partir de ahora te llamaré A-chan —tajó la castaña, elevando las comisuras de sus labios a su máximo explendor.

—Eso es-

—¡Cuento contigo, A-chan! —exclamó feliz la protagonista.

Alexia soltó un suspiro, consciente de que no la haría cambiar de opinión. Podía llamarla como quisiera, de todas formas no le importaba. Con su mano libre se colocó los cascos y cerró los ojos dispuesta a disfrutar de su canción mientras regresaba a casa, pero no contó con la terquedad de Mirai.

La Hoshisora, con total confianza, tomó los audífonos de Alexia entre sus manos y los bajó hasta dejarlos en el cuello de la pelirroja. Aquello había provocado que la muchacha la mirara, y ante esto, Mirai dibujó otra gigante sonrisa.

—Es de mala educación dejar a tus amigos con la palabra en la boca, A-chan.

—¿Amigos? —inquirió la aludida, frunciendo el ceño—. ¿De qué habla-

Antes de poder culminar su oración, Alexia fue atrapada del brazo por Mirai, quien la arrastró con ella puertas afuera.

—Vamos, nos están esperando.

—Oye, oye, oye —reprochó Alexia, siendo arrastrada por la ola de energía y positivismo de Mirai. Era como ver un dibujo animado, su sonrisa parecía sacada de este mundo y su torpeza también... La chica había olvidado cambiarse los zapatos.

—Nos vamos a divertir mucho. Mis amigas son un poco raras pero son geniales, te vas a sorprender —divagó feliz Mirai, disminuyendo el paso. Sus orbes tomaron aún más brillo cuando vio al final de la calle a Hina esperándola con una sonrisa.

—Vale, entiendo. Te voy a acompañar, pero suéltame por favor —dijo Alexia, mirando a los alrededores—. Estamos llamando la atención.

Mirai hizo lo mismo que la pelirroja, percatándose de que ella tenía razón.

—Solo te suelto si prometes no irte —contestó, como un niña pequeña.

—Lo prometo —añadió Alexia, corriendo la mirada.

—Promételo por el dedo meñique —exigió la Hoshisora, recordando las promesas de Celeste, ella siempre decía que cuando se juraba por el dedo meñique jamás se podía romper.

—¿¡Qué!? —cuestionó descompuesta.

—¡Hina-chan! —Mirai elevó ambas manos en el aire para saludar a su amiga. Hoy estaba más energética que nunca, y en parte se debía a la conversación que había mantenido con Manjirō ayer.

Alexia se acomodó su maletín cuando estuvo libre y trató de seguirle el paso de forma pausada a Mirai.

—Mirai-chan y... —nombró la Tachibana, observando a la nueva integrante del grupo mientras esperaba una respuesta. Todo sin borrar su sonrisa.

—Alexia, Alexia Shinomiya —aclaró la pelirroja, incorporándose.

—Un gusto conocerte, Alexia-san —Hizo una mini reverencia—. Mi nombre es Hinata Tachibana.

—Eh, si, el gusto es mío —respondió la Shinomiya, colocándose su chaqueta, en el exterior por la tarde había mucho más aire y la piel comenzaba a erizárcele.

—Todas nos están esperando ya en el café, Mirai-chan —informó la pelisalmón.

—Que envidia me da su horario de por la mañana —farfulló la mencionada, lanzando su labio inferior hacia adelante.

Celeste y Kyomi asistían a la misma escuela que Mikey y Draken, por lo que, cuando Manjirō y Celeste escapaban de clases luego del almuerzo, Kyomi y Ken tenían que perseguirlos para hacer de niñeras.

Las tres jóvenes comenzaron a caminar a la par. Mirai y Hina iban charlando sobre Takemichi, sus anécdotas las hacían sacarse alguna que otra risa. La protagonista de vez en cuando le echaba un ojo a Alexia, quien no apartaba la mirada de su mp3.

Al llegar al café, las tres entraron. No tardaron mucho en encontrar la mesa de Celeste... Ella se encargó de eso. Sus carcajadas se escuchaban hasta en la puerta.

Hina y Mirai fueron delante, seguidas por Alexia, que a este punto ya había sacado su novela para leer.

—Hola, chicas —Hina tomó lugar junto a Celeste, le sonrió y luego colocó su maletín sobre sus piernas.

—Cele, Kyo-chan, Rumi-chan, quiero presentarles a A-chan —dijo Mirai, llamando la atención de todas mientras se hacía a un lado para mostrarles a la pelirroja.

—Alexia —corrigió la joven, apartando su vista del libro solo para eso.

—¿Una nueva súper amiga? —preguntó Celeste con estrellas en los ojos. Con su cámara de mano le tomó una foto a Alexia al lado de Mirai, luego la colocó sobre la mesa. Se puso en pie, se colocó ambas manos en las mejillas y las alzó emocionada—. Wiiii.

—Ignora al pony andante, te irá mejor en este grupo si no le prestas mucha atención —comentó Kyomi, dándose un sorbo de té caliente. Al alzar su vista y divisar a Mirai casi se atraganta con lo que vio—. ¿Qué es eso? —apuntó a su pierna.

La chica, que se encontraba sonriendo, se rascó la nuca nerviosa con las mejillas sonrojadas.

—Un despiste —contestó avergonzada.

—Dios, Mirai-chan, trátate con más amor —regañó la Kobayashi, buscando algo en su bolso, al encontrarlo se puso en pie y se dirigió dónde el pequeño terremoto. Se agachó al lado de su pierna, limpió con un poco de algodón la mini herida y le colocó una curita.

—Gracias, Kyo-chan. Y perdón.

—One-chan siempre tan precavida —añadió Rumi desde la distancia, en su tono de voz se notaba la adoración que tenía hacia Kyomi.

—Lastimosamente escogimos una mesa de solo seis personas —comentó Celeste al aire, llevándose una mano a la barbilla—. Bueno, da igual, toma asiento, Emma cogerá una silla de cualquier otra mesa.

—Gracias —contestó Alexia, sentándose en el primer puesto vacío que encontró.

Seguida de la pelirroja, Mirai y Kyomi fueron a sus respectivos lugares.

Celeste se puso en pie, dió brinquitos hasta llegar a la parte de atrás de la silla de Alexia y esbozó una sonrisa escalofriante. La joven de orbes esmeraldas no se percató de ello pues se encontraba absorta en su lectura, pero las otras cuatro chicas se miraron unas a otras con cierto sudor descendiendo de sus frentes, ya sabían lo que procedía, todas habían sido víctimas.

Entonces, sin previo aviso, la pelirrosa abrazó con todas sus fuerzas a Alexia, de tal modo que la aludida soltó el libro de la impresión y abrió sus ojos a más no poder. El corazón se le quería salir del pecho y casi tiembla allí.

Cuando Mirai había dicho que eran peculiares, estaba hablando muy en serio.

—Bienvenida, Xia. Ya estás bautizada —canturreó la Izumi, sin apartarse.

—Sky-san, intimidas a la pobre Alexia-san —regañó Hina, como la voz de la conciencia que era en el grupo.

—Solo le estoy dando amor —corrigió Celeste, restregando su mejilla contra la de la Shinomiya.

—Es una forma muy curiosa —comentó Alexia, con el semblante neutral.

Celeste siguió restregándose hasta que una regla le golpeó el cráneo.

—Ya sepárate —exigió Emma, desde atrás de la pelirrosa, con una mano en su cintura y la otra sosteniendo la regla. Si había alguien que podía ponerle un freno a Celeste, esa era sin dudas a quien consideraba su hermana, Emma Sano—. ¿No ves que provocas fatiga?

—¡Emma! —exclamó eufórica Kyomi.

—Hola, chicas. —Recogió su regla y la guardó en su bolso. Les sonrió a todas—. Lamento la tardanza.

—Eso dolió —farfulló Celeste, sobándose la cabeza.

Emma ignoró por completo aquellas palabras y procedió a tomar una silla de la mesa más cercana y colocarla entre Mirai y Kyomi, luego se sentó. A Celeste no le quedó más remedio que seguir aquella acción e ir a su lugar.

—¿Esa no es Agatha Christie? —preguntó interesada Kyomi, señalando el libro de Alexia.

—Si, en mi opinión es mejor que Arthur Conan —respondió la Shinomiya, alzando la vista más interesada—. ¿Te gusta leer misterio?

—No es mi pasión, pero Agatha es una debilidad que tengo. Los casos de Poirot me parecen mucho más fascinantes que los de Holmes, aunque Holmes me gusta más como personaje.

—Tienes una forma de pensar muy pulida. Es cierto que Sherlock tiene muy buenos casos como "Escándalo en Bohemia" y "El problema final", pero los casos de Poirot son otro nivel. Quedé prendada de "El asesinato de Roger Ackroyd"

—¡Sin duda el mejor libro de misterio que he leído!

—Estamos de acuerdo —tajó Alexia. Sin darse cuenta tenía una sonrisa sincera en el rostro—. Aunque como ya dijiste es mejor y más trabajado el personaje de Sherlock Holmes, mucho más complejo.

—Emmm... —Celeste fingió una tos potente, llamando a todas las miradas—. Si pudiéramos hablar algo en algún idioma en que entendiéramos todas sería genial.

Alexia y Kyomi le echaron una ojeada a la mesa. Todas las chicas tenían ese rostro de "no sé que mierda están hablando pero yo voy a sonreír para no quedar como tonta". Ambas dejaron escapar una risita y negaron con la cabeza.

—Lo siento, Cele —sinceró Kyomi—. ¿De qué quieres hablar?

Celeste dobló su rostro para mirar a Mirai, y como ella todas.

La joven protagonista sabía a la perfección a qué se debían aquellas miradas que se clavaban como cuchillos en su persona. Se encogió de hombros y trató de ocultar su rostro sonrojado y sus labios temblorosos detrás de su flequillo.

—Ey, Rai Rai, ¿cómo fue eso del día de ayer? Queremos chisme completo.

—No hay mucho que contar. Mamá conoció a Jiro-kun y no lo aceptó. Ya me parecía increíble que me dejara hablarme con Cele y Kyo-chan.

—Bueno, es lo que tiene que le presentes al líder de una pandilla a tu madre —comentó Alexia, tomando el menú. En ese momento todas la miraron—. ¿Qué? Es la verdad.

—¿Cómo sabes que Jiro-kun y yo estamos....

—Mirai, lo sabe toda la escuela —contestó Alexia, arqueando una ceja—. Ustedes son literalmente el foco de toda conversación de adolescentes que hay actualmente en la escuela.

—Genial —dijo sarcástica la castaña, llevando ambas manos para cubrir su rostro—. No sé por qué esperé otra reacción por parte de mamá.

—Es entendible su reacción, solo que me parece un poco precipitado el prohibirte verlo —razonó Kyomi, esta vez fue ella quien se ganó todas las miradas. Se suponía que ella no debía saber casi nada como las demás—. ¿Qué? Mi mejor amigo es Manjirō y mi mejor amiga es la hermana de Manjirō.


—Lo hizo. Me prohibió ver a Jiro-kun. Decía que era por mi bien y que debía obedcerla. Realmente no me dió muchas posibilidades de defender mi relación —explicó Mirai, todavía con las manos cubriendo su rostro—. Mamá tiene sus defectos, yo lo sé, pero es la mejor madre del mundo. Se ha pasado la vida cuidándonos a mi y a mi hermana. Ha sido un faro. Es estricta, pero porque no quiere que nos pase nada. No puedo poner en palabras todo lo que le debo, todo lo que la admiro y todo lo que la respeto.

—¿A dónde quieres llegar? —inquirió Hina, dándole pequeñas palmadas en la espalda a Mirai.

La Hoshisora sacó por primera vez su rostro de entre sus manos y le sonrió a la novia de su mejor amigo. Luego alzó la vista.

—Estuve llorando toda la tarde porque realmente, por un momento, pensé en que Jiro-kun y yo íbamos a terminar —resumió—. Para cualquier persona era una tonta llorando, pero realmente se me cruzó la idea de acabar todo, porque en el fondo sé que mamá tiene un poco de razón, y porque no me imaginaba llevando algo tan intenso a sus espaldas. Además, soy una llorona.

Todas menos Alexia soltaron una risita ante la última oración.

—¿Y qué sucedió? —preguntó Emma, interesada por escuchar el final.

—Lo ví —sintetizó con una hermosa sonrisa—. Lo ví y me di cuenta de que no quería nada de eso, de que no podía alejarme de él. Es muy fácil decir que estás bien sin una persona y que pondrás fin a tu relación, lo difícil es pararte frente a esa persona y hacerlo. Jiro-kun derrumbó todas mis defensas y me hizo cambiar de opinión sin ni siquiera esforzarse.

—Es muy bonito —lloriqueó Celeste, limpiándose con una servilleta. El rimel se le había caído y ahora parecía una bruja.

—Estoy de acuerdo —añadió Rumi, conteniendo las lágrimas.

—¿Entonces qué? —preguntó Hina.

—¿No es obvio? Llevarán una super historia de amor prohibido a las espaldas de Nozomi, como Romeo y Julieta. Se escaparán juntos y tendrán mil aventuras, pero nadie podrá saberlo porque ellos están saboreando la amargura de un destino cruel que no los quiere ver juntos y-

Kyomi colocó una mano sobre la boca de Celeste y le sonrió a las chicas de la mesa que estaban mirando en esa dirección.

—Por el momento mantendré esto oculto, hasta que tenga el coraje suficiente para volver a enfrentarme a mamá.

—Te ayudaremos en todo lo que podamos. Tienes nuestro apoyo —sinceró Emma.

Celeste se safó del agarre de Kyomi—. JAJAJJAJAJAJJAJAJJAJA apoyo. Me imaginé un pollo desplumado en las manos de Rai Rai.

—¿Qué carajos? —murmuró Alexia, sin poder creérselo.

De repente toda la mesa estalló en risas por lo alto debido a la idiotez de Celeste. Esa chica siempre daba la nota.

—¿Están listas para ordenar? —preguntó la camarera, rompiendo el momento.


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Palabras del autor:

Bueno, después de mucho, aquí está. Perdón por esta kk de capitulo tan lento, pero había que dar un momento de todas juntas, incluir a Xia y explicar la reacción de Mirai, así que todo junto :D

Perdón la tardanza, la universidad me consume lentamente.

¿Quién está listo para jugar los misterios con Alexia como si fuera Poirot?

Si te está gustando la historia vota y comenta para que llegue a más personas ~(˘▽˘~)(~˘▽˘)~

Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.

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