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Capítulo 31

Año 2017; unos días antes...

Takemichi se desplomó en el sofá, el mismo donde había despertado hacía tan solo unos minutos. Se revolvió su cabello negro y suspiró antes de mirar a Naoto. Su cómplice se encontraba frente a él, sentado en una silla, con su gran pizarra llena de anotaciones a su espalda. El ambiente estaba serio, y él estaba cansado.

Celeste se dejó caer también en el sofá, junto a su amigo. Ella portaba una sonrisa, siempre dispuesta a no dejar que los demás se deprimieran.

—Repasemos —dijo Naoto, rompiendo el silencio mientras se volteaba en su silla con rueditas—. Halloween del año 2005, muere Kazutora a manos de Sano Manjirō. Esto desencadena una serie de acontecimientos que llevan a la transformación de la pandilla de la Tokyo Manji, convirtiéndose en la mafia Tokyo Manji.

—Manji perdió la razón por completo con Tora —añadió Celeste, volteándose a ver a Takemichi.

El Hanagaki también dirigió su mirada dónde la pelirrosa. La encontró seria, preocupada y desesperada, ella ya no podía ocultar sus emociones.

—Por lo de que asesinó a su hermano y luego lo culpó sin una pizca de empatía —razonó el chico, por lo que le había contado la misma Izumi. La verdad era que algo de su razón tenía Manjirō para perder la compostura—. A pesar de que Mikey-kun testificó a su favor y no lo tendría en cuenta, Kazutora se empeñó en culparlo y decir que lo asesinaría.

Celeste negó. Llevó ambos codos a sus muslos y se apoyó de ellos para enterrar su cara entre sus manos.

—Tora-chi no lo hizo porque quisiera, él no sabía nada —explicó, volviendo a voltear su rostro para regalarle a Takemichi una sonrisa triste—. Cuando Tora-chi era un niño tuvo muchos problemas familiares, nunca tuvo amigos. Kei fue quien lo encontró, pero realmente, quien lo salvó, fue Manji. Manji fue quien lo defendió de su propio padre, quien lo salvó cuando estaba siendo golpeado por otra pandilla. Manji siempre ha tenido el poder de crear admiración y respeto en las personas, Tora-chi no fue la excepción.

—Por eso mismo, cuando mató a su hermano-

Naoto intentó decir algo, pero Celeste lo cortó sin tan siquiera mirarlo, ella solo tenía ojos para Takemichi, quien escuchaba atentamente su historia.

—Por eso mismo, cuando mató a su hermano, Tora-chi entró en un estado de negación. No podía aceptar que fuera él la causa de la tristeza de la persona a la que admiraba, por eso se refugió bajo la excusa de que había sido culpa de Manji. ¡Era un niño de doce años! ¿¡Quién con doce años toma buenas y maduras decisiones!? Imagina con un tema tan sensible —añadió, un poco más exaltada. Perdonar a Kazutora por lo que había hecho había sido difícil para ella, pero comprenderlo, eso lo hizo desde el primer segundo.

—Yo con quince huí de mis problemas igual que Kazutora —añadió Takemichi, colocando una mano sobre el hombro de Celeste. Él la apoyaba, y necesitaba transmitirselo—. Kazutora y yo no somos tan diferentes, yo encontré mi forma de escapar, y él la suya. Salvaremos a Kazutora, lo haremos abrir los ojos, yo y la Celeste de hace doce años.

—Gracias, Muchi —susurró la de orbes dorados, ensanchando su sonrisa.

Naoto dedicó una fugaz mirada a Takemichi y Celeste, quienes se encontraban mirándose con una sonrisa fijamente. Frunció el seño y  se aclaró la garganta, con el objetivo de llamar su atención. Vale que él no pudiera hacer nada en el 2005, pero todavía seguía estando en esa habitación.

—Lo que no entiendo es por qué, si Sano Manjirō estaba tan enamorado de Mirai como dicen, se separó de ella, creo su mafia, y antes de todo eso asesinó a Kazutora —soltó, sobándose la barbilla.

—Manji adoraba a Mirai, habían forjado un vínculo que se había fortalecido con los obstáculos a los que habían tenido que enfrentarse. Para ese entonces Mirai tenía prohibido verle por su madre, pero ella igual salía a escondidas con él, eso solo los hizo acercarse más —relató Celeste, poniéndose en pie. Hizo una pausa para buscar nerviosa un cigarro dentro de su bolsillo, el cuál encendió con su mechero. Dio una calada rápida y prosiguió—. Estoy segura de si Mirai hubiera estado ahí, hubiera sido la única capaz de detenerlo... pero no lo estuvo, y Manji hizo esa locura. Cegado por el reencor, el desprecio y la muerte de Kei, Manji mató a Tora-chi. A partir de ahí no volvió a ser el mismo.

—¿Qué le sucedió? —Se atrevió a preguntar Takemichi, luego de tragar en seco.

—No lo sé, simplemente cambió. Según sus propias palabras: había descubierto que no sentía nada la matar, y que de este modo podría acabar con toda la escoria del mundo. —Soltó aire y volvió a dar otra calada—. Fue como si se hubiera transformado en otra persona, una mucho más oscura. Hasta él se dio cuenta de que se había convertido en otro y terminó con Mirai. Manji sabía que ya no podría regresar al mismo de antes, que ya no había marcha atrás para él, que estaba condenando a Mirai a estar con un asesino, a involucrarla en su mundo de mierda, por eso terminó con ella.

—Lo hizo por su propio bien —murmuró Takemichi, conmovido. Aún perdido en la oscuridad, Mikey era capaz de pensar en el bienestar de Mirai.

—También intentó alejarme —confesó, dejando caer la mano que sostenía el cigarro. Por su cabeza pasaron los millones de recuerdos que tenía con Manjirō. Sus orbes se fijaron en el llavero viejo pero bien cuidado que había colocado sobre la mesa, ese que había comprado a juego con el de Mike, ese del cual no había sido capaz de deshacerse ni en medio de la frustración y enfado con el chico—. Y lo consiguió.

—¿Dejaste la Tokyo Manji? —inquirió curioso Naoto, inclinándose hacia delante en su asiento.

—Kisaki me obligó. —Alzó la mirada, de forma seria—. Él mató a mi hermano. Después de eso comprendí que este futuro ya no tendría arreglo, y que para cambiarlo debía ponerme a salvo y esperar a Michi durante ocho años.

Después de aquella declaración la sala quedó en silencio. Ni Takemichi ni Naoto encontraban qué decir, habían quedado en completo shock. Se miraron, los dos hombres se miraron rápidamente, preguntándose con la mente qué se suponía que debían hacer. Ambos comprendían la fortaleza en aquella mujer.

—¿Estás segura de lo que estás diciendo, Celeste? —preguntó Naoto, poniéndose en pie.

—No tengo pruebas, pero tampoco dudas. Fue él, fue Kisaki —espetó. Cada vez que tenía que decir ese nombre lo hacía con desdén—. Los cuatro primeros años traté de hacer entrar en razón a Manji. Me encontraba en una encrucijada, Rai Rai era mi mejor amiga, y si bien era consciente de la influencia que tendría sobre Manji, no la quería poner en peligro. Así que tomé su papel, intenté darle una razón a Manjirō para quedarse en el lado de los buenos, para que abriera los ojos, y por eso Kisaki me amenazó en más de una ocasión. Ese hijo de la gran puta me advirtió el día antes de la muerte de Yuuki que me alejara de la Tokyo Manji, yo no le hice caso. Al final Yuuki murió en manos de un delincuente y decidí tomar mi distancia y esperarte. Así fue como, tan solo una semana después de mi renuncia en la ToMan, la pandilla se transformó en una mafia. Manji solo tenía veinte años y ya era el el jefe. Después de eso definitivamente me rendí con este futuro, no tenía fuerzas ni para mantenerme en pie ni para luchar sola. ¿Cómo iba a convencer a Manji de que ese no era el camino cuando estuve a punto de matar a Kisaki en varias ocasiones?

Celeste fue capaz, por segunda vez, de dejar sin habla a los dos pelinegros. Ella fue consciente de lo que causó y forzó una carcajada.

—Nada de eso importa ya, porque Michi y yo vamos a impedir que Kazutora mate a Keisuke y vamos a salvar este futuro de mierda —añadió, dándole la última calada al cigarrillo. Caminó con dirección al sofá, en el camino depositó la cerilla en un cenicero y volvió a sentarse junto a Takemichi—. ¿Verdad, Michi?

El aludido asintió con su cabeza tres veces seguidas, completamente de acuerdo.

—¿Por qué, Takemichi? —preguntó Naoto, curioso—. Mi hermana está viva, Celeste la ha estado cuidado todo este tiempo. ¿Por qué seguir con esta misión suicida? ¿Por qué ponerte en riesgo a tí y a tu seguridad?

—¿Estuviste cuidando a Hina? —cuestionó el Hanagaki, girándose a ver a la pelirrosa.

—Por supuesto, ¿cómo crees que nos conocimos Naoto y yo? —Hizo un signo de paz con sus manos y ensanchó su sonrisa todo lo que sus labios le permitieron—. Creyó que iba a hacerle algo y me arrestó.

—Fue una larga historia —concluyó Naoto, rememorando. Al principio no le había creído ni una palabra a Celeste, pero cuando ella le contó todo lo que sabía tuvo que ceder, ni al más desesperado de sus reclusas se le hubiera ocurrido una mentira tan ridícula.

Takemichi soltó una risita, mirando sus manos. Sus mejillas adquirieron un color rojo pálido—. Quiero salvarlos a todos. No quiero que las cosas termines así para Mikey-kun, ni para Draken-kun —miró a Celeste— ni para tí.

Ella abrió sus ojos de par en par, su semblante divertido se transformó en uno sorprendido y tuvo que contener las lágrimas.

—Por eso volveré a viajar en el tiempo.

—Gracias Take-

Antes de que Celeste pudiera completar su línea el sonido de un teléfono la interrumpió.

Takemichi y Celeste divisaron a Naoto, quien buscó entre sus bolsillos su teléfono móvil. Con la mirada de sus cómplices sobre él, tomó el aparato y contestó.

—Si, soy yo, Naoto Tachibana —respondió en tono dudoso, con una ceja alzada—. ¿Qué sucede?

Durante los próximos treinta segundos solo se escuchó el sonido de la voz del otro lado del móvil. No eran claras las palabras que decía, pero si llegaba a los oídos de Takemichi y Celeste que se trataba de algo serio.

Naoto ni siquiera contestó cuando la mujer culminó la noticia que a juzgar por el rostro del Tachibana no era para nada buena. El chico, completamente impactado, colgó y lanzó el teléfono sobre su buró de trabajo. Se volteó y llevó ambas manos a su cabeza mientras miraba la pared.

—¿Qué sucedió, Naoto? —cuestionó Takemichi, impaciente por saber.

El mencionado se revolvió el cabello una última vez, bajó sus manos y se volteó  a ver a su amigo y Celeste. Aguantaba las ganas de llorar, tenía una expresión dolida, rota.

—Es mi hermana... —comenzó, por un instante su voz se quebró, mas luego se recompuso, debía terminar aquella oración—. La asesinaron.

Takemichi, casi como un resorte, se puso en pie. Tenía los ojos abiertos como platos y le exigía con la mirada —de forma torpe y desesperada a Naoto— que se tratara de una retorcida broma.

—¿Qué carajos esta ocurriendo aquí? —preguntó irritada Celeste—. Llevo más de ocho años vigilándola y nadie nunca la ha intentado tocar ni con el pétalo de una rosa. ¿Por qué cuando no estoy...?

—Es como si lo hubieran sabido —escupió Naoto, lleno de ira, furia y dolor—. Es como si hubieran sabido que ayer y hoy no estabas cerca para defenderla, como si hubieran sabido que siempre has estado ahí.

—Es como si alguien me estuviera vigilando a mí también —añadió ella, frunciendo su ceño a más no poder. Su semblante se había transformado. Ahora estaba enfadada.

—Pero eso no puede ser... —susurró Takemichi como pudo. Ya se encontraba llorando a Hina, sus orbes expulsaban lágrimas como si de una cascada se tratara, al final todo había sido en vano—. ¿Quién haría algo así y por qué?

—Me hago a una idea —dijo Naoto, tomando su gabardina y colocándosela. También se puso su funda de seguridad y guardó la pistola dentro—. Y el hijo de puta que tienen arrestado en comisaría me va a confirmar si es lo que pienso.

Celeste y Takemichi se miraron un segundo, por su cabeza pasó el mismo nombre, ese que resonaba en todas partes. ¿Por qué alguien como él querría asesinar a Hinata? ¿Por qué vigilar a Celeste? ¿Por qué tomarse tantas molestias?

Demasiadas preguntas sin respuestas. No tenían tiempo para pensar en ellas, ahora debían acompañar a Naoto a dónde se dirigiera —que debía ser a comisaría—. Tenían que informarse mejor para seguir trabajando en el caso. Había otra razón para regresar en el tiempo.

Definitivamente tenían que ponerse en marcha.

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Palabras del autor:

¿Alguien alguna vez en su vida había visto un recuerdo del futuro?

¿No?

Acostúmbrense, serán comunes. Todas estas cositas ya pasaron en dónde estamos, con Mirai y Mikey en la tumba, pero serán puestas poco a poco para mantener el misterio. Espero que les guste.

Estoy estudiando para mis exámenes de ingreso en la universidad, por eso no tengo mucho tiempo libre. Lamentablemente esto es todo lo que puedo darles hasta posiblemente la próxima semana.

Ah, una última cosa, aquí les dejo un regalito de parte de 000sky-blue000


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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.

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