Capítulo 23
Mirai observó todo a su alrededor mientras apegaba el kimono de Celeste a su pecho y corría por el campo de batalla. Esquivaba como podía a las personas peleándose. De un momento a otro Takemichi se había perdido de su lado entre la multitud y ahora trataba desesperadamente de encontrarlo siguiendo la voz del Hanagaki que llamaba arduamente a Draken. Aunque allí estuvieran todos, era como si realmente no estuvieran, como si se hayaran en otro mundo.
Los orbes grisáceos de la muchacha examinaron a cada persona. Pudo ver como Baji le daba una paliza a varios contrincantes; Chifuyu hacía lo mismo por otro lado. Mikey estaba imparable, todo el que se le acercara caía al suelo incapaz de levantarse. Ken no lo hacía mal, también se defendía pese a su situación. La hermana de Kyomi, Rumi, se estaba luciendo, ella se encontraba cerca de Chifuyu todo el tiempo, y aunque con sus manos no pudiera defenderse muy bien, sus patadas eran mortales, cada vez que derribaba a alguien lloraba pidiendo perdón.
Mirai pudo ver, desde la distancia, el increíble combo que hacían Celeste y Kyomi juntas. Ella jamás hubiera imaginado que eran tan fuertes. Mientras la pelirrosa golpeaba con sus puños y ágiles movimientos, la bicolor empleaba posturas avanzadas del kendo para apalear a sus enemigos. Por un momento Kyomi le lanzó el sable de bambú a Celeste y la impulsó para que esta derribara con el shinai a un tipo de aproximadamente dos metros; cuando la Izumi aterrizó en el suelo con elegancia, le tiró de vuelta el sable a Kyomi, la Kobayashi se volteó rápidamente para derribar al hombre que se había lanzado como depredador aprovechando que no tenía su arma.
La victoria pertenecía sin duda a la ToMan.
Tan concentrada estaba en observar a sus amigas, que Mirai terminó chocando contra alguien. Retrocedió dos pasos y se quejó en voz baja, pero cuando alzó su cabeza su semblante descontento se había convertido en uno atemorizado. Ante ella se encontraba el tipo que la había amenazado hacía dos segundos. Era gigante, bueno, tal vez del tamaño de Hanma, pero ella era diminuta, y frente a ella cualquiera era grande; tenía el ceño fruncido y sonrisa socarrona, satisfecha por haber encontrado a su presa.
El poco sentido común que le quedaba a Mirai —ese que existía pero solo hablaba en situaciones extremas— le gritó que saliera de allí inmediatamente. La castaña no tenía tiempo para un duelo mental, así que se volteó y se dispuso a correr, mas una de las manos de aquel chico la sostuvieron jalando su cortos cabellos.
Aquello logró sacarle un quejido a la protagonista, que cuando lanzó su paso a correr fue terriblemente impulsada hacia atrás.
—Te dije que me encargaría de tí personalmente —farfulló, con aires de superioridad.
Entonces él se dispuso a golpearla, pero antes de poder hacerlo cayó inconsciente al piso, soltándola.
Cuando Mirai se giró para enterarse de qué había sucedido, encontró a Manjirō y Celeste a cada lado del cuerpo de su agresor. Ambos tenían sus pies levantados a la altura de lo que vendría siendo la mandíbula de aquel tipo. Los vio incorporarse y no fue muy difícil adivinar que entre los dos le habían aplaudido la cara con una patada al que ahora estaba con los ojos en blanco sobre los charcos de agua.
Mikey divisó a su pareja unos instantes y luego desplazó su recia mirada hacia Celeste—. ¿Qué hace Mi Mirai aquí? Y no me vengas con excusas, que sé que esto es cosa tuya. —Se vio en la necesidad de tener que golpear a dos pandilleros más que intentaron atacarlo.
—Hey, Manji, en mi defensa he de decir que yo no sabía que se convertiría en una batalla campal —respondió la pelirrosa, alzando sus manos como si estuvieran a punto de arrestarla. Ese semblante le daba miedo hasta ella. Acto seguido esquivó un ataque de un chico que planeaba darle con un bate, y observó como Manjirō lo derribaba—. Además, yo la protegeré.
—¿¡Eh!? —inquiró molesto, con una vena marcada en su frente. Empleó todo su enfado en patearle la cara a otro de las filas de Moebius—. ¿¡Te parece que eso de hacía dos segundos era proteger!?
—¡No le iba a pasar nada! —exclamó de vuelta la pelirrosa, golpeando sin muchos problemas a dos más.
—Esto... —llamó Mirai, sintiendo como empezaba a sudar frío. Esos dos eran de almas tomar, y ella era la causante de aquella discusión—. No discutan, yo estoy bi-
—¡Abajo! —gritaron Manjirō y Celeste a la vez.
Afortunadamente Mirai tenía muy buenos reflejos, e hizo lo que se le había ordenado rápidamente. Estando agachada observó como su pareja y su mejor amiga asentaban a la par un golpe de puño cerrado sobre alguien que venía por su espalda. Cuando el sujeto cayó al suelo, ella se levantó y tragó en seco. Eso de ser invencibles no era mera fama, en combate eran imbatibles.
Y si asustaba verlos peleando con otros, más asustaba verlos desafiándose con la mirada.
—¡Draken-kun! ¡Draken-kun!
La voz de Takemichi interrumpió aquella mortal batalla. A juzgar por el tono desgarrado que empleó el rubio algo gordo había pasado; así que los tres, Celeste, Mirai y Mikey voltearon en la dirección de la que provenían aquellos desgarradores alaridos, encontrando en la distancia el cuerpo de Ken sobre el piso, y a Takemichi acuchillado frente a él.
De un momento a otro los tres se vieron rodeados de enemigos. Mikey y Celeste hicieron lo mejor que pudieron por derribarlos y defender a Mirai en el proceso. Era como si todos supieran que los dos eslabones más importantes en la ToMan eran ellos.
—¡¿Qué pasa, Takemichi?! —cuestionó Manjirō, moviendo a un lado a Mirai para poder dar una patada a dos personas.
—¡Es Draken-kun... Lo apuñalaron! —respondió el Hanagaki, totalmente desesperanzado.
Manjirō abrió los ojos de par en par, incapaz de creérselo. Celeste, que hasta el momento tenía una sonrisa, borró todo rastro de ella, entrecerró sus ojos y transformó su expresión por completo. Mirai, aunque no tuviera una relación tan profunda con Ken, se giró con los ojos envueltos en lágrimas.
—¡Aparten! —exigió Manjirō, tratando de controlar la situación a su alrededor, pero la ola de personas solo aumentaba cada vez más, y aunque no era muy difícil bloquear los ataques y derribarlos, si era completamente imposible avanzar.
Celeste quería ir donde Draken, lo necesitaba más que nada en ese momento, mas prescenciar como todos los de Moebius tenían como único objetivo derrotar al gran Mikey, tuvo que abandonar aquellos deseos. Derribó a tres hombres que eran un obstáculo y se volteó. Depositó su mano en el hombro de Mirai, y mientras la castaña miraba al frente, con dirección a Takemichi y Ken, la pelirrosa tenía sus ojos puestos en Manjirō y su ardua batalla.
—Te encargo a Ken-kun... —susurró, en forma de plegaria—. Por favor, es mi mejor amigo.
Mirai sintió como la cálida mano de Celeste se separaba de su piel. Durante unos segundos el tiempo se detuvo y vio las gotas de lluvia caer, examinó el terreno, como si todo fuera en cámara lenta, la sangre, las peleas. Se preguntó que hacía ella allí, en esa pequeña fracción de segundo se preguntó que hacían Takemichi y ella allí, pero todas las dudas que habían se esfumaron cuando recordó la sonrisa de Manjirō, las palabras de Celeste y los dulces de Kyomi.
Para todas aquellas personas valiosas para ella, Draken era importante. Tomó aire, y sin mirar atrás comenzó a correr con dirección a su mejor amigo, esquivando gracias a su pequeño tamaño y su gran velocidad cualquier persona que se interpusiera en su camino.
Y mientras aumentaba el ritmo de su paso, Mirai se juró a sí misma, que bajo ningún concepto Draken moriría.
Celeste vio por el rabillo de ojo con una sonrisa como la Hoshizora había reunido todo ese valor para hacer lo que ella le pidió. Una fugaz sonrisa adornó su rostro, ponía la vida de su mejor amigo en manos de aquella menuda muchacha, y una parte en su interior le decía que todo estaría bien. Luego de verla llegar donde el rubio de la trenza, se volteó nuevamente y caminó con dirección a Manjirō —quien todavía permanecía rodeado—. Tomó del cuello de la camisa a uno y lo lanzó hacía atrás, le arrebató el bate que este tenía entre sus manos, y con el mismo lo golpeó lo más duro que pudo, tanto que la sangre de aquel muchacho bañó su rostro y el objeto de madera temrinó partido a la mitad. Pero Celeste no se limpió las mejillas, no, lanzó lejos el bate y se adentró en el círculo dónde estaba Mikey para comenzar a arrasar juntos con sus enemigos; hasta que Hanma intervino y ella se vio en la necesidad de cubrirle las espaldas al Sano de todos aquellos que querían aprovechar esa oportunidad para atacarlo.
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Mirai llegó dónde Takemichi y Ken, clavó sus rodillas en el suelo y, mientras que con una mano sostenía todavía las ropas de Celeste, con la otra se encargaba de tomarle el pulso al varón.
El Hanagaki lloraba a su lado, lo sorprendió verla allí, quería salvarla, pero no había sido capaz de salvar a Draken ni sabiendo que ocurriría. El futuro iba a ser una mierda.
—Se acabó... —murmuró en shock, con las lágrimas descendiendo de sus ojos como si fueran cascadas—. Draken-kun está muerto...
—¡Mi-chan, reacciona! —ordenó Mirai, de igual modo que su amigo. Ella también estaba llorando, pero intentaba llevar las cosas lo mejor posible—. ¡Draken-kun todavía está vivo!
—¿Qué?
—Todavía tiene pulso, es muy débil, pero tenemos que llevarlo a un lugar seguro, a partir de allí yo haré lo demás. Mi-chan, tienes que ayudarme, yo sola no puedo —rogó, levantándose. Sabía que estaba encomendando mucho a su mejor amigo, pero ahora mismo era la única opción.
Takemichi observó la convicción en aquellos ojos grises, la misma convicción que siempre había sido un adorno en el adorable rostro de aquella muchacha. Él sabía qué, cuando Mirai ponía esa expresión, luchaba por lo que quería hasta conseguirlo, todavía lo recordaba de la primera vez que venció a alguien.
Ya un poco más calmado, el Hanagaki se puso en pie, totalmente dispuesto a hacer que esa convicción se hiciera realidad. Mirai también quería salvar a Draken, y esa solo era otra razón para no rendirse hasta el final. Con toda la fuerza que siempre le había faltado en su vida, con la fuerza que no utilizó para vecer a Kiyomasa hacía doce años, con la fuerza que no utilizó para enfrentarse a los problemas en vez de huir, con la fuerza que no utilizó para permanecer al lado de quienes amaba, Takemichi cargó a Ken en su espalda.
Mirai estaba asombrada pero contenta, otra vez volvió a ver aquella madura espalda en su mejor amigo.
Mientras ambos caminan rumbo a un lugar lejano al de la disputa, se les sumaron a la trayectoria Kyomi y Emma. Las dos nuevas chicas se ofrecieron a ayudar a Takemichi, pero este se negó diciendo que estaba bien.
Al llegar a una ubicación bastante alejada de la pelea, Takemichi colocó a Draken en el suelo —a petición de Mirai—.
—Emma-chan, Kyo-chan, ahora mismo Draken-kun las necesitas más que nunca, y yo también —informó la protagonista, acuclillándose frente al Ryuguji.
Las dos aludidas se miraron decididas.
—¿Qué tenemos que hacer? —preguntaron a la par, completamente dispuestas a todo.
—Emma-chan, necesito que la cabeza de Draken-kun tenga una inclinación hacia arriba, ¿podrías ponerla sobre tus piernas?
Emma asintió sin dudarlo, se sentó en el suelo y colocó la cabeza de Draken sobre su regazo.
—Kyo-chan, Draken-kun necesita oír la voz de alguien que aprecie para aferrarse a la vida. Dale una razón para quedarse con nosotros —añadió Mirai, mirando las ropas de Celeste. Se disculpó mentalmente con su amiga por lo que estaba a punto de hacer, pero debía detener la hemorragia de algún modo, así que colocó el kimono sobre la herida y ejerció presión sobre ella—. También asegúrate de que Draken-kun esté respirando en todo momento. Si su respiración se vuelve más lenta de lo que es ahora mismo tendrás que decírmelo.
Kyomi asintió, se colocó frente a la cabeza de Draken y sostuvo sus dos mejillas entre sus manos, ella también estaba llorando. Sus lágrimas a veces caían sobre el rostro casi que inconsciente de Ken.
—Por favor, Draken, quédate conmigo, quédate con todos —suplicó, con voz quebrada y algún que otro sollozo—. No te vayas.
Takemichi observó la soltura con la que Mirai se estaba desenvolviendo en esa situación con total asombro y rigidez. Ni siquiera él sabía que Mirai podía portarse tan madura y capaz.
—¿No deberíamos hacer un torniquete? —cuestionó Emma, al ver que no había reacción alguna por parte de Draken. Ahora mismo tenía el corazón roto.
—No, un torniquete solo complicaría las cosas. Debemos detener la hemorragia con alguna tela limpia de un modo en que no afecte a Draken-kun. Lo que resta es esperar por la ambulancia... —Mirai calló, notando algo muy importante que al parecer había olvidado—. Esperen, ¿alguien llamó a una ambulancia?
—¡Yo lo hice! —contestó Hina, apareciendo de la nada. Corrió hacia donde estaban ellos y se colocó detrás de Emma. Depositó ambas manos sobre los hombros de la Sano y con una expresión seria observó a Mirai—. Están en camino, pero debido al mal clima y el festival me temo que tardarán un poco. Dijeron que esperemos aquí
Mirai asintió y volvió a tomar el pulso de Draken, era débil, pero podría mantenerse vivo el tiempo suficiente. Acto seguido volvió a ejercer presión sobre la herida, había perdido mucha sangre debido a que le habían sacado el arma, por retorcido que fuera, si Draken todavía tuviera la navaja encajada hubiera sido mucho más fácil impedir que se desangrara.
Era difícil, pero no imposible. Además, Celeste le había confiado esa tarea, porque Celeste creía que ella podía con esto, y le demostraría que no estaba equivocada. Mirai quería salvar a Draken contra todo pronóstico.
Pasos, Mirai escuchó pasos a lo lejos mientras luchaba por mantener estable a Ken. Alzó la vista para ver de qué se trataba, y encontró a Takemichi al frente del grupo, no comprendió hasta que a lo lejos, poco a poco se hacían más visibles las siluetas de algunos miembros de la ToMan. Por un momento ella sonrió felíz, porque portaban el uniforme de los aliados, pero dicha sonrisa se esfumó cuando reconoció al líder, el mismo tipo que había abusado de Takemichi cuando ella estuvo enferma, el mismísimo Kiyomasa.
—¿Cómo? ¿Draken sigue vivo? —cuestionó canturreando uno.
—Oigan, ¿qué hace el Tontomichi aquí?
—¿Qué crees que haces, sabandija? —inquirió Kiyomasa, frustrado—. ¡Que alguien traiga cinta adhesiva!
Ante este comentario todos se echaron a reír.
Takemichi palideció, definitivamente ahora sí era el final. Todo había sido en vano, al final... El futuro era inevitable.
—Takemicchi —nombró Draken, respirando entrecortado. Intentó sentarse, pero Mirai no se lo permitió—. Gracias, Takemichi. Huye con Hina-chan, Emma, Kyomi y Mirai-chan. Yo voy a estar bien.
—¿Que huya? —repitió el Hanagaki por lo bajo.
Takemichi agachó la cabeza avergonzado, porque efectivamente eso tenía planeado hacer. En realidad, esa era la opción más lógica, al menos ellos podrían salvarse, si permanecían allí todos iban a perecer. ¿Qué podían hacer cuatro chicas, un herido y él?
Los recuerdos se fueron acumulando uno a uno. Todo lo que había perdido por estar huyendo toda la vida. Y se preguntó si iba a volver a huir en esta segunda oportunidad que el mundo le daba.
—¿¡Huir!? —espetó Mirai, haciendo todavía más presión en la herida por puro insulto—. ¿Quién va a huir? Estamos todos aquí por tí, luchando por tí, y para salvarte enfrentaremos lo que sea. ¡Así que deja de moverte y déjame mantenerte con vida!
Takemichi escuchó aquella queja de Mirai como un rayo de sol, esa pequeña pizca de valor que necesitaba rebosó en vida cuando la tierna voz de su mejor amiga le abrió los ojos y le recordó por qué estaba luchando. Así que gritó, como los soldados antes de la guerra, como los troyanos tras ganar mil batallas; y avanzó, completamente solo contra todos esos chicos.
Pese a los comentarios sarcásticos no retrocedió, su convicción era inmutable, y solo por esta vez lucharía sin temores, después de todo...
—Esta es mi venganza —aseguró, con una sonrisa de par en par, sorprendiendo a sus rivales—. Kiyomasa, aún tenemos cuentas pendientes. No terminamos nuestra pelea a puño limpio.
—¿De qué estabas hablando, estúpido? Por lo que vimos, está claro que perdiste —bromeó el mismo tipo desagradable que lo había insultado.
—En ese caso, apuesto 100 millones por Takemichi —dijo Draken, sorprendiendo a todos—. Es una ridiculez, pero qué más da.
—¡Yo también apuesto 100 millones por Takemichi! —exclamó Hina, llevando una mano a su pecho.
—¡Yo 300 millones! —gritó Emma.
—No lo conozco, pero si todos confían en él, es porque Takemichi vale esos 300 millones —comentó Kyomi, acariciando el rostro de Draken.
Kiyomasa soltó una carcajada—. Están todos mal de la cabeza —alegó jocoso, apuntando su cráneo.
—¡Claro que no! —objetó Mirai, con un semblante serio y recio, cosa que jamás se había visto en ella. Todos voltearon a verla y ella levantó su mentón para que escucharan con claridad lo que estaba a punto de decir—. Mi-chan va a ganar, yo apuesto mi vida.
—Gracias, chicos —dijo Takemichi, preparado para atacar—. Vamos, Kiyomasa, pelea.
Pintaba a ser un duelo épico, la oportunidad de venganza para alguien cuya vida fue arruinada por una persona. Pero no fue así, porque antes de que Takemichi pudiera asentar el primer golpe, Kiyomasa —como sus antecedentes orientan— jugó sucio clavándole una navaja en la mano.
Un desgarrador grito de dolor resonó en todo el lugar, aterrando a todos, en especial a Mirai y Hinata.
—No es una pelea a puño limpio, es tu ejecución. Te voy a matar, Hanagaki.
Aquellas palabras lograron que el aludido encontrara el valor para quitarse el arma de la mano, lanzarla lejos y volver a atacar. Alguien tan menudo y débil como él por supuesto sería enviado a volar con facilidad y caería acostado sobre el asfalto. Aún así, Takemichi se apoyó en una rodilla e intentó controlar su respiración para dejar el asqueroso dolor de su mano en el olvido y centrarse en esa batalla.
—Te voy a matar.
«"Solo tuve mala suerte". Solía pensar. Pero ahora, estoy completamente seguro de que me equivocaba. Todo... Todo fue mi culpa. Por resignarme después de una derrota. ¡Por mi debilidad! Soy débil, pero aún así, pero aún así...»
—¡Mi-chan, no voy a rendirme hasta lograrlo, no importa cuan difícil sea! ¡Todas las montañas tienen una cima!
Takemichi recordó aquellas palabras, y desde el suelo, imaginó la figura de la pequeña Mirai yendo hacia Kiyomasa con el objetivo de pelear. La imaginó como aquel día que corrió dónde un tipo dos años mayor que ella solo por defender a alguien; aquel día que Mirai cumplió con su palabra, derrotó a su enemigo y escaló la montaña; aquel día en que ella le demostró que solo pierde aquel que se rinde. Takemichi sabía que la única razón por la cual su mejor amiga no había intervenido y se contenía era porque la vida de una persona estaba en sus pequeñas manos, Takemichi sabía que Mirai lo hubiera intentado aunque le hubieran clavado mil puñales, Takemichi sabía que él la admiraba y quería ser como ella.
Takemichi sabía que no se rendiría.
—¿No te da miedo? —inquirió el pequeño Hanagaki, acomodando su mochila. Regresaban a casa después de un largo día. Por el rabillo del ojo pudo ver como Mirai, con el rostro magullado y las ropas sucias por su pelea y reciente derrota, fruncía el ceño—. ¿No te da miedo perder y que te hagan daño?
—Mi-chan, tonto —comentó la Hoshizora, dándole un pequeño golpesito en el hombro. Se limpió el rostro y sonrió—. Por supuesto que tengo miedo, pero valor no es no tener miedo, valor es erguir el cuerpo, apretar los dientes y afrontar ese miedo hasta el final. Al menos eso dice mamá siempre.
Valor también es encontrar la fuerza para levantarse. El segundo raund había comenzado, y esta vez, aunque fuera de una forma tosca, tonta e incluso ridícula, Takemichi ganaría.
Y cuando el cuerpo de Kiyomasa incosciente cayó sobre el suyo en el suelo —producto de la llave que le había hecho—, lo primero que hizo Takemichi fue ponerse en pie, ignoró a todos los que quedaban que estaban allí para matar a Draken, ignoró incluso a sus propios amigos; él solo miró a Mirai, alzó su mano, y a pesar del dolor que tenía en esta fue capaz de hacer un signo de paz, poner una inmensa sonrisa y decir a todo pulmón:
—¡Hoy gané, Mirai-chan!
La Hoshizora sintió sus ojos cristalizarse, porque en el destello grisáceo de estos se podía ver a Takemichi junto a una pequeña Mirai triunfante, ambos tenían la misma posición, la misma sonrisa, la misma alegría y el mismo cuerpo lesionado. Mirai sabía que su mejor amigo estaba haciendo referencia al día en que ella venció por primera vez, seguramente su auforia era la misma, el mismo sentimiento. Le sonrió envuelta en lágrimas cuando el reflejo de sí misma había desaparecido por completo y ahora solo estaba él.
—¿Terminaron la escenita? —cuestionó divertido alguien de la ToMan.
—Todavía quedamos nosostros —añadió otro.
Kyomi se puso en pie, tomó el sable de bambú que se encontraba a su lado y se colocó delante de Takemichi. No quería dejar a Draken solo, mas la situación lo requería. Estaba destruida, con la mente en blanco, el corazón roto, las piernas temblando y todo su ser rogaba que esa maldita ambulancia llegara de una vez, pero lucharía.
—Mirai-chan, cuida de Ken —murmuró, inhalando. Debía concentrarse.
La mencionada asintió.
—Así que tú eres el famoso Takemichi del que todos hablan —comentó Kyomi, sonriendo de medio lado—. Mikey tiene buena vista para las personas, nunca dejará de sorprenderme. Takemicchi, luchaste bien, esta es tu victoria.
—¿¡Y qué carajos vas a hacer tú, muje-
Antes de que el chico pudiera completar su frase ya había caído desmayado sobre el cuerpo de Kiyomasa, producto del potente y veloz golpe que recibió por parte de aquel shinai.
—Puede que yo no sea tan fuerte como Celeste... —Los miró como un demonio enfurecido—. Pero no me subestimen.
Los cuatro restantes retrocedieron como gallinas, les fallaron los pies y casi se tropiezan con ellos mismos. La huida se confirmó cuando las sirenas de las patrullas policíacas comenzaron a sonar por todo el lugar.
Aquel sonido solo fue música para sus oídos, significaba que la batalla por fin había terminado.
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Palabras del autor:
Amo la relación de Mirai y Takemichi, y la relación de Celeste y Mikey. Les dije que en mi Fanfic habría más que romance, en mi Fanfic hay una historia con distintas relaciones más allá del amor.
Sé que llevamos varios capítulos sin interacción entre Mirai y Mikey, pero trataré de compensarlo dando una bonita en el siguiente :3
¿Qué piensan de Mirai?
La nena buena y dulce se transformó por completo en este capítulo mostrándonos una faceta que todos desconocían, inclusive el mismísimo Takemichi.
¿Qué opinan de Celeste?
Un poco sádica y pendeja, pero así se le quiere.
¿Qué opinan de Kyomi?
La nueva nena y su relación de amistad con Emma. Me encanta que ambas se complementan tanto que a veces no hace falta ni palabras en ellas.
¿Les está gustando?
Le estoy poniendo mucho amor a estos caps, sobre todo porque son la base para lo que está por venir. Realmente este arco fue algo introductorio, la mayoría de personajes están presentados y sus relaciones también. Espero que hayan empatizado uwu
En fin, me estoy alargando mucho esta vez.
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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿
~Sora.
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