Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 22


Después de que Emma arrastrara a Kyomi y Draken lejos del grupo, los dos últimos se habían acostumbrado al paso de la Sano y ahora la seguían sin la necesidad de ser llevados por la misma. El ambiente era un poco tenso al principio, pero con el tiempo cualquier rastro de incomodidad se esfumó dejando únicamente un cálido sentimiento de diversión.

Poco a poco Emma y Kyomi se fueron juntando cada vez más, llegando a olvidar —en ocasiones— que Draken se encontraba allí. Jugaron juntas la prueba de puntería, compraron comida para la otra sabiendo a la perfección sus gustos, bromearon y fueron de lugar en lugar examinando todo. El festival fue llenándose de buenos recuerdos que construyeron juntas.

Ken, por su parte, las observaba desde atrás con una sonrisa. A su parecer esas dos siempre habían encajado a la perfección. Eran mejores amigas, y aunque a veces ellas se portaran como rivales por alguna razón que él desconocía, la verdad es que nadie las entendía mejor que ellas mismas. Kyomi siempre parecía saber que afligía a Emma, Emma siempre parecía saber que pensaba Kyomi.

—¡Ten! —exclamó Emma, extendiéndole a Draken uno de los dos paraguas que había comprado. Había comenzado a llover de la nada, y ella no quería que nadie se resfriara.

El rubio tomó el objeto con una ceja alzada, sin dejar de mirar a la Sano—. ¿Por qué compraste solo dos?

Ante aquella pregunta, Kyomi se acercó donde ellos dos, se colocó al lado de Emma, y cuando su mejor amiga la miró ambas sonrieron cómplice. Emma volvió a dirigir su vista dónde Ken, abrió el paraguas y ensanchó su sonrisa.

—Es obvio, Kyomi y yo compartiremos el mismo —contestó, tras unos segundos en silencio.

Draken soltó una carcajada contento, le alegraba ver que los ánimos de esas dos estuvieran por los cielos. Él también tuvo que abrir su paraguas, la sutil lluvia se había transformado en un torrencial.

—¿Deberíamos regresar ya? —inquirió Kyomi, pegándose más a Emma. Las gotas de agua caían como cuchillos del cielo—. Nos hemos divertido lo suficiente por hoy, además, en la tontería nos alejamos del grupo.

—Estoy de acuerdo —dijo Ken, sorprendiendo a las dos féminas. Inmediatamente su vista se posó sobre Kyomi—. No queremos que vuelvas a enfermarte en verano.

La chica sintió sus mejillas arder tanto que tuvo que llevar ambas manos a su cara para ocultar su sonrojo. Ante la tierna acción de su mejor amiga, Emma solo pudo soltar un par de carcajadas.

—Vale, ya es tarde, regresemos —afirmó la Sano, mirando el cielo, la verdad era que estaba horrible. Con lo bien que había ido la noche era un desperdicio marcharse ahora, mas Kyomi tendía a pescar resfriados con facilidad y no quería volver a verla enferma, al menos no tan pronto.

Sin nada que objetar, los tres comenzaron a caminar alejándose del festival. Iban codo con codo. Eran Emma y Kyomi quienes hablaban triviales como de costumbre, el varón solo las escuchaba en silencio y de vez en cuando añadía algo.

—¿Debería llamar a Mikey y decirle que aún está a tiempo para ver a Mirai-chan? —cuestionó Emma al aire, recordando la discusión que sostuvieron su hermano y Celeste respecto a la castaña. El par había estado sin dirigirse la palabra toda la tarde.

—¿Con esta lluvia? Con lo rigurosa que es Celeste con el cuidado de su hermano seguro ya se fueron a casa todos —contestó Ken, algo obvio. La imaginaba haciendo un berrinche desde la primera gota de lluvia y abrazando a Yuukine bajo un paraguas.

Las dos féminas asintieron, imaginando lo mismo que él.

—¡Draken! —Alguien gritó detrás de ellos.

El aludido y sus dos acompañantes voltearon a ver de quien se trataba.

—Oh, Pe, ¿que ocurre? ¿Por qué las fajas?

Kyomi y Draken lo notaron en ese instante, se percataron de la intensidad de aquella mirada tan negativa. Pe era el mejor amigo de Pa, y por supuesto no estaba conforme con aquella situación; jamás imaginaron que las cosas se desarollarían así, pero era innegable que aquel brillo que irradiaban esos ojos estaba envuelto en rencor. Ellos dos, que eran cercanos a la Tokyo Manji Gang podían entenderlo.

—Kyomi... —llamó Ken, cerrando su paraguas para extendérselo a la mencionada—. Quédate aquí y cuida de Emma.

La Kobayashi asintió retrocediendo dos pasos con su mejor amiga. Lo vio caminar sin dudar hasta Pe y hablarle de que posiblemente estuviera molesto con su persona. Draken había sostenido en todas las reuniones que se habían hecho que era necesario respetar la decisión de Pa, al principio muchos estuvieron en desacuerdo, pero cuando el mismísimo Sano Manjirō le había dado la razón a Ken, la balanza se había inclinado por completo, se llegó a la conclusión que era lo correcto y cesaron las tensiones entre la Tokyo Manji Gang. Pocos mantuvieron su posición de negación, y entre ellos, Pe era el más cercano a Pa.

Estaba tan metida en sus pensamientos, que Kyomi no le prestó atención a esos pasos que hacían eco sobre los charcos de agua. Y para cuando volvió a ser consciente, la bicolor ya era testigo de como Emma gritaba desesperadamente el nombre de Draken y como el mismo era golpeado por otro chico con un bate. En ese instante su mundo se desmoronó y comenzó a temblar. Trató de ordenar las ideas en su cabeza, pero todo estaba en blanco.

Ken se tambaleó maldiciéndose por no haber esperado algo como eso o estar atento. Por un segundo todo a su alrededor dió vueltas y casi cae al suelo, la fuerza para no hacerlo emergió cuando vio a Kyomi decidida a intervenir; justo allí, sin importarle un comino su salud, se apoyó en sus rodillas y gritó:

—¡No te acerques! ¡Te encargué a Emma!

No podía dejar que ella se metiera en eso bajo ningún concepto. Kyomi era una mujer fuerte, formidable, con mucha destreza, pero todo esto cuando tenía su sable de bambú en la mano, cuando se lo arrebatan era una chica simple como cualquier otra. Era como hacer magia, con solo quitarle el shinai la dejabas indefensa.

Draken sabía que tenía que levantarse porque sino ella intervendría. Suspiró cuando vio a las tropas de Moebius agruparse allí. Se limpió un poco la sangre y de un rápido movimiento golpeó a su atacador, haciendo que este y el bate cayeran al suelo. Trató de hacerse el fuerte sonriendo en dirección a las dos féminas. Vislumbró a Kyomi marcando desesperadamente un número en su teléfono, pero no tenía tiempo para preguntar así que se volteó hacia el frente, dónde se hayaban todos los miembros de la pandilla rodeando a Pe.

Ahora les tocó a Kyomi y Emma observar desde lejos la pelea. Ambas se tomaron de las manos totalmente preocupadas. Era innegable el potente deseo que yacía en su interior de asistirlo, mas las dos sabían que solo serían un estorbo y una carga para Draken. Solo les quedaba observar rezando a todos los dioses porque Celeste llegara lo antes posible, ella era la única que podía hacer algo.

Se sentían tan inútiles...

Hasta que Draken cayó sentado en el suelo, no por un golpe, era más bien el peso de la herida en su cabeza. Kyomi abrió sus ojos de par en par al divisar como todos sonreían cínicos viendo en esa la oportunidad perfecta para tomar ventaja del tipo que los estaba venciendo aún a pesar del golpe que había recibido. Ella trató de calmarse y de decirse a si misma que su lugar era allí atrás, pero antes de darse cuenta que había corrido hasta colocarse delante de él.

Draken gruñó descontento—. ¿¡Qué haces!?

La bicolor limpió bruscamente sus lágrimas, lágrimas que no sabía en qué momento habían comenzado a descender. A Pe se le estaba yendo la mano, eso se había salido de control, iba a matar a Ken. Se giró a verlo con el ceño fruncido y la cara cubierta de agua, producto de la lluvia y su llanto.

—No puedes pedirme que me quede sin hacer nada cuando claramente necesitas ayuda. ¡Ya no lo soporto más! —exclamó la fémina. Un terrible dolor de cabeza la estaba atacando, mas eso no haría a su voz flaquear, porque había algo que tenía que decirle—. ¡Deja de preocuparte tanto por los demás y piensa un poco en tí mismo! No tienes que hacer esto, vámonos de aqu-

Antes de que Kyomi pudiera completar su frase, alguien la agarró desde la parte trasera del cuello de su yukata y la jaló hacia atrás haciéndola chocar contra el pecho de uno de los miembros de Moebius.

—¿Pero qué tenemos aquí? —inquirió, atreviéndose a oler tu cuello de la bicolor con descaro, del mismo modo comenzó a desacomodar su yukata—. Una grata sorpresa que habla demasiado en el medio de una batalla.

Kyomi intentó safarce revolviéndose un poco, pero otra mano la jaló del cabello llevándose su arreglo y su peinado con él. Su cabeza cayó en el hombro de quién la tenía presa entre sus brazos, y desde ese ángulo pudo divisar a lo que parecía ser una amigo de esa desagradable persona relamiéndose los labios.

Aquello sin duda había logrado irritar y molestar a Draken, quien velozmente se puso en pie. El rubio fue en defensa de la chica, la separó de aquella dos, el primero al que apaleó fue a quien osó interrumpirla y tocarla tan sinvergüenza; el segundo en caer fue el cómplice, a quien golpeó con más fuerza que al anterior solo porque su furia iba en aumento a cada segundo. Casi que por acto reflejo lanzó a Kyomi contra su pecho y la abrazó con una mano, de forma protectora, con un semblante rudo, como si el hombre débil de hacía dos segundos hubiera desaparecido por la simple idea de que algo pudiera pasarle a esa joven.

Ella se encontraba despeinada, con su yukata completamente fuera de lugar y su rostro hecho un desastre, pero en esos brazos se sintió más segura que nunca. Todos hablaban de Mirai, pero la propia Kyomi admitía que en términos de sonrojarse por quién le gusta ella tampoco se quedaba atrás. Inhaló aquel aroma varonil que desprendía Draken y apreció lo cálida que era su piel a pesar de la fría lluvia, aquel era el lugar perfecto para estar, y le hubiera gustado que las circunstancias fueran otras.

Y casi como si dios los hubiera escuchado, justo cuando los estaban rodenado, la voz de Celeste hizo eco en todo aquello. El tipo más cercano a Kyomi y Draken cayó al suelo completamente noqueado por una patada de la pelirrosa.

Mirai se incorporó respirando entrecortado. Ella estaba acostumbrada a hacer ejercicio, pero sin duda no fue fácil seguirle el ritmo a la Izumi.

Celeste echó una ojeada a su alrededor y chasqueó la lengua al ver el estado en el que se encontraban dos de sus mejores amigos. Ahora entendía la desesperación en el tono de voz de Kyomi y la necesidad de su prescencia. Se volteó a ver a la multitud y el brillo en su mirada hizo que algunos temblaran al reconocerla.

—Es la serpiente de los ojos dorados —murmuró alguien de Moebius.

—He escuchado que es casi invencible —susurró otro, sintiendo como sus piernas le fallaban ante la potente aura de aquella mujer.

—Rai Rai, sosten esto, Ta-kun me mata si lo lleno de la sangre de esta escoria —dijo Celeste, sacándose el kimono para dárselo a Mirai. Quedó vestida únicamente con un short y un top negro. Se colocó frente a Draken y Kyomi y dobló su cuello haciéndolo traquear—. Voy a hacerlos pagar un millón de veces más lo que hicieron.

—¿Están bien? —inquirió la protagonista, acercándose a la pareja con las ropas de Celeste en su mano.

Draken perdió por completo sus fuerzas y si no llega a ser por las manos de Kyomi que lo sostuvieron se hubiera caído al suelo por segunda vez. La chica lo guió para que la usara de apoyo aún a pesar de la diferencia de alturas.

—Estamos bien, Mirai-chan —contestó la bicolor, anclándose al piso para bajo ningún concepto permitir a Draken caer

—Déjame ver... —pidió la pequeña, poniéndose de puntillas para poder divisar mejor la herida de Draken, que este estuviera encurvado fue un alivio para su estatura. Analizó la herida en la cabeza del varón y una sonrisa ligera asomó sus labios—. No es nada grave, pero necesitará reposo y un buen vendado.

—¿Estás escuchando, Ken? —preguntó Kyomi, con atisbo de mandato—. Queda prohibido que vuelvas a pelear. Ya lo ha dicho Mirai-chan.

El rubio de la trenza forzó una sonrisa de medio lado.

—Vinimos lo más rápido que pudimos. Celeste me ordenó llamar a Jiro-kun, dejamos a Yuukine y a Hikari en un lugar seguro y corrimos hasta aquí —informó la castaña, volteándose para ver con dirección a la pelirrosa—. Cele estaba muy preocupada, su rostro cambió por completo cuando los vio así.

—¡Mirai-chan! —gritó una voz que la aludida conocía a la perfección.

La de orbes grisáceos se volteó para ver llegar a escena a Takemichi con Mitusya; en parte la alegraba porque ayuda siempre es ayuda, pero por otra parte la aterraba que su mejor amigo estuviera allí.

El Hanagaki se incorporó a unos metros del grupo, con la expresión en su rostro totalmente transformada, si a Mirai le preocupaba que él estuviera allí, a Takemichi se le empezaron a ocurrir millones de futuros en los que ella ya no estaba. Se culpó a si mismo y a sus intervenciones en el pasado por lo que pudiera llegar a pasarle a la Hoshizora. Jamás se lo perdonaría.

Por su parte Mitsuya miró a Emma, esperando de ella —la única miembro de los presentes que estuvo desde el comienzo y no había sufrido algún tipo de agresión— una explicación de que estaba pasando.

La Sano, que se encontraba temblando en su lugar, cubierta de lágrimas y preocupada por sus amigos, reunió todo el coraje que tenía, y en vez de contarle a Mitsuya, se atrevió a atacar al causante de todo esto con palabras. Nunca lo perdonaría.

—¡Eres un cobarde, Peyan! ¡Lo atacaron por sorpresa con un bate! ¡Ni siquiera peleas tú solo! ¿¡Y te haces llamar hombre!? —exclamó, tragándose sus propias lágrimas. En algún momento su paraguas había volado lejos de ella.

—Bueno, Mirai-chan me dijo que no podía intervenir —comentó Draken, llevando una mano a su cabeza—. Así que todo queda en sus manos, Cele, Mitusya.

Celeste, que hasta el momento había encarado a Moebius y Pe, giró su rostro para sentir a las palabras de Draken. Ella aceptaba esa responsabilidad.

—¿Creen que dos mujeres, un chiquillo y un capitán de la ToMan podrán contra todos nosotros? —inquirió sarcástico uno, golpeando su bate contra su mano de manera amenazante—. No me jodan.

—¡Todos aquí son más fuertes que ustedes! —reprochó Mirai, abrazando con fuerza las ropas de Celeste. Ella sabía que debía mantenerse callada, pero simplemente no podía. Habían logrado enfadarla—. ¡Puede que seamos pocos, pero de este lado nadie es un cobarde! ¡La verdadera fuerza radica en poder enfrentar tus problemas cara a cara!

—Oye, oye, pequeña —farfulló otro de los contrarios, dando un paso al frente—. Tú serás la primera de la que me encargue.

Ante esta afirmación Mirai no vaciló ni retrocedió, mas lo que sucedió si la dejó un poco desconcertada, y no precisamente para mal. Takemichi se había colocado frente a ella y levantó una mano protector, obstruyendo la vista del miembro de Moebius que había amenazado a la protagonista. Ella sintió su corazón acelerarse y sus ojos cristalizarse. Adoraba a ese chico con toda su alma, pero jamás lo había visto de un modo tan valedor, dando el paso al frente para defenderla sin tan siquiera dudarlo.

Por un pequeño instante, Mirai vio una espalda gigante, la espalda de alguien adulto. No sabía en qué momento, mas era un hecho que Takemichi había crecido y ella no se había percatado.

—Mátenlos a todos.

Tras aquella simple orden comenzaron los comentarios arrogantes y las risas simplonas de quienes predominaban en número.

Pero el festejo llegó de verdad para el grupo protagonista cuando sintieron el rugido de aquel motor que todos conocían a la perfección, inclusive la propia Mirai.

—Al fin está aquí —dijo Draken.

—Este tubo de escape...

—Es la moto de Jiro-kun —completó Mirai, con una sonrisa.

Entonces todos prescenciaron cuando el famoso "invencible Mikey" entraba en escena aparcando su moto de una forma peculiar. El chico traía una expresión parecida a la de Celeste, solo que sus ojos estaban apagados por completo, sin brillo alguno.

—Ya veo —dedujo, caminando hacia Pe—. Me enviaron a otro lugar para que pudieran atacar a Ken-chin. Y luego iban a culparme por esto y a dividir la ToMan.

—¡Hago esto por Pachin...!

—¡Tú no eres así! —replicó Mikey, frunciendo el ceño—. ¿Quién te incitó a hacerlo?

—Vaya, pero que sopresa —dijo una tranquila voz, metiéndose también en el conflicto—. Veo que también puedes usar la cabeza, Mikey.

El aludido divisó al nuevo desconocido sin cambiar su semblante—. ¿Quién eres?

—Que aburrido —comentó el individuo, dando una calada a su cigarro—. Realmente no importa quien soy, pero digamos que de momento dirijo a Moebius. Soy Hanna.

—¿Tú eres el miserable que está detrás de esto? —preguntó el Sano, sin titubiar.

—Eres un fastidio Mikey... —Iba a darle otra calada al cigarro, pero se vio en la necesidad de soltarlo para detener la veloz e inminente patada que Manjirō le iba a proporcionar—. Eso dolió. Nuestro objetivo es acabar con la ToMan. Hubiera sido mejor que se autodestruyeran, pero esto tampoco está mal. Al fin y al cabo, esto me permitirá matar al invencible Mikey con mis propias manos.

Celeste se incorporó junto a Manjirō, cuando todo Moebius había retrocedido hasta detrás de Hanma. Ella había prometido estar siempre del lado de Mikey, y no se refería solo emocionalmente hablando, lo estaría también cuando pelearan, no se dejaría intimidar por la a abrumadora diferencia de números.

—¡Moebius cuenta con cien hombres y la ToMan con solamente cuatro! —Aquel discurso iba dirigido a sus propias tropas. A quienes quería intimidar no era a sus enemigos, sino a sus aliados— ¡Ni se les ocurra acobardarse! Tanto Mikey como Draken... Son hombres muertos.

Takemichi palideció. De este modo... De este modo el futuro no cambiaría en nada. Miró por el rabillo del ojo a Mirai, quien no podía apartar la vista de Manjirō, ahora más que nunca lamentaba haberla involucrado en este mundo.

Y cuando todo parecía perdido para el Hanagaki, el sonido de otra moto azotó el lugar, pero está no venía sola, no, estaba acompañanda por varias más. En la distancia se podían ver a todas las tropas de la ToMan acercarse. Y combinadas las luces con las farolas del festival, aquello parecía un auténtico milagro.

Todos comenzaron a bajar.

Mirai se sentía orgullosa de reconocer a varios de todos ellos, principalmente a Baji, quien iba al frente. El chico de largos cabellos traía en su mano un sable de bambú que apoyaba en su hombro.

—¡La Tokyo Manji ya está aquí, imbéciles! —anunció Keitsuke, orgulloso—. Oye, pedazo de inútil, aquí tienes tu palo —añadió, lanzándole el shinai a Kyomi con tan buena puntería que a ella no le hizo falta moverse para tomarlo. Luego se recogió el cabello.

—¿Quién quiere morir primero? —inquirió Smile.

—¡One-chan, vinimos a ayudar! —dijo una chica, saliendo de atrás de Chifuyu para correr en dirección de Kyomi.

—¡Rumi! —exclamó llena de auforia Kyomi. Volvería a llorar. Justo cuando todo aparentaba estar oscuro aparecían para iluminar la noche. Ella también adoraba la ToMan.

Kyomi sintió como perdía peso y cuando volteó encontró a Draken completamente incorporado.

—Una enorme pelea callejera el día del festival hace que a uno le hierva la sangre. ¿No, Mikey, Celeste? —comentó, colocándose al lado de sus dos mejores amigos, justo al frente de toda la ToMan.

Manjirō soltó una risita—. Tienes razón, Ken-chin.

—Aplastemoslos —tajó Celeste, llevando una mano a su cintura.

Desde atrás todos los vieron, por eso eran los tres líderes, los tres más fuertes. Mikey, Celeste y Draken estaban a otro nivel, ellos eran la cabeza de la Tokyo Manji Gang y les sentaba de maravilla. Sus siluetas eran simplemente superiores. Inclusive Takemichi y Mirai, desde donde estaban, se sintieron como dos pequeños puntos impulsados a seguir a esos tres a dónde fueran.

—¡Vamos! —ordenó Manjirō, lanzando el grito de guerra.

Y después de eso, las dos potencias chocaron con fuerza, destacándose así una feroz batalla. La batalla que decidiría el curso que tomaría el futuro. Ahora todo dependía de Takemichi y del peso que pudiera llegar a tener Mirai en esa historia.

.
.















Palabras del autor:

El shinai (竹刀) es un sable de bambú, implemento que sirve para entrenar de una forma más segura las técnicas de combate inspiradas en la katana o sable japonés. El shinai, es mucho más seguro, y menos letal que el sable de madera o bokken.

Kyomi sin su palo no es nadie, ah, pero esperen a verla con su palo :D

Primero que nada, buff, pasaron demasiadas cosas en este Capítulo. Les confieso que fue el que más trabajo me ha dado escribir, demasiados personajes para llevar, demasiadas interacciones, demasiadas cosas por pasar. ¿Qué les pareció? Espero que les haya gustado porque le puse amor.

Cómo ya dije, ahora todo depende de las oc's, su interacción en la historia podría provocar cambios drásticos. ¿Qué creen que pasará?

Estamos acercándonos al final del primer arco uwu.

Aquí les dejo un dibujito de parte de la bella señora: 000sky-blue000

En el capítulo pasado les dije que dejarán sus ideas para que ella reprodujera en un dibujo simple, pero como solo una persona dejó su idea o petición, nuestra querida dibujante no ha querido dejarlo en solo un "dibujito sencillo"

Disfrútalo :D

Recuerden seguirme en mi Twitter: Mio_Uzumaki, donde estaré publicando cositas de mis historias, adelantos, dibujos, etc.

Si te está gustando la historia vota y comenta para que llegue a más personas ~(˘▽˘~)(~˘▽˘)~

Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro