Capítulo 18
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Mirai se lanzó en su cama boca arriba. Miró el techo durante varios minutos en completo silencio, admirando cada pequeña grieta que había en el cemento. Estaba súper aburrida y eso era lo mejor que podía hacer, fue el mejor entretenimiento que encontró.
Por primera vez en días no tenía nada en lo que centrarse. Durante la última semana había tenido la cabeza en varios lugares, lo que no le había permitido el lujo de aburrirse, pero ahora era otro asunto. Su madre y su padre estaban trabajando en la cafetería, como eran vacaciones se encontraban muy ocupados con toda la clientela; su hermana menor había ido a casa de una amiga a pasar el día, supuestamente estudiarían —cosa que Mirai no dudaba conociendo lo aplicada que era Hikari— y pasarían juntas la noche; Takemichi se hallaba en su casa recuperándose lentamente y le habían sugerido reposo; Celeste no la había llamado y... ¡Eso era! ¡Celeste!
Mirai no tenía muchos amigos, pero recientemente había forjado un lazo bastante fuerte con varias personas, y esa muchacha era una de ellas. Cuando no estuviera con Takemichi, podía llamar a Celeste.
Dispuesta a terminar con ese aburrido día, Mirai abrió el celular que traía en sus manos y se dispuso a buscar entre su lista de contactos el de la pelirrosa. Le sacó una sonrisa tonta ver cómo en tan poco tiempo la cantidad de números archivados había aumentado tanto. Seguramente Celeste se pondría muy feliz, sería la primera vez que fuera Mirai quien la llamara.
La ferviente búsqueda se pausó por un momento cuando aquellos orbes grises se detuvieron observando un nombre en específico: Emma. La hermana de su novio, la muchacha que había conocido hace un tiempo atrás pero no habían intercambiado palabras hasta aquel día en el hospital, el mismo día en que Takemichi recobró la consciencia.
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Mirai había pasado la noche en esa silla, sentada junto a la camilla de su mejor amigo, aferrada a su brazo insociente, esperando a que él despertara. No había ido a casa, se limitó a informar a su madre de la situación por teléfono, y la misma envío con su padre la comida y todo lo necesario para que pudiera quedarse allí; luego —cuando estuvo menos saturada del trabajo— fue en persona a ver a su hija.
Los médicos habían dicho que Takemichi estaría bien, que solo eran unas fracturas y que necesitaba reposo, aún así Mirai no se separó de él.
Estaba agotada y hecha una mierda. Se encontraba mirando al rubio, esperando que él abriera sus ojitos en cualquier momento. Necesitaba irse a casa. Debido a su distracción, no notó como alguien se metía también en la misma habitación.
—Vaya —comentó una voz detrás de la castaña, provocando que la misma diera un pequeño respingo en el lugar debido al susto—. Pero si es Mirai, la Mirai de la que todos hablan.
La aludida volteó su cabeza sobre su hombro, encontrando otra joven. Ya se conocían, la Hoshizora la reconoció como Emma, la chica que había visto en una de las reuniones de la ToMan. Se preguntaba que hacía allí, ¿había venido a ver a Takemichi?
—¿De la que todos hablan? —inquirió frunciendo ligeramente el ceño. Quería ser cortés y saludar adecuadamente, pero Mirai tenía un lado curioso que solía poder más que su voluntad. Observó a Emma caminar hasta colocarse a su lado, luego la muchacha tomó asiento en otra de las sillas.
—Si, eres muy famosa. Los chicos no paran de hablar de tí. —Emma vio a la muchacha pestañear par de veces incrédula y supo que no comprendía nada. Soltó una risita por lo tierna que era y decidió proseguir—. Eres la novia de Mikey, primeramente nadie en la ToMan podía creerlo; con lo infantil que es mi hermano, es muy curioso que se haya tomado tan en serio una relación, normalmente no le duran nada. Celeste se la pasa hablando de tí y ella y Mikey suelen discutir mucho al respecto por tu apodo. Yuukine ni se cree que existas, todavía piensa que es broma y que todos estamos confabulados para tomarle el pelo. Baji bromea mucho con Mikey al respecto, Chifuyu... él anda en su propio mundo la verdad.
Mirai asintió impresionada, no conocía la mitad de los nombres allí, pero estaba feliz de que... —¡Espera! ¡¿Hermana?! ¡¿Eres hermana de Jiro-kun?!
—Shhhh —murmuró Emma, mirando a los alrededores, estaba preocupada por el tono de voz tan alto que había empleado Mirai—. Baja la voz, no queremos alterar el sueño de nadie.
—Lo siento —sinceró la castaña, encogiéndose de hombros con las mejillas sonrojadas.
—Si, Mikey y yo somos hermanos, bueno, para ser más exactos: medios hermanos. ¿No te contó?
—Wow, no lo sabía. Jiro-kun y yo no solemos hablar mucho de nuestra vida personal —comentó, jugando con sus pulgares mientras forzaba una sonrisa—. Supongo que me gustaría hablar más con él de eso ahora, pero va a ser difícil.
Emma vislumbró a esa pequeña envuelta en dudas y preocupaciones. No entendía muy bien la razón, pero ella también sufría por amor y eso era lo único que comprendía, que Mirai estaba afligida por algo que le había ocurrido con Manjirō.
—Tranquila, solo tienes que ser sincera y todo se arreglará —dijo, poniendo una de sus manos sobre las de la menor. Le dedicó una sonrisa sincera y tranqulizadora, con el único objetivo de mostrarle que tenía su apoyo. Se conocían desde hacía poco, pero Mirai era como un terrón de azúcar que hablaba y se movía, tan tierna y linda, podía entender por qué le gustaba tanto a su hermano, a Mikey siempre le había gustado lo dulce.
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Mirai sonrió recordando esa corta escena protagonizada por ella y Emma antes de que Takemichi despertara. La próxima vez que se vieran tenía que decirle que tuvo razón y que las cosas se arreglaron, además de que ahora su relación con Mikey tenía un vínculo aún más fuerte. Le agradaba esa chica y esperaba que pudieran hacerse amigas.
La búsqueda terminó cuando —por fin— los grisaseos orbes de la muchacha leyeron el nombre de Celeste. Hoy quería verla y compartir juntas, si bien antes su relación era un poco superficial, ahora de verdad estaban unidas; la pelirrosa le había mostrado su lado más débil y había confiado en ella; tras verla llorar y quejarse de lo que la fligía, Mirai se sintió más conectada con ella que nunca.
—Aló —respondió Celeste, con tono burlesco.
—Cele, ¿estás ocupada ahora? —inquirió la castaña, sentándose de pies cruzados sobre su colchón.
—¡Rai Rai, que alegría oír tu voz! —exclamó alegre la otra fémina—. Me moría del aburrimiento. ¿Qué tienes en mente?
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Mirai le rogó a Celeste que por favor no pasara a recogerla en moto, la pelirrosa aceptó debido a la gran insistencia de la Hoshizora. Se encontraron en el parque más cercano y ambas —a pie— caminaron charlando.
El plan era sencillo: pasarían un rato agradable para ellas dos solas, visitarían alguna heladería, hablarían más de sus aventuras con sus amigos, y cuando pasara un rato comprarían algunos jugos e irían dónde Takemichi. Al haber tenido el día anterior una cita con Mikey, Mirai no pudo dedicarle mucho tiempo al Hanagaki y se sentía muy culpable, así que trataría de recompensar su ausencia ese día, aunque no pudieran causar estragos ni divertirse mucho, al menos estaría al lado del muchacho.
Todo estaba tan fríamente calculado, tan bien planificando que no había forma de que terminara mal. No cabía espacio para algún desastre... Y aún así, ¿¡por qué pasaba eso?!
Paradas una al lado de la otra, Celeste y Mirai echaron un vistazo al exterior de la casa de Takemichi. La primera se golpeó la frente con fuerza y la segunda forzó una sonrisa de ojos cerrados. Manjirō y Ken se encontraban frente a frente, matándose con la mirada, viéndose de forma tan amenazante que podría asustar a cualquiera; entre ambos estaba Takemichi, tratando de calmar la situación, pero no parecía estar dando resultados; y ya mucho más lejos de la escena se encontraban los cuatro amigos del Hanagaki, asomados por la ventana mientras examinaban con detalle lo que ocurriría.
Cuando las tensiones parecieron cesar y Manjirō aparentaba haber tomado una decisión madura alejándose de la escena, algunos se relajaron, mas Draken y Celeste supieron que ese no era el final, sino el comienzo; ellos se conocían mejor que nadie y sabían que alguien tan caprichoso como Mikey recién estaba empezando. El rubio —tal y como se esperaba— tomó la bicicleta de Takemichi, la alzó en el aire con total libertad y —a pesar de los reclamos del dueño de la misma— la lanzó contra Ken. Afortunadamente el más grande fue capaz de esquivarla a tiempo, mas aquello había colmado la última pizca de su paciencia, si ese estúpido quería guerra la tendría.
Totalmente embestializado, Draken partió un bate que encontró cerca y lo tiró contra su mejor amigo.
—¡No! ¿¡Por qué!? —exclamó Celeste, lanzándose a lloriquear al hombro de Mirai—. Yo solo quería un respiro de esos dos, pero la maldición me persigue a donde quiera que voy.
—Cele... —nombró Mirai, dando pequeños toquesitos en la cabeza de su amiga, esperaba que eso la tranqulizara como lo hizo anteriormente.
—¡Un día tranquilo, un día normal, eso es lo único que pedí! —Las lágrimas descendieron en cascada de los brillantes orbes dorados de la modelo mientras se abrazaba aún más a la castaña—. Para eso me alejé de estos pendejos, y vengo a toparme con ellos de nuevo.
Fueron ignoradas por todos los varones.
Mirai dejó escapar risitas nerviosas. Sentía que le faltaba la respiración por la fuerte presión que ejercían los brazos de Celeste sobre ella. Miró al frente y observó la escena. Quitándole el toque gracioso que tenía la situación sarcástica de la Izumi, la verdad era bastante lamentable ver a dos personas que se querían tanto en ese estado. Ella le había dicho a Mikey que Draken era su ángel y él estuvo de acuerdo, ¿qué hacían entonces esos tontos batiéndose a los puños sin hablar como personas civilizadas?
La frustraba.
Hizo sus manos puños y tomó aire.
Iba a intervenir. Pondría a los dos líderes de la Tokyo Manji Gang en su lugar ella misma. O eso pensó, porque antes de poder dar el paso para realizar semejante cosa, Takemichi ya se hallaba dando el discurso que hubiera pronunciado ella. Sus ojos se abrieron como platos al ver al tembloroso y temeroso chico afrontando la situación con valor.
Takemichi tenía miedo, pero lo estaba enfrentando allí, porque no quería que las cosas acabaran de eso modo. Por eso, aunque su voz estaba entrecortada debido al llanto, sonaba como la de alguien mayor, como la de un hombre; y todos notaron eso.
Mirai se quedó estática en el lugar, admirando cuánto había crecido su héroe llorón en ese corto período de tiempo. Sintió como el cuerpo de Celeste se tensaba a su lado.
La pelirrosa se mordía el labio inferior mientras esperaba la respuesta de sus dos mejores amigos a las claras y verdaderas palabras de Takemichi. Apretó su agarre en Mirai sin darse cuenta. Odiaba ese silencio.
Y entonces todo se convirtió en risas. Mikey y Draken se burlaron de Takemichi por tener estiércol en el cabello. Una ridícula persecución se desató e incluso Mirai escapaba de su mejor amigo. Toda la tensión desapareció por completo convirtiéndose en algo lejano y efímero, tanto así que ninguno recordaba por qué discutían.
Todo gracias a Takemichi.
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La vista de Mirai estaba colocada sobre Mikey, quien parecía estar dándole una paliza al equipo contrario. Ella lo veía con una sonrisa. Sabía que Celeste estaba diciéndole algo, pero se encontraba boba observando a su pareja.
Las dos chicas se hallaban un poco apartadas de la pista, sentadas donde hacía unos minutos habían charlado Manjirō y Draken respecto a sus diferencias. Supuestamente conversaban mientras los chicos jugaban fútbol en el parque, y cito "supuestamente" porque Celeste hablaba y hablaba sin tener la más mínima gota de atención de Mirai.
—Tierra llamando a Mirai, ¿estás allí? —dijo la pelirrosa, moviendo las manos delante del rostro de la aludida. Chasqueó los dedos consecutivas veces y comenzó a reír cuando la joven dio un pequeño brinquito volviendo a la realidad.
—Lo siento, Cele. ¿Decías algo? —inquirió, totalmente avergonzada mientras se encogía de hombros. Tenía las mejillas sonrojadas y sus orbes intentaban escapar de la jocosa mirada de la Izumi.
—Si decía algo, pero parece que estás muy concentrada comiéndote con la mirada a Manji. —Su sonrisa se ensanchó. Apoyó los codos en sus muslos y colocó su cabeza sobre sus manos.
Mirai se sonrojó aún más —lo que si era posible— y sintió que el vapor abandonaba su cuerpo por las orejas. Tuvo que llevar las palmas de sus manos y estamparlas contra su rostro para tratar de ocultar como la había dejado tal comentario.
Celeste soltó par de carcajadas.
—Ay, no puedo creerlo, que mona —comentó la mayor.
—Lo siento, trataré de prestar más atención a la próxima —confesó la castaña, abriendo dos de sus dedos para poder asomar un ojo.
—No seas tonta, que te estés enamorado de Manji no es razón para disculparse —dijo Celeste, dando golpesitos en el hombro de Mirai de forma burlesca.
—¿Enamorarme? —cuestionó, destapando su cara. No intentó ocultar su interés por aquella palabra.
—Sip, los demás podemos verlo ahí —apuntó a los ojos de Mirai— y tú misma lo sientes ahí —ahora desplazó su dedo en la dirección del corazón de la castaña—. Caer lentamente en el amor es lo mejor del mundo.
—¿Aquí? —preguntó para sí misma Mirai, tocando su pecho. Miró a Manjirō, y al ver cómo el chico le dedicaba una sonrisa —aun en medio del partido— sintió como sus descontrolados latidos se salían de control. Volvió a sonrojarse levemente, mas esta vez no intentó ocultarlo, al contrario, una sonrisa se dibujó en su rostro y apretó su mano contra su piel.
—Que envidia —farfulló Celeste, dejándose caer hacia atrás. Quedó acostada boca arriba.
—¿Tú no tienes pareja, Cele?
—No, no ha habido suerte. Todos los chicos se interesan por mi apariencia pero cuando me conocen a fondo salen huyendo. —Recordó con una sonrisa algunos de sus fracasos amorosos.
—Ellos se lo pierden —dijo Mirai, con expresión enfadada.
Celeste divisó a su amiga y se le volvió a escapar otra risita—. Pa siempre me escuchaba hablar de desamores, ahora que no está te tocará a tí.
—Escucharé todo lo que me tengas que decir, Cele. —La Hoshizora alzó ambas manos, entusiasmada—. Después de todo, somos amigas.
—Gracias, Rai Rai. A veces te aburriré y lloraré como idiota, pero si eres capaz de ver ese lado más vergonzoso de mí y seguir siendo mi amiga ya nada nunca podrá separarnos —bromeó, ella admitía que solía ponerse muy dramática respecto a los temas relacionados con el amor.
—Y... ¿qué tipo de chicos te gustan? —cuestionó Mirai, sin borrar su sonrisa.
—¿Mi tipo? —Cele se sentó nuevamente. Llevó una mano a su mentón pensativa, y cuando tuvo la repuesta trazó una curvatura un tanto jovial en sus labios—. Me gustan los chicos lindos, que se sonrojen por todo, sentimentales, que sean mis sumisos y hagan lo que yo les diga, alguien a quien pueda dominar, pero que sea leal y decidido; algo así como un perrito.
Mirai pestañeó consecutivas veces, porque más que impresionada por el tipo de chico tan raro y retorcido de Celeste sentía que le sonaba de algún lado. Puso los ojos en el cielo y recordó a quién le recordaba esa descripción mientras imaginaba a Takemichi con unas orejitas de perro ladrando de forma graciosa.
Casi que instintivamente Mirai buscó con la mirada a su mejor amigo, pero este no estaba en el campo. Lo encontró en una esquina, hablando con su novia mientras Emma estaba a tan solo unos pasos. Eso definitivamente tenía que ser el destino, justamente esa mañana había pensado en la hermanita de Manjirō. Se levantó bruscamente del lugar —llamando la atención de Celeste, quien hizo lo mismo— y trotó con dirección al grupo.
—¡¿Lo ves?! —dijo Emma—. Ustedes son pareja, por supuesto iba a aceptar.
—¡Hola! —saludó energética Mirai, colocándose junto a Takemichi.
—Hola, Mirai-chan —respondió Emma, mostrando una gran sonrisa.
Hina también hizo un gesto con su mano mirando a la protagonista.
—Anda, Emma, ¿qué haces tú por aquí? —inquirió Celeste, parándose cerca de la escena con ambas manos en su cintura.
—Vine a animar a Hina-chan para que le pidiera a Takemichi ir con ella al festival —contestó orgullosa la Sano.
—Ya veo, y hablando de eso... —Celeste se acercó peligrosamente a Emma, hizo movimientos raros con sus manos y sus ojos brillaron de forma extraña y hasta aterradora—. ¿No crees que si animas a otros a hacer las cosas debes predicar con el ejemplo y hacerlo tú también?
Emma encurvó su espalda solo para retroceder dos pasos con ambas manos alzadas, como si eso fuera un arresto y ella fuera la delincuente. La verdad es que Emma sabía a que se refería su amiga —casi hermana—. Toda la vida, ella y Kyomi habían estado enamoradas de Draken; Celeste solía animarlas a ambas —sin discriminaciones— para que dieran grandes pasos con el varón que ni cuenta se daba de la delicada situación en la que se encontraba.
Mirai miró a su alrededor curiosa. Takemichi y Hina se encontraban dedicándose miradas fugaces mientras trataban de controlar el sonrojo en sus mejillas, al parecer estaba felices de ir juntos al festival, pero ambos eran muy tímidos y no sabían muy bien como llevar la situación. Celeste sarandeaba a la pobre Emma exigiéndole que se armara de valor para pedírselo a Draken, no era secreto para nadie ahí que ella estaba enamorada de Ken, inclusive la propia Mirai estaba enterada.
Prescenciando tantas escenas relacionadas con el festival que estaba a la vuelta de la esquina, la protagonista cayó en cuanta y se volteó para vislumbrar a su pareja. ¿Irían juntos al festival? Ella quería, inclusive, por raro que sonase, quería ponerse un yukata para impresionarlo.
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Palabras del autor:
Después de mucho, regresé :D
Este capítulo fue un poco de relleno, pero siempre es bueno conocer más a los personajes. En el siguiente capítulo recompenso con escenitas UwU
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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿
~Sora.
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