Twenty Three
LAURA
—Mamá—abro la puerta, al primero que veo es a Bryan que corre hasta mi dirección, lo alzo y le doy un par de besos—Saque un 100 en la tarea de Ciencias y mi profesora me dijo, que yo era uno de los mejores promedios.
—Eso merece una sorpresa—le susurro. Gael viene en los brazos de Ulises, se está comiendo una paleta. Cuando se acerca, mi hijo me ve enojado.
—Mami, solo presumir sus calificaciones y dice que soy un tonto porque todavía no entro a la escuela.
—Bryan—le llamo la atención—Tu hermano es más pequeño que tú.
—Él no me quiso invitar a ningún dulce—se defiende.
—Ven—Gael me estira los brazos cuando le pido que venga. Ulises me lo entrega—Tienen que dejar de pelear, ninguno es más inteligente que él otro, si no comparten, Mamá y Papá no van a premiarlos más.
—Deporci ya no nos premian, tienen como una semana de andar extraños, Papi ya no duerme en casa—se queja el mayor, logrando que Gael asienta con la cabeza. Ulises los ve a los dos con seriedad.
—Son temas delicados que ustedes no tienen que saber, vayan a cambiarse para que cenen.
—El último que llega es un huevo podrido.
—Yo no quiero ser un huevo podrido—se baja de mis brazos para seguir a Bryan.
—Cuidado se caen—suben las escaleras entre risas y desaparecen rápido. Ulises entra cerrando la puerta, por lo que no tardo en confundirme. Sin olvidar de que anda un humor fatal, prefiero no decirle nada. Son las cinco de la tarde. Me voy a la cocina, tomo mi celular y pido pizza hut, yo se que les encanta comer eso. Quiero celebrar las calificaciones tan buenas que tiene Bryan, a Gael le encanta comer eso, se que lo van a disfrutar. Aydan suele venir los viernes, pero hoy ni siquiera se a asomado. Me voy a la sala a esperar mi pedido. Ulises esta sentado en el sillón con el ceño fruncido y no deja de desordenarse el pelo, siempre lo hace cuando está estresado. Los hermanos walsh comparten eso en común porque Aydan y Astrid son iguales.
A veces me pregunto, ¿Por qué es tan raro, egoísta? No solo conmigo, con él mismo. Duele saber de que sea así, tan troglodita e idiota. Chupo mis labios sin dejar de analizarlo. Él no debería estar aquí y lo sabe. Hace contacto visual conmigo, por unos minutos que desearía y fueran horas, pero aparto la mirada.
—Ese es uno de tiburones—sonrió al ver a los dos con pijamas de dinosaurios, pelean, pero siempre les encanta hacer todo juntos, ¿Quién los entiende?
—Si, pero no me gustan, es mejor ver dinosaurios—se sientan a la par de Ulises.
—Papá juguemos con el play.
—¿Dé donde sacan tanta energía?—se queja halando del gorro a Gael.
—Papá, no—se ríe tratando de soltarse, pero solo logra quedar atrapado como si fuera una almohada en la cabeza de Ulises.
—Hora de dormir—bosteza a propósito.
—Me estás aplastando.
—Papi ¿Y Madison?—le dice Bryan tratando de ayudarle a Gael a salir. Lo hala del brazo, pero Ulises no lo suelta—Ella es muy linda, le gusta que todos compartamos, solo algunas veces da ordenes, pero nada más, siempre resuelve nuestros problemas.
—¿Y ustedes le hacen caso?
—Si, no nos gustaría que se ponga triste, Papi quítate—le empuja la cabeza.
—Que delicioso masaje—cierra los ojos con una sonrisa divertida—Gael, un poquito más a la izquierda.
—Yo quiero que vayamos a la playa, la última vez, enterramos a Papá en la arena y solo se le veía la cabeza—Bryan logra sacarle los dos brazos. Ulises se quita con fastidio.
—Esa almohada es muy revoltosa—se pone de pie.
—Yo quiero ser alto como Papá y el tío Aydan, Mami es pequeñita.
—Oye—le saco la lengua al primogénito de la casa, Gael tiene de los dos, los ojos del Papá y el pelo como el mío, ya que es pelirrojo, pero Bryan es la copia de Ulises. El timbre de la casa suena, los dos niños me vuelven a ver y Ulises arruga el ceño dejando de paso el teléfono en la mesa. Tomo el dinero y salgo de la casa hasta llegar a los portones que se abren una vez y pongo la huella de mi dedo en la pantalla para permitir que estos me den paso.
—¿Laura Walsh?—asiento entregándole el dinero. Me siento incómoda por la manera en la que me ve el hombre encargado de entregar las dos cajas de pizza. Es como del tamaño de Ulises, con el pelo rubio y unos ojos de depravado que me asustan mucho. Estoy por cerrar, pero me agarra del brazo—¿Está soltera?—empiezo a sentir miedo, si me muevo mucho se me caen las cajas. Trago grueso queriéndome dar la vuelta, pero siento que si lo ignoro, puede hacerme algo.
—No está disponible idiota—brinco del susto cuando Ulises se aparece a mis espaldas—Desaloje si no quiere que lo eche a patadas—me quita las pizzas y con un ademan, me ordena que pase. El hombre de abrigo verde, se va corriendo.
—Gracias—es lo único que digo para después entrar a la casa.
—Y yo le dije que era mejor...pizza—grita Bryan levantándose del suelo y dejando los juguetes en el piso.
—¿Tiene pepperoni?—me pregunta mi bebé con una voz de alegría.
—Si Gael—los dos se sientan en la mesa. Saco platos y los acomodo. Abro la caja, les doy una a cada uno. Acomodo vasos y sirvo la coca cola, que no la habían vuelto a tomar.
—Gracias Mami.
—Que rico—admite Bryan sin interrumpirse en ningún momento con la comida. Lo busco con la mirada. No sé que se hizo, pero si de algo estoy muy segura, es que no puedo comer sabiendo que él esta aquí.
—Chicos, si terminan, pueden comer más, ahorita vuelvo—subo las escaleras, entro a mi habitación y efectivamente está aquí. Huele a colonia de hombre, es mi loción favorita, la que más me gusta que se ponga, saca del ropero una llaqué negra. Tomo una bocanada de aire, él está de espaldas—¿Estás bien?—apenas susurro. Él niega sin dejar de buscar cosas en el closet. Dirijo mi mirada hacia la puerta, creo que mejor me tengo que ir, no creo que quiera hablar ahorita, y menos conmigo.
—Aydan se va a alejar de la familia—suspira fuertemente—Tuvimos un problema porque quiere sacar a esa mujer de la cárcel y...—guarda silencio sin decir nada más. Me acerco cerrándole la puerta para que me ponga atención.
—¿Y?—conecta los ojos azules con los míos.
—La cague como siempre—aprieta la mandíbula y después se queda callado por unos segundos, para luego salir con algo que sinceramente no me lo esperaba—Te extraño mucho, y eso que no hemos pasado ni una semana separados—Bajo la cabeza con miedo a su respuesta.
—¿Vas a firmar la hoja del divorcio?—niega.
—Usted fue la que lo eligió, yo no.
—¿Por qué tiene que ser así, Ulises?—juego con mis dedos—Si ya no me querías, al menos me lo hubieras dicho.
—Soy un idiota, no voy a decir nada más—levanta mi barbilla con uno de sus dedos—Aydan tenia razón, tenia una excelente mujer ante mis ojos—da un paso hacia adelante—Con un lo siento no arreglo nada—quito mi mirada de la suya.
—Si ya me engaño varias veces, lo va a seguir haciendo y es cierto que lo hice primero, pero estaba drogada y lo sabes —limpia con el pulgar las lágrimas que salen de mis ojos—Esto me duele mucho—chupo mis labios—Y por más que no quiera admitirlo, eres guapo y sabia que estaba propensa a perderte en cualquier momento.
—Yo también—recalca—Me descuido un rato y un idiota que vende pizza, fijándose en mi esposa—voy a abrir la boca para decirle algo, pero se me adelanta—Y sigues siendo mi esposa, por que yo no he firmado nada—pasa mi cabello por detrás de mi oreja—Si pudiera retroceder el tiempo nunca hubiera permitido esto.
—Ya no se si creer, siempre te doy demasiado amor, estoy atenta a todo, amo a nuestros hijos, pero tu a cambio, solo trabajas y llegas enojado a desquitarte el estrés conmigo, se que tenias razones por lo que hice, pero no es vida verte haciéndo todo esto.
Desesperado busca de nuevo mi mirada. Aprieto mis labios en una perfecta línea, a la vez algo pensativa e inquieta.
—Si no lo hago contigo, ¿A quién más voy a buscar?—Odio que siempre sea tan machista con él mismo, para Ulises, un hombre no llora—Vivo en una familia donde surgen problemas todos los días y claro que pienso que no merecen vivir nada de esto.
—Pero estamos para las buenas y las malas, que no me dejes ayudarte es diferente—toma mis manos y las une con las suyas.
—Quiero intentarlo otra vez—niego.
—No es fácil, ¿Y mi dignidad? El respeto que tengo que darme como mujer, lo voy a perder ¿Por hacerte caso?
—Por favor, yo también te perdone—le acomodo el cuello de la camiseta.
—Tienes que ayudar a Aydan, está pasando por muchas cosas, no puedes ser tan grosero con alguien que siempre está para ti—choco con la pared por la manera en la que me hace retroceder. El asiente y traga grueso sin dejar de verme. Lo extraño demasiado, le necesito en todo los sentidos posibles, nada es lo mismo sin él en la casa. Me pongo de puntillas para alcanzarlo por lo que me hala de la cadera.
—¿Puedo?—susurra por encima de mis labios. Yo misma tomo la iniciativa y halo levemente de su labio inferior. Él me besa desesperadamente, como si tuviera miedo a que me vaya, no es un beso tan perverso, es más bien apasionado, pero con amor. La fuerza que genera me deja asombrada, me acaricia con la lengua con inquietud de que no este satisfecha—Lo siento mi amor.
—Hey—lo alejo unos centímetros—Tranquilo—lo abrazo, a los segundos no tarda en relajar la espalda y entierra la cara en mi cuello. Me rodea fuertemente por la cadera con los brazos y me siento pequeña, segura aquí, espero no decepcionarme más, es difícil dejar a alguien con quien has convivido tanto, no es por ser estúpida, pero no puedo simplemente apartarlo de mi vida tan fácilmente, ni alejarme de lo que hemos construido los dos hasta ahora, solo se que es la última oportunidad que le doy. No pienso dejar que me lastime más.
—Le toca elegir cuando hacemos cochinadas—besa mi cuello y después me hace cosquillas con la lengua.
—Ulises—río encogiéndome—Mejor vamos a cenar, los niños se van a terminar las pizzas.
HERMIONE
Quiero salir de aquí, pero no volver a mi casa, porque no puedo ser yo. Siempre voy a decepcionar a mi Abuela, sin importar lo mucho que me esfuerce por no meter la pata. No sé como logro Aydan que me sacaran de aquí, pero solo lo veo firmando unos papeles enfrente mío. El abogado termina de hablar conmigo, donde dice que ya el caso esta cerrado y que soy inocente, por lo tanto tengo derecho de irme. Podría decir que estoy feliz, pero no me agrada la idea de que mi familia me vea en este estado.
Salgo de ese lugar, no digo nada, solo guardo silencio, me acorruco entre el abrigo de peluche que me trajo ayer Walsh, además que el yeso me pesa mucho, con frío, el dolor es peor. Él solo camina a mi lado con seriedad y no hago más que ir hasta donde el se dirige. Llegamos al Land Rover, pero empiezo a pensar, ¿Cómo voy a subir yo sola a ese auto tan alto? Me va a doler mucho.
—¿Vas a entrar?—pregunta confuso y de paso sacándome de mi mundo, tiene la puerta trasera abierta, ya él se había subido. Asiento apurándome, me impulso para poder subir, hasta intento no golpearme el brazo enyesado, suspiro por el punzón que sentí en la cadera—Ven—estira la mano, es hasta menos difícil cuando prácticamente el termina de subirme estando desde el asiento de piloto. Se acomoda otra vez y se pone el cinturón.
—Gracias—cierro la puerta y acuesto mi cabeza en esta. Empieza a conducir, lo observo por el retrovisor, se quito la barba, sin ella se ve todavía más joven, pero con la barba también se ve sexy, la verdad le luce cualquiera de las dos, con o sin. El pelo siempre lo anda desordenado y anda algo serio, pero no enojado. Se parquea enfrente de mi casa.
—Ya estamos en su casa, siento mucho todo lo que paso Hermione—encojo mis hombros.
—No importa, gracias por ayudarme.
—¿Puedes bajar sola?—abro la puerta.
—No lo sé—estoy insegura, lo más probable es que me caiga y me vaya peor. Baja y da la vuelta hasta llegar y literalmente me ayuda muy fácil, como si fuera una muñeca de trapo—Gracias, de nuevo—voy hasta la puerta, toco el timbre y espero. Aydan sube otra vez, arranca el auto, pero su cara es igual o peor que la mía, nadie a venido a abrirme. La vecina riega las plantas viendo hacia mi dirección. Es una adulta mayor muy odiosa y algo chismosa—¿No sabe si salieron o están en la casa?—forma una cara de repugnancia. Aydan la ve con atención.
—Tu Abuela salió con un delincuente que viste de negro y tu hermana está en el colegio, debería de saber más que yo si usted es de esa familia, flacucha—entra a la casa, cerrando con un fuerte portazo. Genial, no tengo llaves, me siento en la acera. Suelo odiar a las personas de vez en cuando.
—Suba, no seas ridícula—me dice viendo algo en el celular. Camino con pereza y vuelvo a subir, tratando de está vez no molestarlo para que me ayude—¿Ya desayuno?—miento con un si. Rueda los ojos y conduce por unos segundos, porque al minuto, se parquea en una cafetería. Abro, desgraciadamente me toca bajarme por la cara que me hizo de, apúrese. Un adulto me ve sin disimular, yo se que me veo horrible. El lugar huele a chocolate y a café caliente, hasta un olor a cocoa inunda el sitio tan apetitoso. Tomamos asiento, Aydan en frente mío y yo igual, no tarda el camarero en hacerse notar.
—Un arreglado y cappuccino—le indica lo que quiere, ya que reposa en el menú. El joven se concentra en mí.
—Cappuccino, por favor—es lo único que pido. Observo a mi alrededor, tenemos una familia cerca comiendo todos juntos, en el sitio también se ven las parejas o jóvenes con el celular. Más de una adolescente me observa de pies a cabeza y es que la ropa que ando es cara, fue Aydan el encargado de darme esto. Logre ocultarme los moretes del cuello y la cara con bastante maquillaje y el yeso gracias a Dios no se nota por el abrigo negro que ando.
Mi mirada cae en el área de cigarros, me siento muy estresada, ansiosa y no puedo evitar imaginarme lo que es fumarme uno, se siente tan bien inhalar eso, después de tanto tiempo. Las ganas me aumentan cuando una chica se sienta en la mesa de a la par, ya que está vacía y empieza a fumarse uno, mientras usa el teléfono, pero dejo de fantasear, porque me percato de la mirada de Aydan. Avergonzada dejo que el pelo me cubra la cara y bajo la mirada. No suelo ser adicta o fumarlo todos los días, pero con un nivel de estrés como el que tengo ahorita, si lo necesito.
—Aquí está su pedido—el camarero deja la comida y se va nuevamente.
—¿Está segura que no quiere pedir nada más?—prueba el sándwich—Esto esta delicioso—revuelvo el café con la cuchara.
—Casi no tengo hambre.
—Usted nunca tiene hambre— pone los ojos en blanco—Es un arreglado de carne con tomate, lechuga, salsas—hace una pausa para ver que más tiene—Creo que frijoles—toma mi mano y deja el sándwich allí—Tienes que probarlo, no seas rara—lo veo en mi mano, de que está rico, se que si lo está, pero realmente los ánimos que me tengo, no me dan hambre. Acerco el arreglado a mi boca y le doy un mordisco. Aydan le da un sorbo al café sin dejar de verme.
—Está rico, gracias—lo dejo en la mesa—Espero que no tenga problemas con tu familia por esto—revuelve la bebida caliente y después se encoje de hombros.
—Existen actitudes y opiniones en esa familia que simplemente no apoyo—enciende la pantalla del celular—Apúrese, tenemos que irnos—se va a pagar lo que compro, me termino el arreglado, al igual que el cappuccino y empiezo a caminar a su lado.
—¿Puedo preguntar algo?—su mirada de reojo me da la aprobación. Hago mi cabello hacia atrás, para luego suspirar nerviosa—Si me voy a algún refugio o no lo sé, a lo mejor aún asilo—hago una pausa—¿Tú crees que alejándome definitivamente de aquí, tal vez sea lo mejor para mi familia? Siento que se van a ir los problemas, al menos por un tiempo—arruga el ceño.
—¿Por qué a un asilo?—espera mi respuesta con intriga—¿No sé siente cuerda?—me ve mal.
—No es eso, es que...—no entiendo por que los ojos se me empañan en lagrimas, pero solo bajo la mirada hasta mis zapatos, el frío tiene mi nariz congelada y solo se escuchan nuestros pasos conforme nos acercamos al auto—Es cierto que yo hice mucho daño, pero ahora se me devuelve peor, con una fuerza que no puedo soportar y ya estoy cansada de lo mismo, no quiero que me sigan golpeando o escuchar reclamos, abusos en todos los sentidos—carraspeo para evitar un sollozo repentino—La verdad me siento un poco traumada de tanta cosa y en un lugar así, tal vez me sienta mejor, aunque estoy segura de que no, pero alejarme definitivamente, va a traer más paz, a todos y a mi misma—niega lentamente.
—Piense un poco en como van a sufrir, Leonor y Harmony—las puertas del auto se vuelven a abrir y subimos nuevamente—Es muy fácil que diga "me voy a alejar" pero ¿Y el dolor que van a sentir esas personas que la quieren? No estás para encerrarte en un lugar así, no estás loca, lo que tienes son problemas normales que todo el mundo pasa—conduce viendo hacia la carretera—Esas cosas tienen soluciones, hay otras que no, pero, si está segura de que quieres meterte en un lugar así, hágalo, aunque no creo que eso sea lo que necesite, ni la mejor solución.
Los niños saliendo de las instituciones, se hacen notar. Unos salen de los colegios, otros de las escuelas y los niños pequeños del Kínder, son los que van acompañados de sus profesores hasta la salida. Millones de niños pequeños se van cada uno con sus familiares y entre toda la pelota de pequeños, aparece Madison con unas chicas que van hablando animadamente con ella. Mi pequeñita empieza a buscar el auto y cuando lo visualiza, Aydan la ve desde donde estamos con una sonrisa. Se despide con la manita y sin tener que caminar mucho, llega con la lengua afuera en señal de cansancio.
—Papi—se asoma feliz en la ventana. El Papá se baja y rodea el auto hasta alzarla, ella no se a percatado de que estoy aquí.
—¿Qué hizo hoy?—le da un beso y de paso le quita el bolso, dejándolo en el asiento de copiloto. Maddy se sube por ese mismo asiento.
—No tenemos tareas y jugamos con unas pelotas gigantes que tiene la maestra en la clase—por estar hablando no se da cuenta de nada. El booster de seguridad, obviamente esta en la parte trasera, por lo que pasa un pie sin dejar de ver al Papá que acomoda la lonchera y las cosas de la pequeña atarantada—Comí dos burritos con frijoles, luego me tome las vitaminas.
—Las que estaban contigo, ¿Quiénes eran?
—Unas amigas, pero pelean por todo, hasta por cosas idiotas que yo no entiendo.
—Madison, esa boca—la regaña con sorpresa.
—Lo siento Papi, es que de verdad—termina de acomodarse y busca el booster con la mirada—Pelean por un chico que no es para nada g...—le sonrió. Ella me ve con sorpresa, como si se lo estuviera imaginando. Restriega sus ojitos para después abrirlos grandemente—Hermione—no me da tiempo de reaccionar, por que solo se tira a mis brazos.
—Aww—susurro en silencio. Intento abrazarla con el otro brazo, pero se que me voy a lastimar más, solamente le doy un beso en la mejilla—Hola Princesa.
—Te extrañe mucho—no puedo verla porque me tiene abrazada, hasta se sentó en mi regazo. Huelo su abrigo rojo que combina con el uniforme que anda, llega un aroma a colonia de bebé. Anda dos colitas con unos lazos hermosos y el fleco bien ordenado.
—Yo también te extrañe pequeñita—la abrazo, de verdad que me hizo mucha falta. Aydan cierra la puerta y sube para arrancar el Land Rover.
—Madison, póngase el cinturón y te sientas bien—planta un beso en mi mejilla y se acomoda a mi lado.
—Ayer estaba con mis primos en la casa de mi tía Laura, Papá tenia que salir y me dejo con ella—explica sacando un fresco leche de fresa—Jugamos muchas cosas divertidas pero después Papá llego enojado por mi y no se despidió.
—Madison, da mucha información—gruñe sin dejar de ver hacia la carretera.
—Todos tenemos días malos—me encojo con simpleza. Ella hace un pequeño ruido al tomar con la pajilla y después deja de hacer eso para hablar.
—¿Te caíste otra vez?—observa mi rostro con detenimiento y hace lo mismo con mi brazo—¿Dónde estuviste todo este tiempo Hermione?
—Madison, las personas tienen cosas que hacer, no solo andar por ahí todo el día haciendo nada—ella ve mal al Papá.
—Ahora Hermione no me lo va a contar—río con la mueca de enfado que hace.
—Lo siento Maddy, solamente que tuve que alejarme un tiempo por unos asuntos pendientes que tenía con mi familia.
—A mi se me hizo eterno—susurra. Quiero arreglar muchas cosas, deseo poder resolver mis problemas y empezar de cero, pero siempre que lo intento, vienen cosas peores. Si me alejo, posiblemente le afecte a Kay, a mi Abuela, también a Harmony y a Maddy. O si ignoro, soy la mala, si no lo hago es peor, ya estoy confundida.
Cuando Aydan deja finalmente el auto en la cochera, baja Madison repitiendo lo mismo que yo. Nos encaminamos hacia la casa y tengo que admitir, que extrañe mucho tantas cosas, estos meses se me hicieron casi años. Entre todo eso que extrañe, fue ver a Maddy que no deja de susurrar algo que no entiendo. Las tenis con suela alta, me relajan completamente, estaba odiando esos cochinos zapatos con los que sentía prácticamente todo el suelo frío y las piedras lastimándome.
No pienso quedarme mucho, solo es mientras llega mi hermana a la casa, la hora de salida del colegio es a las cinco de la tarde, apenas son las dos. No veo la hora de abrazarlas y hablar con ellas como tiene que ser, no por llamadas, que por cierto nunca realice.
—Papá extraño mucho a Monserrat—frunzo el ceño, ¿Quién es Monserrat? Él la ve de reojo mientras deja el celular en la mesa.
—Tal vez para las vacaciones...—se encoge de hombros—Regresemos.
—¿En serio?—grita emocionada. No se si soy muy evidente, pero ella nota mi cara de confusión—No estoy acostumbrada a vivir aquí en Colombia, yo nací en México—explica. Había olvidado ese detalle, cuando me separe de Aydan, me vine para Medellín, ellos son Mexicanos, yo Colombiana. Pero me internaron durante el embarazo allá en México, por lo que salí por primera vez del país, no sabia que ellos estaban viviendo nuevamente allá, ni tampoco, porque regresaron. Conocí a Walsh aquí, él pasaba viajando porque el hospital de Abdón, está en este país y tienen varias empresas aquí—Papi, ¿Tu eres rubio o castaño?—Aydan tiene el pelo en forma de librito con capas pequeñas.
—Yo soy Castaño, Madison—la ve con mala cara—¿Por qué la pregunta?—lo hala del brazo para que la alce, Aydan le hace caso.
—A veces tienes el pelo más claro que otros días—juega con el pelo del Papá.
—Tengo que cortármelo un poquito, lo tengo muy largo.
—No, déjalo así, te ves más guapo—le da un beso en la mejilla. Brinco en mi lugar cuando un fuerte trueno hace que las luces se apaguen, dejando todo oscuro. Madison se esconde en el cuello de Aydan, ahogando un grito lo suficientemente escandaloso. Este arruga el ceño, observando afuera con atención. Por inercia veo también la ventana y empieza a llover demasiado fuerte. Fue algo demasiado repentino, a pesar de que el clima si está muy frío.
Ahora me estoy empezando a preguntar, ¿Cómo me voy a casa? Las luces se encienden y se vuelven a apagar como si fuera una casa embrujada, por lo que me toca apagar las luces. Aydan toma asiento con Madison guindado como una monita, yo por mi parte, me siento cerca.
Bueno no tan cerca.
Pero si, algo cerca. Me da demasiado miedo la rayería y lluvias fuertes, aunque esto es una tormenta, no una llovizna normal. No sé como hace, pero él está todo tranquilo mientras observa a Madison gritando de vez en cuando y me ve a mi de reojo, el sabe que les tengo pavor.
—Madison, deje de gritar, cualquiera piensa que la están matando—él corazón me palpita más rápido de lo normal. Parece como si estuvieran tirando piedras, pero en realidad es el granizo que empezó a caer repentinamente. Me encojo quedando como un feto en el sillón, Aydan le acaricia el pelo, ella tiene los ojos como platos y no se mueve ni para hablar.
—Tengo miedo—susurra.
—No va a pasar nada, piense en otra cosa.
—¿Cómo en el próximo concurso de ballet en el que tengo que asistir?
—Si.
—Pero, ¿Si me caigo y todos se ríen de mi?—arquea una ceja.
—¿Por qué piensa que se van a reír?—forma un puchero.
—Un día me paso y una chica me dijo que las niñas enfermas no pueden asistir a ensayos porque son personas tontas y que reciben mucha atención—Aydan suspira fuertemente.
—Madison, ¿Quiere qué le diga algo?—no espera a que le conteste, solo sigue hablando—Si ella fuera lo suficientemente buena bailando y asiendo todas esas cosas extrañas, no estaría practicando como lo hacen las demás niñas—ella forma una cara de asombro y yo no digo nada porque se nota que esta furioso—Mi bebé no es menos que nadie, sigue siendo una como las demás.
—Eso lo dices porque soy tu hija y me quieres—Aydan desvía la mirada con molestia.
—No Maddy—susurro con una sonrisa—Ella también puede equivocarse por el simple hecho de que nadie es perfecto—bajo la manga de mi abrigo—Las personas que realmente te aman, no van a mentirte, yo me e equivocado muchas veces, también hice cosas malas que no tenían arreglo, pero si todo siempre sale bien, no seria tan divertido y nunca aprenderíamos a corregirnos o hacer cosas nuevas. Somos algo bello, porque todos somos diferentes, no importa lo que digan los demás—arrugo la nariz con pereza—No le hagas caso a nadie.
Después de eso ninguno dice nada. Madison empieza a dormirse en los regazos de Aydan y yo sigo teniendo miedo por lo fuerte que llueve, incluso puedo jurar que más de un lugar debe de estar inundado, por ejemplo, mi casa. Quiero llamarlas y decirles, que en cuanto descampe voy a regresar, pero no tengo celular. Estoy decepcionada conmigo misma, como siempre, quiero fumar algo porque me siento muy ansiosa y cuando me siento mal, a veces no reacciono, hago cosas de las que después me estoy arrepintiendo.
—Tranquila—me interrumpe Aydan sin dejar de verme. Esa mirada solo me pone nerviosa y no le logro aguantar el contacto visual.
—¿Estoy haciendo algo raro?—pregunto extrañada. No es que este llorando como para que note tan rápido lo tensa que me siento.
—No se coma las uñas—toma mi mano y la baja, acto que me sorprende. Trago grueso cuando un escalofrió me bloquea por ese contacto tan cálido. Aydan baja la mirada hasta observar a la pequeñita que tiene en brazos. Rompo el silencio para tratar de no pensar en la tormenta.
—Creo que si hubiera sido mujer, serias como Madison—él sonríe de lado jugando con las manitas de Maddy—Son idénticos—Walsh se hace todo el pelo hacia atrás, no me canso de pensar en lo bien que se le ve el pelo largo. Lo tiene en forma de librito, un poquito más arriba de los hombros y Madison tiene razón, a veces se le ve rubio, sin embargo aquí en lo poco que tenemos de luz, gracias a la ventana, se le ve super café.
—¿Dé verdad se parece a mí?
—Si—no puedo evitar la cara de confusión que se asoma en mi cara—¿No te has visto en un espejo?
—Es que...—la sonrisa se borra de su cara. Niega lentamente y la manzana se contrae cuando traga grueso—Nada, olvídalo—vuelve a ponerse completamente serio.
—Debe de ser algo grave—suelto con intriga. Él me ve mal.
—¿Qué?—él tiene una voz muy ronca, pero ese "Qué" le salió más grueso de lo normal.
—Creo que es algo grave que no me quiera decir, ¿Por qué dudas de qué se parezca a ti?—frunce las cejas y después entrecierra los ojos.
—Yo no estoy dudando absolutamente nada—ahora soy yo la que imito su gesto.
—No es para que se enoje tampoco, no estoy diciendo nada malo—me incorporo hasta sentarme bien, pero no puedo evitar el gemido que sale de mis labios por lo resentido que sigue mi cuerpo. Con la mano que tengo bien, arrugo el cojín entre mis dedos, tratando de disimular, pero los mismos punzones que sentía en mi seno, regresan otra vez. Agradezco de que Aydan se allá levantado, se va hacia el segundo piso, supongo que a dejar a Madison a su habitación.
Se me olvida el escandalo de la lluvia, no pienso en nada, solo apoyo mi peso presionando mi seno contra la almohada. No puedo evitar estripar los dientes, hasta ignoro el dolor de mi brazo al ponerme en esa posición. Suspiro fuertemente para no llorar, pero el dolor me saca pequeños gemidos que no puedo controlar. Muerdo fuertemente mi labio e intento no moverme, pero el dolor me tiene inquieta. Nunca me habían dolido tanto los pechos, ni siquiera cuando estaba embarazada. Siento como si por dentro me estuvieran halando alguna vena o succionando el peson de una manera muy torturosa, de verdad me duele. Quito las lagrimas de mis ojos, pero aparecen más y solo logro tensarme peor.
—¿Te siente bien?—trago grueso sin moverme mucho, mi frente reposa en el brazo del sillón y el cojín me presiona el seno, yo estoy sentada en el sillón, agradezco que no puede verme.
—Si—intento no sonar afectada y con todo el dolor del mundo, me acomodo un poco, obviamente sintiéndome incomoda por la mirada tan pesada que me observa con enojo. Chupo mis labios y seco unas cuantas lagrimas que se escaparon de casualidad, malditas que me delatan. Mi valentía se va a la borda cuando un fuerte punzón me entume completamente. Aydan me hala del brazo para verme un poco mejor, pero no soporto más, empiezo a llorar silenciosamente.
—¿Le duele el brazo?—señala este, pero niego tratando de no hacer más el ridículo.
—Estoy bien.
—Vaya miéntale a quien usted quiera, pero a mi no me agarre de idiota—se sienta a mi lado—¿Qué tiene?—intenta analizarme el mismo, pero obviamente que no puede ayudarme si yo no me dejo.
—No es nada, solo me duelen un poco los moretes—rueda los ojos.
—Te sientes así porque quieres, si no me dice que le pasa, no le puedo ayudar—no se porque me da vergüenza decirle, siento que es algo muy intimó, aunque se que no debería importarme a estás alturas. Froto mi mano en mi pierna con los nervios carcomiéndome por dentro.
—Estoy un poco adolorida—no es que este mintiendo, realmente me siento mal. Aydan me observa sin ninguna expresión que pueda leer.
—Deberías de ir al hospital, allá le van a mandar cosas para que la ayuden—esa idea no me gusta para nada, odio las clínicas, hospitales o cualquier centro de salud, ya estoy lo suficientemente traumada, paso. Me levanto del sillón, pero el clima cada vez se pone peor, no puedo irme así. Mi pecho sube levemente por la manera en la que respiro, espero que él no lo note mucho pero es que logro soportar un poco el dolor cuando intento relajarme.
Camino hasta la ventana y apoyo mi frente en el vidrio, pero en seguida me arrepiento cuando el cielo se alumbra por el fuerte rayo que por poco me deja sorda. Aydan descansa la cabeza en el respaldar del sillón y no deja de verme, ni siquiera se como esta tan tranquilo, si esto sigue así, vamos a morir todos.
Bueno, creo que exagere...
Grito fuertemente cuando el árbol principal se empieza a mecer de lado, estoy odiando el viento, porque tiene mucha fuerza. Aydan suelta una carcajada que capta mi atención en segundos.
—Lo siento—se aclara la garganta tratando de ponerse serio. No soy pendeja, solo quiero ser realista, si esto sigue así, podemos morir o por culpa de la rayería o el granizo puede despedazar el techo o se cae el maldito árbol y nos aplasta. Dejo el masoquismo a un lado y tomo asiento, cerca del idiota que sonríe divertidamente mientras observa el techo con pereza.
—Eso no da risa—este lugar es cálido, se que estando aquí mientras las luces estén apagadas, vamos a estar bien, pero mi casa debe de estar inundada. Yo no se porque soy tan idiota, pero arrugo la camisa de Aydan cuando ya de verdad el dolor me gana. No me importa si le molesta o no, yo solo lloro de la impotencia.
—Cada vez va a ser peor por cabezona—me regaña.
—Cállese Aydan—le grito llegando al limite de morderme. Se levanta del sillón y camina hacia el celular, pero yo sigo ocupada con el dolor. Walsh se pasa de asiento y ahora me ignora mientras usa el cochino teléfono. De vez en cuando me vuelve a ver por los sollozos que se escapan de mi boca. Estiro mis piernas en el sillón grande de la sala, no se en que momento me quite las tenis, pero la cosa es que tengo todo el sofá grande para mi. Mi ritmo cardíaco está muy acelerado, no es que sea médico para saberlo, pero si siento que late con una rapidez que me obliga a cerrar los ojos, la debilidad me gana y me quedo dormida.
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CHALETO
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