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Twenty Four

HERMIONE

Lo primero que hago al despertarme, es estirarme en el sillón. Aunque me arrepiento al sentir mi cuerpo reaccionando por mi movimiento tan brusco, había olvidado el brazo que tengo enyesado, más todos los golpes que lucho por no ver. Lo más bonito es saber que hoy no desperté en un lugar de esos y lo agradezco bastante, me siento cómoda, con una cobija decente que me cubre, además de lo caliente que es la casa y lo cómodo que es el sofá grande en el que estoy.

El sol apenas y se asoma, ya que las cortinas están cerradas, cuando me incorporo, se escucha silencio en la casa, no veo a nadie. Siento que la cabeza me va a explotar, cualquiera piensa que tengo una resaca y no sé por qué.

Con mi mano acaricio mi brazo, no creo que pueda caminar de aquí al baño. Es como una debilidad que me tiene atontada. No quiero ni siquiera verme en un espejo.

No es mucho lo que duro sola, porque la puerta principal se abre y entra Aydan quitándose los lentes de sol. Anda un llaqué negro, pantalón blanco con una camiseta del mismo color y unas letras doradas en inglés que decoran la camisa. Tiene unas botas cafés que le dan un estilo tipo aesthetic, sin olvidar que anda el cabello hasta más cuidado que el mío. Dirige su mirada hasta mi persona y me ve con una ceja enarcada.

—Te ves horrible.

—Gracias—susurro con un kilo de anemia. Halo un pedacito de hilo que tiene el cojín, quiero levantarme, pero no tengo energía. Aydan deja cosas en la mesa mientras yo solo lo escucho haciendo algo, pero no tengo ni idea de que, ya que estoy acostada en el sillón. Me abrigo más porque siento que el frío me va a matar.

Paso un rato así, no sé cuánto tiempo, solo sé que las siguientes horas trascurren relajadas, paso dormida y cuando despierto solo me siento terrible por lo que busco otra manera de volver a dormirme. Soy consciente que tengo que irme a casa, pero la verdad solo me acurruco disfrutando del silencio.

Cuando despierto, veo que el sol todavía se hace presente, por lo que, puede que no allá dormido tanto, pero sienta que, si lo hice durante horas, que asco.

Mi intención es acomodarme hacia el otro lado para seguir durmiendo, pero una voz conocida me interrumpe.

—¿Todavía tiene sueño?—se aparece Aydan observándome con extrañeza. No le contesto solo hago lo que mi cuerpo pide y cierro los ojos. Escucho silencio por unos segundos y después su mano tocando mi frente.

—Estoy bien—empiezo a tartamudear por el mismo frío, pero eso ahorita no me importa, solo quiero dormir como una osa perezosa.

—Lo dudo—su loción entra por mis fosas nasales, me encanta como huele, pero con el dolor de cabeza que ando, solo logro marearme. Aydan pone la mano en mi cuello y presiona sacándome un quejido de dolor, no sé por qué hace eso—¿Por qué no va al hospital?—me interroga con la mirada—Tienes fiebre y el maquillaje no la tapa más de 48 horas—sé que con eso se refiere a los golpes y moretes que tengo en la cara.

—No quiero ir a un hospital—niego lentamente—Ahorita se me pasa.

—Y yo no quiero a nadie muriéndose en mi casa, ya es suficiente todo lo que veo en un hospital—pongo los ojos en blanco, que insoportable por Dios.

—Cállate ¿Si?—me topo con los ojos verdes que me observan con detenimiento—¿Mi hermana sabe qué estoy aquí?—niega.

—¿Quieres llamarla?—me acurruco más en las sábanas, tratando de que sepa que no quiero que lo haga, pero como no queda satisfecho y literalmente me dedica una mirada mortífera, decido responder.

—No quiero que me escuche así, yo espero ahorita sentirme mejor—él me arrebata la cobija—Hey.

—Le estoy diciendo que está hirviendo en calentura y se abriga más—gruñe molesto. Ando el abrigo negro de peluche, junto con un buzó del mismo color, tiene rayas blancas a los lados de mis muslos y andaba unos tenis blancos que ahora reposan en el suelo todas abandonadas. Ayer después de salir de ese lugar, no me cambie la ropa, la verdad Aydan sabe lo que me gusta, porque en vestimenta suelo ser algo odiosa.

Arqueo la espalda, ese maldito dolor que siento en el pecho quiere empezar a joderme otra vez, pero ya no puedo aguantarme más, de verdad es doloroso. Frunce el ceño viéndome con irritación.

—Está bien, creo que no me siento bien—sollozo poniéndome de lado—Pero no quiero ir a ningún hospital—rueda los ojos dándose la vuelta para irse—Aydan—me ve por encima de su hombro.

—¿Qué?—contesta de una manera muy cortante. Trago grueso con un nudo en la garganta que no me ayuda mucho, aprieto los ojos y...

—Ayúdame—no me muevo, solo espero a que diga algo. No sé cuantos minutos pasan, pero no he abierto los ojos, sin embargo, me está matando la intriga por ver su reacción, pero puedo, yo puedo soportar un poquito más.

—¿A cuál hospital acostumbras a ir?—abro los ojos, el sigue de espaldas, acomodando algo por la pantalla.

—No me refería a eso—suspiro. No soy de ruborizarme mucho, pero ahorita debo de estar peor que una manzana—¿P-puedes ayudarme, t-tú?—me cacheteo mentalmente, ¿Desde cuándo tartamudeo cuando estoy nerviosa? Soné más estúpida de lo que soy. Él deja la cajita del wifi en la mesita que descansa en medio de los sillones, mientras me dedica una mirada llena de desconfianza y seguidamente continuar con lo que sea que está haciendo.

—¿Por qué yo? Si se puede saber—susurra lo último. Siento mis ojos arder y después como se nubla mi mirada por las lágrimas que no tardan en aparecer.

Estúpida débil.

—Tengo miedo—río nerviosa. Él me ve rápidamente y quita la mirada.

—Es normal tener miedo Hermione—no sé porque me gusta tanto que diga mi nombre, creo que es por la manera tan ronca en la que le salen algunas palabras. Bajo la mirada a mis uñas y suelto las palabras rápido para no arrepentirme.

—Estoy horrible, me siento adolorida y no quiero que nadie más me toque—mi voz se entrecorta, pero sigo hablando—No quiero que ninguna doctora sienta pena por mí y menos los hombres, ellos no—aprieto mis piernas. Su mirada confusa sigue intacta en su semblante.

—¿Puede explicarse?

—No quiero saber lo doloroso que puede ser para los niños que los tocan sin su consentimiento o una adolescente que apenas empieza a experimentar—sollozo ocultando mi cara en un cojín—Si a mí me dolió, no quiero saber lo que siente una criatura de esas—aprieto la almohada entre mis brazos. Trato de no pensar en eso, pero todavía lo siento en mi piel, desearía retroceder el tiempo para no haberme levantado en ningún momento de esa mesa, no conocía lo que era ella, lo presentí, pero no supe manejar esto de la mejor manera.

Solo de ver nuevamente la cara de esos hombres, las burlas y vulgaridades que decían, me da asco. No es lo mismo estar con una persona que de verdad amas a tener a un depravado haciendo daño para satisfacer sus asquerosos placeres. Mordiscos, golpes, arañazos, siento algo feo, doloroso, como cuando te quemas con la plancha y queda la cicatriz con un dolor desagradable, pero eso es peor, me quema la piel de una manera que no puedo describir, siento tanto asco.

—Hermione—susurra. Siento su mano tocando mi hombro y halándome levemente hacia atrás para que lo vea—Aquí estás bien, nadie te va a hacer daño—lo afirma con seriedad. Quita la mano de mi hombro, eso me causa un escalofrió repentino a pesar de que tengo abrigo. Niego varias veces tratando de recomponerme.

—No voy a ir a un hospital, no quiero ir—sorbo mi nariz. Se ve incomodo, yo entiendo que ayudarme no le es nada agradable en estos momentos, pero tengo demasiado miedo, no sé cómo no he tenido pesadillas, pero me aterra de solo imaginarme a alguien tocándome, ni siquiera para que vean mi brazo, me conozco y no lo soportaría. Tal vez los de afuera me vean normal, pero es porque lo disimulo, no por gusto, es porque nadie me va a entender.

—Está bien—murmura finalmente con la mirada puesta en otro lado—Primero dígame, ¿Qué es lo qué te tiene tan incomoda?—deja el teléfono en la mesa para después centrar su atención en mí.

—Me duele el cuerpo y tengo un dolor muy fuerte en el pecho—arruga el ceño.

—¿En el pecho?—una mirada de horror lo hace pelar los ojos. Parece que se olvida de la incomodidad que siente cuando estoy cerca, porque se deja de rodeos y se arrima como el profesional que es, inclinándose hacia delante, mientras toca mi frente—Siéntese—ordena. Obedezco incorporándome con ayuda de su mano, pero al final termina halándome hasta dejarme de pie—¿Qué siente?—subo la cabeza para verlo, ya que a pesar de que yo soy alta, él es mucho más enorme que yo.

—Siento punzones fuertes—llevo mi mano hacia la frente, puedo jurar que en cualquier momento me voy a desmayar—Me duele todo el cuerpo y no aguanto la cabeza.

—¿Puedes caminar de aquí al segundo piso?—pestañeo varias veces para tratar de aclarar mi mirada, veo todo doble y un poco borroso. Solo siento que me agarra de la mano y empieza a guiarme. No se hacia dónde vamos, pero prácticamente él me lleva casi alzada, ya que tengo casi todo mi peso sobre el suyo. Logro enfocar la puerta que está cerca de mi habitación, sin embargo, él me lleva hacia algún lugar que me es muy poco reconocible. Abre la puerta y me deja pasar para cerrar detrás suyo. Pongo mi peso en la pared, mientras trato de observar a mi alrededor. Diría que es un hospital, pero no lo es, más bien parece ser la oficina enorme de estudio de Aydan, aunque nunca había visto todo lo que tiene aquí.

Primero un escritorio, como cuando vas a una cita y te sientas a conversar con el doctor. Aydan corre la cortina, dejándome ver una camilla, junto con miles de aparatos que solo él conoce y que pienso preguntarle. Pero no logro detallar lo de más porque me lleva hacia otra área, está parte me hace sonreír.

Son puras cosas para mujeres embarazadas y bebes recién nacidos. Tiene muñecas falsas, seguro para estudiar, hasta la parte de partos, de hecho, una muñeca que simula preparación de parto, esta entre la camilla. Hasta veo la bola gigante que tuve que usar para dilatar estando embarazada de Maddy. En otras palabras, quedo maravillada con todo, hasta veo juguetes para bebés en una de las camillas. Walsh chasquea los dedos en mi cara para que aterrice.

—Lo siento—lo sigo hasta otra puerta, es el baño. Me entrega una toalla.

—Abra la boca—tiene un termómetro en la mano. Yo solo obedezco y él lo deja allí mientras abre una gaveta donde tiene un montón de jeringas, medicamentos, agujas, pastillas y miles de cosas. Todo está perfectamente organizado, por lo que no tiene que desordenar mucho para buscar lo que necesita. El aparato que tengo en la boca, suena y Aydan no tarda en verlo—Tienes 40—muerde su labio sin dejar de analizar eso—Quítese eso—ordena. Nada más ando un abrigo que es caliente, no sé por qué es tan exagerado.

Bueno tengo que admitir que si estoy muy tapada. Él cierra la cortina, ruedo los ojos de la pereza y empiezo a deshacerme de la ropa, pero no me atrevo a bajar la mirada, no deseo verme, así que, me tapo rápidamente con la toalla. Cuando salgo, él está tocando la temperatura del agua y yo no dejo de temblar del frío.

—Voy a ponerte esto, no puede mojar el yeso—toma la bolsa y envuelve mi brazo. Mientras lo hace, no puedo evitar observarlo. Se ve tan seguro en lo que hace, debe de tener mucha experiencia. Bajo la mirada hasta los labios gruesos que chupa para humectarlos. Con cada movimiento que hace, la espalda se tensa y en una aprieta la mandíbula sin distraerse de su trabajo. Yo sostengo con mi otra mano la toalla.

—A-Aydan—la boca me tiembla—¿E-el agua no...esta f-fría?

—Está tibia, no puedo ponerla caliente, lo siento—le hago mala cara—Si Madison aguanta, usted también—espeta soltándome cuidadosamente. Aprovecho que sale un momento y me adentro a la tina.

Santa cachucha, si meto la espalda va a ser peor.

Ya Hermione, dejemos el drama.

Pero es que de verdad voy a morir de hipotermia.

Suspiro y adentro todo mi cuerpo soltando un suave grito en el proceso. Dejo el brazo enyesado descansado en uno de los respaldares de la tina. Intento relajarme, la ducha me parece hermosa, siento como si pasaron años en los que no podía dejarme contemplar un baño así. El olor a jabón me relaja, extrañe tanto bañarme en una tina. Me siento tan relajada que hasta cierro los ojos. Sigo teniendo frío, pero la temperatura del agua no está tan congelada. Aydan se aparece y cierra la ducha cuando ya la tina está llena. Juego hasta con la espuma, de verdad sentí que nunca más iba a volver a ver esta belleza con aromas deliciosos.

Tomo con una mano el Shampoo e intento echar un poco en mi cabello, pero solo logro que se resbale de mi mano y caiga en el agua, creando un chapuzón que saca un poco de espuma de la bañera, contando que mojo a Aydan. No puedo evitar no reírme por la cara de pocos amigos que me dedica.

—Ya veo que se siente mejor—gruñe quitándose el jabón de la cara.

—Solo es una risita—siento como el agua me lava las heridas y de verdad duele un vergazo.

—Es bueno que uses alcohol para evitar una infección o bacteria y hielo para bajar los moretes—me señala los de la cara.

—¿Cómo curo los hematomas?—achica los ojos.

—¿Dónde tiene hematomas?

—En la espalda—Aydan niega sin darme una respuesta, mientras está preparando unas cosas que sinceramente no sé qué son, lo único que hago es observar. Encojo mis piernas, dejando mis rodillas a la vista, en esta parte tengo como cuando me caía pequeña y me raspaba con las piedras. Me pongo de lado cuando las ganas de vomitar me llegan de la nada. Él se percata y agarra una bolsa mientras la sostiene para que pueda expulsar esa asquerosidad. Sentiría mucha vergüenza si no fuera porque siento que el vómito asqueroso me corta la respiración y hasta me saca las lágrimas por la fuerza que género.

—La calentura puede ser por las horas que estuviste sometida a aguantar tanta agua fría y luego el agua hirviendo, nada raro que se tope con un buen resfriado—aleja la bolsa cuando me incorporo nuevamente con cuidado.

Digo con cuidado porque no olvido que estoy desnuda, claro.

—¿Eso que tiene que ver?—me aclaro la garganta, ya que la siento rasposa, que asco.

—Hermione, cuando está lloviendo, el cuerpo tiene ropa puesta por lo que está caliente, al mojarse, provoca los resfríos por el cambio tan repentino de temperatura—toca mi frente—Otro ejemplo peligroso, es como cuando alguien se viene despertando y sale afuera con un ventolero, por eso la gente sufre de derrames repentinos.

—Bueno no suelo hacer eso—pone los ojos en blanco.

—Es un ejemplo—cierra la bolsa con un nudo bien amarrado. No le veo cara de asco, ya debe de estar más que acostumbrado a tener que soportar esto—El vómito puede ser por la mala alimentación, ¿Qué le diagnostico el doctor que la atendió la última vez?—intento hacer memoria.

—Supongo que la anemia empeoro—asiente con una sonrisa, como si él ya se hubiera imaginado esa respuesta, en el proceso se lava las manos.

—Claro que empeoro, puedes pesar ahorita 50 y déjeme decirte que para la edad que tienes, al igual que la altura, no le beneficia en nada, está muy delgada, necesito que suba de peso—a todo lo que me dice asiento como una idiota, él es el doctor no yo—Aparte del sueño, debilidad y falta de apetito, tiene algo más y no creo que sea nada bueno—me observa de una manera tan intensa que siento como si pudiera verme por dentro, el cerebro, órganos e incluso todo mi organismo de pies a cabeza.

—No lo sé, la verdad me duele todo—me encojo de hombros y sigo aseándome con el jabón. Nos quedamos en silencio, mientras él no deja de analizarme y yo solo lo observo de vez en cuando para lavar mi pelo y cuerpo.

—¿Hermione usted toma pastillas o se inyecta para planificar?—esa pregunta me agarro desprevenida. Pestañeo varias veces.

—Me inyectaba, pero unos meses antes de entrar a...ese lugar, empecé a tomar pastillas porque me arte de estar inyectándome eso—se masajea la barbilla como si estuviera analizando mi respuesta.

—¿Cuáles le recomendó su ginecólogo?—arrugo el cejo.

—Ahorita no me acuerdo mucho.

—¿La última vez que se revisó, cuando fue?—sigo enjabonándome.

—No lo sé—puedo ver de reojo como me ve decepcionado—Creo que ya voy a cumplir el año de no chequearme—no lo veo, no es que sienta vergüenza, por contarle esto a él, no me da pena, pero prefiero no verle la cara de mierda que me regala cada cinco minutos.

—¿Última vez que tuvo relaciones sexuales?

No sé porque eso me descoloco unos segundos, pero logro avergonzarme y llenarme de pena.

—¿Cómo se llama lo que estudias, o más bien en lo que trabajas?—cambio de tema, la espuma cubre mi cuerpo e incluso cuando me siento, por lo que empiezo a lavarme el pelo sin sufrir de vergüenza.

—No me cambie el tema, necesito esa información para ayudarla.

—Se que trabajas en algo extraño donde cuidas a niños, pero nada más.

—Hermione—me grita. Empiezo a reírme cuando brinco del susto.

—Lo siento, es que solo es una pregunta—lo vuelvo a ver. Su cara da miedo, trago grueso fuertemente y me pongo seria.

—Pediatra, Ginecólogo y Obstetra—habla entre dientes—Responda por que osino juro que no le voy a ayudar en ni mierda—lo veo mal—Hablo en serio.

—Ya sabes que me abusaron en ese lugar, no sé cuántas veces, ni cuantos hombres eran, pero no me apetece hablar de ese tema—hablo enfadada—Antes de eso, yo no había tenido relaciones con nadie y antes de que pregunte, maso menos más de siete meses—le sostengo la mirada, es la verdad, desde que empecé a trabajar en la mansión Walsh, mi vida sexual ha estado apagada por un buen tiempo. Retiro la mirada de golpe cuando el mismo dolor que ataca mi seno, me hace encogerme—Deje las preguntas y ayúdeme—le suplico—Por favor—estoy odiando con todo mi ser que a cada nada me toque la frente.

—Ya la calentura bajo, le iba a poner paños húmedos, pero creo que el baño era urgente—lo veo mal.

—Linda manera de decir que olía mal.

—Yo no estoy diciendo eso, pelos amarillos—un deja vú me viene de golpe, él me decía Rubia o pelos amarillos y parece que se dio cuenta por que quita la mirada con un gesto de incomodidad, creo que lo pensó en voz alta. Aprieto mi seno fuertemente—No haga eso.

—Es que me duele.

—Si, pero no es alivio lo que siente, al contrario, el dolor empeora por que se está lastimando más—camina hasta tomar entre sus manos unos guantes, se los pone y regresa—Voy a examinarte, ¿Dé acuerdo?—suspiro fuertemente y después asiento levemente. Me hala de la mano, yo obedezco y me siento recta, dejando a la vista mis senos. Trago grueso cuando posiciona la mirada en esa parte de mi cuerpo y no puedo evitar sentir un cosquilleo en mi entrepierna. Aydan sigue sereno con una mirada normal e indiferente, solo levanta la mirada hacia mis ojos unos segundos y vuelve a ubicarlos donde estaban.

Si, contémpleme todo el día, por mí no hay problema.

Pero, ¿Qué estoy diciendo?

Toma mi seno derecho y empieza a masajearlo en círculos, provocándome dolores horribles que me sacan gemidos fuertes. Intento hacerme hacia atrás, pero él no me lo permite y sigue concentrado con el ceño fruncido. Me permite respirar cuando continua con el otro, ya que en este no siento molestias. Intento quitarle con brusquedad la mano cuando presiona mi seno lastimado.

—Me duele—le hablo tratando de alejarle la mano.

—Quédese quieta—creo que ya lo enojé. Me encojo producto de los escalofríos que me provoca su contacto. Cierro los ojos y se que tengo que controlarme, me duele, pero también me desconecta la manera en la que me toca los pechos. Muerdo mi labio para evitar un sonido delatador, la palma de la mano, es la que tortura mis pezones y luego con tres dedos presiona la parte de arriba. Cuando abro los ojos me topo con su mirada, una que me congela de pies a cabeza, no deja de verme, puedo jurar que el verde oscuro de sus ojos desapareció y ahora están casi negros. Frunce el ceño—No es normal sentir dolores fuertes en el pecho—regresa la mirada a mi ceno—Voy a hacerte unos exámenes—toma el izquierdo, es como si estuviera comparando las diferencias que tengo en cada uno. Bajo la mirada queriendo entender, pero la cara que tiene, no me indica nada bueno y me aterra demasiado preguntar. Suelta ambos por unos minutos, mientras le da suaves golpecitos con el pulgar a la tina. Me veo a mi misma y me doy asco, tengo unos chupetones que me causan nauseas y mordiscos que se notan demasiado e incluso algo que sé que él también noto, es lo rojo que tengo uno de mis pezones, no cierro los ojos por que solo me llegan miles de recuerdos.

Bota los guantes y estira la mano para agarrar una Tablet que ni siquiera la había notado, también noto el lápiz táctil que empieza a mover sobre la pantalla, parece como si estuviera anotando cosas, porque posa su mirada cada cinco segundos en mí.

—Existen tres opciones—empieza—Puede que un mal golpe le allá ocasionado algún morete y la inflamación es tanta que le causa dolor—se desordena el pelo mientras habla—Las otras dos opciones no están en mis manos porque yo no soy cirujano, vas a tener que prepararte para una cirugía urgente, porque si ignora esto y lo deja pasar, existen cosas peores de las que se puede arrepentir dentro de unos meses—no puedo evitar tensarme al escuchar eso—Hablo de alguna masa extraña, se podría intervenir rápido si no es cancesora, igual la tienen que operar para retirar esa pequeña pelota que no tiene que estar ahí—trago grueso, veo hacia otro lado porque no logro contenerme.

—¿Y la otra?—susurro. Solo escucho un fuerte suspiro de su parte.

—Cáncer de Mama—aprieto los ojos—Es importante qué, si esto no es lo que yo creo, empiece a chequearse seguido, toda mujer debe de hacerlo, aunque no le guste, es por tu bien—esto era lo menos que quería escuchar. No soy la persona más buena en este mundo, ni tampoco perfecta y soy consciente de los errores que pude haber cometido en un pasado, pero una noticia así, no la esperaba. Ni siquiera se, si es mi propio castigo o porque simplemente tenía que pasar. No me muevo, no dejo de ver el agua porque ni siquiera se que decir.

—Quiero ir a casa—susurro. Mis lagrimas caen en el agua y no quiero que me vea llorando, por eso intento esconderme porque ya se lo que piensa de mi y más humillada no me quiero sentir.

—¿Estás segura?—odio que me conozca tanto. Muy en el fondo no quiero que ellas me vean así, pero yo no debería estar quitándole tanto tiempo. No le contesto solo guardo silencio. Tengo todo el pelo en la cara y sé que me está viendo—Tengo que recoger a Madison del kínder—habla suave, apenas para que pueda escucharlo—Hermione—odio que la nariz se me congestione cada vez que lloro.

—¿Qué?—mi voz salió horrible.

—¿Puede verme a la cara? No estoy hablando solo—está vez habla más fuerte odio que haga eso.

—¿Qué?—lo encaro—Posiblemente ahora parezca estúpida, ni siquiera se en lo que piensa, lo más probable es que se sienta feliz por verme así.

—Si me alegrara de verla así, no estuviera de soplas ayudándole en asuntos que no me importan—grita como lo hice yo hace unos segundos.

—Olvídelo, sabe que, estoy bien—intento levantarme, pero no logro nada, solo que me flaquee el pie y rasparme con la misma tina uno de los tobillos—Aww—la ira me ciega por un momento y empiezo a llorar con cólera—Soy una grandísima inútil.

—En ese estado es muy difícil ponerse de pi...

—Deje de hablar como loco y mejor cállese—advierto. Se pone de espaldas y desarma más sus hebras castañas, para después suspirar fuertemente.

—Usted me saca de quicio—aprieta los dientes.

—Si así es con sus pacientes, déjeme decirle que mejor no ayude en nada.

—No, aquí la única dolor de cabeza es usted—se devuelve nuevamente y saca una botella de color verde—Voy a darle una crema, se la va a pasar por todo el cuerpo y lo va a seguir haciendo todos los días hasta que dejen de notarse, también la voy a inyectar para desinflamar, si los dolores fuertes continúan, tenga en cuenta que le voy a tener que hacer unos exámenes nada placenteros—mientras habla, saca agujas, se pone guantes y alista todo con una rapidez asombrosa. En una jeringa, agarra un medicamento hasta llenarla, es como de color rojo—Coma bien, suba de peso e intente descansar todo lo que pueda, en un par de semanas, le quitan el yeso.

—¿Y si el dolor se va?

—Entonces no es nada grave, es normal sentir molestias, solo tenga paciencia que nada va a desaparecer de la noche a la mañana—asiento levemente—Voy a ir por Madison, ahorita vuelvo—inyecta mi brazo—Se va a sentir mejor, tenga Fé.

—Gracias—le digo antes de que salga del baño. Abro la ducha y termino de bañarme. Después dejo salir toda el agua para dejar la tina limpia y empiezo a secarme con la toalla. No se como hago para levantarme, solo se que hice milagros para no caerme de culo.

Camino o más bien renqueo hasta sacar una bata blanca del closet. Paso la crema por todas partes, cada vez que estiro la mano para llegar hasta la espalda, es una tortura que me saca más de una lagrima. Es como un aceite con un olor muy rico a coco y donde la esparzo por mi piel, la deja más blanca de lo que soy.

Dice que alivia malestares en piernas, espalda y cualquier parte del cuerpo. Desinflama, hidrata y dura hasta 48 horas en el cuerpo, pero solo si se pasa correctamente con masajes suaves en todas partes.

Cuando termino me pongo la bata y uso una secadora para mi pelo rubio, de paso lo peino y agradezco con todo mi ser que se vea tan bonito porque con una mano no es nada fácil aplancharse el cabello. Ando unas pantuflas azules que supongo y son de Walsh, pero no me importa mucho si se enoja o no, realmente no quiero andar descalza.

Abandono la sala de estudio y apago hasta desaparecer de ese lugar, literalmente no soy tan masoquista para ver el montón de maquinas que tiene. Más de una debe de ser dolorosa.

Bajo como tortuga las escaleras y arrastro mis pies hasta la sala. El celular de Aydan está en la mesita, desearía con todas mis fuerzas poder, aunque sea saber cómo están mi Abuela y hermana, pero no lo tomo por respeto.

Sin embargo, la pantalla se ilumina y logro leer desde donde estoy el número de Iclal. La sangre me hierve por dentro. Esa puta me las va a pagar, lo peor es que ni siquiera me conoce, ni sabe de lo que soy capaz.

Paso los dedos por mi pelo, tratando de ignorar lo más que pueda el maldito aparato electrónico. Si toco ese teléfono voy a tener miles de consecuencias.

La primera, cámaras de seguridad

Segunda, no vale la pena si el celular está bloqueado con algún tipo de contraseña.

Otra notificación me pone en alerta, tiene miles. Lastima que no puedo levantarme y aunque sea darle una chequeada. Esta vez sale en grande el número de Mamá que obviamente, es Collins. Y los miles de mensajes no los puedo leer por que no tengo vista biónica. Me siento bien cuando la puerta se abre y aparece Madison con la mirada perdida en su teléfono.

—Este filtro está más bonito—hace muecas y no puedo evitar sonreír.

—Lávese las manos y cámbiese el uniforme señorita selfie.

—Papi—se queja cuando le quita el iPhone de las manos—Me veía bonita—conecta los ojotes verdes con los míos—Hermione que bien—corre hasta posicionarse a mi lado—Él me mintió y dijo que ya te habías ido a casa—señala a Aydan que viene comiendo unas tortillas con chile.

Madison empieza a decir muchas cosas, pero yo solo la observo en silencio. Anda un pantalón roto de mezclilla, ella es muy pequeñita. Tiene también una blusa de mangas largas de color blanca con unos bombachos en los hombros que la hacen ver más tierna y en el centro un dibujo de unicornio de color rosa. Sin embargo, la veo diferente, yo siempre veo a Maddy con algo distinto. Está un poco pálida y anda un gorrito de lana en la cabeza del mismo color que la blusa, pero con una florcita de lado que le da un porte más lindo. Le aparecen a los lados dos trencitas en cada costado, pero ya no son tan largas, se le ve el pelo muy finito.

Se ve más delgadita y un poco cansada. Ayer la vi mejor, pero hoy no tanto, ella no deja de sonreír y es lo que me anima un poco a hacerlo también. Anda unas botas rosadas y en el brazo un peluche parecido al unicornio que tiene en la mini blusita.

—Te ves muy linda Maddy—ella sonríe grandemente.

—Gracias Hermione—se pone de puntillas para llegar hasta mi mejilla y dejarme un beso—Hueles muy bonito—me alaga—Entonces, tenemos que ver juntas que vamos a preparar porque todo tiene que quedar perfecto y tu eres la mejor cocinera del mundo—tengo que dejar de ser tan distraída, esto me pasa por no poner atención.

—¿Por qué tiene que quedar todo perfecto?—pregunto estupefacta. Ella entrecierra los ojos y pone una manito en la cintura.

—Mi Papá me dejo traer a mis amigas para hacer una pijamada y tu eres la invitada especial.

—No empiece Madison—reprende Aydan. Ni siquiera le estaba poniendo atención a él por lo que pestañeo varias veces para concentrarme. Walsh esta preparando la mesa, supongo que es para que la pequeña que tengo enfrente coma algo. Son como las 12 de la tarde, el día hoy se me a hecho inmenso.

—Mis amigas se llaman, Noemi, Sofia y Lara—el timbre de la casa hace eco en toda la mansión y varios golpes fuertes de desesperación logran asustar a Madison. Aydan se acerca con extrañeza, se fija por la ventana para después rodar los ojos y abrir. Antes de poder reaccionar lo veo entrando como loco a la casa, cuando me ve lo primero que hace es halarme del brazo hasta abrazarme fuertemente. 

—Maldita sea Hermione, ¿Estás bien? ¿Te hizo algo?—no deja de verme con desesperación y dice muchas cosas que no logro entenderle. 

—Si estoy bien cálmate—Kayleth relaja los hombros y se vuelve hasta toparse de frente con Aydan, pero con el humor que se anda dudo mucho que venga tranquilo. 

—¿Por qué diablos tiene a Hermione aquí, qué pretende maldito infeliz?—le grita, tiene intenciones de golpearlo, pero un hombre moreno que ni siquiera conozco lo agarra con fuerza, aun así tiene que inmovilizarlo bien por que Kayleth tiene mucha fuerza. Aydan no tiene ninguna expresión en su rostro, solo lo analiza en silencio. 

—Kayleth—intento llamarlo pero el enojo lo tiene en otro mundo. Madison empieza a llorar y el imprudente de Kay no hace por donde calmarse. La alzo, solo se que esto no va a terminar nada bien. 

—¿Cuánta plata pago para que la dañaran así? Solo por una zorra que no vale ni un cinco—ese hombre no se como a hecho, pero se ve que lucha por no soltarlo. 

—Cálmese por Dios—Uma aparece de la nada. 

—Voy a matar a esa perra se lo juro—cada palabra que suelta esta llena de veneno—No tiene ni la más mínima idea de todo lo que pensé cuando no la encontré en esa basura donde toda su mugrosa familia la metió hijo de puta—si estuviera borracho todo seria mucho mejor. 

—Ya es suficiente—le grita el moreno. Los llantos fuertes de Madison llaman la atención del imbécil que me deja más que decepcionada, Kayleth se calma y empuja al moreno que no logra retenerlo más. 

—¿Algo más que le falte decir?—interroga Aydan con seriedad. Madison está asustada y no deja de presionarme fuerte, yo le acaricio la espalda y le repito entre susurros que no pasa nada.

—Un hombre desconocido se la llevo dejando a cambio un gran monto de dinero—explica haciendo comillas con sus dedos—Prácticamente la tenían en venta y usted la compro como si fuera un pedazo de mierda. 

—¿Qué?—observo a Aydan esperando a que niegue eso o lo desmienta, pero un punzón fuerte me nubla la vista, después veo todo negro y solo siento donde alguien me agarra antes de caer en el suelo.

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CHALETO

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