Twenty
ASTRID
Mi familia suele ser correcta, alejada de la cochina sociedad y de la gente pobre con malas vibras. Pero hace unos meses, vienen muy desequilibrados, no sé qué les pasa. Uma anda muy pensativa últimamente, hubo una semana en la que paso de buen humor todos los días, es que esta no es mi hermana, ella suele ser, odiosa, repugnante y muy desagradable con su carácter.
Ulises ya ni viene a la casa y tampoco se absolutamente nada de Laura, solo sé que son los únicos que se han librado de tanta mierda. Aydan, ¿Qué clase de imbécil es tan idiota para dejar entrar a una puta sin vida? La salud de mi sobrina empeora cuando quiere, ya no sabemos si creerles a los doctores de los "Avances y beneficios" que le dan los medicamentos tan fuertes que utiliza.
Me limo las uñas, con una enorme sonrisa de satisfacción porque la mojigata tiene un mes con dos semanas de estar donde pertenece. Aunque no sé qué le pasa a mi hermano con Iclal, ya ni siquiera le habla casi, no puede enojarse con ella por el angelito que perdimos, producto de esa maldita. Después de todo no fue culpa de mi cuñada.
—Señorita Walsh—ordeno la bufanda de peluche en mi cuello y camino hasta llegar hacia el chofer de la casa que me espera afuera—Ya todo está listo—le hago una seña para que me abra la puerta del auto y subo con una alegría tan agradable. Mi gran cómplice se sube al auto, me regala una sonrisa llena de maldad por el espejo retrovisor. Sabe exactamente donde tiene que llevarme, lo voy a disfrutar tanto, me pican las manos de pisar ese lugar. Tomo un dulce y lo llevo a mi boca. En todo el camino no dejo de tomarme fotos, tengo que guardar recuerdos de este día tan esperado. Mis ojos captan el lugar, me ayuda a bajar y camino, ingresando fácilmente al lugar.
—Pero mira a quien tenemos aquí—carcajeo al ver a mi hombre firmando unos documentos. Los policías no me dicen nada cuando ingreso y que ni se les ocurra.
—Creí que nunca iba a venir—admiro al gran policía que a torturado a la puta que está aquí encerrada. Cuando entre, obviamente voy a ver a miles de marimachas y brujas con cara de querer ver carnita fresca para atacar.
—Espero encontrarla como quiero, ¿Dónde está?
—En la número 29—le tiro un beso para adentrarme al lugar espantoso. Dentro hay mujeres muchas mujeres, unas tiradas en el suelo, sin contar que este ambiente apesta. Camino hasta la celda mencionada. Logro ver a su compañera que por cierto no es tan horrible y a ella, que se encuentra pensativa recostada en la única cama que tiene el lugar. Si logro sorprenderme al ver su estado tan miserable, está demasiado delgada, su cabello rubio no se ve igual, tiene golpes en la cara, al igual que en la mayoría de su cuerpo. Jamás en la vida la había visto tan demacrada, porque suele andar con ropa fina y bien arreglada, es gracioso, que humillación.
—Estás espantosa—ambas vuelven a ver hacia mi dirección, Hermione solo me observa con desagrado—Se ve tan hermosa en este lugar, que muero por saber cuántos años se va a quedar aquí—la asquerosa sonrisa de maldad, se hace visible en esa carita bonita que ni golpeada se le quita.
—De la vuelta y se larga, que una chamaca como usted nada tiene que estar haciendo aquí—empiezo a reírme con ganas. Ella rueda los ojos.
—No necesito permisos para ingresar aquí, ya que tengo a todos los policías de mi lado, ser menor de edad no es una tranca para mí—apuesto que mi hermana la viera así o Aydan, les entra algo de culpa por esto, pero yo deseo verla llorando por piedad, me logro sentir de alguna manera poderosa por verla comiendo mierda—Todo lo que sean malas noticias sobre su existencia, va a ser la cosa más deliciosa para mí, al igual que para mis padres, mis hermanos, incluyendo a Aydan—agrando más mi sonrisa cuando la veo afectada por mis palabras—Madison ya se va acostumbrando a no tenerla cerca, imagínese que la última vez, me dijo que desea que desaparezca por lo que le hiciste a su hermanito—quita la mirada. La muchacha que tiene de compañera, solo me observa con molestia, pero me vale siete kilos de excremento—Empezó a odiarla de una manera increíble, tanto así que ya ni pregunta por usted—la babosa se lo cree todo, ojalá esto fuera verdad.
—Astrid váyase de aquí—se le entrecorta la voz y más ganas de reírme me dan.
—Sabía desde el momento en que te conocí, que merece estar aquí, porque solo daño le haces a los demás, trajo una criatura al mundo para irse y hacerla sufrir, le digo algo...—muerdo mi labio por unos segundos, hablar de esto me da mucha cólera—Por su culpa Madison está enferma, porque no tener una Mamá le afecto, es horrible verla preguntando por una y la falta de vitamina de mi sobrina, solo porque a usted se le ocurría tirar todo a la basura, no comer correctamente, ni siquiera permitir que tomara de la leche materna, eso trajo consecuencias, espero se pudra aquí dentro—la señalo con el dedo, me vale que no me esté viendo—Y lo prometí, estás encerrada maldita—le hago una seña al policía que tengo cerca, el obedece y espera—Molestemos un rato—quiero verla sufrir, porque mi hermano sufrió mucho, cada proceso fue difícil para el solo.
Abren la celda, la que parece ser la amiga intenta defenderla, pero no se lo permiten, entran varios policías y entre esos mi favorito. Hermione no vuelve a ver, así que la halan del pelo logrando que ella gima en respuesta. La obligan a verme cuando la van a sacar, le doy un saludo cínico con la mano. Me estorba verla con un abrigo tan caliente, pero en unos minutos ya no va a tenerlo puesto. Se ensancha mi sonrisa cuando la llevan hacia el baño.
—¿Qué le gustaría primero?—susurra.
—Inspírese y lo más importante, disfruten—la levanta del pelo y con el muño cerrado le pega en la cara, eso dolió. Otro se acerca con un cigarro y se lo pega en el brazo, haciéndola gritar. Pelo los ojos cuando uno le revienta la blusa, pero lo que me asusta es el gran morete que tiene entre una de las costillas. Agarran unas pinzas y le halan la piel del cuello.
—No por favor—lloriquea y desearía sentir lástima, pero me duele, me saca las lágrimas, la salud de mi sobrina, como se burlaba de mi familia, nos hacia la vida imposible, Aydan se enojaba con nosotros por mentiras de ella. Llegaba toda borracha a buscarlo y el otro, como la quería tanto, nunca hizo nada por dejarla o menospreciarla, ni siquiera cuando la internaron en todo el embarazo porque la creían loca y siento que, si lo estaba, porque intento hacer muchas estupideces para perder a la bebé.
La dejan solamente con ropa interior y entre todos la patean, intenta cubrirse, pero la enderezan con cada golpe. Las picanas eléctricas, las empiezan a usar para las piernas, ella brinca con cada impacto en la piel, pero solo lo hacen como cinco veces, porque obviamente no puede soportar tanto, mi idea no es matarla.
Más de uno la viola con la mirada, lo más probable es que intenten entre todos abusar de ella, pero siento que es demasiado. Los golpes son tan fuertes, que llega un momento donde parece que ya no puede y cierra los ojos.
—Ya déjenla—los freno, ellos se alejan del cuerpo de la rubia. Me acerco y la sangre que sale de la nariz es bastante—Después de esto, hasta después de una semana—sonrió por última vez—Llévenla a su casita.
NATASHA
Limpio mis lágrimas, nunca puedo ayudarla y esa mujer es bien mala, solo por el dinero, logra manipular a esos infelices. Abren la celda y el mismo desgraciado de siempre, la tira en mi cama, cuando cierran otra vez. Me acerco y le aprieto la mano.
—Hermione—sollozo aferrándome a ella, esta inconsciente. No me importa llenarme de sangre, solo la abrazo. Saber qué hace unos momentos estaba feliz porque su mejor amigo la vino a visitar y ahora le hacen esto. Me preocupa mucho, no tengo a nadie para poder decirle lo que sucede. La dejo con cuidado en la cama y me voy al rincón escondido que tengo, saco el alcohol, agua y otro uniforme. El abrigo termino despedazado, pero reviso también entre las cosas que le trajo el muchacho.
Encuentro unas mentas, más agua y casi brinco de la alegría cuando encuentro otra sudadera, es super linda, huele a nuevo. Suspiro caminando de regreso, le quito la camisa despedaza del uniforme, se la cambio por otra que tenía, a pesar de que ella es muy delgada a la par mía, al menos la cubre. El pantalón lo tiene igual, despedazado y la ropa interior, está llena de sangre. No la toco por respeto.
Me encargo del alcohol, hecho un poco en un algodón y lo acerco a su nariz, le limpio los golpes, para que no se vea tan mal, hasta le ayudo con una crema que tengo. El cabello largo, intento peinarlo un poco, aunque me cuesta porque ella no está consciente para ayudarme. La dejo descansando, ya que, si respira, solo la abrigo bastante, hasta la abrazo, esperando que mañana despierte.
...
La hora del almuerzo ya está llegando y en cualquier momento vienen por nosotras, me estoy muriendo de hambre y necesito que despierte para llevarla conmigo. Le hablo todo lo que pueda, pero ya son como las 2 de la tarde y no despierta.
—Todo va a estar bien—le hablo. Tomo sus piernas e intento moverlas con cuidado, como si fuera un ejercicio. Ella mueve la cabeza hacia un lado y se queja con una lágrima saliendo de sus ojos. Ya no lo hago más—Hey, tranquila ya todo paso, estás bien—no abre los ojos, pero si llora—Tienes que comer y ayudarme para que te pongas otra cosa.
—Ella no me quiere—trago grueso por el dolor que sale de sus palabras. Empieza a retorcerse en la cama y a gritar—Me duele Natasha—alarde presionando el brazo fuertemente contra la cama.
—Tranquila Hermione, por favor no te pongas así—grita suplicando por que la ayude, no soporto más y me acerco a las rejas a pedir ayuda—Oficial, ayúdenme por favor—el guarda se acerca, abre la celda y por un intercomunicador dice algo que no entendí.
—Con permiso—piden las enfermeras, corren hasta la rubia. No me dejan estar con ella, porque me encierran en otro lugar. Todo fue tan rápido, que solo veo donde se la llevan en una camilla.
AYDAN
Bajo el periódico, mis hermanos llegan a la casa de mis Papás, ni siquiera han entrado y se escuchan desde aquí. La primera en verse, es Uma, que llega con Madison en brazos. Después Ulises que anda con mis sobrinos, sin olvidar que se maneja una mala cara y Astrid, con una enorme sonrisa que me deja extrañado.
—Hola tío, jugamos en las tacitas de té y dábamos muchas vueltas, pero Madison no se quiso subir porque podía vomitarse—toma asiento a mi lado.
—Gael, no sea chismoso, yo se lo voy a contar—pelea mi hija bajándose de los brazos de mi hermana—Además tu lloraste porque le dan miedo los carritos chocones.
—Ya dejen de pelear, lo importante fue que se divirtieron—llega Mamá, se acerca a cada uno y les da un beso, sonrió cuando el repugnante de Bryan se limpia la mejilla.
—Había demasiada fila, ya me dolían los pies—Uma se quita las botas y las tira como suele hacer siempre.
—Llego la belleza de la casa—grita Papá adentrándose a la sala.
—¿Dónde está Laura?—Astrid finge buscarla en la sala, Ulises se tensa en su lugar y no dice nada.
—Mi Mami está cumpliendo años y se quiso quedar sola—frunzo las cejas, ella siempre viene con Ulises. Gael sigue jugando con el carrito después de decir eso y Mamá queda igual de extrañada que yo.
—Y también falta Iclal—por algo casi no hablo con mi amada hermanita menor, siempre es la que abre la boca al frente de toda la familia.
—A ella no la necesitamos en la casa—Madison me ve de reojo esperando mi reacción, es una pequeña demonio.
—¿Paso algo hijo?
—Simplemente no hemos hablado y ya—veo la hora y me levanto del sillón—Ya es tarde, tenemos que irnos.
—Pero Papi, estaba a punto de ir a jugar con los chicos.
—Mañana tienen clases—ayuda Ulises. No me despido de nadie, estar metido en esa casa, solo hace que se forme un cuestionario de preguntas que no quiero contestar. Madison viene atrás, siempre hace eso para asegurarse de que yo no este enojado con ella. Ulises jamás en la vida sale sin el carro y hoy andaba en el parque de diversiones con el auto de Uma.
—Aydan—me hala del hombro—Necesito hablar.
—Uhum, ya sé—abro la puerta trasera. Ulises me ayuda a subirlos mientras le pongo el cinturón a Madison. Esta última me regala una sonrisa. Cierro la puerta, me subo y a los segundos, Walsh está repitiendo lo mismo. Arranco el Land Rover y empiezo a conducir—¿Vas a mi casa o a la suya?—se queda callado, lo vuelvo a ver—Ulises.
—Solo voy a dejar a los niños nada más.
—Mi Mamá le encanta esperar que todos nos quedemos dormidos para después dormirse ella también—le cuenta Bryan a mi hija que no deja de hacer ruiditos raros con la boca.
—Eso hacen todas las Mamás con los bebés como nosotros—comenta Gael.
—Yo no soy una Bebé.
—Si lo eres—se burla Bryan.
—Qué no, eres un tonto.
—Madison—la regaño, pero el imbécil que tengo a la par no ayuda y empieza a reírse. Toca mi turno de opinar en voz alta como lo hizo ella anteriormente—Y si, tú eres mi Bebé.
—¿Lo ves?—la molesta Gael, Madison me saca la lengua por el retrovisor. Ulises usa el teléfono con la seriedad que siempre lo caracteriza, sin contar la carcajada que se hecho hace unos segundos. Lo conozco tanto, algo malo hizo y es que es tan idiota. Me estaciono afuera de la propiedad, todos se bajan, ni siquiera le dije a Madison que podía bajarse, pero ya que. Está evitándome para que no la regañe, astuta. Ulises saca las llaves de la casa y abre, los tres salen corriendo hacia dentro.
—Mami—Laura baja las escaleras. Algo me dice que estaba llorando, porque se ve roja y con los ojos hinchados.
—Hola mi amor—los abraza.
—Fuimos a McDonald's y todos tomamos un jugo de naranja, porque Madison no puede tomar Coca cola, ¿Verdad que sí?—Gael vuelve a ver mi hija.
—Si—contesta de mala gana.
—Hola Aydan—le doy un beso en la mejilla. Ulises finge no verla y ella tampoco a él, no puedo creerlo.
—¿Te falta algo?—le pregunto.
—No, vamos.
—¿A dónde vamos a ir Papi?
—Yo, a trabajar—Bryan hace mala cara.
—Siempre trabajas.
—Mañana vengo un rato.
—¿Por qué mañana y no ahora?
—Tiene mucho trabajo—Laura intenta no sonar grosera—Pero no importa, mañana tiene todo el día libre para venir por ustedes—suena molesta, los niños se lo creen y salen corriendo hasta la segunda planta. Iba a salir para no ser tan mal tercio, pero el cobarde de mi hermano se me adelanta primero.
—Adiós cuñada—recalco la última palabra. Ella solo medio sonríe para después cerrar—Ustedes dos, son tan raros.
—Cierto Madison—se hace el tonto, la alza y le empieza a ser cosquillas—Tenemos que aprender a hablarnos más seguido.
—Tío, yo siempre te hablo—no deja de reírse—Ya basta, me duele.
—No le haga eso.
—Lo siento gruñones—caminamos hasta el carro—Yo manejo—me quita las llaves.
—Papá me siento un poco mal—estira los brazos para que la alce, pero esta vez me siento con ella en los asientos de atrás. Busca mi pecho para dormirse.
—Necesito ver la temperatura, apúrese a llegar—le toco la frente, está sudando demasiado—Piojo, no puedes dormir.
—Pero estoy cansada.
—Intente no cerrar los ojos.
—No quiero que vayamos al hospital.
—¿Madison, se tomó la vitamina de la mañana?
—No me acuerdo—Ulises me ve por el retrovisor para que me calme. Ella me ve con esos ojos que llenan mi vida de esperanzas, con la mano acaricia mi mejilla—Papi, ¿Puedo dormir hoy contigo? Es que me da mucho miedo quedarme sola.
—¿Miedo?—ella asiente—¿Por qué?
—Porque tía Astrid me dijo que Hermione es una bruja mala y que yo no la puedo querer, porque, si la quiero, va a parecer en la noche y se va a robar todos mis juguetes—eso me deja pensando por unos minutos, ella sigue jugando con mi pelo, esperando a que le diga algo, pero, ¿Para qué voy a negarlo, si la idea es que ya no la busque más? Aunque Astrid es muy maldosa y no confió en mi hermana para nada.
—¿Hermione te hizo algo malo cuando estuvo en la casa?
—No, nunca.
—Entonces no hay razones para que creas eso.
—Pero ni siquiera sé dónde está, ni porque se fue y la extraño mucho, siempre estaba ordenando la casa o andaba por allí—Ulises solo me observa con seriedad. Agradezco que llegamos a la casa, bajo rápido del auto con Madison en mis brazos, le entregó las llaves a Ulises para que abra. Las luces de la casa se encienden y lo primero que hago es acostarla en el sillón. Siempre acostumbro a tener un botiquín junto con cosas que uso a diario como obstetra, en la mesa. Saco el termómetro, ya ella está acostumbrada a tanto, que solo abre la boca.
—Madison, necesito que, por favor, si ves a un niño enfermo, le avises a la profesora para recogerte, tenemos que prevenir infecciones.
—Papá—sonríe quitándose de la boca, el termómetro, ya que suena revelándome el grado de temperatura—Siempre te preocupas demasiado.
—Ulises, páseme una aguja, el Blincyto y necesito que conecté la bomba de infusión.
—No quiero que me inyecten—me pasa lo que pedí, lleno la jeringa, pero...—Estoy cansada de tantos moretes en los brazos Papá, solo tengo que dormir y me voy a sentir mejor.
—Madison, esto es vitamina que necesita tu cuerpo, con esto te vas a sentir mejor.
—Pero eso es solo cuando tengo mucho dolor.
—Cuando dejo que te acuestes así, se pone peor en la madrugada.
—Voy a comerme mis gomitas de vitamina y a dormir contigo, voy a estar bien.
—Déjala no seas pesado, es una pequeña molestia.
—¿Pequeña molestia?—esclarezco—La leucemia avanza cada vez más.
—Ya déjala tranquila tiene 37, mira el termómetro.
—Está mocosa—guardo las cosas con molestia.
—¿Me puedes lavar los dientes y alzarme, para dormir en tu cuarto?
—Eso es lo que pasa cuando es la única bebé de Papá—me susurra Ulises.
—Eres muy vaga—la alzo, mi hermano me sigue.
—Papi quiero la pijama de unicornio—pongo los ojos en blanco.
—¿Algo más para su alteza?—ironizo.
—Ayúdame—alza las manos para que le ayude a quitarse el abrigo caliente que anda.
—Cuando quieras me puedes ayudar a mí también—Ulises busca unas medias limpias para Madison.
—Váyase a la mierda—prácticamente la mude como si fuera una niña pequeña de 3 años. Camino hasta el baño, ella toma el cepillo y se lava los dientes.
—Ella es muy chineada, ¿no? —me susurra sin que se dé cuenta.
—No tiene ni la más grande idea—ambos esperamos a que termine. Baja del banquito en el que se sube para llegar y sale corriendo hasta mi cuarto. Me adentro a este, apagando el aire acondicionado, ya que no me gusta que duerma con ese aparato puesto. Se tira a la cama.
—Es tan suave y calientita—hala la cobija—Papá—me señala la mejilla para que le dé un beso—Y tú también tío—Ulises se acerca primero y le da un beso, le susurra algo en el oído, logrando que ella se ría.
—Te espero afuera hermanito—le hago un ademan a Madison para que se ponga de pie. La halo como una muñeca de trapo.
—Ahorita vengo, solo voy a conversar un rato con tu tío.
—Te amo Papá—desordena mi pelo.
—¿Así?—ella intenta soltarse, pero soy más rápido y le alboroto todo el pelo.
—Tramposo.
—Madison—me pongo más serio—Yo sé que Iclal no te cae bien, pero intenta no decir comentarios en frente de tus Abuelos.
—Lo siento—pela los dientes con inocencia.
—Y si eres una bebé—le doy un beso rápido y se va enojada hasta acostarse, me saca la lengua con una sonrisa de diversión—A dormir pequeño piojo—cierro la puerta. Bajo las escaleras, busco a Ulises y lo encuentro en la sala, ido en sus pensamientos—¿Qué tanto piensa?—me tiro en el sillón.
—¿Por qué no le ha dicho a Madison, la razón por la que esa mujer, no está aquí?—niego.
—Mi hija no tiene la salud para asimilar esas cosas con tranquilidad—frunce el entrecejo.
—Algún día se va a dar cuenta, porque no se sabe cuántos años la van a sentenciar y va a seguir preguntando.
—No creo que mucho—su mirada posee incredulidad.
—Claro que sí, murió una vida por esa mente tan estúpida que tiene y la otra quedo traumada hasta el punto que ya no sale de la casa—ojalá fuera porque quedo traumada.
—¿Qué pasa contigo?—lo señalo—Laura paso el día de su cumpleaños sola en casa y no crea que ya se me olvidaron las tratos tan feos que le das.
—No es eso—evade mi mirada—Aydan, a veces el miedo tampoco ayuda en nada.
—¿Miedo de qué?
—Ante los ojos de Papá, yo soy el que más ejemplo tiene que dar, piden mucho, creen que no me estreso también—se toca el cuello con estrés—No me di cuenta que me estaba desquitando con Laura.
—Ay Ulises—froto el puente de la nariz.
—Me dio el divorcio—pelo los ojos como platos—Todavía no me lo creo.
—Necesitas un buen vergazo para que se espabile.
—Igual ya no puedo hacer nada.
—Si yo fuera usted, intentaría cambiar las mierdas y no huir como cobarde.
—No hable mucho porque usted tampoco hace nada para estar bien con Iclal—sonrió grandemente.
—Imbécil, lo de ustedes es de años, yo con ella solo tengo sexo, no me haga reír con semejante comparación por favor.
—¿Cuál es la diferencia?—se burla.
—Laura es una buena mujer, no sé qué hermoso te ve, pero una mujer enamorada, vale oro.
—Si me quisiera, no tomaría decisiones por los dos.
—Yo hubiera hecho lo mismo.
—Maldita sea, ¿Dé que lado estas?
—La apoyo a ella—lanza el cojín, logrando que lo ataje antes de que me golpee la cara.
—Aydan, estoy hablando en serio.
—Yo también, nada está haciendo usted con otras mujeres, ya le dije, ella también se lo ha dicho a usted, pero siento que se lo voy a tener que repetir—le aplaudo en la cara para que me vea—Estaba con usted, para las buenas y también para las malas, podía hablar con ella, si quería bajarse la calentura, literalmente tiene mujer para hacerlo.
—Ni siquiera supe que decirle.
—Obvio—camino hasta tomar dos copas y una botella de vino—Das vergüenza.
—Nunca va a perdonarme, me recalcó en la cara lo muy idiota que he sido con ella.
—Ni con Madison es tan difícil hablar—respiro para no sacarlo a patatas de aquí.
—¿Qué hago?
—¿Al menos la amas?—cuando doy la vuelta, me quedo en shock al verlo con los ojos llorosos, ¿Ulises apunto de llorar?
—Ya no sé qué voy a hacer sin ella y recoger a mis hijos sin siquiera poder verla a la cara, va a ser un ambiente muy incómodo—palmeo la espalda del troglodita con mascara fría.
—Intente arreglar las cosas, antes de que sea realmente tarde—guarda silencio—Tiene que esforzarse, porque créame que no va a ser tan fácil, ya ella no va a confiar en ti, como lo hacía antes.
—Nunca has estado en estás mierdas y sabes más que yo.
—No—bufo con sarcasmo—Me han pasado cosas peores.
—Yo lo sé Aydan, nadie puede entender todo lo que has tenido que atravesar, yo soy testigo—me pega un manazo en la cabeza, dejándome atónito—Pero hablo de que nunca ha sido tan perro como yo, al punto de serle infiel a mi esposa con otras mujeres.
—Ex esposa—hace mala cara.
—No pienso darle el divorcio.
—Ish, ya veo abogados y donde la cosa se pone fea.
—Usted no ayuda, en serio.
—Vamos arriba, tengo trabajo que terminar—tomo las llaves de mi oficina y subo las gradas con Ulises detrás mío. Abro la puerta, enciendo las luces, me acomodo quedando enfrente de la laptop y mi acompañante se sienta al lado mío.
—Tiene un montón de dibujos—la pared está decorada de fotos y cosas de Madison. Conecto las cámaras y de paso, vigiló a Madison que duerme con mi almohada, siendo abrazada por la menciona anteriormente. Reviso las últimas tomas que ha captado las cámaras de seguridad en la casa. No veo nada raro, ni siquiera en el patio trasero, pero algo me hace detenerme.
—Ulises—susurro, llamando la atención del pelinegro que deja de grapar unos documentos que tenía desordenados, son del hospital, pero no había tenido tiempo para organizar.
—¿Qué?—le enseño las imágenes de uno de los videos y le doy reproducir, ambos nos volvemos a ver. Me doy cuenta que metimos la pata y bien feo.
No te olvides de votar y dejar tus comentarios 💋
CHALETO
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