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Capítulo 4: Un Viejo Amigo

— ¿Me llamaste papá? — Suelta una leve carcajada.

No puedo creerlo, su voz es exactamente igual a la de mi Padre.

— ¡¿QUIÉN ERES?! — Me alejo un poco de él y apunto directamente a su pecho.

— Te pareces mucho a Elsa, ella era una persona muy bella cuando la conocí, también posees la misma expresión que mi viejo amigo. Sentí una energía muy familiar en este lugar, al verte con mis propios ojos veo la viva imagen de ellos — Da unos pasos hacia mí con mucha tranquilidad, ignorando por completo mi arma.

— ¡DETENTE! — Exclamo — ¿Qué haces aquí?, ¿Por qué te ves exactamente igual a mí Papá?

— Creo que me he acostumbrado a su forma, he vivido muchos años tomando prestada su apariencia que ya he olvidado como soy en realidad
— Sonríe.

— No necesito conocer la historia de tu vida, responde mi pregunta, ¿Por qué luces igual a mi Padre?, ¿Y cómo es que sabes el nombre de mi madre? — Esta vez apunto a su cabeza.

— Lo siento, no me he presentado adecuadamente. Mi nombre es Vördr — Realiza una reverencia.

— ¿Vördr? — Relajo mi cuerpo al oír ese nombre tan familiar — He escuchado hablar de tí, eras el espíritu guardián de mi padre.

— Exactamente — Sus ojos se posan en mí y acaricia suavemente mi mejilla, que me deja totalmente expuesta.

No sé como debo reaccionar a esto.

— Yo soy Iduna, soy la hija de Elsa y de... — Me presento muy torpemente.

— Vaya — Aleja su mano de mi mejilla con delicadeza — Jamás creí que conocería a la hija de mi mejor amigo, llevas el mismo nombre que tu abuela.

— Lo sé, Papá quiso llamarme así — Me sonrojo.

— No sabes lo felíz que estoy de conocerte.

— El gusto es mío, Papá me ha hablado mucho acerca de usted — Hago una reverencia también como señal de respeto.

— Por un momento creí que él estaba aquí, sentí su energía, pero en parte estoy algo aliviado de que no sea así.

— Yo también me siento aliviada — Arreglo un poco mi cabello corto — Me asusté al verlo, pensé en lo peor, creí que Papá había caído en este submundo.

Algunas lágrimas se acumulan al pensar nuevamente en ello.

— Te pido disculpas por presentarme de improviso, pero hay algo que me inquieta, son pocos los mortales quienes deciden venir a este infierno, y por tu armadura deduzco que eres una Mercenaria de Hel, ¿No es así?

— En parte tienes razón, no soy una mercenaria, pero si quiero convertirme en una. Por eso vine, necesito la bendición de Hela para ser oficialmente reconocida como tal.

— ¿Cómo es que tus padres aprobaron esto?, nunca tuvimos una buena relación con los mercenarios, una vez nos llevaron contra nuestra voluntad hacía el Reino de Agder.

— Yo...me fui de casa…ellos no lo saben. ¿Por qué quiero ser una mercenaria?, quiero probarme a mí misma, es cuestión de orgullo y de amor propio. ¿Por qué me uní a los mercenarios?, no estoy del todo segura, pero por alguna razón, me he sentido atraída hacía ellos, no lo sé, tal vez sea la armadura — Le dije ligeramente avergonzada por mi respuesta tan vaga.

Es extraño, me siento muy diferente al estar cerca de Vördr.

— Tienes un largo camino por recorrer si es que quieres ver a Hela. Éste no es un lugar seguro, hay muchos monstruos en los alrededores que se esconden detrás de la densa niebla del Inframundo.

— Sería un honor si usted decidiera acompañarme señor Vördr. No sé en quién confiar, mis compañeros me traicionaron — Ésta es la primera vez que pido ayuda en mucho tiempo — No sé cómo podría pagarle, pero le prometo que encontraré el modo de hacerlo.

— Será un placer Iduna, no tengo necesidad de dinero, no lo necesito. A cambio, me gustaría hacerte algunas preguntas sobre tí, tengo mucha curiosidad por saber que ha ocurrido desde que partí.

— ¡Muchas gracias! — Estoy algo emocionada — Ansío narrarle mis aventuras en el mundo de los humanos.

Luego de que recogiera algunas de mis pertenencias que estaban esparcidas en el suelo, finalmente pude seguir con mi viaje, ésta vez, con alguien de mi confianza.

Llevo mucho peso en mi espalda, logré adueñarme de algunas cosas que le pertenecían a Ejulf y a Jansen, como comida y una tienda para acampañar.

Es lo mínimo que merezco por lo que me hicieron.

Camino junto a Vördr por el césped. La niebla de color esmeralda se vuelve mucho más densa. Mis sentidos están en alerta.

Tomo la incitativa y genero un tema de conversación con mi nuevo compañero:

— ¿Qué ha hecho en todos éstos años en Helheim señor Vördr?

Me siento algo incómoda al hablar de este modo, no suelo comunicarme tan formal, Vördr físicamente luce igual a Papá, pero no es él. Mi relación con mis padres era muy estrecha, jamás nos comunicamos con formalidad como solían hacerlo los Northuldrans,  ellos solían tratarse con mucha formalidad a sus mayores.

— Luego de que ofreciera mi alma a una de las Valkirias de Odín en la Isla de Vardo para salvar a tu padre, emprendimos un largo viaje que duró nueve días y nueve noches, llegué a Helheim y visité el palacio de la Diosa Hela, al ser un demonio ella me dejó en libertad por lo que he estado divagando por éstos lugares todo éste tiempo.

— ¿Qué tan grande es Helheim?

— Es mucho más grande de lo que imaginas, hay lugares inexplorados, pero por supuesto, es un lujo que sólo pocos podemos darnos.

— ¿Por qué? — Doy un paso en el césped mientras el viento se vuelve mucho más gélido.

— Por que todos los seres humanos viven su infierno en Helheim. Aquí llegan las almas que murieron por vejez, enfermedad u homicidios. Todos ellos son atormentados por sus visiones del pasado hasta perder lo poco que les queda de cordura, divagan de un lugar a otro sin un objetivo claro. Un final bastante cruel para aquellos que se supone vivieron de la forma más correcta allá arriba, pero ellos son afortunados en cierto modo, por que eso no es lo peor.

— ¿Espere?, ¿Hay más? — Me muestro sorprendida.

— Sí, los que en vida fueron asesinos, violadores y mentirosos, en otras palabras, los que son ajusticiados por los Mercenarios de Hel en su mayoría, deberán pasar el resto de la eternidad en la playa de Nastrand. Todos ellos viven en una eterna descomposición de sus cuerpos, son bañados por serpientes con sus venenos, sus estómagos siempre están vacíos y su única fuente de agua es la playa que de por sí está envenenada.

— Me gustaría ir allí — Le digo convencida.

— ¿Por qué? — No adopta ninguna expresión al escucharme.

— Quiero verlos con mis propios ojos, quiero saber lo que les espera a mis futuras víctimas.

— No te detendré, si quieres ir te llevaré. Tomaremos un pequeño desvío antes de llegar a Hela, tendremos que acampar, será mejor llegar de día.

— ¿Cómo puede reconocer el día y la noche? — Observo al cielo, el sol no existe aquí.

— Al igual que en el mundo de los humanos, si la temperatura baja, es señal de que la noche se aproxima. Pero me preocupas tú Iduna — Me observa de pies a cabeza — Nadie a podido estar aquí más de un día, ni siquiera cuando el Díos Odín descendió sobrevivió al frío de Helheim. ¿Crees que podrás aguantar una noche?

— Sé que debería sentir frío, pero no lo siento. El frío nunca me ha afectado, soy inmune a él. Tal vez lo heredé de mamá.

— Interesante — Lleva sus dedos al mentón — ¿No tienes poderes?, ¿Puedes controlar algún elemento?

No puedo evitar sentirme molesta con su pregunta, me recuerda mucho a la actitud de los Northuldrans hacía mí.

— ¡No! — Respondo tajante con la frente en alto — ¡No necesito poderes!, puedo valerme por mí misma sin ellos, eso no me hace inferior a nadie en lo absoluto.

Me siento algo agitada, odio que me pregunten si es que tengo poderes o no, todos creen que por ser hija de la Reina del Hielo debo tener sus mismos poderes por obligación.

— Lo siento mucho Iduna, no quise incomodarte — Habla con suavidad — No sé nada sobre tí y francamente creí que tenías poderes. Pero tienes razón, no tenerlos no te hacen inferior a nadie en absoluto, además, ya empiezo a entenderte un poco.

— ¿Ah si? — Estoy sorprendida al escucharlo. Incluso me siento mal por la forma en como me expresé.

— Sí, creo que algo interesante podría descubrir: No te uniste a Los Mercenarios de Hel por que eres seguidora de Hela, es por que han sido los únicos que han derrotado a tu padre sin utilizar poderes, y tal vez pienses que sólo así podrás estar a la altura de aquellos quienes controlan los elementos.

Odio reconocerlo, pero tiene algo de verdad. En mi interior ese es el motivo por el cual admiro a Los Mercenarios de Hel.

De hecho, un recuerdo viene a mí:

Cuando era niña, hubo una gran invasión en el Bosque Encantando, Mamá y Papá nos salvaron a todos de un hechicero llamado Kol que planeaba dominar a todos los Northuldrans. Aquella vez, muchas luces cayeron en el bosque, eran las almas de aquellos que ese hechicero había robado y se materializaron en personas, en ese entonces, mis ojos se posaron en unos hombres vestidos con armaduras negras. Cuando los vi, no dudé en preguntarle a Papá quienes eran, y allí fue como me enteré de la existencia de aquella organización.

— Tienes razón Vördr, ese es mi verdadero motivo por el cual quiero convertirme en mercenaria, pero hay más, debo demostrarle a aquellas personas que no soy diferente a ellos — Bajo la mirada.

— Se oye interesante, ya es hora de que me cuentes algunas de tus historias — Detiene abruptamente su caminar — Aquí será un buen lugar para acampar.

- ¿Cómo lo sabes?

— Más allá, se encuentran ogros, quimeras y otros seres que los humanos no imaginan. Podremos pasar aquí la noche y al amanecer reanudar nuestro viaje.

— Armaré la tienda — Me deshago de mi mochila para armar la tienda en donde dormiremos en ésta extraña noche.

— Yo buscaré algo para quemar y poder sobrellevar el frío — Vördr se aleja misteriosamente hasta que la niebla cubre su cuerpo y pueda perderlo de vista.

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—Perdona la tardanza, encontré algo que nos servirá — Oigo detrás de mí la voz de Vördr luego de terminar algunos detalles de la tienda.

No es bonita en lo absoluto, es de un color gris opaco, pero servira para dormir unas cuantas horas.

— No te preocupes, me alegro que hayas  — Volteo para mirarlo a los ojos.

Vördr dejó caer dos troncos largos. No es lo que esperaba, éstos se ven negros por fuera, como si estuvieran podridos.

— ¿Seguro que esto nos servira? — Le pregunto con desconfianza.

— Sé que estos no lucen como en el mundo de los humanos, pero te aseguro que son de buena calidad, arderán hasta el amanecer — Respondió.

De pronto, con un chasquido, salió una leve llama de sus dedos y lo arrojó a los troncos, éstos se prendieron fácilmente.

Miro impresionada a Vördr, su apariencia similar a la de mi padre, me trajo recuerdos de cuando controló el fuego en el Bosque Encantando para defendernos de ese hechicero. Lamentablemente sus poderes no duraron para siempre, pero siempre quedó algo en él, solía chasquear sus dedos de manera involuntaria cada vez que podía.

— ¿Qué? — Me pregunta al percatarse de que lo estoy observando.

— ¡Nada! — Desvío la mirada — Te pareces mucho a Papá y recordé de aquella vez que controló el fuego en el Bosque Encantando.

— ¡Pero que sorpresa! — Toma asiento en el césped — ¿Cómo fue que llegaron al Bosque Encantando?

— ¿Conoces ese lugar? — Tomo asiento también.

— Sí, tu padre visitó aquel lugar cuando era joven, allí entró en una densa niebla y utilizó sus poderes al sentir una presencia que lo asechaba.

— Así fue, eso le trajo bastantes problemas cuando regresó al bosque en busca de Mamá.

— ¡Oh!, ¡Cuéntame todo por favor! - Mostró un brillo en sus ojos rojos.

Así, fue como estuve por varias horas narrando la historia de como Mamá se convirtió en el quinto espíritu y las proezas heroicas de Papá cuando salvó al bosque encantado del hechicero llamado Kol. Además la conté algunos hechos de mi infancia, y de mis malas experiencias con los Northuldrans.

Vördr estaba muy entusiasmado con mis historias, y no es de menos, Helheim es un lugar muy lúgubre y nada interesante debe ocurrir aquí.

Me sentí muy cómoda conversando con Vördr, incluso acompañamos esta velada con la comida que traía en mi equipaje como en una reunión de viejos amigos que no se han visto en años.

Luego de nuestra charla, fui a dormir en mi nueva tienda de campaña. Vördr me dijo que se quedaría despierto custodiando los alrededores ya que al ser un demonio no necesitaba dormir.

Cierro los ojos y recuerdo todo lo que pasó durante el día, ha sido una jornada muy agitada.

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