Capítulo 11: La Despedida
— ¿Qué quieres saber? — Me observa con resentimiento desde el suelo.
Ejerzo un poco de presión en mi pie.
— ¿Por qué decidiste romper el trato con Kol?
— ¿Kol? — Ríe con sarcasmo — Es un idiota, eso es lo que es. No comprendo el interés tan repentino por él, lograste hacerte de otro amigo por aquí, ¿Verdad?
— Él luchó hace 18 años contra mi padre, fue una batalla dura, pero al último segundo decidiste arrebatarle sus poderes, y así fue como Papá ganó.
— ¡Si lo recuerdo! — Suelta una risa maniática — ¡No puedo creer que seas la hija de quien derrotó a ese idiota!, ¡Ahora entiendo por qué Vördr está aquí también!.
— ¡SILENCIO! — Aplasto ligeramente su tráquea. Me hierve la sangre de tan solo escucharla — Responde mi pregunta, ¿Por qué lo hiciste?
— Nadie puede pasarse de listo conmigo, pude ver en su mente que él quería más de lo que podía conseguir. Kol no quería solamente controlar a su pueblo, quería controlar todo el continente — Libera un suspiro — Y nadie puede tener tanto poder a costa mía, pero eso que importa ¿Verdad?, al fín y al cabo soy una Diosa y hago lo que quiero.
— ¿Tan solo eso? — Estoy en shock, es increíble que por una razón tan estúpida, Papá haya conseguido la victoria, no puedo creerlo.
Quito mi pie encima de ella para procesar todo esto.
— ¡No deberías bajar tu guardia estúpida! — Derrite el hielo de sus manos y lanza una llamarada que me impacta en todo mi pecho.
Salgo expulsada lejos de ella.
—¡Iduna! — Me alcanza Vördr — ¿Te encuentras bien?
— Lo estoy — Me levanto.
— Yo me encargaré de ella, ya no tengo motivos para no pelear — Genera fuego de sus manos.
— ¡NO! — Digo de manera tan abrupta que mi grito resuena por todo el salón — Debo hacerlo sola, no puedo creer que Hela sea un ser tan desagradable. Cree que todo debe de hacerse en torno a su voluntad. ¡Yo jamás juraría lealtad a alguien como tú!
Cegada por la ira corro a toda velocidad hacía Hela. Genero una daga de hielo con mis poderes.
— Eres muy lenta niña, ahora verás todo mi poder — Crea una espada de fuego y la utiliza en contra de mí
Nuestras armas chocan entre sí.
Con su otra mano, crea una bola de fuego.
Pero yo soy más rápida y detengo mi ataque con mi mano.
— Sigues subestimándome Hela — Congelo su mano y me separo un poco de ella.
Consternada, observa su mano para descongelarla.
— ¡Idiota! — Me grita con enojo.
Sin pensarlo, doy un golpe directo a su lado cadavérico.
Confundida, Hela intenta mantener su postura.
— ¡AAAAAH! — Lanzo fuego con mis dos manos.
Hela cae nuevamente al suelo.
Me acerco a ella y la golpeo con mis pies con fuerza una y otra vez en su estómago.
Ella intenta ponerse de pie, pero mis ataques le impiden sostenerse.
Mi aliento se vuelve gélido, pero aún así, ni la temperatura ni mi armadura son impedimientos para que pueda patearla en su estómago las veces que sean necesarias.
Lo mejor es que, no siento remordimientos.
—¡Détente Iduna! — Grita mi acompañante de largo cabello negro y de piel pálida — ¡Ya has ganado!, debes aprender a contenerte, el sentimiento de matar no solucionará nada. Además, si decides acabar con ella, no sabremos que ocurrirá con Helheim. Ella debe estar aquí, ella es la Diosa del Inframundo, quieras o no, representa el equilibrio entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
Elevo su cuerpo sujetándola del cuello. La mitad de su rostro humano derrama gotas de sangre; en tanto su lado cadavérico se pudre a un ritmo más rápido en comparación a las antiguas historias que se relatan sobre ella.
Podría estar así toda una eternidad, contemplando como su rostro pide clemencia mientras intento asfixiarla.
— Di mi nombre — Ordeno a la mujer a la cual pretendí jurar mi lealtad alguna vez.
— I...Iduna...na — Trata de pronunciar mi nombre con el escaso aire que le permito ingresar a sus pulmones.
Creo que es todo.
Podré regresar a la vida con mi pecho inflado.
— Eres patética — La dejo caer — Deberías de agradecerle a Vördr por tu vida, si fuera por mí, habría acabado contigo en un instante, pero te dejaré vivir, ya era hora de que alguien te diera tu merecido.
— He vivido por años custodiando este infierno, aquí soy la dueña de estas tierras y mi palabra es la ley, pero tengo la dignidad suficiente como para aceptar mi derrota — Tiene dificultades para ponerse de pie — Tuviste razón niña, te subestimé al verte por primera vez, pero esto no quedará así. Algún día, caerás de nuevo por aquí, serás una mujer vieja y demacrada, ese día, yo haré que pagues por todo y me pedirás perdón.
Ríe frenéticamente con su rostro desangrado.
— Estaré lista para cuando ese día llegue. Podrás torturarme todo lo que quieras, pero yo jamás me doblegaré ante tí.
— Puedes irte, he abierto el portal por el cual ingresaste. Afuera te espera tu medio de transporte — Voltea y se acerca a su trono.
— Hasta luego Hela — Susurro. Todo esto ya terminó, me siento aliviada.
Recogo mis cosas para alejarme de este templo cuanto antes.
Lamentablemente, no puedo evitar ver a la distancia lo que queda de mi ballesta, está hecho añicos.
— Fuiste mi mejor amigo, te extrañaré — Pronuncio estas palabras con melancolía antes de retirarme. Es difícil reconocer que haya sentimientos encontrados que van mucho más allá por una simple ballesta.
Ver una ballesta, me recordará siempre a Papá, él me enseñó todo lo que sé sobre ella.
Ya afuera del templo, la niebla no está tan densa a como la recordaba y ya no está el viento que había antes.
A los pies de la edificación, hay un águila gigante de casi cuatro metros, de plumaje blanco, custodiando la entrada.
— ¿Qué es eso?
— Es Hraesvelgr, un ave del Inframumdo, es capaz de controlar los vientos de Helheim, seguramente te llevará al portal — Responde Vördr que no se ha apartado de mi lado.
— ¿Irás conmigo? — Pregunto con algo de timidez.
— Debo hacerlo, te he acompañado la mayor parte del viaje. Sería de mala educación si no lo hiciera ahora.
Sonrió genuinamente.
Bajamos hasta alcanzar el último peldaño.
Con dificultad logramos subirnos arriba del águila.
Una vez arriba del ave, éste se eleva a una gran altura. Todo desde arriba se ve mucho más pequeño, logro ver todo Helheim y parte de Nastrand desde aquí y puedo apreciar todo lo que tuve que viajar para llegar donde Hela.
Es increíble, pero incluso tengo algo de aprecio por este lugar.
— ¿Iduna? — Vördr interrumpe mis pensamientos.
— ¿Qué pasa?
— Primero que nada, felicidades, llegaste muy lejos. Te superaste a tí misma eres de las pocas personas quien ha vencido a un Dios y a vivido para contarlo.
— Gracias…a decir verdad nada de esto habría pasado si no fuera por tu ayuda. Estoy agradecida contigo — Sonrío tímidamente.
— Hay algo que debo saber. ¿Cómo pudiste controlar ambos elementos con tanta destreza?, uno de por sí es complicado, pero dos es algo de otro mundo. Tu padre demoró años en controlar el fuego y tu madre también con el hielo.
— Para serte franca, se dio casi de manera natural, tal vez sea por que vi a Mamá hacerlo que solo imité sus movimientos. Asimismo con Papá, él solía mover sus manos de forma involuntaria a veces, tal vez en el fondo creía que podía volver a controlar sus poderes. Todo lo aprendí de ellos, con la observación, tal como dictan una de las tantas enseñanzas Northuldrans: Debemos ser un espectador de la naturaleza y podremos aprender de ella.
— Seguramente tus padres estarán orgullosos de tí y la gente de tu pueblo te entregará el respeto que te mereces.
— Eso espero, tengo muchas ganas de volver, creo que ya es hora de afrontar nuevos desafíos.
Observo con disimulo a Vördr, quiero confesar mis sentimientos por él, ha sido mucho más que un acompañante para mí, me dio su confianza, me dio la compañía que siempre quise y que siempre me fue rechazado.
Por por sobre todo, quisiera que regresara al mundo de los humanos conmigo. Estoy segura que Papá estaría muy felíz de reencontrarse con él.
Además…
…nunca dejó de pensar en él en todos estos años.
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Pasado el puente en donde se encontraba Garm, Hraesvelgr desciende con sus inmensas alas cerca del portal que dejé marcado con rocas al llegar.
Toco tierra firme y camino lentamente hasta el circulo que me llevará al otro mundo.
Mi pecho se contrae, quiero llorar. Este horrible sentimiento de despedida me consume lentamente.
— Vördr…
Volteo para mirar una vez más el bello rostro del hombre que estuvo conmigo en este viaje, pero de manera casi coordinada el ave que nos trajo hasta aquí se eleva y deja una gran corriente de viento que me impide abrir los ojos.
— ¿Qué ocurre? — Siento las manos de Vördr tocar mis hombros mientras trato de abrir mis ojos.
— Hay algo que quiero pedirte — Mis lágrimas se acumulan.
— ¿Qué cosa?
— ¡Quiero que vengas conmigo! — Logro desahogarme.
Un incómodo silencio se deja sentir, Vördr luce tan sereno como siempre.
— No puedo Iduna…
— ¡Debes hacerlo!, mi Padre ha esperado esto por años, el jamás se olvidó de tí, él siempre tuvo la esperanza de verte de nuevo. Plantó un árbol de fresno en el castillo de Arendelle en tu memoria, solíamos rezar allí a menudo, Papá deseaba viajar al Inframundo para que regresaras com él.
— Me encantaría regresar y abrazarlo, es casi un hermano para mí, pero no puedo, no tengo un cuerpo propio, soy solamente un espíritu.
— ¡Te daré mi cuerpo Vördr! — Extiendo mis brazos — Al igual que con Papá, podrás vivir dentro de mí, podrás materializarte las veces que quieras, ¡Todo será perfecto!
— No Iduna…hay algo más importante que debo hacer aquí. Quiero verlo de nuevo, pero estar aquí, me di cuenta en estos años que Helheim es un calvario para los primerizos, y me sentiría culpable si tu padre falleciera yo estando en el otro mundo. Por eso que quiero esperarlo aquí, al igual que Elsa. Ellos son muy jóvenes aún, tienen mucho que recorrer todavía, si tienen suerte morirán en combate y estarán junto a Odín en Valhalla; pero si no es así, no deberás llorar sus muertes Iduna, por que sabrás que yo estaré aquí para ellos y que los cuidaré con mi vida, tal como te prometí.
— Me siento apenada de solo pensar en sus muertes.
— No te sientas mal, es inevitable. Disfrútalos mientras puedas, tienes mucho que aprender, ahora tienes poderes y ellos estarán dispuestos a ayudarte como siempre lo han hecho. Yo seguiré aquí y espero que algún día nos podamos reencontrarnos nuevamente, te cuidaré y te protegeré de Hela.
Cautivada por sus palabras me incliné sobre él para besarlo apasionadamente. Creí que me rechazaría, pero el terminó controlando la situación.
Para ser honesta, este es mi primer beso.
— Te amo Vördr — Le digo al separarme y cautivada con sus besos.
— Lo sé — Sonríe confiado.
— Siempre te recordaré, algún día te volveré a ver.
Camino hacía el círculo y me recuesto allí.
La tierra se siente bastante cómoda.
— Sé felíz Iduna, tienes una nueva oportunidad de vivir. Eres una mujer fuerte y sabia, podrás hacer lo que te propongas. Ya no tienes necesidad de demostrarle nada a nadie, jamás debes dudar de tí.
— Gracias… — Estoy a punto de llorar. Intento que cada detalle de su rostro vivan en mi memoria hasta el final de mis días.
Miro el cielo una vez más y cierro los ojos para abrir el portal que me llevará a la vida.
— Te quiero mucho Iduna — Fueron las últimas palabras de Vördr antes de entrar en trance.
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