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Capitulo único


No podía creerlo. Me tomé varios minutos sólo para contemplarlo, intentando digerir la idea de que él realmente estuviera ahí y creo que incluso ahora no soy capaz de asimilarlo. Recuerdo que tuve que poner mi mano sobre su brazo para convencerme de que era real. Era un brazo fuerte,
como no he vuelto a tocar. Mi toque lo hizo abrir los ojos. Eran negros como el carbón. Los ojos negros no son muy frecuentes. Sus pupilas fueron algo que cautivo mi interés. Me miró si, pero no sé si me vio esa primera vez. Cerró los ojos rápidamente y volvió a dormirse.

-Es Goku-me dijo mi amigo-Te juro que es él.

Y no tuve dudas de que era él. Toque su cabello. Era grueso, pero suave y no tenía lustre. Su piel era color mate y estaba deshidratada. Sus labios estaban partidos, las mejillas se le habían hundido un poco. No se veía nada bien. 

-¿Qué fue lo que le sucedió?-le pregunté examinando el resto de aquel sujeto durmiente.

Tenía el torso descubierto y llevaba un pantalón deportivo. Olía un poco mal si, pero su mal olor era diferente al que podría desprender cualquier hombre de este mundo. Lo observe con mucha atención sin perderme ni un detalle de sus miembros.

Mi amigo se encogió de hombros en respuesta a mi pregunta. Él me había contado de como lo encontró. Según él andaba en uno de sus paseos en el desierto cuando Goku cayó del cielo. Estaba lastimado y lo llevó a casa. Por supuesto tuvo sus propios conflictos con que ese ser existiera, pero los superó rápidamente. De aquello habían transcurrido dos meses. Al principio Goku se mostró de buen ánimo. Se recuperó rápido de sus lesiones y no era diferente a como todos lo vimos en la serie. Tenía mucho apetito y estaba ansioso por volver a su mundo. Según mi amigo entendió, de lo que él le contó, Goku peleaba con un nuevo enemigo y el choque de energías causó una ruptura dimensional que lo hizo acabar aquí.

-¿Desde cuándo está así?-le pregunté sin quitarle los ojos de encima al Saiyajin.

-Desde hace un mes-me respondió mi amigo.

-¿Sucedió algo particular?- consulte, pero esta vez mirando a mi compañero.

Él me contó que desde que se recuperó de sus heridas, Goku fue conciente de una cosa: no tenía sus poderes. No podía volar y su fuerza disminuyó considerablemente. Todavía era más fuerte que cualquier hombre que mi amigo y yo pudiéramos haber conocido, pero era incapaz de las hazañas que hacía en su mundo. Al principio Goku y mi amigo lo pensaron algo temporal, pero después de un mes aquello se les hizo un estado permanente.

-Fue cuando su ánimo cambió. Antes gustaba de practicar sus golpes y me ayudaba con el trabajo de la granja, sin embargo, desde ese día...

Fue muy extraño para él ver a Goku tan callado. Su apetito disminuyó y comenzó a pasar largar horas sentado, ensimismado. Con el paso de los días empezó a salir a caminar solo por los campos y más allá. Una vez dejó el valle y terminó perdido en el desierto. Mi amigo me dijo que tuvo que dar aviso a la policía para que lo encontrarán. Cuando fue hallado tenía las manos muy lastimadas. Al parecer había estado dando puñetazos a una roca. 

-Desde entonces apenas come y con suerte se baña. No sé qué hacer con él- añadió.

-¿Y por qué me llamaste?-le pregunte algo inquieta.

-Tú sabes cómo resolver problemas. Siempre lo haces... Pensé, no sé, que se te ocurriría algo para ayudarlo. Además yo tengo que hacer un viaje y...

Y sólo quería dejar ese problema en mis manos. Librarse de Goku que era su personaje favorito. Seguro estuvo muy emocionado de conocerlo,ven su momento,
pero en el estado actual del saiyajin todo cambió. Se volvió una carga.

-No hay nada que yo pueda hacer por él- le dije y me di la vuelta. Honestamente nada podía importarme menos que Goku. Nunca me agrado.

-¿Cómo que no? Yo...

-¡¿Qué quieres que haga?!
-exclame un poco molesta-
¿Acaso quieres que lo devuelva a su mundo? No tengo forma de hacer eso. Tampoco puedo o conozco la manera de contactar con su dimensión. Es que por más que pensará no se me ocurría nada. Quizá a algún físico o que sé yo, pero a mí no... Soy una persona común y corriente.

-¿Qué hacemos entonces?-me preguntó un poco angustiado.

-No lo sé. Es tu problema, no el mío- le dije y me di la vuelta para intentar salir.

-Por favor, no me dejes solo. No sé que hacer- me suplico- No quiere comer y si sigue así morirá. Si lo dejo solo morirá...

-Entonces no lo hagas. No te vayas y quédate con él.

-No, no puedo. Es demasiado para mí- me dijo y dejó el cobertizo rápidamente.

Miré a Goku a mi espalda. Era demasiado para cualquiera. Cerré la puerta detrás de mí. Para entonces mi amigo se había ido y no regreso. Lo estuve llamando al día siguiente, pero solo me respondía el buzón de voz. Mi odioso lado amable me obligó a volver al cobertizo llevando un poco de comida japonesa. Pensé que le resultaría familiar. Cuando abrí la puerta encontré a Goku boca abajo en el piso. Estaba tan quieto que lo pensé muerto, sin embargo, cuando el paso que di hacia él hizo rechinar las tablas, se movió. Lo ví levantarse con dificultad, mirándome como a un enemigo y tomando su característica posición de pelea. Respiraba de forma pesada, su cuerpo estaba cubierto de sudor, pero eso no le impidió intentar atacarme. Por suerte para mí acabó de cara contra el suelo. Esa caída sucedió como en cámara lenta. Pude ver sus ojos cerrarse, su cabeza levantarse un poco, como yendo hacia arriba, para después azotarse contra el suelo. Fue como si en lugar de caer unos centímetros hubiera caído al vacío. No estuve segura del motivo, pero me resultó doloroso verlo de esa manera. Goku nunca me simpatizó. Es la clase de persona tan opuesta a mi que me causa repulsión, sin embargo, de una forma extraña lo conocía. Sabía quién era, había visto su vida y me era familiar. Tenía que admitir también que en muchas ocasiones lo aprecie soberbio y gallardo de frente a sus adversarios. Quizá esa familiaridad me hizo conmoverme un poco. Dejé la comida en el suelo y me acerque a él. Me arrodille a su lado y le dije lo único que se me ocurrió:

-Conozco a un hombre muy fuerte. A un sujeto tan poderoso que tú nunca podrías vencer...

Se lo susurré al oído para que me escuchará y en su inconsciencia lo hizo. Su rostro estaba de costado, lo ví abrir los ojos y mirar hacia la pared.

-Un hombre poderoso- murmuró con una voz cansina, como si hubiera estado combatiendo por días y hubiera perdido toda su energía.

-Sí- afirme.

-¿Quién es? ¿Dónde está? Quiero...

-Esta lejos ahora- le dije y le tomé el brazo para pasarlo detrás de mi nuca- Pero pronto volverá. Ahora párate y come un poco ¿quieres? ¡Vamos, ponte de pie!- le ordene, mas sabía que no era fácil para él.

Goku era pesado. Su cuerpo tenía una consistencia muy singular. Su musculatura era diferente de algún modo que no me moleste en analizar. Pese a lo demacrado que estaba seguía conservando una terrible fuerza. Me quedé hincada un rato, mientras él se ponía de rodillas intentando ponerse de pie. Cuando lo hizo por poco me derriba y caemos los dos. Acabe con una rodilla en el suelo,
sosteniendo apenas la mole que era su cuerpo.

-Por favor...levántate Goku- le pedí apenas, porque el esfuerzo que yo estaba haciendo era enorme.

No estaba segura si me oía, pero después de unos minutos reunió las fuerzas suficientes para ponerse en pie. La cama estaba justo atrás así que una vez lo tuve de pie, solo lo empuje para que cayera de espaldas, aunque en ese estado de semi-conciencia en el que estaba, me ofreció un poco de resistencia. Cuando lo tumbe cayó con violencia. Balbuceo algo, no entendí que dijo. Me tomé un momento para reponerme y volver por la comida. Al sentarme junto a él, antes de darle de comer, me le quedé viendo. Nunca imaginé verlo en ese estado.

-Su nombre es Hércules-le dije y es que fue el único nombre que se me ocurrió- Es el hombre más fuerte del mundo. Muchos han intentado derrotarlo, pero todos fracasaron.

Giró su cabeza hacia mí, aunque estoy segura de que seguía sin verme realmente. Solo sabía que había alguien ahí.

-Come. Tienes que recuperarte si quieres enfrentarlo- le dije al acercar un poco de comida a su boca. Me sonreí, pero no por burla sino por lo insólito y ridículo que me pareció cuidar del tipo al que menos aprecio le tenía, de aquello que pensé sólo una serie- Odio mi lado amable- me dije.

-¿Él te hizo algo malo?-me preguntó después de tragar el primer bocado.

-Sí, es un tipo terrible- le contesté pensando en motivarlos.

Comió muy poco ese día y no me atreví a dejarlo solo. Su mente no estaba estable. Goku estaba profundamente deprimido y una depresión como esa podía conducirlo a la muerte.

Una vez un maestro me dijo que los prodigios pueden ser tipos inútiles en todo lo demás. Un genio matemático podía ser incapaz de hacer una obra de arte y un físico alguien incapaz de sembrar un campo. Los prodigios nacen para una sola cosa en la vida. Todo lo que son, cada partícula que compone su cuerpo, la forma en que comprenden el mundo y como en el se desenvuelven responde únicamente al don con el que nacieron. Son seres fuera de serie, incomprensibles para el resto del mundo. Goku era así. Él estaba concebido con un único objetivo: superarse así mismo. Él no competía con nadie más realmente. Su único y verdadero rival era él. Su potencial era indeterminable, pues dependía de su voluntad. Siempre oi eso de que el conocimiento es poder, pero yo concluí que el verdadero poder es la voluntad. Únicamente voluntad.

Goku había perdido su razón de ser en este mundo y eso lo deprimió al punto de tenerlo al borde de la muerte. Eso fue todo lo que ocurrió con él. Para motivarlo le inventé un rival. Alguien que lo hiciera querer medir sus fuerzas otra vez y superar su límite. Volví al día siguiente, con comida y algo de ropa limpia, a contarle la misma historia respecto a Hércules. Esa jornada tuve que limpiarlo. Olía horrible. Por suerte en el cobertizo había una manguera conectada a un grifo.

-Levanta el brazo por favor-le pedí, pero no me escuchó. Creo que ni siquiera notó lo helada que estaba el agua y menos que me tocó desvestirlo y vestirlo. Goku solo veía un punto imaginario en el techo o en la pared.

Las contadas veces que me habló fue para preguntar por Hércules y yo me inventaba historias de este imaginario adversario, mientras me preguntaba que sucedería después. Una vez que Goku se repusiera ¿Que haría con él? Un trabajo, una vida normal era algo a lo que nunca se iba adaptar. Podía meterlo en las luchas profesionales, pero eso no sería suficiente. Goku no estaba hecho para ser un tipo vulgar.

-¿Quien eres?- me preguntó después de una semana y por primera vez me estaba viendo.

-Mary- le dije y seguí dándole de comer y él no volvió a hablar.

Los días pasaban y lo veía mejorar, pero conforme Goku se reponía mi angustia por su suerte iba aumentando. Me consolaba pensar que allá, en su mundo, debían estarlo buscando. Que con ayuda de Whiss, las esferas del dragón o algo, un día, irían por él. Pero ¿Cuándo sería ese día? No lo sabía. Podían pasar más meses o años. Eso me asustaba.

Una tarde, mientras limpiaba un poco el cobertizo y Goku estaba sentado en el borde de la cama, me pregunté si estaría bien dejarlo solo en un tiempo más. Yo no soy una fundación de caridad y hacerme responsable de él, el resto de mi vida, no estaba en mis planes. Por otro lado,la idea de dejarlo solo me causaba un poco malestar ¿Qué haría, en este mundo, ese sujeto? Digo tarde o temprano se iba a enterar de quien era él en este lugar. No estuve segura de porqué, pero me lo imaginé como un loco diciendo que él era Goku.

-Mary- me llamó y lo miré- Tengo hambre ¿me haces de comer?

De haber estado en otra situación le hubiera contestado: yo no soy tu mamá. Pero en ese momento solo me sonreí. Aquello se me hizo una buena señal. En todo ese tiempo nunca me preguntó por Bulma,Vegeta o su familia. Supongo que su mente estaba demasiado conmocionada. De cualquier modo confiaba en que pronto recobraría todos los bríos y sus memorias.

Unos días después, cuando entraba al cobertizo, Goku me recibió con esa sonrisa abierta de siempre. Le dije que le prepare comida extra y se levantó para tomar la bolsa de mi mano, pero entonces una luz lo envolvió. Lo ví estirar su mano hacia mí y sujetar mi collar. Sentí un tirón y luego Goku desapareció. Me quedé estática varios minutos antes de buscarlo con la mirada. Pero no estaba y mi collar tampoco. Era todo. Seguramente habían encontrado la forma de llevarlo a casa y eso me alegro. Allí terminaría de volver a la normalidad. Caminé hasta la cama y me senté en ella viendo la bolsa con la comida, de una forma un poco resignada. Me hubiera gustado preguntarle por otro individuo, pero no tuve la oportunidad. Después de unas horas dejé ese cobertizo, sin embargo, volví al día siguiente y varias veces ese mes temiendo encontrarlo allí de nuevo. Por suerte eso jamás paso. Goku nunca volvió, así como mi supuesto amigo no volvió a hablarme jamás.

De vez en cuando me preguntó si Goku recordara que cuide de él. Si conservará mi collar esperando devolvermelo algún dia. Pienso que es más probable que recuerde a Hércules que a mí y se ha de lamentar por no haber podido enfrentarse a él. Pero qué más se puede esperar de un tipo como él. De alguien que nació para no ser vulgar.

Fin.

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